Bendiciones, amado pueblo del Señor Jesucristo. Hoy, por mandato del Señor, vengo a realizar una oración profética por todos aquellos que se sienten caídos y tristes, para los que tienen su espíritu enlutado, los que están nadando en un mar de angustias, los afligidos por diversas enfermedades, los que están pasando pruebas porque están siendo refinados como la plata, por aquellos que están sufriendo porque sus familiares aún no conocen al Rey de Reyes, por los que sienten que el mundo los oprime y por todos los que han clamado.
Quiero decirte que el Señor ha escuchado tu clamor, como dice Job: el Señor oiga el clamor de los afligidos.
[Job 34:28, RVR1960] Haciendo venir delante de él el clamor del pobre, y que oiga el clamor de los necesitados.
Dios me dijo: «Háblale a los míos, a los justos que están clamando por sanidad del corazón, a aquellos que están derramando lágrimas de dolor por distintas razones. Diles, hija mía, que han clamado a mí y que los he escuchado, que quiero pasar mi mano por sus corazones y sanar sus dolencias. Diles que quiero pasar mi dedo por sus mejillas y secar sus lágrimas, que estoy acá escuchándolos. Háblale a mi pueblo, a los que sienten el corazón desgarrado y quebrantado, que estoy viendo por el valle que están pasando, que estoy escuchando su clamor cuando lloran de rodillas, contándome cómo se sienten. Diles que no hago oídos sordos, que tengo mi oído abierto a todos los que tienen su espíritu quebrantado. Diles que aquí estoy para darles una palabra de amor y consuelo.»
Siento muy fuerte al Espíritu del Señor que está sobre mí ahora para hablarte, y veo que los ángeles ya han comenzado a ministrarte. Estando juntos congregados en este momento, prepárate a recibir esa sanidad que le pediste al Señor. Prepárate, porque tus oraciones han sido oídas. Dice la Palabra del Señor:
[Salmos 107:20, RVR1960] Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.
Yo hoy envío la Palabra de Dios a tu casa para que seas sano y libre de toda aflicción, de toda enfermedad, de toda tristeza en tus huesos, de toda flecha, de todo dardo que el enemigo envió para cautivar tu mente y que te quedes en un estado de tristeza y depresión continua, donde el Señor no quiere que estés.
[Salmos 34:15-17, RVR1960] Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. … Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.
El Señor quiere librarte de esas angustias que te están afectando hace tanto tiempo, porque dice la Palabra de Dios que cuando los justos claman, Jehová oye, y no solamente los escucha, sino que los libra de todas sus angustias. El Padre escucha desde su trono y recibe todo incienso de oración que tú levantaste hacia Él. ¿Cuántas veces oraste, lloraste o clamaste a Dios, pensando que nadie te escuchaba? Pero Dios, nuestro Señor, es un Dios bueno. No te confundas, porque el malo es el enemigo. El que te quiere afligir es el enemigo. El que te quiere atar es el enemigo. El que te quiere oprimir y que vivas en un estado de ansiedad, de depresión, de tristeza y de aflicción, en esta hiel de amargura, no es nuestro Dios, no es nuestro Señor, no es aquel que mandó a su único Hijo amado por causa tuya para sanarte, para librarte y para regalarte por gracia la salvación. No es Él; es el enemigo de las almas, el que anda como león rugiente, buscando a quién devorar, a quién destruir.
El enemigo de las almas es el que quiere destruirte paso a paso. El enemigo de las almas es el que quiere derribar el edificio de tu alma paso a paso, ladrillo por ladrillo. Es él: el malo, el maldito, el malicioso. La serpiente antigua es la que quiere morderte, la que quiere entrar en tu corazón, escarbando y quitando todo lo bueno que Dios te quiere dar y reemplazarlo por raíces de amargura, por tristeza que te cale lo profundo de tus huesos, por tristeza y depresión, por desesperación que destruya tus coyunturas. Ese no es el Padre de las luces. Ese no es nuestro Padre bueno celestial, como lo llamó Jesús. Ese es el perro que ruge al lado tuyo, haciéndote creer que Dios ya no te ama, haciéndote pensar que quizás Dios te abandonó.
