Dios te bendiga, amado pueblo de Yeshua, amado pueblo de Yahweh, nuestro Señor, nuestro Dios grandioso, nuestro Dios poderoso, aquel que esparce a las naciones y aquel que las reúne, aquel que divide las aguas y aquel que las vuelve a juntar.
[Job 12:23, RVR1960] Él multiplica las naciones, y él las destruye; esparce a las naciones, y las vuelve a reunir.
Hoy, en este 22 de diciembre del año 2023, estoy nuevamente aquí, porque ese Dios todopoderoso, que todo lo puede, cuya mano es fuerte y poderosa y está extendida sobre las naciones me dijo: «Hija, habla más. No te calles. No cierres tu boca. Habla, habla, y habla, y no dejes de hablar. Habla más seguido. Di todo lo que Yo quiero decir. No cierres tu boca. Dame tu boca para que pueda manifestar a mis hijos lo que estoy haciendo entre las naciones y lo que voy a hacer.» Por lo tanto, el Señor, en estos últimos días de este año 2023, año de los últimos tiempos, dice así:
Hijitos, estoy moviendo todas las naciones de la tierra. Estoy cambiando el mapa de las naciones. Hay límites territoriales que se expanden, y otros límites que se achican. Hay guerras que se van a dar y que se están dando por causa de los territorios. Hay espadas clavadas en distintas naciones de la tierra, porque este es un tiempo de conquistas, dice el Señor, es un tiempo de expansión territorial para algunos países, y es un tiempo de perder territorio para otros países.
Y dentro de todo este sacudón territorial que se está dando en el mundo y que se va a seguir dando sobre la tierra, donde nación se levanta contra nación, donde pueblo pelea contra otro pueblo, donde distintas fuerzas espirituales se chocan entre sí en distintas naciones de la tierra. Se van a sorprender. En este tiempo, muchos van a abrir sus ojos de par en par y no van a poder creer lo que ven sus ojos, porque hay naciones que ahora están en pedestales, pero que ya se ha decretado su juicio para que bajen de allí, y ese lugar va a ser reemplazado por otras naciones, que nadie se imaginaba que iban a subir de esa manera.
Hijitos, este es un tiempo de cambios, de cambios rotundos, de cambios violentos que traigo a las naciones. Los vientos están soplando desde los cuatro ángulos de la tierra, desde los cuatro puntos de la tierra, para provocar tornados espirituales que cuando caen sobre cada nación provocan cambios impactantes. Estoy moviendo las fichas de un lado hacia otro, como cuando alguien juega al ajedrez y cambia las fichas de un lado a otro para lograr ciertos objetivos. Eso estoy haciendo en las naciones, dice el Señor, y viene jaque mate para muchos reyes que se adueñaron de mi pueblo en distintas naciones.
El tiempo que viene es un tiempo en donde no solamente hay tala de árboles dentro de mi casa, sino que también hay tala de árboles que son líderes de naciones a las cuales oprimían con sus manos apretadas. Hijitos, he aquí que liberto a naciones esclavizadas, he aquí que desato la soga del cuello de las que estaban oprimidas desde hace tanto tiempo por la dictadura, por la corrupción, por los hombres que una vez puestos en el poder creyeron que eran Dios. Hijitos, tengan esperanza, dice el Señor, porque se acerca un tiempo donde naciones que nadie se imaginaba se van a levantar.
Cuba es una de ellas, dice el Señor. Cuba se levanta. Cuba está siendo lavada, está siendo purificada. He escuchado el clamor de mi pueblo en Cuba, que ha levantado ayunos, que ha levantado vigilias, que ha levantado clamor, llanto, gemidos y oración. He aquí que Cuba nace de nuevo por la fuerza de esas oraciones, por el poder de esos ayunos, porque hay un remanente cubano que me pertenece, que ha sabido interceder por su nación, y he escuchado, dice el Señor. He aquí que la liberto. He aquí que Cuba ahora es como una caja que estaba cerrada pero que se abre. He aquí que la despojo de las cadenas que la ataban.
