El Espíritu Santo venía hablando a mi espíritu días atrás sobre que hay muchos de los hijos de Dios que el Señor ha llamado a servirlo y que aún no han respondido a este llamado, mucho pueblo inactivo, mucho pueblo que ya está equipado y que no coloca sus manos en la mies por distintas razones. Y yo veía una masa de gente, y a cada cual el Señor repartió distintos dones, acorde a su voluntad, y lo equipó con diferentes armas y con diferentes herramientas espirituales para que cada uno pueda servir en los campos de la mies de una manera personal, de una manera distinta. El Señor me decía: Estoy llamando a mucho pueblo a que me sirva, y los estoy llamando de distintas maneras: los estoy llamando por sueños, los estoy llamando por palabra profética, estoy colocando un sentir en sus espíritus.
Muchos de ellos tienen una inquietud en su espíritu, algo que sienten distinto, algo que los invita a movilizarse, algo como una inquietud santa de que algo tienen que hacer para el reino de Dios. Algunos tienen la claridad de qué es eso que tienen que hacer para el Señor; otros no están tan claros porque han escuchado un llamado a lo lejos, pero no se han dedicado a encontrar claramente cuál es el mensaje que Dios tiene para darles, en qué área quiere Dios que lo sirvan, cuál es el campo a donde el Señor los ha llamado para que trabajen en su mies.
Mi pueblo está dormido, me decía el Señor. Mi pueblo piensa que solamente tiene que creer en el Hijo de Dios y después acostarse a dormir, pero Yo estoy levantando un ejército de obreros, gente que me sirva con voluntad, gente que tenga claro quiénes son en mí, gente que no esté dudando de mis decisiones, gente que no me cuestione cuando los llamo a hacer un trabajo para mí. Y hay un sector de mi pueblo que se hacen los sordos; hay un sector que están escuchando mi voz, pero lo que escuchan no les gusta; hay un grupo de gente dentro de mi pueblo escogido que saben muy bien que Yo los estoy llamando a trabajar para mí.
Hay un grupo de gente dentro de mis hijos que ha escuchado claramente mi voz de distintas maneras, que ha entendido mi voluntad, pero que no quiere dar un paso adelante porque están cómodos como están. A ellos el Señor está llamando en este momento a que se levanten de la silla donde están sentados y se movilicen y avancen en el reino de los cielos, porque ciertamente el ejército de Satanás está más activo que nunca, y se va a activar aún más. ¿Cuánto más tiene que activarse el ejército del Dios vivo? Y es muy relevante lo que está sucediendo en estos días. El Señor está sacudiendo el piso de todos sus hijos para que se revele quién es quién.
El Señor ha dado un tiempo a cada cual para que cumpla con la asignación que Él ha entregado; y cumplido ese tiempo, en este sacudón que estamos viviendo ahora, no solamente para el mundo entero, sino para la iglesia, todos aquellos árboles que no están dando buen fruto están siendo cortados. Esto es algo que vengo profetizando desde el año 2019, si no me equivoco, donde el Señor me dijo varias veces: «Todo árbol que no da buen fruto será arrancado.»
Este es el tiempo del cumplimiento de esa palabra, donde estamos viendo que aquellos árboles que no daban frutos están siendo secados, como cuando el Señor maldijo la higuera para que no dé fruto nunca más, porque no estaba dando frutos; y así mismo, aquellos árboles que estaban dando frutos, el Señor los está tocando para que lleven aún más, para que ese fruto aumente en cantidad y aumente en calidad. Hay muchos cambios que están sucediendo en este tiempo a nivel espiritual en la iglesia del Señor Jesucristo. Hay cosas cuyo tiempo se está terminando.
Cuando el Señor llama a uno de sus hijos a cumplir cierta tarea, hay un tiempo determinado donde este llamado se mantiene activo, o con las puertas abiertas, para que este hijo de Dios entre por esa puerta y pueda realizar esa tarea que el Señor le encomendó. Pero llega en este tiempo en específico. El Señor está limpiando la era, y muchos árboles, como dije antes, están cayendo, y están siendo plantadas nuevas semillas dentro del reino; semillas de árboles jóvenes, un renuevo espiritual de gente joven, de gente nueva que el Señor está levantando para hacer no solamente la encomienda que Dios les está dando, sino para cumplir lo que otros no hicieron. Porque la voluntad del Señor se cumple de alguna u otra manera, y en este tiempo, muchos de ustedes están sintiendo el llamado del Señor. Muchos de ustedes están sintiendo una inquietud santa a moverse. «Hay algo que tengo que hacer,» dicen en sus corazones, pero muchos de ustedes aún no entienden qué es.
Dios mío, así como abriste el corazón de Lidia para que estuviese atenta a lo que Pablo hablaba, como dice Hechos 16:14, yo te pido que hoy abras los corazones de todos aquellos hijos de Dios que están escuchando este mensaje de tu parte para que esta semilla que hoy planto pueda encontrar tierra fértil, y sea regada, y sea iluminada por tu luz, y que así crezca y lleve fruto abundante, Señor.
Hay mucha duda dentro del pueblo cristiano, dentro de las razones por las cuales muchos hijos de Dios no están haciendo lo que Dios quiere que hagan. No se están moviendo, no están respondiendo el llamado, o simplemente están inactivos. Una de esas razones es la duda. Muchos de ustedes, el Señor ya les ha hablado lo que tienen que hacer, de distintas formas, porque Dios habla de distintas formas y tiene su Espíritu que opera de distintas maneras, pero muchos de ustedes, el Señor ya les ha hablado; el Señor les ha confirmado de varias formas. ¿A cuántos de ustedes el Señor ya llamó a escribir para el Señor, a través de sueños, a través de un profeta que se los confirmó, a través de la Biblia o de otras maneras? ¿A cuántos de ustedes el Señor llamó al pastorado, y no solamente lo han dudado, sino que lo han rechazado? Porque muchos no solamente están dudando de ese llamado que Dios les hizo, sino que, al entender ese llamado, no les ha gustado, y lo han rechazado.
