Bendiciones, amados hermanos en Cristo Jesús. Aquí estamos de nuevo. Hoy es 24 de abril del 2024 y estamos juntos para escuchar palabras del Señor para un pueblo que necesita de esta fuente celestial de vida.
El Señor hoy quiere bendecirte, quiere traerte palabras de sanidad, palabras de bondad, palabras de misericordia y palabras de amor. Hay un pueblo que necesita ser consolado, hay una iglesia que está dolida, que está traumatizada, que necesita recibir no solamente palabras duras de corrección que la vuelvan a encaminar a las sendas antiguas, sino también palabras que consuelen, palabras que conforten, palabras que traigan esperanza, que traigan vida, que fortalezcan. Y el Señor me envió hoy a orar por ti en el Nombre que es sobre todo Nombre, en el Nombre de Jesús, en el Nombre del Hijo de Dios. Así que yo ya escucho al Señor hablando a este pueblo que está sediento de beber de estas aguas, que dice así.
Hijitos, amados míos, estoy entre ustedes, estoy sanándolos, estoy ministrándolos, Yo envío ángeles ministradores a mis hijos permanentemente, dice el Señor, no solamente para que les den de comer de este maná de vida que es mi Palabra, para traer sanidad a sus cuerpos, a sus almas, a sus espíritus, sino también para sostenerlos. Hijitos, recuerden, que sus corazones laten por causa de que Yo hablo a esos corazones, recuerden, dice el Señor, que la sangre que corre por sus venas corre y se mueve porque Yo le ordeno que corra, porque no hay nada de lo creado, visible o invisible, que no se sujete a mi Palabra, y si Yo envío la Palabra, nada, ni nadie la puede detener, porque hace lo que Yo quiero que haga.
Hijitos, tengan esperanza, habiten en Mí, porque me preocupo por mi pueblo. Y el Señor, cuando dice que se preocupa, quiere decir que se ocupa de los suyos, que no los deja solos, que no los deja sueltos, que no están solos como el diablo quiere que ellos crean (Sal 24:1). Yo escucho la voz del Señor que, con muchísimo amor, que también el Espíritu Santo me lo hace sentir, me lo hace vivir mientras profetizo. El Señor les dice a ustedes, hijitos, hijitos, amen, amen más, abrácense más, dice el Señor, consuélense también entre ustedes, porque el pueblo en general, mi pueblo, está acostumbrado a corregir al otro, está acostumbrado a decirle al otro su opinión de lo que el otro tiene que hacer, está acostumbrado a exhortarse los unos a los otros (Jn 13:34-35). Mi pueblo tiene un entrenamiento, tiene un ojo entrenado en ver y reconocer lo que el hermano está haciendo mal, en lo que el hermano se está equivocando, en dónde está fallando y qué tiene que arreglar según lo que ellos consideran. Pero no está tan entrenado en amar, en consolar, en animar, y por eso en estos últimos días, cuando mi pueblo más lo necesita, estoy levantando, ungiendo y enviando a motivadores del reino de los cielos, pero no motivadores que están llamados a entretener a mi pueblo, para que se desvíe de lo que es importante, para que quite el foco de donde lo tiene que tener, sino que estos motivadores que son míos y que tienen mi corazón, los estoy ungiendo, los estoy levantando y los estoy enviando a sanar a un pueblo que está amargado, a un pueblo que está triste, a un pueblo que llora más de lo que ríe (Rm 13:8).
Hijitos, dice el Señor, recuerden que soy un Padre bueno, recuerden que soy un Padre amoroso que realmente ama con un amor perfecto, con un amor divino, con un amor que no falla a los suyos, y que me ocupo de ellos justamente porque los amo, y hoy quiero darles una palabra que sea como un abrazo para ustedes, porque sé que la necesitan (1 Jn 4:7-8). Hijitos, estamos en el fin de los tiempos, estamos en los últimos días y yo, Noelia, veo un reloj que corre y cada segundo que pasa es importante para ustedes, cada minuto que están viviendo es decisivo, cada hora, dice el Señor, puede cambiar sus vidas rotundamente, estén conscientes de eso, dice el Señor (Ap 10:6).
Y es cierto que tienen que ocuparse ustedes y preocuparse ustedes de estar bien parados espiritualmente hablando, de estar a cuentas conmigo, de haber perdonado a todo aquel que tengan que perdonar. Es cierto que tienen que prepararse para todas las cosas que están por venir y que Yo ya les avisé por amor, justamente, desde hace cientos de años. Pero también es cierto, hijitos, que tienen que aprender a dejarse llevar por el río del Espíritu, que tienen que aprender a que mientras se dejen llevar por ese río del Espíritu hacia donde Yo quiero que vayan, dice el Señor, que mientras se están preparando, que mientras se están edificando y se están fortaleciendo en mí para poder resistir lo que viene, estos dolores de parto que van en incremento, también tienen que aprender a gozarse, también tienen que aprender a estar alegres, también tienen que aprender a tener un corazón blandito, porque eso es lo que espero de mi pueblo, dice Jesús, que amen como yo los amé.