Ponete a pensar por un momento de dónde vienen esos pensamientos maliciosos que te quieren derribar. No es de aquel que está sentado en el trono, cuyas faldas cubren el templo. No es aquel que habita en luz inaccesible. No es aquel que se sienta en el trono de la gracia. No es aquel que te llamó para rescatarte de tu maldad. No es aquel que te tomó para sacarte de ese chiquero (lugar sucio) donde estabas. Nuestro Señor es un Dios bueno, es un Dios de amor que quiere verte bien, que quiere verte alegre, que quiere verte alabándolo, que quiere verte sonreír, que quiere verte libre y sano, porque Él es bueno. Dice la Palabra del Señor en uno de mis pasajes preferidos:
[Isaías 61:1-3, RVR1960] El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Gloria al Señor por esta Palabra que tenés que leer, creer, repetir, meditar y proclamar para cuando el enemigo de tu corazón quiera venir a arrancarte las buenas nuevas que Dios te predicó. Estos son los versículos que debes proclamar y abrazar cuando sientas que tu corazón está quebrantado, desgarrado, enlutado o afligido. Tienes que pedirle al Padre: Señor, dame gloria en lugar de esta ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría o alabanza en lugar de mi espíritu angustiado. Levántame, Señor, cámbiame, dame un corazón alegre. Yo creo, Señor, esta Palabra. Jesús vino por mí para quitarme esta tristeza y para darme gloria, hermosura en lugar de ceniza, para hermosear mi rostro, porque dice la Palabra de Dios que el corazón alegre hermosea el rostro. Señor, colócame ese manto de alabanza en lugar de este espíritu angustiado.
¿Cuántos están dispuestos a renunciar a todas esas cosas que te vienen persiguiendo como si un caballo negro viniera detrás de ti, a enfrentar ese dolor, reconocerlo, renunciarlo y reprenderlo? ¿Cuántos son los valientes del Reino de los Cielos que están dispuestos a partir de hoy a entregar el corazón entero para que el doctor de los corazones, el Único, como dice el Salmo 147:3, sane a los quebrantados de corazón y venda sus heridas? ¿Cuántos dicen ahora mismo: Señor, toma mi corazón, estoy cansado de estar triste y angustiado, de sentirme deprimido como que algo me aplasta, mis ojos me duelen de tanto llorar, mis huesos se van secando mientras esta tristeza avanza en mi vida? Este es el momento para renunciar a todas estas cosas y entregar tu alma al doctor de los corazones, al único que puede con un solo toque de Su dedo índice quitar todas esas raíces de amargura que estaban creciendo en ti, inundándolo todo. ¿Cuántos levantan la mano hoy y le dicen al Señor lo siguiente?: Señor, heme aquí, yo creo en lo que dice Isaías 61, yo creo en lo que dice el Salmo 147:3, yo creo que sanas a los quebrantados de corazón y vas a vendar mis heridas. Te invito ahora a renunciar a estas mentiras que creíste de que estás así por culpa de Dios, porque muchos de ustedes, tengo que exhortarlos, creyeron que estaban así por culpa del Señor.
Yo te saco hoy de ese lugar, te sacudo y despierto para que entiendas que esos pensamientos son mentiras que no vienen del Reino de los Cielos, sino del enemigo de las almas, que te puso esos pensamientos como una semilla en tu mente y vos, al creerlas, las regaste como una planta que crece y, cuanto más la alimentas, más crece. Puedo decirte por revelación que este es el caso de muchos de ustedes que creyeron esas mentiras, esas voces que te decían que Dios te abandonó, que no eres importante para Él, que te dejó hace mucho tiempo, que tu nombre fue borrado del Libro de la Vida. Estás triste porque Él no te ayuda, y cuántas cosas más creíste y alimentaste en tu corazón. Fue así como creció, sin darte cuenta, una planta de amargura que trepó invadiendo todo tu ser, hasta perder tu sonrisa, tu alegría, el gozo del espíritu, y esto te fue alejando de tu primer amor. Te fuiste olvidando del amor de Dios, te alejaste de la gracia, de la misericordia, del perdón, de la bondad de aquel que te rescató de tus pecados y que se entregó en esa cruz por vos.
Hoy quiero abrirte los ojos y quitar esas vendas que el diablo maldito colocó para que no puedas ver que Dios es bueno, que Él está allí escuchando tu plegaria, tu quebranto, viendo tus lágrimas y diciéndote: hijito, estoy acá, reconocéme, aquí estoy. Veo al Señor Jesucristo ahora mismo colocando Su mano en tu corazón. Él está dispuesto a arrancar toda raíz de amargura que haya crecido allí. Poné la mano en tu pecho y creé estas palabras y recíbelo por fe, porque estoy sintiendo muy fuerte la ministración del Espíritu Santo. Es el fuego de la Gloria que cae sobre mí y sobre todo aquel que cree y que recibe como un niño inocente esta sanidad; lo dice la Biblia y yo creo en la Palabra escrita, que Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas. En este momento el Señor sana, recibe por fe la sanidad en tu corazón.
