El Señor te bendiga, Pueblo Santo. Hoy es 7 de junio del 2024 y estoy aquí nuevamente para profetizar a las naciones lo que nuestro amado Padre Celestial quiere decir para este tiempo, para estos días, lo que el Dios de Israel, el Dios de Jacob, de Abraham, de Isaac quiera hablar a los suyos. Aleluya. Alabado sea el Señor. Para transmitir a tu corazón las palabras de vida que este Padre amoroso, pero también severo, quiere hablarte.
Así que Padre Celestial, te damos las gracias, Señor, por este momento, por una nueva oportunidad de recibir Tu Palabra, Señor, de escuchar lo que tengas para decir, de ponernos al tanto de lo que estás pensando, Dios mío, de hacernos saber Tu voluntad perfecta y agradable. Señor, porque Tú siempre buscas el bien de los tuyos y no el mal, porque tus pensamientos no son como los nuestros, sino que son más altos. Estamos aquí para conocerlos, oh, Dios de la gloria. Bendito eres, Padre eterno, por siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Y yo escucho la voz del Señor en este momento que le habla a su nación santa, a su pueblo, a su gente, a su iglesia, a los nacidos de nuevo en Cristo Jesús, a los que han creído en el Hijo de Dios, que se entregó por ellos, en muerte de cruz, resucitando al tercer día, quien está sentado a la derecha de la gloria de la majestad del Padre, bajo cuyos pies serán colocados todos sus enemigos. La gloria sea para Él.
El Señor te dice hoy, hijito, marcha, adelante, te dice el Señor, sigue caminando, no te detengas, porque vas a ver a tu derecha y a tu izquierda cómo las bombas explotan, vas a ver, a tu derecha y a tu izquierda, cómo los líderes de las naciones se siguen levantando unos contra otros, porque vas a ver, dice el Señor, a la derecha y a la izquierda, cómo nuevas pestes surgen alrededor de todo el mundo, vas a ver muerte, vas a ver hambre, vas a ver destrucción, no vas a ver otra cosa que lo que está escrito en mi Palabra, dice el Señor.
Estos son estos tiempos, te dice el Señor, a donde vas a ver que nación se levanta contra nación y reino contra reino, que los líderes son como bestias encarnizadas unas contra otras, no vas a ver paz, no vas a ver menos pecado sino más. Prepara tu corazón, para que mientras vas caminando por en medio del Mar Rojo vayas viendo todas estas cosas a tu alrededor, vas a sentir por momentos que el Faraón te viene persiguiendo, dice el Señor.
Pero también vas a ver maravillas y así como los hebreos veían mientras pasaban por el mar seco, dice éxodo 14:21-22, así como los hebreos mientras iban caminando saliendo de Egipto y pasando por el mar en seco viendo a su derecha y a su izquierda las aguas como muro, dice la Palabra, que se levantaron milagrosamente para que ese pueblo salga de Egipto y llegue a la Tierra prometida a donde Dios lo quería llevar, así como ellos vieron milagros mientras salían de esa esclavitud. Así también vas a ver, dice el Señor, a tu derecha y a tu izquierda milagros y maravillas y señales y vas a ver mi mano extendida.
[Éxodo 14:21-22, RVR1960] Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
Mientras vas caminando a través de ese Mar Rojo viendo cómo el mundo se viene abajo porque, hijitos, es un tiempo de depresión, es un tiempo de exterminio, es un tiempo de mortandad en donde la muerte llegará a la humanidad de distintas maneras, no solamente a través de las guerras sino del hambre que se convertirá en hambruna, de la escasez, de la falta de agua, a través de las enfermedades, dice el Señor, que se están agravando y que se van a agravar.
Sus ojos van a ver cosas que nunca habían visto antes en lo que es enfermedades, dice el Señor. Las cosas se van a seguir agravando y hasta las bestias van a levantarse en un nivel mayor en contra del hombre, del hombre que peca.
Hijitos, los terremotos, los tornados, los huracanes, las inundaciones, el clima, que se vuelve loco, todo esto van a verlo, dice el Señor, mientras pasan por el Mar Rojo.
Pero quiero decirles hoy, que marchen. Hijitos, marchen, como cuando Dios le dijo a Moisés:
[Éxodo 14:15, RVR1960] ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
Diles que marchen, diles que no se detengan, diles que no duden, diles que no están solos, dice el Señor. Diles que aunque vean todas estas cosas, difíciles de creer, difíciles de procesar, difíciles de digerir, difíciles de superar. Diles que marchen, dice el Señor, porque si se quedan quietos, el mar se vendrá contra ellos.
