Gloria al Señor por un nuevo día, por una nueva oportunidad para adorar al Señor juntos y recibir sus bendiciones. Gloria a Dios por este día. Alabado sea el Señor. Siento que el Señor va a dar un fuerte consuelo a su amada iglesia. Siento que el Espíritu Santo de Dios va a tocar muchos corazones necesitados de la mano de Dios.
El Señor viene mediante el Espíritu Santo con óleo de alegría a ungirlos, para quitar toda esa tristeza que vienen cargando, toda esa desesperación; para quitar esos pesos de sus espaldas que sienten que hace mucho que vienen trayendo.
Dios quiere glorificarse con sanidades, con señales, con prodigios, con milagros, porque Dios no es un Dios que cambia; es un Dios que ha sido, que es y que será por siempre perfecto: el Señor nuestro, el Dios de las alturas, nuestro Abba.
Nuestro Padre quiere glorificarse en sus vidas, hacerles saber que Él está allí con ustedes, que está al tanto de sus pesares, que Él está al tanto de sus dolores, que Él sabe lo que te pasa, que Él sabe por lo que estás pasando. El Espíritu Santo me hace saber que nuestro Señor Jesucristo va a pasar su mano sanadora especialmente sobre muchos corazones, ¿amén?
Vamos a adorar a Dios juntos, vamos a alabarlo, vamos a agradecerle por todo lo que viene de Él, por todo lo que hizo en nuestras vidas, de lo cual nunca nos tenemos que olvidar, por todo lo que está haciendo y por todo lo que aún va a hacer.
El Señor se está moviendo sobre las aguas, el Señor está al timón, el Señor está al mando, el Señor es el Señor, Él tiene el señorío sobre todas las naciones y Él quiere señorear sobre tu vida. ¿Cuántos quieren permitirle a Dios que señoree sobre sus vidas?
Dios Padre, bendecimos tu santo nombre, Señor, porque Tú eres el Dios de la paciencia y de la consolación. Tú, Señor, nos consuelas en cualquier tribulación. Señor, te damos gracias por aún poder estar juntos en el Espíritu, congregados en tu nombre para amar, para alabar, para adorar a tu Hijo, al unigénito, al que mandaste, Señor, por amor a nosotros, a morir con una muerte tremenda, con una muerte casi insoportable, con una muerte desgarradora, con una muerte que no merecía, pero como un cordero se entregó, como un cordero que es llevado al matadero para ser entregado, para ser despellejado, para ser carneado por nosotros.
Te damos gracias, Señor Jesús, por ese sacrificio. Nunca permitas que nos olvidemos de lo que pasó en esa cruz. Te pedimos que nos reveles más de lo que significa el sacrificio de la cruz. Padre, revélanos lo que sucedió ese día y que cambió todo para siempre.
A ti te alabamos, Señor. Te amamos, te bendecimos, te necesitamos. Oh, Padre, muévete como nube que se pasea por todos los hogares, limpiando todo lo que no tiene que estar, levantando lo que está caído, sanando lo que está quebrado, devolviendo la alegría a todo corazón que se siente triste, desesperanzado, devolviendo la libertad a todo aquel que está cautivo, libertando a los oprimidos por el enemigo.
Señor, háblanos, todos estos oídos que están prestos a escuchar necesitan recibir. Oh, Dios mío, henos aquí, primeramente adorándote en nuestros espíritus, deseosos de recibir tu verdad, deseosos de recibir todo lo que Tú quieras darnos, Dios mío.
Te necesitamos, Señor. Aleluya, Adonay: grande es tu nombre entre las naciones, perfecto, misericordioso, Dios bueno, sanador, Padre eterno, Príncipe de paz, Jehová de los ejércitos; oh, el Dios de las misericordias, Dios todopoderoso, altísimo, Elohim.
Te amamos, Señor, a ti sea la gloria por todo lo que vas a hacer, Padre, a ti, mi Dios, y solo a ti te honramos, Señor; solo a ti, Señor, ante ti nos rendimos, solo ante ti nos arrodillamos, ante ningún otro porque ningún otro es digno de recibir toda honra como lo eres Tú, ningún otro fundó los cimientos de la tierra como lo hiciste Tú, Señor.
