Dios te bendiga, amado pueblo del Señor Jesucristo. Hoy es 23 de enero del 2024, y el Señor quiere hablar a su pueblo sobre el yugo desigual, sobre la contaminación y sobre la necesidad de santificación de un pueblo santo de estos últimos días, que se prepara para la llegada, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Dice Segunda de Corintios:
[2 Corintios 6:14-18, RVR1960] No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
El Espíritu de Dios te dice en este día, amado pueblo de Dios: Hijitos, estoy llamando a un pueblo, estoy llamando a un pueblo a que se santifique, a que salgan del barro donde se están metiendo. Mi pueblo está subestimando las cosas espirituales, creyendo que está limpio cuando en realidad muchos de mis hijos se están ensuciando.
Hijitos, hay muchas cosas, que ustedes piensan que son inofensivas, que ustedes piensan que no les hacen daño, cosas en las que ustedes se están metiendo, que las consideran como inofensivas. Sin embargo, dice el Padre, no están teniendo discernimiento para darse cuenta de que se están metiendo en lodo, de que se están ensuciando los pies, y de que esta especie de tierra arenosa, de arenas movedizas, a donde se están metiendo sin darse cuenta los puede llevar lentamente a la perdición.
Hijitos, ustedes son míos, y no todo lo que están haciendo les conviene. Tengan cuidado, porque están jugando con cosas peligrosas, como cuando un niño toma en su mano un fósforo y lo enciende, creyendo que es algo que no le va a hacer mal, algo que divierte, algo que entretiene, pero que si no lo suelta a tiempo, lo va a quemar. Ustedes son iguales.
Hijitos, se están descuidando en cosas donde antes se cuidaban más. Están abriendo puertas de a poco en sus casas, facilitándole la entrada al enemigo, para robarles, para destruirlos, para enfermarlos, para contaminarlos, y que se vayan alejando de mí. Hay cosas que mi pueblo está subestimando, no entendiendo que son peligrosas y que lentamente el lobo de las almas, el enemigo de las almas, el que viene por las ovejas, los está engañando.
Hijitos, no se descuiden, busquen la santidad, manténganse blancos. Porque muchos de ustedes eran impecables, tenían las vestiduras totalmente blancas, pero sin embargo, de a poco se fueron metiendo en cosas del mundo por diferentes razones, cosas que los van ensuciando sin que se den cuenta.
Hijitos, evalúen todas las cosas, dice el Señor. Hay actividades que no los acercan hacia mi luz, sino que provocan que se desvíen, provocan que se ensucien, provocan que se distraigan, provocan que se alejen cada vez más de mí. Este no es un tiempo para tomar las cosas a la ligera, este justamente no es un tiempo para entibiarse, y los que no se acerquen cada vez más a la luz de mi santidad, se van a alejar tremendamente de mí.
Hijitos, algunos de ustedes, están descuidando esta salvación tan grande que les he regalado, y habiendo probado alimento sólido, están volviendo atrás y alimentándose otra vez con leche espiritual.
Hijitos, cuidado, porque algunos de ustedes están retrocediendo por descuidarse en la santidad. Yo llamo a un pueblo a salir de Babilonia. Yo llamo a un pueblo a acercarse a la Jerusalén celestial. Hijitos, no se puede ir en dos direcciones, no se puede servir a dos Señores. O están conmigo, o están con Baal. O caminan hacia mí, o caminan hacia el Diablo. O buscan las cosas de arriba, o buscan las cosas de abajo, dice el Señor. Pero muchos de ustedes aman al mundo, pero el que ama las cosas del mundo, ¿cómo puede esperar las cosas celestiales? El que ama la vida en este mundo, ¿cómo puede anhelar una vida en la eternidad? Es una cosa o es la otra. No se puede negociar, y en este tiempo, hijos míos, la novia se prepara para la llegada del esposo.
¿Cuántos de ustedes están cuidando sus vestiduras como la novia que se mantiene impecable para el momento de entregarse a su esposo? Muchos de ustedes no son así, sino que son como una novia que se cansa de esperar el momento del casamiento y tira el ramo de flores y descuida sus vestidos que estaban impecables y comienza a mancharse, y comienza a meterse en lugares sucios, y ya no es digna de mí.