El pueblo de los hebreos nunca dejó de caminar, inclusive mientras se quejaban, ellos seguían caminando, porque Moisés, el líder que los iba guiando, los incentivaba, los alentaba, los guiaba a seguir caminando, a seguir marchando. Y ustedes tienen a un líder mejor que a Moisés, dice el Señor. Ustedes tienen a la cabeza de Moisés. Ustedes tienen al pastor de Moisés.
¡Gloria a Dios! Ustedes tienen al Dios de Moisés como su guía, como el que los lleva, como el que los saca de la esclavitud para llevarlos a la libertad. Pero, hijitos, mientras van caminando en esta transición, que en esta visión representa esta vida, la vida en esta Tierra, en estos últimos días; mientras van marchando, dice el Señor, no se detengan.
A veces les va a atacar, dice el Señor, la incredulidad. A veces se van a sentir débiles. A veces van a ser tentados de quejarse o de murmurar contra mí, no entendiendo algunas cosas. A veces sus rodillas se van a doblar y se van a caer mientras van marchando. Pero vuélvanse a levantar, dice el Señor, y sigan caminando. Hijitos, no hay otra opción, que seguir marchando. En estos últimos días, el que no marche se va a quedar. El que no marche no va a poder resistir.
El que se quede quieto, dice el Señor, no siguiendo a la corriente de mi Espíritu, no va a poder soportar todas estas cosas que se vienen. Porque solamente estando en actividad espiritualmente hablando, vas a poder resistir estos últimos tiempos de prueba.
Hijitos, hay un pueblo que está pasando por el Mar Rojo en este tiempo. Y mientras va pasando por este Mar Rojo, donde Yo mismo, dice el Señor, lo estoy llevando por allí con milagros, con maravillas, con señales y con mano extendida. Asimismo, a veces mi pueblo no entiende, mi pueblo no cree que soy Yo el que lo está haciendo pasar por ese Mar Rojo, con maravillas y señales y prodigios, con mano fuerte, con mano poderosa, dice el Señor.
Mi pueblo no cree que no está solo. Mi pueblo no sabe reconocer las señales que pongo en el camino para que sigan marchando. Mi pueblo es incrédulo y tiene que arrepentirse, de no creerme. De que, aunque les doy para comer, les doy para beber, les doy el calzado que necesitan para sus pies, les doy todo lo que necesitan para llegar a su meta, mi pueblo no cree que Yo lo estoy haciendo.
Mi pueblo tiene que arrepentirse, dice el Señor, y empezar a abrir los ojos y ver que está marchando. Pero aquellos que se queden atrás, aquellos que se queden quietos, no están teniendo en cuenta que el faraón viene detrás. Por eso, la clave, una de las claves para poder tener la victoria en estos tiempos finales y poder perseverar hasta el final, es nunca parar de marchar.
Diles que marchen, me dijo hoy el Señor, diles que no se queden quietos, porque la quietud los puede matar, la quietud los puede aniquilar, la quietud los puede volver en un blanco fácil para el enemigo que está corriendo detrás de ellos.
Diles que marchen, me dijo el Señor, y que no tengan miedo, aunque sus ojos van a ver cosas tan fuertes. Hijitos, vienen noticias fuertes entre las naciones, porque se han desencadenado una serie de eventos que estaban profetizados para este tiempo. Todo lo que sus oídos van a escuchar, todo lo que sus ojos van a ver, es exactamente lo que tiene que pasar. Tengan fe, dice el Señor, porque todo esto ya está avisado, todo esto ya ha sido alertado.
Dice el Señor, vengo preparando sus corazones, vengo preparando sus pies para poder resistir este camino, vengo preparando sus manos para que tengan fuerza, dice el Señor. Los vengo entrenando, para que sean capaces de pasar por este Mar Rojo, pero muchos no me creen. Y la incredulidad,les puede jugar en contra.
Hijitos, ustedes no van solo, y que sus ojos no vean la compañía que Yo envío, no quiere decir que esa compañía no exista, porque:
[Éxodo 19:20, RVR1960] Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel se apartó, e iba en pos de ellos, y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los Egipcios y el campamento de Israel, y era nube y tinieblas para ellos. Y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
Hijitos, dice el Señor, ustedes van a sentir que el enemigo les pisa los pies, que el enemigo los rodea, que el enemigo les alcanza, pero se están olvidando, que el que los rodea soy Yo, que el que voy delante de ustedes soy Yo, que el que guarda sus espaldas soy Yo. Hijitos, no se olviden de que tengo mano extendida, mano poderosa, para proteger a mi pueblo, para que pase por ese Mar Rojo.
Hijitos, marchen, dice el Señor, marchen como alguien que está determinado de llegar al final. Marchen como un nadador que se ha determinado en romper un récord, de llegar a una costa que parecía inalcanzable. Marchen como alguien que está dispuesto a morir si fuera necesario para cumplir su objetivo.
