Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Todos los que no me conocen sabrán quién soy. Todos los que vienen a mí y tienen sed de justicia y tienen hambre de ver mi ira desplegada sobre las naciones insolentes que no obedecen a mis mandatos y estatutos, ¡vengan a mí con confianza! Porque Yo voy a responder a esa hambre de justicia, Yo voy a responder con mano dura a las naciones que prevaricaron contra mí.
[Salmos 9:8, RVR1960] Él juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud.
Ustedes estén limpios, blancos como la nieve, para que cuando llegue el momento de abrirles las puertas del cielo sean bienvenidos en mi reino. Hijos míos, hoy estoy hablando a mi pueblo escogido, a todos aquellos que quieren escuchar mi voz, para decirles lo que va a acontecer. No duden ni un momento que Yo aún hablo y hago estremecer las aguas, porque soy Yo con mi propia voz el que agita las aguas, el que estremece los cielos, el que aplasta las montañas, el que mueve todas las cosas.
Hijos míos, una gran guerra se aproxima a la tierra. Muchos no lo creerán, pero lo que voy a hacer es agitar a las naciones para que se levanten unas con otras. Inclusive aquellas naciones que nadie creía que iban a entrar en guerra, lo harán, porque Yo soy un Dios poderoso, dice Dios Padre. Yo soy el que muevo los ejércitos. Yo soy el que agito a los hombres a que levanten armas unos contra otros para que mi voluntad se realice en la tierra.
[Mateo 24:6-8, RVR1960] Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Sí, Yo soy un Dios de amor, misericordia y perdón, pero conmigo no se juega, porque Yo traigo espada a la tierra para vengar a los santos. Yo traigo espada a la tierra para que todo aquel que blasfema contra mi Espíritu conozca mi poder. Yo traigo espada a la tierra para que aquellos que no invocan mi nombre lo hagan y se apuren en hacerlo.
Ya he agotado todas las posibilidades de paz que tenía en mi mano, pero los hombres no entienden, no razonan. No entienden que todo esto tiene que darse para el bien del hombre, que todo esto será así porque así está planeado desde antes de la fundación del mundo. Porque Yo soy un Dios omnisciente, omnipresente, que todo lo sabe, que todo lo entiende, que todo lo provoca, para que el hombre vuelva al camino recto y a la senda de la justicia.
Así que esta guerra va a venir, dice Dios, porque Yo soy el Señor de los ejércitos. Yo levanto un ejército contra el otro, y las naciones se van a mover unas contra otras. Mañana va a suceder esto, en el tiempo dado, en el tiempo previsto, porque ahora, donde estamos, la olla ya está ardiendo, pero aún no ha llegado el momento de que se destape, pero la presión va aumentando.
Yo soy el que lo digo, dice Dios Padre, que todo esto va a acontecer, que las naciones van a levantar armas nucleares unas contra otras. Y cuando ese momento llegue, Yo voy a proclamar mi nombre entre las naciones que no quisieron escucharme, entre las naciones injustas que se ensoberbecen, que se enorgullecen, que levantan su bandera en alto enfrente de mis ojos sin ninguna vergüenza, con desparpajo, creyéndose que ellos mismos son un dios.
Ustedes, hijos míos, estén alerta, no se confíen, porque viene una trampa. Viene una trampa de sedición. Viene un levantamiento de armas. Yo voy a permitir que esto acontezca porque así está decretado, y todos verán cómo muevo mi mano sobre las aguas, cómo voy a agitar el mar y lo voy a mover de un lado hacia el otro, y las gentes van a desfallecer, se van a sentir indefensos. Los que no me tengan no van a saber a dónde acudir, a dónde correr.
Pero los que conozcan al Cual Yo he enviado para expiar el pecado del mundo, ellos seguirán resplandeciendo entre tanta turbación. Mis hijos serán las luminarias del mundo entre tanta espada y guerra. Mis hijos serán los únicos que tengan paz entre tanta espada.
