El Señor te bendiga, hijo de Dios, hija de Dios o toda alma que esté escuchando ahora esta transmisión, que quiera conocer al dueño de todo, al creador de todo lo que existe, al que se mueve en las esferas espirituales más altas, al que gobierna sobre la Tierra, sobre el cielo y sobre lo que está debajo de la Tierra; a ese Dios que todo lo puede, a ese Dios para quien nada es imposible, a ese Dios que todo puede cambiarlo, que todo puede reanimarlo, que todo puede revivirlo, a Él nos vamos a dirigir hoy juntos en esta oración en público, buscándolo.
Porque esas fueron las instrucciones que se me han sido dadas para el día de hoy. El otro día nos reunimos para interceder por el país de Chile por el Espíritu Santo y bajo sus directivas; pero hoy el Señor ha mandado a que ore públicamente y comparta esta oración contigo, y podamos congregarnos en el Espíritu, buscándolo, humillando nuestros rostros delante de Él para que quizás reciba este sacrificio de oración, este olor fragante.
Porque así es, así es cuando un justo busca al Señor en oración y en ayuno, esas oraciones son como un incienso aromático que se desprende del que ora y viaja hacia las narices del Padre que está sentado en su trono, y Él se agrada de esa entrega.
La gloria sea para el Señor, dice Mateo 6:7, Y orando no uséis vanas repeticiones como los gentiles que piensan que por su palabrería serán oídos; hoy vamos a abrir nuestros corazones, porque la voz que se va a escuchar públicamente voy a ser yo Noelia, pero voy a orar proféticamente conforme a lo que el Espíritu ponga en mi espíritu y que ustedes estén necesitando.
El Espíritu Santo recogerá peticiones de todos los corazones que se congregan conmigo durante esta transmisión e inclusive después, porque todo es posible para Él, en el tiempo y en el espacio, y las traerá por ese mismo Espíritu Santo a mi espíritu, las volcará en mi vaso profético, para que yo, abriendo mi boca, lleve esas peticiones delante del Señor.
La palabra del Señor dice: Que tenemos que pedir como nos conviene, no lo sabemos; pero que el Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles. Es el Espíritu Santo el que tomará esas peticiones que hay en tu corazón y las colocará en mi vasija, para que cuando yo ore por esas cosas, esas palabras sean derramadas en la vasija del Señor.
Hoy intercederemos por nosotros mismos, oraremos por nosotros mismos al Padre en el nombre del Hijo a través del Espíritu de Dios, vuelvo a repetir, hoy oraremos al Padre en el nombre del Hijo por el Espíritu de Dios, aleluya, alabado sea Señor, bendito sea tu nombre.
Así que mientras yo comience a orar, si quieres, ponte de acuerdo conmigo para que se vaya formando un ejército de oración, una congregación de justos que orando eficazmente al Señor, tal vez Él no solo nos escuche, sino que envíe las soluciones del trono que estamos necesitando, que la iglesia está necesitando, que los que lo buscan, que los que le creen, que los que lo esperan están necesitando.
Porque dice también la palabra de Dios que la oración eficaz del justo, aprovecha mucho; la oración eficaz, no de cualquier persona, sino del justo, aprovecha mucho y aquí estamos.
Padre Celestial, Padre Eterno, Padre Perfecto, venimos Señor delante de tu trono, a orar por nosotros mismos y por todo aquel que está necesitando escuchar estas oraciones guiadas por tu Espíritu, en el nombre de Jesús, en el nombre del hijo de Dios, porque Él, aquel que ahora está sentado a la diestra del Padre, es Él que intercede por nosotros en ese trono de la gracia, porque por Él y para Él y a través de Él, todas las cosas existen y todas las cosas subsisten.
Porque Él fue quien, siendo inocente, fue entregado, se entregó a sí mismo por nosotros en ese matadero doloroso, para obtenernos, a través del dolor de ese sacrificio, porque Él, Yeshua, Jesús, el hijo de Dios, Jesucristo, el Ungido, nuestro salvador, ese Mesías; nos obtuvo a través de ese sufrimiento, por lo tanto, es en su nombre que debemos dirigirnos al Padre en oración, pidiendo todas las cosas, pero siendo inspirados a través del Espíritu Santo.