Me dice el Señor: Él no quiere encontrar un corazón incrédulo cuando habla; un corazón dudoso, un corazón que le pide al Señor que le hable, pero también, cuando escucha lo que Dios tiene para decir, no le gusta lo que Dios dijo y lo rechaza, un corazón que, en este caso, es un corazón egoísta, porque solo quiere hacer lo que le gusta hacer, no lo que Dios quiere que haga, amén. El Espíritu me dice que el Señor quiere encontrar corazones humildes, dispuestos a responder a lo que Dios pida, sea lo que sea, así como Isaías le dijo al Señor: Heme aquí, envíame a mí. Y personalmente, yo creo que Isaías tenía una idea de lo que responder el llamado de Dios podía llegar a significar, en términos de sufrimiento, renuncia, tribulación, angustia, rechazo y muchas cosas más. Igualmente, él le dijo al Señor: Heme aquí, envíame a mí, pero hoy me dice Dios: hay muy pocos, muy pocos dentro de mi pueblo, que cuando Yo los llamo a hacer algo, no cuestionan lo que les estoy diciendo.
Hay muy pocos que están dispuestos a decirme: «Heme aquí», como lo hizo Isaías, sin cuestionar lo que yo los estaba llamando a hacer. Si este es tu caso, si sabes muy bien lo que el Señor te ha pedido que hagas, si sabes cuáles son tus dones, si sabes cuál es tu área dentro del reino, a dónde tienes que trabajar, pero has renegado de lo que el Señor te llamó a ser, te invito ahora a que te arrepientas. Porque, hasta tanto no vuelvas a ese momento cuando le negaste al Señor tu respuesta, cuando le dijiste al Señor: «No quiero. No estoy listo. ¿Quién soy yo para que me envíes a mí? No estoy preparado, no cuento con los recursos necesarios,» y cuántas más excusas le pusiste al Señor, hasta que no vuelvas a ese momento y arregles esa situación espiritual a través del arrepentimiento y de pedirle perdón al Señor, no vas a poder avanzar espiritualmente.
Muchos de ustedes están estancados y no saben por qué, y en varios la razón del estancamiento es que el Señor les ha pedido hacer algo en algún momento, y ustedes no lo han querido hacer. En ese momento, cuando renegaste de lo que Dios te pidió que hagas, cuando renegaste de lo que Dios te dio, cuando renegaste al encontrar tu identidad en Cristo, tu llamado, cuál era el servicio que Dios tiene preparado para vos, en ese momento entraste en el pecado de la rebeldía. Pero dice la Biblia que la rebeldía es como pecado de adivinación, y muchos no están conscientes de la gravedad del pecado de la rebeldía, de lo grave que es que el Señor te llame a hacer algo y como no te gusta, o como no quieres hacerlo, o como vos piensas que no sos digno de ese llamado, como vos crees que no estás equipado o cualquiera sea la razón, entraste en desobediencia, en rebeldía. ¿Y qué sucedió en ese momento? Te estancas espiritualmente.
Pasó el tiempo y no podías avanzar y no entendiste qué pasó, y resulta que no fue por culpa de Dios que sentías que no avanzabas, sino porque le dijiste al Señor que no, así como Jonás cuando el Señor lo llamó a ir a predicar a Nínive, una ciudad que estaba completamente perdida en el pecado, que, si no me equivoco, dice la Biblia que sus pobladores no sabían distinguir entre su izquierda y su derecha. El Señor los llamó para salvar a esa gente a través de la prédica, y Jonás entró en desobediencia y quiso escapar del Señor y tuvo las consecuencias que tuvo; lo pueden leer en el libro de Jonás. Asimismo, muchos de los hijos de Dios hoy están en este pez, metafóricamente hablando, encerrados, sin poder salir, en un estado de condenación por el pecado de la rebeldía, de la obstinación, sin poder avanzar espiritualmente.
Te quiero decir que es muy fuerte lo que estoy hablando por el espíritu, pero que es la realidad de mucho pueblo hoy en día. Si esta es tu situación, y muchos de ustedes saben bien a quién le estoy hablando, te invito a que te arrepientas porque, así como Jonás se arrepintió y clamó desde el Seol a Dios, dice la Biblia, y el Señor lo rescató de adentro de ese pez y le volvió a entregar la misma encomienda y lo perdonó. Asimismo, esta es tu oportunidad de salir de ese estado espiritual de encierro, de estancamiento, de inmovilidad, en donde sentís que algo está mal, en donde sentís que el Señor no está con vos como estaba antes, o que su manifestación, la manifestación del Espíritu Santo, no se muestra en tu vida como antes.
Esta es tu oportunidad de volver a ese momento cuando recibiste el llamado de Dios, sea lo que sea que Él te haya mandado a hacer y no lo hiciste. Este es tu momento de arreglar tu estado espiritual. Hay que volver al momento cuando le dijiste que no al Señor. Hay que volver a ese momento y decirle: Señor, perdóname, yo pensaba que era más sabio que vos, o más sabia. Yo pensaba que yo podía decidir si tenías que elegirme o no. Yo pensaba que yo podía juzgar si yo era digna o digno de hacer lo que me estabas llamando a ser o no.
Yo pensaba que lo que me mandaste a hacer no era bueno, no iba a llevar fruto, pero me puse como juez antes que vos. Señor, perdóname, porque fui obstinado, fui rebelde, quise hacer lo que yo quería, no quería cargar mi cruz para responder a lo que me estabas llamando a hacer, pero hoy entiendo que no solamente no voy a poder avanzar espiritualmente, sino que estoy en un pecado del cual me tengo que arrepentir y pedirte perdón por amor a tu nombre. Porque Él concede multitud de oportunidades, una y otra vez vuelve a llamar a los suyos para darles una nueva oportunidad de cumplir con la encomienda que Él ha dado.
Si esta es tu situación, ahora la puedes arreglar delante de Dios y decirle, como dijo Isaías: Heme aquí, Señor, envíame a mí, así tenga que ser vituperado, así sienta que no voy a poder hacerlo con mis propias fuerzas, y es cierto, porque no vas a hacerlo vos; va a ser Él, a través tuyo, así tengas que renunciar a ciertas cosas que son comodidades en tu vida, para poder responder y hacer eso que Él quiere que hagas, así sepas que esto posiblemente signifique quebrantamiento, transformación, sufrimiento para vos en ciertas áreas. Igualmente, te invito a disponerte como un vaso servicial a Dios y decirle: Señor, aquí estoy, lo primero sos vos y lo último eso sos. Mi vida está dispuesta para servirte, Señor, en lo que sea que quieres que yo haga.