El mundo se va a sorprender, porque sobre Cuba va a salir el sol. He aquí que la liberto, dice el Señor. He aquí que cambio sus vestiduras andrajosas, humildes, de esclava, para ponerle vestiduras nuevas, vestiduras limpias. Tengo pensamientos de bien para Cuba, dice el Señor. Hijitos, tengan esperanza. Resistan el tiempo que queda en Cuba, dice el Señor, porque Yo sé los planes que tengo para ustedes, y son planes de restauración para esta nación, son planes de reedificación.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora una balanza. Estoy pesando cada nación en mi balanza, dice el Señor. De un lado de la balanza se coloca la justicia que cada nación ha hecho, y del otro lado de la balanza se coloca la injusticia, se pesa la injusticia que cada nación ha realizado, y entonces, acorde a cuál es el resultado de ese pesaje es que se decreta juicio o que se decreta la victoria de cada nación.
Pero hay un pueblo que interviene en el resultado de ese pesaje, dice el Señor. Cuando hay un pueblo santo, que tiene las manos limpias, que es justo, que camina en justicia y en verdad y abre su boca para clamar por cada nación, esas oraciones se colocan del lado de la balanza donde se pesa la justicia que ha hecho la nación. Cuando hay un pueblo que se niega a sí mismo los alimentos y sufre en ayunos, y clama, y quebranta su alma, y derrama lágrimas por causa del dolor de cada nación, el peso de esos ayunos y de esas lágrimas se coloca del lado de la justicia de esa balanza de esa nación.
Hijitos, Yo he escuchado en todos estos años a mucho pueblo que me pertenece y que ha escuchado el llamado de intercesión por las naciones que estaban oprimidas, por las naciones que estaban esclavizadas, por las naciones que estaban pasando por juicio, y esas oraciones, ese clamor, esa angustia, esa intervención espiritual que ellos han hecho, quedándose despiertos de madrugada, sufriendo por estos días de ayuno que han sacrificado, y llorando para que tal vez sus oraciones y sus sacrificios sean escuchados y tenidos en cuenta—todo eso ha sido colocado en el lado de la balanza que pesa la justicia de esas naciones por las cuales han clamado.
Por eso, dice el Señor, tienen que entender que ustedes intervienen en los asuntos espirituales de cada nación a través de esas oraciones, de ese clamor, de ese angustia, sufriendo en sus propios vientres las pérdidas de esas naciones o las gestaciones de esas naciones o los partos de esas naciones, sufriendo en sus propios cuerpos y en sus propios espíritus y en su propia alma el sufrimiento y la aflicción de esas naciones.
Hay un pueblo que es una pieza fundamental para que cuando Yo peso a cada nación en mi balanza de la justicia, esa pieza intervenga en el resultado de ese pesaje, y el clamor de un pueblo puede cambiar el curso, el destino de una nación, porque influencia al peso de la balanza. Cuanto más oración hay, cuanto más ayuno hay, cuanto más vigilias en la madrugada hay, cuanto más lágrimas se derraman sinceramente por causa de cada nación que padece, más pesado se torna ese lado de la balanza que pesa la justicia de la nación.
Y entonces, para una nación que quizás por causa de la injusticia que hizo la balanza se inclinaba en su contra, ahora, por causa de ese peso extra, que son sus oraciones, la intervención de los intercesores, esa balanza del lado de la justicia hace que ese peso se equilibre, y entonces la nación puede ser liberada del decreto del juicio.
Y aún cuando a una nación igualmente se le decretó el juicio, porque el lado del peso de la injusticia era demasiado pesado y esa intervención de los intercesores no alcanzó para que la balanza se incline a su favor, aún mientras esa nación pasa por ese juicio decretado para que pague su deuda, si los intercesores continúan haciendo su trabajo, este peso se sigue colocando durante la balanza, y a medida que pasa el tiempo, ese juicio puede ser acortado, puede ser menguado.
Por eso, dice el Señor, en este tiempo hay juicios que estaban decretados para ciertas naciones que llegan a su fin y que son acortados por causa de la intervención de los santos, por causa de la intervención de los justos, porque la oración eficaz del justo provecha mucho. Hijitos, tengan esperanza, dice el Señor, porque así como voy a libertar a Cuba de las sogas que la tenían atada y va a brillar entre las naciones cuando el tiempo de su juicio se cumpla, cuando la arena en este reloj de arena termine de pasar, hay otras naciones que ahora están desmayadas pero que se van a levantar.