Tomo la autoridad como Hija de Dios y hablo y envío la Palabra en el nombre que es sobre todo nombre, en el nombre de Cristo Jesús, para arrancar toda planta de amargura, para quitar todo espíritu de tristeza. En este momento lo reprendo, lo tomo cautivo y lo envío al infierno y al abismo en el nombre poderoso de Cristo. Yo en este momento derramo este aceite, este óleo de gozo como dice Isaías 61, y lo desparramo de la cabeza a los pies de todo aquel que estaba enlutado, porque veo ángeles que derraman vasijas con aceite de alegría, gozo y alabanza. Ese óleo de gozo en lugar de luto está siendo derramado sobre tu cabeza.
Suelta todo espíritu de tristeza, toda amargura o preocupación, en el nombre de Jesús, renuncia ahora y déjate ministrar por el Espíritu Santo de Dios. Basta de llorar todos los días, de sufrir continuamente y nunca sentir el gozo del Espíritu. En este momento, Padre Santo, derrama de Tu Espíritu sobre todo aquel que se sienta seco; caen esos mantos de alabanza sobre todos los que tienen el espíritu angustiado, caen del cielo sobre los justos que clamaron por sanidad, sobre los justos que tenían el corazón quebrantado, pero ahora sus heridas están siendo vendadas.
Yo veo la paloma blanca que representa al Espíritu Santo de Dios entrando en muchos corazones. Significa que muchos están recibiendo ahora el bautismo del Espíritu Santo, esa paloma blanca está ingresando ahora mismo en el corazón de algunos que no estaban bautizados. El Espíritu de la verdad está entrando, soplando un nuevo aliento de vida sobre ti.
Veo que algunos están llorando en este momento, porque están sintiendo la Unción que viene de lo alto y no es por mí; es porque Jesús te escuchó y te sana, es porque Jesús se entregó por ti para que por sus llagas seas sanado. Señor, en este momento el aceite está siendo derramado en muchas vasijas. Muchos de ustedes lloraban por escasez, pero hoy el Señor está llenando tus vasijas como las de la viuda cuyo aceite nunca dejaba de fluir, como cuando el profeta le dijo que buscara vasijas y las empezara a llenar de aceite. Así en esta noche el Espíritu Santo está llenando las vasijas vacías. El aceite no faltará ni escaseará más la harina de la tinaja, dice el Señor. Tus lágrimas cesarán porque la escasez va a parar; si llorabas porque te faltaba alimento y tus alacenas estaban vacías, hoy te dice el Señor: Porque creíste en mi Palabra y derramaste tus lágrimas ante mí y no le creíste al hombre, tus vasijas están siendo llenadas. Algunos lloraban porque no tenían trabajo y clamaban a Dios con lloro porque las puertas se cerraban y le decían al Señor: dame de comer, no tengo cómo vestir a los míos, pero hoy tu oración está siendo respondida porque llegó a mis oídos y voy a darte de comer y voy a abrir una puerta laboral en tu vida.
Coloca las manos en posición de recibir y toma esta bendición, porque ahora hay un ángel en tu casa dándote una llave que representa una puerta de trabajo que se abre y tus lágrimas serán secadas a partir de ahora. Gracias Señor por esta bendición.
Algunos de ustedes lloraban porque tienen hijos no convertidos. Veo muchas mujeres afligidas, clamando de rodillas incesantemente al Señor por sus hijos, su familia y esposos. Pero dice el Señor que a partir de ahora tú y tu casa serán salvos. Voy a limpiar las lágrimas de tus mejillas y ya no hará falta que derrames esas lágrimas por causa de los no conversos. Veo que están siendo repartidas llaves en las manos de aquellos justos que clamaron y que están creyendo que esta Palabra viene del Señor; también se abren las puertas del Reino de los Cielos para que entren los no convertidos, por tus hijos, por los que clamas. Vas a ver entrar a tu esposo por el que sufriste, aquella persona por la que derramaste tantas lágrimas. Hoy te entrego esa llave porque se abre la puerta de los cielos para los inconversos.