Marchen como una columna, determinados, marchen determinados, como una columna que es inquebrantable, dice el Señor, porque ustedes tienen un poder de decidir lo que quieren hacer. Ustedes tienen la posibilidad de elegir si se quieren quedar quietos o si quieren marchar. Pero sean inteligentes, porque si ustedes se quedan quietos, el enemigo los va a alcanzar. Porque el enemigo no se detiene, por lo tanto menos mi pueblo tiene que frenar.
Hijitos, dice el Señor, y mientras marchen, unan sus manos los unos con otros. Mientras marchen, no quieran ir solos, llegar solos a la costa que está por delante. Mientras marchen, ayuden a los más débiles, dice el Señor, que también alcancen la meta. Sean solidarios con el que está marchando al lado de ustedes. No se olviden de que muchos necesitan de su ayuda. No se olviden de que muchos necesitan de su ejemplo.
Hijitos, mi Espíritu está con ustedes mientras van marchando. Hijitos, la paloma blanca va delante de ustedes mientras van marchando. Tienen una guía, que los lleva a la otra ribera. Hijitos, tengan fe y no se queden quietos. No se estanquen, no se dejen intimidar, porque sé que cuando ustedes miran atrás y ven que el Faraón los persigue y ven que todo ese gran ejército viene detrás de ustedes, es intimidante.
[Hebreos 3:12, RVR1960] Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.
Les puede llegar a hacer dudar, los puede confundir, dice el Señor, los puede amedrentar, pero ahí es a donde su fe tiene que salir a pasearse y a mostrarse más fuerte que nunca. Hijitos, es la fe lo que los va a llevar a la otra ribera. Es la fe, hijitos, la que, si ustedes lo permiten, va a ir creciendo mientras van marchando por este Mar Rojo.
Adelante, hijos, adelante, dice el Señor, sigan, sigan, no se distraigan, porque yo, Noelia, estoy viendo ahora, dentro de este pueblo hebreo que iba pasando por el medio del Mar Rojo, donde la Biblia dice, de forma literal, que pasaron por la tierra seca y que las aguas se dividieron en dos, quedando como muro a la derecha y como muro a la izquierda. Y eso no es una metáfora, es literal, porque fue una salida milagrosa de la mano del Señor, gloria a Dios.
Pero algunos se distraían mientras iban caminando y la distracción los llevaba a quedarse quietos y quedarse quietos los colocaba en una posición peligrosa, adonde fácilmente los Egipcios en cualquier momento lo iban a alcanzar. Dice el Señor, así es mi pueblo ahora. Algunos, mientras van marchando, se distraen y el enemigo aprovecha de esa distracción para golpearlos y si fuera posible, hacerlos caer y que ya no puedan seguir avanzando, para que cuando el mar se cierre, también los aplaste a ellos.
Hijitos, dice el Señor, sean astutos para guardar sus vidas, sean inteligentes para guardar su salvación. Dice el Señor, no ignoren la actividad demoníaca en el sentido de que estén conscientes, de que ellos no se detienen. Por lo tanto, si el enemigo no se detiene, ustedes tampoco lo deben hacer.
Hijitos, dice el Señor, le estoy hablando a un pueblo que entiende, que entiende que está saliendo de Egipto para ir a tomar la Tierra prometida y tiene que pasar por este Mar Rojo, donde su fe es probada, donde su resistencia es probada, donde se ve realmente quiénes son los que me creen, los que creen a mi Palabra cuando les digo que marchen y quiénes no.
Ahí en esos momentos difíciles, dice el Señor, es donde se muestra la cara de cada cual, donde se muestra no lo que hablan, sino lo que son en realidad. Porque no son las palabras, que ustedes hablan, lo que realmente tienen en el corazón, sino lo que hacen es lo que realmente muestra lo que hay en esos corazones.
Porque es fácil hablar, dice el Señor, pero es difícil hacer. Es fácil prometer, pero es difícil concretar. Hijitos, demen sus vidas. Quiero todo de ustedes. Y la entrega es otra de las cosas que los va a ayudar a poder seguir marchando hasta el final. Entregarse a mí, va a ser lo que les ayude a terminar de pasar por ese Mar Rojo, porque soy Yo el que los está esperando del otro lado de ese mar. Soy Yo, dice el Señor, el que los espera en la otra orilla.
