Gracias, Padre, por esta ministración por el Espíritu Santo que vas a hacer a los que te están buscando en espíritu y en verdad en este tiempo. Gracias porque estás alimentando a mucho pueblo que tiene hambre de conocerte más, hambre de saber aún más de tus cosas, hambre de entender cómo funcionan las cosas espirituales.
Hay un pueblo, hay un remanente escogido, hay un grupo, hay un cuerpo de Cristo, hay un cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, hay una iglesia presente aún, una pequeña manada, una manada reducida, pero aún en el fuego del Espíritu Santo, queriendo saber más de ti, queriendo entender, Señor, muchas cosas que aún no han entendido.
Y por eso, Dios mío, Padre mío, eres bueno, Señor, y te ocupas de esas personas y te ocupas de tus hijos, los que verdaderamente te buscan día y noche, Señor, y te hacen preguntas. Son curiosos por tus cosas y quieren encontrar esas respuestas, y te dicen: Padre, quiero entender tal cosa, quiero entender tal otra, quiero conocerte más, quiero meterme a nadar en ese mar profundo de tu Espíritu, quiero volar también en el aire de tu Espíritu Santo.
Hay un remanente escogido que le está preguntando al Señor sobre los misterios, sobre las cosas escondidas, sobre su Palabra, y hay un pueblo aún que le está pidiendo al Señor estrategias: estrategias para batallar en el espíritu, estrategias para destruir las obras del mal, estrategias para derribar lo que el enemigo levantó, estrategias para levantar lo que viene de Dios, estrategias para fortalecerse en el Espíritu de Dios.
Gracias, Padre, porque vas a responder y vas a entregar estrategias a tu pueblo, Señor, y una de ellas —me dice el Señor— es el poder del acuerdo. Mucho pueblo no está consciente de lo que sucede cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para algo.
[Mateo 18:19-20, RVR1960] Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Entonces, si prestamos atención en lo que dice este versículo, este pasaje está diciendo que cuando dos personas se ponen de acuerdo en la tierra acerca de algo que pidieren al Señor, esto será hecho por nuestro Padre Celestial que habita en los cielos.
Yo veo grupos de personas reunidas en oración. Yo veo congregación de hermanos. Porque una congregación no solamente se refiere a un número grande de personas, sino que, por eso mismo, la Biblia dice: cuando dos o más, dos o tres congregados en mi nombre —dice este pasaje de Mateo—, allí estoy Yo en medio de ellos.
Es decir, cuando dos personas se congregan en el nombre del Señor Jesús para realizar y establecer sus propósitos en la tierra, para orar acorde a la voluntad del corazón de Dios, para pedir lo que hay en su corazón y no lo que hay en los deseos de nuestro corazón, carnalmente hablando. Cuando dos personas se ponen de acuerdo para hacer el bien en el nombre del Señor Jesucristo, cuando dos personas se unen en un mismo sentir, en una misma intención, unánimes, como dice la Biblia, ya solamente dos personas, eso ya es estar congregados en su nombre. ¡Cuánto más si fuéramos tres, cuatro, cinco, diez, cincuenta, cien o miles que estamos unánimes en un mismo espíritu, en un mismo sentir, en una misma intención, enfocados en lo que el Señor quiere hacer y no en lo que terrenalmente nuestros corazones desean o en lo que el enemigo quiere hacer! Porque, así como los que pertenecen al reino de la luz, cuando se ponen de acuerdo, esto tiene un poder tremendo, lo mismo pasa cuando los hijos de las tinieblas se ponen de acuerdo; eso también tiene un poder tremendo que viene del infierno.
Yo estoy viendo ahora estos grupos, estas congregaciones, ya sean pequeñas o grandes, de personas que se reúnen a orar por el reino de los cielos, a orar por los santos, a orar por los gobernantes, por las naciones, por los enfermos, por los encarcelados, a orar por los afligidos, a orar por aquellas cosas que duelen en el corazón de Dios. Hay un acuerdo que tiene que estar establecido antes de ejecutar esa oración en grupo, en conjunto. Porque estoy viendo un círculo, un círculo de personas que oran o que interceden por estas cosas que nombré anteriormente, y estoy viendo que, cuando todas esas personas se ponen de acuerdo, hay como una cinta celestial, metafóricamente hablando, que los une literalmente en el espíritu. Y este es el poder del acuerdo.
Cuando estas personas, cuando tú te congregás con otra persona o con más personas, en un mismo sentir, en una misma intención, en un mismo foco, en una misma dirección, como un ejército que ya sabe lo que tiene que hacer, que ya sabe cuál es su tarea y está enfocado en lograr esos objetivos, o como un grupo deportivo, un conjunto deportivo que juega ese deporte para lograr tales objetivos, lo mismo pasa -metafóricamente hablando- cuando un grupo de personas se reúne en oración o en intercesión. Tienen que estar de acuerdo en un objetivo en común, o en varios objetivos, como sea, pero estos objetivos tienen que estar en común en todos ellos, los que conforman este grupo, este conjunto, esta congregación de personas. Y si hay uno de ellos que no está en acuerdo, entonces hay una brecha que se abre en ese grupo. Por eso es tan importante que cuando nos congregamos y nos juntamos para orar, para interceder juntos, esa oración, nuestros corazones tienen que estar cien por ciento puestos en una mesa.
Yo estoy viendo una visión ahora, y en medio de ese círculo que estoy mencionando, veo una mesa, una mesita puesta en el medio de esa reunión, en el medio de ese círculo, y cada persona pone su corazón allí, deja su corazón en ese círculo. Esto quiere decir que cuando uno se reúne a orar por objetivos en común, cuando uno se reúne a interceder, uno tiene que ir a esa reunión de intercesión o de oración y, al ingresar, colocar su corazón completo, cien por ciento en esa reunión, dejar tu corazón allí, en ese lugar, entregarte por completo a esa oración, a esa tarea que van a hacer juntos, enfocarte con todo tu ser, con toda tu alma, tu espíritu, tu mente, enfocarte plenamente en lo que van a orar en conjunto, porque no vas solo. Es distinto cuando uno ora y está solo que cuando ora con otras personas.