Hijitos, tengan cuidado. No jueguen con las cosas espirituales. Yo (Noelia) estoy viendo a un malabarista. Dice el Señor que esto representa a muchos de ustedes, y también que algunos de ustedes son como gente que juega a la ruleta.
Tengan cuidado, dice el Señor, porque si ustedes juegan con las cosas espirituales puede salirles mal, peor de lo que piensan, porque el enemigo de las almas, no pierde tiempo, y donde ustedes le otorgan un papel legal, él no pierde tiempo y ciertamente lo va a usar en su contra.
Hijitos, de hecho, muchos de ustedes, están teniendo problemas con sus hijos, problemas espirituales, problemas económicos, problemas de salud. La enfermedad ha ingresado en muchos de sus hogares, y es, en su mayor porcentaje, porque están jugando con las cosas espirituales.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora por el Espíritu que hasta hay mascotas que se han muerto porque ustedes juegan con las cosas espirituales y el enemigo se cobra la vida que le corresponde de acuerdo a las leyes espirituales que ustedes quebrantaron.
Hay entretenimiento que parece inocente pero no lo es. Hay actividades que parecen limpias pero no lo están. Yo (Noelia) veo algunos de ustedes leyendo los horóscopos, algunos aún tienen imágenes de santos en sus casas, de vírgenes, de patrones, de supuestos santos de distintas religiones. Tienen estatuillas de ídolos, de distintas culturas. Tienen cosas robadas en sus casas. Estoy sabiendo ahora que muchos de ustedes están manchando el lecho, metiendo prácticas sexuales en sus matrimonios que no están bien vistas delante de los ojos del Señor. Yo estoy sabiendo ahora que varios de ustedes son permisivos con sus hijos quienes viven en sus casas, que tienen pesa injusta y no le pagan a sus empleados como corresponde sino que abusan de ellos quedándose con parte de su salario que le correspondería.
Hijitos, vayan a lo fino dice el Señor, porque estoy pesando en mi balanza a mi pueblo y al que mucho se le da mucho se le demandará, y el juicio de Dios comienza por mi casa.
Hijitos, este es un tiempo a donde la iglesia está siendo refinada, preparada para la venida del Santo de Israel, y muchos de ustedes están soñando que ocurre el arrebatamiento, pero no son levantados, sino que se quedan en la tierra. ¿Saben Por qué? Porque les estoy advirtiendo que si Yo viniera hoy, no los levantaría conmigo. Porque creen en mí, pero no me obedecen, y hasta los demonios creen y tiemblan. No alcanza con creer. No alcanza con que me llamen «papito», «papito Dios». Yo quiero santidad. Sin santidad nadie estará en frente mío.
[Hebreos 12:14, RVR1960] Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Hijitos, sean coherentes con lo que dicen. Sean coherentes con lo que predican, porque Yo voy a vomitar a todo tibio de mi boca, y la puerta del cielo ciertamente se le va a cerrar en la cara a todo aquel que me tome el pelo, a todo aquel que se burle de mis vestiduras que son sin mancha, impecables, inmaculadas y con una luz que encandila a todo humano que se quiera acercar.
Hijitos, tengan cuidado, repite el Señor. Porque se están descuidando, se están metiendo en problemas cuando se meten en piletas contaminadas. No todo agua en la que están nadando está limpia. No todo arroyo a donde se están dejando llevar es cristalino. Escudriñen todas las cosas, vayan a lo fino, porque mi Palabra es aguda, pero ustedes, muchas veces, toman solamente o creen o practican solamente la parte que les viene bien, la parte que les conviene, la parte que los hace sentir cómodos.