Y me viene el pasaje del Nuevo Testamento, que es Juan capítulo 17, donde el Señor les da como un último discurso a sus discípulos y les dice, entre otras cosas, que amen como yo los he amado. Y toda esta predicación que el Señor hizo y que se trata sobre el amor, así que el Señor dice que aprendamos a aplicar esas palabras en nuestras vidas, que tengamos paciencia, no sólo con el otro, sino con nosotros mismos, porque Él tiene paciencia con nosotros, que lo que nosotros queremos recibir, eso es lo que tenemos que dar. Que, si nosotros queremos ser dignos de ser amados, de ser esperados, de ser sanados, de ser restaurados, entonces nosotros tenemos que dar lo primero, porque un vaso que da es un vaso que recibe, dice el Señor. Dice Juan 13:34 Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros, como yo os he amado, que también os améis unos a otros, es decir, como Él nos amó, el Señor nos mandó a amarnos unos a otros.
Pero a mí me venía Juan capítulo 17, donde el Señor les habla a los discípulos antes de ser entregado a la muerte y les habla sobre el amor, no solamente de Él hacia sus discípulos, sino de los discípulos hacia los discípulos. Y el Señor me trae este pasaje y me habla sobre el amor, sobre el amor fraternal no fingido, sobre un amor que sabe soportar las debilidades del otro, sobre un amor que sabe ir por arriba, que sabe pasar por arriba de los defectos del otro, un amor que supera las dificultades entre las relaciones de los hermanos, un amor que sabe pararse cuando hay problemas en una relación y esta relación es como que se cae por causa de estos problemas, el amor en nosotros es lo que nos ayuda a poder levantarnos de nuevo. Es decir, yo estoy viendo una situación a donde dos hermanos tienen problemas entre sí, se han ofendido o se han peleado o hay algo que no les ha gustado; y cuando estas cosas pasan, es como si esta relación se cayera, sufriera un golpe, digamos, ¿no? Si esta relación fuera representada como una persona; pero el verdadero amor es el que se levanta y sigue caminando de la mano con esa persona. Y el Señor me hace saber ahora que muchas veces nosotros los cristianos somos rápidos para señalar, somos rápidos para discernir lo que está mal en el otro, somos rápidos para reconocer las debilidades en el otro, pero no somos tan rápidos en perdonar al otro, no somos tan rápidos en sanar una relación que se rompió o que se cayó o que estaba lastimada, no somos tan rápidos en recuperarnos.
Y yo estoy viendo ahora un enfermo que se hizo una lastimadura, como que se cortó el brazo y tiene un corte muy profundo en su brazo; y hay distintos tiempos de recuperación de esas heridas, ¿verdad? Inclusive corporalmente hablando, no es el mismo tiempo el que demora el cuerpo de un niño en sanarse de esa herida profunda, de ese corte profundo, que de un anciano. No es el mismo tiempo el que tarda alguien que está completamente sano en sanar esa herida, que en una persona que quizás tiene distintas enfermedades como diabetes o distintos tipos de enfermedades que pueden afectar a esa recuperación. Y el Señor dice con esto, con este ejemplo, que somos distintos en el tiempo de recuperarnos de las heridas que sufrimos cuando tenemos problemas con los hermanos, cuando los hermanos nos ofenden, cuando los hermanos nos lastiman, cuando los hermanos no reaccionan como esperábamos, cuando sufrimos desilusión de hermanos o de Pastores o de Ministros o de distintos tipos de personas.
Y nosotros, el cuerpo de Cristo, cada uno de nosotros, somos distintos en la recuperación de esas heridas, no nos lleva al mismo tiempo recuperarnos de esas cosas; algunos tardamos menos, otros tardamos más, pero el Señor dice que tenemos que aprender a recuperarnos de esos golpes más rápido, que tenemos que aprender a ser más resilientes, como esa palabra que yo escuchaba el otro día cuando hablaba de Israel, con respecto a las guerras y a los ataques que han sufrido. Como el pueblo judío, que es resiliente porque ha aprendido a superarse rápido, a recuperarse rápido de un golpe y a retomar su vida normal o diaria, digamos, rápido o relativamente rápido cuando son atacados o cuando sufren distintos tipos de tribulaciones. Así que el Señor dice que, hay una decisión que nosotros podemos tomar cuando sufrimos estas heridas profundas, la decisión no solamente de perdonar, sino la decisión de qué tan rápido dejar esas heridas atrás, qué tan rápido recuperarnos de esos golpes, qué tan rápidos somos para volver a tomarnos de la mano con la persona que nos lastimó y seguir caminando juntos (Ef 4:32).