Entonces, es importante, y el Señor espera, y por eso trae claridad sobre este asunto, que aprendamos a ser totales en las cosas que hacemos para Él, porque Él fue total y es total con nosotros. Cuando el Señor se entregó en esa cruz, se entregó totalmente por vos, dejó todo por vos, se enfocó en ese sacrificio, cada parte de su ser fue entregada allí, en esa cruz, en ese sacrificio. De la misma manera, cada actividad… recuerden cuando el Señor oraba en el Monte de los Olivos antes de ser crucificado; era tal la entrega que Él tenía en esa oración, el clamor, el gemido en esa oración, que el Señor sudaba gotas de sangre, dice la Palabra.
Hay mucha tibieza en estos tiempos en mucho pueblo del Señor, no en todo, como dije al principio, pero a veces oramos superficialmente, cumplimos con horarios, vamos a reunirnos con otros hermanos o, inclusive, en nuestras casas con nuestros hijos, con nuestros esposos, con las esposas, con nuestra familia. Nos juntamos a orar, pero, en realidad, el corazón de cada uno no está en el centro de esa reunión, está en otros lados. Entonces, el poder del acuerdo no funciona espiritualmente como debería, porque, en realidad, no estamos de acuerdo. Estamos allí, nuestro cuerpo está allí sentado en esa mesa, quizás en esa silla, en ese lugar donde estamos orando en conjunto, pero nuestro corazón no está allí. Nuestro corazón está pensando en que ya termine esa oración para ir a hacer otra actividad, para ir a hacer otra cosa. Entonces, esa tarea queda concretada en cierto porcentaje, pero no tiene la eficiencia que debería tener esa oración, y no es respondida en la forma que te gustaría. No ves esos resultados de esa intercesión como a ustedes les gustaría, porque el poder del acuerdo no está concretado realmente cuando se juntan a interceder, a orar.
Por eso, es muy importante que entiendas que, cuando vos vas a ponerte de acuerdo con otro hermano para hacer una obra del Señor, no solamente en lo que es una oración, una intercesión, un servicio, o lo que sea, tu corazón tiene que estar cien por ciento colocado allí. Tenés que aprender a entregar tu corazón a esa actividad, a esa obra, a esa oración, a ese servicio, que, en realidad, antes de estar haciéndolo a los hombres, lo estás haciendo a tu Dios.
Él espera que le entreguemos el corazón cien por ciento. Por eso dice ese mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con toda tu fuerza.» Y si aún hubiera más, el Señor querría ese más. Es todo. Es todo cuando ores, cuando te congregues, cuando te reúnas, cuando sirvas. No lo hagas a medias, porque el Señor no quiere una ofrenda a medias, el Señor no quiere una ofrenda contaminada, el Señor no quiere una ofrenda simbólicamente hablando. El Señor no aceptaba sacrificios de corderos o de animales que estuvieran enfermos, que les faltara un ojo, que tuvieran quebrada una pierna. Así, de la misma manera hoy —simbólicamente hablando— esto representa en parte que Dios espera que lo que nosotros tenemos que ofrecerle a Él, primeramente, se lo ofrezcamos de la mejor manera posible, que le ofrezcamos lo mejor que tenemos. Que, cuando invertimos el tiempo haciendo alguna actividad para Él, sea de verdad enteramente para Él.
Porque quizás deseo en mi corazón poder impartirte parte de esta pasión que el Señor colocó en mí, a ti, para que, a partir de ahora, cuando vayas a orar, cuando te reúnas, cuando te congregues a interceder, lo hagas con cada parte de tu cuerpo, con cada célula de tu cuerpo, con cada parte de tu alma, con todo tu espíritu. Que tu mente esté cien por ciento enfocada en lo que vas a hacer para el Señor. Porque, de otra manera, aparte de que el poder del acuerdo no estaría funcionando en ese poder, en el Espíritu Santo, como el Señor lo espera, como el Señor quiere hacerlo en esa congregación, en esa reunión, en esa tarea, no sería lo mismo.
Además de eso, estarías perdiendo el tiempo, no podrías redimir el tiempo. Una de las maneras de redimir el tiempo es, cuando hagas cosas para Dios, no hacerlas a medias, sino hacerlas cien por ciento para Él. De esta manera estarías redimiendo el tiempo. ¿Por qué? Porque lo que estás haciendo para Él, si lo haces por el Espíritu, si lo haces acorde a las Escrituras, si lo haces acorde a su voluntad, va a ser eficiente, y esa tarea va a cumplir su propósito al cien por ciento, y no al veinte. Pero si vos le decís: «Amén, Señor, voy a hacer lo que me estás pidiendo», si el Espíritu te manda hacer algo, si vas a hacer alguna tarea para el Señor, pero tu corazón está al veinte por ciento puesto en esa tarea, entonces probablemente, en vez de lograr un cien por ciento de esa tarea que tenías que lograr, vas a lograr un veinte por ciento de tu objetivo. No vas a ver los frutos como te gustaría verlos, no vas a ver los resultados, y te vas a empezar a preguntar: «¿Pero qué pasa si estoy trabajando todo el día para Dios, si estoy sirviendo, si estoy haciendo esto, lo otro?» Sí, pero en realidad, ¿cuánto de tu ser estás poniendo allí? Y no solo eso, ¿cuánto de tu ser estás poniendo de acuerdo con los otros hermanos que están trabajando contigo?
[Eclesiastés 4:11-12, RVR1960] También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
Esto también habla del poder del acuerdo. Entonces, para terminar con lo que el Espíritu Santo quiere hablarte hoy en el tema de la oración, cada vez que ores con alguien, recordá esta Palabra. Cuando vos estás de acuerdo con esa persona, porque hay que ponerse de acuerdo antes de orar muchas veces, y especialmente si son reuniones de intercesión, reuniones de oración, reuniones donde uno dice: «Vamos a orar por tal cuestión, por tal tema», entonces uno tiene que ponerse de acuerdo antes de entrar en ese ambiente espiritual. Porque de esta manera, en el espíritu -yo estoy viendo- cuando vos te ponés de acuerdo con alguien más y orás, es como si estuvieran tomados de las manos al empezar a orar. Lo mismo pasa en un grupo: es como si yo viera un círculo que se toma de las manos espiritualmente hablando al orar, y nada ni nadie puede venir a romper esa barrera espiritual que se forma cuando vos te tomás de las manos con las otras personas, estando de acuerdo en esa oración.