Hay muchos de ustedes que aún no han encontrado su identidad en Cristo y no saben por qué sucede esto; todavía no saben quiénes son, todavía no saben cuáles son los talentos que Dios ha colocado en sus manos, todavía no saben por qué el Señor los hizo como los hizo. Porque si no te diste cuenta, el Señor te formó con sus propias manos en el vientre de tu madre para propósitos muy específicos que se deben cumplir en tiempos muy específicos. Sos especial a los ojos de este Dios increíble al que seguimos y al que amamos, al que adoramos y al que servimos, o deberíamos servir, pero todavía no sabes bien quién sos en Cristo, no sabes cuál es tu constitución espiritual, no sabes por qué tienes las características que tienes, no sabes por qué te gustan ciertas cosas y otras no, no sabes por qué te sentís atraído a ciertas cosas y por qué sientes rechazo a ciertas otras. ¿Y sabes por qué pasa eso? Porque cuando Dios te dijo que hagas algo, porque cuando el Espíritu Santo te quería revelar algo, muy posiblemente endureciste tu cerviz y no quisiste escuchar esa voz, porque no te gustó lo que escuchabas.
Muchos de ustedes no saben quiénes son en Cristo, aun cuando ya deberían saberlo, porque estoy hablando de gente que hace años que vino a los pies de Cristo, gente que está convertida, gente que está bautizada en el agua y en el Espíritu Santo, gente que tiene dones del Espíritu Santo, gente que conoce la Palabra; estoy hablando de este tipo de gente, y también de los que eran recién venidos a los pies de Cristo. Muchos de estos hermanos todavía no se conocen a sí mismos. Saben que son hijos de Dios, pero no saben para qué están hechos, cuál es su función en el cuerpo de Cristo.
No saben si son un ojo, si son un pie, si son un brazo, o si son una boca, y andan como errantes, de un lado para otro, sin encontrar dónde tienen que encajar en este rompecabezas divino que es el plan del Señor, porque todos somos piezas de este rompecabezas, de este plan divino, pero no todos sabemos a dónde tenemos que estar, y mucho menos en el tiempo en que tenemos que estar, o en el que tenemos que trabajar o cumplir con ciertas tareas que nos da el Señor. ¿Y sabes por qué pasa eso? No es porque el Señor no se ocupe de hablarnos, ni de prepararnos, ni de equiparnos, ni de llamarnos; es por negligencia nuestra. No es porque al Señor no le importe que sepas quién sos, sino porque no te preocupaste demasiado por saber vos quién sos en Cristo; no es que el Señor no te dejó un manual intenso y completísimo, que es la Biblia; no es porque Él no te la haya dejado para que entiendas y encuentres muchas de las respuestas que te estás preguntando en tu corazón, sino que vos no leíste demasiado como para encontrar esas respuestas que piensas que Dios no te está contestando.
Somos negligentes como los siervos a los cuales se les dejó un talento. Como el siervo al que se le dejó un talento, siervo negligente que lo escondió debajo de la tierra, pero no era esa la voluntad del Señor. El Señor siempre al que llama, equipa; al que llama, prepara. Hay que levantar la espalda, pero hay una parte de la que tienes que ocuparte vos, y hoy estoy aquí para exhortarte a que te muevas. ¿Cuántos de ustedes tuvieron, vuelvo a repetir, un sueño o más? Porque muchas veces el Señor repite el mensaje, porque no lo entendemos, como dice Job 33:14: «En una o en dos maneras habla Dios a los hombres y el hombre no entiende.» ¡El hombre no entiende! No es que Dios no habla, sino que el hombre no entiende, y mucho menos va a entender si no escudriña, si no estudia, si no medita, si no se esmera en conocer quién es su Dios y cómo habla.
No es que Dios no se ocupa de lo que Él tiene que hacer, sino que nosotros no hacemos lo que nos toca a nosotros hacer, y estaba diciendo que muchos de ustedes aún no encontraron su verdadera identidad en Cristo. No saben si tienen que servir en la iglesia, no saben si están llamados a tener un ministerio de sanidad o no están seguros si tienen un ministerio profético, no saben si el Señor los ha llamado a atender a los necesitados específicamente, si tienen que pastorear; son como piezas del rompecabezas que están en el aire flotando sin encajar, y lo sienten y duele y desespera y pasa el tiempo. Y cuando esta situación perdura, va costando más en la vida de un hijo de Dios, y empiezan a perder la motivación de seguir a Jesucristo porque lo siguen, pero son como gente que va caminando, pero que está dormida, que tiene sus manos inactivas, que siente sus pies adormecidos porque no están trabajando. Están creyendo en Dios, pero no se están moviendo ni aportando lo que tienen que aportar.
Dice la Biblia que somos la sal de la tierra, la luz del mundo, y que un candelero no se pone abajo de la mesa; ¿cómo va a alumbrar una luz si no sabe cómo encenderse? ¿Cómo va a salar la sal la tierra si permanece guardada? Esta es una de las razones por las cuales muchos de ustedes no saben aún quiénes son y miran a otros y sienten como celos, como envidia del hermano que está activo, pleno en su llamado, y ellos no. Pero hay una razón por la cual aquel hermano está activo en su llamado y se siente pleno y lo ves como vivo, joven, que el Espíritu Santo fluye a través de él. Este hermano ha investigado, ha escudriñado, y ha preguntado al Señor: «Señor, ¿qué quieres que haga? Envíame a mí. Señor, ¿cuáles son las herramientas que me diste? ¿Para qué me hiciste? ¿Para qué me creaste?» Además de heredar la vida eterna, es gente que ha ayudado para entender quién es en Cristo, gente que ha renunciado a lo que Dios le ha pedido para entrar de lleno a su llamado.