El Señor me dice que ha escuchado el clamor de sus hijos: tu llanto, tu súplica, y tu clamor he oído. Cuánto incienso levantaste hasta mis narices y hoy respondo tu oración y vas a ver mis maravillas en tu familia. Tú y tu casa serán salvos, porque te levantaste como intercesora y fuiste una atalaya de tu hogar. Levantaste vallado por tus amados, entendiste el poder de la intercesión y me pediste, clamaste y buscaste, como aquella mujer que limpió mis pies con su cabello. Con ese mismo amor viniste a mis pies y vas a ver cómo tu corazón se llena de gozo, porque mi Palabra se va a cumplir en tu vida.
Veo el fuego del Espíritu Santo que sigue cayendo sobre las casas y sobre las cabezas, sanando a muchos de ustedes y a sus mentes que estaban cautivas. Veo fuego que cae y quema ideas erróneas sobre Dios, fuego que empieza a quemar esos huevos de áspid que esa serpiente, Satanás, colocó en las mentes para que crean sus mentiras y así tenerlos cautivos, enlutados, afligidos, entristecidos y atados. El fuego de Dios está trabajando ahora en tu mente, en el nombre de Cristo Jesús, desato ataduras que el enemigo colocó allí, para que no tengas libertad en tus pensamientos. Muchos están sintiendo el calor del Espíritu Santo que está trabajando en ustedes, trayendo sanidad y liberación en sus mentes, desatando nudos que no te dejaban pensar con reflexiones renovadas por las Escrituras, quitando bloqueos que no te dejaban leer la Biblia, que te hacían imposible orar y concentrarte en la Palabra de Dios. Ahora están siendo quebrados, quitados y estás siendo restaurado en el nombre poderoso de Cristo Jesús.
Hoy el Espíritu de Dios se está moviendo fuertemente sobre todos aquellos que clamaron a aquel que en la Cruz sintió el dolor en su cuerpo, que deberíamos haber sentido nosotros, aquel que se entregó para que hoy recibas sanidad y libertad y que tu corazón cambie, porque el Señor puede literalmente cambiar los corazones, quitar la amargura de tu pecho y reemplazarla por alegría.
[Proverbios 17:22, RVR1960] El corazón alegre constituye buen remedio, más el espíritu triste seca los huesos.
En este momento reprendemos todo espíritu de tristeza, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, y le ordenamos que se vaya ahora, que salga por la boca de todos aquellos que hayan sido oprimidos, atados y afligidos. Juntos oramos para reprender y echar afuera todos estos espíritus de ansiedad, preocupación y afán, espíritus que te roban la confianza en Dios, de depresión y muerte. Rompemos todo derecho legal, porque mis hermanos han renunciado a todas estas maldades y están dispuestos a recibir la paz de Dios hoy.
Por lo tanto, toda legalidad ha sido quebrantada y yo rompo toda maldición que provoca tristeza en ustedes y en sus generaciones, espíritus de abatimiento sobre familias completas, familias enteras amarradas y hechizadas. Ahora, en este momento, están siendo sanados en el nombre de Jesús, familias completas que nunca fueron felices, que nunca podían sentir el gozo del Señor. Quebramos toda maldición, brujería, hechizo, pacto de las tinieblas sobre tu sangre ahora. Reprendo todo espíritu que habitaba en tu sangre por causa de estas cosas y hoy viene libertad a tu vida y a tu familia, en el nombre de Jesús.
Muchos de ustedes están sintiendo cosas en sus brazos, me revela el Espíritu de Dios, porque los ángeles están trabajando allí, quebrando cadenas que ataban tus brazos. Veo caer sogas que te ataban y no te dejaban sentirte libre, pero en este momento caen en el nombre de Jesús, porque lo dice la Palabra de Dios, que Jesús el Cristo, el más grande de todos, a quien amo, sirvo, admiro, adoro y alabo, Él vino a libertar a los cautivos. Así que ahora se derriban las cadenas, se rompen las sogas y los grilletes de los pies en su poderoso nombre.
Todo hechizo en tu nombre está siendo destruido ahora mismo. Apago las velas de las brujas que te hicieron tanto daño, para que murieras de tristeza, de depresión o te suicidaras. En este momento está siendo destruido todo poder de las tinieblas en el nombre de Jesús. Desbarato las mesas de las brujas, apago las velas, rompo las fotos tuyas y de tu familia, desactivo todo hechizo de vudú en tu contra y en contra de los tuyos. Si estás sintiendo hormigueo, calor, adormecimiento, calambres o diferentes cosas en el cuerpo, es porque el Espíritu de Dios está trabajando en vos ahora, librándote de estas cosas. Yo ahora descongelo a todo aquel que tenía hechizos de congelamiento, lo caliento en el fuego del Espíritu Santo.