El poder del acuerdo, además de provocar eficiencia en esa oración y de que se cumplan los objetivos dados por el Espíritu Santo en esa oración, es una barrera de protección. Pero donde hay alguno en ese grupo que no está de acuerdo con ellos, o que está enojado con las demás personas y no ha perdonado, no ha arreglado esa ofensa, cuando hay alguien que está distraído y no deja su corazón en la mesa -que yo veía en medio de esa reunión antes-, cuando hay alguien que con su boca está orando, pero con su corazón está volando por cualquier otro lado, entonces esa persona provoca que, espiritualmente hablando, en esa reunión como que no esté completamente cerrado ese círculo.
El poder del acuerdo lo que genera es protección. Esa unión levanta paredes, espiritualmente hablando, y no hay demonio, no hay bruja, no hay hechicero que pueda romper ese cordón de tres o más dobleces. En este caso, si fueran más personas, cuantas más personas sean, más grueso se hace ese cordón que los une cuando se reúnen a orar o hacer cualquier otra actividad que sea ofrecida para el Reino de Dios, si realmente están de acuerdo.
Pero lo que pasa muchas veces en las reuniones de oración es que parte del equipo está de acuerdo, pero parte del equipo no está de acuerdo con los demás. ¿Por qué? Porque tienen egoísmo, porque tienen motivaciones propias, porque van a ese grupo de oración no para orar sobre objetivos en común, sino que van concentrados en lo que ellos solo necesitan.
La Palabra del Señor dice que cuando pidamos, lo hagamos con fe, y que no pidamos para nuestras propias concupiscencias, para nuestros propios placeres, para los deleites personales, sino que pidamos acorde a la voluntad del Señor, acorde a lo que es bueno y agradable para Él. Esto es lo que pasa muchas veces en las reuniones de oración; en este caso, es el tema principal que el Padre quiere hablar hoy.
Hay personas que van a congregarse para orar, pero van con este objetivo en sus mentes y en sus corazones: voy a orar por mí, voy a orar por mi casa, voy a orar por mi esposo, voy a orar por mis hijos, por mi familia. Eso no tiene nada de malo, no tiene nada de malo orar por los nuestros, por nuestras cosas y demás; además, es bíblico también, y es necesario que esta oración se realice. Pero yo estoy diciendo que, cuando un grupo de oración se reúne con objetivos grupales y no individuales, hay personas que están rompiendo el acuerdo, porque van en egoísmo, van buscando sus propios motivos. Inclusive, a veces piden por sus propios deleites, piden por sus propias concupiscencias, provocando que este ejército que está unido para avanzar el Reino de Dios retroceda o no pueda avanzar de una manera mucho más eficiente.
Si estuvieran todos de acuerdo y avanzaran un poco más lento, o quizás de esos objetivos que se propusieron en la oración no todos fueran respondidos, no todos se cumplieran, sería porque hay algunos que están rompiendo el poder del acuerdo. Si bien el Señor honra esa oración apasionada, esa oración realmente en acuerdo con el Espíritu de Dios y con los otros hermanos de aquellos que sí están concentrados en los objetivos grupales y concreta esas peticiones, lo que estoy diciendo es que sería muchísimo más poderoso, muchísimo más eficiente y muchísimo más rápido lograr esos objetivos si, en un grupo de diez personas, las diez estuvieran realmente de acuerdo con esos objetivos grupales y no buscaran sus propias ganancias personales.
[Santiago 4:3, RVR1960] Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Entonces, es muy importante que, cuando uno forma un grupo de oración, también le pregunte al Espíritu Santo antes, para que el Espíritu te revele cuáles son esas personas que posiblemente estarían de acuerdo con esos objetivos que el Espíritu Santo te va a dar para interceder o para orar.
[Job 35:12, RVR1960] Allí claman, pero Él no responde a causa del orgullo de los malos.
Y muchas veces, dentro de estos grupos, hay gente que es muy orgullosa, y hay hermanos y hermanas que son egoístas y aún no han aprendido a dar su corazón por causas ajenas, por causas en común, por causas grupales. Pero yo decía, yo estaba viendo, yo estaba viendo literalmente esta Palabra:
[Mateo 18:20, RVR1960] Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Muchas veces el Señor me revela, y puedo ver literalmente, en visión, al Señor Jesucristo parado en el medio de esas reuniones, escuchando con atención y mirando fijamente a cada participante de esa reunión de oración. No es una metáfora cuando el Señor dice: «Yo estoy ahí en el medio de ellos cuando dos o tres están congregados». No es que lo dice para que a nosotros nos suene bonito. Literalmente, en el espíritu esto es así, y te lo digo así para que entres en razón: no solamente cuando vos estás orando a solas en el cuarto secreto, buscando en intimidad al Señor, Él está ahí escuchándote presencialmente, sino que, especialmente, cuando vos te congregás con dos, con tres, con más personas, con el número que sea, el Señor literalmente está ahí parado en medio de ellos. Hay pueblo del Señor Jesucristo que no está del todo consciente de que este versículo es literal y se cumple literalmente hablando cuando hay gente que se congrega en su nombre, en el poder del acuerdo.
Por eso es muy importante que pidas en oración que el Espíritu Santo trabaje en los corazones de esas personas que se reúnen contigo a orar, a interceder, a clamar, a servir a Dios de distintas maneras, para que el Espíritu Santo trabaje en sus corazones, les enseñe, los llame y ponga en sus corazones el querer estar de acuerdo con esas causas grupales. Que quieran ponerse de acuerdo con esas cosas en común con los demás, para que el Señor les abra los ojos a esas personas que, sin querer, por supuesto, la mayoría de las veces, están orando en egoísmo y están provocando separación y división en un mismo grupo de oración. Que el Señor les abra los ojos y puedan ver que no están participando de un ejército en esta oración, sino que se están aislando a ellos mismos. Y, al hacer esto, no participan de esa barrera de protección que yo veía en el poder del acuerdo, porque esa es otra de las cosas que pasa cuando nos reunimos a orar, a interceder, y algunos no están de acuerdo, en realidad, con estos objetivos grupales en común.