Oh Padre, en el nombre de Él, en el nombre de Jesús de Nazaret, venimos en este momento Señor, a derramar delante de tu trono nuestras peticiones, henos aquí, Señor, reconociendo que Tú eres el Creador y nosotros los creados, dice:
[Colosenses 1:16, RVR1960] Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Y venimos Padre, en su nombre, juntos en un solo corazón, en una sola intención, unidos en un mismo espíritu, Señor, a buscarte, a dejar toda carga con la que venimos cargando estos días delante de tus pies, para buscar de tu ayuda Señor, para buscar tu ayuda. Te necesitamos Señor, confesamos con nuestros labios santos que te necesitamos Señor, que necesitamos que nos salves Padre, de nuestra maldad, porque solos no podemos salir de este barro Padre.
Necesitamos Señor, que nos muestres toda verdad en nosotros, que no podemos ver, te buscamos hoy, te buscamos humillados Padre, bajamos nuestros mentones delante de ti, bajamos todo ojo altivo delante de ti Señor, así como los 24 ancianos que tiran sus coronas delante de ti, porque solo Tú eres el Rey de Reyes y Señor de Señores, y no nosotros, y no ellos, y no nadie más, Tú eres la autoridad máxima, Tú eres el Rey sobre todo Rey, tu trono, Señor, está por encima de todo principado, de toda potestad, de todo dominio.
Señor, por eso ellos tiran sus coronas delante de ti, nosotros hoy hacemos lo mismo, Señor, venimos humillados, reconociendo nuestro estatus de criaturas hechas por tu mano Padre, dejando nuestra autosuficiencia de lado mientras estamos delante de tu presencia, dejando de comportarnos como si nosotros fuéramos nuestra solución; porque no lo somos, Señor, porque cuando confiamos en nosotros mismos Padre, tantas veces fallamos, porque nos olvidamos que no podemos salvarnos a nosotros mismos.
Te necesitamos Padre, recurrimos a la fuente de las soluciones, a la Fuente del rescate, a la fuente de la vida, al único que con un solo toque de su dedo santo, santísimo y poderosísimo, puede cambiar cualquier tipo de situación difícil en la que estemos, Padre henos aquí como hijitos que le piden desesperados de comer a sus papás, Señor, te reconocemos como nuestro papá, como nuestro Padre Celestial, pero no cualquier padre, no un padre como los padres imperfectos humanos, sino como nuestro Padre, ya sean padres de sangre o padres adoptivos, padres espirituales, no hay ninguno perfecto como Tú, Señor.
Por eso recurrimos a ti, porque Tú no te puedes equivocar, nunca te desvías, nunca te equivocas, nunca haces el mal cuando quieres hacer el bien, como nuestros padres; venimos delante de ti, Señor, como hijitos necesitados de la protección de su papá, Señor, inspira los corazones para que sepan pedir como conviene, y derrama en este vaso, esas peticiones por el Espíritu Santo; el administrador perfecto, para que cada palabra, Señor, que en esta noche ore, no caiga en tierra, sino que lleve el fruto que tenga que llevar, acorde a tu voluntad.
Padre, Tú sabes lo que necesitamos mejor que nosotros, porque a veces creemos que necesitamos algo, y hasta en eso podemos equivocarnos, Señor, perdona nuestra terquedad, perdona, Señor, porque a veces insistimos en pedirte algo que no nos conviene, no nos damos cuenta, Señor, ábrenos los ojos, ábrenos los ojos.
Porque cuando hacemos eso, somos como un auto que va derecho a estrellarse contra la pared una y otra vez, y no entendemos que no es por ahí, Señor, que no es por ahí, que no es ese el camino de la oración en el que debemos andar, perdónanos, porque también, Señor, a veces te buscamos, pero nuestras motivaciones están equivocadas, no son buenas, sino que son malas, Señor, perdónanos, perdónanos.
Hoy estamos acá, Señor, totalmente dispuestos a recibir tu corrección, a recibir entendimiento de lo que no entendíamos hasta hoy, Señor, muéstranos cómo orar como conviene, cómo orar para alegrar tu corazón, Señor, cómo orar de una manera que te complazca, cómo orar de un corazón puro, Señor, Padre, inspíranos por el Espiritu Santo.
Gracias, Señor, te damos gracias, porque no podemos verte con nuestros ojos carnales, pero sabemos que estás ahí, porque no hace falta verte, Señor, para saber que estás ahí, porque te hemos creído, Padre, te hemos creído, hemos creído a la Palabra, Señor, que dice que estarías con nosotros hasta el fin de los días a través de tu Hijo.