Recuerden, dice Jesús, que no van a un lugar vano, que no van a un lugar vacío, que no van sin saber a dónde tienen que llegar. Recuerden el objetivo. Recuerden que los estoy esperando del otro lado de la orilla. El Señor, en esta visión, asemeja al Mar Rojo en nuestra vida en esta tierra, en estos últimos días, en donde estamos pasando por estas pruebas, en donde el enemigo nos viene persiguiendo, para matarnos si fuera posible o para esclavizarnos nuevamente si le fuera posible, una vez que ya salimos del Mundo.
Pero por donde el Señor también nos acompaña y va con nosotros en ese paso por el Mar Rojo y la Tierra prometida del otro lado del Mar Rojo, representa la vida eterna. Dice el Señor que mientras estemos en esta vida, con los pies en este Mundo, caminando y viviendo en estos últimos días, que no nos detengamos, que no desaceleremos la marcha, que mantengamos un ritmo estable, porque si Israel, si los hebreos no hubieran mantenido un ritmo estable cuando salieron de Egipto para cruzar en ese Mar Rojo, los Egipcios lo hubieran alcanzado, los Egipcios los hubieran eliminado, pero fue clave para que los hebreos tengan la victoria mientras pasaban por el Mar Rojo, que sigan adelante con un ritmo saludable.
Y muchos de ustedes, el Señor me está mostrando que a veces frenan la marcha, que caminan en las cosas espirituales por un tiempo y después se quedan en pausa, que a veces van avanzando pero después se estancan, y esto le favorece al enemigo porque el Faraón no desacelera la marcha, al contrario, va lo más rápido que puede para ver si los puede alcanzar.
Hijitos, no frenen y aprendan a ser constantes, a ser perseverantes por más que el cuerpo les duela, por más que estén llorando, por más que les cueste, por más que a veces hasta se olviden de por qué están marchando, ustedes sigan, es la clave para la victoria, ustedes sigan. No pongan el freno, dice el Padre, sino que pisen el acelerador y no quiten su pie de ahí, gloria a Dios.
Porque yo sigo viendo algunos ejemplos y algunos de ustedes a veces no solamente frenan un poco, van bien marchando las cosas espirituales y de repente ponen el freno de mano y dan unas frenadas que son muy peligrosas, porque cuando uno va manejando en un auto tiene que saber cómo frenar y si uno no frena al tiempo que el auto necesita puede ser muy inseguro, puede derivar en un accidente, hasta puede derivar en la muerte del conductor o de los acompañantes, sí el que conduce no sabe frenar.
Pero algunos de ustedes, me dice Dios, no solamente que a veces van andando en las cosas espirituales, caminando hacia la meta, que es tener la victoria en esta vida, resistir hasta el final para obtener esa corona de la vida y entrar en esa vida eterna. Algunos no solamente frenan un poco, sino que ponen el freno de mano, de golpe, golpeándose ustedes mismos, y abriéndole la puerta de sus autos al enemigo para que entre a atacar, a devorar, a destruirlos.
Dice el Señor, que la inconstancia en muchos de ustedes, que el doble ánimo, el detenerse, a refrescarse demasiadas veces, el entretenimiento, la distracción les está jugando en contra, cuando hoy en estos últimos tiempos tendrían que estar marchando más constantemente que nunca.
Imagínense, dice el Señor, si Israel se hubiera detenido a tomar un refresco mientras iba pasando por el Mar Rojo, sabiendo que tenía las paredes de agua a su derecha y a su izquierda, o sea, estando consciente de lo que el Señor estaba haciendo en sus vidas, a través de estos milagros, y sabiendo y viendo desde lejos que venía el enemigo persiguiéndolos, el Faraón con su ejército.
Imagínense, dice el Señor, si ellos, los hebreos, se hubieran detenido porque estaban cansados, a tomar un refresco en el camino, a jugar a las cartas en el camino, a distraerse mirando cualquier cosa, a tener charlas vanas, el enemigo los hubiera eliminado en cuestión de horas. Ustedes son así, a veces. Ustedes saben que estoy obrando milagrosamente en sus vidas. Ustedes saben, dice el Señor, que el enemigo está detrás de ustedes noche y día, así como los Egipcios estaban detrás de los hebreos noche y día, y no solamente un rato o unas horas del día.
Ustedes lo saben, dice el Señor, y sabiéndolo igualmente se quedan quietos, igualmente se distraen, igualmente, se relajan más de lo debido, más de lo necesario, y no estamos hablando de que no se puede descansar, de que no se puede tener tiempos de recuperación. Estamos hablando de un desbalance, de una inconstancia, de una indeterminación que te puede llevar a no terminar con este camino a donde estás, hasta cruzar ese Mar Rojo y encontrarte con tu Salvador del otro lado de la orilla.