Ustedes juzgan la Palabra que dejé escrita, dice el Señor, y después de juzgarla acorde a sus criterios y no los míos, aplican solamente lo que quieren tomar. Pero eso no quiere decir que el juicio no va a venir sobre la parte que no quisieron practicar, porque ciertamente hay una ley espiritual, y todas las cosas se manejan por una ley espiritual. Porque ciertamente hay un orden, y porque a ustedes no les guste ese orden, no quiere decir que rompiéndolo, que no sujetándose a él, que porque no lo respeten, no lo apliquen o no lo sigan, no van a tener una consecuencia.
¿Acaso ustedes no avisan a sus hijos?, dice el Señor. Cuando están por equivocarse: «Hijo, no hagas eso, te va a salir mal, vas a sufrir, vas a tener consecuencias si tomas esas decisiones que me estás contando, hijo, no lo hagas, te lo advierto porque te amo». Todo padre y toda madre que realmente ama a sus hijos, les avisan lo que puede llegar a pasar si ellos toman decisiones equivocadas. Hijitos, ¿cuánto más los amo Yo?, y por eso les estoy advirtiendo constantemente de que se limpien, de que se purifiquen, de que no toquen lo inmundo, pero no quieren escuchar.
Yo (Noelia) veo una visión a donde hay personas que van a fiestas mundanas, que se realizan a la medida del mundo, donde la música no es para el Señor, es para Satanás. Porque la música, que no es para el Señor, termina siendo una adoración al diablo en su mayoría. Estoy viendo una fiesta donde se toma alcohol sin limitación, veo una fiesta a donde chicos y chicas filtrean entre ellos, se seducen entre ellos, donde la ropa no es casta, donde el pudor no tiene lugar, es una fiesta a donde los que participan de ella saben que es para darle lugar a los placeres de la carne en distintos niveles.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora, y estoy viendo a muchos hijos de Dios que están participando de este modo en estas fiestas mundanas, hijos de Dios que van a discotecas, que van al boliche (se dice en Argentina), que regresan a altas horas de la madrugada a sus casas, hijas de Dios que se besan con cualquier extraño que conocen esa misma noche, hijos de Dios que van para ver si pueden conseguir mujeres y dejarse llevar por el apetito de la carne. Muchos de ellos terminan en fornicación, no una sino varias veces, contaminando sus cuerpos una y otra vez.
Me viene ese versículo que dice que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Dice: «Hijitos, cuando ustedes fornican con otras personas, los demonios entran en sus cuerpos con vía libre, y desde allí comienzan a arruinarles la vida de distintas maneras, trayendo enfermedades sexuales, problemas alimenticios, contaminando sus ojos porque la desnudez que miran de las otras personas provoca que los ojos se contaminen, y sean una entrada para los demonios de lujuria, para que habiten allí, perturbando sus ideas, sus sueños, a partir de esas fornicaciones, con sueños de abusos, con sueños sexuales, con encuentros en los sueños, inmundos».
[1 Corintios 6:19-20, RVR1960] ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos y en vuestros espíritus, los cuales son de Dios.
Hijitos, si ustedes pudieran ver lo que sucede cuando se acuestan con un extraño, si ustedes pudieran ver lo que sucede en lo espiritual, que ese cuarto a donde se lleva a cabo ese pecado se convierte en un antro de demonios que entran y salen de esa habitación, tratando de aprovechar al máximo cada segundo en el que ese pecado se comete para infestarlos de la mayor manera posible. Y si había brujería que estaban haciendo contra ustedes, en esos momentos a donde están pecando, entonces, legalmente, no hay nada que se pueda hacer para frenar que les afecte. Y muchas veces no es a ustedes directamente por quienes va a ir el diablo, sino por sus hijos, si es que tienen, si ustedes entran en fornicación, en adulterio con un extraño.
Hijitos, el alcance que tienen estas flechas que el enemigo envía cuando ustedes le dan vía libre en sus vidas es devastador. No lo hagan, guárdense para mí, para el esposo perfecto, no entreguen sus miembros a una ramera, dice el Señor.