Lo que pasa es que las personas que se aíslan y que buscan sus propios objetivos, sus propios intereses personales y no los intereses grupales, estas personas, sin darse cuenta, salen de esta protección que genera el poder del acuerdo, porque ellos mismos no están de acuerdo con esto en sus corazones. Entonces, ellos mismos se apartan en el espíritu, se aíslan. Están ahí, sus cuerpos están ahí, físicamente están ahí, pero espiritualmente no están ahí. Pudieran haber veinte personas orando supuestamente por los mismos objetivos, físicamente hablando, pero en el espíritu el Señor ve a diez, porque son esas diez personas las que están de acuerdo, y sobre esas diez personas se coloca un techo de protección, una cúpula espiritual de fuego para que nada pueda interferir en esa oración.
¡Qué fuerte, qué importante, qué delicadas son las cosas espirituales, qué profundidad hay en lo que pasa en nuestro corazón! Tenemos que esforzarnos para preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, como lo dice en la Palabra.
[Efesios 4:3, RVR1960] Esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
El problema es que hoy temprano estaba entregando una palabra que me dio el Señor y orando para el pueblo del Señor Jesucristo en una radio de Perú —que luego voy a tratar de compartirles acá por mis redes para que la puedan escuchar los que no tuvieron la oportunidad—, y allí el Señor me revelaba que no solamente el mes de octubre es muy fuerte, espiritualmente activo en el reino de las tinieblas, sino también el mes de diciembre, y que mucho pueblo del Señor Jesucristo se está sintiendo extremadamente cansado. Esto también es lo que el Señor viene hablando, al menos a mí y a otras hermanas con las que nos reunimos en este tiempo, sobre el cansancio, sobre el abatimiento, sobre la frustración, sobre el agotamiento.
Pero esto no solamente se debe a que en el mes de diciembre se cierran muchos ciclos de actividades, uno está ocupado con muchas cosas. No solamente se debe al sacudimiento mundial y económico que estamos viviendo, a los tiempos de apostasía que se están levantando, a estos dolores de parto que están comenzando y que la iglesia del Señor Jesucristo está sufriendo, sino que también se debe a que las tinieblas, el ejército del poder de las tinieblas del reino de las tinieblas, están redoblando sus esfuerzos para ir en contra del cuerpo del Señor Jesucristo, para derribar a los miembros del cuerpo del Señor Jesucristo, aprovechándose de este cansancio, de este agotamiento, de estas distracciones que está teniendo mucho pueblo en este tiempo.
El enemigo aprovecha para colocarnos aún más cargas, para mandar hechizos de congelamiento, para mandar hechizos, espíritus de pesadez, para mandar demonios que hablen a las personas, aprovechándose de este agotamiento mental, y los hagan pensar o creer que ya no pueden más, y muchas cosas más.
Pero el Señor me hablaba de esto y me decía: ¿Por qué traigo esto a la mención? Porque me decía que, en este tiempo donde ellos están especialmente activos, donde los brujos y los hechiceros y los demonios están especialmente activos, la iglesia es donde más se descuida. Porque se preocupa de las actividades diarias, de la vida diaria, y descuida la oración, descuida la intimidad con el Señor, descuida la congregación con los santos para realizar las buenas obras. Descuida la alabanza, descuida el ayuno. Dicen: «Estoy cansado», cuando en realidad el tiempo que el Señor nos dio, nos lo dio para administrarlo para Él, para cumplir con sus propósitos, para su gloria.
Entonces, ¿a qué voy con esto? Que las tinieblas también se ponen de acuerdo, y cuando las tinieblas se ponen de acuerdo, es como un reino que nada puede quebrantar. Es decir, la Biblia dice que un reino dividido no puede permanecer y que una casa dividida no puede permanecer. Entonces, para realizar algo, para concretar un objetivo en común, tiene que existir el acuerdo previamente. Por eso la Biblia dice:
[Amós 3:3, RVR1960] ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?
Para poder concretar objetivos en común no alcanza con realizar esas obras, sino que las obras que nosotros hagamos tienen que estar concretadas y realizadas con un acuerdo previo, porque eso va a ser el poder en el Espíritu Santo que ayude a que esos objetivos se cumplan. Y así, como nosotros tenemos que ponernos de acuerdo para concretar, para ejecutar los planes de Dios en la tierra y para destruir las obras del mal, y sin este acuerdo no hay posibilidad de realizar estas cosas; asimismo, las tinieblas se ponen de acuerdo, y sin ese acuerdo no pueden trabajar en contra de nosotros.
Cuando habla sobre Adonías, uno de los hijos de David que se levantó para que Salomón no ocupara el reinado, si no me equivoco, dice así:
[1 Reyes 1:7-8, RVR1960] Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías. Pero el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David, no seguían a Adonías.
Entonces, el reino del enemigo también trabaja para que las personas se pongan de acuerdo para concretar sus objetivos en contra de los ungidos de Dios, en contra de los hijos de Dios, en contra de los santos.
Y así como los judíos también se levantaron de común acuerdo, dice la Biblia, contra Pablo:
[Hechos 18:12, RVR1960] Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal.
Así como los hijos de Dios, nos tenemos que poner de acuerdo para poder concretar lo que Dios nos pide que concretemos. Las tinieblas también se ponen de acuerdo para concretar los objetivos del infierno en contra de nuestras vidas. El Señor quiere que ya no estés más ignorante de este poder del acuerdo, porque el poder del acuerdo tiene efectividad tanto en el reino de la luz como en el reino de la oscuridad. Si nosotros no entendemos esto, si no comprendemos que realmente tenemos que caminar en unión con nuestros hermanos, enlazados —simbólicamente hablando— con el resto de los miembros del cuerpo de Cristo, no vamos a avanzar, no vamos a crecer, no vamos a obtener victorias. Entonces, vamos a sufrir las consecuencias de estos desacuerdos en el espíritu.
Por eso, en las oraciones, una de las cosas que nosotros tenemos que hacer es provocar caos, confusión y desacuerdo en el campamento de los enemigos. Tenemos que orar para romper estos acuerdos entre los demonios que se levantan contra nosotros, contra nuestras congregaciones, contra nuestra familia, contra los gobiernos, contra las naciones o contra lo que sea que el Espíritu de Dios te esté pidiendo que ores.
Pero lo que pasa muchas veces —me revela el Espíritu Santo ahora— es que esto no puede ser; esta oración no va a tener efectividad si nosotros, sin darnos cuenta, nos ponemos de acuerdo con las tinieblas. «¿Cómo es esto?», están pensando ustedes. «Si no estoy fumando, no estoy fornicando, no estoy adulterando, no estoy maldiciendo, no le estoy faltando la honra a mis padres. ¿Cómo puede ser que puedo ponerme de acuerdo con las tinieblas?» Ahora voy a explicar cómo funciona esto.
Cuando vos pensás, cuando el enemigo te trae pensamientos para tentarte que vienen de él y vos creés esos pensamientos, te estás poniendo de acuerdo con el reino de las tinieblas. Cuando el enemigo te dice que no vas a poder realizar esa obra para la cual el Señor te llamó, cuando en realidad la Palabra del Señor dice: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece», y vos le estás creyendo a él en vez de lo que dice la Palabra del Señor, sin darte cuenta, claro, te estás poniendo de acuerdo con las tinieblas. Al ponerte de acuerdo con las tinieblas, estás ayudando y poniendo un granito de arena más para que esa montaña se levante en contra tuya y en contra de otras personas que le pertenecen al Señor.
Cuando vos te ponés de acuerdo con los miedos que te quieren abatir, estás formando un acuerdo que, legalmente, en lo espiritual, funciona como un derecho de Satanás para oprimirte, para ponerte enfermedades mentales, para llenarte de miedos, para ponerte fobias sociales, problemas para relacionarte con los demás, para que tengas miedos de tantos diferentes tipos de miedos que hay. Entonces, un hijo de Dios puede estar, sin darse cuenta, colaborando con el reino de las tinieblas cuando se pone de acuerdo con estas cosas.
Por eso es tan importante trabajar en tu mente. Por eso es tan importante escuchar lo que estás pensando, estar alerta, prestar atención a cuáles son los pensamientos a los que les estás dando lugar en tu mente. Cuando vos estás creyendo estas mentiras, cuando el diablo te hace creer que no valés, que sos fea, que no vas a poder realizar tu vida de una manera normal, cuando el diablo te habla, estás mirándote al espejo y te odiás. No es porque Dios te trae estos pensamientos o porque Él te odia, es porque el diablo te mete esto en tu corazón como si fuera una semilla que él planta en tu vida, en tu mente, en tu corazón, para que crezca sin darte cuenta. Entonces, lo que pasa después es que nos enojamos contra Dios y le decimos: «Pero Señor, ¿por qué me pasa esto?», cuando en realidad no estás batallando en el campo de tu mente, y al creer estas cosas que el enemigo te habla, estás abriendo la puerta para que él concrete sus maldades en tu vida.
Hay un poder del acuerdo entre nosotros y las tinieblas que tenemos que aprender a no darle lugar. Hay acuerdos con las tinieblas que tenemos que aprender a rechazar, a destruir y a no participar de eso, porque yo estoy viendo un papel ahora que es como un contrato.
Cuando vos te ponés de acuerdo con estas cosas, cuando el enemigo te habla en tu corazón y te provoca envidia por lo que tu hermano tiene, por lo que tu hermano logró. Cuando estás mirando a la mujer de tu prójimo para codiciarla y tener envidia, celos de tu hermano porque él te atrae, y te gustaría en realidad tenerla, poseerla. Entonces, es como si el diablo te presentara en el espíritu —metafóricamente— un papel, un contrato. Y te dice: «Tomá, firmá, creé lo que te estoy diciendo, tomálo, creélo, alimentálo en tu corazón, dejálo correr como un caballo salvaje en el campo de tu mente». Cuando vos asentís, es como si en el espíritu colocaras tu firma en ese contrato legal, y entonces el diablo obtuvo lo que necesitaba para afligirte de distintas maneras, incluyendo enfermedades.
Así que atentos, atentos, atentos. ¡Atento, pueblo mío! —dice el Señor—, porque, sin darse cuenta muchas veces, lo que Yo les estoy hablando no lo toman y no se ponen de acuerdo conmigo —dice el Señor—, pero lo que el enemigo les habla muchas veces, esas cosas sí las toman, esas cosas sí las creen e, inclusive, muchas veces, sin darse cuenta, comienzan a trabajar y a lograr esas cosas porque, primeramente, las creen, pero después buscan inconscientemente que se concreten.
Entonces, si el enemigo te habla y te dice que estás enferma cuando en realidad no lo estás —porque esta es una de las formas en las que el enemigo tienta a los hijos de Dios—, haciéndote creer que tenés una enfermedad, y a veces el enemigo pone sueños en donde vos te ves enfermo, pero no son reales y no vienen de Dios. A veces sí, porque el Señor avisa a través de los sueños que hay una enfermedad que se está gestando en vos, en algún familiar, en algún hermano o en la persona que sea. A veces estos sueños vienen de Dios, y Él está revelando estas cosas para que ores, para que te prepares, para que esa persona ore, se prepare, sea detenido o lo pueda afrontar preparado.
Pero a veces esos sueños no vienen de Dios, vienen del enemigo, y en el sueño aparece alguien, una bruja, un hechicero, un espíritu disfrazado de algo más o lo que sea. Dice que tenés un cáncer, por ejemplo. Entonces, cuando te despertaste, en vez de preguntar al Espíritu Santo si ese sueño vino de Dios, si esa persona o de la manera en que haya sido entregada esta información en el sueño fue un emisario de nuestro Dios o no, lo que hiciste fue despertarte y entrar en pánico. Creés eso que se te fue mostrado en el sueño, y cuando lo creíste, entraste en pánico por eso que te habló el enemigo. Quizás esa enfermedad en realidad no la tenías, pero Dios te estaba probando a través de este sueño. No la tenías, pero ahora, por causa de estar de acuerdo con el enemigo y de creer eso que te está diciendo, abrís la puerta para que, si Dios lo permite, el enemigo pueda ponerte esa enfermedad en tu cuerpo. ¿Por qué? Porque simbólicamente, en el espíritu, firmaste este contrato con él y le dijiste: «Sí, estoy de acuerdo con tus planes y estoy creyendo que tengo esa enfermedad». Entonces ponés tu firma en el espíritu, el enemigo te atrapó, te engañó, y a través de esto creíste y empezaste a alimentar eso en tu corazón. No solo eso, sino que abrís puertas a los miedos, a la enfermedad, a la muerte, dejaste de confiar en Dios, en la sanidad del Señor y en muchas cosas más. Así, a través de todas esas cosas, te estás entregando al enemigo en una bandeja servida.
[2 Corintios 11:3, RVR1960] Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo.
Entonces, el enemigo puede engañarnos, y a veces una de sus estrategias es intentar hacernos creer cosas que no son ciertas. Intentar hacernos creer que no sabemos nada, que Dios nunca nos va a usar para algo bueno, que nunca vamos a estar sanos, que nunca vamos a estar libres, que el Señor no nos va a dar una esposa o un esposo. Al creer esas mentiras, nosotros, sin darnos cuenta, nos ponemos de acuerdo con él. Eso tiene un poder en el espíritu, un contrato legal en el espíritu que Dios quiere que entiendas hoy.
Cuando los gobernantes se ponen de acuerdo, dejan asentadas aquellas cosas por las cuales se pusieron de acuerdo. Yo estoy viendo ahora que, cuando los gobernantes se ponen de acuerdo en algo que quieren para las naciones, asientan estas cosas en papeles, en contratos, y, una vez terminadas esas reuniones que ellos hacen, firman. Terminan esto con una firma, y ellos finalizan de ponerse de acuerdo cuando firman estos contratos donde dejan asentadas esas cosas por las cuales se pusieron de acuerdo. Los gobernantes en este tiempo se están poniendo de acuerdo en mesas escondidas y están llevando a cabo, concretando acuerdos para llevar a las naciones hacia las direcciones a donde ellos las quieren llevar. Y ellos están utilizando, haciendo esto, el poder del acuerdo.
[Apocalipsis 17:16-18, RVR1960] Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.
Pero fíjense lo que dice la Palabra de Dios en este versículo 17: «Ponerse de acuerdo y dar su reino a la bestia». Estos diez cuernos que representan reyes de las distintas naciones necesitan ponerse de acuerdo para entregar su reino a la bestia. Es decir, que, hasta trabajando para el enemigo, saben muy bien el poder que tiene el acuerdo y saben que tienen que llegar a un acuerdo antes de concretar un objetivo, antes de ejecutar lo que tienen en sus corazones.
Pero el pueblo del Señor no está del todo consciente de esto y no utiliza esta herramienta poderosa para concretar y establecer el Reino de Dios en la tierra. Por eso el Señor está hablando sobre este tema hoy.
¿Estás consciente de lo que está pasando en los altos cargos con los magnates de la tierra que dirigen a las masas de las naciones? Un puñado de gente está dirigiendo lo que sucede en el mundo. Hay un puñado de personas que son los reyes de las naciones, que tienen el poder entregado por Satanás, y que están dirigiendo las riendas del mundo completo. ¿Y cómo lo hacen? Esto lo hacen por el poder del acuerdo, poniéndose de acuerdo para que el enemigo pueda concretar sus planes en las masas. La población ignora que ya no puede hacer nada acerca de estas cosas porque está tan avanzada la agenda del enemigo que se está estableciendo en el mundo que ya nada podemos hacer. Formamos parte, somos como si estuviéramos nadando adentro de una pecera —me dijo el Señor una vez—, creyendo que nadamos en un mar extenso. Ya estamos atrapados en esta red que ellos han creado para ser manipulados y controlados.
Así que es muy importante que nosotros entendamos el poder del acuerdo, el poder que tiene orar y realizar obras de común acuerdo, como dice la Biblia. Si no tenemos esto en las cosas que estamos haciendo, no vamos a lograr esos objetivos. Primero tenemos que unir nuestras manos para después avanzar juntos, unánimes, en un solo corazón.
[Hechos 1:14, RVR1960] Todos estos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de Él.
Y así tiene que estar y permanecer la iglesia de Cristo hoy, pero no todos tienen conciencia de esto que el Señor está hablando, revelando hoy.
[Salmos 2:2, RVR1960] Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo…
Dios quiere hoy que entremos en conciencia de que los servidores del diablo se ponen de acuerdo mucho más rápido que nosotros. Ellos saben el poder que tiene el acuerdo y lo utilizan a su favor y en contra nuestra. Saben que si uno de ellos busca lo suyo propio, no van a poder concretar lo que el enemigo les dio para que concreten. No van a poder avanzar así en esa posición en el reino de las tinieblas, porque uno que no esté de acuerdo con los demás es como si estuviera aislado de ese propósito. Entonces, no va a poder avanzar en el reino espiritual de las tinieblas si no se pone de acuerdo con el resto de los hechiceros, con el resto de las brujas, con el resto de los demonios.
Yo he visto en visión concilios de brujas y brujos que se reúnen en las inmediaciones espirituales a través de viajes astrales y este tipo de cosas. Ellos realizan concilios para ponerse de acuerdo para destruirnos a nosotros, y nosotros no nos podemos poner de acuerdo para hacer una hora de oración. Ellos se levantan como un solo hombre —me dice el Espíritu Santo ahora—, como una sola arma de destrucción, todos juntos. Porque estoy viendo ahora una visión donde veo una metralleta, una ametralladora en el espíritu, pero esa ametralladora está como una sola, mirada muy de cerca por muchas personas que son estos emisarios de Satanás, estos servidores del enemigo, estas brujas, brujos, estos magos, hechiceros y demás, junto con los demonios. Ellos forman una sola arma espiritual en contra nuestra y no les cuesta operar como si fueran una sola arma y no separadas, como si fueran un solo gigante, un solo hombre. Pero a nosotros sí nos cuesta; somos débiles porque no nos fortalecemos, porque no aprendemos sobre el poder que tiene el acuerdo y las otras cosas que nos dice el Señor en su Palabra. Nos cuesta trabajar en lo que es para el bien común de los demás.
Entonces el Señor me dice: «Yo quiero que los miembros realmente se unan como si fueran un solo hombre». Estoy viendo ahora en visión un gigante en el espíritu, un gigante que tiene un martillo, una maza en realidad, es una maza enorme y cuadrada, mucho más grande que un martillo. Ese gigante está llamado a destruir con esa maza las obras de las tinieblas. Pero a veces ese gigante no está completo porque, en realidad, tiene que conformarse por muchos pequeñitos, que son tan pequeños que de lejos uno no ve de qué está compuesto ese gigante. Pero cuando miras muy de cerca a ese gigante, se puede ver que una pierna de ese gigante la componen miles y miles, que un brazo de ese gigante lo componen miles y miles, que la cabeza o un ojo de ese gigante no está compuesto por una persona, sino que está compuesto por muchas personas, por muchos cristianos al mismo tiempo.