Porque el Señor fue lastimado, el Señor fue abandonado por todos sus discípulos, el Señor fue traicionado por uno de los doce apóstoles, por Judas. El Señor fue golpeado por su propio pueblo, el Señor fue crucificado por sus propios hermanos judíos y, sin embargo, mientras lo estaban crucificando, Él oraba al Padre: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Jn 1:11). Y Él pedía por ellos y Él los perdonaba y Él tenía una rapidez tan alta, tenía una velocidad tan grande en perdonar, que no dejaba pasar tiempo, mientras lo estaban latigando, Él ya estaba perdonando a sus opresores, mientras lo estaban colgando en el madero, Él, en su corazón, ya los estaba perdonando, es decir, ni siquiera lo dejaron de maltratar para que Él, después de unos minutos, los perdonara; el perdón de Jesús fue instantáneo, en el mismo momento de la ofensa, en el mismo momento de ser lastimado, en el mismo momento de ser crucificado, Él ya estaba perdonando. Y a ese nivel Él espera que nosotros lleguemos, porque dice la Palabra del Señor que la idea de Dios es que lleguemos a la estatura del varón perfecto, a la imagen del Hijo de Dios, de Cristo Jesús, es decir, que seamos formados como Él es, que lleguemos a ser semejantes al Hijo de Dios, pero no todos tenemos la misma rapidez en perdonar y no todos, además de haber perdonado, oramos por los que nos lastimaron, y menos aún, no todos volvemos a intentar caminar de la mano con la persona que nos lastimó y recuperar esa relación; dice Efesios 4:13: hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Así que, con todo esto, lo que el Señor quiere decirte hoy es que, cuanto más rápido perdones, más rápido vas a estar sano, que cuanto más rápido te recuperes de ese golpe que te dieron, más rápido vas a poder tener el gozo del Espíritu de Dios, más rápido, más alegre te vas a sentir, más fácil te va a ser la vida. Cuanto más rápido perdones, te recuperes, restaures lo que pasó y le des otra oportunidad a esa persona, si es que esa persona se arrepintió, si es que esa persona no lo hizo a propósito, si es que esa persona quiere cambiar. Estaríamos hablando de otra, de una situación distinta, si esa persona que te lastimó, que te ofendió, que te abandonó, que te traicionó, que te desilusionó o lo que sea, no reconoce lo que hizo y mucho menos pide perdón y mucho menos quisiera cambiar, ¿verdad? Pero estamos hablando de que, si tu hermano te ofendió, si tu hermano te lastimó, entonces ¿cuántas veces tengo que perdonar? Preguntó Pedro y el Señor le dijo hasta 70 veces 7.
Pero muchos de nosotros, como no somos rápidos para manejar las ofensas, sufrimos más, como a veces perdonamos, pero igualmente le cerramos la puerta a las personas, entonces sufrimos más, como a veces perdonamos, pero no queremos darle una oportunidad más a esa relación, entonces sufrimos más. Porque el que menos ama más sufre, me dice el Señor, en el sentido de que no puede gozarse en el Espíritu Santo al nivel que debería hacerlo por causa de la amargura que trae la falta del perdón, porque sabemos también que el amor es sufrido, dice 1 Corintios 13. Pero en esta frase anterior que el Espíritu hablaba quería decir que cuando una persona no es rápida para perdonar, no es rápida para arreglar los asuntos de las ofensas y de los conflictos, especialmente entre los hermanos, entonces esta persona deja de estar alegre, deja de estar gozoso, ¿Por qué? Porque contrista al Espíritu Santo, la amargura entra en su corazón, se arraiga en su corazón y la persona comienza a amargarse, a entristecerse, a deprimirse y por lo tanto, entrando en estos pecados, porque son pecados, se comienza a alejar de la presencia del Señor, y es como un bloqueo que no permite dejar correr o dejarse manifestar al Espíritu Santo como debería en esa persona. Así que el Señor te dice hoy, hijitos, los estoy llamando a amar de verdad, como Yo los amo de verdad, los estoy llamando a perdonar, pero realmente 100 % y de todo corazón y a dejar esas ofensas atrás de sus caminos para no volver a mirarlas, dice el Señor. Hijitos, los estoy motivando hoy para que sean perdonadores voluntarios y rápidos, los estoy animando de que es posible que liberen sus corazones de una manera más rápida y efectiva, porque Yo he dejado mi ejemplo y el ejemplo más perfecto del perdón está en la Cruz. ¡Aleluya! Alabados al Señor.
