El Padre ha venido hablando a través de este vaso profético sobre falsas doctrinas que llevan a los hijos de Dios al error, que, por distintas causas, los llevan a esclavizarse, a no obtener las bendiciones que el Señor les quiere dar. Porque eso es lo que hacen las falsas doctrinas: encierran, esclavizan, cautivan, hechizan, estancan e, inclusive, hasta pueden dar muerte espiritual.
Por eso, nuestro Señor de los ejércitos —el más alto de los altos, el que habita en luz inaccesible, el que está sentado sobre el trono, que gobierna sobre toda potestad, sobre todo principado— levanta en estos últimos días martillos del reino para destruir, para quebrantar, para desolar edificios que el enemigo ha levantado; edificaciones falsas en donde sus hijos están ingresando para buscar cobijo, pero donde al final están encontrando sogas que los atan en vez de libertarlos. Por eso, el Padre me ha enviado como una destructora de doctrinas demoníacas en estos últimos días, para que quizás algunos de ustedes, los que tengan oídos para oír y corazón entendido y humildad para recibir, sean rescatados de toda mentira que los predicadores vanos están hablando en este tiempo de apostasía.
Por eso, el Señor le habla a su pueblo, diciendo: Hijitos, estoy mirando las preguntas de sus corazones. Yo sé lo que se están preguntando en las profundidades de sus corazones y que, inclusive, muchas veces ni siquiera mencionan esas preguntas con sus bocas carnales. No hace falta que ustedes hablen y pronuncien esas preguntas con sus voces para que Yo tenga el conocimiento de cuáles son esas preguntas, porque Yo escudriño la mente y el corazón, dice el Señor, y sé lo que hay en ustedes, sé lo que habita en ustedes, sé lo que se mueve adentro de sus corazones, sé lo que se están preguntando en su interior, y estoy aquí para hablarles, para contestarles, para aclararles esas preguntas que han llevado delante de mi trono, inclusive estando en silencio en esa intimidad conmigo.
Hijitos, ustedes piensan que hablar es solamente cuando hablan con sus bocas, pero ustedes pueden estar hablando en sus corazones, y no hay límite en lo espiritual para que esa voz que sale de sus corazones, pero no es pronunciada con sus bocas, pueda llegar a mis oídos.
Y me viene ahora el pasaje de las Escrituras donde dice que la mamá de Samuel estaba hablando en su corazón, sin abrir la boca para decir lo que estaba orando en su corazón. Sin embargo, el Señor la escuchaba igual. El Señor quiere hacernos saber que nosotros hablamos en nuestro corazón permanentemente, y a veces nos confundimos creyendo o pensando que, porque no hablamos con nuestras bocas, lo que nuestro corazón está hablando nadie lo está escuchando.
[1 Samuel 1:13, RVR1960] Y aconteció que Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía, y Elí pensó que estaba ebria. Pero a lo que voy es a la parte de ese pasaje que dice que Ana hablaba en su corazón
Hijitos, dice el Señor, estoy abriéndoles los ojos a un pueblo sobre las cosas espirituales, a un pueblo que necesita entender que estos son tiempos espirituales. En este tiempo, estoy llamando a mi pueblo a que se mueva más en el espíritu y menos en la carne, a que entienda que hay una realidad espiritual de la cual muchos siguen ignorantes y otros la conocen en parte.
Hijitos, ustedes todavía no conocen como deberían conocer. Hay muchas cosas que ustedes las conocen en parte, dice el Señor, no completamente. Por eso Yo estoy quitando velos de los ojos y estoy abriéndoles el entendimiento para que suban la escalera en ese entendimiento espiritual, vayan más arriba, puedan crecer y se puedan mover en otro nivel, porque hay distintos niveles de conocimiento, dice el Señor.
Yo (Noelia) veo distintos niveles espirituales que están uno por encima del otro, como franjas, donde se mueven las personas. Son como líneas que separan el espacio en el espíritu, simbolizando distintos niveles de conocimiento celestial, y me refiero a una ciencia eterna y verdadera.
Hijitos, dice el Señor, ustedes tienen que ser humildes y entender que se están moviendo en distintos niveles de conocimiento. Algunos están en las franjas de más abajo, otros están en un nivel intermedio, y otros están elevados en el conocimiento que viene de arriba y no de abajo.
Yo (Noelia) veo la iglesia del Señor Jesucristo como una torta dividida en distintas porciones, porque hay diferencias dentro de la iglesia del Señor Jesucristo entre los hijos de Dios. Hay cosas que nos diferencian, por más que compartimos y formamos parte del mismo cuerpo de Cristo, del cual Él es la cabeza. Yo estoy viendo que hay una porción de esa torta que se mueve en una franja que representa un cierto nivel de conocimiento espiritual, otra porción se mueve en un nivel que está un poquito más arriba, y así las distintas porciones de esta torta. Todos estamos en distintos niveles de conocimiento espiritual, porque a eso se refiere esta visión.
El Señor dice que quiere que los que estén más abajo comiencen a subir en el nivel de conocimiento espiritual, y por eso el Señor está utilizando martillos como yo, que quebrantan la piedra para destruir creencias falsas que se mueven en ustedes, para derribar altares a doctrinas demoníacas, altares en los cuales, sin querer y sin saber, muchos de ustedes han venido sirviendo. En este tiempo, el Señor está utilizando martillos de distintos tipos para talar árboles que no dan fruto —árboles que representan doctrinas implantadas en los jardines de sus corazones— para que ustedes puedan crecer en el conocimiento de Dios, de nuestro Señor, para que puedan ser más libres que antes.
El Espíritu me está haciendo saber ahora que un mayor conocimiento de las cosas espirituales trae más libertad, porque la ignorancia esclaviza. Por eso, en parte, dice la Biblia en el Viejo Testamento: «Mi pueblo perece por falta de conocimiento». La ignorancia trae esclavitud, estancamiento e, inclusive, puede traer muerte espiritual. La ignorancia de las cosas espirituales no trae nada bueno. Al diablo le favorece que la iglesia del Señor siga ignorante, porque los ignorantes son fáciles de manejar, son fáciles de manipular, porque no pueden discernir entre la verdad y el error; no tienen herramientas para realmente saber separar lo limpio de lo profano.
[Oseas 4:6, RVR1960] Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Es importante ganar conocimiento de las cosas espirituales en estos últimos días, porque el diablo es un espíritu, porque Dios es espíritu y sus espíritus ministradores ayudan al hombre, y porque lo que es espíritu impacta en las cosas físicas. Que nosotros ignoremos la existencia de las cosas espirituales no significa que lo que pasa en el mundo espiritual no nos afecte. Las cosas espirituales existen de todas maneras, ya sea que las ignoremos o no. Por eso, es mejor tener conocimiento sobre ellas, sabiendo que impactan nuestra vida diaria, no solamente en la parte espiritual, sino en todos los aspectos de la vida del hombre.