Padre, gracias, gracias por lo que tenemos en primer lugar, porque Tú amas, un corazón agradecido que se acerque a ti, primeramente reconociendo Señor, que todo lo que tenemos viene de ti, que no hay nada bueno que podamos tener que no venga de ti, porque Tú eres bueno, Señor. Gracias, Señor, por todo lo que tenemos, desde lo físico, lo material, lo espiritual, las personas que están en nuestras vidas, el pan en nuestra mesa, Señor, la Palabra que nos alimenta cada día y la posibilidad de poder servirte, de poder seguirte.
Gracias, Señor, porque este momento es un regalo, estos minutos de vida, Señor, son un regalo que viene de ti, porque Tú determinaste un tiempo para la vida del hombre, desde principio a fin, y si Tú no haces latir los corazones por tu Palabra, Señor, no estaríamos vivos para glorificarte, para eso es nuestra vida, Señor, para glorificarte, y queremos hacerlo, enséñanos Padre, cómo se hace, realmente, enséñanos a honrarte Señor, a entregarnos a ti como un sacrificio vivo, no solo de oración, no solo en los ayunos, sino en la alabanza, en la adoración, sirviéndote Señor, en todas las cosas.
Gracias Padre, porque aún nos das tiempo para glorificar tu nombre. Porque desde el momento que nacemos de nuevo, Señor, nuestra vida se trata de eso, de glorificar tu nombre a través de nuestro caminar. Ayúdanos, Señor. Ayúdanos, Padre, a que tu nombre sea glorificado en las Naciones a través de cada uno de nosotros, límpianos para llevar aún más fruto para tu reino, enséñanos Señor, cómo redimir el tiempo, porque muchos de nosotros Señor, a veces no estamos aprovechando bien el tiempo como conviene Señor a los santos, dejamos escapar esos segundos, esos minutos, esas horas que podrían glorificar tu Santo Nombre.
Perdónanos, Señor, porque a veces nos perdemos en las cosas de la vida, en las obligaciones diarias, en los placeres terrenales, en el entretenimiento, perdónanos Señor, por ser superficiales, por ser abstractos, por decir que te creemos Señor, y que tenemos la verdad y no caminar en ella muchas veces, perdónanos Señor.
Ayúdanos a levantarnos como un edificio, Padre, que necesita ser construido, muéstranos nuestra identidad Señor, muchos de nosotros que estamos acá congregados no sabemos quiénes somos en ti y por más de que tu nombre está escrito en nosotros, por más de que te pertenecemos, aún no podemos vernos claramente en el espejo de tu verdad Señor.
Perdón, perdónanos si no hemos hecho lo suficiente para encontrar esas respuestas, si no hemos sido diligentes en todas las cosas como dice la Biblia, perdónanos Señor, porque a veces somos perezosos, porque no hacemos nuestra parte, porque somos cómodos, porque esperamos Señor, todas las cosas de tu mano, y no es que Tú no nos la quieras dar, sino que nosotros no nos levantamos a buscarlas.
Señor, danos fuerzas para hacer lo que tenemos que hacer, para hacer nuestra parte y fuerzas para resistir todo esto que estamos pasando, porque son tiempos difíciles, Padre, necesitamos que redobles la medida de fe que nos diste, Padre venimos a pedirte desesperadamente que aumentes nuestra fe, Señor, aumenta nuestra fe, rogamos por una nueva medida de fe, necesitamos esa fe para poder resistir a los tiempos finales.
Padre, abre nuestro entendimiento, porque en muchas cosas estamos ciegos, es como que a veces tu Palabra Señor, nos rebota en la frente y no entra en nuestro entendimiento, somos duros, obstinados; perdón Padre, perdón, ayúdanos en ese área, ablanda nuestro corazón, ayúdanos a dejar de defendernos de ti, pensando que nos vas a hacer mal.
Perdónanos, Señor, porque a veces nos protegemos de ti en vez de protegernos del mal, el enemigo de las almas, es él y a veces nos confundimos pensando que eres Tú la fuente de nuestro mal, cuando en realidad Señor, es él, el que vino a robar, a matar y a destruir.
Perdónanos, Señor, porque caemos en este engaño, le creemos a él que nos miente, al igual que le mintió a Eva; Padre, cometemos el mismo error que ella de escucharlo y no solo eso, sino que le contestamos y hasta a veces le decimos Amén a él y no a ti Señor.