Venezuela es una de ellas, dice el Señor. Venezuela, haré de ti una gran nación. Venezuela, serás como un modelo entre el resto de las naciones. Yo (Noelia) estoy viendo ahora un desfile de mujeres que son modelos, y entre ellas está la venezolana, y en esta visión esto representa que Venezuela se convertirá en un modelo para el resto de las naciones, que la despreciada se convertirá en reina. Hay muchas naciones a las cuales se les había quitado la corona, me dice el Señor, pero que ahora se les devuelve.
Venezuela, te dice el Padre, ten esperanza y resiste el último sacudón, porque va a ser el más fuerte. Y así como cuando nace un bebé por parto natural—mucha sangre es derramada—así será tu nacimiento. Te voy a libertar, te dice el Señor, pero no será sin sangre. Resistan, hijitos venezolanos, ustedes, los que están unidos en esta tierra rica pero mal explotada, porque viene el último tramo antes de ver el sol.
Argentina es otra de ellas. Argentina es como alguien que se mete a nadar en una pileta. Yo (Noelia) estoy viendo un nadador que se lanza desde el trampolín a una pileta de aproximadamente 5 metros de profundidad. Salta, toca el fondo de la pileta con sus pies, y luego vuelve a salir a la superficie. Cuando toca el fondo de la pileta con sus pies, hace como un resorte con sus rodillas, como si saltara en el agua, toma el envión, resiste la respiración y vuelve a subir, hasta que, una vez que sale a la superficie, puede respirar.
Argentina toca fondo, dice el Señor, el fondo de los fondos: desesperación social, caos político, desorden, manifestaciones por doquier, protesta de la gente, miedo, quejas contra el gobierno, cosas que se cortan de golpe, cambios abruptos, dolor, hambre extremo. Argentina sufre. Argentina también está de parto, pero una vez que haya parido, nacerá algo nuevo.
Hijitos argentinos, resistan también, dice el Señor, porque son buenos los planes que tengo para esta nación, pero los argentinos aprenden por lo malo, aprenden a los golpes. Reaccionan cuando las cosas ya están extremas; si no, no se mueven; si no, no meditan; si no, no escudriñan, no se preguntan en qué pueden estar mal. Los argentinos son así, dice el Señor, extremistas. Y por eso necesitan tocar el fondo de esa pileta para que no les quede otra que volver a salir.
Resistan, hijitos, dice el Señor, porque una vez que haya terminado de refinarlos van a estar más balanceados. Argentina ahora está en medio de un terremoto espiritual donde todas las cosas tienen que ser sacudidas por la fuerza, y muchos, especialmente los que no tengan fe, no van a poder resistir a este terremoto espiritual. Pero aquellos a los que estoy probando en Argentina, a los que también estoy refinando, a los que estoy pesando en mi balanza en este tiempo para ver cómo reaccionan a estos cambios violentos y bruscos, para ver de quién se abrazan—si de este nuevo rey que he puesto en el trono, o de mí—una vez que haya terminado de refinarlos, de probarlos, de limpiarlos, se van a acomodar y van a estar más balanceados, inclusive con el resto del mundo.
Resistan hijitos, dice el Señor. No decaigan. Tengo planes para ustedes, repite el Señor. Créanme a mí, pero cuidado con poner los ojos en el hombre, con poner su esperanza en el presidente y no en el único Salvador que es Jesús, el Señor. Honren al rey, respeten a las autoridades, pero la alabanza y la adoración es solamente para mí, dice el Señor.
Argentina se levanta, pero antes viene la destrucción de muchas cosas que no le sirven. Arranco las cosas que no le sirven a Argentina para plantar cosas nuevas, y cuando uno sufre pérdida, viene el dolor, aunque muchas veces, para que algo nuevo se pueda hacer, primero hay que destruir lo viejo.
Resistan, dice el Señor, porque no me he olvidado de mi pueblo en Argentina. Resistan, y tengan esperanzas en mí, dice el Señor, porque hay un ejército intercesor en Argentina que está cansado, que está agotado, que tiene las cuerdas vocales debilitadas de tanto llorar, de tanto clamar por esta nación. Sus clamores no han sido en vano. He escuchado. Y, así como dice el himno argentino, «Libertad, Libertad, Libertad,» he escuchado esa petición del corazón de los argentinos para responderla a su tiempo.
Yo (Noelia) veo a Chile ahora. Estoy viendo a Chile. Veo Chile encendido en fuego. Veo un presidente que no escucha lo que dice el pueblo. Veo revueltas sociales en Chile, agitación del pueblo, la gente que está enojada, la gente que está cansada, los ciudadanos que están agitados.
Oren por Chile, dice el Señor. Oren por la constitución de Chile, porque hay desorden de leyes que deben ser acomodadas, primeramente a través de la oración de los intercesores. Hijitos en Chile, dice el Señor, los estoy escuchando, pero más que quejas, les dice el Señor, quiero escuchar oraciones de un corazón quebrantado y humillado ante mi presencia, porque el chileno se queja, me dice el Señor.
Así que el Padre está esperando que el pueblo chileno de Dios clame con humildad, rompa cadenas, tome autoridad sobre esas tierras, reconquiste sectores de la tierra chilena que ha conquistado Satanás, a través de ungir esos territorios con aceite en el nombre de Jesús, a través de quebrar pactos satánicos contra esas tierras. Hay algunos de ustedes en Chile a quienes el Señor va a revelar a dónde tienen que ir, cómo tienen que orar, si tienen que poner sus manos en ciertos territorios y proclamar ciertas escrituras, o decretar con sus bocas lo que el Rey ya ha decretado desde el cielo.
Resistan, porque lo que más estoy viendo es como revuelta del pueblo. Hay un golpe de estado que se quiere dar en Chile. Intercedan por esto, dice el Señor. Yo (Noelia) veo que el pueblo se levanta contra el pueblo también, que el pueblo está tan enojado que se levantan contra ellos mismos. Así que Chile está en llamas. Oren por él, dice el Señor.
Ahora yo (Noelia) estoy viendo a Nicaragua. Veo violencia, armas, enfrentamientos armados. Nicaragua, vengo contra tu príncipe, dice el Señor. Vengo contra la cabeza y la corto. En Nicaragua hay una nube oscura, me muestra el Señor. Son potestades de violencia, espíritus que tienen mucho poder, mucha autoridad, y que son de violencia. El jefe de Nicaragua es duro, duro de cerviz; es terco. No quiere escuchar, no se quiere doblegar, me dice el Señor. Por lo tanto, será quitado por la fuerza, porque ha ejercido esa dureza contra el pueblo nicaragüense y se ha adueñado de mis ovejas en esa tierra.
Intercedan, dice el Señor, para que las cadenas se rompan, para que liberte a esta nación de la opresión bajo la cual está colocada, pero la espada está clavada sobre Nicaragua. Nicaragua es una de las naciones que más necesita oración, me dice el Señor, para poder resistir a lo que viene. Y mientras tanto, el Señor le dice al pueblo en Nicaragua que no desmaye su fe, que no deje de orar, que no deje de intervenir a través de su clamor, de sus oraciones, y de todas estas cosas que nombraba el Señor, en los asuntos del gobierno, de la política, pidiendo justicia para esa nación donde hay mucha corrupción.
Yo (Noelia) veo distintos tornados en las distintas naciones de la tierra, tornados que quitan reyes que eran difíciles de sacar, reyes que una vez que estuvieron en el trono se quedaron ilegítimamente allí, gobernando a la fuerza, tornados que derriban tronos puestos por hombres y no por Dios, y en su lugar el Señor trae nuevas cabezas.
Oren por esto, me dice el Señor, porque viene un cambio de cabezas en los gobiernos del mundo. Algunos van a ir presos, y otros van a morir. Aquellos que se adueñaron de los pueblos y que vinieron contra especialmente el pueblo de Dios van a ser juzgados. El martillo ya ha golpeado contra la mesa, me dice el Señor.
Estados Unidos—el Señor ya ha dicho que ha sido pesado en balanza y encontrado falto. La hora del juicio se acerca para ti, dice el Señor. Eres una de las naciones que estaban en lo más alto, pero vas a bajar varios puestos. Estados Unidos, se acerca tu hora y serás asediada de distintas maneras. Hay distintos tipos de juicios que vienen para Estados Unidos, porque se ha exaltado contra el Señor, porque cree que puede dominar al mundo sin preguntarle a Dios, sin que Dios lo haya llamado para eso, porque se enorgulleció, porque se exaltó y se cree más importante que las otras naciones de la tierra.
Estados Unidos será avergonzado ante la mirada de todo el mundo, y los hijos de Dios que estén allí deben preguntarle al Señor qué deben hacer, si tienen que quedarse o se tienen que ir. Algunos ya están siendo llamados a salir, y otros se van a quedar para ser la luz en el medio de la oscuridad, acorde a los propósitos divinos.
Hijitos, dice el Señor, pregúntenme cuál es la dirección que tienen que tomar, porque entre todos estos cambios que están sucediendo entre las naciones, va a haber éxodo de algunas naciones hacia otras. Hay gente que van a escapar de algunas naciones cuya hora de entrar en el juicio viene ahora, porque yo estoy sabiendo ahora que algunas naciones van a entrar en juicio, van a comenzar un tiempo de juicio, y para otras naciones se está terminando ese tiempo de juicio.
Mientras algunas suben, otras bajan, y entonces, en medio de estos cambios rotundos entre las naciones, la gente se va a mover. Yo veo gente que es como las aves cuando van migrando de un de un lugar a otro y viajan acorde a la estación. Primero salen de un lugar en una estación y van hacia otro territorio, hacia otro lugar, hacia otro continente, pero después, cuando se termina esa temporada, vuelven a donde salieron.
Así se están moviendo las gentes en este tiempo, me dice el Señor, y se van a seguir moviendo, migrando y emigrando de un lado para el otro, buscando reposo, buscando prosperidad, pensando que, si una nación está entrando en juicio o está en juicio y allí no ven un futuro, entonces quizás lo van a encontrar en otra. Pero el Señor dice que si no le preguntamos en estos tiempos al Espíritu Santo, nos vamos a equivocar, porque vamos a ir por lo que dicen las noticias, por lo que pronostican los economistas, los científicos, la gente que sabe de estas cosas, los que calculan. Y entonces, si nosotros consultamos al hombre, dice el Señor, o seguimos a las expectativas que tenemos, nos podemos equivocar.
Es importante en este tiempo que le preguntemos al Espíritu Santo a dónde tenemos que ir, cuándo tenemos que ir, y hasta cuándo tenemos que estar ahí, o, si nos tenemos que quedar, para qué nos tenemos que quedar y cuál es nuestra función donde nos tenemos que quedar. Porque yo (Noelia) veo gente que salió de Venezuela, se fue a Estados Unidos, pero próximamente van a tener que volver a Venezuela, porque que la balanza que se inclinaba para un lado ahora va a cambiar y se va a inclinar hacia el otro lado.
Naciones que estaban bien paradas económicamente, ahora van a ser despojadas por haber utilizado mal los recursos que el Señor les dio. El Señor va a quitar esos recursos de muchas naciones que Él enriqueció pero que ahora va a empobrecer por desagradecidas y porque menospreciaron al Santo de Israel y se olvidaron de quién fue el que las levantó.
Esas naciones que Dios había prosperado, ahora van a ser empobrecidas, y la gente que se había ido de sus países natales, muchos van a tener que volver, porque los más insignificantes, los más pequeños, aquellos que ahora están más pobres, los que tienen la inflación más alta, los que están quebrados y para los cuales pareciera que no hay esperanza según la mirada del hombre, esas son las naciones que Dios va a levantar antes del fin, con propósitos específicos y determinados, porque los últimos serán los primeros, me dice el Señor, y aquellos vasos que parecían los más débiles son los que más va a utilizar el Señor en los últimos tiempos para propósitos gloriosos.
Así como Israel es pequeñito, muy pequeñito… Es como un ombligo de un cuerpo, que apenas se ve, cuya superficie es diminuta, pero los ojos de Dios están sobre él para que sea la copa que mueva las naciones del mundo en los últimos días, cambiando el curso de la humanidad. Ese es el poder que tiene Israel, dice el Señor. Él utiliza lo más pequeño, lo más vil, lo más despreciado para avergonzar a los que se creyeron importantes.
Así que, mientras el norte se desploma—Estados Unidos y México, para la cual también viene juicio de parte del Rey justo—mientras el norte se opaca, mientras para el norte viene la tormenta… Dice el Señor que la tormenta que estaba en América del Sur se va a ir trasladando hacia el norte. Entonces, así como cuando hay nubes en un lugar, pero esas nubes se van despejando para que salga el sol y van provocando lluvia y tormentas en los lugares por donde van pasando, el Señor sopla con su boca y la tormenta que ahora está en América del Sur se desplaza hacia el norte, permitiendo que el sol salga en el sur y llevando la neblina hacia el norte.
Yo hago lo que quiero, dice el Señor, y Yo levanto al que Yo quiero, y Yo humillo al que Yo quiero humillar. ¿Y quién puede decirme qué es lo que tengo que hacer y cómo tengo que pesar en mi balanza justa? Porque Yo no peso acorde a tus criterios, sino acorde a mi justicia santa, perfecta, recta, impecable, dice el Señor, donde ni un solo grano de lo que tiene que ser pesado se me escapa.
Voy a sorprender al mundo con lo que voy a hacer en estos tiempos de dolores de parto. Las cosas van a cambiar y se van a dar vuelta, y lo que estaba para abajo, ahora va a estar para arriba, dice el Señor. Lo que estaba dormido se despierta, y lo que estaba muerto resucita. Y de esta manera voy a glorificarme, dice el Padre, haciendo lo que el hombre no esperaba.
Yo (Noelia) veo naciones de Centro América que van a ser inundadas, como Costa Rica, como Puerto Rico. Viene agua a estas naciones, dice el Señor, porque las estoy limpiando, las estoy tratando, porque están contaminadas de tanta brujería, de tanta idolatría, porque en vez de seguirme a mí, siguen a sus dioses, los dioses que cada una de esas tierras se ha creado, se ha inventado, para adorar a cualquier cosa menos a mí.
Se han olvidado, dice el Señor nuevamente, del Santo de Israel, del que domina desde el trono sempiterno donde nadie más se puede sentar. Se han olvidado de que el que tiene la autoridad soy Yo. Me han dejado, me han escondido, han hablado mal de mí, manchando mi nombre. Por eso traigo el agua a Costa Rica, a Puerto Rico. Inundación viene, para que después de ser derramados estos juicios quizás se arrepientan y se acuerden de que Yo soy Dios.
Oren, hijitos, oren, dice el Señor. Oren, porque espada viene a muchas naciones de la tierra—conflictos armados, hambres, pestilencias. Oren para ser dignos de escapar de estas cosas. Pónganse a cuentas conmigo, dice el Señor. No se detengan, si de hacer justicia hablamos. Hay cosas que se cortan, cosas que parecían que iban a ser para siempre en distintas naciones, pero que el Señor va a cortar y las va a cortar de raíz.
El mundo se había acostumbrado, porque hay naciones que estuvieron endeudadas durante tantos años, siendo vendidas a otras naciones, esclavizadas a naciones mayores que las tenían como hijas, pero en un mal sentido. El mundo se había acostumbrado a ver estas cosas y pensaba que iban a ser para siempre así. Pero Yo traigo vientos de cambios, dice el Señor, en parte porque he escuchado a un pueblo que ha clamado, y llega el tiempo de responder esas oraciones. Sean ustedes, mi remanente, primeramente, justo, para que cuando levanten la voz al cielo, esas oraciones lleguen como olor fragante a mis narices y sean anotadas en los libros que los ángeles abren delante de mis ojos para recordarme que las tengo que tener en cuenta.
Tengan esperanza, hijitos, y por sobre todo tengan fe que mientras las cosas se caen en algunos lugares del mundo, a ustedes los estoy mirando, y que mientras las cosas se levantan en otro lugar del mundo, a ustedes los estoy utilizando. Ten cuidado de que cuando tu nación se levante, tu corazón no se enorgullezca, dice el Señor. Cuidado de que no te pase lo mismo que a los reyes que se posicionaron en algunas naciones y que con el tiempo se creyeron que eran dioses. Manténganse humildes mientras levanto a estas naciones que voy a levantar.
Eclesiastés dice que hay un tiempo para todo. Y, dice el Señor, hay ciclos que se cierran en estos tiempos, siempre hablando de las naciones. Hay ciclos que se cierran, que se completan, que terminan, para que se abran ciclos nuevos. Y hay ciclos que ya se abrieron pero que recién comienzan, y en los primeros tiempos de los comienzos de esos ciclos nuevos las cosas van a ser muy difíciles, porque hay una adaptación por donde las naciones tienen que pasar después de haber estado tanto tiempo en cierta situación.
Hay gente a la que le cuesta mucho el cambio. Esos son los que tienen que entender que por más que Dios no cambia y siempre es el mismo, Él sí, trae vientos de cambios para realizar sus propósitos en el mundo, y mientras tanto, uno se tiene que adaptar a lo que el Señor está haciendo, porque lo que el Señor está haciendo hoy en Panamá, por ejemplo, no es lo mismo que lo que hizo hace muchos años atrás. Y el que no se adapte va a sufrir demasiado, más de lo que tendría que sufrir, o no va a resistir, o su fe va a menguar mientras pase por estos cambios.
Nosotros somos como el viento, que oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son los movidos por el Espíritu de Dios, los nacidos de nuevo, los que el Espíritu de Dios lleva de un lado a otro. Y para poder ser llevados de un lado a otro debemos ser adaptables. Si en este tiempo los hijos de Dios no aprenden a adaptarse a los cambios, van a sufrir por demás. Les va a costar demasiado las transiciones por donde las naciones están pasando.
El pueblo de Dios y la casa de Dios, primeramente, si hay un pueblo que se cristaliza y no quiere cambiar y no acepta y no le da la bienvenida a los cambios que Dios está decretando sobre las naciones, ese pueblo puede caer de la fe y puede caer en apostasía por causa de esa resistencia a esos cambios que el Señor está trayendo sobre el mundo.
El Padre dice que en este sentido abramos nuestra mente para entender que en estos últimos días, mientras el Señor va sacudiendo todas las cosas que puedan ser sacudidas, uno tiene que ser adaptable a esas cosas; que abramos nuestra mente para aceptar lo que el Señor quiere hacer, y que no nos resistamos, porque el que se resiste va a ser como alguien que va contra el viento, que hace fuerza contra algo que no puede cambiar, que en vez de sembrar, arranca; que en vez de estar a favor y participar en lo que Dios quiere hacer, en vez de construir acorde a la voluntad de Dios, destruya. Y entonces, hasta juicio le puede venir a esa persona.
Y también estoy viendo alianzas entre países que se mantenían desde hace mucho tiempo, pero que ahora van a cambiar, países que estaban aliados entre ellos desde hace muchos años y esas alianzas parecía que nunca se iban a desarmar. Pero este es un tiempo donde los cambios también vienen a las alianzas entre los países. Hay países que van a salir de alianzas, de organizaciones mundiales importantes, y hay otros países que van a entrar a esas organizaciones mundiales, porque este es un tiempo de cambios, repite el Señor.
El Señor dice: Yo hago las cosas como quiero hacerlas, no como el hombre piensa que tengo que hacerlas, y Yo me glorifico a mi manera, que no es normalmente la manera en la que el hombre se imagina que me voy a glorificar. Por eso, en este tiempo la cosas no se van a dar como el mundo pensaba, porque el Señor va a impactar a la gente para sacudir sus corazones y generar preguntas en sus pensamientos que quizás lleven a esas personas al Señor para encontrar esas respuestas.
Yo (Noelia) veo naciones que están siendo ungidas. Hay ángeles que están derramando aceite sobre distintas naciones. Estos aceites son para distintas cosas. Cada nación en las Américas tiene una tarea distinta dentro del mapa profético de Dios, tiene un propósito distinto como nación, porque hay distintos propósitos. Hay propósitos individuales de cada persona, hay propósitos grupales en distintos grupos, hay propósitos congregacionales. Las ciudades tienen distintos propósitos, distintas funciones, para hacer distintas cosas, pero también las naciones. Hay naciones que están ungidas específicamente para realizar ciertas cosas, para ser una pieza de ese plan perfecto del Señor de la redención de todas las cosas, de estos últimos días.
Y en este tiempo hay unciones que se terminan para derramar nuevas unciones sobre esas naciones, aceites distintos. Por eso hay cambios en la dirección de distintas naciones, de cómo se movían y qué es lo que hacían y dónde ponían su foco, porque la unción derramada en este tiempo cambia, pero esto también viene de parte de Dios. Y ahí es donde nuevamente el Señor llama a su pueblo a orar por estas cosas, para que los plazos se cumplan acorde a lo pactado, para que el diablo no tenga parte ni suerte dentro de lo determinado por el Señor, y para que a través de nuestra intercesión ayunos y justicia, la balanza se incline al favor de nuestras naciones.
Y también, yo (Noelia) veo banderas manchadas con sangre, banderas latinoamericanas manchadas con sangre, banderas de las Américas manchadas con sangre, porque más que nada en esta profecía, lo que he visto son las Américas. Veo banderas que sangran, y esto habla de distintas formas en las que se derrama sangre, pero más que nada en conflictos armados: guerras civiles, cuando el pueblo se levanta contra el pueblo, confrontamientos bélicos, guerras. Todas estas cosas tienen que darse y tienen que pasar. Pero igualmente dice el Señor que oramos por la inspiración del Espíritu Santo, porque lo que se viene es fuerte.
Le damos la honra y la gloria al Señor por esta palabra, y cada uno de ustedes debe llevar en oración esto. También el Espíritu Santo me está diciendo que a muchos de ustedes el Señor les está dando sueños para revelarles estas cosas que hoy fueron habladas, que ahora están entendiendo o que van a entender en los próximos días, que el Padre va a traer más claridad sobre el asunto. Pídanle guía al Espíritu Santo en todo, desde cómo deben orar, cuánto tienen que ayunar, cómo ayunar, con quién ayunar, y por qué ayunar, para que no ayunemos ni oremos ni clamemos por nuestras naciones de acuerdo a lo que nosotros queramos, sino que recibamos la instrucción específica del cielo para colaborar con lo que Dios quiere hacer, y no ir en contra de eso.
En estos tiempos finales, presten atención a los sueños que están teniendo. No los descarten así no más. Escudríñenlos y no los desechen, sin antes llevarlos en oración y quizás compartirlos, si no tienen la interpretación, con otros hermanos que sí, lo tienen, porque sí, el Señor les puede dar la interpretación. Muchos de ustedes van a recibir por sueños lo que tienen que orar y lo que va a venir a cada una de sus naciones, y hasta van a recibir en los sueños la instrucción de cómo orar.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora… el Espíritu me trae el libro de Isaías. Uno puede leer en el libro de Isaías por ejemplo profecía para Babilonia, profecía para Edón, profecía para Siria, profecía para distintas naciones de la tierra. Y el Señor dice que en estos tiempos Él está levantando profetas, videntes—palabra que la pueden encontrar en la Biblia—como Samuel, como Gad, por ejemplo, que eran videntes, y que les está dando una unción de evidencia específica para ver de lejos lo que viene para distintas naciones y reyes de la tierra, que están llamados y ungidos para profetizar a naciones y a reyes por causa de los cambios tremendos que vienen a las naciones.
Es por eso que en este tiempo el Señor levanta tantas voces que están llamadas y ungidas para profetizar a naciones y a reyes. Varios de estos videntes del Señor, profetas y profetisas del Señor, van a profetizar a los reyes en persona en este tiempo por causa de las cosas que vienen. Que intercedamos por eso también, me dice el Señor, por causa de esta revuelta en las naciones, de estos cambios drásticos, de estas cosas que se dan vuelta, de estas naciones que se ponen patas para arriba y otras que se acomodan, otras que suben inesperadamente, otras que se quiebran, otras que son vendidas a otras naciones, y todas estas cosas drásticas que se vienen sobre las naciones.
Es por eso que el Señor levanta más voces llamadas a profetizar, para que el pueblo entienda lo que Dios está haciendo en este tiempo, para que el pueblo sepa en qué tiempos estamos, para que el pueblo entienda cuáles son las escrituras que se están cumpliendo en este tiempo, y para que el pueblo sepa cómo orar.
Porque para los hijos de Dios hay luz. Los que están en el mundo caminan en tinieblas y no saben por dónde van, pero nosotros caminamos en luz y el Señor ilumina nuestros pasos para que sepamos lo que está pasando—por qué está pasando, por qué el Señor está haciendo o permitiendo lo que está permitiendo—y lo que se viene, para que nos podamos preparar entre otras cosas.
Gracias profeta Noelia, eres de bendición para muchos. Saludos desde País Bajos. Shalom ❤️