El Señor dice que hay una ley espiritual bajo la cual se sujetan los astros, la naturaleza y la tierra. La Biblia le llama «la ley del Espíritu». Y, continuando con lo que el Señor viene enseñando, revelando y aclarando en estas últimas transmisiones proféticas, el problema en este tiempo es que muchos de ustedes se están concentrando más en la carne que en el Espíritu, y esto los lleva a la ignorancia de las cosas espirituales: cómo funcionan, cómo se mueven, cómo nos afectan.
[Romanos 8:2, RVR1960] Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
[Romanos 8:5-6, RVR1960] Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Hay una ley espiritual, dice el Señor, y muchos de ustedes comenzaron por el Espíritu, pero después se volvieron atrás, al igual que los gálatas insensatos. El Señor está llamando a abrir los ojos a un pueblo que se le fue quitada la venda de los ojos alguna vez, pero que después ellos mismos volvieron a tomarla para colocársela. Así que este mensaje va para los gálatas modernos, porque así veo que los asemeja el Espíritu Santo en esta palabra.
Hay una diferencia entre vivir en la carne y vivir en el Espíritu, dice el Señor. Hay una diferencia entre ser carnal y ser espiritual. Hay una diferencia entre las obras de la carne y las obras del Espíritu. Y ustedes tienen que aprender a separar estas cosas, y no Yo. Hay un antes y un después del sacrificio del Hijo de Dios. Hijitos, entiendan que muchos están confundidos y han sido cazados por doctrinas de hombres, dice el Señor. Pero, ¿cómo puede guiar un ciego a un ciego?
[Gálatas 6:8, RVR1960] Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Hijitos, dice el Señor, no tengan miedo a la palabra profética. Porque yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que algunos de ustedes tienen miedo de escuchar lo que voy a decir. Tienen miedo de escuchar porque algo en ustedes se está resistiendo, porque sabe que va a ser destruido. Me estoy refiriendo a esas falsas creencias de las cuales habla el Señor, a estas falsas doctrinas que los han venido atando, esclavizando y oprimiendo por tanto tiempo para que no sean verdaderamente libres. Por eso dice la Palabra del Señor que la verdad os hará libres, porque lo que no es verdad esclaviza, ata, oprime, detiene de avanzar. Pero la verdad no solamente liberta, sino que provoca avance en la vida espiritual y provoca que la persona que camina en esa verdad lleve frutos por el Espíritu.
Hijitos, dice el Espíritu, no teman lo que les voy a hablar. Porque yo (Noelia) estoy viendo un pueblo que en su corazón está pensando: «Señor, no nos hables sobre eso». Y me viene este pasaje:
[Éxodo 20:19, RVR1960] Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.
Las mismas reacciones que tuvieron los hebreos una vez que salieron de la tierra de Egipto sigue teniendo la iglesia de hoy en día. En su corazón, muchos de ustedes se quieren escapar ya de esta transmisión, porque el diablo les está hablando, diciéndoles que si la escuchan van a tener que hacer algo con eso, van a estar comprometidos, van a tener que reaccionar y, quizás, van a tener que cambiar.
Hijitos, no tengan miedo, dice el Señor, porque quiero traer libertad a sus vidas. Quiero que entiendan lo que nunca habían entendido hasta ahora. Quiero desbloquearlos en las partes donde ustedes sienten que están bloqueados. Quiero abrirles los caminos que hoy están cerrados en sus vidas por falta de conocimiento. Hijitos, bajen el escudo; no se tapen los oídos. Porque yo (Noelia) veo que algunos de ustedes están así: «No, no, no quiero escuchar». Hijitos, no tengan miedo a mi palabra si saben que tienen que pesar todas las cosas. Sean prudentes y escuchen, dice el Señor, porque si lo que va a hablar esta sierva verdaderamente viene de mí y ustedes no lo toman, no lo escuchan, no lo creen y no lo aplican, entonces no es contra ella que se están levantando, sino contra mi palabra y contra mi verdad.
Hijitos, entiendan que vine para rescatarlos y no para esclavizarlos, dice el Señor. Estoy quitando vendas, estoy rompiendo sogas que los ataban. No es fácil salir de la tierra de Egipto, lo sé, dice el Señor, pero Yo puedo sacarlos de ahí, de esa esclavitud en donde esas falsas doctrinas los han tenido por tantos años, con mano fuerte y extendida. Hijitos, Yo puedo hacerlo y Yo voy a hacerlo, dice el Señor. Voy a sacar a mi pueblo del error, a ese remanente que verdaderamente quiere saber la verdad, a ese remanente que verdaderamente quiere escuchar la verdad, al que no tiene miedo de oír mi voz, al que no endurece su corazón cuando les hablo. Abran sus corazones para oír y tengan paz, dice el Señor, porque ahí donde se mueve el Espíritu de Dios hay libertad.
Ustedes tienen que pesar al árbol por sus frutos, dice el Señor, juzgar a mis ministros por sus frutos y no por sus apariencias. Hijitos, hay mucha confusión en mi casa y la estoy barriendo y la estoy limpiando, dice el Señor. ¿Quieren ser ustedes parte de esa limpieza y de esa renovación? Porque estoy arrancando árboles de raíz para plantar lo que sí lleva fruto, lo que sí viene de mí. Y estos árboles no solamente representan ministros apóstatas, sino doctrinas de demonios que enseguecen al pueblo del Señor, que lo atan, lo enferman, lo esclavizan, lo maldicen y lo matan.
Hijitos, soy Yo el dueño de la viña, dice el Señor, el que me estoy ocupando de limpiar las uvas y las plantas, y soy Yo el que me estoy ocupando de limpiar esas plantas para que lleven mucho fruto. Estoy quitando todo lo que no sirve de en medio, para que puedan crecer como una viña que está saludable, dice el Señor. Estoy quitando los bichos, como cuando un agricultor limpia esos viñedos para que la planta crezca saludable, sana y lleve mucho fruto.
Hijitos, dice el Señor, ustedes son míos, y los estoy refinando y estoy quitando toda mugre de ustedes, de sus corazones, de sus mentes. Algunos de ustedes tienen el entendimiento entenebrecido, pero Yo vengo a poner luz en las áreas de su entendimiento que están oscurecidas. Yo vengo a poner la luz porque Yo soy la luz, dice el Señor. Ábranme la puerta que estoy golpeando a través de esta palabra, dice el Señor, para que pueda transformarlos, para que pueda reformarlos acorde a mi diseño original. Hijitos, no teman, dice el Señor, y reciban este pan celestial que verdaderamente los va a alimentar.