Perdónanos, Señor, perdona, Padre, pero acá estamos, como vasos dispuestos, vaciados de todo conocimiento que nosotros podamos haber adquirido o que estimamos como valioso, Señor, en realidad no es nada en comparación de tu conocimiento, de tu sabiduría que sobrepasa todas las cosas.
Señor, impártenos sabiduría de la verdadera, de la celestial, de la que proviene de tu seno para poder reconocer tu Palabra, discernirla, entenderla; Señor, Padre, abrázanos, abrázanos, Señor, necesitamos consuelo, en el nombre de Jesús, Señor, seguimos orando por un abrazo tuyo, nos sentimos tristes y afligidos, algunos desesperados por tu amor, secos, necesitamos una palabra tuya.
Como dijo aquel que le pidió al Señor tan solo una palabra tuya bastará para la sanidad, una palabra necesitamos Señor de tu parte, tan solo una palabra bastará para sanarme, Señor, abrázanos, Padre, ámanos, muéstranos ese amor.
Danos una señal de ese amor. Aunque en realidad, Señor, muchas veces nos olvidamos de que nos diste la señal más grande de todas, la señal, Señor, fue ese madero, allí donde entregaste a tu Hijo. Esa fue la señal más grande, Señor, que nos diste de tu amor, nos olvidamos Señor, y a veces te buscamos para que nos ames, para que nos abraces, nos consueles, nos recuerdes que nos amas, olvidándonos, Padre, de que la señal está en la cruz, que esa es la muestra más grande de tu amor hacia nosotros.
Porque Señor, cuántos de nosotros seríamos capaces de entregar a nuestros hijos para salvar a otros. Sin embargo, Tú, Señor, nos amaste tanto, tanto, que entregaste a tu Hijo Unigénito, Señor, para salvarnos, estando nosotros revolcados en nuestras inmundicias, Padre, perdónanos, porque a veces te pedimos más, más que eso, aún más, no, no se alcanza muchas veces, que nos hayas regalado semejante muestra de amor Señor.
Perdónanos, porque nos olvidamos de esa sangre que corrió por los clavos, nos olvidamos de esas espinas dolorosas en la frente, nos olvidamos del dolor que tu Hijo sufrió en esos latigazos y cuánto le costó llevar esa cruz, nos olvidamos de que fue vituperado por causa nuestra, por nuestra culpa, nos olvidamos de que lo escupieron, Señor, de que lo desnudaron, avergonzándolo, adelante de esos inicuos que se burlaban del Hijo de Dios.
Perdónanos Señor, perdónanos porque somos tan necios que nos olvidamos, Padre, nos olvidamos de que ya nos diste esa señal de la cruz, necesitamos, Señor, que nos enseñes a valorar ese sacrificio, Señor, te pedimos en esta noche que nos ayudes a entender lo que pasó ese día en un nivel mayor, necesitamos Padre una revelación de Jesucristo, como le revelaste a tu siervo Juan a Jesucristo, necesitamos una revelación de quién es Jesús, El Señor, como se lo revelaste a Saulo, Señor, cuando estaba ciego; revélanos a tu Hijo, revélanos, porque hay distintos tipos de revelaciones, distintos niveles de revelaciones y hoy venimos delante de ti juntos para pedirte que nos reveles en un nivel mayor a aquel que se entregó por nosotros en ese Calvario, Señor.
Despeja nuestros pensamientos, ayúdanos a renovar la manera en la que pensamos sobre quién es Jesús. Porque muchos de nosotros pensamos que lo conocemos, Señor, y nos equivocamos; y porque los que lo conocemos, Señor, pensamos que eso es todo, pero hay mucho más para conocer sobre Él, Señor, queremos ir mar adentro en la revelación de tu Hijo Jesús, te pedimos esa revelación que nos transforma para siempre sobre quién es el Hijo de Dios, el Mesías que vino a rescatarnos, el único que nos puede sacar de todo error, de toda equivocación, el que vivió y caminó nuestra vida, la vida del hombre sobre la Tierra, al que le diste un cuerpo y le diste tiempo y le hiciste conocer los caminos de la vida.
Como dice la Palabra, al que siendo Dios, bajó a la Tierra para ser entregado por nosotros, después de haber caminado como caminamos nosotros, Él conoció nuestro dolor, conoció nuestras alegrías, conoció los caminos de la vida del hombre, siendo Dios, lo hizo por nosotros y de su propia voluntad y para obedecerte, Señor.