[Daniel 12:3, RVR1960] Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Ustedes, hijos míos, dice Dios Padre, deben confiar en mí y entregarse por completo y dejarse llevar por el arroyo de aguas cristalinas que les tengo preparado. Así que ahora, hijos míos, vengan a mí, dice Dios. Entréguenme sus corazones completos, sin reservas, para que Yo pueda prepararlos para lo que ha de venir sobre el mundo entero, porque se va a levantar nación contra nación, odio de una nación contra la otra, venganza, envidia, maledicencia.
Todas estas cosas son las que van a surgir donde todo el mundo pueda ver esta malicia desplegada. Ustedes, hijos míos, no dejen de confiar en mí. Levanten sus espadas del espíritu y luchen como guerreros que se defienden con la verdad entre tanta mentira, porque mentira va a venir, trampa.
Todo es una mentira. Las naciones se confabulan unas junto a las otras, formando grupos secretos que hablan en los cuartos privados planes macabros que se van armando. Pero mis ojos están en todos lados y Yo estoy al tanto de todo, dice Dios, y Yo voy a permitir que acontezca solo lo que tiene que acontecer, ni más ni menos, y voy a derramar espíritu de guerra sobre las naciones. Indefensas quedarán ante el despliegue de mi poder, porque nadie se levanta más alto que Yo, dice Dios. Nadie escudriña los corazones como lo hago Yo. Todos verán lo que voy a hacer en el mundo.
Yo ya lo he predicho en mi Palabra, que nación se levantaría contra nación antes de que venga el Deseado de las naciones. Y ahora lo voy a cumplir porque los tiempos están prestos y las armas están cargadas, y Yo decreto que los tiempos han llegado al momento donde las armas que ya están listas se van a levantar unas con otras.
Ustedes, los que son mis hijos, dice Dios Padre, no teman. Recurran a mí. Enciendan mi Espíritu en ustedes. Ardan de llama de fuego de amor por mi Hijo, el Salvador del mundo, para que sean capaces de pasar por esta tribulación de milicia, para que se mantengan de pie cuando todo a su alrededor empieza a caer. Porque a ustedes, los míos, Yo los adoro y los amo con fuego ardiente.
[Salmos 37:28, RVR1960] Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; mas la descendencia de los impíos será destruida.
A ustedes, los míos, nadie los puede quitar de mi mano en tanto ustedes permanecen en mí. Ustedes, los ciudadanos de mi reino, no flaqueen. Tengan fe. Levanten el escudo de la fe y crean en mí, y sepan que Yo tengo un plan, sepan que Yo los escucho cuando me hablan, sepan que Yo escucho las oraciones de los blancos, de los santos.
Yo estoy allí, dice Dios Padre, al lado de ustedes, viéndolos. Yo estoy observándolos desde mi trono. Yo veo cada paso que dan. Yo observo su comportamiento y los limpio cuando ustedes no se pueden limpiar. Así que confíen, mis hijos, que Yo los estoy amando profundamente y apasionadamente, porque mi corazón es total y no me reservo ni una gota de amor por aquellos que han amado el sacrificio del Señor.
Hijos míos, no lo duden y prepárense. Preparen sus casas para este acontecimiento que va a suceder, porque Yo me levanto de mi trono a juzgar a las naciones y voy a mandar juicio permanente sobre ellas. Ya nada será igual. El mundo comenzará a cambiar y todo se tornará gris, amargo como ajenjo por los juicios que voy a mandar.
Y a aquellos profetas falsos que profetizan en mi nombre en vano Yo los voy a destruir, a aquellos que hablan de paz cuando paz no viene a la tierra, solo destrucción y angustia de las gentes, que correrán tratando de salvarse de las cosas que traigo a la tierra, de las estrellas que caerán, de los terremotos que han de venir, de los huracanes y tornados, del fuego en los campos y en las ciudades, de los agujeros y los abismos que se están abriendo en la tierra, de las rajaduras de los terrenos donde quedarán agujeros donde caerán los autos.