Así que todos ustedes que entraron con miedo tienen que arrepentirse ahora y pedirle al Señor que los perdone, que los limpie y que les ayude a escuchar y entender estas palabras. En los últimos mensajes proféticos, el Señor nos viene hablando, y aún no ha terminado de enseñarnos sobre este tema de las diferencias entre el viejo pacto y el nuevo pacto, entre la ley de Moisés y la ley de Cristo, entre la ley de las obras y la ley de la gracia, entre la ley de la carne y la ley del Espíritu.
Ahora estoy viendo las tablas de piedra que el Señor le entregó a Moisés en el monte Sinaí, y a Moisés hablando con Dios, y estoy viendo con qué majestad se le reveló el Señor a Moisés. Estoy conociendo ahora que Dios se reveló a Moisés en el carácter del Padre, con una fuerza arrolladora, con un carácter estricto, con una severidad impactante.
[Éxodo 31:18, RVR1960] Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
Yo estoy sabiendo ahora que nuestro Elohim viviente se puede revelar a las personas de distintas maneras. En el caso de Moisés, el Señor se reveló a él en la figura de Dios Padre, y no de Dios Hijo o del Espíritu Santo. Se reveló como un Dios total, como un Dios de fuerza, de poder, de majestad, como un rey al cual no se le pueden objetar las decisiones que tome. Cuando el Señor se reveló a Moisés, la revelación fue tal que Moisés temblaba de miedo, pensaba que se iba a morir y sus rodillas se le doblaban. Él pensó que la presencia de Dios lo iba a matar. Moisés tuvo miedo cuando Dios se le reveló, porque al estar en la presencia de esa majestad, de ese poder que no tengo palabras para explicarlo… Porque lo estoy sabiendo cómo es, pero me faltan palabras para describirlo para que ustedes lo entiendan.
[Éxodo 3:6, RVR1960] Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
[Hebreos 12:21, RVR1960] Tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando.
Moisés sintió su humanidad débil en la presencia de ese Dios que se manifestó de esa manera ante él, que se reveló desde esa faceta. Moisés se sintió menos que una hormiga, por decirlo de alguna manera. Pudo entender quién era esa divinidad que estaba enfrente de él y la diferencia entre el hombre y el Dios de Israel. Pero yo estoy sabiendo que, de las tres personas que forman ese Elohim, la revelación de Dios a Moisés fue desde el punto de vista del Padre, y no de Jesús ni del Espíritu Santo.
No estoy diciendo que no existieran en ese momento ni mucho menos, sino que la revelación de Dios para con Moisés en ese tiempo fue desde la perspectiva de Dios Padre, y no de Dios Hijo ni de Dios Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque los corazones en ese tiempo eran corazones de piedra. Por la dureza de los corazones, si en ese tiempo Dios se hubiera revelado desde la personalidad del Hijo y no del Padre, no hubieran estado listos para recibir la salvación a través del carácter del Hijo. Por eso necesitaban que Dios se les revele en ese tiempo a través de la figura del Padre, porque eran duros de cerviz y no estaban aptos ni listos para recibir las cosas de otra manera.
Antes de que el Señor le dé la ley a través de Moisés, no había una ley a la cual sujetarse. Había pecado en el mundo, dice la Biblia, pero no había una ley que condene ese pecado. Las personas en esa era estaban tan acostumbradas a hacer lo que querían prácticamente, que necesitaban una vara de hierro. Antes de que el Señor estableciera el viejo pacto, no había reglas para seguir. Había pecado, pero no había nadie que les dijera que eso estaba mal, en el sentido de que el Señor no había dado leyes que ellos tenían que cumplir; no les había enseñado tan claramente cuáles cosas eran pecado y cuáles no.
[Romanos 5:13, RVR1960] Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
Ustedes tienen que entender, me dice el Señor, que antes de que Dios le entregara la ley a Moisés y estableciera el viejo pacto a través de ese mediador que era Moisés, la gente pecaba por doquier, pero no se les inculpaba de ese pecado porque Dios no les había dado una guía que les indique cuáles cosas estaban bien y cuáles estaban mal, y no existía una ley por la cual fueran juzgados e inculpados de esos pecados que sí estaban cometiendo, pero de los cuales no tenían conocimiento. Es decir, si yo estoy viviendo en una ciudad que tiene leyes de tránsito y dentro de esas leyes de tránsito no hay ninguna que diga que no puedo andar a más de 120 kilómetros por hora, entonces no estoy transgrediendo esa ley. Si no hay una ley vigente que me diga que no puedo andar en el auto a más de 120 kilómetros por hora y yo estoy andando a 140 kilómetros por hora, entonces no estoy transgrediendo ninguna ley.
El pecado sobreabundaba antes de que se estableciera la ley de Moisés, y los hombres eran terriblemente duros, porque el pecado endurece el corazón. Imagínense a qué nivel había llegado el estado del hombre para cuando el Señor los sacó de la tierra de Egipto para llevarlos al desierto y luego a conquistar la tierra prometida. No había límites establecidos. Eran como ovejas descarriadas, como ovejas fuera de un redil, sin nada que las contenga, metafóricamente hablando. Entonces, para cuando el Señor estableció el viejo pacto a través de su siervo Moisés, tuvo que ser de una manera dura, de una manera estricta, de una manera firme y con consecuencias graves para que las personas escuchen y tal vez obedezcan. Si esas reglas, en ese momento, no hubieran sido tan duras, las personas que antes estaban sin ley y que venían con un comportamiento extremo, sin límites, no hubieran escuchado, no hubieran reaccionado, no hubieran prestado atención.
Por eso el Señor tuvo que manifestarse de la manera en que se manifestó en ese tiempo en particular: leyes estrictas, leyes que ponían límites a ese libertinaje que existía antes de la ley de Moisés, límites claros, límites estrictos y bien delimitados. El Señor tuvo que darle a Moisés una ley escrita y clara para cada situación de la vida del hombre, para que aprendan cómo manejarse dentro de los estatutos del reino. La consecuencia de transgredir las leyes de Moisés era la muerte física en muchas ocasiones.
[Deuteronomio 17:6, RVR1960] Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo.