Hijitas, las chicas, no se regalen en bandeja servida a Satanás, ustedes son mías, y las quiero santas, perfectas, guárdense. Porque yo (Noelia) estoy viendo un castillo ahora, un castillo que es atacado por todos lados, hay bombas que se tiran a ese castillo, y las paredes que lo rodeaban, que era como una fortaleza para que el enemigo no pueda entrar, empiezan a caer. Las bombas provocan que esas paredes empiecen a caer, se rompen, se rompen esas paredes, y ese castillo queda sin protección.
Pero no solo eso, sino que después viene una tormenta y sopla fuerte, ese tornado contra ese castillo y el castillo, porque tiene los cimientos flojos, los cimientos como arenas movedizas, empieza a caer, ladrillo a ladrillo, piedra por piedra.
Así es la vida de alguien que está expuesto al pecado y a la contaminación, dice el Señor, el enemigo viene y empieza a destruir cada área protegida que tenías, empieza a derribar toda fortaleza que venía de Dios y que protegía tu mente, tu cuerpo, tu corazón, tu alma y tu espíritu. Una vez que estas vallas han sido rotas, que esta protección ha sido quitada, y estas paredes están endebles y el enemigo puede entrar con su ejército a tu vida, las consecuencias son cada vez más graves si no te arrepientes y le pides ayuda al Señor para que vuelva a levantar ese castillo que eres tú.
Hijitos, en este tiempo, el enemigo redobla sus esfuerzos, duplica los ataques, refuerza los contraataques. No se descuiden en ninguna área, en ningún detalle, en ningún aspecto de sus vidas, y por tercera vez, dice el espíritu de Dios: vayan fino, vayan al detalle, escudriñen todas las cosas, comparándolas con las Escrituras para ver si lo que están haciendo, lo que están a punto de hacer, es lícito o no, les conviene o no les conviene, los acerca al Señor o los aleja del Señor.
Porque este es un tiempo a donde mi pueblo camina en un campo minado, los que vayan distraídos y descuidados van a pisar en cualquier lado, no reconociendo los peligros que pone el diablo enfrente de ellos para matarlos, si fuera posible, primeramente en lo espiritual, pero también en lo físico.
Este es un tiempo para caminar con los ojos bien abiertos, reconociendo claramente lo que está bien de lo que está mal, alejándose de lo impuro, no dándole lugar en sus vidas a lo que los provoca a retroceder en la santidad y no avanzar.
Hijitos, hijitos, hijitos, llamo a un pueblo escogido, dice el Señor, a que limpie sus vestiduras y vengan sin vergüenza a presentarse delante de mí, para servirme con manos santas, para que cuando me alaben, y levanten esas manos adorándome, no sea una adoración mugrienta.
Hijitos, limpien sus manos, porque muchos de ustedes han tocado cosas contaminadas, han tocado cuerpos que no les corresponden, han tocado partes íntimas de otras personas, contaminándose esas manos, y ante mi vista son manos manchadas, manos llenas de barro, manos sucias que no quiero que mis ojos vean, que mi pureza rechaza, dice el Señor.
Hijos, no sean livianos, no sean superficiales. Guárdense para mí, consagrados de la mañana hasta la noche. Ustedes quiero que sean como un sacrificio vivo para mí, los anhelo celosamente, son míos, y ninguna cosa inmunda va a ingresar en mi Reino. Si ustedes creen que pueden caminar por campos contaminados, revolcándose en el mismo vómito que antes, están equivocados, porque ciertamente los amo, y los llamo a arrepentirse, a santificarse y a venir cerca mío para que los limpie, los lave, los purifique, los edifique, y les revele su propósito.
Pero también es cierto que mi balanza es justa y que no hago acepción de personas, y si solamente ocho personas se salvaron en el Arca de Noé, cuando vino el diluvio, solamente ocho personas fueron justificadas por causa de mi siervo Noé, quien era justo, limpio y recto delante de mí, pesado en mi balanza de justicia y encontrado justo, dice el Señor, mucho menos ustedes se van a salvar. Porque están jugando con las cosas espirituales, y conmigo no se juega, dice el Señor. Recapaciten, purifiquen sus corazones.
