La iglesia será probada. Tal como lo dije antes, viene un tiempo de tribulación, que es un tiempo de preparación. Dile a mi gente que se prepare como se prepara la novia: con diligencia, porque sabe que si no se prepara no llegará lista al casamiento; que estén firmes y sean activos. Diles que se arrepientan de la sedición del espíritu, de la dejadez, de estar apesadumbrados, de la negligencia. Muchos se dejan atormentar, se dejan aplastar porque en realidad son holgazanes; quieren ser aplastados para tener una excusa para no hacer nada, para no activarse en mí.
Diles que cuando Yo venga quiero encontrarlos trabajando, construyendo, edificando en el espíritu; que quiero encontrarlos haciendo algo digno para servirme; que quiero encontrarlos como siervos, como amigos, como capataces constructores de mi reino. No quiero ver almohadas hundidas de dormir. No quiero ver ramas caídas y abatidas. Diles que los estoy llamando a que se levanten de la silla donde están sentados y usen sus manos para bendecir a otros. Mis ovejas tienen sed, tienen hambre, están enfermas, maltratadas, cansadas. No tienen adónde ir, no tienen guía. Están desahuciadas, arruinadas. Han sido golpeadas, ultrajadas. Se sienten estafadas, defraudadas, y se alejan de mí por la mala acción del hombre.
Muchos de mis obreros están inactivos, como una máquina que está apagada. No están en funcionamiento; no se activan en mí. Dejan pasar el tiempo o posponen las tareas que les he pedido. Esto me enfurece. Es desobediencia, es rebeldía, es sedición, porque el que no está conmigo está contra mí. Desde ya te digo que todo aquel que trabaje para mí no perderá su recompensa, porque el obrero es digno de su salario. Todo el que se digne a trabajar para mí será reconocido en el cielo. Su nombre tendrá un lugar en mi reino. Los ángeles conocerán su nombre. Diles que utilicen los dones que les he dado. Diles que pongan sus talentos arriba de la mesa, que no los escondan, que no los guarden en el bolsillo, que no sean egoístas, que sean generosos con lo que Yo les he dado.
No temas de hablar estas cosas, Noelia, porque Yo sé bien a quienes les estoy hablando: a un pueblo rebelde, a un pueblo holgazán, a un pueblo que no quiere levantarse y dejar su comodidad para servirme a mí, al rey dador. Todo les he dado, y sin embargo no quieren seguirme, no quieren trabajar, no quieren utilizar sus manos para bendecir a los demás. Aun así, Yo les hablo y les hablo y les digo lo que tienen que hacer, y no me quieren escuchar. Muchos están buscando de mí, están buscando dirección, pero no se dan cuenta de que siguen en el mundo, que no han renunciado a él. Por lo tanto, no se entregan a mí para que Yo pueda mostrarles la senda que tienen que caminar.
Por lo tanto, amiga mía, coméntales que estoy esperando a que vengan a los campos a trabajar, que la mies es mucha y los obreros son pocos, y cada uno de ellos es necesario. Cada uno de ellos es una piedra preciosa para mí y les he dado dones, y les he dado regalos, y les he dado herramientas, y quiero enseñarles cómo utilizarlas. Pero son pesados, están inactivos, están apagados. Se han dejado apagar por el enemigo, se han dejado engañar, se han dejado convencer cuando el hombre les ha puesto un cartel de «stop» delante de ellos.
Mientras tanto, Yo les insistía que trabajen, que hagan cosas para mí, que me sirvan, que ayuden al pobre, al necesitado, a los solitarios, a las viudas, a los niños indefensos, y más; les insistía a que cumplan con sus llamados, pero aun así ellos se han tapado los oídos para no escuchar mi voz, para no escuchar mi dirección. Cuando llegue el momento dado de encontrarnos cara a cara, Yo les preguntaré: «¿Qué hiciste con lo que te di?», y muchos se van a quedar mudos porque no van a tener cómo responderme; no van a poder justificarse porque no van a haber mostrado su amor por mí.
Así que ahora, hija mía, comparte este mensaje. Exhórtalos a que se muevan, a que separen las aguas, a que crucen el Mar Rojo y salgan de la tierra de Egipto y se entreguen por completo a mí, a Jesús, el único salvador, y Yo les voy a dar la libertad, y les voy a dar una vida nueva, y les voy a dar una nueva tarea para mi reino. Y todos aquellos que me siguen y trabajan arduamente para mí, y utilizan su tiempo en mí, y utilizan sus recursos para mí, les digo que todo eso está escrito, todo lo tengo registrado, dice el Señor, y voy a pagar a cada cual según lo que haya hecho.
Así que ahora, mis hijitos, levántense. Párense de la silla donde están sentados. Abran sus bocas, hablen de mi nombre, proclamen mi nombre. Propaguen las noticias del reino. Cumplan con el propósito que les he dado. Busquen y busquen y no dejen de buscar. No dejen de golpear, no dejen de insistir, porque a todo aquel que golpee, a él se le abrirá. A todo aquel que busque, a él se le dará y encontrará. Mas a aquellos que se queden acostados durmiendo, porque «están cansados», dicen, hasta lo poco que tienen se les quitará.
Ahora llega el tiempo de moverse. Llega el tiempo de registrar sus firmas en mí. Llega el tiempo de levantarse. Llega el tiempo de poner las cosas sobre la mesa. Llega el tiempo de exponer la verdad a la luz. Si no me has servido, arrepiéntete, dice el Señor, y entrégame tus manos con corazón humilde y arrepentido. Apártate de ser holgazán, de ser perezoso. Apártate de la pereza y pídeme que bendiga tus manos, que te abra la puerta para que salgas a obrar para mí.
Así que trabaja, Noelia, y diles esto que te digo. Espárcelo a los cuatro vientos, lanza el mensaje, y el Espíritu Santo lo distribuirá. Amén.
[Lucas 10:2, RVR1960] La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.