Imagínense lo dura que tenía que ser la enseñanza para que entiendan que no debían hacer ciertas cosas o que tenían que empezar a hacer otras que nunca habían hecho antes. Era necesaria una enseñanza extrema, una enseñanza límite. Entonces, cuando piensan en el viejo pacto, dice el Señor, a muchos de ustedes les cuesta entender, porque comparan al hombre de esa era con el hombre de hoy. Pero tienen que entender que se trataba de una situación completamente diferente: el corazón del hombre, su entorno, su conocimiento y los límites de ese tiempo eran muy distintos. Por eso, ese viejo pacto fue hecho únicamente para esa realidad y ese momento en la historia del hombre.
Hijitos, dice el Señor, entiendan que a veces ustedes se imaginan algo que no es como se lo están imaginando. Cuando ustedes leen el viejo pacto, lo están asimilando al día de hoy, sin tener en cuenta que el marco en el que se estableció ese pacto con el hombre de ese tiempo es absolutamente distinto. Por eso, muchos de ustedes pensaban: «¿Cómo puede ser que Dios le haya dado una ley tan dura a los hombres, que cuando alguien adulteraba lo mataban a piedras?». Muchos de ustedes no entienden a ese «Dios del Antiguo Testamento», como dicen. Pero es que no están entendiendo el contexto de esa época, el estado de los hombres en esa época y de dónde venía el hombre de esa época.
Hijitos, dice el Señor, entiendan que, cuando Jesús se sacrificó por la humanidad, fue un antes y un después. La vida del hombre cambió. El hombre cambió por causa de ese sacrificio. El corazón del hombre cambió de un corazón de piedra a un corazón de carne, como dice la Palabra, y las leyes que estaban escritas en la piedra las escribí en los corazones. Pero, porque después del sacrificio del Señor Jesús el corazón del hombre cambió, el estado del hombre cambió y todas las cosas fueron elevadas a lo espiritual.
Yo (Noelia) veo una línea que divide completamente entre un antes de Jesús y un después de Jesús en el Calvario. Son dos cosas distintas que tienen que ver entre sí, que se relacionan entre sí, dice el Señor, pero es un antes y un después de esa cruz. Es un antes y un después de ese sacrificio eterno, perfecto, inmaculado, completado, consumado. Tienen que entender lo que significa el sacrificio del Hijo de Dios en esa cruz, dice el Señor. Y muchos de ustedes se confunden entre el viejo pacto y el nuevo pacto porque no tienen una revelación profunda de lo que sucedió ese día, cuando Él se entregó y resucitó. Hijitos, entiendan y pongan su mirada en Jesús, dice el Señor.
Yo (Noelia) estoy viendo que, cuando Él murió, se rajó el velo del templo, hubo un terremoto y el sol se oscureció, porque hasta los astros entendieron lo que sucedió ese día. Sin embargo, gran parte de mis hijos aún no entiende lo que sucedió ese día, dice el Señor. Fue un cambio de era, un cambio de tiempo. El hombre ingresó en otra dimensión y empezó a tener acceso a cosas a las que antes no podía acceder porque no estaba listo para ello.
[Mateo 27:51, RVR1960] Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.
El sacrificio de Jesús a ustedes les dio acceso a una libertad en el Espíritu a la cual el hombre no podía acceder antes porque estaban atados a las reglas de la carne.
[Hebreos 10:19-20, RVR1960] Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne…
Ustedes tienen acceso a poder caminar en el Espíritu, dice el Señor, bajo las leyes espirituales que se establecieron a partir de su muerte, bajo este nuevo pacto que trae libertad. Existe el pecado, dice el Señor, pero es juzgado y pesado por las leyes espirituales que están vigentes y activas en este tiempo, en esta era. Hijitos, dice el Señor, entiendan la diferencia, porque mi Hijo abrió la puerta a un nuevo tiempo para la vida del hombre. Sean entendidos de lo que significa un pacto, dice el Señor. Para que entre en vigencia, es necesario que haya muerte y derramamiento de sangre. El primer pacto se estableció con el derramamiento de la sangre de los animales sacrificados, pero el nuevo pacto, que es el segundo pacto, fue establecido a través del derramamiento de la sangre del Hijo de Dios y de su sacrificio.
[Hebreos 9:16-17, RVR1960] Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.
Por eso, cuando murió Jesús, hubo señales que marcaron un antes y un después en la vida del hombre, como el velo que se rajó en dos, como el terremoto que ocurrió, como el sol que se oscureció. Hubo distintas señales cuando Jesús murió, porque a partir de allí se estableció un segundo pacto, un nuevo pacto en su sangre y no en la sangre de los animales. Entró en vigencia este nuevo pacto en su sangre, eternamente y para siempre, porque el primero no era perfecto, pero no en el sentido de que Dios lo hizo con error. Sin embargo, muchos de ustedes quieren volver a lo que no fue suficiente en vez de quedarse con lo mejor. Hijitos, entiendan, dice el Señor, sean entendidos.
[Hebreos 8:7, RVR1960] Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
Yo (Noelia) veo ahora que la mente de algunos de ustedes se está esforzando para entender, porque estas ideas erróneas estaban tan arraigadas en sus mentes que les cuesta escuchar la verdad y entenderla. Pero el Señor está destruyendo de a poco esos bloqueos en tu mente. La Palabra va a obrar igual en tu mente y va a hacer todo lo que Dios quiera. Pidan entendimiento al Señor, me dice el Espíritu Santo. Golpeen la puerta hasta que se les abra, y les voy a revelar, dice Dios, porque quiero revelar en este tiempo todo tipo de verdad y reemplazar todo error y toda mentira por la verdad.
[Romanos 10:4, RVR1960] Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Yo (Noelia) veo la sangre de Jesús que corre en ese sacrificio. Veo la sangre de Jesús que chorrea. Los demonios sufrieron y gritaron porque vieron su derrota cuando esa sangre chorreaba en esa cruz. Cuando los demonios entendieron lo que estaba pasando en ese momento, se desesperaron aún más de lo que ya estaban, porque eso quitó toda duda de que el Hijo de Dios había sido victorioso y que nos iba a dar la victoria a nosotros. Los demonios entendieron que ese era su final, en el sentido de que ya no había ningún tipo de esperanza de ganarle a Dios. No iban a tener a dónde escapar. La cruz fue la sentencia de ellos. La sangre de Cristo derramada fue lo que sentenció eternamente y para siempre a Satanás y a todos los ángeles que se rebelaron junto con él y que lo sirven.
Hijitos, dice el Espíritu, hasta los demonios entienden lo que pasó en ese día, pero parte de mi iglesia no. Y yo (Noelia) escucho la palabra «revelación». Pidan revelación de lo que significa el sacrificio de la cruz, dice el Señor, de lo que pasó ese día.