Hijitos, el mundo no se va a detener, y el que se detenga y no se acomode a los tiempos que se van acercando están en peligro de caer y ya no poder levantarse, porque los golpes que vienen son mayores que los anteriores, porque todas las cosas van a los extremos, porque los poderes que se manifiestan en la Tierra se van a ir duplicando, tanto los poderes que vienen de arriba como los que vienen de abajo.
Y el que no se ubique, dice el Señor, el que no se acomode a estos tiempos está en grave peligro de caer. Los que se queden atrás, el Faraón los va a alcanzar, y no es lo que quiero para ustedes, dice el Señor, por lo tanto marchen, hijitos, marchen y no se detengan, marchen como un ejército que sabe que está siendo perseguido. El ritmo lo voy marcando Yo y no deben preocuparse mientras vayan marchando. Pero si Yo les voy marcando el ritmo, dice el Señor, y ustedes no lo van siguiendo, entonces sí tienen que preocuparse. No porque Yo les quiera hacer mal, dice Dios, sino porque hay alguien que sí va por ustedes y que es el enemigo de las almas. Hijitos, comprendan, que estoy con ustedes en todo momento. Pero hay una parte que tienen que hacer ustedes.
Porque Yo no voy a tomarles sus piernas de las manos para que caminen, dice el Señor. Hay una voluntad que tienen que aplicar. Hay una decisión que tienen que sostener. Son ustedes los que tienen que levantar el escudo de la fe. Son ustedes los que tienen que usar la espada del Espíritu. Son ustedes, los que tienen que decidir, determinarse, pase lo que pase, venga lo que venga, cueste lo que cueste, sabiendo por fe y no por vista lo que les espera del otro lado de la orilla, que es la libertad, la redención, la restauración de todas las cosas que ahora están caídas.
Hijitos, tengan fe en mí. Porque si Moisés pudo sacar a este pueblo terco, a este pueblo duro de cerviz, si Moisés pudo con ellos, ¿cuánto más Yo voy a poder? Confíen, dice el Señor, que voy a terminar esta obra en ustedes, que no van a pasar por ese proceso en vano.
Todo tiene una razón de ser, hijitos. Y no tienen que entenderlo todo, sino simplemente saber que Yo estoy detrás de ese proceso. Hijitos, ustedes son míos. Y si Yo amé a ese pueblo tanto que lo saqué de esa manera prodigiosa de Egipto, siendo malos, ¿cuánto más voy a sacar a los míos, a los redimidos por la sangre del cordero inmolado? ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!
Hijitos, hoy vengo a hablarle a sus piernas, dice el Señor, para que marchen. Hoy le hablo a tus pies para que se muevan. Hoy reanimo la circulación, la sangre, que se mueve en esos dedos para que se active en el poder de mi Espíritu Santo, para que ya no se detengan.
Hijitos, hoy vengo a ungirlos de la cabeza a los pies, para que sean un pueblo que camine en el poder de Dios, para ser aptos de llegar a resistir hasta el final. Aquí estoy, dice el Señor, para darles de comer en sus manos, para que no tengan hambre mientras cruzan por ese mar. Aquí estoy, para darles de beber de esta palabra de vida, para que tengan ganas de marchar.
Hijitos, coman y beban y sigan adelante. Porque aunque todavía no puedan visualizar con sus ojos de la carne, aunque todavía no vean el objetivo con sus ojos carnales, eso no quiere decir que no esté ahí. Ustedes tienen que aprender a seguir adelante sin que sus ojos estén viendo todavía el objetivo final, sino creyéndome, que igualmente estoy diciendo que está ahí.
Ustedes son míos, y no van solos, repite de nuevo nuestro Dios. Pero son ustedes los que tienen que decidir marchar. Y todos los que ahora estén quietos, ¡muévanse!. Y todos los que sean como una rueda inactiva, ¡actívense! en el poder de mi Espíritu. Todos los que estén apagados, ¡enciéndanse! con esta Palabra de vida. Y todos los dormidos, ¡arriba!, dice el Señor, ¡a marchar!.
Porque si vienen problemas, dice el Señor, vienen conflictos; y escucho la palabra acusaciones. Y veo a Israel, el país de Israel y todos los dedos apuntan hacia Israel, y todo el mundo acusan hacia Israel. El acusador se ha levantado hacia Israel, y todas las lenguas al rededor de él, están disfrutando de este momento para hablar mal contra él. Y los pueblos se confabulan contra Israel.
Haciendo temblar esta copa, a través de estas murmuraciones, a través de estas conjeturas, a través de los planes escondidos que tienen en sus corazones las naciones vecinas, que solamente quieren verlo desaparecer.
Israel es el blanco, dice el Señor, Israel es el centro, es la copa que ahora tiembla, derramando de su vino, sobre su propia tierra, para que los perros de afuera vengan a beber.
