Alabado y bendito sea el Señor de los ejércitos y Padre de las luces, que se encarga de sus hijos y sabe lo que necesita su pueblo. Alabado sea Dios por la oportunidad de congregarnos espiritualmente, prestos para adorar y recibir lo que el Señor quiere decirnos. Padre, alumbra nuestro camino y guíanos a través de tu Palabra, que es luz a nuestros pies, para que resuene en cada corazón toda vez que se escuche, y, haciendo así, prepararnos para lo que se acerca al mundo. Gracias primeramente por tus obras, por la vida, por una nueva oportunidad para ponernos a cuentas contigo, para aprender de ti y conocerte más. Gracias por tu Espíritu Santo, viento de vida que consuela, renueva y que se está moviendo entre nosotros, conectándonos en una misma inspiración que viene de tu trono.
Gracias por todo lo que nos das, por lo bueno y por lo malo, porque en tu Palabra está escrito: «¿Recibiremos lo bueno de Dios y no lo malo?» Todas las cosas obran para bien y nos ayudan para los que te amamos, para aquellos que hemos sido llamados con un propósito. Pido unión para tu pueblo. Refuerza las conexiones espirituales entre nosotros. Unifícanos en una misma doctrina, en un mismo espíritu, en una misma intención. Ayúdame en esta ministración, pues si no me es dado de arriba, nada puedo hacer. Por eso te necesito para ministrar a tantas almas desesperadas que necesitan escuchar tu voz. Te necesito para que a través mío sanes estos corazones quebrantados, respondas toda duda, des una palabra de aliento y de consuelo a tu pueblo.
Nada soy sin ti, sino un simple vaso que te complació utilizar, hecho por tus manos, creación tuya. Señor, reconozco que solo soy carne y hueso delante de ti y que si no fuera por tu soplo de vida, no podría yo vivir. Tú me formaste en el vientre de mi madre y ya tenías algo preparado para mi vida antes de nacer. Ayúdame a honrar tu nombre en esta noche y ser un canal transparente para poder entregar el mensaje que me das de la manera más clara posible, y que todo aquel que escucha no sea confundido, sino que camine en una luz mayor, en un entendimiento más grande. Abre todo ojo espiritual que está cerrado y todo oído espiritual que está atrofiado. Destraba lo que está bloqueado y despeja lo que está atiborrado de mugre, que no tiene que estar en el camino de mis hermanos.
Señor, me humillo delante de ti. Renueva mi corazón y haz lo que quieras con él. Implanta tu Palabra en nosotros. Haz cosas nuevas. Revélanos lo escondido en nosotros. Te necesitamos como pueblo, aún más en estos últimos tiempos, en donde la violencia será rampante y las aguas del espíritu del hombre se van a agitar como si un tornado las revolviera andando sobre ellas. Danos la clave para tener el dominio sobre nuestras emociones y abre tu Palabra delante de nosotros. No queremos venir delante de tu trono sin primero humillarnos, reconociendo que Tú eres grande y renunciando a toda vanagloria humana para solamente engrandecer la tuya.
Te amo, Señor. No vemos la hora de verte, de vivir contigo y de que ya no haya más muerte ni maldad. Ayúdanos a soportar este camino. Tómanos de la mano mientras estamos corriendo esta carrera, levántanos cuando nos caemos y háblanos cuando necesitamos una Palabra. Guíanos a través de tu Espíritu, al cual amamos y le damos lugar en nuestros corazones, despejando todo pensamiento para que se mueva en esta ministración como fuego que quema toda inmundicia, como fuego que enciende toda luz apagada, como vela que arde dentro de nosotros. Gracias por el hermoso Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo de Dios, nuestro paracleto, consolador, amigo, ayuda y compañía.
Señor, no me muevo en emociones, sino que me muevo en el amor que siento por ti, porque cambiaste mi corazón para siempre. ¿Cuántos de ustedes comparten este sentir, este amor tan grande, este fuego que arde en mi pecho? ¿Cuántos de ustedes sienten ese fuego en sus pechos porque aman tanto al Señor que no pueden parar las lágrimas? No es por ser escandalosos ni por actuar. Muchos dicen: «¿Por qué llora? ¿Por qué se emociona tanto?» Y es porque no entienden lo que significa amar a Dios, ni lo que siente un alma quebrantada delante de alguien tan grande. Cuando se está en la presencia de una luz tan inaccesible, no se puede hacer otra cosa que debilitarse y sentirse pequeño. No se puede estar como una piedra sin sentir nada delante de la presencia de nuestro Padre celestial, nuestro Salvador y Creador.
Por eso, Señor, te alabamos con un corazón entregado y apasionado por ti y por tus cosas. Así me siento, y lo mismo quiero impartir a todo aquel que se sienta dormido, estancado, que ya ni se acuerda cómo se siente adorar a Dios desde lo profundo del alma, que no sabe cómo amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas, con todo el espíritu y con cada célula del cuerpo. Si hay alguna parte de nuestro corazón que no está entregada, te la entregamos ahora. Ayúdanos a ser transparentes delante de ti, sin caretas ni fingir nada, siendo honestos contigo respecto a nuestras debilidades, en las cuales necesitamos de tu poderosa ayuda para superarlas, pues no podemos solos.
Reprendo y echo fuera todo espíritu de distracción, toda bruja o demonio que no quiere que te concentres ni que esta ministración sea fluida y constante. Todo aquel que se sienta distraído tiene que renunciar a eso, tomar las riendas de su mente y mantener la concentración. Rompo y derribo toda barrera o pared espiritual que se haya levantado en tu vida, y caen los muros que te impedían escuchar al Señor, quien ya ha empezado a obrar en los corazones sedientos que están viniendo a buscar de sus aguas. Alabado y bendito eres; grande, poderoso, sabio, perfecto, misericordioso, majestuoso, maravilloso. En el nombre de Jesús. Amén.
Esta palabra, recibida el día 9 de Febrero de 2021, la he titulado «Hijitos, cuiden sus emociones. El ánimo del hombre va a empeorar.» En ella, el Señor nos habla, diciendo:
Amados y preciados hijos del Dios Altísimo, vienen tiempos de confusión, tiempos de depresión. El ánimo del hombre va a empeorar a medida que el mundo se sumerge en un estado de oscuridad densa. Ustedes, los míos, no se duerman y cuiden sus emociones, porque su enemigo intentará trastornar el ánimo de los míos para que caigan en una profunda depresión y así tenderles lazo, pues las cosas serán cada vez más confusas, y el que no esté concentrado en la meta, teniendo dominio de sus emociones, temblará.