[Colosenses 2:15, RVR1960] Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Los demonios «se querían matar», como se dice en Argentina. Esto lo digo yo (Noelia), es mi expresión, y significa que no hay escapatoria. Estoy viendo ahora en una visión que los demonios se agarraban la cabeza, gritaban, lloraban, sufrían, se quemaban. Eran quemados por lo que sucedía en el espíritu. Se tapaban los ojos; no querían ver ese sacrificio. Eran torturados cuando veían a Jesús colgado en esa cruz. Fue como si el juez hubiera golpeado el martillo y los hubiera sentenciado eternamente y para siempre, sin escapatoria para nunca jamás. Los demonios no tuvieron a dónde ir y se quedaron sin recursos. Fueron derrotados a través de esa sangre que corría en ese madero.
Encima, los demonios veían esa sangre como oro, como dinero para comprar almas. Ellos miraban esa sangre que corría en ese madero y, al mismo tiempo, sabían que esa sangre iba a ser el pago para comprar toda alma que crea en el Hijo de Dios y en su muerte y resurrección. Como dice la Biblia, estamos comprados a precio de sangre, pero no a precio de sangre de los animales, que en realidad nunca pueden quitar el pecado ni justificar al pecador, sino a precio de sangre perfecta, inmaculada, del Santo de los Santos, del Hijo de Dios.
[Hebreos 9:12-14, RVR1960] Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
[1 Pedro 1:18-19, RVR1960] Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
Pidan a Dios revelación sobre lo que pasó en esa cruz. La revelación es clave, porque tener revelación de lo que sucedió en ese sacrificio les va a abrir las puertas para muchas cosas que ahora están cerradas, y van a poder avanzar en muchas áreas que ahora están frenadas porque les falta revelación de lo que pasó en esa cruz.
Eso marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Jesús vino a traer libertad, redención, justificación, perdón de los pecados, lavamiento de los pecados. Por eso dice Colosenses 1:14: «en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados». Entonces, nosotros, los hijos de Dios, los que creemos en el Hijo de Dios —que murió por nosotros en esa cruz cargando nuestras rebeliones y que resucitó al tercer día y está sentado a la diestra del trono de la majestad del Padre— tenemos que entender que estamos viviendo, caminando y siendo juzgados bajo este nuevo pacto que fue establecido por el derramamiento de la sangre del Hijo de Dios.
El Señor dice que estudien sobre el nuevo pacto en la Biblia y que aquellos a quienes les falta entendimiento y conocimiento sobre lo que estoy hablando se concentren en este tiempo en el nuevo pacto en la Biblia, porque muchos ojos van a ser abiertos cuando lo hagan.
Hijitos, repite el Señor, entiendan que hubo un antes y un después. Antes, los corazones eran duros y no estaban listos para caminar en la ley de la libertad. Necesitaban reglas firmes, estrictas, claras, que les pongan límites que ellos fueran capaces de entender y de seguir. Pero después de la cruz, por causa de lo que el sacrificio de Jesús provocó en el hombre, en la tierra y en todas las cosas, la creación estuvo lista para caminar de distinta manera, libre de las ataduras de la ley de Moisés. El Señor escribió las leyes en los corazones de los hombres y comenzó a enseñarles a caminar bajo una ley espiritual y no bajo una ley carnal, porque ya el hombre estuvo preparado para entender las cosas espirituales y para practicarlas, para hacer obras por el Espíritu de Dios y no por las leyes escritas; no por ordenanzas de hombres, no por las ordenanzas establecidas en la ley escrita que le dio el Señor a su siervo Moisés y a su pueblo, sino por la guía del Espíritu Santo.
Hay una diferencia entre el antes y el después, dice el Señor. Y yo (Noelia) veo que caen esposas de las muñecas ahora por lo que estoy hablando. No aten sus corazones, dice el Señor, porque hay hombres que enseñan pero no saben, hay hombres que predican pero no entienden, y hay hijos de Dios que no tienen revelación y que, teniendo vendas puestas, le enseñan a otros y les colocan las mismas vendas a otros. No todo el mundo tiene revelación de esto, dice el Señor, pero en estos días estoy trayendo más luz sobre esto para libertar a un pueblo que estaba en esclavitud.
Hijitos, dice el Señor, entiendan que el foco de este tiempo es Jesús y no Moisés. Entiendan que bajo este nuevo pacto lo que justifica es la fe y no las obras. Y muchos de ustedes creen que, por cumplir ciertas reglas de obras de Dios, ciertas reglas de obras de la carne, van a ser justificados. Hijitos, dice el Señor, no están entendiendo lo que es el amor, la ley del amor, porque cuando ustedes aman, cumplen con la ley, pero la ley que está escrita en sus corazones, porque sus conciencias les indican lo que está bien y lo que está mal. Al estar la ley escrita en sus corazones, internamente ustedes saben por sus conciencias lo que está bien y lo que está mal, y cuando van a hacer algo que está mal, su conciencia les acusa, porque tiene conocimiento de la ley que está escrita en sus corazones. Por eso, cuando la conciencia de ustedes les avisa antes de hacer algo que eso que están por hacer está mal, y ustedes igualmente lo hacen, están transgrediendo la ley espiritual escrita en sus corazones. No están transgrediendo la ley escrita en las tablas de Moisés; están transgrediendo la ley espiritual escrita en sus corazones.
Antes, en el tiempo de Moisés, los hebreos tenían que leer lo escrito en esas tablas para fijarse si lo que iban a hacer estaba bien o mal. Esa era la guía para ellos. Pero nuestra guía actual es nuestra conciencia, porque la conciencia es lo que sabe lo que está escrito en nuestros corazones. Hay una transgresión de la ley actual, porque pecado hubo siempre en el mundo. El pecado siempre existió y sigue existiendo: antes de la ley de Moisés, durante la ley de Moisés y durante la ley de Cristo. Antes de Moisés, el pecado no era juzgado porque no había una ley vigente para el hombre; durante Moisés era juzgado por la ley de Moisés, pero después del sacrificio de Jesús es juzgado por la ley de Cristo, por la ley de la fe, por la ley espiritual escrita en nuestros corazones.
