El Señor te bendiga en este 7 de marzo del año 2025, año de los últimos días, días donde todo se agita, donde todo se prepara para los acontecimientos finales antes de que venga el Deseado de las naciones. En esta oportunidad, el Espíritu de Dios quiere hablarte sobre este versículo:
[Lucas 22:36 RVR1960] Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.
El Espíritu de Dios les habla a las naciones, a todo aquel que habita en las llanuras y a todo aquel que habita en las alturas, a todo aquel que vive en las cuevas y a todo aquel que vive en las ciudades, y dice:
Viene persecución al mundo, una persecución como nunca se ha visto sobre la tierra. Lo que tuvieron que pasar los discípulos de Jesús, narrado en el Libro de los Hechos, es un ejemplo de lo que les espera a los que estén habitando en la tierra cuando la persecución, que hoy en día se manifiesta esporádicamente en algunos lugares del mundo y de vez en cuando, se extienda como una semilla esparcida por toda la tierra.
Tienen que leer el Libro de los Hechos, dice el Señor, donde aquellos que me amaban corrían para escapar de la persecución que se ejercía sobre ellos desde el principio de la fe cristiana.
Muchos de ustedes no entienden que lo que está escrito fue dejado como ejemplo para todos ustedes, los que vendrían después de todas esas cosas, dice el Señor. No son sucesos perdidos, no son acontecimientos destinados a ocurrir solo una vez a mis discípulos y nunca más, sino que todo quedó registrado como un ejemplo para quienes vendrían después de ellos.
Ustedes no comprenden que el Evangelio se trata de sangre, lágrimas y sudor, dice el Señor.
La mayoría de mis hijos hoy en día están subidos a un bote sin salvavidas, y cuando la tormenta llegue, será muy fácil volcarlo. Navegan sin estar preparados y sin saber cómo hacerlo.
No se alistan para los peligros de alta mar, no saben nada sobre supervivencia, y ya pueden imaginar lo que les espera a esos pescadores que creen que pueden lanzar las redes al mar sin conocer nada sobre la pesca.
Hijitos, dice el Señor, no sean así, porque no quiero verlos perecer si no los he llamado a perecer. No quiero verlos sufrir más de la cuenta por causa de la falta de preparación, de entendimiento y de tomar con seriedad lo que acontece en el mundo y lo que vendrá en estos tiempos finales.
Muchos de ustedes no se imaginan lo que se está preparando contra los cristianos, dice el Señor.
Y yo (Noelia) estoy viendo que la persecución será como una ola que se levanta desde el este y avanza hacia el oeste. La persecución será como una ola que se intensifica desde el oriente hacia el occidente.
Ahora son como pequeñas semillas plantadas en algunos lugares del mundo, donde ya se ha dado la orden de matar a los cristianos, a los que proclamen el nombre de Jesús, a los que declaren que Yeshua es su Señor y Salvador. Pero esas semillas, que hoy tienen poca influencia en comparación con el tamaño del mundo, seguirán creciendo, hasta que ya sea muy difícil esconderse.
Cuando la Biblia dice que los que estén siendo perseguidos en ese momento van a tener que huir a los montes, eso no es metafórico, dice el Señor, sino literal.
Van a tener que ir al desierto, dice el Señor. Van a buscar lugares inhóspitos, lugares donde no se pueda llegar fácilmente, lugares a donde el ser humano normalmente no quiere ir a vivir, lugares donde las personas normalmente no quieren habitar por las dificultades de esos lugares: el frío extremo, el calor del desierto, la falta de agua y de alimentos.
Van a tener que aprender realmente a sobrevivir en esos tiempos, dice el Señor, y no se están preparando. Muchos de ustedes ven que la tormenta se acerca sobre los cristianos y no abren el paraguas, dice el Señor.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que muchos de ustedes están mirando las noticias del mundo y han visto cómo fueron matados estos cristianos en los últimos días en el Congo y en Siria. Muchos de ustedes están sorprendidos, y dentro de ustedes se ha encendido una alarma al ver estas noticias. Están orando por sus hermanos cristianos alrededor del mundo, sin comprender que esto es solo una gota de la lluvia que se avecina sobre todos los seguidores de Jesús en toda la tierra.