Oren, dice el Señor por Israel, no le suelten la mano como le están soltando la mano muchas naciones, aprovechando este momento de debilidad. No le suelten la mano ni se dejen convencer ustedes también por que el adversario miente contra él, acusándolo de crímenes de guerra, de crueldad, No le suelten la mano, dice el Señor, porque dentro de lo que está pasando ahora, esta situación que envuelve al país de Israel, hay un pueblo, la Iglesia de Dios que esta siendo probada para ver como reacciona ante esta situación.
Y hay un Dios que está escuchando los que murmuran contra Israel y hay un Dios que está anotando cuáles son esos nombres que hablan mal contra él. Porque yo veo ángeles que el Señor manda, exclusivamente para que anoten quiénes son los que interceden por Israel y quiénes no. Quiénes son los que piden por Israel y quiénes no, quiénes son los que murmuran contra Israel y quiénes no, y luego van al Padre y llevan estas anotaciones para informarle.
Y el Señor dice, hay del que se levante contra la niña de mis ojos. Porque por más que ahora está siendo afligida, dice el Señor, no deja de ser la niña de mis ojos. Por más que ahora, tiembla y está pasando por un terremoto espiritual, no quiere decir que Yo la haya abandonado. No se confundan, hijitos, y entren ustedes también en murmuración. Porque el que murmura contra Israel, murmura contra mí, dice el Padre.
El que habla mal de Israel se mete conmigo, dice el Señor. Tengan cuidado hijitos, y no se dejen llevar por conversaciones mundanas de gente que se mueve, influenciado por espíritus de antisemitismo. Israel, la Tierra deseada, escucho yo. La Tierra que vio nacer al Mesías. La Tierra que lo vio morir. La Tierra de donde Él resucitó. La Tierra que fue pisada por los pies del Salvador. Y la Tierra que se prepara para volver a ser pisada por el mismo Mesías, que volverá pero para juzgar a las naciones.
Hijitos, tengan cuidado como hablan del Monte de Sion. Y hoy imparto el temor de Dios sobre Israel en el nombre de Jesús. Hijitos, sean sabios, porque lo que está haciendo el diablo en este tiempo, donde Israel está en guerra contra sus enemigos, es hablar mal de él a mi pueblo, a mi Israel espiritual, a mis hijos los nacidos de nuevo. Y muchos se están dejando convencer, dice el Padre, de que lo que les habla el diablo es como lo dice.
Intercedan por él, dice el Padre. No bajen los brazos. Yo veo cuando Moisés, cuando estaba Israel en batalla, y Moisés levantaba los brazos, y ellos ganaban la batalla cuando Moisés levantaba los brazos. Y cuando Moisés se cansaba y bajaba los brazos, Israel la perdía. Y entonces Hur y Harón sostenían los brazos de Moisés para que nunca baje los brazos, para que Israel gane esa batalla.
Dice el Señor que sostengamos a Israel a través de nuestras oraciones, así como Harón y Hur sostenían los brazos de Moisés para que Israel gane la batalla. Nuestras oraciones son el sustento de Israel, y no son en vano. Y algunos de ustedes comenzaron a orar por él, pero después cortaron esa oración.
Algunos de ustedes estuvieron algunos meses intercediendo y después se cansaron y dejaron de orar. Y el Señor llama nuevamente a volver a levantarle los brazos a Moisés, en el sentido de seguir intercediendo por esta nación, a la cual también perteneció Moisés. Gloria a Dios, Aleluya, Gracias, Señor bendito. Gracias, amado mío. Porque yo estoy sabiendo ahora que los que oremos por Israel, esa oración la estamos haciendo al mismo tiempo por nosotros mismos.
Porque nosotros estamos injertados en ese olivo, nosotros estamos injertados en ese olivo. Y cuando oramos por Israel, oramos también por nosotros. Cuando nosotros le levantamos la mano a ese Moisés que en esta visión representa a Israel, nos la estamos levantando a nosotros mismos, porque nosotros pertenecemos a ese olivo injertados en él.
Dice el Señor que seamos sabios y entendamos que lo que hagamos para Israel es como si lo hiciéramos por nosotros, aunque no lo entendamos así. Espiritualmente es así. Porque la salvación viene de los judíos, del pueblo al cual el Señor le entregó esa Tierra para siempre, dice la Biblia. Amén. Aleluya. Gracias, Señor. Gracias, Padre Celestial. Gracias, amado mío. Gracias, Señor. Yo bendigo a todo aquel que escucha ahora y coloco una bandera de Israel en el corazón de todo aquel que tenga fe de creer que esta Palabra viene de Dios.
