Dios bendiga al pueblo de Dios. Amados, preciados, piedras preciosas de nuestro Señor Jesucristo. Hoy estoy aquí, para darles testimonio de una experiencia, que el Señor me permitió vivir, para su gloria y para su honra.
[Números 12:6, RVR1960] Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
Hoy quiero darles este testimonio de esta visión en éxtasis que me sobrevino adentro de un sueño el día 15 de julio del 2021.
[Apocalipsis 12:11, RVR1960] Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. ¡Aleluya! Alabado sea el Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Hace un par de meses atrás, mientras estaba de viaje, y estaba durmiendo, tuve un sueño. Y en el sueño me vi, yo estaba -mejor dicho, no es que me vi por fuera, sino que yo estaba- como en el patio de unas casas, era como un playón o algo así; no estaba dentro de una casa, sino que estaba afuera. Y de repente, de estar en un estado natural, del estar del ser, entré en un éxtasis, me sobrevino esta experiencia espiritual adentro de este sueño, que la pude vivir como si hubiera estado despierta; pero esta experiencia ocurrió, adentro del sueño.
Y en este éxtasis, en esta experiencia que me sucedió en este sueño, de repente, mis sentidos, la percepción del ambiente natural, quedó como suspendida, para únicamente prestar atención a la visión que me venía. En esta experiencia, mi concentración se dirigió exclusivamente, a lo que se me estaba siendo mostrando. De estar en un estado natural, pasé imprevistamente a un estado espiritual, donde, como que perdí la noción, -por decirlo de alguna manera- si bien, estaba consciente, perdí la noción de lo que sucedía alrededor de mí. Mi vista, mi mirada, se dirigió hacia el cielo.
Estando en este éxtasis, miré para arriba y veía lo que sucedía en el cielo, con los ojos de la carne, pero sabía que lo que estaba viendo era en el espíritu. Estaba como atónita, estaba asombrada, no había lugar para ningún movimiento, no había lugar para ninguna otra cosa, que prestar atención en la visión, que se me estaba mostrando en el cielo.
Levanté los ojos, y pude ver, venir desde muy lejos, un oso marrón, grande, muy grande. Este oso era alado, tenía alas en la espalda, y estaba envuelto en fuego. Este oso venía corriendo hacia mí, tenía el sentido de ser, de estar en un estado salvaje, en un estado de destrucción, en un estado atroz. Este oso era enorme, y los colores dentro de esta visión en este éxtasis, eran impresionantes. El fuego tenía un color entre rojo, anaranjado, amarillo, pero a su vez era como transparente. Nunca había visto unos colores así en ninguna visión. Si bien, he tenido otro tipo de visiones, pero los colores de esta visión, en este éxtasis eran muy vívidos, muy eran como colores que nunca vi en esta tierra.
Y este oso, envuelto en fuego, que venía como enojado, venía corriendo hacia mí, pero cuando llegaba cerca; todo esto en el cielo, de repente se esfumaba en el aire, y desaparecía. Inmediatamente, después de esta visión, me doy vuelta hacia mi derecha, y aparece otro elemento, otra visión, dentro del mismo estado de éxtasis, y veo un águila suspendida en el cielo. Esa águila tenía más de 2 metros, aproximadamente, era muy grande, era enorme, y estaba suspendida en el aire, y yo la miraba extasiadamente. Y para mi sorpresa, miro que adentro de esa águila, literalmente adentro de esa águila, estaba nuestro Señor Jesucristo; podía ver su cara por primera vez.
Nunca pude ver su cara, en ninguna visión, en ninguna experiencia; nunca pude ver la cara del Señor Jesucristo. Siempre pude ver sus pies, pude ver su cuerpo, desde el pecho para abajo, pude ver sus vestiduras. Él se ha presentado en mí, en distintas ocasiones, pero nunca había podido ver su rostro. Y lo que más me tenía perpleja en esta experiencia, eran sus ojos. Sus ojos tenían una fuerza indescriptible, tenían una expresión de seriedad, y de autoridad, terriblemente fuerte. No se puede describir fácilmente, para aquel que nunca lo vio presentándose desde ésta posición, de esta manera.
Él me estaba mirando fijamente, y estaba adentro de esa águila, que estaba en el cielo, en el aire, y no dejaba de mirarme. Y luego de unos segundos, esa visión se esfumaba, y yo salí de ese éxtasis, y volví al estado normal del ser adentro de este sueño, que fue parecido a un sueño lúcido. Cuando salía de este éxtasis, inmediatamente, el sueño continuaba normal, después de esta experiencia.