Tienen que entender con qué están lidiando, dice el Señor, y estar listos para cualquier cosa que venga en cualquier momento de sus vidas.
Mi pueblo no se prepara, dice el Señor. Mi pueblo quiere estar cada vez más cómodo. Mi pueblo quiere estar contenido. Quiere entretenerse con las cosas del mundo. Quiere pasar sus días en tranquilidad, en reposo, en saciedad, disfrutando de las cosas del mundo. Y hasta un punto, eso es lícito, dice el Señor. Pero deben entender que tiempos difíciles se avecinan para los seguidores de Jesús.
Hay una orden que va a ser enviada para buscar, apresar, torturar y matar a todo aquel que tenga el sello del Señor Jesucristo en sus frentes, espiritualmente hablando, dice el Señor.
Llegará un momento donde habrá un ejército mundial asignado para detectar a los seguidores de Cristo Jesús y eliminarlos. Los van a querer borrar, pisar como se pisa a las hormigas, para que desaparezcan por completo de los lugares donde están establecidos.
Ya tienen sus nombres, sus números de identificación, sus datos personales, su dirección de correo. Ya saben dónde viven, qué hacen, qué les gusta, qué no les gusta, cuándo están en sus casas y cuándo salen de ellas, me dice el Señor. Esto ya está avanzado, y ustedes siguen sin prepararse.
Hay una base de datos donde se están registrando especialmente los nombres de aquellos que son cristianos, dice el Señor. Y cuando esta persecución, que ahora es poca en comparación con lo que se va a ver, se desate en todo lugar donde pisa la planta del pie de los hombres, muchos de ustedes van a renunciar a la fe del Señor.
Muchos de ustedes van a volver atrás y me van a negar. Van a negar mi nombre, dice Jesús, como cuando Pedro me negó tres veces por miedo a padecer afrentas. Habiendo ustedes condenado a Pedro cuando lo leyeron, van a hacer lo mismo, dice el Señor.
Muchos de ustedes, los que dicen seguirme, en ese momento se van a volver como Judas. Y así como Judas me traicionó, dice Jesús, entregándome en las manos de mis apresores, así algunos de ustedes van a traicionar a otros hermanos y los van a entregar.
Háganse esta pregunta en sus corazones, dice el Señor: ¿Están dispuestos a entregar sus cabezas por causa de mí? ¿Hasta dónde están dispuestos a ir por causa de mi nombre?
Porque, por si han olvidado lo que está escrito, dice Jesús, los he llamado a sufrir. Los he llamado a sudar, como Yo sudé en el monte de Getsemaní. Los he llamado a sangrar, como sangraron mis manos. Los he llamado a ser vituperados, como se burlaron de mí. Los he llamado a ser maltratados, como Yo lo fui, dice el Señor.
Muchos de ustedes no han tomado esta parte del Evangelio, donde los discípulos dijeron que habían sido tenidos por dignos de padecer los mismos sufrimientos que Cristo Jesús.
Cuando leen estas partes de las Escrituras que hablan de sufrimiento, persecución, ser entregados a muerte, ser perfeccionados, ser probados y entregar sus vidas por amor a mí, de tomar su cruz y seguirme, las pasan por alto. Solo toman las Escrituras que les hacen bien, las Escrituras que, cuando las comen, les caen bien al estómago, ignorando la parte difícil, la parte del precio que tienen que pagar para seguirme, dice el Señor.
Muchos no recibirán la corona de la vida por no querer dar sus vidas por mí, dice Jesús, porque la corona de la vida se obtiene entregándola. Tienen que entender que el Evangelio es entregar sus vidas por mí, y muchos de ustedes aún no lo han hecho.
Hijitos míos, dice Jesús, estoy aquí hablándoles por amor, por misericordia, porque los cuido de la ignorancia sobre lo que viene contra ustedes. Quiero que se armen, dice el Señor, porque serán atacados por todos los frentes posibles.
Tienen que entender que este tiempo en el cual están viviendo es un tiempo de guerra. No son solo las naciones las que, desde hace tiempo, se han estado armando para que, cuando llegue el momento, la violencia explote casi sin control. Ustedes también tienen que armarse y prepararse para lo que viene, dice el Señor.