Yo entro en la casa espiritual de cada uno de ustedes, los que me abran la puerta, para colocar esta bandera en sus corazones, en el nombre de Jesús. Yo imparto este amor en las entrañas que el Señor colocó en mí acerca de esa Tierra, en el nombre de Jesús. Yo pongo una semilla para interceder desde el vientre para Israel, en el nombre de Jesús. Yo ahora coloco ideas creativas para que intercedan por él.
Inspiración de lo alto y entendimiento sobre lo que Israel significa para el Señor en primer lugar, para nosotros en segundo lugar y para el mundo en tercer lugar. El centro espiritual de todo lo que existe, el ombligo del mundo, el centro desde donde todo nació y a donde todo va a terminar. Aleluya, Gloria a Dios. Gracias, Señor. Bendito eres, Padre. Te amamos, Señor. Gracias. Amado mío.
Yo lo veo a Jesús ahora suspendido en el aire. Lo veo a Yeshúa, nuestro amado Salvador, suspendido en el aire, llamando a un ejército a orar por Israel. El Señor hace señas desde el aire y dice, hijitos, hay pueblos que están convocando a soldados a que se unan porque se necesitan más, un ejército más grande que pueda resistir a los ataques de los enemigos.
Yo hoy llamo, dice el Señor, a más soldados a que se unan en este ejército de intercesión por Israel. Yo hoy convoco a esta armada de oración por Israel. A muchos de ustedes, ¿cuántos son, dice el Señor, los que se quieren alistar en este ejército espiritual? ¿Cuántos me van a decir que sí? Pero no por un tiempo, sino permanentemente. Hoy convoco a un ejército a que se aliste en estas filas para pertenecer a esta intercesión específica, dice el Señor, por Israel.
Serán claves sus oraciones en estos últimos días, dice el Señor, a donde se verán cosas terribles en y alrededor de esa Tierra porque se preparan las naciones de alrededor para atacarla. Se unen los pueblos en contra de la Tierra que vio nacer a mi ungido. Se prepara el escenario, para la guerra final.
Respondan a ese llamado. Y nuevamente, dice el Padre, que no se queden dormidos. Que activen las oraciones por esa Tierra. Gloria a Dios. Gracias, Señor. Así que marchen, hijitos. Este es el mensaje de hoy. Marchen en lo espiritual. Y marchen en la intercesión. Marchen, marchen, marchen, dice Dios. Y no dejen de marchar. Y no se olviden que voy con ustedes como columna de fuego de noche y de nube de día. Los voy llevando, dice el Señor, no tengan miedo, pero no dejen de marchar. Amén.
Gracias, Padre. Aleluya, aleluya. Yo corto toda brujería contra tus pies ahora en el nombre de Jesús. Quiebro todo hechizo de congelamiento, de enfriamiento, para que te quedes quieto como una estalactita. Yo ahora te caliento en el Espíritu Santo de Dios. En el nombre de Jesús, convoco el fuego del Cielo sobre tu cabeza, sobre tu cuerpo, sobre tus piernas y tus pies, para que te vuelvas a calentar como antes.
Le hablo a tu Espíritu para que te despiertes ahora. Despiértate, Espíritu. Yo coloco una protección en tu mente para que mientras vayas marchando, los dardos del enemigo no te alcancen. Imparto fuerza y determinación. Imparto visión de lo que ahora no estás viendo pero que igualmente está ahí, para que sepas por qué estás marchando. Los que iban lentos aceleran la marcha ahora. Aceleran ahora la marcha.
En el nombre de Jesús, quito toda piedra de tropiezo de delante de tus pies que estaba colocada ahí para que te caigas. Y el enemigo te pueda alcanzar y patearte y matarte si fuera necesario. Quito esas piedras de tropiezo ahora de tu camino. En el nombre de Jesús, quito toda soga que el enemigo colocó para que te tropieces. Le hablo a todo pie cansado para que siga adelante, para impartirle fuerza que viene de lo alto. En el nombre de Jesús, desato todo pie atado por brujería.
Porque veo distintos tipos de situaciones en este Mar Rojo por donde vamos pasando. Algunos de ustedes estaban congelados. Otros estaban hechizados para no avanzar. Imparto un espíritu determinado a los que estaban detenidos por causa del doble ánimo. En el nombre de Jesús te digo que avances. Avanza y adelántate y alcanza a tus compañeros. En el nombre de Jesús, todos los que estaban más atrás.
En este momento se alinean espiritualmente hablando y alcanzan sobrenaturalmente a los que estaban marchando en el ritmo de Dios. Yo te ordeno ahora que sigas adelante. Te aliento. En el nombre de Jesús vas a poder. En el nombre de Jesús lo vas a lograr. En el nombre de Jesús el enemigo no te va a alcanzar. No te va a alcanzar como el Faraón no pudo alcanzar con todo su carruaje y su poder y su ejército, a los hijos de Dios.