Yo estoy viendo que hay muchas ofensas entre ustedes, muchas ofensas entre ustedes y sus familias, entre ustedes y sus hermanos de las congregaciones, entre ustedes y sus Pastores, entre ustedes y sus líderes, sus ministros, entre ustedes y sus esposas, sus esposos, sus hijos, sus hijas. Es decir, hay muchas maneras y muchos tipos de relaciones que pueden ser dañadas por causa de las ofensas y el Señor te hace saber hoy que nunca va a faltar una ocasión para ser ofendido ni para ofender, porque todos ofendemos en algún punto, inclusive sin darnos cuenta. Pero lo importante es copiar el ejemplo que nos dejó Jesús en la Cruz y aún llegar al punto que mientras uno está siendo traicionado, mientras uno está siendo lastimado, mientras uno está siendo ofendido, abandonado, rechazado o lo que sea, en el mismo momento ya estar perdonando, en el mismo momento ya estar liberando nuestro corazón de todo rencor, de toda acusación, de toda condenación. Dice 1 Juan 1:8: si decidimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros, y también me viene ese pasaje que dice que lo que a ustedes les gustaría que les hagan, eso es lo que ustedes tienen que hacer (Mat 7:12). Dice Romanos 3:23: por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.
Así que el Señor hoy nos anima y Jesús nos dice en este momento, hijitos, ustedes ni se imaginan la cantidad de veces que Yo los perdono, ustedes no pueden contar mi paciencia para con ustedes, dice Jesús, si ustedes, dice el Señor, tendrían que contar las veces que Yo los he perdonado, se admirarían de esa cifra, porque tendría muchos ceros. Más, sin embargo, a mí no me cuesta perdonarlos, ¿saben por qué? Porque los amo tanto, así que, al que más le cuesta el perdón es porque menos ama, y el que es más rápido para ofenderse y más lento para perdonar, no ha conocido el verdadero amor como debería conocerlo, dice Jesús.
Hijitos, ustedes saben por qué cuando se descarrían, cuando van a meterse en lugares escabrosos, cuando se escapan de mi redil y se van corriendo en medio del bosque, con todo el peligro que eso conlleva, porque el lobo sabe que están solos en la oscuridad y lejos de Mí, ustedes saben por qué cada vez que ustedes hacen eso Yo voy a buscarlos, inclusive muchas veces cuando me rechazan, porque los amo tanto. Por lo tanto, el Señor nos dice hoy, hijitos, amen, amen, pero como Yo los amo, no amen como el mundo les enseña a amar, sino como Yo los amo, porque 70 veces 7 no alcanza, dice el Señor, si Yo tengo que contar las veces que ustedes se equivocan y que Yo los perdono, sin embargo, mi paciencia es extensa, dice Jesús, es larga y aguanta y aguanta y resiste y mi relación con ustedes es como un lazo, como un lazo, que Yo mantengo fuerte permanentemente para que no se rompa (Jn 13:1).
Inclusive muchas veces ustedes rompen ese lazo voluntariamente, porque ustedes son los que me rechazan a Mí, ustedes son los que me dejan, ustedes son los que se escapan como esa cabra rebelde. Muchas veces ustedes son los que me escupen, los que me dan latigazos y mi corazón se duele y se sufre, pero de igual manera no dejo de ir a buscarlos las veces que sea necesario, y estoy dispuesto a perdonarlos tantas veces sea necesario, hasta que entiendan que una vez que son mis hijos nunca más los dejo ir. Por más que se quieran ir, por más que me quieran abandonar, por más que se equivoquen, y lo hacen tantas veces, algunos más que otros, algunos de ustedes más seguido que otros, pero Yo sé cómo pasar por encima de ese desprecio, dice Jesús, por lo que me despreciaron a mí en esa Cruz, Yo sé, cómo morir a mí mismo para darles vida, y lo aprendí dando mi vida en la Cruz por ustedes (Mt 16:24).
Pero ustedes muchas veces no quieren morir a sí mismos, sino que están más enfocados en ustedes que en la persona que los ofendió, están más enfocados en ustedes que en el prójimo, ustedes muchas veces son más importantes que el otro, en el sentido de que la ofensa, la ofensa que han recibido, se vuelve como su ídolo, al cual no quieren renunciar, esto es orgullo, dice el Señor, el orgullo de creerse que uno no es digno de ser ofendido, de creerse que uno no es digno de morir por alguien más, orgullo de pensar que uno no puede ni debe ser lastimado, que a uno se lo debe tratar a la perfección, son exigentes con el prójimo, y esperan 100% del otro, pero ustedes no lo dan. Tienen que aprender a amar de verdad, dice Jesús, y cuando ustedes realmente aprendan a amar de verdad, siendo cada vez más rápidos para perdonar, cada vez más rápidos para dejar ir, cada vez más rápidos para dar otra oportunidad, más libres se van a sentir, porque el perdón libera, pero el amor mucho más.