Esto no es una preparación únicamente espiritual, sino también física. Hoy los estoy llamando a preparar sus casas también físicamente, dice el Señor, con alimentos no perecederos, con agua, con medicinas, con instrucciones de primeros auxilios, con linternas, con velas.
Yo (Noelia) veo a alguien en su casa que toma una mochila y la prepara con lo básico indispensable, por si viene cualquier tipo de catástrofe o por si tiene que dejar su hogar y salir corriendo. Y el Señor dice ahora que su pueblo debe prepararse, y no solo por causa de la persecución que viene.
También veo a una persona que tiene que dejar sus bienes personales, salir de su casa y correr, viviendo como un nómada en el mundo, yendo de un lugar a otro, de un monte a otro monte, de una cueva a otra cueva, de un arroyo a otro arroyo.
El Espíritu Santo dice que todas esas historias donde Dios ayudaba sobrenaturalmente a los profetas —como Elías, que tuvo que huir y vivir cerca de los arroyos— están escritas porque son ejemplos de lo que la Iglesia de Jesucristo vivirá en los tiempos finales, donde la persecución y los eventos naturales se intensifiquen y aumenten cada vez más.
Yo (Noelia) veo a una persona que prepara una mochila con primeros auxilios, barras de proteínas y elementos de supervivencia. Y el Señor me hace entender que su pueblo tiene que aprender nociones básicas de primeros auxilios y supervivencia en distintas situaciones: cómo encender un fuego en el bosque, cómo extraer agua de las plantas, cuáles plantas son comestibles y cuáles no, cómo sobrevivir en la intemperie.
Su pueblo tiene que saber ayunar y estar muchos días sin comer e incluso sin tomar agua. No estamos hablando solo de una preparación espiritual, sino también física.
El Espíritu Santo me hace entender ahora que muchos de ustedes están sorprendidos por lo que estoy diciendo. No esperaban que el Señor hablara de esto de manera tan literal, tan fuerte, tan directa. Sin embargo, el Espíritu también me hace saber que lo mismo les está hablando a ustedes a través de sueños, visiones y palabras.
No son pocos los que están recibiendo sueños proféticos sobre los últimos días y las cosas que van a venir: sueños donde ustedes mismos están huyendo, corriendo, escapando de personas que los persiguen, de gente uniformada que tiene la orden de matarlos. Se están viendo a ustedes mismos escalando montañas, buscando lugares inhóspitos para no ser alcanzados, me muestra el Espíritu Santo, así como cuando David escapaba de Saúl y vivía de cueva en cueva para sobrevivir a la persecución.
No ignoren las alertas, dice Dios. Lo que está hablando mi sierva no es una locura nacida de su propia imaginación. Los sueños que ustedes están teniendo no son ilusiones creadas por sus mentes. Soy Yo el que les está advirtiendo, por medio de ella, lo que va a venir al mundo, y ustedes pueden corroborarlo en la Palabra que ya está escrita.
Prepárense, hijitos, dice el Señor. Aprendan lo básico de supervivencia. Aprendan a vivir con poco y nada. Tengan momentos de comer bien y momentos de comer casi nada o de no comer. Aprendan a soportar tanto el calor como el frío. Aprendan a resistir, dice el Señor, porque deberán sobrevivir la prueba que viene sobre el mundo entero.
Yo (Noelia) estoy viendo a un cazador que sale para cazar animales. Y el Espíritu Santo me hace entender que esta visión es una metáfora de cómo van a ser cazados los cristianos en los últimos días. Vamos a ser como animales que deben ser atrapados. No vamos a valer nada ante sus ojos, así como hoy los judíos no valen nada para los grupos antisemitas.
Para ellos, los judíos son un cero a la izquierda, un error de la naturaleza. Consideran un error su existencia y creen que deben ser borrados de la tierra. Piensan que son una contaminación que debe ser eliminada.
Lo mismo que trata de hacer este espíritu antisemita contra la raza judía es lo que viene para ustedes. Es un ejemplo para los convertidos y nacidos de nuevo en el nombre de Cristo Jesús, porque son judíos en el espíritu. También ustedes serán considerados como nada, dice el Señor. Serán un estorbo para el sistema de la bestia y deberán dejar de existir.