Porque estás hecho para vencer, dice el Señor. Estás hecho para llegar. Estás hecho para ver mi gloria, dice el Señor. No estás hecho para fracasar. Llegar te va a costar sudar. Van a salir lágrimas de tus ojos. Vas a sentir a veces que no das más. Pero en esos momentos son donde más me voy a glorificar, dice el Señor. Porque mis fuerzas se muestran tu debilidad. Eres mío. Y estás hecho, para llegar al otro lado de la orilla. Sigue avanzando. No te detengas.
Resiste. Resiste a los ataques. No escuches las voces de los egipcios que van atrás tuyo. Porque mienten. Son ellos los que van a ser aplastados, dice el Señor, y no vos. Sigue, hijito. Sigue adelante. El que se había caído se levanta ahora. En el poder del Espíritu Santo de Dios. Al que se le habían caído las armas, Yo ahora se las levanto y se las coloco en la mano de nuevo. En el nombre de Jesús.
Quito toda nube mental de confusión. Que te nublaba la vista. Y no te permitía ver hacia dónde ibas. No te permitía ver que el Ángel del Señor iba delante tuyo. Voy con ustedes, dice el Señor, créanme. Imparto fe ahora. En el nombre de Jesús, lleno tu vaso. Arriba, te dice el Señor, avanza. Enciendo en fuego a los que se sentían apagados. Vas a sentir el calor del fuego del Espíritu Santo en este momento que Yo estoy impartiendo.
Imparto esperanza. Imparto esperanza porque tu vida ya está escrita, dice el Señor. Está escrita para llegar. Solamente tenés que seguir esas pisadas, te dice el Señor. No le creas a lo que te habla el enemigo. No le creas cuando te miente que no vas a poder. Porque Yo soy el que te hice y no él, dice el Señor. Avanza. Avanza y muévete. Muévete.
Yo veo ruedas que ahora se mueven, como las ruedas que veía Ezequiel en el Espíritu. Porque el Espíritu estaba en las ruedas, dice la Biblia. Porque el Espíritu estaba en las ruedas. Yo ahora activo esas ruedas en el nombre de Jesús para que se muevan, muévete, muévete, muévete. Pero no como alguien que va en silla de ruedas. Sino como alguien, que va en auto de carreras. Adelante. Adelante, te dice el Señor.
Sígueme, sígueme, dice el Señor, porque no es Moisés el que te lleva. Es alguien mayor, que soy Yo, dice el Señor. Sigue mis pisadas, dice Jesús, que voy adelante tuyo. Yo soy el líder de los líderes, el general del ejército. Dice el Señor de los ejércitos de mi armada. Yo veo a Jesús ahora que imparte armas espirituales a los suyos. Mientras van pasando por este Mar Rojo. Mientras van pasando por este Mar Rojo. El Señor les imparte armas espirituales para defenderse.
Defiéndete mientras vas pasando, dice el Señor. Actívate en las cosas espirituales. No te apagues, no te quedes quieto, no dejes de comer. Dice el Señor. Ve alabándome. Mientras vas por el Mar Rojo, alábame, dice el Señor, alábame. Alábame, porque el enemigo te persigue. Sí, pero la victoria está delante tuyo. Alábame, dice el Señor, como si ya la hubieras obtenido.
Oh, hijitos, avancen, avancen y avancen. Hoy los lleno, dice el Señor, de entusiasmo. Hoy los lleno, de motivación. Hoy les recuerdo, que si ellos pudieron llegar, ustedes aún más. Porque más grande es el que va con ustedes que mi siervo Moisés.
Gloria a Dios, aleluya. Adelante, dice el Padre, sin dudar y sin frenar. En el poderoso nombre de Cristo Jesús. Amén y amén. He cumplido, Padre. Gloria al Señor. Muy bien, hasta aquí esta transmisión. Nos vemos, hermanos. Si Dios quiere, en un par de días, para seguir hablando lo que Dios quiere hablar.
Amén. La gloria y la honra sean para Él siempre. Saludos desde Argentina y el Señor los bendiga. Y grábense este mensaje en sus corazones, en las puertas, en las ventanas, en las paredes. Porque el Señor no nos abandona y no nos va a abandonar. Estaré con ustedes hasta el fin del mundo, dijo el Señor. Y Él es fiel y no es hijo de hombre para arrepentirse ni para mentir. Sino que Él cumplirá lo que dijo hasta el último día de nuestras vidas. Si nosotros decidimos seguir marchando para seguirlo y obtener esa vida eterna. Amén. Aleluya. Alabado sea el Señor.