Entregó su vida para después volver a tomarla, revélanos lo que eso significa, Señor, revélanos Padre, porque somos cortos de entendimiento, somos cortos para alcanzar la revelación de ese amor. Padre, rompe en nosotros todo corazón de piedra, reemplaza Señor, todo corazón endurecido por un corazón blandito para saber amar; no solo a ti Señor, sino al prójimo, como Tú amas y no como amamos nosotros, imperfectamente.
Oh, Señor, enséñanos a amar, derrama en nosotros de ese amor celestial, ese amor perfecto, porque la Biblia dice que Tú eres amor, Tú eres amor, Señor. A veces estamos cortos de amor, aún leyendo la Biblia, nos equivocamos al amar, ofendemos, queremos amar y no nos sale, Señor, hacemos daño, necesitamos que nos enseñes cómo amar, como Tú amas.
Perdónanos porque somos arrogantes, orgullosos y pensamos que ya somos perfectos, porque creemos en ti, porque tenemos la gracia de la salvación, la oportunidad de ser salvos y otros no; perdónanos, Señor, porque somos arrogantes hasta con eso Padre, somos como el recaudador de impuestos y la otra persona, el fariseo, somos como el fariseo que te decía, Señor, «Gracias porque no soy como ellos», somos igual Señor, a esos fariseos que se piensan, se pensaban, que eran mejor que los demás, pero tenían el corazón lleno de orgullo, lleno de arrogancia, lleno de soberbia.
Solamente porque conocían las escrituras y pensaban que tenían conocimiento, pero era un conocimiento sin revelación, un conocimiento terrenal y no celestial, un conocimiento sin amor. Padre, queremos ser como el otro ejemplo, como el recaudador de impuestos, manteniéndonos humildes, y reconociendo que somos siempre tus discípulos, Señor, que siempre te necesitamos, y que nuestro refinamiento nunca termina Señor, sino hasta que nuestra vida se termina.
Señor perdónanos, porque a veces nos juntamos en nuestras congregaciones y hablamos palabras infladas, murmurando sobre los inconversos, sin tener misericordia sobre ellos, diciendo: «Sí, porque tal o cual está en este pecado y se comporta de esta manera», olvidándonos de que nosotros estuvimos ahí y que necesitábamos un salvador y que de ahí nos sacaste, Señor.
[Lucas 18:13, RVR1960] Más el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, sé propicio a mí, pecador’.
Perdónanos Señor, porque somos como pan con levadura que se infla, en una manera que llega a un punto que ya no alimenta, porque tiene tanto aire por dentro que pierde la sustancia alimenticia, que pierde la consistencia.
Perdónanos Señor, porque así somos cuando nos reunimos con nuestros hermanos, con nuestros mentones altos, nuestros ojos altivos, diciendo somos mejores que los que están afuera.
Perdónanos Señor, porque en vez de tener piedad y buscar a esas almas descarriadas, en agradecimiento por tu rescate Señor, a nosotros cuando estábamos ahí, nos dedicamos a hablar mal de ellos.
Perdónanos Señor, hay una iglesia que te busca, hay un cuerpo imperfecto que tiene que ser enseñado, que tiene que ser corregido, que tiene que ser restaurado, que el velo que está sobre él tiene que ser quitado, Señor; te pedimos, te pedimos que quites todo velo de nosotros, que nos impide discernir la verdad del error.
Padre, tantos de nosotros somos indecisos, perdónanos, Señor, danos un espíritu decidido, danos un martillo, para poder tomar decisiones que nos ayuden a acercarnos a ti, porque Tú eres la solución para todas las cosas, porque dice la palabra: Buscad el reino de Dios primeramente y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas.
Señor, revélanos cómo buscarte lo que nos está faltando a cada uno de nosotros, porque sin ti estamos perdidos, porque sin la inspiración de tu Espíritu no sabemos para dónde ir, porque sin el poder de tu Espíritu Santo Señor, nada podemos hacer.
Somos como un árbol que no da fruto. Oh, amado nuestro, Padre Celestial, enséñanos a adorar en espíritu y en verdad, porque Tú estás buscando verdaderos adoradores en estos días finales Señor, y no mentirosos hipócritas que muestran una cara delante de los hombres, pero por dentro no les interesa acercarse a ti, Señor.