Hay una razón por la cual algunos hermanos están caminando plenamente en lo que Dios los ha llamado, y saben muy bien quiénes son, y esa razón se llama sacrificio, búsqueda, relación con el Espíritu Santo e intimidad con Dios. Tienes esos elementos cuando buscas al Señor para que te hable sobre tu identidad en Cristo, y sobre quién sos en Él, sobre para qué te hizo, qué quiere Él que hagas, cómo puedes ser un siervo para Dios, cómo puedes complacerlo. ¿Le preguntaste al Señor lo suficiente? ¿Insististe para verdaderamente encontrar esa respuesta? ¿O sos una persona cómoda que le gusta recibir todo servido como en bandeja, que hace cinco o diez años que estás esperando que alguien venga de la nada y te diga: «El Señor quiere que hagas…»? Puede pasar, pero normalmente no funciona así, porque el Señor quiere verte mover, quiere que busques hasta que encuentres. El Señor no le cierra la puerta al que la golpea, el Señor abre al que llama, y el que busca encuentra, dice la Palabra. ¿Buscaste hasta encontrar? ¿Golpeaste hasta que te abriera?
Muchos de ustedes no están seguros aún de quiénes son en Cristo, también porque cuando Dios los llamó a hacer algo, no respondieron a ese llamado. Cuando el Espíritu Santo te llama o te invita, vos sentís en tu espíritu que tenés que hacer algo, y sos obediente con esos impulsos santos, con esos llamados, con esas pequeñas pistas que el Espíritu Santo te va dando. Al ir avanzando en esas pequeñas cositas que Dios te da que hagas, vas entendiendo cuál es el camino que tienes que caminar. La Palabra dice: «En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré», pero si en lo poco que el Señor te está llamando a hacer no lo estás haciendo, sea cual sea la razón, ¿cómo le vas a pedir que te ponga en lo mucho? ¿Cómo pretendes entender quién sos en Él? ¿Qué parte o qué pieza del rompecabezas sos, si ni siquiera sos fiel con lo poco que te pide el Señor?
Hay gente que espera grandes ministerios, hay gente que piensa que de un momento para otro va a ser un gran líder en una iglesia, o no sé cuántas expectativas. Hay gente que tiene imaginaciones en su mente, y que piensa que todo va a llegar de la nada sin tener que moverse, sin tener que buscar, sin escudriñar ni entrenar, y muchas cosas más. Pero normalmente esto no funciona de esta manera, y al que mucho se le da, mucho más se le pide. Entonces, si querés que Dios te dé más, tenés que administrar lo que ya sabés que Él te dio para que crezcas, así como a los que se les dieron los cinco talentos, y ellos lo administraron de una manera que los recursos crecieron.
De la misma forma, con lo poco que sentís o que sabes que tienes en este tiempo, debes trabajar, servir, administrar, y así el Señor te va a dar más, porque de otra forma lo poco que tienes te va a ser quitado, y se le va a entregar al que más tiene. Lo dice la Palabra del Señor, porque Él es bueno y misericordioso, y hoy está activando tu espíritu a través de esta Palabra para que empieces a moverte por vos mismo y a entender que el Señor está llamando obreros que pongan las manos en su mies, libres de expectativas mundanas y humanas, libres de miedo, libres del qué dirán; simplemente con un corazón entregado, que ame a Dios, que quiera complacerlo, para que llegado el momento el Señor te diga: ¡Bien hecho, siervo fiel!
¿Cuántos de ustedes quieren llegar a ese momento y recibir una felicitación de parte de nuestro Señor? Veo espíritus que empiezan a levantarse, espíritus que se empiezan a encender, mentes que empiezan a entender cómo funciona el reino de los cielos, preguntas que están siendo respondidas en este momento a través de esta Palabra. Para cerrar con este tema de que todavía no sabes bien quién sos, y una de las razones es esta que acabo de nombrar, si realmente quieres entrar y encajar en ese rompecabezas, y sentir que estás en el lugar correcto, vas a tener que tomar decisiones, salir de la tibieza, entrar en aguas calientes, elevar el nivel de entrega de tu corazón y tu vida por completo a Dios; vas a tener que renunciar a aquellas cosas de tu vida que te alejan de Dios, en vez de mirar a los otros hermanos que están sirviendo al Señor, y que están donde tienen que estar, y desear que te pase lo mismo, en vez de quedarte ahí; vas a tener que enfocarte en Jesucristo, y empezar a hacer lo que Él te está llamando a hacer. Pero para eso, no se puede servir a dos señores; no se puede comer de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios; no se puede beber la copa de Dios y la copa de los demonios; hay que tomar una decisión.
Duele, ¡cuesta! pero el Señor dice: El que no toma mi cruz y me sigue, no es digno de mí, así que hay un precio que pagar, no por la salvación, porque es de gracia; pero a veces para alcanzar un nivel espiritual a donde nos gustaría estar, y que el Señor quiere que estemos, hay que cargar la cruz, y hay que tomar decisiones para despejar el camino, para que podamos caminar libres y directo a la dirección a donde el Señor nos quiere llevar; es una cosa o la otra; va a llegar un momento donde el Señor te va a guiar a un lugar a donde no te quede otra opción que decidir entre servir a Dios o seguir en el mundo, cómodo sentadito, calentito en tu silla o en la cama espiritual en donde estás.
Yo hoy, te animo a que respondas a ese llamado, cueste lo que cueste, porque saber quién sos en Cristo, encontrar tu identidad, entrar y encajar perfectamente en ese rompecabezas divino de nuestro Dios Todopoderoso, no tiene precio, en el sentido de que todo lo demás lo tengo como basura, dijo Pablo; porque es tanta la plenitud que uno siente, cuando está haciendo lo que tiene que hacer, por más que haya que cargar con esa cruz que duele, que se pierdan cosas en el camino, que personas que estaban en nuestras vidas ya no estén más; aunque sientas que te meten en un horno de fuego que te quema y te duele, aun así debes resistir.
Continuamente el Señor te está refinando para poder estar ahí donde Él quiere que estés. Te puedo testificar que la plenitud que se siente cuando uno responde al llamado de Dios, cueste lo que cueste, quede quien quede, te siga quien te siga, no se compara con nada. ¡Aleluya, gloria a Dios!