Yo iba a contarle a mi familia, encontrando distintas reacciones. En esta experiencia, no se puede compartir fácilmente lo que uno vive, porque son experiencias espirituales. No fue que, yo busqué tener esta experiencia, no fue que le pedí al Señor tener esta experiencia, no fue que hice nada como para entrar en este estado, al que en otras versiones de la Biblia se le llama «trance».
Fue una experiencia única, fue una experiencia muy real. Y cuando uno tiene este tipo de experiencias, ya sean visiones, o estas, como un éxtasis, cuando uno tiene una visitación de un ángel, cuando uno es trasladado de un lugar a otro, y este tipo de experiencias, son muy difíciles de testificar, porque muchas veces; las únicas personas que lo pueden entender, son aquellas personas que lo han visto, o que el Señor les ha revelado, lo que se experimenta en el cuerpo, o en el espíritu; cuando uno está pasando por ellas.
Ahora bien, les voy a compartir la interpretación de esta experiencia, de esta visión en éxtasis, que el Señor me permitió vivir, la cual fui recibiendo. Si bien recibí una interpretación automáticamente en el momento que me desperté -porque después de terminar este sueño me desperté- y empecé a investigar en la Biblia todos estos elementos sumamente proféticos, como el oso, el águila, que podemos ver en el libro de Daniel, y en otros libros proféticos, que son sumamente simbólicos, elementos muy fuertes.
Empecé a investigar, y recibir cierta parte de la interpretación, pero después, con el correr de los días, y con una confirmación de la interpretación, pude entender de manera cabal, lo que significaba este mensaje. Porque lo que Dios hace, lo hace con un propósito. ¿Amén?
Entonces, les voy a pasar a detallar la interpretación de las cosas que vi:
Los osos normalmente en las visiones, en los sueños, tienen diferentes símbolos, tienen diferente simbología cuando no se refiere a un oso de manera literal. El oso muchas veces, si buscamos en la Biblia, tienen que ver con la destrucción, con los juicios, tienen que ver con algo muy voraz, que viene a comer, a matar, a destruir, y que a veces, en la Biblia, lo podemos ver que se trata, del juicio de Dios.
Vemos que, a Eliseo, lo insultaron estos 42 jóvenes, que le dijeron: ¡Calvo, calvo! Eliseo maldice a estos jóvenes, vienen los osos, y los matan. Esto nos habla de juicios. ¿Amén?
Este es, simplemente uno de los ejemplos, donde podemos ver en la Biblia, que la mayor parte de las veces, el animal que es el oso, tiene que ver con la destrucción, y con el juicio de Dios. También, a veces, los osos tienen que ver con reyes, con líderes, con gobiernos. No quiero decir que este, es el único simbolismo de los osos, en este tipo de experiencias; pero en este caso, sí tiene que ver con eso.
Este oso que yo veía, estaba envuelto en llamas. Las llamas, el color, y cómo se movían, era una parte del sueño que más viva estaba. Como les dije antes, los colores de esta visión eran indescriptibles, eran de una gama de colores que no existe en el mundo natural. No los podemos encontrar, porque eran colores del Espíritu, eran colores que existen a nivel espiritual.
Entonces, las llamas, el fuego, en los sueños, en las visiones; tienen que ver con distintas cosas, pero en este caso en particular, este fuego, no habla del fuego del Espíritu Santo, habla de un fuego que también viene a destruir, que viene a consumir; de un fuego que viene a comer, a la tierra. El oso era alado ¿Por qué tenía alas en la espalda este oso? Porque de esta manera el Señor me estaba revelando, lo que acontece en el mundo espiritual, primeramente.
Este oso, no era un oso en lo carnal, en lo físico, por eso no lo vi en la tierra, sino que lo vi en el cielo, porque esto tiene que ver, cuando uno ve cosas en el cielo, cuando está soñando o cuando está teniendo una visión, tiene que ver con que se le está revelando cosas espirituales, o que va a recibir cosas que vienen del Espíritu, o este tipo de cosas, pero tiene que ver más con lo espiritual, que con lo terrenal.
Entonces, el oso era alado, venía en llamas y estaba en el cielo, porque se me estaba haciendo mostrada una realidad espiritual; se me está mostrando la raíz espiritual de la destrucción que viene a la tierra. Por eso yo, en la visión en el éxtasis, estaba mirando hacia el cielo, y lo veía venir desde muy lejos, a este oso voraz.
Ahora, vemos que este oso, viene caminando hacia mí, viene corriendo hacia mí, pero no llega a alcanzarme, se esfuma antes de que me afecte. Y esto habla, de que esta visión, no se trataba de mí, sino de lo que se me está siendo mostrado que viene al mundo, y que viene apresuradamente; pero no se trata de mi vida particularmente, sino de algo que se me está mostrando a mí ¿Amén?
Después de esto, doy la vuelta, y se aparece la segunda visión adentro del mismo éxtasis, que tiene que ver con esta águila enorme. Esta águila, las águilas muchas veces en los sueños, en las visiones, en las profecías, tienen que ver con lo profético, con la revelación. Un águila en un sueño, en una visión, puede representar un don de profecía, o puede representar que la persona que está mirando esta águila, es un profeta.
También, puede representar reyes o líderes y otro tipo de cosas, pero muy regularmente las águilas dentro de los sueños, las visiones y las experiencias tienen que ver con la revelación, con lo profético. Estos animales, como ustedes saben, pueden ver de mucha distancia, tienen una vista aguda, además de otras características que son parecidas, a las personas que tienen características proféticas. ¿Amén? Aleluya, gloria al Señor.
Y dentro de esta águila, estaba la persona del Señor Jesucristo, que si bien, en la experiencia pude verle la cara, porque la intención era la revelación de su persona, lo que se me estaba siendo mostrado y revelado; es la revelación de su persona, a través de este ministerio profético que el Señor me entregó. Él me miraba atentamente, porque el mensaje quería decir, que sus ojos están en mí. Dice el segundo libro de Crónicas, en el capítulo 16, versículo 9:
[2 Crónicas 16:9, RVR1960] Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra para mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón perfecto.
Él Señor, tiene sus ojos fijos, en aquellos que están llamados a ser un atalaya, para anunciar los juicios que vienen a la tierra, y para mostrar o para enseñar a los hijos de Dios, sobre la persona del Señor Jesucristo. Él me miraba de una manera fija; si bien, en el sueño, pude verle su rostro por primera vez, lo único que me quedó, de esta visión después de despertarme, era la fuerza, la autoridad y el foco que Él tenía en mí, y cómo me miraba. Ya después, el rostro como que se desvaneció, si bien, el resto de toda la visión permaneció intacta en mi memoria -porque esa es una de las características, que muchas veces diferencian una visión de un sueño- que muchas veces quedan grabadas, como impregnadas en la memoria, mucho más fuerte, que un sueño común ¿Amén? Aleluya, gloria al Señor
Entonces, para resumir, lo que significó el mensaje de esta experiencia, es que Dios, me está revelando la destrucción y los juicios que vienen al mundo, para avisar a los suyos, para que se preparen. Pero también me ha llamado, a revelar la persona de Jesucristo, y mientras estoy atalayando, lo que veo venir desde lejos, por revelación divina, mi foco debe permanecer en su persona, y hacer hincapié, en que sus seguidores lo conozcan. A la vez, con esta experiencia, el Señor me hizo saber que Él tiene su atención en mí, y que me mira de cerca. ¡Aleluya, alabado sea el Señor!
Al mismo tiempo, que vienen los juicios de Dios, que eso es lo que representaba la primera visión del oso al lado, en llamas, que venía corriendo hacia la tierra, Él también tiene sus ojos en los suyos. Esta experiencia, para mí fue una respuesta muy clara, porque yo, un tiempo antes, de que el Señor me permita experimentar esto, venía hablando con Dios. Había visto en el internet, muchísimos vídeos sobre hermanos profetizando distintos eventos, sobre juicios, que van a venir a la tierra.
Si vamos a ser honestos, las redes sociales, están llenas de este tipo de palabras proféticas, que tienen que ver con los juicios de Dios que están viniendo sobre la tierra, y con los que van a venir. Y mucho o parte de estas cosas que estamos viendo o escuchando, hay parte de esa información que es verídica, porque el Señor tiene sus atalayas que aún el día de hoy, están atalayando sobre la tierra las cosas que se acercan al mundo, porque el Señor, en su misericordia, muestra y recuerda lo que está escrito, lo que ha de venir, para que sus hijos tengan lámpara en su camino, para que tengan luz en el camino, para que sepan por dónde tienen que caminar y con los obstáculos que nos vamos a encontrar, y para que podamos prepararnos, para que cuando todas estas cosas, y esto ya ha comenzado porque estamos en dolores de parto, pero para cuando todas estas cosas continúen viniendo, y empiecen a acelerarse y se empiecen a intensificar, los hijos de Dios estemos avisados mediante diferentes medios, mediante diferentes fuentes, mediante muchas voces proféticas.
Pero, mi punto era, que yo hablaba con el Señor, y me estaba haciendo preguntas sobre mi llamado, sobre mi ministerio. Si bien el Señor, ya me había hablado o me había llamado de distintas maneras, ustedes pueden ver mis testimonios o algunos de ellos aquí mismo en mi canal. Yo le venía diciendo al Señor: Señor, yo no quiero solamente profetizar sobre juicios, yo no quiero traer malas noticias a la iglesia, estoy cansada de ver toda esta información, dando vueltas en las redes sociales, y que los hermanos llenen sus corazones de estas palabras proféticas que; no todas están limpias. Señor, yo quiero hablar de tu persona, de tu amor, yo quiero edificar a tu pueblo, Señor, yo no quiero ser solamente una voz profética, una trompeta que suene cuando venga un terremoto, cuando el mar se levante, cuando venga una roca del cielo, cuando todas estas cosas comiencen a pasar, yo no quiero solamente ocuparme de anunciar estas cosas.
Esa era la inquietud, que estaba en mi corazón, y le venía hablando a Dios sobre esto un tiempo atrás, presentándoselo para que Él me guíe, para que Él me conteste, para que Él me afirme sobre lo que estaba haciendo. Si bien, los que vienen siguiendo este ministerio, han visto que, es de mucha edificación lo que el Señor nos ha hablado, para enseñar a la iglesia de forma profética sobre varios aspectos de su persona, y ha sido de edificación la vida espiritual de muchos hermanos, y no solamente ha sido de los juicios de Dios, para anunciar los juicios de Dios que vienen sobre la tierra; pero estaba como una inquietud, que estaba en mi corazón en este tiempo, y el Señor me respondió de esta manera, haciéndome saber, o confirmándome afirmándome, respondiéndome y diciéndome: Este es tu llamado, esto es lo que quiero que hagas, este es el mensaje para vos y para el mundo.
No solamente, estás llamada a hacer una atalaya del Reino de Dios que puede ver desde lejos lo que va a venir, para anunciar, y para que limpio puede arrepentirse, y para que los hijos de Dios puedan prepararse y permanecer, cuando todo esto pase; sino que también, quiero que mis hijos sepan, que mis ojos están sobre ellos, que los estoy mirando fijamente, y que Yo estoy en este llamado que te di, en este ministerio; que esto viene de mí.
El Señor me volvió a confirmar, una vez más, este llamado que hizo a mi vida, el Señor volvió a confirmarme que ¡sí!, que tengo que atalayar sobre los desastres, sobre la destrucción que viene sobre la tierra -que ya está escrito-, pero el Señor nos recuerda una y otra vez, para que no nos olvidemos, para que no nos durmamos, sino para que peleemos y nos preparemos; sino también, que Él quiere que la revelación de la persona de Jesucristo, que esto; sea compartido en la iglesia. ¿Amén? ¡Aleluya, alabado sea Dios!
La Palabra del Señor dice, que el testimonio de Jesucristo, es el Espíritu de profecía, y pienso haber entendido, que toda profecía tiene que centrarse en la persona del Señor Jesucristo.
Si nosotros tenemos que profetizar, que vienen estos juicios al mundo, esto no tiene que estar basado o enfocado en los juicios que vienen al mundo en sí, sino que el Señor, su plan perfecto, es redimir al mundo a través de estos juicios, separar el trigo de la cizaña. ¿Amén?
Que se manifieste lo que tenga que ser manifestado, pero siempre enfocándonos en la persona, en la misericordia, en la piedad, en la bondad de nuestro Señor Jesucristo, siempre dándoles el mensaje a la iglesia de por qué, el Señor tiene que hacer lo que está haciendo sobre la tierra. ¿Por qué estos juicios van a venir? Hay una razón, no es porque el Señor le gusta que el impío perezca, no es porque el Señor quiere destruir todas las cosas porque sí; no es porque le guste ver sufrir a la humanidad, sino que, todo tiene que rebelarse, y, en medio de estos juicios, su persona también va a ser revelada, y a muchos, les van a ser abiertos los ojos, únicamente, a través de pasar por estos dolores de parto, a través de estos juicios que van a venir, y que ya están cayendo sobre la tierra. ¿Amén? ¡Aleluya, alabado sea el Señor, Cristo vive y reina!
Ahora bien, vamos a hablar de esto bíblicamente, porque quiero dejar muy, muy claro, cuando uno utiliza la palabra «éxtasis», la palabra que también es traducida muchas veces como «trance», esta palabra también está tergiversada, o la ha tomado el enemigo para utilizarla para este movimiento de la New Age, del ocultismo y demás; en donde hay gente que intenta provocar este tipo de experiencias de manera voluntaria con el poder del enemigo. Pero acá nosotros, estamos hablando de una experiencia bíblica, que yo no busqué, esto fue una experiencia espiritual con claros ejemplos bíblicos, que fue iniciada y provocada por el Espíritu de Dios. Esto no es algo que debe buscarse o provocarse por la iniciativa nuestra, de lo contrario, podría ser inducida por el enemigo en vez del Señor.
Vemos en la Biblia, que las personas que testifican este tipo de experiencias, dicen: «Y me sobrevino un éxtasis», al menos en las traducciones que yo he investigado, ellos no dicen: «Y yo estaba intentando entrar en éxtasis» y «Yo estaba meditando para entrar en trance», no; la expresión que se utiliza es «Y me sobrevino, un éxtasis»
En Hechos capítulo 22 dice, donde el Señor Jesucristo envía a Pablo a los gentiles, desde el versículo 17 al 21:
[Hechos 22:17-21, RVR1960] Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
[Hechos 10:9-11, RVR1960] Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra.
Me estaba olvidando de contarles que cuando en el sueño salí del éxtasis, y yo iba a contarle a mi familia, lo cual representa la familia espiritual, yo les decía: «¡Tuve una visión abierta, tuve una visión abierta!» Eso es lo que yo les decía adentro del sueño cuando estaba testificando sobre el éxtasis a mi familia. Y también, a veces, como dice acá: «Y vio el cielo abierto.» Cuando el cielo se abre, la persona puede ver cosas que están sucediendo en el plano espiritual.
Y «vio el cielo abierto», dice en el once, y que «descendía algo semejante a un gran lienzo, lienzo que, atado de las cuatro puntas, era bajado a la tierra». Vemos, cómo en esta visión, adentro de este éxtasis, Pedro también podía ver que bajaba algo desde el cielo a la tierra, en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo, y le vino una voz:
[Hechos 10:13-17, RVR1960] Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.
Pero también vemos en Hechos 11:5, donde Pedro cuenta esta experiencia:
[Hechos 11:5, RVR1960] Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y venía hasta mí.
Y vemos aquí la semejanza de lo que Pedro relata, de esta visión en éxtasis, con lo que el Señor me permitió vivir hace un tiempo atrás.
Este llamado de atalaya, que el Señor me confirmó a través de esta experiencia, tiene que ver con Ezequiel capítulo 3, y también lo podemos ver en el capítulo 33. Pero hoy vamos a leer el capítulo 3, donde Dios mismo llama a Ezequiel a atalayar sobre la casa de Israel.
[Ezequiel 3:1-15, RVR1960] Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel. Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel. No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran. Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar. Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar. Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo. Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí. 15 Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.
Y acá viene una parte importantísima de este capítulo, que tiene que ver con lo que estamos hablando sobre la misión del atalaya:
[Ezequiel 3:16-21, RVR1960] Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.
Básicamente, en este versículo se resume la misión, el trabajo de un atalaya bíblico. La Palabra dice tambien que el Señor no hace nada sin mostrárselo a sus siervos los profetas:
[Amós 3:7-8, RVR1960] Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?
Vemos un ejemplo también en el Nuevo Testamento, donde el profeta Agabo predice que viene una gran hambruna en la tierra. No solamente vemos que los profetas en el Antiguo Pacto profetizaban de desastres naturales y de cosas que iban a venir al mundo para que su pueblo se prepare y para que estén avisados, sino que vemos también este mismo tipo de caminar en el Nuevo Pacto.
[Hechos 11:26-30, RVR1960] Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.
Vemos aquí cómo la predicción de un profeta llamado Agabo, cuyo testimonio figura en el Nuevo Testamento, en el Nuevo Pacto, en el libro de los Hechos, ayuda a los primeros discípulos que se llamaban cristianos por primera vez; a prepararse y a enviar ayuda a los hermanos que habitaban en Judea. ¡Aleluya, alabado sea el Señor!
Así que, aún hoy, el Señor sigue revelando lo que va a hacer a sus siervos los profetas. Este mensaje, que el Señor me entregó, no me lo entregó solamente a mí, no era solamente para responderme las inquietudes que yo tenía en mi corazón, lo que yo venía hablando con Dios, meditando en mi corazón, las preguntas que yo le estaba haciendo; sino que también es de respuesta, para muchos de ustedes, a los cuales el Señor ha llamado a atalayar de lo que está viendo, o de lo que el Señor les va a revelar, o les va a mostrar, o ya está comenzando a mostrarles, para que avisen a un pueblo rebelde, a un pueblo que aún es duro de corazón, de lo que va a venir al mundo, para que quizás se arrepientan y se preparen.
Pero, a los que estamos llamados a ser atalayas, nuestra atención, nuestro foco, debe estar en el Señor Jesucristo, y en dar a conocer su persona, al pueblo de Dios. Hay algunos atalayas, que solamente se concentran en la destrucción, en los juicios, en este oso prendido en fuego, en esta ira, en esta furia; pero no se concentran en la persona y en la revelación del Señor Jesucristo. Y por eso, comparto hoy este testimonio para edificación de la iglesia, porque en este tiempo, en estos últimos días, el Señor está levantando atalayas, nuevas voces proféticas que se van a mover en un poder sobrenatural del Espíritu de Dios, muy fuerte, y que van a confirmar, lo que está escrito primeramente en la Biblia, donde se nos avisa de todo lo que va a devenir en este tiempo; pero también van a seguir con el trabajo de las atalayas que venían hasta ahora, avisando de las cosas que van a venir. ¿Amén?
Y por eso, estoy compartiendo este testimonio, todo lo que ha de venir apunta a un mayor conocimiento y revelación de nuestro Señor Jesucristo. Vamos a ver la destrucción, la vamos a ver, vamos a tener que avisar, vamos a tener que alertar, vamos a tener que advertir a la gente sobre los juicios que vienen: ¡sí! Lo vamos a tener que hacer, sabiendo lo que esto conlleva, como decía en Ezequiel, capítulo 3, donde ya el Señor le avisaba, que la gente de la casa de Israel no lo iba a escuchar. Pero también, el punto de toda revelación, el foco de todo mensaje, de toda revelación, que el Señor nos da a las atalayas de Dios, debe estar dirigido hacia Él, a conocerlo mejor, a entregarse más a Él, a sacar al pueblo del pecado, y que se puedan limpiar.
Toda revelación, tiene que apuntar a la redención, a que la persona tenga una nueva oportunidad para arrepentirse, no solamente para llenarles la cabeza con que sepan lo que ha de venir, porque eso ya está escrito; pero el Señor sigue hablando y sigue revelando a través de estos atalayas, en qué tiempo estamos caminando, y qué es lo que se nos viene, y paso a paso lo que él va haciendo, cómo va estableciendo su diseño sobre la tierra, a través de su plan perfecto. La Palabra del Señor, dice en Jeremías, capítulo 9, versículo 24:
[Jeremías 9:24, RVR1960] Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
Y esta es la palabra que tiene que pesar en todo mensaje, que conozcamos y entendamos a nuestro Dios, que hace misericordia, juicio, justicia en la tierra, y que; esa la razón por la cual estos juicios tienen que ser derramados sobre la tierra. ¡Aleluya, alabado sea el Señor!
Dice la Biblia, que Abraham era amigo de Dios, y ser atalaya se trata de ser alguien en quien Dios pueda confiar, para contarle lo que va a hacer. Se trata de una relación personalísima con Jesús, se trata de tener una amistad con Él. Dios no hace nada sin mostrarle primero a sus profetas, como lo hacía con Abraham. Pero también, Dios le llamaba a Abraham: «Mi amigo» ¡Qué fuerte! ¡Gloria al Señor!
Y, todo atalaya, tiene que tener su corazón, arraigado en el Señor Jesucristo. Tiene que tener una relación íntima con el Espíritu de Dios, y con el Padre, y con el Hijo. ¡Alabado sea el Señor! Aleluya, gracias, Señor, por esta experiencia, por esta revelación.
Los invito a compartir, este testimonio a todas aquellas personas, que ustedes creen o piensan que pueden tener un llamado de atalaya, a todas esas personas, que están recibiendo mensajes proféticos acerca de todas las cosas, de todos los juicios que se vienen a la tierra; a todas esas personas, que sienten, que el Señor las está llamando a hablar, a todas esas personas que el Señor les está dando sueños y visiones, revelaciones y otro tipo de experiencias espirituales, como las que he contado yo hoy aquí, para que sea de edificación para ellas.
Y veo ahora que muchos de ustedes, aquellos que sienten que este llamado es para ustedes, que Dios los está llamando a ejercer este ministerio profético , con el foco hacia advertir o alertar lo que ha de venir; que muchos de ustedes están lidiando con el miedo, pero el Señor, te dice a través de este testimonio que estoy compartiendo: «Mis ojos están sobre ti, te estoy mirando fijamente, y quiero que seas mi amigo, quiero que seas mi amiga, y quiero contarte mis secretos para que también les cuentes a los míos, quiero que mi corazón sea revelado», dice Dios, a través de estas experiencias espirituales, que estoy permitiendo a mis hijos, que pasen por ellas.
Estoy llamando y levantando estas voces proféticas, porque quiero que revelen mi personalidad, porque quiero que mi gente, que el cuerpo del Señor Jesucristo, entiendan por qué tiene que pasar lo que tiene que pasar, que no hay nada oculto que no haya de ser manifestado. Estoy separando el trigo de la cizaña, y que a veces, esto solamente puede pasar a través de pruebas y tribulaciones; porque si no, de otra manera, la gente no se mueve.
Te estoy llamando, dice el Señor -y cada uno de ustedes sabe a quién le habla el Señor- te estoy llamando a que abras tu boca, te estoy llamando a que no tengas sangre ajena en tus manos, como dice ese Ezequiel capítulo 3, que Yo tenga que reclamarte. Te estoy llamando a tener un corazón, una vida entregada y consagrada, a responder lo que te estoy pidiendo que hagas.
Hay algunos de ustedes, a los cuales, el Señor está llamando a advertir sobre los juicios que van a caer sobre la tierra, que han entrado en confusión, y esto ha sucedido -me está revelando ahora el espíritu- porque Dios los ha llamado claramente en algún momento, pero ustedes lo han charlado con hombres incrédulos, y en ese momento su corazón empezó a dudar de este llamado de Dios, y ahí le abrieron la puerta, para que la confusión entre en sus vidas, y ahí se quedaron como cuando alguien está dentro de un remolino sin poder salir.
El Señor me revela, que la solución para esta situación es que te arrepientas, de haber preferido escuchar las voces de los hombres que te decían: «No, no es así, Dios no puede estar hablándote a vos, Dios no puede estar revelándote las cosas que vienen a vos» o: «Esas cosas ya no pasan, la profecía ya no existe, los profetas no existen», y todo ese tipo de mentiras, que el diablo utiliza, para que su gente no escuche la voz de Dios.
Te quiero decir, que hay un pueblo que está hambriento por escuchar lo que Dios tiene que decir a través tuyo. Te quiero decir, que vuelvas a agarrar hoy esa trompeta que el Señor te entregó, y que dejaste guardada en el cajón. Cada uno de ustedes sabe a quién Dios les está hablando hoy.
El tiempo es corto, y los días son malos, y el tiempo se está acelerando, en esta era, por causa de los escogidos, y cuando quieras acordar, ya va a ser tarde para responder a este llamado que el Señor está haciendo a tu vida.
El Señor dice: «Va a costar, ¡Sí!, va a costar; vas a tener que cargar con tu cruz, vas a tener que renunciar a muchas cosas que no aprovechan para poder responder a este llamado», va a acarrear burla, va a acarrear sufrimiento, ¡Sí!, vas a perder amistades, hermanos se van a ir de tu vida muy probablemente, si vos empezás a responder a tu llamado. Van a venir pruebas, van a venir tribulaciones, pero dice la Palabra de Dios, que al que más se le da, más se le pide, más se le exige; pero cuanto más es, el galardón que el Señor está preparando para ti, en el cielo.
Lo que vas a sufrir, posiblemente, si respondés a este llamado no se compara con nada, con lo que el Señor tiene preparado para ti, cuando termines tu carrera y obtengas el premio, ¡Aleluya!
También dice la Palabra del Señor: ¿Por qué me llaman Señor, ¿Señor, y no hacen lo que les digo?
Y este versículo, esta Palabra fuerte, que el Espíritu me está recordando hoy, es para muchos de ustedes que saben, que saben y tienen claro a lo que el Señor los ha llamado, pero han cosido sus bocas y le han cerrado la boca a un Dios vivo, que todavía hoy habla.
«Señor, Señor», ¿Por qué me llaman Señor, Señor, y no hacen lo que les pido? El amor de Dios se muestra en la obediencia. ¿Amén?
¿Cuánto amas a Dios? ¿Lo amas, tanto como para empezar a abrir tu boca, y atalayar lo que ha de venir? ¿Es tu amor tan sincero, como para responder a ese llamado y decirle al Señor: ¿Señor, sé que va a ser difícil, pero heme aquí, envíame a mí?
Y yo te digo, que estás dejando -si no respondes a este llamado- a mucho pueblo muerto de hambre; porque muchos, tienen hambre y sed de la Palabra de Dios en este tiempo, necesitan luz sobre lo que ya está escrito. Necesitan, que ilumines, los textos bíblicos que avisan de lo que vamos a pasar y de lo que ya estamos pasando, y de lo que ha de venir. Muchos hermanos necesitan escuchar esas alertas. Aún hay un remanente escogido, que tiene sus oídos abiertos para escuchar el sonido del shofar.
¿Cuándo vas a agarrarlo? ¿Cuándo lo vas a empezar a sonar? Dios, está hablando a tu corazón en este momento, y está calentando ese hielo, que el diablo colocó allí, para que te enfríes, para que seas un Jonás, que se va corriendo en la dirección opuesta para no responder a lo que el Señor te pide. Pero es tu decisión, estar en el vientre de ese pez, y llegar al punto de tener que clamar a Dios desde el Seol, como hizo Jonás, o comenzar ahora, a caminar con esos zapatos proféticos que el Señor te dio.
No sigas descalzo, dice el Señor, cálzate con esos zapatos que te di. Comienza a caminar, comienza a volar, como estas águilas, que representan este don profético, o este llamado de profeta, como estas águilas que ven de lejos, lo que muchos no pueden ver.