Después de haber publicado por escrito esta palabra, el Espíritu Santo me entregó algunas claves sobre este tema, revelando distintos tipos de pecados que el pueblo del Señor comete y que tienen que ver con las emociones. Hay pecados que son muy fáciles de reconocer, como por ejemplo la fornicación, el adulterio, los vicios, la drogadicción y el tabaquismo. Pero hay otros pecados que no son tan fáciles de advertir si no se ha alcanzado cierta madurez espiritual. «Mi pueblo perece por falta de conocimiento», dice el Señor en su Palabra. Por eso, el Padre está dando sabiduría y está revelando cosas que estaban listas para ser entendidas por el corazón del hombre en estos tiempos.
Mucho se habla de los pecados más nombrados, aquellos que son fáciles de reconocer o los más «famosos». Sin embargo, cuando ministramos junto con mi esposo a las ovejas del Señor Jesucristo, el Espíritu Santo ha revelado que hay pecados escondidos que no todo el mundo puede ver a la luz del día, pero que sí están presentes y están siendo piedra de tropiezo para el pueblo de Dios, porque abren puertas al enemigo, quien quiere destruir el área emocional en la vida de los cristianos. La ira, la tristeza, la preocupación y el afán son pecados que normalmente pasamos por alto mientras leemos la Palabra de Dios, y no nos detenemos a pensar si estamos cayendo en alguna de estas cosas. Por eso, en este tiempo, el Señor está utilizando varios ministros de Dios para profundizar e hilar un poco más fino en estos aspectos.
Vienen tiempos de confusión y tiempos de depresión. Por lo tanto, el ánimo del hombre va a empeorar a medida que el mundo se sumerge en un estado de oscuridad densa. Está escrito que la maldad se multiplicaría y que el amor se enfriaría. Y a medida que el amor se enfría y la maldad aumenta, también se van a ir multiplicando estas emociones en el hombre a una escala cada vez mayor. Los hombres van a ser afectados directamente y, por ende, su carácter va a ir transformándose y empeorando. Aquel que esté en la iniquidad va a ser más inicuo, y aquel que esté en la justicia va a ser más justo. Aquel que no tome dominio propio sobre sus emociones, ellas lo van a dominar a él, las cuales comenzarán a correr como un caballo que nunca fue domado, hasta que el jinete que va cabalgando arriba de ese caballo se caiga. Pero aquel que tome dominio propio sobre sus emociones va a tener armas para vencer al enemigo.
[Mateo 24:12, RVR1960] Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
En el pueblo de Dios, la ira es un tema muy delicado y abunda. Hay casas de cristianos que están llenas de contiendas, tristeza, depresión, culpa, envidia, celos y todo tipo de emociones que están minando sus casas al no estar dominadas bajo el Espíritu Santo, quien nos exhorta a revisar toda puerta que estemos abriendo a medida que va cayendo esta densa oscuridad. Los que siguen las palabras proféticas que profetizo ya han oído que el Señor ha alertado una y otra vez sobre un manto de tinieblas que se está cerniendo sobre el mundo. A medida que esas densas tinieblas cubran la tierra, el hombre va a tender más a la depresión, a la violencia, a la ira extrema, al enojo, a la locura. Los hijos de Dios vamos a estar en medio de este torbellino de emociones descontroladas, y el que no aprenda a tomar las riendas de su carácter no va a poder resistir las pruebas que vienen sobre el mundo entero.
Estoy viendo en una visión que estas densas tinieblas bajan sobre la tierra, y a medida que bajan, espíritus inmundos, demonios entran en las personas que, pecando, abren la puerta al enemigo, dándole derecho legal para ingresar. Estos espíritus inmundos que van a entrar en este tipo de gente van a ser cada vez más poderosos. Es decir, dentro de los espíritus de ira hay espíritus que tienen menos poder y otros que tienen más poder. Existen distintos rangos dentro de las huestes espirituales de maldad. Existen distintos tipos de demonios, distintos tipos de espíritus malignos. Y estoy viendo en una visión una línea que marca un rango entre los espíritus de enojo y los de ira, que van desde un enojo leve, pasando a ser cada vez más poderoso, más fuerte y más recargado, hasta llegar a una ira descontrolada.
A medida que iremos viviendo estos últimos días, los demonios que están bajando serán cada vez más poderosos, manifestándose en diferentes intensidades dentro de los vasos en los que puedan entrar. El rango de los espíritus de ira será cada vez más elevado y potente, al igual que los espíritus de depresión, tristeza, suicidio, adicciones y demás. Los que vayamos quedando en la tierra vamos a ver esta tremenda manifestación, en la cual la gente literalmente se va a comportar como descarriados.
Como premisa número uno, el Espíritu Santo nos exhorta a que tomemos las riendas de nuestras emociones y que no las dejemos correr como un caballo que no está. Muchas veces, cuando he ministrado a algunas personas que tienen problemas de ira, el Espíritu Santo me ha mostrado ese espíritu de ira dentro de ellas, representado por un caballo rojo indomable que tiene mucha fuerza. Y el Espíritu Santo le ha dicho a esa persona: «Toma las riendas de ese caballo. Domalo. No dejes que haga lo que quiera. Ponele límites.»
[2 Timoteo 1:7, RVR1960] Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
[Proverbios 25:28, RVR1960] Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.
[Proverbios 16:32, RVR1960] Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
Es difícil encontrar un hombre que tenga firmes las riendas de su espíritu, dice el Señor. Es difícil encontrar una mujer que tenga dominio propio sobre su carácter y sus emociones. Algunos me dirán: «Pero, Noelia, no está mal enojarse. No está mal estar triste.» Es cierto, porque las emociones son parte de la constitución del ser humano y en sí mismas no tienen nada de malo. Pero existen emociones que son lícitas o justificadas y emociones que son ilícitas o injustificadas. Por ejemplo, vemos en las Escrituras que nuestro mismo Señor Jesús se entristecía y se enojaba.
[Juan 11:33-36, RVR1960] Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
El Señor lloró, pero era una emoción permitida, era una emoción controlada, una emoción que duró lo que tenía que durar, sin quedarse más del tiempo necesario como para provocar un daño en Él. Y eso no fue pecado, porque la Biblia dice que el Señor Jesús nunca pecó.
[Marcos 3:3-5, BTX3] Dice al hombre que tenía la mano seca: Ponte en el medio. Y les dice: ¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal; salvar una vida, o matar? Pero ellos callaban. Y mirándolos en derredor con enojo, profundamente entristecido por la dureza de sus corazones, dice al hombre: Extiende la mano; y él la extendió, y quedó restablecida su mano.
La Palabra de Dios dice claramente: «mirándolos en derredor con enojo». Por lo tanto, sabemos que el Señor estaba enojado. Y luego dice: «profundamente entristecido por la dureza de sus corazones». Era un enojo y una tristeza lícita, provocada por causa del pecado y la dureza de los corazones de los hombres. Por lo tanto, podemos ver que el problema no son las emociones en sí, sino no tener dominio sobre ellas. La Palabra no dice: «No os airéis. No tienen permitido enojarse. No tienen permitido entristecerse», sino que dice: «Airaos, pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo.» Esto quiere decir: Tomen dominio sobre sus emociones. No le permitan a ese caballo que vaya más lejos de donde tiene que ir. No le suelten las riendas para que corra como un desquiciado por el campo.