Otra de las razones por las cuales los hijos de Dios no están haciendo lo que tienen que hacer es por una de las estrategias más exitosas del enemigo, y se llama miedo. Muchos de ustedes tienen miedo. ¿A cuántos de ustedes el Señor les ha entregado una palabra profética y no la han entregado por miedo, y después con el tiempo están estancados espiritualmente? Nuevamente digo, no pueden avanzar porque no han sido fieles en lo poco, se han quedado atrás, se han quedado empantanados en esa desobediencia que no los deja avanzar: miedo al qué dirán, miedo de que no voy a poder, que me van a rechazar, que me van a maltratar, miedo de que me van a juzgar y un montón de cosas más. El enemigo tiene muchísimas formas de inculcarnos miedo, pero dice la Palabra de Dios:
[2 Timoteo 1:7, RVR1960] Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Y hoy quiero que veas la realidad de tu situación; que cuando Dios te pide algo y vos no lo haces por miedo, estás actuando bajo un espíritu de cobardía. Si verdaderamente es el Señor el que te ha llamado a entregar esa Palabra o a orar para sanidad, o lo que sea que el Señor te haya llamado a hacer, yo te puedo asegurar que Dios te va a respaldar. Él va a confirmar con señales, Él va a testificar juntamente contigo lo que Él te ha mandado. Dice la Palabra del Señor en:
[Marcos 16:19-20, RVR1960] Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
Dice ayudándoles el Señor. Quiero que entiendas esto: si el Señor te pide que hagas algo, si te da una encomienda o te hace un llamado, aunque no parezca la gran cosa ante tus ojos, lo es para Él, así no sea un ministerio a las naciones o ese tipo de cosas. Todo es valorado en el servicio a Dios; si Él te envía, Él te va a ayudar y va a testificar de su llamado en tu vida, acompañándote con señales. Dice la Biblia:
[Mateo 7:16, RVR1960] Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Si verdaderamente es el Señor el que te da el sentir de qué tenés que hacer, vas a ver los frutos de ese servicio a Dios, porque donde Él está, el árbol lleva fruto. Pero muchos de ustedes tienen miedo y le abren la puerta y le dan lugar a este enemigo. Yo diría que uno de los principales enemigos de los hijos de Dios es el miedo. Muchos de ustedes están siendo manejados por un espíritu de cobardía que los tiene atados, encarcelados, inmovilizados, petrificados y aterrorizados. ¿Y saben por qué pasa esto? Porque tienen más miedo a los hombres que temor de Dios.
Preferís quedar bien delante de los hombres, como Saúl que hizo lo que el pueblo quería que haga y no lo que Dios le dijo que tenía que hacer; te importa más el qué dirán que el qué dirá el Señor de vos. Pero los hombres no te van a dar la vida eterna, ni te van a abrir la puerta del cielo cuando sea el momento de irte. Hay uno solo que te tiene que importar qué piense de ti y que debes complacer, agradar y servir; ese es nuestro Señor.
En este momento veo corazones que están entrando en razón acerca de lo que estoy diciendo y están reconociendo este pecado que no podían verlo como lo ve el Señor. El miedo es un pecado; miedo a servir al Señor como Él te lo está mandando, miedo a equivocarte, a quedar mal, a que se burlen de vos si obedecés. Pero al único que tenemos que temer, dice la Biblia:
[Lucas 12:5, RVR1960] Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed.
Entonces quiero que tomes conciencia, si este es tu caso, si tu miedo es más alto que el temor al Señor, esto no es sabio. Porque dice (Proverbios 1:7) que el principio de la sabiduría es el temor de Dios. Si hay un desbalance en tus prioridades, debe arreglarse, si quieres complacer a Dios y cumplir con el propósito de tu vida para el cual has sido creado, dice el Señor.
A muchos de ustedes Dios ha mandado a hablarle a alguien, a darle una palabra profética, o simplemente a ministrar a alguien, pero algunos no quieren ir porque piensan que no lo pueden hacer, porque no han entendido todavía que no van a ser ustedes sino Dios quien los está enviando, porque simplemente son un vaso, son instrumentos que el Señor utiliza para hacer lo que Él quiere. Dice la Palabra del Señor en:
[Lucas 12:11-12, RVR1960] Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.
Y me parece que muchos hermanos no entienden que no son ellos sino Dios. Muchos hermanos no entienden que lo que dice la Biblia es real. Muchos hermanos no creen que cuando obedezcan, el poder de Dios se va a manifestar. Jesús dijo a diez hombres leprosos en (Lucas 17:12-14), los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz diciendo: Jesús, maestro, ten misericordia de nosotros. El Señor les dijo, cuando los vio: Id y mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados porque en fe obedecieron. Lo mismo pasó con Naamán, que fue a lavarse siete veces al río Jordán para ser sanado por el profeta Eliseo. Este lo sanó cuando obedeció. ¿Qué hubiera pasado si Naamán no obedecía a las órdenes del profeta? Tenemos que entender que a veces el Señor nos manda, primero, y después vemos la manifestación de lo que Él promete.
Muchos dicen: Yo no voy a hacer lo que el Señor me está mandando a hacer porque no estoy equipado, porque no me siento listo, porque no me siento limpio, porque no estoy sano. ¿Cómo voy a servir si todavía me falta un montón? No tengo conocimiento, no tengo los recursos, y un montón de excusas, sin entender que, si Él te envió, se va a glorificar a través tuyo y a través de tus debilidades; además, mientras hagas lo que el Señor te dice, vas a ser limpiado; mientras obedezcas, vas a ser sanado. Yo puedo testificar en mi vida y en la de nuestro ministerio, que a través del servicio uno mismo es ministrado, limpiado y sanado. Es una de las maneras en la que Dios te sana, a medida que te entregas y pones tus manos en la mies sin importar tu situación. A medida que Él ve que vos estás por encima de toda circunstancia y que tu primer objetivo es servirle, Él se ocupa de lo tuyo y de tu casa, como dice la Palabra del Señor:
[Mateo 6:33, RVR1960] Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Una persona normalmente nunca se siente preparada para responder a lo que Dios te llama a hacer, porque Él quiere glorificarse en tu servicio y en tus debilidades. Veo que muchos corazones están siendo quebrantados a través de esta Palabra, porque los toca profundamente, porque saben que Dios les está hablando, les está respondiendo, los está redarguyendo y por el Espíritu les está mostrando cuáles son los errores que los están trabando para no poder avanzar. Amén. Así que, si tienes miedo, tienes que arrepentirte y empezar a batallar contra este en tu mente, con los versículos bíblicos que hablan sobre el amor, el dominio propio, poder, valentía, denuedo, como dijo Pablo, y todas las cosas que contrarrestan los miedos que el enemigo quiere ponerte para estancarte.