Hijitos, hoy los abrazo, dice Jesús, y sé que muchos de ustedes están lastimados, son como ovejitas que tienen las patitas quebradas, son como alguien que está en el hospital que necesita ser sanado, que necesita restauración, pero hoy les hablo una palabra de amor, dice Jesús, hoy les doy este regalo de amor para que recuerden cuánto los amo, para que suelten el martillo de juez que tienen agarrado en la mano, para juzgar al que los lastimó, para que a través de mi amor y mi perdón hacia ustedes, ustedes hagan lo mismo con los demás. Reciban sanidad, dice el Señor, perdonen y dejen ir, amen, aun cuando los ofendan, den más oportunidades al prójimo, porque Yo les doy muchas oportunidades a ustedes. O no es cierto, dice Jesús, que cuando ustedes se equivocan y se arrepienten y vienen a pedirme perdón, y vienen a pedirme que por favor les dé otra oportunidad de hacer las cosas bien, no quieren que Yo se las conceda, entonces, si Yo les perdono sus deudas, ustedes también perdonen las deudas de los demás, pero perdonen de verdad, dice el Señor. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Hijitos, los amo, dice Jesús, los amo entrañablemente, los amo desde la profundidad de mis entrañas, los amo, dice el Señor, es un amor que va hasta la muerte, es un amor que se entrega y es un amor que se entrega pacientemente, es un amor que va hasta el fin, que no renuncia al otro, que no lo abandona por más que se equivoque, es un amor que espera al otro, es un amor que supera los obstáculos que se presentan entre las relaciones interpersonales. Y me viene el pasaje de las escrituras cuando Pedro negó a Jesús tres veces antes de que cante el gallo, Jesús ya sabía que Pedro lo iba a negar, ¿verdad? Inclusive le avisó a Pedro que lo iba a negar, pero el corazón de Pedro estaba duro para ese momento, el corazón de Pedro aún no había aprendido lo que era verdaderamente el amor hasta la muerte, tenía que ser procesado, tenía que ser enseñado a través de las aflicciones lo que verdaderamente era amar, para no negar a Jesús y entregarse, si fuera posible, hasta la muerte por amor a su nombre. Pedro no estaba listo en ese momento porque no había sido perfeccionado en el amor, entonces temía, porque dice la Biblia que el que teme no ha sido perfeccionado en el amor, pero Jesús sabía todo esto de antemano, Jesús sabía que Pedro lo iba a negar porque no estaba listo para reconocerlo, públicamente hablando, antes que guardar su integridad física, Jesús sabía todo esto y, sin embargo, lo amaba terriblemente, lo amaba tremendamente.
O sea, el Señor miraba a Pedro y ciertamente lo veía como una roca porque tenía el corazón endurecido hasta ese momento, es decir, no completamente, sino que le costaban ciertas cosas en las cuales tenía que ser refinado en esas áreas y hasta ese momento el Señor lo miraba y era como ver a una roca en Pedro, pero sabía que Pedro no lo hacía a propósito, sabía que Pedro lo iba a negar, pero que no lo iba a hacer intencionalmente, y que ni él mismo, es decir, como ni el mismo Pedro, sabía por qué lo negaba a Jesús, no estaba listo para reconocer esas debilidades, ese miedo, esa maldad en su corazón, esa falta de amor. Pero, sin embargo, Jesús lo amaba, lo amaba tremendamente, lo amaba 100%, lo amaba con un amor total y no a medias, y sabía que Pedro no estaba listo y no estaba apto todavía, no estaba preparado para manejar esa situación, pero que más adelante sí lo iba a saber manejar, que más adelante sí iba a ser probado de nuevo para ver si resistía a los ataques y si estaba listo para ser entregado hasta la muerte por amor a Jesús, sin embargo, el Señor fue paciente, paciente para con Pedro, paciente para esperarlo. Y Pedro pensaba que Jesús nunca lo iba a perdonar por eso, es decir, a Pedro le costaba perdonarse a sí mismo por eso, y no entendía, yo estoy sabiendo, que Pedro no entendía cómo pudo haberlo negado después de que eso pasó, sin embargo, el Señor vino y restauró su relación con Pedro, no porque Él lo había abandonado, sino porque Pedro estaba lastimado por haberlo negado y pensaba que el Señor nunca lo iba a perdonar porque a Pedro le faltaba crecer en el perdón. Por eso, si no me equivoco, Él fue el que le preguntó al Señor, Señor, ¿cuántas veces tenemos que perdonar? Porque a Pedro le faltaba crecer en el perdón y en el amor, pero el Señor pacientemente se encargó de enseñarle, se encargó de restaurarlo, se encargó de mostrarle cómo era que Pedro tenía que amar.