Porque Tú dijiste y se hizo, Tú ordenaste y se cumplió; por lo tanto, tuya es la gloria y de nadie más, porque todo lo que existe te pertenece, porque todo lo creaste con tu mano poderosa; porque tuyo es el cetro de la justicia.
Oh, Padre, Abba Padre, clamamos juntos porque te necesitamos, necesitamos tu palabra, Padre, necesitamos tu sanidad, necesitamos tu consolación; necesitamos, Dios mío, que nos lleves a arroyos de aguas cristalinas, a donde podamos beber y ya no tener más sed, a donde podamos beber y recibir sanidad, a donde podamos beber y ya no tengamos hambre ni sed.
Oh, Señor, conforta nuestros espíritus, consuélanos, Padre, consuela a tu pueblo afligido. Rey de gloria, Rey de reyes y Señor de señores, gracias por tu Espíritu Santo, nuestro ayudador, nuestro consolador, nuestro amigo, nuestra compañía, nuestro inspirador, nuestra guía; gracias por tu Espíritu Santo, por este don, oh Padre Santo, te adoramos. ¿Cuántos adoran a nuestro Dios en su espíritu en este momento?
Aleluya, no nos avergonzamos de adorarte juntos, oh Padre de la Gloria, abre los ojos a los que están ciegos, quita vendas, Padre, despierta al dormido, fortalece al cansado, restablece todo lo que está roto, Padre; coloca venda espiritual al que está herido, sana los corazones.
Tú te mueves entre tu pueblo sanando los cuerpos, nada hay imposible para ti, Señor, y nada hay imposible para el que cree, dicen las escrituras. Gloria al Señor.
Escucho al Señor hablar, dice el Padre: hijitos, hijitos, ¿por qué tan consternados, por qué están apagados?, dice el Señor. ¿Acaso no saben que soy el Dios de la consolación? ¿Acaso no saben que Yo consuelo a los míos? ¿Por qué huyen de mi presencia?
¿Por qué dicen que no estoy cuando estoy? ¿Por qué deciden creerle al enemigo?, dice Dios, en vez de a mí que los estoy llamando a aguas de reposo, que los estoy confortando, que les estoy proveyendo, que los estoy animando, que les estoy dando lo que necesitan, dice el Señor.
Hijitos, hijitos, estoy aquí, dice Dios, moviéndome entre mi pueblo, y veo al Espíritu Santo que recorre los hogares en este momento. Dice el Señor: Hoy voy a tocar los corazones y voy a sacar afuera todas esas lágrimas que ya no tienen que estar.
Voy a vaciar esas vasijas al interior de ustedes para quitar esas lágrimas de adentro suyo, y colocar esas lágrimas en mi redoma, dice el Señor. Dame tus lágrimas, dice Dios, dame esas lágrimas para que las guarde en mi redoma. Gloria a Dios.
Bienaventurados los que lloran, dice el Señor, porque ellos recibirán consolación, ¡aleluya! Bienaventurados los que están quebrantados en el espíritu por causa de ver tanta injusticia, dice el Señor, porque ellos verán cómo caerá mi justicia sobre la tierra, ¡aleluya! Bienaventurados los pobres en espíritu, porque ellos van a ser ricos; ricos de lo invisible, ricos de lo eterno, ricos de lo que no se ve pero que perdura para siempre. Gracias, Señor, por esa palabra.
Hoy, dice el Señor, me voy a mover entre ustedes restaurando corazones que están partidos en mil pedazos, colocando venda espiritual en todo corazón sufrido y quebrantado; levantando a todo aquel que se siente como muerto espiritualmente por causa de tanto cansancio, por causa de tanta pesadez.
Oh, amados míos, dice Dios, si supieran cuánto los amo, verían su vida tan valiosa, dice el Señor, tan valiosa. Si supieran lo que ustedes valen para mí, pero muchos no lo creen, que son tan valiosos ante mis ojos, piedras de gran estima que cuido celosamente, que abrazo con mis brazos.