Otra de las cosas que impide que el pueblo de Dios pueda servirle es que muchos no han recibido el bautismo del Espíritu Santo, porque dice la Palabra de Dios en (Hechos 1:8): Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Sin su presencia, sos como un fruto que está desprendido del árbol, y que no se alimenta de su savia. Sin el Espíritu Santo vas sin armas espirituales para vencer, no van a haber señales y confirmación de tu ministerio, te vas a sentir sin fuerzas, porque para cumplir con el llamado de Dios, es por el Espíritu de Dios.
Hay mucho pueblo que tiene el deseo de servirle, de ser útil en el reino de los cielos, pero no cuentan con el bautismo del Espíritu Santo y entonces caminan sin su poder y son como focos apagados, que tienen que encenderse para poder iluminar. Si este es tu caso, dice la Biblia que tenemos que pedir este bautismo y, cuando seas bautizado, el Espíritu Santo reparte los dones que están en 1 Corintios 12, los dones espirituales que vas a necesitar para hacer la tarea que Dios te va a dar. Porque sin eso, lo que vas a ofrecer es palabra carnal, palabra sin poder, sin espíritu de vida, cosas que van a salir de tu propio corazón, pero no van a venir de Dios. La obra tiene que ser eficiente, y la única manera de que lo sea para el reino de los cielos es que la dirija el Espíritu de Dios a través tuyo.
Si esta es tu situación, te invito a pedirle a Jesús que te conceda ese bautismo. Hay otra razón por la cual el pueblo de Dios está estancado y sigue esperando. Aunque haya recibido el llamado, no sabe cómo hacerlo; no saben con qué dones espirituales cuentan, no saben con qué el Señor los ha equipado, no tienen idea sobre los dones espirituales, o si los tienen, no los usan ni los practican. Hay gente que tiene el don de lenguas, dado por el Espíritu Santo, y no lo usa. Otros tienen el don de profecía, y lo tienen guardado en un cajón, como si fuera un libro viejo; dones de sanidades, pero nunca en la vida oran para que la gente se sane a través de la imposición de manos, guiada por el Espíritu. Y así somos como personas que tienen un montón de herramientas que se les han sido entregadas en un maletín para trabajar para Dios, pero que no saben cómo utilizarlas.
Esto es tarea tuya, de investigar sobre los dones del espíritu, cómo utilizarlos, cuáles son los que vos tenés y empezar a practicarlos, empezar a crecer, por más que a veces te equivoques. Porque estas cosas, el Espíritu te ha dado, para equiparte, con el fin de que ejecutes la obra. Hay personas esperando, pero no van; gente que el Señor está llamando a que haga, y no hace. Gente a quien el Señor le está diciendo que se mueva, pero sigue inmóvil.
El Señor les dice que se calienten por la obra del reino, y están fríos, congelados, como un cubo de hielo que no se quiere descongelar. Otros, simplemente no tienen interés por las cosas de Dios, sino por lo de ellos mismos; son egoístas, y dicen amar a Dios, pero no le obedecen. Jesús dijo: «Los que me aman, me obedecen». Así que te dejo todas estas cosas para que las medites y para que te preguntes en tu corazón, para saber verdaderamente qué es lo que hay ahí y poder arreglarlo.
En este tiempo, muchas personas y muchas cosas están siendo sacudidas, y algunos de ustedes que quieren responder al llamado de Dios van a ser arrancados de la vida, no como una amenaza, sino porque así lo veo en el espíritu, por visión, y así me lo ha hablado Dios desde hace un tiempo, como ya han escuchado: «Voy a arrancar árboles de raíz», dijo Dios, una y otra vez. Y eso es lo que está pasando en este tiempo, y lo que va a seguir sucediendo, porque Dios está preparando el terreno para los últimos sucesos proféticos que tienen que acontecer en los últimos días. Amén. Jesús dijo:
[Juan 20:21, RVR1960] Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
¿A cuántos de ustedes ha enviado el Señor y no han ido? Así que hay que arrepentirse de esta obstinación, de esta rebeldía, de esta desobediencia, y salir de ese estado espiritual, y arreglarse con Dios, respondiendo a lo que Dios te llamó a hacer. ¿Cuántas veces el Señor te ha dado una encomienda? Pero le preguntaste a los hombres y te dijeron: No, eso no es lo que tienes que hacer, hablando una voz contraria a lo que te habló el Espíritu Santo, lo cual abrió la puerta a la confusión en tu vida, y te quedaste sin saber a dónde ir, resbalando en esas tierras arenosas.
Esto no es la culpa de Dios, porque Dios ya te dijo lo que tenías que hacer, pero no hiciste caso, y te quedaste estancado. Así que hoy te invito a volver a ese momento del llamado, pero buscaste la confirmación en los hombres, te dijeron lo contrario, el Espíritu Santo se empezó a callar, pero Dios es bueno, y en este momento te está llamando a arrepentirte de esa necedad, y a que pidas al Señor a que vuelva a hablarte, que vuelva a llamarte, y cuando Él lo haga de nuevo, seas como Samuel, que le dijo al Señor: Heme aquí, habla Señor, tu siervo oye.
En este tiempo donde las cosas se están acelerando espiritualmente, para luego manifestarse en lo físico, este es un tiempo donde lo que iba lento va a empezar a ir más rápido, donde muchas cosas van a salir a la luz y van a manifestarse cosas que estaban escondidas en la oscuridad y que el Señor va a traer a la luz. Por eso, tanta revolución, tanta explosión en el mundo, y el que no siga a esta carreta se va a quedar atrás y va a ser tarde para responder a lo que Dios te llamó a hacer. Te pido por favor que medites sobre esta Palabra que Dios te entregó y que tomes esa acción, que no entre por un oído y te salga por el otro. No seas tardo para oír, no endurezcas tu corazón cuando Dios te está llamando, porque el tiempo se va a terminar. El Señor es paciente para con nosotros, pero hay un tiempo determinado para que cada alma cumpla su propósito, amén.