Ellos dirán: «Debemos eliminarlos porque nos molestan. Son un tropiezo. Son rebeldes a este sistema. No quieren adaptarse, no quieren obedecer, no quieren ser subyugados. Hay que matarlos.» Por eso, muchos de ustedes se ven corriendo en sueños, escapando, entrando en un lugar, saliendo de ahí y escondiéndose en otro. Otros se ven siendo atrapados. Otros se ven encarcelados.
Esto es lo que viene sobre el mundo entero. Si lo hicieron conmigo, con el Hijo de Dios, dice Jesús, ¿cuánto más lo van a hacer con mis seguidores, que están llamados a caminar el mismo camino que Yo caminé?
Yo (Noelia) veo personas vestidas todas del mismo color, con uniformes similares a los que usan los soldados de Corea del Norte hoy en día. Estas personas tienen la orden de detectar, encontrar, perseguir, atrapar y encarcelar a todo aquel que se llame seguidor de Jesús, a todo aquel que lleve una cruz encima, a todo aquel en quien se encuentre algún símbolo en el cuerpo que represente su fe cristiana.
Cualquier signo que identifique a una persona como seguidor de Jesús va a ser buscado, incluso a través de las cámaras. Así como en China se han instalado cámaras en las calles y en todos lados para que el gobierno controle a los ciudadanos, lo mismo va a pasar en el resto del mundo. Estas cámaras van a detectar a los perseguidos mediante reconocimiento facial.
Teniendo sus nombres y datos, los van a buscar por reconocimiento facial. Las huellas dactilares, las características del rostro y toda la información de cada uno de nosotros estarán registradas. Cualquier movimiento que revele que alguien es cristiano va a provocar una orden de las autoridades superiores para encarcelarlo, torturarlo o matarlo.
Esto es lo que se viene para los seguidores de Jesús. Sin embargo, Yo voy a estar con ustedes, dice el Señor, con todos aquellos que decidan seguirme hasta el final, resistir hasta lo último y derramar cada gota de sangre por amor a mí.
Yo les daré la fuerza para poder pasar por todo dolor por el que tengan que pasar, dice el Señor. Pero deberán estar sueltos de todo y de todos, y no apegados a los bienes materiales ni a ninguna persona, ni siquiera a sus familiares.
Y me vienen a la mente esos pasajes bíblicos que avisan que sería necesario renunciar a todo lo que tenemos para ser dignos de seguir a Jesús hasta el final.
[Mateo 19:29 RVR1960] Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Tengan esperanza, dice el Señor, porque voy a probarlos a través de estas cosas. Algunos serán mártires, así como hubo mártires al principio de la era del cristianismo, y también después, a lo largo de toda la historia de la humanidad, así como sigue habiendo mártires hoy en día.
Todo aquel que muere en el nombre del Señor, todo aquel que es perseguido y entregado al sacrificio, como fue entregado el Cordero sin mancha, es un mártir del Señor. Y esto se va a repetir hasta que venga el Señor por los suyos.
Antes de que venga el Señor por los suyos, antes del arrebatamiento, vamos a pasar por esta persecución aguda.
Cada uno de ustedes tiene que preguntar cuál es el camino que debe seguir, dice el Señor, y preparar sus casas para todo tipo de eventos que van a venir sobre todos los puntos de la tierra: tsunamis, inundaciones, terremotos, tornados, socavones, guerras, pandemias.
Todo lo que está escrito se va a repetir una y otra vez en cada lugar del mundo, incluso en aquellos donde estas cosas no se daban. Todos los puntos de la tierra serán tocados y sufrirán estos dolores de parto de alguna manera.
Por lo tanto, dice el Señor, cada uno de ustedes tiene que prepararse en lo que pueda y orar para tal vez ser encontrado digno de escapar de estas cosas. No tomen con liviandad esos pasajes que advierten que esto iba a venir sobre la tierra en este tiempo, dice el Señor.
No sean superficiales, porque no hago acepción de personas. Y así como pruebo a algunos en un lugar de la tierra, voy a probar a los otros que estén del otro lado, dice Dios, porque estoy probando a los míos, a los que dicen profesar la fe de Jesús, para ver si realmente es como lo confiesan.