Y me viene la imagen de cuando Jesús le lavó los pies a Pedro, y si no me equivoco, ahí el Señor le dijo, lo que yo hago no lo vas a entender ahora, pero lo vas a entender después, porque Pedro decía, ¿cómo me vas a lavar los pies a mí? Yo tendría que lavarte los pies a vos. Y eso también muestra que Pedro todavía no entendía el amor del Señor hacia él, ese tipo de amor que se humilla, que baja la cabeza, que se da por el otro por completo, que se entrega, que perdona tantas veces sea necesario, que escucha, que entiende, que siempre busca la reconciliación y no la separación, que siempre busca la paz y no la guerra. Y Pedro lo aprendió después, a través de las aflicciones, y fue refinado hasta lograr amar al prójimo como el Señor quería que ame. El Señor dice, hijitos, ustedes están lejos de lavarse los pies los unos de los otros, e inclusive a veces mientras algunos de ustedes lo hacen y practican esta actividad de lavarse los pies los unos a los otros, en sus corazones no están amando al hermano, lo están haciendo como una fachada para cumplir o para que los vean de afuera, pero no se están humillando realmente para con el hermano, porque eso es lo que significa lavarle los pies a los hermanos, hacerse el menor entre todos, hacerse el siervo de todos, ser el servidor de todo, ese es el más grande, dice el Señor. Y ese es el nivel de amor que yo espero de mis hijos, y por eso la iglesia tiene que ser atribulada, la iglesia tiene que ser refinada, por eso la iglesia tiene que ser golpeada para que reaccione y para que aprenda a amar, porque a veces solamente se aprende a amar en el medio de la tribulación, en el medio de la aflicción, cuando uno se siente acorralado, cuando uno no le queda otra que reaccionar, y como los amo tanto, dice el Señor, los estoy refinando, o sea, están siendo atribulados y tienen que pasar por muchas aflicciones y pruebas para que aprendan a amar, como yo los amo, como yo sufrí primero, como yo fui, como yo estuve en aflicción primero por ustedes, siendo inocente, sin mancha ni pecado (Jn 13:15).
Hijitos, dice el Señor, entiendan lo que sucedió ese día en la cruz, entiendan que todo se trató de amor, de restauración, de perdón, de gracia, de favor. Por eso tienen que entender, que el amor es sufrido, porque el amor se da y se entrega hasta el final, así los amo y así quiero que amen, así quiero que me amen, dice Jesús, porque yo di mi vida primero por ustedes (1 Cor 13:4). Y si ustedes aman, cuanto más amen, más sanidad van a tener, cuanto ustedes más se den al prójimo, quizás van a sufrir más en la carne, pero van a ser más libres por dentro y van a ser más alegres. Hijitos, los amo, dice Jesús, y los abrazo en este momento, y los consuelo, y los levanto y es cierto que muchos de ustedes me han fallado, dice el Señor, en este tiempo, así como Pedro me falló en su momento, pero hoy, si ustedes se arrepienten como Pedro se arrepintió, los perdono nuevamente, los restauro nuevamente, los levanto nuevamente, y los vuelvo a tomar de la mano para caminar juntos hasta el final, hijitos, si ustedes no me dejan, yo nunca los voy a soltar.
Y yo veo una imagen a donde Jesús tiene a una persona de la mano y van caminando juntos, y a veces esta persona quiere soltarse del Señor, quiere como escaparse, quiere irse corriendo, pero el Señor lo aprieta fuerte de la mano y le dice, quédate conmigo, no te vayas, quédate conmigo, pero no es solamente porque Jesús sabe que si la persona se suelta, se puede golpear, se puede lastimar, queda como a la intemperie, y Satanás lo puede afectar, sino porque el Señor realmente ama a esa persona y no quiere que se vaya lejos de Él, la desea, la anhela, por eso dice la Biblia que Él nos anhela celosamente (St 4:5). Así, así te amo, dice el Señor, no te vayas de mi lado, quédate conmigo y vamos a pasar por esto juntos, y cuando llores, yo estoy llorando adentro tuyo, junto contigo, y cuando rías, yo me gozo junto contigo, Yo sé lo que sentís, Yo sé lo que te pasa, Yo sé lo que vivís, pero no estás solo, estoy con vos, dice el Señor. Ama, ama con todo tu ser, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, no solamente a Dios, sino al prójimo, y vas a ver la sanidad más rápido de lo que esperabas. Aleluya, amén, amén.
Padre, yo te pido ahora que sanes todo corazón lastimado, que quites toda daga de los corazones, que pongas una venda en toda pata de estas ovejas que está quebrada, Señor. Que restaures lo que pasó, porque me parece que hay un versículo en la Biblia que dice Dios restaura lo que pasó, y algunos de ustedes piensan que eso que les duele nunca va a ser restaurado, que es imposible, pero la Biblia no miente, la Palabra es la verdad, y ahí tienes la esperanza de que para el Señor no hay nada imposible (Joel 2:25, Ecl 3:15). Padre, te pido ahora que unjas a todo aquel que está enfermo del alma, que restituyas lo que el diablo les ha robado, que sanes sus manos lastimadas, que hables una Palabra de Vida ahora a estos corazones, Señor, para que revivan. Señor te pido que quites toda raíz de amargura de estos corazones y la reemplaces por el gozo de tu Espíritu con un óleo de alabanza sobre sus cabezas, con un óleo de alegría, como dice Isaías (Sal 23:5). Oh amado mío, Santo Rey de gloria y majestad, y yo lo veo al Señor ahora llenando vasos, llenando vasos con amor que les faltaba, porque muchos de ustedes querían amar, pero no les salía amar como querían amar, pero el Señor hoy te está ungiendo con un óleo para amar mejor. ¡Aleluya! Y el Señor te está duplicando tu capacidad de perdonar, algunos de ustedes querían perdonar, pero se sentían limitados a la hora de perdonar, el Señor dice hoy duplico tu capacidad de perdonar, hablo perdón a tu corazón, hablo libertad a tu corazón, y el Señor me dice que no esperemos tanto de los demás, porque dice la Biblia que maldito es el hombre que confía en el hombre.