Tienes que entrar en este tren espiritual en donde el Señor nos está llevando, y este movimiento del Espíritu Santo que se está dando en estos últimos días está yendo más rápido que antes. Lo puedes sentir, lo podéis ver, lo puedes entender. La Palabra dice que los días se iban a cortar por causa de los escogidos, y eso el espíritu me reveló, que incluye un aceleramiento de todas las cosas y uno puede percibir que se están dando más rápido, como que todo es instantáneo, muy explosivo, como que no hay tiempo para digerir las cosas, que ya cambian de nuevo.
Este es el tiempo que está transcurriendo ahora; los dolores de parto que están iniciando, y esto se va a intensificar más, y este movimiento del Espíritu Santo es como un tren en movimiento que iba a 80 kilómetros por hora, pero próximamente va a ir a 120, y así hay una aceleración de todas las cosas. Los hijos de Dios que no suban a este tren en el tiempo que tienen que subir, más tarde, cuando quieran hacerlo, les va a ser mucho más difícil, y algunos hasta no lo van a poder hacer porque el tiempo se va a haber cumplido.
Entonces, lo que estoy diciendo no es para inculcarte miedo, sino para despertarte en el Espíritu, porque uno siente como que siempre va a estar vivo, siempre va a tener oportunidades, pero el tiempo de la vida que el Señor te ha dado tiene un cumplimiento, un principio y un fin, y el tiempo que Dios te dio lo tienes que administrar para cumplir las tareas que Él te da antes de que se cierre el ciclo. Entonces, te invito a entrar en los tiempos de Dios y entender que el tiempo se acaba, y que no todo es para siempre. Aprovecha que el Señor es bueno y te sigue llamando; aprovecha las bocas que Él pone a tu alrededor para ayudarte a cumplir tu llamado, aprovecha los recursos que Él pone delante de tuyo; Él adereza mesa delante de ti para darte de comer lo que necesitas y luego dar de comer a los demás. Él tiene todo a tu disposición; solamente tienes que moverte y hacer tu parte, pagar el precio de ese ticket y subir a este viaje donde Dios te quiere llevar. ¡Amén, aleluya, alabado sea el Señor!
Si no sabes todavía cuáles son tus dones, tu llamado, las tareas que tienes que hacer para Dios, estar de rodillas es la clave para encontrar las respuestas; solo en tu habitación cerrada, en silencio, clamando al Señor hasta que responda porque lo primero en tu vida debe ser identificar cómo complacer a Dios con lo que Él mismo te dio, cómo multiplicar los talentos para que no te encuentre como el siervo negligente escondiendo ese talento debajo de la tierra por miedo y otras razones. El diablo te quiere hacer pensar que no vas a poder encontrar las respuestas, que vos no valés, que nunca vas a estar listo, que el Señor no te va a acompañar y no sé cuántos pensamientos demoníacos más. Ahí hay que luchar haciendo guerra contra el enemigo y levantarte a defender lo que Dios te dio. Y buscar hasta que encuentres.
Tú, que nos hiciste, Señor, de forma particular a cada uno de nosotros, con un color, un sabor, un propósito distinto, Padre, operando de distintas maneras unos y otros, siendo miembros distintos de un mismo cuerpo, Señor, oh Padre de la gloria, te pedimos juntos en este momento, Señor, que aclares nuestras dudas, que respondas nuestras preguntas, Señor, especialmente para aquellos que aún se sienten perdidos sin saber en qué agua están nadando y sin saber en qué aguas tienen que nadar; viendo distintas piletas de aguas delante de sus ojos pero sin saber en cuál tienen que meterse y ni siquiera hasta qué profundidad tienen que ir. Te pido, Padre mío, que remuevas ahora toda nube de confusión del corazón y la mente de tus hijos, Padre Santo, que les hables por sueño, por visión, por profecía, por la Biblia, por señales, Señor, de la manera que Tú quieras, por ángeles o en la forma que Tú planifiques, Padre Santo, para volver a llamarlos a hacer lo que Tú quieres que ellos hagan.
Puedo ver que ustedes tienen muchas piedras preciosas en sus manos, pero no saben que las tienen o no saben qué hacer con ellas, son dones del Espíritu Santo; son cosas que el Señor les ha dado para poder servirlo, no saben cómo utilizarlos para el reino de Dios, cómo sacar provecho de eso que les ha dado el Padre. Te pido, Dios mío, que les reveles a mis hermanos estas piedras preciosas que yo estoy viendo, que les des una palabra específica, Señor, un nombre bíblico con el cual ellos puedan identificarse; coloca en sus corazones esa sed de encontrar cuál es su posición dentro de este rompecabezas de tu plan divino.
Te pido ahora mismo que unjas a todo aquel que necesitaba de este combustible santo, de esta unción de tu Espíritu, para ir a hacer lo que le corresponde, como un auto que estaba sin combustible pero que ahora está cargado y tiene con qué ir, con qué moverse. Unge estas cabezas que estoy viendo en el nombre poderoso de Cristo Jesús. Envíalos, Señor, para lo cual los preparaste, los hiciste, los formaste con tu propia mano en esos vientres desde antes de la fundación del mundo, gloria a tu nombre, Señor. Bendigo a todos estos hermanos que miran este vídeo; cambia toda tristeza por alegría y gozo, Señor.
Muchos de ustedes no pueden encontrar su misión porque no están sanos ni libres, porque no se han entregado en las manos del perfecto sanador, del médico por excelencia que es Jesucristo. Busquen un ministerio que los ayude, que los ministre con sanidad y con liberación. Pídanle al Espíritu Santo que les guíe para encontrar esa ayuda que necesitan; pídanla al Señor sin descanso para que, cuando el agua de sus vasos sea limpiada, puedan ver y escuchar con mayor claridad. Basta de dudas, de confusión, de incredulidad, dice el Señor. Él te quiere activo, en movimiento, tus manos encendidas con el fuego del Espíritu Santo, colocadas en la obra sin mirar atrás, porque algunos aún siguen en el pasado, siguen mirando atrás. Dice la Biblia:
[Lucas 9:62, RVR1960] Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Es decir, si mira hacia atrás, no puede servir a Dios, no es digno de seguir al Señor Jesucristo.