Estoy tomando como ejemplo la ira porque es uno de los ejemplos más claros. Cuando he ministrado junto con mi esposo, he visto que las emociones que más daño provocan son la ira, la tristeza y la depresión. Estas provocan daños no solamente en la persona que las deja correr sin control, hasta el nivel de traer enfermedad y muerte, sino también en todo aquel que rodea a la persona que no tiene dominio sobre estas emociones.
Estoy viendo en este mismo momento que hay mujeres que tienen una tristeza que ha permanecido a lo largo de los años. No es una tristeza lícita, provocada por un acontecimiento que te hizo sufrir y que te ayudó a quitar las lágrimas para que seas limpia. No es una tristeza que duró cierto tiempo y luego se fue, para dar paso a la sanidad, sino que es una tristeza prolongada que ha calado dentro de tus huesos, provocando osteoporosis. Y el Espíritu Santo quiere que sepas, por más que sea difícil de aceptar, que esto es un pecado, hermana mía, hermano mío. Esto lo estoy trayendo para tu bien, porque el Señor se preocupa por ti. El Señor te ama y quiere mostrarte lo que no puedes ver.
Cuando se presentan problemas o no se sabe cómo manejar una situación determinada, he visto personalmente y por revelación que las mujeres tienden a la tristeza y los hombres a la ira. La tristeza puede ingresar en nuestra vida por distintas causas, medios o situaciones, incluso comenzando desde la concepción. Si una madre vive momentos muy tristes y no sabe cómo procesar esa situación y cerrar la puerta a este espíritu de tristeza, este espíritu se puede transferir al bebé en el vientre de su madre. Esa es una de las formas por las cuales pueden entrar este tipo de espíritus. Pero también puede ser alguna situación que aconteció en tu vida, en la cual no supiste hacer un comienzo, un proceso y un final, y el sufrimiento se mantuvo a lo largo del tiempo hasta que ya te acostumbraste a tenerlo, abriéndole la puerta a un espíritu de tristeza, del cual es difícil liberarse, aunque no imposible.
El Espíritu Santo me insiste con estas mujeres que están llenas de tristeza, y me muestra que las enfermedades que la tristeza provoca afectan a los huesos y a los músculos, como por ejemplo, la fibromialgia, que está muy relacionada con la depresión, la falta de autoestima, la desvalorización y todo tipo de espíritus que trabajan en conjunto con el rechazo.
[Proverbios 17:22, LBLA] El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos.
Así como un corazón alegre es medicina al cuerpo y al alma, así también, un corazón triste enferma no solamente tu alma, sino que también tu cuerpo, contaminando lo que está a tu alrededor. Si este es tu caso, te invito a estudiar sobre lo que estoy diciendo con más profundidad en las Escrituras, para que tomes conciencia sobre lo que el Señor te está revelando. Y si ya entendiste lo que Él te quiere decir, si tenés la confirmación en tu espíritu y sentís que esta palabra es para vos, entonces renunciá a esa tristeza, primeramente pidiéndole perdón al Señor.
Si quizás fue tu madre la que, sin saberlo, te transfirió espíritus de tristeza, entonces vos podés pedir perdón a Dios en el nombre de tu mamá, en el nombre de tu línea familiar, porque alguien tiene que pedir perdón. Si fuiste vos la que abriste la puerta para que entre esta tristeza profunda y nunca supiste cómo luchar contra ella ni resistirle, entonces te invito a que te arrepientas de haberle abierto cualquier puerta, de haberte dejado dominar por esta tristeza, y a que la sueltes, diciendo: «Suelto todo espíritu de tristeza, en el nombre de Jesús, y me arrepiento de haberla dejado entrar. Señor, libértame. Te pido perdón por haber permanecido en un estado de tristeza permanente, que no es lícito. Sáname, Padre. Libértame, en el nombre de Jesús. Sana mis huesos, Señor, sana mis articulaciones, mis músculos y mi corazón.»
El corazón también sufre y se enferma por causa de esta emoción cuando no está controlada, pues se aloja y se queda a vivir adentro del núcleo de nuestra alma. Cuando el Espíritu Santo me habla del corazón, suelo ver un núcleo en el alma de la persona, que está en el centro del cuerpo, en el pecho. Cuando estas emociones entran sin control, comienzan a generar raíces y atraen a otro tipo de espíritus que se van reforzando entre ellos y cada vez se hace más difícil salir de esa situación, pues uno entra en una rueda de hámster que no puede parar. El Espíritu Santo me dice que muchos de ustedes se han acostumbrado a vivir en este estado, y no solamente eso, sino que se han aferrado a estos espíritus. Se han aferrado a la tristeza, la depresión o la angustia, y sienten que si las sueltan no van a ser los mismos. Sienten miedo de cambiar y de no poder vivir más sin esa tristeza.
Otras personas han utilizado a propósito estas emociones descontroladas para manipular a otros cuando estaban tristes y aprovecharon de trabajar junto con el victimismo para manipular a alguien o conseguir de una mala manera el amor que necesitaban. Suena duro lo que estoy diciendo, pero son cosas de las cuales hay que arrepentirse, que están en nuestro corazón y que muchas veces no las podemos ver. No nos damos cuenta, pero el Señor sí las ve, y como nos ama, está trabajando mucho más fino en nosotros, refinándonos siete veces, como se refina la plata. Si quieres ser refinado o refinada, te exhorto a meditar en lo que estoy diciendo a la luz de las Escrituras y después tratarlo en oración con el Señor.
Hay personas que se aferran a estas emociones y se acostumbran a vivir así, sin darse cuenta de que van entrando en aguas arenosas o en un pozo escabroso cada vez más profundo, en el cual se van hundiendo tan lentamente que no son conscientes de lo que les pasa, y el enemigo va trabajando más y más para que se hundan tanto que sea cada vez más difícil salir de allí. Si no se toman las riendas para controlar la tristeza, entonces se va a ir transfiriendo de ustedes a sus hijos, a sus nietos, de generación en generación. Mientras los estoy ministrando, puedo ver que hay gente que sabe que esta palabra es para ellos, especialmente mujeres, y en esta misma hora el enemigo las está haciendo sentir incómodas para dejar de poner atención a esta palabra, porque si lo hacen podrían llegar a encontrar la libertad, y entonces el enemigo tendría que huir de ustedes, pues la Palabra del Señor dice:
[Santiago 4:7, RVR1960] Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Si ustedes obedecen lo que Dios dice, le piden perdón y resisten a estas cosas, al enemigo no le queda otra opción que huir de sus vidas. El enemigo lo sabe y está colocando miedo para que no seas libre, por eso te insto a renunciar a este miedo en el nombre de Jesús y comer como pan fresco esta palabra para que seas libre. La liberación es el pan de los hijos y eso es lo que el Señor quiere darte de comer a través de esta ministración. Si sientes ese miedo que se está levantando dentro tuyo, entonces renuncia a eso, apártalo, ten dominio propio y toma control. Sujétalo, repréndelo y ordénale que se vaya de tu vida, en el nombre de Jesús. Pídele al Señor que te libere y que abra tus oídos, tu corazón y tu mente para que estas palabras entren en ti y hagan su trabajo, porque está escrito que la Palabra de Dios no vuelve vacía, sino que hará lo que Él quiere. El Espíritu Santo me está mostrando que algunas personas de entre el pueblo del Señor van a ser libres de estas cosas durante un sueño.