Padre, te pido milagros en esta noche en el nombre de Jesucristo, que caiga por tierra todo lo que hayan hecho en tu contra, en tu nombre, en tu apellido, en el de tus padres, de tus hijos. Yo quiebro, cancelo, destruyo toda hechicería y toda maldición generacional. Gracias, Padre Santo de la gloria, cuánta libertad estás trayendo. Muchos de ustedes están sintiendo calor en sus cabezas, y es porque están siendo ungidos con este aceite de gozo y alegría, como dice la Biblia. Están recibiendo libertad, hay aceite corriendo por sus espaldas en el nombre de Jesús, porque hay pesos que están siendo eliminados. Ahora quito el poder a toda palabra de maldición que fue hablada en tu nombre. Toda palabra que te habló cualquier persona que te maldijo, yo la quiebro ahora y hago caer por tierra todas esas palabras. Le quito el poder hablado, porque la palabra tiene poder, así que hoy cae todo eso en el nombre de Cristo Jesús.
El Espíritu Santo me revela que muchos de ustedes están comiendo palabras de tristeza, de amargura y preocupación. Están escuchando gente que habla desde un corazón amargado. Cierra tus oídos a estas cosas, escucha lo que es bueno, lo que trae paz, lo que trae alegría, lo que te ayuda a levantarte. Sé inteligente y astuto, cierra tus oídos a estas personas que te hablan desde las cenizas. Empieza a comer en el Espíritu palabras de gozo, de aliento, esperanza, alegría, palabras que te activen, que te levanten y que te recuerden el amor del Señor.
Basta de estar en aguas contaminadas de tristezas. No escuches a las bocas que te tiran abajo. Las palabras son muy importantes, construyen o destruyen, levantan o tiran abajo, sanan o enferman, tienen poder para levantarte de donde estás caído. Aliméntate de las palabras que fortalezcan tu espíritu, que te edifiquen, que te alienten, que te exhorten a seguir adelante y que te den un empujón para salir de donde estás. Señor, socorre a los afligidos en este momento, a todo aquel que se siente quebrado y aplastado. Tu palabra dice:
[2 Reyes 20:5, RVR1960] Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; y he aquí que Yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.
Hoy declaro esta palabra en tu vida: Yo he oído tu oración, he visto tus lágrimas y he aquí Yo te sano. Aquel mismo Dios que escuchó a Ezequías, que oyó su oración cuando el profeta le dijo: Prepara tu casa, porque te vas a morir, ese mismo Dios que vio las lágrimas de Ezequías y que le dijo: He aquí Yo te sano, y al tercer día subirás a la casa de Jehová, es el mismo Dios que hoy te dice: Yo he oído tu oración, he visto tus lágrimas y Yo te sano.
Hay muchos de ustedes que están afligidos por causa de enfermedades, pero en Mateo dice:
[Mateo 4:24, RVR1960] Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.
La Palabra no dice: Y le trajeron ALGUNOS que padecían males, dice TODOS los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los sanó. ¿Cuántos de ustedes están afligidos por enfermedades, atormentados y tienen el corazón quebrado por traiciones? ¿Cuántos de ustedes se sienten secos y que no pueden más? Pero la Palabra dice que el Señor recibe a TODOS los que padecen males. ¿Cuál es tu mal? ¿Cuál es el mal que te aflige hasta hoy? Presentáselo al Señor ahora, decíle al Señor: Esto es lo que me está pasando, estoy siendo afligido por causa de tal cosa, Señor, esta enfermedad me aflige, me tiene mal, estoy siendo atormentado, líbrame de la opresión, sana mi cuerpo y mi alma.
Presentále tu petición al Dios vivo, misericordioso y maravilloso que recibía a todos los que padecían males y, aun hoy, sigue recibiendo a todos los afligidos por diferentes enfermedades y tormentos, sea físico o espiritual. Puede ser algo en tu alma, un dolor en tu corazón o falta de perdón, provocándote dolencias. Soltá todo eso delante del Señor. Puede ser una espina clavada en tu corazón que representa una traición de alguien que amabas tanto y que nunca te pudiste levantar. Pero la Palabra dice que le trajeron a TODOS los que padecían males y que el Señor los sanaba, y Él los sanaba de las aflicciones físicas y también dice que Dios sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas. Hoy presentále esas cosas al Señor y recibí tu sanidad en el nombre de Jesús. Ahora el Espíritu Santo empieza a responder esas oraciones y está viajando por toda casa y está cayendo sobre ti, sanándote de esa enfermedad y dolencia que te afligía durante tanto tiempo, dándote un corazón perdonador y que te ayude a renunciar a todo lo que te afectaba.