Los tengo en mi regazo, los estoy cuidando, los estoy apacentando, les estoy dando pasto para que coman, los estoy equipando en este tiempo con todo lo que necesitan para vencer. Gracias, Dios, ¡aleluya!
Estoy levantando guerreros espirituales, estoy llamando amas de casa a la intercesión, les estoy hablando a muchos niños, estoy confortando a través de sueños a mucho pueblo, les estoy revelando muchas cosas que estaban escondidas y preparadas para este tiempo.
¿Por qué dudan de mí?, dice el Señor. ¿No ven mis maravillas, no ven mis señales, no ven las sanidades que estoy haciendo? Recapaciten y conozcan que Yo soy Dios y aún me muevo entre mi pueblo con prodigios, con señales, con milagros, con visitación del Espíritu Santo; sumando ángeles, dice el Señor, a ministrarlos de distintas maneras. Tienen que caminar por fe, no me pidan ver.
Gloria a Dios, porque veo muchos corazones blandos, corazones de carne que no son corazones de piedra, que no son corazones duros, son corazones blandos que necesitan una caricia de Dios en este tiempo.
He notado en estos días que muchos hermanos ven a nuestro Dios, a nuestro Señor, a nuestro Padre como un Padre malo, como un Padre castigador, como un Padre severo; ciertamente un aspecto de la personalidad del Señor es su severidad cuando la situación así lo requiere, pero estos hermanos de los cuales yo estoy hablando ven al Señor y solamente consideran esa parte de su personalidad, solamente ven la severidad del Señor y no ven su bondad, su misericordia, su perdón, su constante ministración en sus vidas.
Son hermanos que solamente ven una sección de las profundidades de nuestro Dios; ciertamente Dios es fuego consumidor, pero también es bueno, también es misericordioso, también es bondadoso, es generoso, es atento con sus hijos y aun hasta hace salir el sol para justos y para injustos.
El Señor quiere que sepas que Él no te ha abandonado; Dios dice: «Estoy aquí, estoy aquí contigo, no hace falta que me veas para que entiendas que me muevo en tu vida».
Abrime las puertas de tu casa, porque hay algunas puertas de tu vida que aún tenés cerradas; me entregaste ciertos aspectos de tu vida, pero hay otros que los tenés reservados, dice el Señor.
En esos aspectos de tu vida te sentís como trabado, te sentís estancado, sentís que no podés avanzar y le estás preguntando al Señor: ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué siento que no puedo avanzar en esta parte, en esta área de mi vida?
¿Por qué siento que otras partes de mi vida están bien, pero en esta área en particular no puedo avanzar? No me puedo mover, me siento como atado en esta área. Tal vez es el área matrimonial, tal vez es el área laboral, tal vez no podés entender cuál es tu propósito, o cualquier otra área de tu vida.
El Señor te dice: No es, hijito mío, hijita mía, no es que Yo no quiera moverme en esa área, no es que no me esté preocupando por restaurar ese aspecto que tanto te duele, es que no me abriste la puerta, dice el Señor. Me abriste la puerta en otros aspectos, pero cuando voy a meter mi mano a donde sé que hay que meterla, me las sacás, dice el Señor.
No es que Yo no quiera sanarte, dice Dios, no es que no quiera bendecirte, no es que no quiera hacer ese milagro que tanto me pediste, porque Yo soy el que tiene las llaves y nadie más puede abrir si Yo cierro, y nadie puede cerrar si Yo abro. Pero para meter la llave en tus puertas, tenés que estar de acuerdo en que las abra.
Algunos por desconfianza, me muestra el Espíritu Santo, otros porque no quieren sufrir y saben que si el Señor toca esa área de tu vida donde más te duele, sabés que te va a doler, sabés que van a costar lágrimas, sabés que va a iniciar un proceso que va a ser doloroso.
De manera que, cuando sentís que el Señor va a trabajar en esa área de tu vida, en ese aspecto que tanto te cuesta, pero donde tanta ayuda necesitás, ahí le cerrás la puerta al Señor y le decís: Señor, no estoy lista, no, no, no, esa parte no, Señor, no estoy preparado, no, no, no, no me toques, no me toques, Señor, no puedo soportarlo. Esas son tus reacciones cuando Dios quiere restaurar esa partecita de tu vida, de tu corazón, que no está sana.