Muchos están atados a estas emociones como si tuvieran cadenas o esposas espirituales, y piensan que nunca van a poder tener dominio sobre ellas, diciendo: hace tanto tiempo que soy iracundo y que me manejo en la ira, hace tanto tiempo que camino en el miedo, o hace tanto tiempo que estoy deprimido, que ya perdí las esperanzas y pienso que nunca voy a ser libre ni voy a poder cambiar. Pero dice Dios: se olvidaron que tienen un Dios poderoso, que liberta al cautivo, que abre las puertas de las cárceles para que salgan los presos, que sana toda enfermedad por más grave que sea, que quita los grilletes de los tobillos de su pueblo, que libera de espíritus inmundos a todo órgano afectado, que sana la mente del que tiene demencia. Nada hay imposible para mí, dice el Señor.
Y el Espíritu Santo de Dios dice que para eso vino Jesús. Para eso bajó el Hijo de Dios, Dios hecho carne, el Elohim eterno, para manifestarse entre los hombres con poder y con gloria, y quitarles las cadenas a los que estaban atados, renovar y liberar las mentes cautivas. ¿Cuántos creen que el Señor aún hoy está libertando a los cautivos? Tienes que creer, porque la fe es lo que permite que el milagro se manifieste en tu vida. El pueblo de Dios necesita levantarse en una fe mayor a la anterior y pedirle a Dios que la aumente, porque sin fe es imposible agradar a Dios, y para el que cree todo le es posible. Gracias, Señor, porque por tu sangre y por tu sacrificio es posible ser libre. No me dejaré dominar de ninguna emoción que se levante en mí, pues caminaré por el Espíritu y no por la carne.
[Hebreos 11:6, RVR1960] Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
[Marcos 9:23, RVR1960] Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Vine para devolverle la vista a los ciegos, dice el Señor. Vine para darle libertad a los que estaban atados, a los que se sienten presos aún de las emociones. Vine para caminar como un ejemplo, para enseñarte a tomar dominio y que nada tome dominio de ti. ¿Cuántos creen que puedo hacer milagros en sus vidas? ¿Cuántos creen que puedo quitar ese espíritu iracundo, ese espíritu de ira, de rabia y de rencor que está dentro tuyo? ¿Cuántos creen que puedo limpiar todo corazón que se abra a mí?
[1 Corintios 6:12, RVR1960] Porque todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
Y el Espíritu Santo me sigue mostrando muchas casas llenas de contiendas, de peleas y discusiones, de competencia, de celos y amargura. Me muestra los corazones amargos, tristes, desahuciados y enojados de aquellos cristianos que no saben poner límites para frenar sus emociones. Entonces, el enemigo entra para minar sus casas, sus cuerpos, sus vidas y sus relaciones. Y luego dicen: ¿Por qué tengo problemas en mi matrimonio? ¿Por qué me llevo tan mal con mis hijos? ¿Por qué me peleo tan regularmente con mi madre o con mi padre? ¿Por qué tengo problemas con mis hermanos en la congregación? El Espíritu Santo ya te había redargüido y no le obedeciste. Por esto, otra de las claves que Dios nos entrega es que tenemos que escuchar más al Espíritu Santo cuando nos redarguye de pecado; de otra manera, es contristado.
[Efesios 4:30-31, RVR1960] Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia.
Muchos de ustedes ya se acostumbraron tanto a la amargura, al enojo, a la ira, la maledicencia, a la gritería y a todo tipo de malicia, que ya ni se dan cuenta de que están contristando al Espíritu Santo. Y luego le preguntan a Dios: ¿Por qué no puedo sentir tu presencia? ¿Por qué no siento el fuego del Espíritu Santo? ¿Por qué me siento seco como una lámpara que se va quedando sin aceite? Quizás están prestando más atención a no pecar en otras áreas, pero igualmente están pecando al contristar al Espíritu Santo de Dios, quien va menguando su manifestación porque se les ha ido la alegría, la alabanza y el gozo. Han dado lugar a la amargura, el enojo, la tristeza y la depresión, y esto a su vez atrae la manifestación de otro tipo de espíritus. Respaldo lo que estoy diciendo con las Escrituras.
[1 Samuel 16:23, RVR1960] Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
Es decir, cuando Saúl era atormentado por este espíritu que Dios había mandado en su contra para atormentarlo y oprimirlo, venía David y alababa al Señor con un instrumento de cuerdas, y el espíritu malo se apartaba de Saúl. Muchos de ustedes han dejado la alabanza y la adoración, y ya no se acuerdan cómo es reírse, perdonar y estar en un estado de gozo. En vez de atraer la presencia del Espíritu Santo y de los ángeles de Dios a sus vidas, están atrayendo otro tipo de espíritus, porque todo enojo o depresión no obra la justicia de Dios. Entonces, se manifiesta lo que viene de la oscuridad en el corazón del hombre y los espíritus malignos se ven atraídos para oprimirte, confundirte, bajonearte, frustrarte y deprimirte. La alabanza es poderosa en todo tiempo, especialmente cuando sientas que estas emociones quieran invadirte y quieran correr como un caballo indomable. Cuando eso suceda, empieza a alabar al Señor, decide estar gozoso y vas a ver que todo lo que estaba descarriado se comienza a encarrilar. La ira que subía dentro tuyo como un vaso que se va llenando de agua comenzará a menguar y el enojo perderá su fuerza, dándole lugar al perdón.
El primer punto, como clave para el dominio de las emociones, es tomar las riendas de ellas y no dejarlas correr como un caballo indomable. Hay que decidir no dejarse llevar por la ira, por la tristeza o por cualquier emoción que te saque del enfoque en el camino que el Espíritu Santo te ha dado. Y cuando sientas que te estás agitando y empiezas a perder el dominio del volante en tu carácter, entonces, a través del poder de decisión que te dio el Señor, calma las aguas de tu espíritu, aquietándolo voluntariamente. El segundo punto para trabajar en el dominio de las emociones es escuchar al Espíritu Santo cuando nos redarguye de pecado. El Espíritu Santo es quien nos va a hacer saber que una tristeza ya está durando más de lo permitido y se está yendo a un extremo con peligro de entrar en una depresión. Nos hará saber cuándo una tristeza comienza a hacer raíces en nuestros corazones, que nos estamos acostumbrando a ella o que hemos perdido el gozo, la alegría y la alabanza.