Coloca ese tipo de amor por ti, porque todo viene de ti, hasta eso te podemos pedir, Señor, amarte más, porque Tú pones el querer como el hacer, dice tu Palabra: queremos amar más, queremos mostrarte que te amamos más, derrama más amor por ti, por tus cosas, interés por tu Palabra Señor, por el cuarto secreto, henos aquí, desnudados delante de tu presencia, porque no hay nada que tú no veas, desnudados en el sentido de que no queremos esconderte nada.
Nos presentamos delante de ti Señor, tal cual somos, tal cual nos sentimos, tal cual estamos, sin querer mostrar una cara que no tenemos, sin querer sonreír cuando estamos tristes, ni fingir algo que no es cierto Padre, acá estamos muchos de nosotros, quebrados al punto que sentimos que ya no podemos más.
Restáuranos Señor, Tú sabes todas las cosas. Tú sabes Señor, mejor que nosotros de lo que tenemos necesidad. Pero de igual manera nos anhelas tanto Señor, que quieres que abramos nuestras bocas para pedírtelo, porque anhelas relacionarte con tus hijos, que te hablen, que te cuenten cómo se sienten honestamente.
Como cuando alguien se va a tomar un café con su papá terrenal y comparte cómo se siente genuinamente y honestamente. Así, Señor, así esperas que tus hijos vengan delante de ti, reconociendo sus debilidades para que tal vez, encontrando gracia delante de tu trono, también poder encontrar de tu ayuda.
Oh, Padre celestial, gracias, Señor, gracias, Señor, gracias, porque tus ángeles están anotando estas peticiones, porque no eres ajeno a lo que te estamos diciendo, porque estás pesando lo que estoy hablando y lo que los corazones de mis hermanos que estamos todos juntos congregados orando hacia ti están hablando.
Gracias, Señor, porque ni siquiera hemos hablado, ni siquiera la palabra sale de nosotros, que Tú ya la conoces toda, pero igual quieres que nos expongamos delante de ti. Gracias Padre, por enseñarnos todas las cosas, y también perdónanos Señor, porque a veces pensamos que ya lo sabemos todo, que conocemos toda la Biblia, que no hay nada más para aprender.
Qué ignorantes, Señor, qué necios que podemos ser cuando pensamos eso, qué arrogancia de pensar que conocemos todos los misterios que están escondidos en tu Palabra, Señor, qué orgullo el nuestro Padre, cuando decimos, «Me aburre leer la Biblia porque ya me la conozco toda», perdónanos, Señor, porque otra vez, a veces somos como ese fariseo que creía que se la sabía todas cuando nuestro conocimiento es limitado.
Señor, es como una pequeña gota en el mar de tu conocimiento y de tu sabiduría, perdónanos Señor, porque a veces, por causa de esa arrogancia, no recibimos revelaciones sobre tu Palabra, porque en realidad, en el fondo de nuestros corazones pensamos y creemos de verdad que no la necesitamos; perdónanos Señor.
Nos arrepentimos de todas estas cosas Padre, nos arrepentimos, los que nos sentimos frustrados porque hemos golpeado la puerta en algunas áreas Señor, buscándote sobre eso y aún no se ha abierto esa puerta, porque no recibiendo aún la respuesta Señor, hemos creído a Satanás, que nos dijo, «a tu Padre, no le importas, Él no te responde porque no te escucha, Él no te responde porque no existe», y tantas otras cosas, cuando nos compraste a precio de sangre, el valor que nosotros tenemos está en esa cruz.
Nos arrepentimos Señor, de creerle al enemigo más que a ti, Padre, venimos a buscar de tu benevolencia Señor, para que quizás extiendas tu mano sobre nuestras cabezas y coloques una protección alrededor de los que nos sentimos solos, desamparados y desprotegidos Señor, ten misericordia de nosotros; Hijo de David, míranos Señor, y ten compasión de nosotros, que equivocándonos regularmente, igualmente intentamos acercarnos a ti y caminar y ser de tu agrado.
Padre Celestial, bendícenos, bendice nuestras manos, bendice el fruto de nuestro vientre, bendice nuestros cuerpos, bendice nuestras mentes para poder pensar mejor, bendice Señor, nuestros corazones para poder amar mejor, bendice nuestros hogares Padre, nuestras familias, nuestras casas y todo lo que nos diste Señor, para dedicarlo a ti.