El Espíritu Santo está sanando tu corazón, tus dolencias, poniendo vendas y sanando tus heridas. El Señor ha escuchado tu oración y quiere responderte, quiere sanarte, pero tenés que soltar la tristeza y la falta de perdón. Tenés que perdonar, llevar a los pies de la Cruz todo lo que te aflige, abrirle la puerta al Sanador para que Él entre y te sane. ¿Cuántos de ustedes están afligidos por distintas pruebas?
[1 Pedro 1:6, RVR1960] En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.
Algunos están afligidos por pruebas que están pasando, están siendo refinados como la plata. Eso duele y provoca sufrimiento en nuestra carne y en nuestro ser. Nos cuesta ser refinados, pero hoy oro por la sanidad de tu corazón en el nombre de Cristo Jesús. Padre Santo, fortalece a todo aquel que está pasando por pruebas. Te pido que fortalezcas a todo aquel que está siendo afligido, que le des la fortaleza a través de Tu Espíritu, porque no es por fuerza, sino por el poder de Tu Espíritu, mi Dios. Fortalece, empodera a todo aquel que está siendo probado. Ayúdalo a resistir ese refinamiento, para que una vez terminado, su fe sea más valiosa que el oro. Porque todo lo que hace Dios tiene un propósito en tu vida y es para bien. Gracias, Señor, porque tu Palabra dice que la esperanza de los afligidos será para siempre y no perecerá. Responde, Padre Santo de la gloria, a toda petición, renueva su esperanza, responde a toda súplica, a todo clamor y a todo corazón quebrantado. Cambia todo corazón triste por uno alegre, y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarde sus corazones y pensamientos.
¡Sigue ministrando, Señor! El Espíritu Santo está trabajando en tu corazón. Veo vendas que están cayendo de los ojos hoy, para que puedas empezar a ver quién es el Dios bueno, quién es el Padre bueno que te ama, el que se acuerda de ti, el que escucha tus oraciones y el que responde a su tiempo. Vendas están cayendo de tus ojos para que puedas reconocer quién está por ti y quién está contra ti. Padre, te damos gracias por todo lo que haces y lo que vas a seguir haciendo a través de esta Palabra. Tú eres bueno y para siempre es Tu misericordia. Te damos gracias porque has ministrado y han sido quitadas las espinas de muchos corazones, han caído vendas y escamas de los ojos, porque enfermedades han sido sanadas, respuestas han llegado y porque has entregado llaves para abrir puertas que estaban cerradas.
[Filipenses 4:7, RVR1960] Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Yo te pido que, a partir de ahora, las casas de mis hermanos estén llenas del gozo y de la alabanza de Dios. Muchos de ustedes han dejado de alabar al Señor por causa de la tristeza y del luto que estaban pasando por causa de alguna muerte en su familia, pero me dice el Señor: con este manto de alegría, alaben a Dios y la sanidad se dará más rápido.
Bendito es Tu nombre, Señor amado, precioso, amigo de los que sufren. Dios mío, yo te alabo y que Tu Espíritu Santo siga cayendo sobre todo el que escucha esta Palabra, que toda raíz de amargura siga siendo arrancada de todo corazón milagrosamente. Coloca piedras preciosas en estos corazones, piedras de gratitud y alegría, coloca lo que no estaba, lo bueno que no habitaba en estos corazones, dáselos hoy, Padre de la Gloria. Sana, Señor, y trae libertad aun cuando duerman esta noche, libera a los que están cautivos de estos espíritus amargos. Trae libertad, sigue rompiendo cadenas, desatando sogas, colocando alas de libertad en las espaldas y bendiciendo a todo aquel que estaba maldito. Sigue derramando de este aceite de gozo y sacando a los cautivos de las cárceles. Te amamos, alabamos y bendecimos en el poderoso nombre de Jesús.
Los dejo en el gozo del Señor. Alábenlo, lean su Palabra, créanla, hagan batalla contra el enemigo de las almas que quiere oprimirlos, apagarlos y reprimirlos. Entreguen su corazón y Dios obrará en su favor. Saludos grandes desde Argentina. Los amo en el Señor. Amén.