También nos redarguye cuando el sol se está poniendo sobre nuestro enojo y comienza a manejarse por la carne, pasando a ser un enojo descontrolado que le abre la puerta al rencor y a la falta de perdón. Cuando estamos perdiendo la posibilidad de perdonar rápidamente y nuestro corazón, en vez de ser cada vez más perdonador, es un corazón cada vez más rencoroso, que se enoja fácilmente, es en ese punto cuando el Espíritu Santo te va a redargüir, para que sepas que estás poniendo tu pie en el pecado y abriendo la puerta al enemigo. Debemos seguir su guía y obedecer inmediatamente, porque de lo contrario, estas cosas se van arraigando en nuestros corazones. Si no perdonas ni tratas esta emoción, entonces este espíritu va ganando más fuerza dentro tuyo, alimentándose de los enojos frecuentes que tienes.
Y el tercer punto es la constancia en la oración. Interesante es la clave que las Escrituras nos dan y que a veces pasamos por alto: «¿Está alguno afligido? Haga oración». Cuando una persona ora a Dios, descarga el peso que tiene en sus espaldas y lo pone a los pies del Señor. Saca lo que está en el interior del propio corazón al hablar con un Dios que escucha y quita de adentro toda mugre, todo dolor, toda angustia, depresión o enojo. Si estas emociones quedan encerradas en el corazón, forman una «costra» difícil de quitar, pero el Señor limpia, sana y quita el dolor, impidiendo que estas cosas se arraiguen en el corazón. Es importante hablar con Dios de todo lo que nos pasa, como un hijo lo hace con su Padre, confesándole nuestros sentimientos y emociones con toda honestidad.
Lo que no se habla con Él queda adentro como una emoción retenida que se va cristalizando en los corazones, formando piedras de cristal, metafóricamente hablando, que a la larga generan bloqueos emocionales no resueltos, transformándose en piedra de tropiezo no solamente en nuestra relación con Dios, sino también con nuestro prójimo. Después de llorar delante de la presencia de Dios y expresar las emociones, perdonar se hace mucho más fácil, y la raíz de amargura no tiene opción de arraigarse en el corazón porque no hay ya más espacio para el enojo o el rencor, experimentando libertad.
No le creas al diablo cuando te miente diciendo que nunca vas a dejar de ser iracunda, nunca vas a dejar de estar en este estado de tristeza, nunca vas a salir de la depresión porque hace tanto tiempo que estás así, y a fin de cuentas, eso es lo que eres. En cambio, toma la decisión de creerle al Señor y a las Escrituras. No me voy a cansar de decirlo, porque hay cristianos que piensan que hay cosas que nunca van a poder dominar. Sin embargo, sí es posible cambiar a través del poder de decisión y del Espíritu Santo. Ora a Dios y decide ponerle fin a la manifestación de esa emoción que te quita la paz y que hace tanto tiempo que te viene afectando, no solamente al alma, sino también al físico, destruyendo además tus relaciones. Y cuando digo orar, que sea también en voz audible, porque hay poder en la palabra y muchos cristianos no lo saben. Mucha congregación está ignorante de estas cosas y no hablan, no confiesan sus pecados, no utilizan la boca para traer vida en vez de muerte.
[Santiago 5:13, RVR1960] ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Està alguno alegre? Cante alabanzas.
Para evitar confusión, vuelvo a repetir que hay tristezas permitidas, como cuando estamos siendo quebrantados delante de la presencia de Dios o, por ejemplo, cuando estamos pasando por un proceso de duelo por la muerte de alguien. La tristeza de una persona que está siendo quebrantada es necesaria, hasta que el Espíritu Santo indique cuándo es hora de cortar el llanto. Una tristeza es lícita cuando genera arrepentimiento en la persona que ha tomado conciencia de la maldad que cometió; por lo tanto, es una tristeza necesaria porque ayuda a la persona a cambiar y a renovarse. Pero el problema se presenta cuando la emoción va más allá del tiempo permitido por Dios, no generando algo positivo en la vida.
[2 Corintios 7:10, RVR1960] Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
Respecto a la ira, hay una que proviene de las cosas santas. Y lo vemos en la Palabra cuando dice que el celo consumió al Señor mientras volcaba las mesas de los cambistas. Fue una ira que permitió el Espíritu Santo, por causa del pecado del hombre y por la injusticia. Debemos aprender a caminar en el Espíritu Santo para discernir cuándo la ira viene de Dios o cuándo viene de la carne. Hay ira y lágrimas permitidas, y otras ilícitas, y la iglesia de Dios debe discernir entre ellas y evitar tener emociones descontroladas. En los tiempos postreros, la maldad en el carácter del hombre va a aumentar cada vez más, y nosotros, los cristianos, vamos a necesitar cada vez más dominio propio para diferenciarnos. Los que somos de la luz vamos a caminar en un brillo mayor, siendo luz a las naciones, brillando cada vez más en medio de una oscuridad rampante, si es que nos mantenemos de la mano del Señor Jesucristo, caminando guiados por el Espíritu Santo. Cuando ustedes estén pasando por algo, dice el Señor, y sientan que no pueden tomar dominio de una emoción, aférrense a mí y no dejen de tomarse fuerte de mi mano mientras lo que les esté sacudiendo los termine de sacudir.
Dentro de la iglesia, además de hombres iracundos y mujeres rencillosas, también hay, incluso, ministros iracundos. Estos, en vez de aplicar los dones del Espíritu Santo a través del fruto del Espíritu, que es el amor, lo hacen a través del enojo, de la contienda y de un carácter iracundo. ¡Y cuánto lastiman a las ovejas de Dios con su hostilidad!
[Gálatas 5:22-23, RVR1960] Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Me dice Dios que estos hombres y mujeres iracundos son renegados, porque se enojan por cualquier cosa. El hombre iracundo es áspero de condición, y la esposa ya ni siquiera le puede comentar nada sin que conteste mal, y ellos, al pecar con la lengua, permiten que el espíritu de ira se manifieste a través de la boca, cayendo en pecado de ira. El Señor llama necio a todo aquel que da rienda suelta a su ira.
[Proverbios 21:19, RVR1960] Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda.
[Proverbios 29:11, RVR1960] El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega. necio a todo aquel que da rienda suelta a su ira.