¿Cuándo van a procesar aquello que les pasó? ¿Cuántos años más vas a cargar con eso que te tiene estancado? ¿Cuándo vas a perdonar lo que te hicieron para estar libre y poder ser útil en el reino de los cielos? Este es el tiempo, ¡no te quedes atrás! No te quedes mirando cómo el tren se va, dice el Señor. ¡Aleluya! Hoy envío a muchos, dice el Señor, a trabajar para mí.
Hay administradores que no están administrando, hay gente que tiene palabra de conocimiento que no está aplicando, hay evangelistas que están callados, hay pastores que están comiendo la comida y que no dan para comer, hay apóstoles que no hacen el apostolado, hay iglesias que no se están levantando, hay palabras proféticas retenidas que están dejando a Dios; le están poniendo un bozal al Señor, gente que recibe palabras proféticas que tiene que entregar y lo saben y no lo hacen, es como ponerle un bozal al Señor. ¡Pobre del que se guarde lo que Dios habla! Levántanos Señor, danos ese denuedo del que hablaba Pablo, esa valentía, Señor, para poder servirte en lo que sea que Tú quieres que hagamos.
Hay madres que tienen que servir a Dios a través de criar a sus hijos en el Señor y están mirando para otro campo, gente que espera otro tipo de llamados, no se conforma con lo que el Señor les está dando, lo ven como insignificante, pero tú no sabes más que Dios qué es lo que tienes que hacer. No soy más sabio que Dios para que puedas decidir o juzgar a quien Dios tiene que llamar y a quién no. Muchos son como Moisés que dicen: yo no puedo hacer eso que me llamaste, yo no quiero ir, no me siento listo, no estoy capacitado, no cuento con lo que necesito, no sé hablar, mis manos son torpes, me cuesta todo, tercos dice el Señor; obstinados ablanden su corazón.
Respondan al llamado de Dios. ¿O acaso no fui con Moisés?, dice el Señor, ¿y respaldé el llamado y estuve con él, cuando él obedeció lo que yo le dije que hiciera? Salid de ese estancamiento, empieza a mover tus piernas, por más que al principio las sientas entumecidas, porque cuando empieces a caminar, recién ahí vas a sentir que el fuego del Espíritu Santo te ayuda a avanzar y te va llevando como una hoja en el viento por el aire, en la dirección que Dios quiere que vayas.
Muchos no avanzan porque están obedeciendo a los hombres en vez de a Dios. Pero Pedro dijo: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres, y muchos de ustedes le están haciendo caso a un pastor, a un ministro, a un hombre de Dios, a una mujer que les dice: tenéis que hacer esto o aquello, o lo otro, cuando Dios les está diciendo que hagan otra cosa, y así se apagan y dejan que el fuego del Espíritu Santo disminuya. Quieren ver milagros y señales en sus vidas, y que Dios se manifieste, pero nunca lo va a hacer si vos no te dejas llevar por el Espíritu Santo y no por el espíritu del hombre. Déjate llevar, dice el Señor, que vas a ir con mis ángeles, déjate llevar, porque yo voy de la mano contigo, déjate usar, te quiero activo en mi reino, no estancado, no dormido, no paralizado.
Algunos de ustedes no pueden responder al llamado porque están atados por causa de brujería, porque el enemigo los ataca con brujería para inhabilitarlos, los congela con hechizos de congelamiento, de estancamiento, de confusión y de muchas cosas más. Pero dice el Señor: Si tuvieras fe en mí para creer que yo soy capaz de romper con todo eso, ya estarías libre; si leyeras suficientemente las Palabras santas que están escritas, que es la Biblia, en voz alta, proclamando lo que yo dije que haría, esas cadenas caerían; si clamaras, yo respondería, dice el Señor, pero hay incredulidad. Así que el que quiere servir a Dios primero, tiene que creerle, porque sin fe es imposible agradar a Dios, dice la Palabra del Señor en Hebreos 11:6.
El Señor llamó a Abraham a irse de su tierra, y Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, dice la Palabra. Si nosotros no le creemos a Dios, somos contados como injustos. En este momento arrepiéntete de estas injusticias delante del Señor y creerle, porque vamos por fe y no por vista.
Otros de ustedes no responden al llamado de Dios porque quieren ver primero señales, porque quieren ver los frutos antes que el árbol crezca. Quieren estar tan seguros de que es Dios el que los llamó que hasta lo hacen mentiroso, porque no creen que Él habla una y otra vez, y confirma, y los vuelve a llamar. Creen que son dignos de recibir más señales para poder responder a ese llamado, pero nosotros caminamos por fe, no por vista, y vas a ver la manifestación del movimiento del Espíritu Santo de Dios en lo que Él te ha llamado a hacer cuando empieces a moverte, cuando pongas tus manos en actividad. Vas a ver los frutos que van a empezar a salir de la planta con la cual estás trabajando, de la planta que estás cuidando, del campo que estás arando; no antes.
Primero hay que plantar para después ver el fruto crecer. Y ese es el estado de muchos: no quieren responder al llamado del Señor. Cuando damos el salto de fe, el Señor respalda lo que hacemos, porque vamos con Él. Este ha sido un regalo de parte de Dios para todos ustedes, un regalo que necesitaban y que estaban esperando para poder salir de ese adormecimiento espiritual. ¿Cuántos deciden ahora mismo comprar ese ticket y pagar lo que sea necesario para entrar en el tren del movimiento del Espíritu Santo de los últimos días y pasar a pertenecer al ejército de Dios? Porque los soldados inactivos son bajados fácilmente.
Los que están en constante movimiento, entrenados y acostumbrados a moverse, son muy difíciles de vencer. Díganle al Señor: heme aquí, yo voy, yo lo hago, no espero más, hoy decido moverme. La mano de Dios va sobre ti cuando vas a hacer algo que Él desea, y por más que te metas en un terreno minado, la mano de Dios va sobre ti. El Señor testifica, el Señor acompaña con señales, pero primero obedece, como los leprosos que primero obedecieron y después, cuando iban, fueron limpiados. Confía en el Señor; hay que tomar riesgos en el reino de los cielos, lo arrebatan los valientes, dice la Palabra, solamente los valientes; los demás se van a quedar atrás.
Te invito a ser parte de ese grupo, a tomar lo que es tuyo, lo que Dios te prometió, a conquistar la tierra prometida que el Señor te mostró. ¡Adelante! Avanza en el Espíritu Santo y en el poder de Dios. Amén.