Ahora es el tiempo, dice el Señor. Redímelo, responde si me amas. ¡Aleluya! Gracias, Dios mío. Y mientras vayas, vas a ver que mi mano está sobre ti, y mientras vayas, voy a dar testimonio, de que fui Yo el que te envié; porque en vano se edifica una casa, si el Señor no es el que la levanta.
Y si Dios está contigo, y si Dios es el que te llamó, Él mismo va a testificar sobre eso, y Él se va a asegurar, de hacer señales y prodigios a través de tu ministerio. No va a ser tu tarea, demostrar quién sos en lo que Dios te llamó a hacer. Haz lo que Él quiere, y mientras vayas, y lo hagas, y mientras obedezcas, y mientras camines en el camino que Él te llama a caminar, ahí vas a ver la gloria de Dios en tu vida; no antes. ¡Alabado sea el Señor! Gracias, Dios mío.
Abran sus bocas, hijitos, dice Dios, ¡Hablen! Veo un montón de sobres retenidos en el cielo, listos para ser entregados a vos, para ser entregados en tus manos, a través de ángeles, y a través del Espíritu Santo de Dios. Recibe, dice Dios, recibe estos sobres que tengo preparados, para que entregues a mi pueblo.
¡Rescata las ovejas del barranco!, dice el Señor, a través de estos mensajes que te doy. ¡Sé mi voz!, abre la garganta, y grita a los cuatro vientos, lo que Yo quiero decir; porque no serán tus palabras las que rechacen; serán las mías. No será a ti a quien rechacen, si no a mí. Pero permíteme, déjame, sé un instrumento mío, conviértete en mi vaso limpio, para derramar estas palabras que tengo preparadas, para traer vida a mucho pueblo. Y muchos de ustedes -me muestra el Espíritu- no tomaron conciencia de lo que este llamado significa.
Muchos de ustedes, aún están babeando -decimos en Argentina- distraídos con los placeres del mundo, escuchando que el teléfono suena, pero haciéndose los tontos para no contestar. Y el Señor mira y espera, y te vuelve a llamar, y el teléfono vuelve a sonar. ¿Cuándo me vas a responder? dice el Señor ¿Cuándo vas a levantar ese teléfono, y contestarme, lo que te estoy preguntando? ¡Gloria Dios!
¡Te amo! te dice el Señor. El Señor pone en mi espíritu ahora, lo que Él siente, por sus voces proféticas, porque Él ama a todos sus hijos, pero en este momento, como el mensaje para los atalayas de Dios, Él me estaba haciendo sentir lo que Él siente en su corazón, cuando una atalaya sufre, por causa de su nombre, cuando un mensajero de Dios, una persona, un hijo de Dios, que tiene la tarea de entregar estos mensajes; tiene que pasar por la burla, por el escarnio.
Cuando un atalaya de Dios, entrega los mensajes, y siente que sus palabras rebotan contra una pared, el Señor sabe lo que sufrís, y dice: Yo te veo, pero déjame a mí la justicia, y andá ¡Vè! dice el Señor, a hacer lo que te pido, ¿Amén? Aleluya, alabado sea el Señor, gracias, Señor, gloria a tu nombre.
Te damos gracias, Señor, por la oportunidad de poder testificar, por darme la valentía, por darme el entendimiento para estar hoy aquí, plantada a delante del público, para testificar de tus obras en mi vida, y para poder alentar a otros, Señor, que estaban en un camino de la decisión, y no sabían si ir para la derecha, para la izquierda; para poder responderles a través tuyo, cuál es la decisión que tienen que tomar, a partir de ahora.
El Espíritu, me dice ahora, que, para todos ustedes, para los que va a este mensaje, que estudian las Escrituras, sobre todo lo que hablé hoy. Que investiguen en la biblia, no solamente en Ezequiel capítulo 3 y 33, sino, en todas las partes de la biblia donde habla sobre la tarea de una atalaya y la tarea de un profeta. ¿Amén? Alabado sea el Señor.
Algunos de ustedes, -me revela el Espíritu-, que han visto este rollo que describe Ezequiel en el capítulo 3, que significa la revelación de Dios, la Palabra de Dios a través de su revelación; y hoy te quiero confirmar, que el Señor te está llamando, a hablar estas palabras que Él pone en tu espíritu y en tu boca.
Los bendigo, y espero que este testimonio sea de edificación, y sé que va a ser así. Alabo a Dios, en mi corazón, y nos estaremos viendo próximamente por este mismo medio, a través del canal «Noelia Ama a Jesús» transmitiendo desde Argentina. ¿Amén? Alabado sea el Señor por todo.