Hijitos, pregúntenme si hay algún área de sus vidas que tengan que barrer, porque algunas de sus casas están sucias, representando sus vidas espirituales. Hay mugre que están escondiendo debajo de la alfombra, pensando que yo no lo estoy viendo. Son como los ancianos de Israel, cuando decían: «Es que Dios no nos ve lo que estamos haciendo», y pensaban que se podían esconder de mis ojos, adorando al sol, al ejército de los cielos, ensuciando y manchando mi casa con ofrenda a otros dioses.
[Ezequiel 8:12-13, RVR1960] Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto lo que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas? Porque dicen: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra. Y me dijo: Volverás a ver abominaciones mayores que éstas.
Hijitos, ustedes a veces, cuando leen las Escrituras, juzgan al pueblo de Israel, diciendo: ‘¡Qué duros que son! Siempre lo mismo, no aprenden más’. Sin embargo, ustedes también tienen cosas guardadas adentro de sus bolsillos que no me quieren mostrar. Arrepiéntanse, porque quiero un pueblo santo, quiero un pueblo que, cuando les pida que me muestren sus manos, no escondan secretos ante mí, quiero un pueblo que tenga sus ojos limpios por haberse negado a mirar con lujuria a otras personas. Quiero un pueblo que haya examinado su corazón, que haya escudriñado sus deseos más íntimos, sus pensamientos en lo más secreto de sus corazones. Quiero un pueblo entendido en las cosas espirituales, pero ustedes no están discerniendo, y no están separando lo limpio de lo inmundo, contaminándose así con las cosas del mundo.
Cuando la Biblia dice que ni siquiera hablemos de lo que ellos hablan, que ni siquiera hablemos de lo que ellos hacen, tengan cuidado, dice el Señor, porque hasta a veces están compartiendo una comida con alguien que dice ser cristiano, pero que está sucio, manchado y contaminado, y al compartir esos alimentos con esa persona, si no es para traerlo al Reino, para evangelizarlo, para hablarle, para que se arrepienta, para hacerlo despertar y rescatar, redarguyendo esa alma, rescatar esa alma del precipicio, si no es para ir a corregirlo, y hacerle ver su pecado y que se limpie y se ponga a cuentas conmigo, entonces ustedes se hacen partícipe de esa inmundicia, entonces, ustedes comen de la mesa de los demonios junto con ellos, cuando comparten la comida con alguien que se dice ser mi hijo, pero está peor que los mundanos, peor que un incrédulo que lo hace en la ignorancia, aún cuando saben, que no tienen que tocar lo inmundo, lo hacen igual, con rebeldía, con obstinación, rebelándose contra mí, y cuando ustedes comparten con esas personas, si no se arrepienten y se vuelven de esos malos caminos, entonces ustedes también son cómplices de ellos y lo hacen contra mí.
Yo voy a pesar todas estas cosas en mi balanza, y voy a revisar, en este tiempo, las actitudes que tienen los llamados cristianos de los últimos días, y no voy a pesar solamente lo que están hablando, sino más bien lo que están haciendo, y no solamente lo que están haciendo en lo secreto, en la parte individual, sino también lo que están compartiendo y con quién están compartiendo, dice el Señor.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora a un grupo de jóvenes que están charlando en una mesa, comiendo juntos, lo cual en sí no tiene nada de malo, si se hace con pureza y en santificación. Pero estos jóvenes se están recreando en sus pecados y veo que una de ellas le comenta a otra joven: ‘Sí, porque me acosté con tal, hice tal cosa, hice tal otra’, y así se recrea esta joven en sus pecados, poniendo sobre la mesa estas palabras que, cuando las habla, funcionan como si estuviera adorando al diablo, porque el diablo se regocija cuando una persona menciona los pecados que comete con orgullo.
No es que esta joven que yo estoy viendo menciona estas cosas para decir: ‘Cometí tal pecado contra el Señor, pero me arrepiento tanto, todavía no sé cómo pedirle perdón’, o algo semejante, sino que yo estoy viendo un grupo de jóvenes que se reúnen y se dejan llevar por la lengua, y se olvidan de que son hijos de Dios, y recrean estas concupiscencias que hay en sus corazones, creyendo que son inteligentes por hablar como hablan, creyendo que así van a valer más.