[Isaías 26:9, RVR1960] Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
Yo soy el que hago todas estas cosas. Yo soy el que va a levantar el mar sobre las costas. Yo soy el que va a mover el océano de un lado al otro para que haga lo que Yo quiero que haga, para que llegue a donde tiene que llegar.
Y ustedes, mis hijos, ¿por qué se asombran?, dice Dios Padre, cuando Yo ya dije que todo esto iba a pasar miles de años antes de este tiempo. Pero ustedes están dormidos, sentados con los ojos cerrados, esperando la redención, sin darse cuenta que primero viene el fuego, mi ira sobre las naciones, mi juicio justo; sin darse cuenta de que primero los míos van a ser refinados.
[Zacarías 13:8-9, RVR1960] Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios.
Pero no, mis hijos quieren todo fácil. Mis hijos son los que quieren estar sentados sobre un trono blanco. Ellos son los que quieren estar juzgando las cosas que hago. Mis propios hijos no me entienden, no me conocen, dice Dios Padre. No entienden por qué hago estas cosas, cuando Yo en mi Palabra demostré quién soy y que me muevo con poder y que no hay batalla que se gane si no es por mi Espíritu!
Hijos míos, dice Dios Padre, despierten, conózcanme, lean las palabras que les dejé, apliquen mis mandamientos. Sepan que Yo me muevo poderosamente sobre todos y cada uno de ustedes, pero también sepan que Yo vengo a traer juicio sobre los terrestres. Así que ahora no duden más, hijos míos amados, queridos y apreciados, y levántense con fervor a trabajar para mi reino. Están llamados a obrar en los campos y aún se quedan durmiendo.
¿Por qué?, dice Dios Padre. ¿Por qué no me escuchan? ¿Por qué no me honran? ¿Por qué no se deleitan obrando para mí como un trabajador que va al campo y graciosamente toma sus herramientas para labrar la tierra y con felicidad trabaja para su amo, y luego va al amo y le pregunta: «¿Estás contento, señor? ¿Te gusta lo que hice?» Y el señor le paga y le da su recompensa y se alegra en su corazón por este obrero decente, humilde y trabajador que dejó su corazón en la tierra donde trabajó.
Hijos míos, estoy desesperado de ver cómo mi iglesia duerme, cómo están cómodos en sus sillas de los templos, sin querer moverse para mí, esperando solo bendiciones y cosas buenas. Y todo eso es legítimo, pero no quieren pasar por tribulaciones, lo niegan. Son negligentes. No quieren escuchar mi voz cuando digo que voy a traer juicios a la tierra, cuando Yo ya lo dejé escrito hace miles de años.
Pero ciertamente Yo voy a venir a juzgar a las naciones que hicieron injusticia, y cada una de ellas, una por una, va a caer. Cada una de ellas recibirá lo que tiene merecido, porque Yo soy un Dios justo, dice Dios Padre, y ustedes no entienden mi justicia. Solo piensan en mi misericordia y no entienden que todo esto tiene que pasar, tiene que acontecer, tiene que suceder para que se levante mi nombre entre las naciones y para que recuerden que Yo soy el que soy.
[Isaías 26:20-21, RVR1960] Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.
¡Entiéndanlo de una vez!, dice Dios Padre. Créanme que voy a desplegar mi mano y voy a traer desastres sobre la tierra. Créanme que viene esta roca del cielo a destruir a las naciones. Créanme que va a llover fuego del cielo en el momento dado. No sean necios, y preparen sus casas. Vístanse de blanco para mí. Recuerden que Yo soy un Dios amador y que mi amor no se compara con nada, pero también soy fuego que consume, torbellino que arrebata, porque soy total, dice el Señor, y no hay medias tintas en mí. Y todo el que verdaderamente viene a mí y vive en mi Espíritu, habita en mi Espíritu, ese tal me conoce.
En el nombre de Jesús, amén.