[Gálatas 5:18, RVR1960] Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Esto se refiere a la ley de Moisés, porque el Espíritu Santo siempre nos va a guiar a hacer lo bueno y no lo malo. El Espíritu Santo siempre nos va a guiar a amar y no a odiar. El Espíritu Santo siempre nos va a guiar a cumplir la ley espiritual vigente hoy, bajo el pacto de Cristo, bajo el nuevo pacto, con las leyes escritas en nuestros corazones y no en tablas de piedra. En el tiempo de Moisés, bajo el pacto de Moisés, la guía era lo que estaba escrito en esas tablas de piedra, para saber lo que estaba bien y lo que estaba mal y lo que el hombre tenía que hacer o dejar de hacer. Pero en este tiempo, cuando la ley es espiritual, somos guiados por el Espíritu de Dios, o deberíamos ser guiados por el Espíritu de Dios. Nuestra guía es el Espíritu Santo.
En el tiempo de Moisés, el Señor se reveló a los hombres desde la cara de Dios Padre. Después, se reveló su Hijo, Jesús. Y después, cuando Jesús se fue, envió al Espíritu Santo. Son tres manifestaciones distintas de un mismo Dios, de acuerdo con lo que los hombres estaban listos para recibir y entender en ese tiempo. Pero cuando vino el Espíritu Santo, después de que Jesús resucitó y envió al Espíritu Santo a ser nuestro guía, nuestro consolador, nuestro confortador y todo lo que dice la Palabra, el hombre ya había pasado por una preparación para poder recibirlo, para poder caminar bajo una ley espiritual y no carnal, y para poder seguir su guía.
El Señor vino preparando al hombre desde la caída del hombre en adelante, hasta la redención de todas las cosas. El Señor fue transformando al hombre de un estado de roca dura y lo fue educando, a través de las distintas eras, para ser apto para recibir al Espíritu Santo y poder caminar bajo su guía en este tiempo. Hay una progresión de lo que es bajo a lo que es alto, de lo que es denso a lo que es liviano, de lo que es carnal a lo que es espiritual. Hay una progresión de las cosas: el tiempo donde la ley no existía, donde había pecado pero no había una ley que inculpe de pecado; después, el tiempo de la ley de Moisés escrita en las tablas, bajo la cual el hombre comenzó a ser juzgado; y, finalmente, la ley de Cristo, que es una ley espiritual bajo la cual somos juzgados hoy en día.
Es una progresión, pero en vez de verlo en horizontal, les recomiendo visualizarlo en vertical para entenderlo mejor, porque la progresión es de abajo hacia arriba. El Señor fue acercando al hombre a su presencia y a entender las cosas espirituales y celestiales. Desde la caída del hombre, el Señor comenzó a levantar al hombre, a redimirlo y a redimir todas las cosas progresivamente. El Señor comenzó a enseñar y restablecer al hombre, pero fue paso a paso: del estadio del hombre pecando pero sin una ley que lo juzgara, a más arriba, donde se recibió la ley de Moisés, y de ahí aún más arriba, elevándose a una ley espiritual y ya no carnal. El hombre fue aprendiendo a vivir por el Espíritu de Dios.
Si ustedes visualizan lo que estoy diciendo, se ve cómo las cosas se van levantando de abajo hacia arriba, así como en la Biblia se visualiza el infierno abajo, la tierra en el medio y el cielo arriba, donde habita el Señor. El Señor fue levantando al hombre hasta que esté preparado para recibir a la Jerusalén celestial, para la redención final de todas las cosas. Es un plan profético de Dios que podemos leer en las Escrituras, desde el principio, en el Génesis, hasta el fin, en el Apocalipsis. Ustedes tienen que entender las distintas características en esas eras de la vida del hombre y lo que hizo el Señor acorde al estado del hombre en esas eras, para ir preparándolo, para levantarlo y para levantar y redimir todas las cosas.
Hay cosas que tienen que ser reveladas, que solamente se entienden por revelación, porque la revelación es traer luz a algo. La revelación es como quitar el velo que cubre algo, como la palabra «apocalipsis», que significa revelar algo, quitar lo que impide que tus ojos vean. Se te quita ese velo del medio, y entonces vos podés finalmente ver las cosas como son. Muchos de ustedes necesitan revelación para poder entender lo que el Señor está hablando a través mío. Pídanle esa revelación, pidan esa luz, porque Él la quiere dar; Él quiere iluminar las mentes en este tiempo.
Valoren el sacrificio de la cruz, dice el Señor. Hijitos, estudien, entiendan y valoren lo que significa lo que pasó en ese sacrificio ese día, en esa crucifixión. Estudien, pregunten, entiendan, escudriñen y valoren, dice el Señor. Concéntrense en eso, porque eso les va a dar entendimiento en todo lo demás. La revelación del sacrificio de Jesús es la llave para entender todo lo demás.
Yo (Noelia) sigo viendo las tablas de Moisés nuevamente, y veo cuando Moisés las rompió porque se enojó. Cuando él bajó de la montaña, los hebreos habían hecho un becerro de oro. Se fue por unos días, y el pueblo fue rápido para hacerse un ídolo. Imagínense cuánto se había enojado Moisés para que rompiera las tablas que Dios mismo había escrito con su dedo. Yo lo veo a Moisés rompiendo esas tablas, y entonces Moisés tuvo que volver otros 40 días al monte otra vez, y el Señor le volvió a dar las tablas de piedra. Eso es lo que significa «pacto renovado», dice el Señor, porque la Biblia dice que cuando Dios le volvió a dar las tablas de piedra otra vez, estaba renovando el pacto que había hecho con ellos. Pero no era que había establecido otro pacto, no era todavía un nuevo pacto, sino que fue como ratificar lo que ya les había dado, lo que ya les había dicho.
[Éxodo 34:1, RVR1960] Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.
[Éxodo 34:4, RVR1960] Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra.
Eso es lo que significa que el Señor renovó el pacto, pero no fue que el Señor lo cambió, no fue que le agregó ni le quitó, sino que reestableció lo que Moisés había quebrado. Lo volvió a escribir, pero era el mismo pacto. Sin embargo, Jesús vino a establecer algo nuevo bajo los mismos principios, pero de una nueva manera. Por eso el Señor repite tanto que hay un antes y un después de la cruz. No es que la ley de Moisés no sirvió para ese tiempo, no es que Dios se contradijo entre el viejo pacto y el nuevo pacto, pero hay una diferencia que marca la cruz y la sangre derramada de Jesús, una diferencia en la manera de aplicar los mismos principios. No es que se anularon completamente las leyes y el hombre quedó sin ley a partir del nuevo pacto, dice el Señor, sino que la ley se elevó a la manifestación espiritual, a las cosas espirituales.