Pero dice el Señor que el diablo está parado al lado de ellos, anotando todas esas cosas, porque ¿saben qué?, así como hay ángeles del Señor, ángeles santos que se dedican a anotar lo que nosotros hablamos para nuestro beneficio, que se dedican a anotar en sus libros las oraciones que levantamos a Dios para que después él obre acorde a eso y responda, sino que también hay escribanos demoníacos, hay demonios que se dedican a pararse al lado de las personas y a anotar los pecados de la boca para después llevárselos a su amo, el diablo, y que el amo vaya delante de la presencia de Dios, al trono santo, y acusarnos delante de Él, para ver si tal vez gane ventaja sobre nuestras vidas o la de los nuestros.
Yo (Noelia) estoy viendo que en estas fiestas mundanas, no una celebración sana como también aparecen en la Biblia, por ejemplo las bodas, las bodas de Canaán u otro tipo de celebraciones a donde no corre el pecado de esta manera, yo estoy hablando de fiestas a donde hay pecado. En estas fiestas, o en este tipo de conversaciones, estos demonios están allí para anotar lo que se dice, lo que se hace, y así tal vez acusarnos delante del Señor.
Hijitos, tengan conciencia, y pónganle un cierre a sus bocas cuando quieran hablar de más, porque no es lo que entra en el hombre lo que contamina al hombre, sino lo que está en el hombre y que deja correr en su corazón: lujuria, lascivia, murmuración, odio, rencor, maldiciones, glotonería, codicia, avaricia. Todas estas cosas los están contaminando, y si encima se juntan en yugo desigual con un incrédulo, no para que ellos se conviertan a ustedes, como dice Jeremías, sino simplemente para pasar el rato, entonces en vez de ganar dominio sobre estas cosas en sus corazones, lo van perdiendo cada vez más.
Y si habían llegado a un punto, a donde habían logrado ganar un cierto territorio sobre estas debilidades en sus corazones, cuando ustedes se descuidan y se unen en yugo desigual con amigos que no quieren saber nada del Señor, con personas que aman el pecado y que no quieren arrepentirse, cuando ustedes van y participan de estas reuniones, en yugo desigual, con gente que es del mundo, y que no quiere santificarse, y que no cree en el Hijo de Dios, cuando ustedes hacen eso, pierden todo, todo terreno que habían ganado, porque el diablo no pierde tiempo y cada metro que se le da de ventaja, él lo va a aprovechar centímetro por centímetro, segundo por segundo.
Pero mi pueblo, en vez de ser luz, se deja opacar, dice el Señor. En vez de santificar los ambientes a donde van, se dejan contaminar. En vez de ser la sal, se dejan tirar tierra encima. Sean inteligentes para el bien, astutos para revertir las situaciones, porque ciertamente no he venido para los que no tienen necesidad de médico, pero el médico simplemente sana al enfermo y termina su trabajo y después se dedica a otro enfermo y termina su trabajo.
El médico sabe que está trabajando para los que están enfermos y que una vez terminado su trabajo con cada uno de los pacientes, se dedica a otros pacientes que necesitan de esa sanidad. Muchos de ustedes no entienden, que una cosa es sembrar la palabra del Reino y otra cosa es meterse en piletas de barro, en charcos de barro y quedarse nadando ahí, cuando los peces que están nadando en esa mugre en realidad no quieren salir.
Hijitos, pesquen, dice el Señor, pero pesquen desde la barca. Me viene el pasaje a donde Jesús subió a una barca y se alejó un poquito de la multitud, se alejó de la tierra y desde allí predicaba a las multitudes. Este es un ejemplo de cómo nosotros tenemos que llevar la palabra, de lejos, metafóricamente hablando. Métanse en esa barca, dice el Señor, y aléjense un poco de las multitudes para que no dejen de predicar, pero tampoco se ensucien mezclándose con ellos.