Y repite, porque ninguno, no hay ni un justo, todos pecaron y algo como: el que dice que no tiene pecado es mentiroso, y todos ofendemos en algún punto, normalmente sin querer, ¿verdad? Sin que sea intencional (Rom 3:10). Y el Señor repite que muchos de nosotros somos exigentes con el prójimo, queremos que los hermanos sean perfectos, que no se equivoquen, que no hagan nada que está mal, porque si no los borramos del mapa, si no los quitamos de nuestras vidas, eliminamos sus nombres de nuestras listas. Pero dice el Señor, nuevamente, que, si se arrepienten y piden perdón, si verdaderamente nos han ofendido queriendo o sin querer, mientras haya voluntad de tener paz, porque dice la Biblia que en tanto dependa de nosotros que estemos en paz con los hombres, y si hay esa voluntad de parte de la otra parte, que no despreciemos a esa persona y también me viene para todos aquellos que son exigentes con el prójimo, que idealizan al prójimo. la palabra que dice que con la vara que vos medís, se te va a ser medido, esto quiere decir, en este caso, que con la misma exigencia que vos tratas al otro, a vos se te va a ser tratado, con la misma exigencia que vos aplica con tu prójimo, se te va a exigir, porque esa es la justicia del Señor (Mt 7:2).
Pero dice el Señor, amen sabiendo que van a ser ofendidos, amen sabiendo que van a ser lastimados, amen teniendo la conciencia de que el otro se puede equivocar y se va a equivocar, así como Yo sabía que Pedro me iba a negar de antemano, porque Yo sabía lo que había en él y quién era él, e igualmente decidí amarlo hasta el final y no abandonarlo. Y bajen las exigencias para con el prójimo, en el sentido de no tener tantas expectativas, porque yo veo que muchos de nosotros somos perfeccionistas, pero de una mala manera, exigentes con los demás, al punto de esperar que todos los que nos rodean sean perfectos, no se equivoquen en ningún punto, o sean como nosotros pensamos que tienen que ser. Idealizamos a las personas formando becerros de oro de esas personas, ídolos que no existen, son ideales y entonces cuando esas personas que hemos idealizado se equivocan, cometen errores o nos ofenden, la mayor parte de las veces sin querer, sin desearlo, entonces ese ídolo se rompe y se cae y ya no nos interesa esa persona. Eso provoca la idolatría hacia los demás y el Señor nos está hablando de esto para que nos arrepintamos y para que aprendamos a mirar al prójimo con la mirada de Jesús, sabiendo que todos somos imperfectos todavía, aunque estamos siendo perfeccionados, aunque anhelamos la perfección, aunque intentamos caminar en esa perfección, pero aún podemos equivocarnos mientras estemos en esta tierra. Entonces aprendamos a amar al prójimo como nosotros queremos ser amados, a esperar al prójimo como nosotros queremos ser esperados, a ser pacientes y perdonadores como nosotros esperamos que el otro sea para con nosotros, esto es liberador, dice el Señor, si ustedes aplican esta llave van a abrir una puerta muy grande en sus vidas para poder crecer en todas las áreas.
El amor es la clave y me viene 1 Corintios 13 que dice: la Fe, la Esperanza y el Amor, algo como ¿cuál de estas tres es más importante? Y la respuesta es el amor. Así que Señor, otorga corazones blandos en este momento, Padre. Muchos de ustedes le están pidiendo sanidad al Señor y no saben que la sanidad está en sus manos, que si ustedes perdonan ustedes van a ser sanados, que si ustedes piden perdón ustedes van a ser sanados, ustedes están pidiendo sanidad al Señor y dicen Señor ¿por qué no me sanas? Cuando el Espíritu Santo ya te redarguyó para que perdones a esa persona, para que restaures tu relación quizás con esa persona en algunos casos, o para que pidas perdón en tu caso, porque dice Santiago 5:16 Confesad vuestras ofensas unos con otros y orad unos por otros para que seáis sanados. Entonces la sanidad está en sus manos, dice el Señor, pero no aplica en esta llave del perdón y del amor, de la entrega, de la dádiva personal hacia los otros, en el sentido de darse hacia el otro y de amar (Rm 12:10, Ef 5:21). Gracias Señor, gracias Santo.