Por eso, durante el pacto de Moisés, los que no guardaban el Shabbat, por ejemplo, eran lapidados. El castigo por no guardar el Shabbat bajo la ley de Moisés era la muerte, pero bajo la ley espiritual, Cristo es el Shabbat. Por eso dice la Biblia que el Hijo del Hombre es señor del día de reposo. No es que la ley desapareció a partir del sacrificio de Jesús, sino que se transformó. Es un mismo principio de descanso, que antes se aplicaba en la carne y se juzgaba en la carne, pero a partir del sacrificio de Jesús es en el espíritu y se juzga a través de la ley espiritual, y nuestro descanso es en Cristo Jesús. Él es nuestro descanso. Él es el Señor del descanso.
Hijitos, dice el Señor, ustedes no entienden lo que significa descansar en mí. Muchos de ustedes dicen que descansan, dice el Señor, y se refieren a los que guardan el Shabbat como en el tiempo de Moisés, pero no están descansando en mí. No están descansando en el Espíritu, sino en la carne, y sus espíritus muchas veces no tienen descanso, no tienen reposo, aunque ustedes puedan estar reposando un día completo en el cuerpo. Hijitos, dice el Señor, Yo soy el descanso que ustedes necesitan, porque ustedes pueden descansar todo el tiempo que quieran, corporalmente hablando, pero si no están en mí, sus espíritus no van a tener ningún reposo. Yo soy el Señor del Shabbat, dice el Señor Jesús. Yo soy el dueño del descanso, y todo el que quiera descansar lo tiene que hacer en mí.
Hijitos, dice el Señor, entiendan lo que les estoy hablando y no se cierren a mis palabras. Muchos de ustedes no tienen reposo, por más que sigan reglas que los hombres les quieren imponer, porque sus cuerpos pueden estar descansando, mientras sus espíritus están sin reposo. Pero si ustedes habitan verdaderamente en mí, dice el Señor, ustedes van a aprender lo que es descansar en un nivel espiritual y no carnal. Hijitos, entiendan, lean la Palabra para renovar la manera en la que piensan. Están pensando carnalmente y no espiritualmente, dice el Señor. Están aplicando mal las leyes espirituales por ignorancia.
Hijos, hay un descanso para el pueblo de Dios, pero es el reposo de las obras. Y cuando dice «el reposo de las obras», está hablando sobre las obras que la gente tenía que hacer para poder ser justificada bajo el viejo pacto. Yo soy el que da descanso, dice el Señor, y Yo soy el descanso. Cuando ustedes caminan por el Espíritu Santo, dice el Señor, ustedes van a estar descansando, porque están descansando de sus obras. Porque el que anda por la carne y no por el Espíritu Santo obra, pero obra por la carne y no por el Espíritu Santo. En cambio, cuando ustedes andan por el Espíritu Santo, dice el Señor, ustedes van a realizar obras, pero son obras guiadas por el Espíritu Santo, que llevan frutos eternos.
[Hebreos 4:9-10, RVR1960] Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
[Efesios 2:10, RVR1960] Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Hay distintos tipos de obras, dice el Señor. Los que están en Cristo Jesús, que son guiados por el Espíritu de Dios, obran, pero obran por el Espíritu y no son justificados por obras, sino por la fe en la que caminan para obedecer a ese Espíritu Santo que los inspira, para que sepan cuáles son las obras que tienen que hacer. Ellos son sostenidos por el Espíritu Santo y no hay esfuerzo, y entonces no se cansan. El que va por el Espíritu no se cansa porque no hay esfuerzo físico, no hay esfuerzo carnal, porque uno no obra por la propia fuerza. Cuando uno va por el Espíritu Santo y se mueve guiado por el Espíritu Santo, las obras que uno produce son el resultado de obedecer la guía del Espíritu Santo.
Hay distintos tipos de obras: están las obras de la carne y están las obras del Espíritu. Las obras no justifican al hombre, sino el vivir por fe, porque el justo vivirá por la fe, dice la Biblia. La fe es la que justifica al hombre. Por la fe el hombre será justificado, pero el hombre no será justificado por las obras de la ley de Moisés. El hombre será justificado por creer, por fe en Cristo Jesús, por caminar por fe, porque la fe es lo que justifica al hombre, como dice la Biblia:
[Gálatas 3:6, RVR1960] Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
[Romanos 4:3, RVR1960] Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
Hijitos, dice el Señor, entiendan la diferencia entre obrar por la carne y obrar por el Espíritu de Dios. Si ustedes obran por el Espíritu de Dios, reposan al mismo tiempo. El verdadero reposo es andar por el Espíritu y no por la carne. Porque el que anda por la carne se tiene que esforzar para obrar, pero el que anda por el Espíritu es sostenido por el Espíritu y no necesita hacer esfuerzo para llevar fruto, para tener obras que manifiesten la fe. El reposo es estar en el Espíritu. El reposo es vivir por el Espíritu Santo. El reposo es obedecer la guía del Espíritu Santo. Porque el que reposa en Cristo en lo espiritual es llevado por ese Espíritu; no tiene que hacer esfuerzo para remar en ese río, sino que el río lo va llevando.
El que va por las obras de la carne hace fuerza. Es como alguien que rema contra la corriente, porque no es el Espíritu el que lo lleva, sino el mismo hombre que quiere avanzar por la carne. Pero el que va por el Espíritu se deja llevar y entonces puede reposar, como cuando alguien va en un bote llevado por la corriente del río y ni siquiera hace falta remar. La persona que va impulsada por la corriente de ese río, que en esta visión que veo en este momento representa al Espíritu Santo de Dios, no necesita remar y puede reposar, estar quieta, sin esforzarse ni nada, mientras es llevada por ese río. Pero el que no es llevado por ese río y quiere ir por la carne, y quiere obrar por la carne, no tiene reposo porque tiene que remar permanentemente para llegar a donde él mismo quiere ir.
El Espíritu nos lleva a donde Dios quiere que vayamos. Pero si vamos por nosotros mismos, no solo vamos por nuestra propia fuerza, sin tener descanso, sino que podemos estar yendo hacia donde nosotros queremos, pero no es a donde Dios quiere. Por eso es tan importante seguir la guía del Espíritu Santo, conocerlo, escucharlo, entenderlo y vivir por el Espíritu de Dios. Hay que reposar, pero hay que reposar en el Espíritu. Hay que aprender a entrar en ese descanso.
Hijitos, dice el Señor, entiendan que el shabbat en este tiempo es espiritual, porque la ley es espiritual y no carnal. Hay un shabbat, pero es espiritual, y el Espíritu Santo los guía cuando tienen que descansar. Ya no es un día santificado para el Señor, sino que Jesús santificó todos los días para el Señor. Aprendan a descansar por el Espíritu de Dios y no bajo reglas establecidas para otro tiempo, otra constitución del hombre y otra enseñanza del hombre, que ni siquiera se pueden ajustar a la necesidad de descanso que ustedes tienen hoy, cada uno en particular.