Y dice el Espíritu que, en realidad, ese gigante representa al cuerpo de Cristo, que no puede destruir las obras de las tinieblas en la medida que el Señor lo tiene planeado o como a Él le gustaría ver ese gigante, porque está incompleto. A ese ojo le faltan algunos miembros que están operando separadamente, porque a ese pie le faltan unos dedos, porque algunos de los hijos de Dios, algunos de los hermanos, no trabajan en conjunto para objetivos en común. No están en acuerdo ni con los hermanos, ni con el Espíritu Santo, ni con la voluntad del Padre. Entonces es como si se separaran, y al separarse no completan a ese gigante. Ese gigante tiene debilidades por donde el enemigo puede atacar. Por eso, el Señor nos está llamando a entender, a ejecutar conscientemente y a utilizar esta herramienta que es el poder del acuerdo.
Cuando vayas a ponerte de acuerdo con otros hermanos para realizar lo que tengas que realizar, fíjate antes en tu corazón. Fíjate antes si ya perdonaste al resto de los hermanos con los que vas a trabajar. Fíjate si le preguntaste al Espíritu Santo cuáles son sus objetivos. Fíjate si estás en ese vínculo de la paz del que habla la Palabra —creo que en Efesios—. Fíjate si entregaste tu corazón cien por ciento a esa reunión, a esa congregación, a esa tarea que van a hacer juntos. Fíjate y, conscientemente, ponete de acuerdo con ese objetivo que les entregue Dios directo o a través de algún líder, a través de un pastor, de un líder del grupo de oración, de intercesión, de cualquier persona en autoridad que Dios haya colocado sobre ustedes. Pero fíjate si realmente sos capaz de ponerte de acuerdo para que esa actividad, en ese tiempo que lo hagan, sea realizada en el poder del acuerdo, en el Espíritu Santo de Dios.
El Espíritu me trae ahora un versículo, o más bien me habla sobre la unión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No hay nada en lo que ellos no estén de acuerdo, no hay nada en lo que ellos piensen de manera individual, desprendidos el uno del otro. No hay intenciones en sus corazones que estén aparte de la intención del Padre; no hay nada que el Espíritu Santo haga que no esté en acuerdo con la voluntad de Dios; no hay nada que Jesús haya dicho, hecho o esté haciendo en este mismo tiempo que no esté en común acuerdo con la voluntad del Padre. Porque es un solo Dios. Y eso mismo espera el Señor: que seamos uno en acuerdo con Él, así como el Espíritu es uno con Él, así como Jesús es uno con el Padre y así como en realidad son un solo Dios. Es una misma intención, es un mismo foco.
Es cien por ciento el acuerdo que ellos tienen y no es parcial. Pero la iglesia del Señor Jesucristo muchas veces tiene un acuerdo parcial y no total.
[#binble Efesios 4:16 RVR60] De quien todo el cuerpo bien ligado entre sí, y unido por lo que cada coyuntura suple, conforme a la eficacia y medida de cada miembro, hace que el cuerpo crezca para la edificación de sí mismo en amor.
Y también Jesús dijo: «Yo y el Padre somos uno, y lo que habla el Padre son las cosas que Yo hablo, y lo que Yo escucho decir al Padre», dijo Jesús, «son las cosas que Yo digo».
Ellos estaban de acuerdo permanentemente. Pero a veces nosotros estamos de acuerdo con Dios o con los hermanos, pero no permanentemente, en lo que Dios nos manda a hacer. Porque, claro, si los hermanos quieren hacer algo que no está de acuerdo con la voluntad de Dios, o que va en contra de las Escrituras, o en contra de la voluntad de Dios, por supuesto que no tenemos que participar ni estar de acuerdo. Pero estamos hablando de que todo esto está acorde a la voluntad de Dios, en armonía con su Espíritu Santo y de acuerdo a las Escrituras.
Tenemos que aprender a estar de acuerdo no parcialmente y no a veces sí, sino que tenemos que aprender a perseverar en ese acuerdo, así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están eternamente de acuerdo, permanentemente de acuerdo. Y ese cordón de tres dobleces nunca se corta, nunca hay una faceta de ese cordón que se corte, sino que esos tres juntamente provocan que esa fuerza de la unión y del acuerdo sea tal que nada los pueda separar y nada los pueda destruir.
Y hablando de esto, yo veía también, para aclarar la Palabra del Señor:
[2 Corintios 6:15-16, RVR1960] ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?
Tenemos que ponernos de acuerdo. No tenemos que incentivar el pecado de los demás, inclusive cuando se hagan llamar hermanos. Porque, si no, estaríamos comiendo de una misma mesa esa comida contaminada que ellos están sirviendo, cuando nosotros debemos reprender las obras de las tinieblas. Inclusive cuando estamos viendo obras de las tinieblas en otros hermanos, incluyendo pastores y siervos de Dios, que en algún aspecto quizás están pecando o trabajando para las tinieblas sin darse cuenta, también muchas veces nosotros no debemos ponernos de acuerdo con estas cosas, porque si lo hacemos, somos socios, como si formáramos parte de una asociación.
Cuando viene tu hijo y te pide comprar cigarrillos para fumar, y vos estás pensando: «Bueno, le doy plata, igual no soy yo el que está fumando, sino él», en realidad, dándole dinero a tu hijo para que fume estás pecando juntamente con él, porque te estás poniendo de acuerdo, porque estás patrocinando ese pecado del cigarrillo, porque estás sembrando para el reino de las tinieblas cuando estás invirtiendo tu dinero para que tu hijo fume, aunque no seas vos el que estás fumando.
Cuando vos estás viendo que lastiman a alguien en frente de tus ojos y no hacés nada, y el Espíritu Santo te está llamando a hablar, a defender a esa alma, te estás poniendo de acuerdo, aun cuando no lo estás haciendo a propósito o conscientemente, con esa persona que está lastimando al otro. Estás pecando, participando de esas tinieblas con el otro, porque es un pecado por omisión. Te estás callando sobre algo que el Señor nos manda a defender. Estás apagando tu candelero cuando el Señor te está llamando en medio de esa oscuridad.
Así que cuidado con las maneras en que nos ponemos de acuerdo con las tinieblas. Te estás reuniendo demasiado seguido con gente inconversa y no es para evangelizarlos, no es para que se conviertan a vos, sino vos a ellos. No es porque tienen necesidad de un médico, como dijo Jesús, sino que estás participando de los pecados de ellos. Entonces te estás poniendo de acuerdo con las tinieblas. Por eso dice la Biblia: «¿Qué parte tiene el creyente con el incrédulo?»