Yo (Noelia) estoy viendo que van a seguir viniendo muchas cosas que tienen que ver con inundación y agua. De hecho, últimamente he tenido muchos sueños donde viene el agua: donde hay inundaciones, donde los autos están cubiertos por el agua, donde hay muchas muertes a causa de la inundación, donde hay tsunamis y ciudades llenas de agua, de las que la gente tiene que escapar por causa del agua.
Los juicios por agua van a seguir viniendo sobre la tierra en un nivel nunca antes visto. Lluvias torrenciales van a inundar ciudades que jamás habían sido inundadas.
Van a suceder cosas que son naturales, y van a suceder cosas que no lo son, dice el Señor. Van a suceder cosas en lugares donde ya solían darse, y van a comenzar a suceder también en lugares donde nunca se habían visto. Ninguna parte del mundo se va a escapar de los dolores de parto.
Yo (Noelia) también estoy sabiendo que, cuando esa persecución se desate sobre el mundo entero contra los cristianos, va a haber refugios donde nos vamos a encontrar y resguardar. Estoy viendo, en distintas partes de la tierra, la palabra «refugios», y el Espíritu me hace saber que ya se están construyendo. Son refugios difíciles de detectar, incluso con satélite.
Hay lugares, incluso subterráneos —como los que aparecen en las películas— donde las personas van a esconderse para sobrevivir, y donde la tecnología no se podrá aplicar como hoy. Entonces, habrá que vivir como en el pasado: de forma precaria, con lo básico, sacando el agua de pozos y arroyos, cultivando lo necesario, prácticamente sin usar tecnología, para no poder ser encontrados.
Estoy sabiendo que estos refugios ya se están construyendo en secreto por algunas iglesias cristianas, por ciertos grupos de refugiados y por grupos de creyentes. Va a haber refugios especialmente preparados para los que tengan que huir en esos días, ubicados en lugares inhóspitos, de difícil acceso. Pero aquel que siga la guía del Espíritu Santo sí podrá llegar.
El Señor me está haciendo saber ahora que es esencial que todos cuenten con el bautismo del Espíritu Santo y aprendan a seguir su guía, porque, como no nos vamos a poder comunicar como lo hacemos normalmente, nuestra conexión será el Espíritu Santo de Dios.
Él nos va a decir, a cada uno de nosotros, a dónde ir, por dónde ir, dónde doblar, dónde quedarse y por cuánto tiempo. Todas las instrucciones necesarias para sobrevivir —los que tengan que sobrevivir— las vamos a recibir por el Espíritu Santo de Dios.
Y me vienen a la mente los versículos del Nuevo Testamento donde se dice que el Espíritu Santo de Dios les indicaba a los apóstoles que vayan a cierto lugar o que no vayan a otro.
[Hechos 16:9-10 RVR1960] Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
[Hechos 16:6 RVR1960] Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia.
Entender y aplicar lo que está escrito en el libro de Hechos es esencial para sobrevivir en este último tiempo, cuando la persecución se desate sobre todo el mundo. No es un juego, porque va a ser como cuando uno juega al ajedrez y tiene que pensar muy bien antes de mover una ficha.
Esto es lo que gran parte de la Iglesia de hoy en día no sabe aplicar. Pero Dios dice que va a haber un remanente escogido de hijos de Dios que va a seguir siendo luz mientras esta cacería de cristianos se desata sobre la tierra.
Va a ser un tiempo de evangelización poderosa, con señales, prodigios, milagros y sanidades. El poder de Dios se va a manifestar en nosotros como nunca antes se ha visto, y sus hijos caminarán en una gloria mayor, justamente por causa de la tribulación que van a padecer. Esa aflicción por la cual los suyos van a pasar será la herramienta para refinarlos y llevarlos a una gloria mayor.
Yo tengo cuidado de los míos, dice el Señor, y no los voy a abandonar, sino que estaré con ustedes, así como estuve con sus hermanos cuando los perseguían, como está escrito en el libro de los Hechos.
Así como estuve con ellos, estaré con ustedes, y haré milagros entre ustedes. Así como abrí las puertas de las cárceles para Pablo y Silas cuando fueron encarcelados, también lo haré con ustedes. Así como Daniel sobrevivió al foso de los leones, ustedes también sobrevivirán, e incluso tendrán paz con animales salvajes, si aún no ha llegado su hora.
Los salvaré de muchas cosas, dice el Señor, y verán mis maravillas, y verán mi gloria, para que mis propósitos se cumplan en sus vidas.
Será impresionante, un tiempo de gloria tan grande derramada sobre el mundo, mayor que la tribulación que ustedes estarán pasando. Porque cuanto más tribulación venga sobre el mundo, mayor será la gloria sobre los míos, dice el Señor.
Y muchos se asombrarán y caerán de rodillas, rendidos ante el Evangelio, por causa de lo que se va a ver. Cuanto más persecución, más brillarán. Cuanto menos tengan para comer, físicamente hablando, más milagros va a haber, dice el Señor. Cuanto más enfermos y maltratados estén, más sanidad sobrenatural van a recibir.
Voy a usar muchas de sus manos para ungir a otros con sanidades, dice Dios, para devolverles miembros que habrán perdido. Voy a proveerlos con carne y con pan cuando no tengan para comer. Voy a darles las medicinas que necesiten cuando estén en esos lugares inhóspitos, cuando estén heridos y no tengan con qué sanar. Voy a enviar ángeles para ayudarlos y ministrarlos mientras estén en esos desiertos.
Tienen que entender que todo esto es necesario, dice el Señor, y que mi pueblo va a pasar por ese fuego de refinamiento, porque mi pueblo es como oro, que tiene que ser limpiado de todo tipo de impurezas. Ese horno de aflicción es lo que va a engrandecer mi nombre, y me voy a glorificar en ustedes, dice Cristo Jesús.
Tengan por seguro que el sufrimiento venidero dará el fruto de justicia que tiene que dar, dice el Señor. Responderé al clamor de muchos, haciendo caer mi justicia sobre la tierra y mis juicios contra todo aquel que arremeta contra los míos. ¡Pobre de ellos!, dice el Señor, los que toquen a uno de estos mis pequeñitos, porque no se meten contra ellos, sino conmigo.
Hijitos, tengan esperanza y estudien sobre esto en lo que está escrito. Vean que está muy claro, aunque muchos de ustedes no quieren verlo, no quieren entenderlo, no quieren comerlo, ni mucho menos digerirlo. Es así. Es lo mismo que ya fue, y es lo que va a ser.
¿Están listos?, pregunta el Señor. Preparen sus mochilas. Preparen sus hogares. Estén siempre listos para huir en cualquier momento y en cualquier lugar, fuertes y edificados sobre la Roca.
Porque la Palabra dice que la tormenta viene para las dos casas; no dice que para una casa viene la tormenta y para la otra no. La diferencia es que una de las casas estaba fundada sobre la Roca, por lo cual resistió a los vientos, a la lluvia y a la tempestad. Pero la otra no pudo resistir, porque no estaba edificada sobre la Roca, quien es Cristo Jesús.
¿Dónde están parados ustedes?, pregunta el Señor. ¿No se dan cuenta de que hoy en día ustedes mismos están pasando por las mismas aflicciones que los que no están convertidos? La diferencia es que ellos no tienen de qué sostenerse, dice Jesús, pero ustedes sí. Ellos no tienen cómo sentirse afianzados mientras esa tormenta llueve sobre sus cabezas, pero ustedes sí. Ellos no tienen una columna fuerte a la cual abrazarse mientras padecen esas aflicciones, pero ustedes sí.
La diferencia no es si van a ser afligidos o no, porque la aflicción viene para el mundo entero. La distinción está en cómo se pasa por esas aflicciones. La pregunta no es si van a ser atribulados o no. La pregunta es cómo van a responder a esa tribulación, qué van a hacer con esa aflicción, si van a confesar mi nombre o no, aunque estén en apuros.
[Mateo 7:25 RVR1960] Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Lo que tienen que hacer es venir más cerca de mí, dice Jesús, abrazarme fuerte para que los fortalezca, pedirme que los sane, entregarme completamente sus corazones, consagrarse a mis cosas, entrar en el Lugar Santísimo y quedarse ahí para siempre conmigo.