Es el Espíritu Santo el que les tiene que decir cuándo abrir la canilla y cuándo cerrarla, cuándo trabajar y cuándo descansar, cuándo moverse y cuándo estar quietos, cuándo producir y cuándo recuperarse para seguir produciendo. Muchos de ustedes tienen tantos problemas físicos, de enfermedades emocionales, de relaciones con otras personas, porque no descansan nunca.
Sean espirituales y no carnales, dice el Señor, y déjense llevar por ese río del Espíritu y reposen en mí, porque el día de reposo fue hecho por causa del hombre y no el hombre por causa del día de reposo. Entiendan, dice el Señor, escudriñen las Escrituras y comprendan. Pregúntenme y me voy a revelar a ustedes, y les voy a explicar qué significan todas estas cosas y por qué dice la Biblia que hubo un cambio de ley y que era necesario quitar lo primero para establecer lo segundo.
Yo (Noelia) veo un pan grande, gordito, nutritivo que el Señor les ha dado hoy, y ahora tienen que masticar. Estas palabras van a seguir trabajando en ustedes los días que vienen. Todas las preguntas que tengan, dice el Señor, que se las pregunten a Él. Dice la Biblia:
[Juan 3:8, RVR1960] El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
[Hebreos 7:12, RVR1960] Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.
Así que mediten en esto, dice el Señor, y descansen en mí, porque mi yugo es liviano y ligero de llevar. Es ligera mi carga en comparación con el yugo de la ley de Moisés, que era pesado de llevar y que Él ya cargó por nosotros. Él cumplió con ese yugo; llevó el yugo de la ley de Moisés, cumpliendo con ella plenamente, y así Él se hizo digno de establecer un nuevo pacto en su sangre, porque fue el único que cumplió a rajatabla con esa ley, ganando el derecho de terminar con ese viejo pacto y establecer uno nuevo, porque Él lo cumplió.
Yo (Noelia) veo un círculo que se cierra. Jesús cumplió con la ley de Moisés. Él cerró ese círculo. Cuando Él murió, habiendo cumplido con la ley de Moisés, le dio fin a la vigencia del primer pacto y dio inicio al comienzo de un nuevo pacto, en su sangre.
Sean libres, dice el Señor. Hijitos, no tengan miedo de ser libres, no tengan miedo de renovar su mente, no tengan miedo de ganar entendimiento. Los estoy libertando, dice el Señor. Quiero usarlos con poder, pero a muchos de ustedes no puedo usarlos con poder porque son tan carnales que no les puedo manifestar las cosas del Espíritu en sus vidas, porque son ustedes los que quieren seguir poniendo la atención en las cosas de la carne y no en las del Espíritu. Eleven sus vistas espirituales para entender lo que es de arriba y no lo de abajo, dice el Señor, para que pueda derramar de mi poder en ustedes y que, siendo guiados por el Espíritu Santo de Dios, testen, prueben, saboreen la manifestación de ese poder a través de señales, prodigios, milagros, sanidades.
Muchos de ustedes no tienen testimonios poderosos de lo que Dios hace porque no se mueven por el Espíritu. Le ponen barreras a la manifestación del Espíritu de Dios en sus vidas. Quiero moverme entre mi pueblo con puertas abiertas. Quiero entrar en sus vidas, en sus casas, en sus congregaciones y manifestarme con portentos, con señales, con prodigios, dice el Señor. Pero muchos de ustedes tienen becerros de oro que tienen que ser destruidos primero para que la manifestación de ese poder se mueva libremente en mi casa.
Hijitos, renueven la manera en la que piensan. Sean entendidos de las cosas espirituales. Pongan su foco en las cosas espirituales y no en las terrenales. Oh, hijitos, entiendan lo que significa «ley espiritual», dice el Señor, la ley que está en vigencia hoy por causa del derramamiento de la sangre del Hijo de Dios. Comprendan que las cosas se elevaron a un nuevo nivel espiritual y que el pecado puede nacer en el corazón, dice el Señor. Antes, el pecado se juzgaba cuando era hecho de manera física, cuando era concretado en la carne. Pero la ley espiritual es mucho más sublime, es mucho más fina, y el pecado puede ser concretado en el corazón.
Por eso dice la Biblia que antes el adúltero pecaba cuando cometía el adulterio y la paga era la muerte por lapidación. Pero bajo la ley espiritual de Cristo, cuando un hombre mira a una mujer para codiciarla en su corazón, ya está pecando en su corazón, y la consecuencia puede ser una muerte espiritual. Son los mismos principios, pero aplicados desde otros anteojos, bajo otra perspectiva, aún más fina, aún más rica, aún más detallista.
Los bendigo; bendigo sus mentes; bendigo sus corazones. Atacamos toda serpiente de mentira que quiere prohibir recibir esta enseñanza y entenderla, en el nombre de Jesús. Corto toda maldición que se haya generado por causa de intentar guardar la ley de Moisés. Porque dice la Biblia que el que falla en un punto de la ley falla en todos los otros, y esto genera maldición.
[Gálatas 3:10, RVR1960] Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Corto esas maldiciones para todos aquellos que se arrepienten ahora de haber querido guardar esa ley, de haber querido vivir bajo ese pacto y no bajo el pacto del Hijo de Dios, establecido a través de su sangre. Quito esposas espirituales de las muñecas, sogas que ataban.
La única ley vigente, la cual ustedes pueden cumplir y están aptos para cumplir, es la ley de Cristo, dice el Señor. Mediten en estas cosas. Duérmanse meditando en estas cosas. Pídanme que les dé sueños, visiones, profecías, revelación de las Escrituras para poder entender mejor estas cosas. Busquen la libertad. Búsquenla, dice el Señor. Anhelen la libertad y el conocimiento de arriba. Los amo, hijitos, los amo. Los amo, dice el Señor. Ustedes son míos, mis piedras preciosas que estoy tallando, que estoy limpiando. Los amo. Los estoy lavando, dice el Señor. Reciban mi amor, reciban la libertad y no se coloquen bajo hallo.
Gracias, Señor. Gracias, Padre amado. Santo eres, Señor, poderoso salvador eterno, redentor de todas las cosas. Gracias, Jesús, hermoso, precioso, bondadoso Señor, que trae libertad a su pueblo. Señor, te damos toda la honra y toda la gloria a ti. Corto todo hechizo por causa de falsas creencias ahora, en el nombre de Jesús. Amén.