Bendícenos Señor, quebrando toda maldición sobre nosotros, perdónanos Señor, porque tantas veces hemos hablado lo que no nos conviene, maldiciéndonos a nosotros mismos, a través de esas palabras necias; perdónanos, Señor, porque tantas veces hemos maldecido a otros, hablando lo que no conviene, repitiendo lo que nos habla la serpiente, en vez de bendecirlos.
Perdona nuestra ignorancia, Padre, porque tu pueblo perece por falta de conocimiento y muchas veces pronunciamos este versículo Señor, creyendo que no es para nosotros, siendo que tantas veces somos ignorantes de las cosas espirituales, ignorantes de tu corazón, ignorantes de tu manera de pensar, ignorantes de tus intenciones para con nosotros, que quieres el bien para nosotros y no el mal.
Perdónanos Señor. Estamos aquí, parados delante de ti, despojados de todo bien material, porque desnudos vinimos al mundo Padre, y desnudos nos vamos a ir, y todas las cosas en esta Tierra son temporales Señor, son pasajeras, efímeras.
No se comparan con las celestiales, con lo invisible, con lo que permanece para siempre. Ayúdanos en este momento Señor, a poner nuestra mira en las cosas celestiales y no en las terrenales. Ayúdanos a cambiar el foco, Padre, si está en un lugar a donde no tiene que estar. Abre nuestros ojos para verte mejor. Queremos conocer a ese Dios de la Biblia, al Dios de los hebreos, pero también al Dios no solo de los judíos, sino de los gentiles que te buscan, Señor a aquellos que estamos pasando por un proceso de conversión.
Y yo, Noelia, estoy hablando como si fuera esa persona, Señor ayúdanos a terminar de convertirnos a ti, a los que no nos hemos decidido de dar ese paso, de dejar bautizar, que nos bauticen en el agua, Padre danos la convicción de que lo tenemos que hacer. Señor te pedimos el bautismo del Espíritu Santo para todos aquellos que aún no lo hemos recibido, a este regalo del cielo, a este don celestial.
Bautízanos, en espíritu y en fuego para pertenecerte cien por ciento, para poder ver tu reino y para poder entrar en Él; como dice tu Palabra: Bautizados en el agua y en el Espíritu para poder transformarnos en ciudadanos del reino de los cielos, obteniendo todo pase a nuestra ciudadanía celestial.
¡Oh, Aleluya, Señor! Alabado seas, bendito sea tu santo nombre, glorioso Salvador poderoso, majestuoso Rey, cuyo Espíritu está en todos lados, porque todo está en ti.
Te reconocemos Señor, reconocemos que eres grande y nosotros pequeños, sabio Señor, y nosotros ignorantes, poderoso, y nosotros débiles. Por eso venimos, ante la fuente de lo perfecto, de lo inamovible, de lo que perdura para siempre, a la fuente de la vida eterna, para que te glorifiques en nuestras debilidades.
Gracias, Señor, gracias, Padre, y delante de ti en esta petición grupal, Señor, te pedimos por aquellos que no te conocen, Padre, por nuestros hijos inconversos, por nuestros amigos inconversos, por nuestros compañeros de trabajo, por nuestros padres inconversos, familiares, Señor, te pedimos por ellos, úsanos para hablar de tus cosas, para saber cómo evangelizarlos, para saber cómo compartirles las buenas noticias, úsanos Señor, para saber cómo darles esperanza, porque todos ellos están en oscuridad, porque el que no está con la luz está en la oscuridad.
Henos aquí, como dijo el Profeta Isaías, úsame a mí, Señor derrama de tus propósitos sobre nosotros, danos las herramientas para poder cumplirlos. Nos presentamos delante de ti, en esta hora, Padre, para disponernos como vasos útiles, vasos de honra, para ser utilizados, acorde a tu voluntad.
¡Oh, Padre, gracias, Señor, gracias, Abba, gracias, Señor! Danos sabiduría en este momento, para tomar decisiones, para hablar, para callar; sabiduría que pueda ser aplicada en todos los ámbitos de nuestras vidas, y que pueda ser impartida, Señor.
Ayúdanos a serte fiel hasta el final, a no negar tu nombre cuando venga la persecución Padre. Ayúdanos a resistir, como resistió el justo Jesús, cuando lo persiguieron y lo maltrataron y lo mataron. Ayúdanos a ser como Esteban, que clamó que los perdones, aún cuando lo estaban matando. Ayúdanos a tener una fe inquebrantable en el Hijo de Dios, pase lo que pase, cueste lo que cueste.