[Mateo 13:2, RVR1960] Y se reunió alrededor de él mucha gente, de manera que él, entrando en una barca, se sentó; y toda la gente estaba en la playa.
Hijitos, sean sabios, dice el Señor, límpiense de toda maldad porque la culpa no la tienen ellos, la culpa no la tiene el mundo, la culpa no la tiene el diablo, sino que ustedes mismos se dejan llevar por las concupiscencias que hay en sus corazones, le dan cabida a ese pecado, primeramente, que nace en el corazón, y el diablo simplemente les concede lo que ustedes ya querían, el diablo simplemente les da lo que ustedes buscaban, lo que ustedes anhelaban.
Santifiquen sus corazones, dice el Señor, y deseen lo bueno, deseen lo puro, deseen lo Santo. Hijitos, manejense de una manera casta, cuidando su imagen, diferenciandose de las tinieblas, porque ustedes no son de las tinieblas, si es que verdaderamente caminan conmigo. No se puede servir a dos amos, caminan en tinieblas o caminan en la luz. O dan ustedes el ejemplo, para que los demás se contagien de ese ejemplo, o copian ustedes el ejemplo de los que están en esas tinieblas.
Hijitos, den testimonio de mi santidad. Hablen como si Yo fuera el que hablara a través de ustedes, miren como si Yo mirara a través de ustedes, piensen como Yo pienso de ustedes. Diferencien las cosas, manejense de una forma particular, no importa si los llaman locos, distintos, porque loco esta el mundo, y ellos no van a entender. Pero a quien van a rendir cuentas es a mi dice el Señor, y no a ese amigo o amiga que los rechazó porque ustedes dijeron que no.
Los amo, pero soy celoso de un pueblo escogido, y vengo por los blancos, por los que se han lavado, por los que se han dejado refinar, por los que han sido probados y encontrados rectos delante de mis ojos. Voy a elegir a los puros y voy a dejar a los manchados. Voy a hacer distinción, entre lo que verdaderamente me pertenecen y lo que no.
Hijitos, entiendan que sin santidad nadie me verá, y si creen lo contrario, de todas maneras, nadie me verá.
Santo, Santo, Santo, cantan los Ángeles en el cielo. Por lo tanto, para todos los que sean santos es que se está haciendo lugar. ‘Digno, digno, digno’, dicen ellos, por lo tanto, nada que no sea digno de mí va a ingresar.
[Isaías 6:3, RVR1960] Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
[Apocalipsis 4:8, RVR1960] Y los cuatro seres vivientes, cada uno de ellos tenía seis alas; y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban de decir de día y de noche: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
Yo (Noelia) veo que muchos de ustedes están llenos de tierra encima, en lo espiritual, opacados por esa tierra, pero el Señor los quiere limpiar. Arrepiéntanse, dice el Señor, de toda inmundicia, de toda avaricia, de toda lujuria. Arrepiéntanse de haber metido sus manos para robar. Arrepiéntanse de haberse tocado a ustedes mismos. Arrepiéntanse de mentir. Arrepiéntanse de estafar, para que Yo venga y los lave y los limpie con hisopo, y puedan brillar como deberían, porque quiero que sean luminarias del mundo, y si los que tienen que ser luz no la pueden dar, ¿quién va a rescatar a los perdidos? Porque un perdido no puede rescatar a otro perdido.
Por eso, recatate primero, ponete a cuentas, para que esos pecados que generaban manchas en tus vestiduras desaparezcan y vuelvan a ser blancas como la nieve, para que pueda limpiarte y que reluzcas, y que Yo pueda manifestarme a través tuyo con poder y gloria, y así, una vez limpio, puedas rescatar al perdido, una vez purificado puedas ayudar a que un pecador se arrepienta y se santifique para mi. Porque inmensa honra da esto, cuando uno de mis hijos es herramienta limpiadora para un pecador que está mugriento, es reconocido por los ángeles del Reino, alabado entre ellos.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que muchos de ustedes se están arrepintiendo de pecados, que el Espíritu Santo les está trayendo ahora a la conciencia. El Espíritu Santo ahora está redarguyendo a muchos de ustedes para que se arrepientan y pidan perdón al Señor en este mismo momento, de distintos pecados de los cuales Él los está haciendo conscientes. Y el Señor dice que todo aquel que se humille, que baje la cabeza y reconozca que ha pecado, que Él está dispuesto a perdonarlo, que Él está dispuesto a lavarlo, a restaurarlo, a sanarlo y a levantar de nuevo esas paredes de ese castillo del que hablaba más temprano, para que se le corte el ingreso al diablo en sus vidas.