Y al que más se le da, más se le va a pedir, dice el Señor. Van a tener que cuidar lo que les he dado, multiplicarlo, impartirlo, repartirlo, administrarlo bien, estar despiertos, velar, orar en todo tiempo, no dormirse, no quedarse quietos, no confiarse, porque los momentos de tranquilidad que vienen no son permanentes.
Recuerden: es como un proceso de parto, donde hay una contracción y un descanso, una contracción y un descanso. No se confíen en esos descansos, dice el Señor. Aún falta que se cumplan cosas mientras la Iglesia permanece en la tierra. Aún falta que glorifique más mi nombre en los míos, dice Jesús. Aún falta que se complete el número de los mártires, como está escrito en el libro de Apocalipsis.
Sean sabios y no se duerman, para no ser despertados de golpe o por sorpresa. Miren por las ventanas de la visión, me dice el Señor.
Yo (Noelia) estoy sabiendo que muchos de ustedes tienen sueños donde están mirando por las ventanas y ven que vienen tempestades, tornados, tormentas, huracanes y demás. Esto significa que el Señor les está diciendo que estén alertas, que velen y que estén preparados para cualquier cosa que venga sobre ustedes y sobre sus casas.
Esas ventanas representan la visión. Representan estar de guardia, velar, vigilar sobre lo que viene a sus hogares.
Abran sus oídos y busquen mi voz, dice Dios, porque muchos de ustedes no saben escucharme. Por lo tanto, no sabrán recibir las direcciones en los tiempos más delicados. Tienen que aprender a seguir la guía del Espíritu Santo, como dice el libro de Romanos. Tienen que aprender a entender lo que el Espíritu les está indicando que hagan o que dejen de hacer. Esto es clave para sobrevivir.
Pero si son sordos a mi voz, ¿cómo van a entender cómo resguardarse en esos tiempos? Yo les voy a decir todo lo que tienen que hacer, dice Dios, pero son ustedes los que tienen que abrir sus oídos y aprender a desarrollar la escucha, para que mi voz no se quede como si fuera muda.
Los amo, hijitos. Tengan fe, tengan esperanza. Amen como nunca, y aprovechen bien el tiempo. Rediman el tiempo, porque los días son malos. Edifíquense entre ustedes y no se queden en la arena movediza de sus problemas. Muévanse. Oren la cantidad de tiempo que tengan que orar, ayunen lo que tengan que ayunar, hasta que encuentren la puerta abierta.
Abran grandes sus ojos y observen todas las cosas, porque son días peligrosos, engañosos, difíciles; días donde las cosas se van a agitar más y más, como está escrito.
Los amo y los abrazo, y estoy con ustedes hasta el fin del mundo.
Gracias, Señor. Gracias, bendito Jesús. Alabado sea tu nombre, Señor, Rey de reyes, el que fue perseguido, el que fue maltratado, el que fue escupido, el que sufrió en su carne, el que sangró para dar su vida por muchos.
Ayúdanos a aceptar ese llamado de caminar por el mismo camino por amor a ti, Señor, tú que te entregaste primero como cordero, como oveja que va llevada al matadero y no abrió su boca.
Derrama sobre tus hijos en este momento el mismo nivel de entrega, Señor. Entra en los corazones con una revelación de lo que significa entregar nuestras vidas por amor a ti en estos últimos días.
Quita de ellos todo evangelio heredado, Señor. Quita de ellos todo evangelio erróneo, podrido, mentiroso, contaminado, que no los prepara para lo que viene. Sacude y despierta a los que están adormecidos espiritualmente, para que lo que viene no los tome por sorpresa y entonces tengan que sufrir más de la cuenta.
Te damos gracias por toda esta palabra, Señor, por más que sea dura. Gracias por cuidarnos, por aclararnos, por guardarnos de las mentiras de los lobos de hoy en día que predican de amor, de paz, de prosperidad, de que todo será fácil.
Te amamos, Señor, y recibimos la verdad, por más dura que sea, porque Tú eres la Verdad, y a Ti te recibimos, Señor. Amén.