Y yo estoy viendo que cuando estemos juntos en la Jerusalén Celestial vamos a ser como una familia, una sola familia, ya no va a haber desunión, no va a haber falta de perdón, no va a haber falta de amor, porque vamos a ser todos semejantes a Cristo Jesús, vamos a ser como Él y vamos a amar como Él nos ama de verdad. Y como vamos a saber amar de verdad como Él nos ama, no nos vamos a ofender, no nos vamos a lastimar, no nos vamos a abandonar, no vamos a cortar relaciones con el otro, porque si no más, es decir, vamos a permanecer unidos como una sola familia en Cristo Jesús. Y a eso aspiramos, a eso anhelamos, para eso tenemos que trabajar hoy, mientras estamos en esta transición, caminando en esta tierra, dice 1 Juan 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Aleluya, gracias, Señor. Gracias Señor.
Y también me viene ese pasaje que dice: al que más se le perdonó, más amó, el Señor dice recuerden este principio y aplíquenlo en sus vidas y en sus relaciones para con los demás, si ustedes más perdonan, más perdón van a recibir, si ustedes más aman, más amados se van a sentir por Mí. Porque yo peso en mi balanza, dice el Señor, cómo aman y cuánto aman, no cuánto dicen que aman, sino cómo muestran su amor para con los demás y de la manera que yo los perdono, ustedes perdonen, y de la manera que yo los espero, ustedes también esperen, sigan mi ejemplo, dice Jesús, y amen hasta el final. Y dice Lucas 7:47 por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Gloria a Dios.
Hijitos, esto es sanidad, les estoy dando una clave para su sanidad, estoy respondiendo sus oraciones, dice el Señor. Padre, ¿cómo puedo ser sano de estas heridas?, preguntaron muchos de ustedes en su cuarto secreto ¿Cómo puedo ser libre de esto que todavía me duele, que me hicieron? Les estoy respondiendo, ahora hagan lo que tengan que hacer con esto y apliquen esta llave y los voy a honrar, dice el Señor. Amén. Yo quito toda confusión de las mentes, Padre, aclara esta Palabra después de hablada, Señor que sea tu Espíritu Santo inspirando a mis hermanos sobre la Palabra que hablaste hoy, trayendo claridad, dirección, respuestas y reemplazando toda tristeza por alegría, Señor, por gozo en el Espíritu de Dios. Hijitos, los libero hoy a través de este consejo santo, dice el Señor. Amén. Gloria a Dios. Alabado sea el Señor.
Muy bien, hermanos, mediten sobre esto, apliquen, estudien la palabra, obedezcan a lo que el Señor aconseja y van a ver un crecimiento considerable en la sanidad del alma y en sus relaciones y en su vida espiritual y en su relación para con Dios en primer lugar. Amén. Los bendecimos y los saludamos desde Mendoza, Argentina. Y todo sea para la gloria y la honra del Señor.
CITAS BÍBLICAS
[Salmos 24:1, RVR1960] De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.
[Juan 13:34-35, RVR1960] Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
[Romanos 13:8, RVR1960] No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
[1 Juan 4:7-8, RVR1960] Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
[Apocalipsis 10:6, RVR1960] Y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó los cielos y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más.
[Juan 13:34, RVR1960] Un mandamiento nuevo os doy; Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
[Efesios 4:32, RVR1960] Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
[Juan 1:11, RVR1960] A los suyos vino, y los suyos no lo recibieron.
[Efesios 4:13, RVR1960] hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
[1 Juan 1:8, RVR1960] Si decidimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros
[Mateo 7:12, RVR1960] Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros; así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
[Romanos 3:23, RVR1960] Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.
[Juan 13:1, RVR1960] Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
[Mateo 16:24, RVR1960] Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tomo su cruz y sígame.
[1 Juan 3:2, RVR1960] Amados, ahora somo hijos de Dios, y aún no se ha manifestado los que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
[Juan 13:15, RVR1960] Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
[1 Corintios 13:4, RVR1960] El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece.
[Santiago 4:5, RVR1960] ¿O pensáis, que la Escritura dice en vano: ¿El Espíritu que él ha hecho morar en vosotros nos anhela celosamente?
[Joel 2:25, RVR1960] Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.
[Eclesiastés 3:15, RVR1960] Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
[Salmos 23:5, RVR1960] Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando.
[Romanos 3:10, RVR1960] No hay justo, ni aún uno.
[Mateo 7:2, RVR1960] Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medis, os será medido.
[1 Corintios 13:13, RVR1960] Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
[Santiago 5:16, RVR1960] Confesaos vuestras ofensas unos con otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
[Romanos 12:10, RVR1960] Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra prefiriéndoos los unos a los otros.
[Efesios 5:21, RVR1960] Someteos unos a otros en el temor de Dios.
[1 Juan 3:2, RVR1960] Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.
[Lucas 7:47, RVR1960] Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama.