Vamos a comenzar orando y dejando que el Espíritu de Dios fluya libremente entre los que se conectan a esta transmisión. Oh Padre precioso, bendice en este tiempo a tu pueblo. Corre, Espíritu Santo, ministrando los corazones que quieren recibir tu palabra, que están sedientos de tu ministración, de tu guía, de tu liberación, de tu sanidad y de tu revelación. Padre eterno, te necesitamos porque eres bueno, Señor, y te ocupas de los tuyos. Oh amado mío, revélate a tu pueblo en esta hora. Deja llover de tu Santo Espíritu sobre nosotros, como lluvia que refresca, que anima, que sana, que cae rodeándonos completamente, reavivándonos y reforzándonos.
Padre eterno, te necesitamos; por eso venimos, en este tiempo, a acercarnos a ti, rindiéndonos a tus pies, rogando tu ayuda, porque solo tú eres Señor. Sabes lo que necesitamos, solo tú puedes darnos ese maná para comer que sacia nuestra hambre. Oh Padre, derrama de tu poder sobre cada hijo, sobre cada hija que ahora abre su corazón para recibir de tu palabra, para recibir de tu consuelo, para recibir cualquier cosa que tengas para darnos, porque todo lo bueno viene de ti, del Padre de las luces. Oh amado mío, abre los cielos sobre tu pueblo, deja caer tus bendiciones sobre nosotros.
Gracias por ese pan que está cayendo ahora sobre nosotros. Gracias, Señor, por el oro y las armas espirituales, porque estás bendiciendo mentes, estás trayendo sanidad a muchas cabezas confundidas y dubitativas. Yo veo tu Espíritu ahora fluir por la mente de muchos, cerrando laberintos demoníacos, quitando piedras de tropiezo en el pensamiento, trayendo luz a nuestra forma de pensar.
Nos disponemos a recibirte ahora, porque tu Espíritu ya se está moviendo, liberando mentes cautivas, quemando huevos de áspides, de pensamientos que no deberían estar en las mentes de tu pueblo. Tu unción está cayendo ahora sobre muchos de ustedes, trayendo luz, trayendo revelación, abriendo caminos que estaban cerrados en la manera de pensar, en la mente de tus hijos. El Espíritu hoy va a traer nuevas ideas a tu mente, enseñándote a pensar de otra forma, corrigiendo tu manera de pensar, porque había caminos equivocados hasta hoy, pero el Espíritu, a través de esta ministración, va corrigiendo esos caminos equivocados y enderezando tu forma de pensar por el Espíritu de Dios. Hay arroyos cristalinos de pensamientos correctos, alineados al pensamiento del Padre, que están empezando a correr; se están quitando represas espirituales en tu manera de pensar que te prohibían fluir con pensamientos que vienen de Dios.
El Padre está enviando sus ángeles para atar las manos de los espíritus malos que te hablan, que querían tocar tu mente para enfermarla. Ahora el Señor coloca un bozal en esos demonios que hablan a tu mente con la intención de que creas cosas que no vienen de Dios. Recibe ahora la sanidad mental en el nombre de Jesús.
Hay fuego del Espíritu Santo que está cayendo ahora, y muchos de ustedes van a sentir ese calor en la cabeza porque va a ser el fuego de Dios transformando su mente y su manera de pensar. Esto sucede porque le pediste ayuda al Señor, porque le dijiste: «Me siento oprimido. Siento que estoy pensando mal. Me cuesta pensar en cosas buenas. Me concentro demasiado en cosas negativas». Pero hoy el Señor está quitando toda nube que el diablo había colocado sobre tu mente y tu cabeza. Él está limpiando los aires para que tu mente se transforme en un radar de pensamientos alineados al corazón de Dios. El radar de tu mente hoy está siendo redirigido a las cosas celestiales y no a las infernales.
Hay muchas corrientes en las cuales uno puede enfocarse para dirigir sus pensamientos, pero hoy el Señor está redirigiendo a varios de ustedes para que aprendan a pensar de una manera en que no solo reciban sanidad mental, sino también física; en sus cuerpos y en sus almas, para que su fe crezca de esta manera. Me revela el Espíritu de Dios que, cuando ustedes piensan mal, esto provoca una disminución de la fe, pues una mala manera de pensar provoca que el vaso lleno de fe se vaya secando de a poco, ya que empiezas a creer las cosas malas que el enemigo hace que pienses. Entonces comienzas a sentirte solo, a sentirte frustrado; crees que el Señor te abandonó, que nunca vas a salir de ese pozo donde te sentís, que el diablo tiene el control de tu vida y no el Señor. Pero son mentiras del enemigo, porque Dios dice: «Hijitos, estoy sanando las mentes. Ahora reciban, reciban en el nombre de Jesús». Por fe, pongan las manos en su cabeza, recibiendo la sanidad en el nombre poderoso de Cristo Jesús. Dios está limpiando y barriendo pensamientos demoníacos en tu mente ahora.
Veo una espada afilada dentro de las cabezas. El Señor, a partir de ahora, cuando el diablo quiera alimentarte con pensamientos errados, traerá a tu memoria los versículos exactos que necesitas para luchar contra esos pensamientos que no vienen de Dios, porque la espada está en tu mente. Si vos leés la Palabra, esa espada, que es la Palabra de Dios, estará en tu cabeza. Pero una cosa es que esté y otra es que sepas usarla, que sepas cuándo usarla y cómo usar esa espada. El Señor dice que, desde este momento, el Espíritu Santo te va a inspirar para que sepas cuándo utilizar exactamente esos pensamientos, esos versículos bíblicos, para que así, como cuando Jesús luchó contra el diablo por medio de la Palabra de Dios, cuando ayunó cuarenta días en el desierto y le respondió al diablo: «Escrito está: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»; asimismo, debes responderle al enemigo cuando te llene de malos pensamientos para hundirte.
Alabado seas, Padre, porque no tengo que pedirte que hagas estas cosas, sino creer que ya las estás haciendo. Por fe, estas cosas ya están hechas, pues llamamos a las cosas que no son como si fueran; es el poder de la Palabra de Dios: poder de transformar, poder de vivificar, poder de arrancar lo que no viene de Dios y de plantar lo celestial. Yo planto ahora, por el Espíritu de Dios y en el nombre que es sobre todo nombre, en el nombre de Jesús, nuevos pensamientos celestiales en tu mente ahora.
El Señor está preparando el terreno de tu mente para plantar cosas nuevas, y vas a recibir ideas que vienen del cielo, ideas que necesitabas para tu negocio, ideas que necesitabas sobre problemas en tu vida. Soluciones celestiales están siendo plantadas ahora por el sembrador perfecto. Veo al Señor tirando semillas en el terreno de tu mente ahora, y estas semillas comienzan a crecer, dan plantas nuevas de ideas para tu vida; sin embargo, la fe es quien va a regar aquellas semillas.
Así que tenés que tener fe para que estas plantas crezcan en tu mente y verás cómo se te vienen ideas que no te venían hasta ahora, porque muchos de ustedes se sentían bloqueados en la manera de pensar y decían: «No encuentro la solución para tal o cual cosa, no sé cómo salir de este callejón sin salida; me encuentro bloqueado, me encuentro estancado, me encuentro frenado». Como cuando alguien va en un camino y se encuentra con un paredón, no pudiendo seguir porque el camino está cerrado, pero no te habías dado cuenta de que la solución estaba, nada más que no la habías recibido, no la habías pedido al Señor; quizás había algo que te estaba bloqueando para no recibirla.
Pero hoy corto toda brujería de bloqueo en tu mente, en el nombre de Cristo Jesús, y despejo esos caminos, rompiendo, por la fe en el Espíritu Santo de Dios, toda barrera que estaba delante de ti para que no puedas seguir. Quito todo bloqueo que te impedía ver la solución. En el nombre de Jesús, quito toda venda de tus ojos que no te ayudaba a reconocer que la solución estaba ahí, a un paso adelante tuyo. Dios ya te la había dado, pero el enemigo te cegó; hoy quito toda esa ceguera espiritual de tus ojos, en el nombre de Jesús. Caen las escamas ahora, como cuando Pablo tuvo un encuentro, como cuando Saulo tuvo un encuentro con nuestro Señor Jesucristo y las escamas cayeron de sus ojos, en el nombre de Jesús.
Muchos de ustedes tenían brujería hecha y, ciertamente, les había afectado. Yo estoy viendo cuchillos en la cabeza, estoy viendo que espíritus te clavaban puñales en tu cabeza, provocando, además de dolores de cabeza, confusión, dudas, nieblas mentales, pérdida de la memoria, no poder calcular, no poder pensar claramente. Pero yo ahora quiebro todo eso, en el nombre de Jesús. Cae por tierra y santifico tu mente. Yo ahora quito todos esos puñales de sus cabezas, de las cabezas que el Señor está limpiando ahora. Sano todo dolor de cabeza. Algunos de ustedes tenían niebla mental, me dice el Señor, no podían pensar; era como que sus pensamientos se frenaban de un momento a otro. Sin embargo, quito esas nubes que están sobre tu cabeza porque veo esas nubes que el enemigo te colocó, como cuando el cielo está nublado y no se puede ver más allá de las nubes. Así había nubes en tu cabeza y no te dejaban pensar. Despejo tu mente para que puedas ver con claridad a partir de ahora, para que puedas pensar claramente. En el nombre de Cristo Jesús, viene claridad a tu mente ahora.
Hombres que no encontraban soluciones laborales, desde este momento las van a encontrar porque Dios va a mostrarte que había puertas al lado tuyo, pero no podías verlas. Parte de la razón por la cual no podías verlas es porque ya estaban ahí: puertas de solución a tus problemas laborales. El enemigo hizo que te concentraras en los pensamientos negativos, diciéndote que nunca ibas a salir de esos problemas, que nunca ibas a salir de esa situación laboral. Te habías concentrado en lo que el enemigo te hablaba y no en la esperanza que Dios te estaba queriendo dar.
Arrepiéntete y pídele perdón al Señor por enfocarte y creerle al enemigo antes que a Dios, para que Él le dé vuelta a tu cabeza y provoque que te enfoques en lo que Él te está mostrando, en la solución que está al lado tuyo. En el nombre de Cristo Jesús. Hay puertas que también estaban para algunos de ustedes, pero estaban cerradas. El enemigo se opuso, como se opuso ante Daniel cuando empezó a orar por su pueblo. Veintiún días estuvo Daniel ayunando hasta que el príncipe de Persia pudo ser removido; era un bloqueo para que el ángel viniera y le contestara a Daniel. Asimismo.
No se trata de una solución que Dios no te había dado, me revela el Espíritu Santo, sino que hay espíritus que fueron enviados como oposición a lo que Dios ya había puesto al frente tuyo. Había espíritus enviados para que funcionen de estorbo ante lo que Dios ya había puesto como solución para vos. Pero, en el nombre de Jesús, ahora reprendo a esos espíritus y los quitamos de en medio de la solución que Dios te había dado. Vos, ya que hay espíritus especiales, me dice el Señor, que son enviados para frustrar al pueblo de Dios, entendé que el Señor muchas veces envía la solución a muchos problemas y a muchas cosas. No es porque Él no las mande, sino porque el enemigo realiza su parte y envía también a sus emisarios para que estas cosas no lleguen a las manos de los hijos de Dios.
Debés entender que a veces hay una batalla que librar en oración y ayuno para que estas cosas sean derribadas, sean quitadas de en medio de tu camino, y puedas ver, reconocer, recibir, tomar y adueñarte de esas cosas que el Señor ha mandado, amén. Así que pregúntale al Señor: Señor, ¿cuánto tengo que ayunar, orar, para que esa solución me llegue? ¿Cuánto tengo que orar para que pueda entender la respuesta, escucharla y recibirla?
Hijitos, recuerden que yo soy bueno, dice el Señor, que soy un padre bueno, que estoy lleno de amor por mis hijos, que soy misericordioso, que soy piadoso, que yo los cuido. No se olviden de que los tengo abrazados, no se olviden de que los tengo en mi mano, no los he abandonado, no crean las voces del enemigo que les dice que soy un padre malo, que soy un Dios malo, que no cuido de los míos. Tengo cuidado de mis plantitas y no dejo que se sequen. Tengan esperanza, enfóquense en las cosas buenas que les he dado, en las cosas buenas que he puesto delante de ustedes. Golpeen hasta que se abra, insistan como la viuda insistente, pídanme justicia en sus vidas porque tengo la balanza en mi mano. Hijitos, vengan a mí, vengan como la mujer que tenía doce años ―si no me equivoco―, que por un flujo de sangre se tiró y tocó mi manto pidiéndome ayuda, pidiéndome auxilio. Vengan de la misma manera, humillados ante mí, y no voy a desecharlos.
Y el Padre te dice hoy: Hijito, ¿qué querés que haga? ¿Qué es lo que me pedís? ¿Qué querés que haga para ti? Estoy escuchando esas oraciones, no tengo oídos sordos, no cierro mi corazón a mi pueblo quebrantado, no tengo la frente dura ni la pongo de diamante cuando querés tocar a mi puerta.
Cree en mí, cree, vas a recibir; cree que te he escuchado, cree que tengo un corazón blandito que se mueve cuando lloras delante de mí sinceramente. Reciban mi amor, porque muchos de ustedes estaban tan tensos hasta esta ministración, tan contracturados, tan preocupados, tan cargados, tan llenos de miedos, pues dejaron entrar tantos miedos por creerle más al enemigo que al Señor. Pero hoy arrepiéntanse, arrepiéntanse de escuchar más a las voces malas que a Dios y recuerden quién es nuestro Padre Celestial.
Hijito, te amo, dice el Señor; hijita, te amo, dice el Padre. Estoy moviendo mi reino para protegerte, mis ángeles están a tu cuidado. No creas en todas las cosas que ven tus ojos carnales; tené fe, certeza de que lo que pediste ya se está manifestando en lo espiritual. Hay cosas que se están moviendo, que aunque todavía no las viste, yo me estoy encargando, yo estoy escuchando las oraciones. Hay un pueblo que sufre, llora y derrama su corazón delante de mí, pidiéndome que los ayude, pidiéndome por otras almas. No les he dado la espalda, los estoy escuchando, dice el Padre. Confíen en que yo sé mandar la solución, confíen en que estoy moviendo mis hilos, confíen porque ustedes son míos, ustedes son ciudadanos del Reino de los Cielos.
No entendieron que sus espíritus se mueven literalmente en un ambiente espiritual en donde se mueve Dios. No entendieron lo que significa ser ciudadanos del Reino de Dios. No entendieron que ustedes caminan, espiritualmente hablando, en las inmediaciones del Reino de los Cielos. Ustedes no pertenecen a este mundo, mucho menos al enemigo de las almas. Ustedes son míos. Entiendan y comprendan que desde el momento que se entregaron a mí caminan en las inmediaciones espirituales del Reino de los Cielos. Pertenecen a un reino donde reina un Rey digno, justo y bueno, que se ocupa de cada detalle, de cada ciudadano que habita este reino. No entendieron sus derechos legales, dice el Señor, no entendieron de qué se trata ser ciudadano de mi Reino. Ustedes son reales, en el sentido del Reino. Sacerdocio puro. Nadie puede tocarlos si están de mi mano, nadie puede maldecirlos si yo los he bendecido.
Créanlo, créanlo y reciban esta revelación. Pero se trata de la fe, es por fe, me dice el Señor. Deben caminar por fe, no por vista. Muchos de ustedes se frustran y se caen al piso una y otra vez porque no ven lo que quisieran ver con sus ojos carnales, cuando yo he dicho que deben caminar por fe y no por vista. Deben aprender a vivir en este mundo sin dejarse llevar por lo que sus ojos de la carne están viendo. Hay cosas que están escondidas para sus ojos, que no tienen por qué verlas. No tienen por qué ver todo, no los he llamado a eso.
He llamado a un pueblo para que caminen sin ver con los ojos de la carne. No sean como Tomás, que quería palpar todas las cosas, que tenía que ver para creer. No sean ustedes así de carnales; caminen por lo que saben, no por lo que ven. Caminen por esa fe de saber que hay cosas que no pueden ver, pero que igualmente están y se están moviendo. Ustedes no tienen idea de lo que pasa en la esfera espiritual y de lo que no están viendo con sus ojos en este mismo momento. No tienen idea de los ángeles que se están moviendo ahora a su favor por causa de esta oración. No tienen idea de lo que están ministrando sus ángeles, dice el Señor, pero tienen que creerlo, no verlo.
Confíen en mí y déjense llevar. Déjense llevar; ni siquiera tienen que entender todo lo que les pasa para creer que yo estoy ahí. No tienen que entender intelectualmente lo que está pasando en sus vidas para saber que yo me estoy moviendo a favor de ustedes. Que algo sea doloroso no quiere decir que no esté pasando a su favor, dice el Señor. Que algo que están pasando no lo entiendan y les duela no quiere decir que no viene de mí. No quiere decir que yo no estoy usando eso para transformarlos a mi imagen y semejanza. Entiendan, entiendan que es por fe y crean. Arrepiéntanse ahora, todos los que se estaban moviendo por incredulidad, porque yo escucho ahora incredulidad. Muchos de ustedes le habían dado mucho espacio a la incredulidad y a la carnalidad. Le estaban pidiendo a Dios ver las cosas y estaban creyendo únicamente lo que veían a su alrededor en lo físico.
Se olvidaron, en lo espiritual, de lo celestial, de lo invisible, de lo que permanece para siempre. Habían puesto su foco, su atención y todas sus fichas en las cosas visibles y no en las invisibles. Arrepiéntanse ahora de la incredulidad. Arrepiéntanse de no haberle creído a Dios en muchas áreas de sus vidas, en muchas cosas. Hasta la Palabra se les había olvidado, hasta lo que leían ya no lo creían, me dice el Señor. Arrepiéntanse y vuélvanse a los caminos de la fe, porque solo eso los va a ayudar a sentirse libres. Caminar por la fe les va a ayudar a despojarse de esas cargas, ya que el caminar por fe les otorga confianza, dice el Señor.
Ahora veo que muchos de ustedes están recibiendo alas en el espíritu. Esto simboliza que se van a empezar a sentir más libres a medida que se muevan más por fe y no por vista. Hijitos, entiendan, tienen que confiar en mí. Muchos de sus problemas, no solamente mentales sino físicos, eran porque no confiaban en mí. Porque cuando no confían en mí, la ansiedad ingresa a sus vidas, los miedos tienen derecho a obrar, las dudas empiezan a oprimirlos constantemente, y el insomnio empieza a tener su lugar.
Cuando no confían en mí, el afán y las preocupaciones empiezan a provocar problemas en sus cuerpos. Se manifiesta la alta presión arterial, se manifiestan los problemas del corazón y se manifiestan todo tipo de enfermedades que llaman estrés, pero que, en realidad, muchas veces tienen su raíz en la falta de confianza en mí.
Por eso, los niños siempre están flojos, siempre tienen sus espaldas flojitas y no contracturadas. Los niños, dice el Señor, confían en que van a tener a sus padres que los cuiden todo el tiempo. No se adelantan a lo que les puede pasar o no pasar, y por eso, normalmente, sus cuerpos están sanitos, sus espaldas flojitas, sus mentes libres para crear continuamente porque ellos confían. No saben ni se preguntan de dónde va a venir lo que necesitan, pero saben y tienen la confianza de que va a venir igual. Sean ustedes como niños, vuélvanse inocentes. No se pregunten cómo ni de dónde va a venir eso que necesitan, pero crean que va a venir. Crean en los milagros. Así como hice antes, multiplicaba los peces y los panes, estoy haciendo continuamente con mis hijos. A veces van a ver las canastas vacías, pero cuando crean, se van a empezar a llenar.
El problema es que muchas veces no creen, dice el Señor. No creen que puedo hacer milagros y que quiero hacer milagros en sus vidas. Piensan en cómo solucionar las cosas por ustedes mismos y no me dejan el espacio a mí; toman el volante de ese auto ustedes y no quieren correrse de allí para que maneje yo, el perfecto dador. Pero arrepiéntanse de no creer en los milagros, arrepiéntanse de no creer en una provisión milagrosa, arrepiéntanse de ser ustedes mismos los que se sientan en el trono de sus corazones, como sus propios dioses, creyendo que ustedes van a ser los que provean para ustedes y para sus casas, cuando en realidad, si Yo no abro, nadie puede abrir; si Yo no cierro, nadie cierra. Siempre, al inicio y al final, termino siendo Yo, porque soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, y todo pasa a través mío y por mí.
Así que todos aquellos que se están arrepintiendo, empiecen a creer en los milagros de Dios. Crean ahora en los milagros de Dios, crean en las señales, en los prodigios, en su provisión milagrosa. Transfórmense en la manera de pensar como niños, no sabiendo cómo lo va a hacer Dios, pero teniendo la convicción de que eso se va a manifestar.
Me dice Dios: hasta las brujas le creen a su dios, le creen al enemigo cuando les promete cosas que él les va a dar. Las brujas no tienen duda de que van a recibir eso que su amo les va a dar si cumplen con lo que él les pide, porque en el reino de la oscuridad nada es por gracia, nada es gratuito y todo es un negocio. El diablo siempre pide sacrificios a sus hijos a cambio de otras cosas, pues la Palabra de Dios dice que él es el príncipe de este mundo, de los reinos de la tierra que le fueron entregados y que él les puede entregar las cosas de este mundo a quien él quiera. Entonces, el diablo otorga cosas a sus hijos a cambio de lo que él pide; no es gratuito, no es por gracia, y los hijos de la oscuridad, los malos y los que trabajan para el enemigo, creen ciegamente que él les va a conceder eso que les prometió, eso que ellos le pidieron.
Sin embargo, mis hijos, dice el Señor, tienen todas las cosas habilitadas por la gracia de la fe en el Hijo de Dios y no creen que yo quiero regalarles tantas cosas. A veces piensan que es un negocio, que tienen que hacer algo para mí, para que yo les dé lo que necesitan. Pero mi reino no funciona así, dice el Padre: «Mi reino no funciona como un negocio». No tienen que juntar tantos puntos para hacerse dignos de recibir lo que les corresponde. Ustedes son coherederos del reino de los cielos. Entiendan que las riquezas les corresponden, que la provisión les corresponde, que el bienestar les corresponde, que la salud les corresponde, que les corresponde una pareja, que les corresponden todas las cosas buenas que tengo para darles. Pero el bloqueo y el problema muchas veces es la fe; no tienen fe y no entienden cómo se maneja el Reino de los Cielos.
Ustedes pidan que yo les voy a dar, y aun cuando no me piden, igualmente les doy, pues yo sé cuáles son las necesidades de mis hijos y sé dónde tengo que reforzar, sé dónde se sienten débiles, sé lo que están necesitando aun antes de que abran la boca. Pero muchos de ustedes, en vez de tener las manos abiertas para recibir, las cierran y no creen que Dios les quiere dar y que les puede dar, que es gratuito, que no tienen que hacer nada para recibir esas cosas, nada especial, simplemente creer en el Hijo de Dios.
Es gratuito, dice el Señor. Todo eso que me estás pidiendo es gratuito; quiero dártelo, como cuando vino alguien y le preguntó a Jesús: «¿Qué quieres que haga, Señor? ¿Quieres sanarme?». Y el Señor le dijo: «Sí, quiero». Dios te dice: «¿Qué me estás pidiendo? Sí, quiero dártelo, hijito, quiero dártelo. Pero a veces el problema es que vos sos demasiado severo con vos mismo. No soy yo el que soy tan severo contigo, sino que tú lo eres con vos mismo. No soy yo el que te ajusta tanto las tuercas de tu vida, sino vos mismo, que crees tener que hacer demasiado para agradarme. El solo hecho de creer en mi Hijo te otorga el derecho a complacerme; me complaces por fe y no por rendimiento. Sos mío, y eso ya me complace. No hay nada que pueda cambiarlo, no hay nada que puedas hacer de más para que te ame más».
Pero ahora arrepiéntete de ser demasiado duro contigo mismo. Arrepiéntete de aplicar vara a tu misma espalda. Arrepiéntete de llevarte a vos mismo arriba de un burro de carga, como si fueras un esclavo, cuando ya tuviste la libertad al entregarte a mí. Arrepiéntete de esclavizarte a vos mismo, arrepiéntete de tratarte con dureza, de verme como un Padre, como un general del ejército que lo único que hace es exigirte continuamente. Y vuelve a repetir el Señor: «Soy un Padre bueno, soy un Dios justo, soy un Dios de amor».
Recibe ahora, recibe las cosas buenas que tiene Dios para darte hoy. Dios dice: «Bienaventurados los que me creen, bienaventurados los que conocen mi corazón, bienaventurados los que se dejan amar por mí, bienaventurados los que anhelan recibir mis dones celestiales por gracia, bienaventurados los que vienen a beber de mis fuentes de aguas transparentes y cristalinas, que calman la sed gratuitamente. Bienaventurados los que no creen que tienen que hacer o dejar de hacer ciertas cosas para recibir lo que tengo para darles, porque esto es la libertad del espíritu». Amén.
Se sueltan cadenas ahora, se quiebran sogas, se desatan sogas que te ataban, ahora; caen por tierra. Se desatan nudos en las mentes, se quitan cargas de los hombros y las espaldas se ungen, cabezas se ungen, manos, ahora; en el nombre de Jesús. Ahora veo que están cayendo piedras celestiales en las manos de muchos. Algunos de ustedes están recibiendo impartición de dones espirituales por causa de creer; libertad está viniendo a muchos de ustedes, ahora. Se están cayendo vendas de los ojos, porque algunos de ustedes estaban ciegos y no se habían dado cuenta de la forma en la que estaban pensando, pero esta ministración ha provocado que sus ojos se abran y se den cuenta de que necesitan un cambio en la forma de pensar en el Padre Celestial.
Bendigo al pueblo de Dios que escucha esta palabra ahora mismo. En el nombre de Jesús, corto toda maldición de adulterio, maldición de divorcio, maldición de rechazo, maldición de desempleo, maldición de cáncer, maldiciones de enfermedades como diabetes, tuberculosis, todo tipo de enfermedades generacionales quedan cortadas ahora; maldiciones de colon irritable, maldiciones de tumores se cortan ahora, maldiciones de esclavitud se cortan ahora. Cae por tierra todo trabajo de satanismo en tu vida; se apagan las velas de las brujas que habían encendido en contra tuyo. Ahora derribo las mesas de toda brujería que te hayan hecho, corto, cancelo, quiebro, dejo sin efecto toda palabra de maldición hablada en contra de tu vida, de tus hijos, de tu pareja, de tu casa, de tus bienes, de tu trabajo. En el nombre de Jesucristo se abren caminos. Ahora, en el nombre de Jesús, veo llaves que son otorgadas. Gracias, Padre. Hay cosas que estaban trabadas en tu vida, pero hoy veo que candados se empiezan a abrir.
Veo que algunos de ustedes sentían bloqueos en la garganta, como que se les cerraba la garganta; el enemigo les estaba haciendo un trabajo para oprimirlos y para que se sientan como cerrados de los cuellos, como si los estuvieran ahogando, ahorcando. Pero en el nombre de Jesús yo ahora cancelo toda misión del enemigo en tu cuello, en tu garganta, y libero esas gargantas en el nombre de Jesús. ¡Aleluya!
Cancelo brujerías para que tengas parálisis del sueño, porque había espíritus que te venían a molestar durante la noche, pero ahora se corta esta racha. Algunos de ustedes tenían dolores de espalda, pero se van a empezar a ir a partir de este momento. Oro por dolores de espalda, cancelo toda misión de espíritus de fobias, cancelo fobias. Había misiones enviadas de parte de brujos para tu vida, para que empieces a tener fobia social, para que no salgas de tu casa, para que no puedas estar con gente, para que te sientas ahogado en esos momentos, para que no puedas ver tu celular porque te daban ataques de falta de respiración y demás. Yo cancelo ahora toda esta misión en tu vida, y reprendemos todos los espíritus de fobias sociales. Se van de tu vida ahora, en el nombre de Jesucristo.
Gracias, Señor, porque el Padre eterno se ocupa de ti, el Padre eterno te ama. Así que hoy ha sido hecha una ministración importante en las mentes, en las cabezas, con todo lo que tiene que ver: confusión, dudas, incredulidad, malos pensamientos, fobias, problemas mentales. Padre, yo te pido que termines esta ministración, por favor, en el nombre de Jesús, y que sigas limpiando las mentes. Gracias, Señor, gracias te doy por esta ministración. Algunos de ustedes, a partir de esta ministración, se van a sentir llenos de fe, llenos de gozo del Espíritu porque se han quitado cosas que estorbaban, para que te puedas gozar en el nombre del Señor, para que puedas caminar lleno de fe y lleno de esperanza, lleno de amor y lleno del gozo del Espíritu de Dios.
Te pido, Dios mío, que cuando termine esta ministración envíes ángeles para seguir ministrando a tus hijos acorde a lo que pidan, acorde a lo que necesitan. En el nombre de Jesús, yo desato las mentes, las desato ahora, porque sigo viendo como ataduras mentales en forma de sogas que rodeaban las mentes. Algunos de ustedes tenían dolor de cabeza en forma de cinto, y es porque, en el espíritu, el enemigo les había enviado a colocar una opresión que los apretaba literalmente en la cabeza.
Pero hoy desatamos esas sogas en el nombre de Jesús, hoy liberamos las mentes. Reciban por fe; no dejen de creer, no dejen de creer que nuestro Padre es un Padre justo y bueno. Desbloquea, Señor, las mentes ahora. Aplico martillo espiritual; ahora se rompen todas esas paredes de piedra que estaban alrededor de tu cabeza, en el nombre de Cristo Jesús. Cree y lee la Palabra para que tu mente siga siendo libre de cosas que el enemigo había plantado. En el nombre de Jesús, bebe la Palabra como si fuera medicina, remedio espiritual; de hecho, lo es en el espíritu. Cuando lees la Palabra de Dios, esta funciona como remedio para tus problemas físicos, espirituales y del alma. Créelo y lee la Palabra como si fueras a tomar un remedio cada ocho horas, de la misma manera que tomas tus remedios que te recetan los médicos. Aplica la lectura de la Palabra de Dios conscientemente, sabiendo y creyendo que estás tomando tu remedio físico y espiritual, el más poderoso que existe, que es la Palabra de Dios, y no te olvides de creer. Te damos gracias, Señor, por esta ministración.
El Señor me dice que sonriamos más, que no estemos tan serios. No se olviden de que, cuando Pablo y Silas estaban presos, sonreían y alababan al Señor a pesar de estar en esa tribulación. Ellos estaban gozosos por más presos que estuvieran. Asimismo, dice el Señor: sonrían, hijitos, porque el gozo, la alegría y la sonrisa son sanadoras. Y yo quiero verlos sonreír más, quiero verlos libres y alegres, por más que lo que se desarrolla a su alrededor sea doloroso. Así como un padre o una madre quiere ver a sus hijos sonreír, así nuestro Padre Celestial quiere vernos sonreír.
No dejen que sus rostros se endurezcan, dice el Señor, porque yo veo que, cuando el pueblo de Dios se pone serio y está permanentemente serio, el rostro, las facciones y la expresión de la cara se vuelven muy duras, se vuelven amargadas, se vuelven serias. No se olviden de sonreír, de modo que esa blandura de la expresión del rostro se mantenga viva y así la luz del rostro se manifieste en ustedes, para que puedan manifestar la luz del Señor a través de esa expresión de libertad, de gozo y de alegría. Gracias, Padre.
Los bendigo, y testifiquen, por favor, en los comentarios cuando este video termine, para que demos la gloria a nuestro Señor Jesucristo y muchos puedan ver que el Señor es un Dios vivo, que aún hoy hace señales, milagros, prodigios, sanidades y que se ocupa de su pueblo. Amén.