Señor, ayudanos a ser firmes como una columna que nadie puede doblar, como un edificio que no puede ser derribado, Señor, fortalécenos y guianos en todas las cosas, he aquí nuestra vida que te entregamos en este momento, en una bandeja, como un servicio hacia ti, porque Tú te lo mereces Señor, porque Tú entregaste primero lo más preciado que tenías, que era tu Hijo Unigénito, por amor a nosotros, los que éramos imperfectos.
¡Aleluya, grande eres, Señor, grande eres, Señor, te amamos, te amamos, Señor! No vemos la hora de verte y de mirar a tus ojos de fuego, y de conocer a nuestro amado, a nuestro amigo, cara a cara, y ver esas llamas que arden de amor, de fuego de amor, por nosotros, a nuestro amado Jesús, a ese varón perfecto.
¡Oh, señor, anhelamos ese momento! Ayúdanos a llegar, Señor, danos la fuerza de tu Espíritu para resistir y llegar Señor, danos resistencia hasta el final, para ingresar por esas puertas y encontrarte, y poder abrazarte al fin, Señor Jesús.
Ayúdanos a renunciar a nuestras vidas, a cargar con esta cruz, cada uno en su situación hasta el final. Señor, ¿cómo se hace?, ayúdanos. Gracias Señor, gracias Señor, porque creemos, aceptamos Señor con fe que no necesita ver para saber que es así, que estas oraciones han sido escuchadas, que este incienso ha llegado a tus narices, que tus ángeles han tomado nota de nuestras palabras, y que vas a responder acorde a tu voluntad, en tus tiempos y no a los nuestros.
Ayúdanos a orar, a nuestra manera, a cada uno de nosotros, y no ser como los que repiten oraciones vanas, y no entienden que hay un Padre vivo que quiere escucharnos, derramar nuestro corazón delante de Él , rompe todo bloqueo en nosotros Señor, de cualquier tipo, para estar aún más abiertos a tu luz.
Gracias amado mío. Gracias, gracias, Señor. Gracias, Señor, porque cuando oramos, en vez de vaciar nuestros vasos, nos llenamos como las vírgenes sensatas que tenían sus lámparas llenas de aceite, y hoy hemos llenado por una hora nuestros vasos, nuestras lámparas de aceite, y en vez de estar cansados, nos sentimos renovados.
Gracias, Señor, gracias, Señor, porque eres fiel y respondes a los tuyos. ¡Gracias, Señor, gracias, Señor! Háblanos esta noche por sueños, Padre, ingresa en nuestros sueños y revélate a nosotros, en el nombre de Jesús, revela tus misterios a través de los sueños, como se los revelaba a tus siervos, los profetas, Padre.
Derrama de todo don celestial que tengas para darnos en este momento, y durante las horas que siguen a esta oración, gracias Señor, en el nombre poderoso de Jesús, el que vive y reina en nuestros corazones, y el que está a la diestra del trono de la gracia, bajo cuyo estrado serán colocados todos sus enemigos, quien viene como juez a juzgar a las Naciones, y a levantar a los suyos para vivir eternamente en la Jerusalén dorada, por siempre y para siempre, que será alumbrada por la luz de Dios, donde ya no habrá dolor, sufrimiento, hambre, sino gozo, salud, esperanza eternos, viviendo bajo la gracia del Señor, por siempre y para siempre, amén.
¡Aleluya, alabado sea el Señor! Muy bien, hermanos, nos estamos encontrando, Dios mediante, mañana, miércoles, para realizar, por el Espíritu de Dios, interpretación de sueños, así que, prepárense, los soñadores, para mañana, miércoles 21 de febrero, si Dios lo permite, otra noche más para reunirnos delante de la presencia del Señor, y recibir la revelación que Él quiera dar, la interpretación que Él quiera dar, por su Espíritu. Amén.
Sigan en la oración, en la presencia del Señor, llenando sus lámparas de aceite, y van a ver un cambio en sus vidas, porque la oración por el Espíritu Santo cambia la vida del orador. Amén. La gloria sea para Dios, porque toda buena inspiración viene de Él, de la Fuente de la inspiración. ¡Aleluya, alabado sea el Señor!