Hombre de Dios, el Espíritu Santo te invita en este momento a tomar conciencia y recapacitar sobre esto. Te lo digo con todo respeto, con toda sujeción en el Espíritu y con todo amor en el Señor, porque este comportamiento iracundo genera daño a todo lo que te rodea. No solamente te quita la paz y te impide ver la gloria de Dios en tu vida porque estás contristando el Espíritu Santo, sino que, además, estás contaminando a las personas que te rodean a través de las palabras de ira que se manifiestan por tu boca cuando estás enojado y no tomas control sobre ella. Cuando hablas manejado por la ira, lastimas a los tuyos profundamente en el alma, como si les clavaras puñales en el corazón.
Veo hijos lastimados, llenos de puñales espirituales clavados por sus padres cada vez que les hablan airados. Dice la Palabra del Señor que los padres no deben provocar a ira a sus hijos; sin embargo, muchos cristianos no están obedeciendo, sino que, al contrario, están transfiriéndoles estos espíritus y están enseñando a sus hijos a ser iracundos como ellos. Están provocando a rebelión a sus hijos y a sus mujeres, porque los están haciendo vivir en un ambiente de enojo y de contienda, en donde los corazones de los hijos se van llenando de rencor. El Espíritu Santo te invita a arrepentirte, a cambiar tu comportamiento y a pedir perdón a tus hijos por haberlos tratado mal y por haberte dejado manejar por este espíritu de ira.
Cuando la ira se descontrola no es lícita, porque no está bajo dominio propio. Es un pecado escondido debajo de la alfombra, generando enfermedades en las casas de los hijos de Dios y no saben por qué. ¿Cómo puede ser que mi casa esté llena de enfermedades y que sucedan regularmente tantas cosas que no están bien, cuando supuestamente estoy caminando en los caminos del Señor? Y no se dan cuenta de que es un hogar iracundo que no obra la justicia de Dios. La ira del hombre obra la injusticia porque es un pecado que abre la puerta a accidentes, enfermedades, peleas, divisiones, contiendas y divorcios, todas cosas opuestas al reino de Dios.
[Santiago 1:19-20, RVR1960] Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
El Señor está alertando sobre estas cosas y afinando nuestro caminar, de manera que podamos entender por qué muchas veces el cristiano se enferma. Una persona que vive en depresión, es iracunda, está permanentemente afanada y preocupada, es alguien que está manejado por miedos escondidos que facilitan, a su vez, la entrada a la enfermedad y la confusión mental. La persona es como un títere y está tan acostumbrada a ello, que ya no se da cuenta que es el enemigo quien la maneja a través del miedo, y por esta razón, se manifiesta el afán, la ansiedad o la preocupación, provocando distintas consecuencias. Son cosas que hilan muy fino en nuestro caminar, y Dios quiere revelarlas a un nivel mayor que el anterior, porque en este tiempo estamos listos para recibir este tipo de palabras.
[Lucas 10:41, RVR1960] Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
¿Cuántas Marta hay en la iglesia del Señor Jesucristo? El cuerpo de quienes viven llenos de afán, ansiosos y preocupados por todo, comienza a manifestar estos pecados con dolores. La mente no descansa; por lo tanto, les duele la cabeza. Les duele la garganta porque el miedo se aloja en esta zona. Les duele el estómago porque están en un estado permanente de tensión por causa de la ansiedad. Y así, estas cosas se van manifestando en distintas partes del cuerpo y nos van enfermando. Luego, le preguntan a Dios: ¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué permitiste que la enfermedad entre en mi vida? Y no se dan cuenta de que no es por culpa de Dios, sino que es porque les falta conocimiento y dominio propio para tomar las riendas de sus emociones.
[1 Pedro 5:7, RVR1960] echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
A medida que el hombre se vuelva más bravo, obviamente la violencia va a aumentar, y el comportamiento del hombre va a ser como un perro enojado suelto por la calle, que va hiriendo y mordiendo a todo aquel que se le cruce, sea bueno o sea malo. Las leyes humanas en la Tierra se van a ir desviando cada vez más de las leyes de Dios, y el hombre va a tener rienda suelta para manifestarse en pleno, a un nivel mucho mayor que antes y nunca visto en la Tierra. Y estas emociones descontroladas se van a ver por las calles mucho más que antes: personas deprimidas tiradas en el piso, gente llorando en las esquinas de las calles, personas enojadas e iracundas manifestándose con violencia contra el prójimo en las calles, gente que va a escupir a su prójimo simplemente porque tiene ganas. Y es porque el espíritu de ira se va a manifestar con más liberalidad que antes, al ir desapareciendo la contención en la legislación que estaba a favor de las leyes de Dios. Los hombres de iniquidad van a tener más libertad para pecar, dejando correr estas emociones a rienda suelta, como caballos que salen a correr por el campo sin que nadie los pueda tomar por las riendas para domarlos. Van a ser como caballos rebeldes, que van a correr dañando todo a su paso, porque no tendrán al Espíritu de Dios en su interior.
Hijitos, ustedes no sean así, dice el Señor. Aprendan a tomar las riendas de sus emociones y no dejen correr su lengua como quiera, diciendo las cosas que el diablo quiere poner en sus corazones. Si están enojados, aprendan a perdonar rápidamente, y si están tristes, aprendan a saber cuándo ponerle un límite a esas lágrimas, no dejando que la tristeza los domine a ustedes. Pregúntenme a mí si sus sentimientos son buenos y hasta cuándo es lícito hacerlos durar. Pregúntenme: ¿Señor, está bien lo que me está pasando? Hace tantos meses que me siento decaído, ¿cuál es la razón? ¿He abierto alguna puerta? ¿He cometido algún pecado para que no pueda salir de esta prisión? Mientras ustedes quieran preguntarme y quieran seguir mirándome a la cara, yo aún estoy aquí para responderles, porque nunca me fui y nunca me iré, dice el Señor.
Hay emociones que aprisionan, provocadas por espíritus de depresión que literalmente vienen sobre la persona, se sientan en su pecho y no les permiten levantarse de la cama. Hay espíritus que toman el cuello de algunas personas y las tiran sobre la cama para que no se puedan levantar más. Si la persona no entiende que es algo espiritual lo que le está pasando, no va a saber defenderse, y si no camina en el poder del Espíritu Santo, no va a poder salir de esa cautividad. Clamen a mí, dice el Señor, si sienten que el espíritu de ira los está volviendo locos y está provocando que se rompan relaciones amadas en sus vidas. Si ven que están lastimando a los demás con una personalidad iracunda, no se cansen de arrodillarse y de clamar delante de mí, en llanto y en súplica, en cilicio y quebranto. Yo puedo cambiar un corazón iracundo por un corazón manso. Yo puedo cambiar la tristeza en gozo. Puedo quitarte ese manto de tristeza y colocarte uno de alegría, dice el Señor.