Así que, cuando vos te estás uniendo en yugo desigual, te estás poniendo de acuerdo con ese yugo que el otro está llevando, y vos lo empezás a llevar. Así que el Señor nos está llamando en este tiempo a mirar bien, a tener mucho cuidado de dónde estamos participando y en qué estamos de acuerdo. Cuando tu pastor está abusando de otros hermanos o hermanas de cualquier manera y no hacés nada con eso, estás participando de estas obras de las tinieblas al igual que él. Así que, hermanos míos, no pequemos por ignorancia. Abramos los ojos y empecemos a hacer justicia con estas cosas. No participemos en el pecado de los demás, porque, si no, acarrearíamos juicio contra nosotros mismos.
[2 Corintios 6:14-15, RVR1960] No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
No te pongas de acuerdo con lo que ellos hacen; más bien, reprende las obras de las tinieblas, dice la Biblia. A partir de ahora tenés este conocimiento con mayor profundidad en este tema.
Hijitos, pónganse de acuerdo conmigo, dice el Señor. En acuerdo conmigo, aprendan a entender cuáles son las obras que Yo quiero que hagan, para que, caminando en esa luz, una vez que se pusieren de acuerdo conmigo, puedan establecer lo que Yo quiero establecer en reinos, en naciones, en iglesias, en congregaciones, en las personas y en todo tipo de ambientes espirituales.
Mi pueblo tiene que aprender a caminar en conciencia, dice el Señor, de lo que están haciendo y diciendo. Y aprendan —me dice el Señor nuevamente— a ser totales, porque detesto la tibieza y detesto la pereza. Cuando hagan las cosas que supuestamente me ofrecen a mí, dice el Señor, Yo espero ver pasión, espero ver entrega, espero que lo hagan con todo y no con una parte de sus corazones. No quiero un corazón dividido, sino un corazón que participe verdaderamente en las cosas que Yo quiero hacer.
Hijos míos, pónganse de acuerdo para hacer las obras del bien y no se estrechen las manos para hacer obras del mal. No estrechen sus manos con los demonios, no participen de la mesa de ellos. No estrechen sus manos con gente que no quiere saber nada de mí, sino que los llama a ser parte de sus pecados o de las obras de las tinieblas. No se asocien con gente que sirve a mi enemigo, dice el Señor.
Abran sus ojos y miren; salgan de en medio de ellos, dice el Señor. Pónganse de acuerdo conmigo y con los míos, y van a caminar en mi poder, y van a ver concretadas sus peticiones, y les voy a revelar las cosas del Reino. Si, hablándome y pidiéndome, no buscaran estar de acuerdo conmigo, entonces se van a sentir secos, se van a sentir solos en el desierto, y se van a preguntar por qué no ven mi poder derramarse en sus vidas, por qué no sienten mi presencia y no sienten mi compañía. Y es que muchas veces no están de acuerdo conmigo, no están de acuerdo con mi Palabra, no están de acuerdo con lo que voy hablando.
A veces me piden revelación, pero no están de acuerdo con lo que les estoy mostrando. Y entonces son ustedes los que se apartan de mí, y no Yo el que me aparto de ustedes. Realmente Yo espero que los matrimonios estén de acuerdo como cordón de tres dobleces. Realmente Yo espero que las familias estén de acuerdo. Yo espero que cuando se congreguen estén de acuerdo. Yo quiero que haya un pueblo que esté de acuerdo.
Les dejo como tarea que mediten en esta Palabra entregada, que mediten en lo que dice la Biblia sobre este tema y que la pongan en práctica a partir de hoy en sus corazones; que estén de acuerdo con las obras de la luz y en desacuerdo con las tinieblas conscientemente y en todo acuerdo que hayan realizado. Como decíamos antes, la solución es arrepentirse de haberse puesto de acuerdo con lo que creyeron a él, arrepentirse por haberse puesto de acuerdo con el enemigo para realizar sus obras en aquellos errores en los que se equivocaron, renunciar a ese acuerdo en el nombre de Jesús y orar para que esos papeles legales, en donde colocaron sus firmas espiritualmente hablando, sean rotos, quemados y destruidos en el Espíritu.
Si estas cosas que dije antes ocurrieron, si te pusiste de acuerdo con el enemigo cuando te dijo que tenías que odiarte, si te pusiste de acuerdo con el enemigo cuando él te tentó para que tengas envidia de tu hermana o de tu hermano, si te pusiste de acuerdo con el enemigo cuando te dijo que no ibas a poder hacer esa tarea que Dios te dijo o cualquier otra cosa, si te pusiste de acuerdo con los miedos que el enemigo te habló, este es el momento de decirle al Señor: «Me arrepiento, Padre, y hoy entro en conciencia y me doy cuenta, a través de esta acción, de que me puse de acuerdo con el reino de las tinieblas».
Renuncio hoy a este pacto que realicé con las tinieblas; a través de este arrepentimiento y de pedirte perdón, quemo, destruyo y desintegro en el Espíritu, en el nombre de Cristo Jesús, todo contrato legal que yo había firmado al ponerme de acuerdo en mi corazón con él. Cortamos todas las maldiciones que nos hayan realizado, en el nombre de Jesús. Cadenas caen en este momento. Sogas son desatadas. Se abren grilletes y son abiertos por causa de esta oración que hiciste anteriormente. Libertad viene a tu vida porque utilizaste el poder del acuerdo.
Gracias, Señor. Santo eres. Te damos la gloria y la honra, Padre, por esta Palabra entregada hoy, que vuele y llegue a los confines de la tierra, Señor, como herramienta espiritual a mucho pueblo acorde a tu voluntad.
Señor, te alabamos y te honramos porque tú eres grande, misericordioso, perdonador, paciente. Eres paciente con tu pueblo que se equivoca, no solo con los que pecan contra ti, con los que no te conocen. Eres paciente con tu pueblo, Padre, porque nos estás abriendo los ojos sobre cosas que no entendíamos, sobre cosas que no estábamos del todo conscientes y que necesitamos saber, entender, conocer y ejecutar en este tiempo, Señor, en el nombre de Jesús.