Reciban ahora el perdón, todos aquellos que se están arrepintiendo. Reciban la sanidad, la paz y el amor de Dios. Pero también, recuerden que el Espíritu Santo me está trayendo hombres y mujeres que quieren casarse en yugo desigual en este tiempo, y el Señor les advierte a cada uno de ustedes, que si eligen un buey que es distinto a ustedes, entonces cargar con ese yugo en sus espaldas les va a provocar dolor constantemente, día a día, gota a gota, hasta desgastarlos, y con el tiempo que perezcan, si es que esa persona, a la larga, no se convierte.
Pero mientras tanto, pagarán esa deuda de haberse casado con una persona en yugo desigual, día a día, como alguien que paga con un cheque cada día por una deuda interminable. Así es, simbólicamente hablando, cuando alguien se casa, un hijo de Dios se casa con un incrédulo. Esa deuda se paga todos los días.
Cuidado, hijitos, cuidado, hijitas. No se dejen engañar, huyan de los placeres carnales, escápense de esa trampa. Recapaciten, dice el Señor de nuevo, despiértense, porque no tienen idea de lo que están a punto de hacer. Traigan un hermano, una hermana para unirse en matrimonio. Resistan a la tentación, no se lleven por la primera impresión, porque ciertamente van a pagar, por este error si se equivocan de semejante manera.
Hijitas, no sucumban a la voz del demonio cuando les habla a través de esa persona que les vende el mundo entero para tratar de conseguirlas, porque solo está mostrando una careta para convencerlas. Hijitas, no se contaminen, no caigan, no cedan a esa tentación. Resistan, retrocedan, porque quiero el bien para ustedes y no el mal.
Hijitos, no se dejen seducir, le dice a los varones el Señor, no miren solo lo de afuera, escudriñen el corazón de la mujer y si la mujer no tiene a Dios en el corazón, entonces es del diablo, le pertenece al príncipe de este mundo. Y si ustedes traen a una mujer del mundo para casarse con ella en matrimonio, es como casarse con el enemigo, y con el tiempo se van a arrepentir profundamente de haber desobedecido a la Palabra.
Piénsenlo, dice el Señor, ámense a ustedes mismos. Cuídense, porque ustedes son mis piedras preciosas, dice el Señor, y a veces no es que Yo no los cuide, sino que ustedes no se cuidan y se entregan a la primera vuelta, a la primera oportunidad. Piensen dos veces, tres veces si es necesario, y no se unan en yugo desigual.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que algunos de ustedes piensan que este mensaje es un mensaje exagerado, que este es un mensaje religioso, en una mala manera, que este es un mensaje legalista. Muchos piensan que este es un mensaje que no viene de Dios, que no está pintado con la gracia ni el amor de Dios, piensan ustedes.
Pero la Escritura no puede ser contradecida, y el Espíritu dice nuevamente, que sin santidad nadie verá al Señor. Así que pesen todas estas palabras en la Palabra escrita del Señor, en la Biblia, y allí podrán encontrar si es el Señor hablando o no, si es que se está exagerando o no, si es que se está mintiendo o no.
Manténganse escudriñando lo que se ha dicho en esta noche, revisando sus vidas, sus motivaciones y sus actividades y movimientos, y preguntándole al Espíritu Santo de Dios cuáles son las cosas de las que deben alejarse y de las que no, cuáles les convienen y les edifican y los llevan a la santidad y a un mayor conocimiento de Dios, y cuáles provocan lo contrario, a que se alejen de Él.