Si decidís apartarte de estas cosas, renunciar a estos pecados y no permitir más que tomen dominio sobre tu vida, controlando el timón de tus emociones, entonces, yo vengo a ungirte de nuevo con mi aceite, que es óleo de alegría. Confiésenme su pecado, entréguenme esa parte de su personalidad que sienten que no se puede controlar. Tienen poder de decisión para hacerlo. El enemigo te mintió, haciéndote creer que no tenías esperanza de cambiar. Son mentiras del diablo cuando viene y te habla al oído, haciéndote creer que no tienes remedio, que nunca vas a poder tomar las riendas de aquello que te molesta en tu interior, provocando reacciones adversas en tu carácter y de las cuales después te arrepientes, aunque ya el daño esté hecho. Son actitudes contrarias al fruto del Espíritu Santo, que hieren y lastiman a los demás, que te hacen sentir oprimido, preso de lo que estás sintiendo. Entrégamelo todo, dice el Señor. Confiésame con tu boca cuál es el problema que te aqueja, cuál es la parte de tu personalidad que todavía se mantiene oscura, cuál es la emoción que no está domada, y vas a ver mi poder manifestarse en ti.
Yo vine para hacer libres a los presos, dice Jesús, y tu no estás exento de adueñarte de esta bendición, pero tienes que tomar la iniciativa. Si ya entendiste cuál es tu problema, si esta palabra entró en lo profundo de tu corazón y caló tus huesos removiendo lo que no podías ver, y que te he revelado en tu cara y en tus ojos, si ya has entendido que una persona iracunda no me complace, entonces, ahora tienes que tomar una decisión sobre qué vas a hacer, porque alguien que provoca constantemente la rencilla aparta mi Espíritu de ella. ¿Qué tipo de ambiente estás generando a tu alrededor? ¿Estás trayendo oscuridad a través de estas emociones descontroladas que alteran a todo el que está al lado tuyo? ¿Estás trayendo luz, calma, paz y sosiego a la habitación en donde te encuentras? Cuando tomes dominio propio y pises un lugar o una casa, la paz de mi Espíritu va a cambiar la atmósfera de ese lugar. Pero si estás manejado por un espíritu contrario y no tomas dominio de tus emociones, eso es lo que vas a impartir donde vayas y la atmósfera a tu alrededor se va a transformar en tinieblas, atrayendo lo que no es bueno ni viene de mí.
Hijitos, quiero que tomen conciencia de la importancia que tiene tomar las riendas de su corazón y ponerle un freno, sin dejar que se descontrole como si fuese un auto que va derecho a estrellarse contra un paredón. ¿Hoy cuántos deciden cambiar esta situación? Entonces, quiero escucharlos decirme: quiero recibir tu paz, quiero aprender a tomar dominio sobre mis emociones, quiero cambiar, Señor, quiero caminar en tu Espíritu, quiero manifestar el fruto del Espíritu Santo con todas sus virtudes, quiero ser amable, manso, apacible, quiero tener un espíritu tranquilo. Porque Yo le voy a responder a todo aquel que levante la mano y me diga: «Yo quiero, Señor.» Responderé a todo aquel que me lo ruegue y a todo aquel que honestamente reconozca que solo no puede cambiar. Solamente estoy esperando un corazón que reconozca que necesita de su Salvador, un corazón que reconozca que necesita el poder del Espíritu Santo para tomar las riendas de estos caballos que parecían indomables hasta hoy. Estoy perfeccionando a los míos, los estoy llevando a un nivel de refinamiento mayor, porque los estoy transformando a la imagen y semejanza de mi Hijo, dice Dios.
El Espíritu Santo me dice que el Señor Jesús, cuando estaba en la tierra, caminaba bajo dominio propio, teniendo todas las riendas tomadas en su mano, totalmente controladas. No había nada que se le escapara más lejos del límite permitido, y cuando su espíritu lloraba por el sufrimiento de su prójimo, Él sabía hasta dónde dejar correr esas lágrimas. Él sabía cuándo esa tristeza venía del Espíritu Santo y no de su propia carne, como experimentó mientras oraba en el huerto de Getsemaní. Sabía cuándo convertirse en un vaso para que Dios Padre llorara a través de Él, y haciendo así, glorificarlo aún a través de sus emociones. Tenía los sentidos desarrollados y había aprendido a discernir entre una ira buena y una ira mala, entre una tristeza lógica y una tristeza sin sentido. Veo en una visión personas que tratan de provocarnos y vienen como un perro a ladrarnos para levantar nuestro enojo. En esos momentos estamos siendo probados por Dios y Él está mirando cómo respondemos. Observa si somos inteligentes para darnos cuenta de que estamos siendo probados, observa si tomamos dominio sobre toda ira que se quiera levantar, y observa nuestras ganas de contender, de maldecir o de herir con nuestras palabras.
Mi carácter, dice Cristo, es el que tiene que manifestarse en ustedes y no el carácter de Satanás. No sean vasos de iniquidad. No se transformen en instrumentos de la iniquidad ni manifiesten las palabras que el diablo quiere hablar. Tomen control sobre cada parte que los conforma y no se dejen dominar ni provocar por el enemigo, para que no se manifieste a través de ustedes, dice el Señor. Yo pruebo a los míos de muchas maneras, dice Dios, y una de esas maneras es a través de situaciones, donde veo cómo manejan las emociones. Cuando en una situación difícil las emociones se quieren levantar de una manera injustificada, entonces yo observo cuál es la decisión que toman los míos, si van para la derecha o si van para la izquierda. Yo observo cómo reaccionan mis hijos, y veo que muchos pecan y se justifican a sí mismos manifestando lo que hay en sus corazones con palabras inicuas, con palabras de odio y rencor, o dejándose abatir tirándose al piso con frustración. Las decisiones que ustedes toman van hacia la derecha o hacia la izquierda, se acercan a la luz o a la oscuridad; por lo tanto, las consecuencias también.
¡Atiendan, hijitos, a este llamado!, dice el Señor, porque la maldad del hombre va a aumentar, elevándose como una montaña que llega hasta el cielo. La ira y la contienda se van a multiplicar, el dolor va a crecer, y van a tener que estar entrenados en tomar dominio sobre sus caracteres, aprendiendo a manifestar mi carácter en ustedes, tomando dominio sobre su carne, aprendiendo a caminar en la mansedumbre y el poder del Espíritu Santo. Atiendan, hijitos, y entiendan que estoy refinando a un pueblo que no conoce, no entiende y no medita sobre estas cosas. No tienen interés en conocer las profundidades de mi Espíritu ni en entender cómo funcionan las cosas espirituales. Les estoy quitando el velo a mi pueblo, les estoy hablando de cosas que no pueden ver, para que sí las vean. Atiendan, hijitos, a este llamado, tomen una nueva decisión, y aprendan lo que es dominar su espíritu, tener controlado el timón de las emociones en las aguas de sus espíritus.
Escudriñen las Escrituras, donde hay mucha información para entender de lo que estoy hablando, dice Dios. Coman ese pan que les dejé para que puedan madurar espiritualmente y ya no ser como bebés espirituales, sino adultos. Resistan cuando vean que esa emoción se está levantando al punto de explotar como una olla que se calienta. Oren, resistan y ayunen para debilitar a estos espíritus que van engordando dentro de ustedes cada vez que les dan rienda suelta. Para tener dominio propio sobre el carácter, es necesario doblegar al cuerpo y la carne a través del ayuno con oración. Porque muchos de estos géneros no van a salir si ustedes no los debilitan, si ustedes no se quebrantan ni se humillan. Detrás de la ira, la depresión, la tristeza y la ansiedad hay mucho orgullo escondido que los está manejando como una marioneta, y para esto es necesario el quebranto y el llanto, doblando rodillas delante de mí, dice el Señor.
Tienen que entrenar como entrena todo atleta para ir a la carrera y llegar hasta el final. Ustedes tienen que entrenar en el dominio de su carácter, así como entrenaba yo cada vez que me iba solo a orar para derramar mi corazón delante del Padre. Porque el dominio propio no viene de la nada, sino que viene a través de la oración, del ayuno y de la resistencia. Sean inteligentes, astutos para el bien, rápidos para entender y pónganlo por obra. Pídanme consejo, pídanme la guía, pídanme que ponga luz donde no pueden ver. Hijitos, los amo, por eso los llamo para poder manifestarme en ustedes. Les doy esta palabra para que los ánimos de los míos mejoren mientras el ánimo de los inicuos empeora, y ustedes tienen que hacer la diferencia.
Préstense como vasos limpios en mansedumbre, con un espíritu dispuesto para que el fruto del Espíritu Santo se manifieste a través de ustedes, y muchos puedan decir: «Yo quiero eso que tiene esa persona. Esta persona es distinta a los demás. No hay nada que lo pueda mover de su lugar. No hay nadie que lo pueda provocar. No hay nadie que lo saque de quicio. No se entristece fácilmente si no tiene un motivo real. Yo quiero ser como esa persona.» A ese punto tienen que llegar, a ser de ejemplo, a ser luz a las naciones, a manifestar el carácter del Santo de Israel. Perdonen rápidamente cuantas veces tengan que perdonar. No mezquinen dar el perdón y no mezquinen el pedir perdón cuando ofendan a los demás. Aprendan a pedir perdón al que ofendieron y lastimaron por causa de haber dejado correr estas emociones. No sean orgullosos, quebranten esas barreras y vayan a pedir perdón a sus esposas que maltrataron, a sus hijos que maldijeron. Arrepiéntanse de estos pecados, para que borre estos pecados del libro, porque mis ángeles llevan la cuenta, dice el Señor.
Les he dejado una piedra preciosa muy grande, de mucha estima y mucha importancia. Les he dado información que es como un lingote de oro, hablándoles de cosas que normalmente no se hablan. He abierto el entendimiento de muchos de los míos para que sepan qué es lo que está pasando en sus casas. He sido Yo el que ha hablado a través de esta hija mía, para hacerlos entender que tienen que prestar atención, tener cuidado con estas cosas e hilar fino en su carácter. Atiendan, hijitos, anoten, estudien, investiguen, pregúntenme a mí y yo les voy a hacer ver lo que hoy no pueden ver. Pídanme que los liberte y yo los voy a liberar. Resistan al malo que los quiere provocar y él va a huir de ustedes. Plántense firmes frente al enemigo, impidiendo que se manifieste en ustedes como él quiera. Aprendan a dominar sus aguas cuando se agitan, pues dominio propio y autocontrol es lo que busco en los míos. ¡Y cuánto lo valoro! Grande en sabiduría es el que toma dominio de su carácter, el que sabe controlar su espíritu. Pídanme sabiduría que viene de lo alto y que se opone a toda emoción descontrolada, porque el que tiene este tipo de sabiduría posee un arma para combatir contra estas cosas. Hijitos, los amo y los tengo protegidos en mi mano. Estoy trabajando en ustedes por amor a ustedes, por eso les estoy mostrando lo que no pueden ver. Por más que esta palabra duela y cale en sus huesos, entiendan que es para su bien, que va a ser de bendición cuando aprendan a dominar lo que ahora es indomable. Los quiero bendecir y para eso quiero que cierren las puertas que le abren al enemigo y que hasta hoy quizás muchos no se daban cuenta. Dice el Señor.
[Efesios 5:15, RVR1960] Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios.
El Señor ha hablado poderosamente y el Espíritu ha redargüido a muchos que no estábamos conscientes de estas cosas. Recuerden que no se trata de suprimir ni de esconder las emociones, sino de tenerlas bajo sujeción por el Espíritu Santo, dado que en este tiempo de agitación social habrá una mayor manifestación del pecado y de la maldad. Mientras recibía esta palabra, el Espíritu Santo me dijo que es necesario separarse de todo lo que intensifique el movimiento de las emociones que provocan dolor u otro tipo de cosas ilícitas. Si hay ciertas personas o situaciones que provocan que sus emociones corran descontroladamente, entonces, aléjense si es posible, pues no están ayudando en su camino, ya que son piedra de tropiezo en sus vidas. Orando, el Señor les revelará si quizás ya sea tiempo de cerrar el ciclo cumplido en esa relación, pues hay gente que desde su corazón de amargura los provoca a ira, y en vez de ayudarlos a estar más alegres, los provoca a más tristeza.
Y otra clave que les quiero dar es que ustedes se mantengan obedeciendo al Señor y sirviéndolo en todo lo que Él les pida de acuerdo al llamado que tienen, desde educar a sus hijos, servir a su esposo o trabajar para su esposa, hasta tener un ministerio dentro de una congregación. Si ustedes se mantienen obedientes a Dios, resisten al enemigo y sirven a Dios, el Señor se va a encargar de ayudarlos con la fuerza que necesitan y de darles la sabiduría para poder mejorar en esta área de las emociones. Mientras ustedes se ocupen de los negocios de Dios en la medida que Él se los pida, entonces Él se va a encargar de liberarlos, de sanarlos, los va a fortalecer y los va a sacar de toda depresión, angustia y tristeza. A aquellos que ya están conscientes de sus propias debilidades les va a quitar ese espíritu de ira con el que han estado luchando desde hace tiempo, mejorando su carácter. Ocuparnos de sus cosas y de sus negocios provoca automáticamente que el Señor nos vaya liberando, ya sea a través de una persona, de Él mismo, o por medio de un sueño. Sé que esta palabra va a ser de edificación para muchos. Tomen nota, busquen más versículos en la Biblia que confirmen lo que el Espíritu Santo ha hablado y alaben al Señor, estando alegres y gozosos en todo tiempo.