Por ende, el Espíritu Santo te dice: Confíame, confiá en mí, que Yo voy a tomarte de la mano mientras pasás por ese proceso que tanto te cuesta. Confiá y agarrate fuerte de mi brazo cuando sientas que te caés.
En ese momento, dice Dios, cuando sentís que estás en el piso y no podés más, cuando sentís que te faltan las fuerzas de tan fuerte que es la tribulación a donde estás.
En esos momentos que sentís que te caíste en un pozo de donde nadie te puede sacar. Quizás vos estás ahí en este momento, en esos momentos donde estás tan quebrado, como si fuera que alguien toma una varilla de madera y la parte en dos, así te sentís.
Ahí, dice el Señor, es donde vengo en tu rescate, ahí cuando no podés más; si clamás a mi nombre, Yo voy a responder, dice el Señor, pero tenés que dejar aparte el miedo, tenés que dejar aparte la duda, tenés que abrirme la puerta de ese rincón de tu corazón a donde no querías que Yo me meta, dice el Señor. Dice la Palabra:
[Marcos 12:30, RVR1960] Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
El Señor dice, Yo quiero todo tu corazón, no quiero un 10%, no quiero un 50%, no quiero un 90%, quiero un 100%.
Quiero todo tu corazón, quiero todos tus pensamientos, quiero todas, todas, que tus fuerzas sean para mí, quiero que me ames con toda tu alma, dice el Señor. Y parte de ese amor es permitirme, dejarme entrar en ese sector donde aún tenés la puerta cerrada.
Si esta palabra sentís que te llega, que te toca, pero no podés reconocer cuál es el aspecto de tu vida que no le estás entregando a Dios, te invito a que le preguntes al Espíritu Santo de Dios: Señor, en el nombre de Jesús, revelame dónde estoy bloqueado, permitime ver, Señor, qué parte de mi vida quiero esconderte.
¡Ayudame, Señor, a salir de mi escondite! Sacame de esta oscuridad, mostrame, Señor, qué es lo que no quiero que veas de mí, qué es lo que no quiero que trates en mi vida, mostrame a dónde tengo miedos que no me permiten acercarme más a ti.
¡Ayudame a cumplir con esa palabra que dice: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, para no reservarme ni un recoveco de mi ser, para poder entregarme como un sacrificio vivo y agradable, con olor fragante a ti, Señor!
Padre de la gloria, si en algún aspecto de mi vida te he cerrado la puerta, ayúdame a reconocerlo, Señor, para poder abrirte la puerta y que ingreses a mi casa, a limpiarme, a sanarme, a restaurarme, a enseñarme, a corregirme, tal vez. Aleluya, gloria a Dios.
En este momento veo candados que se abren, gloria a Dios, porque algunas almas están reconociendo que esta palabra es para ellos y están decidiendo abrirle todas las puertas de su corazón a nuestro Dios bueno, a Jesús, nuestro Salvador, quien también es nuestro sanador.
Gloria al Señor, porque Él nos da muchas oportunidades. Ahora es tu oportunidad de restaurar ese sector, esa área, que nunca quisiste que nadie toque. Quizás te duele mucho el tema de la pareja, no querés saber nada con los hombres porque fuiste tan lastimada; quizás tuviste tantos problemas con tus hijos que ya te cerraste como un caracol que se mete adentro de su caparazón para no ser lastimado, impidiendo tener una relación que se vaya sanando con tus hijos.
Probablemente golpeaste tantas veces la puerta para que te den un trabajo que ya tiraste la toalla. Quizás ya no creés en la amistad de tanto que te han traicionado; seguramente los pastores te han lastimado tanto o los hermanos de alguna congregación que no querés saber nada de congregarte otra vez.
Posiblemente eres un hombre que se siente traicionado por alguna mujer que te fue infiel. Tantas cosas pueden ser donde fuiste herido; quizás sufriste abusos desde que eras pequeña o pequeño y no estás sano en ese aspecto.
Quizás tu corazón está tan quebrantado por cosas que pasaron y esas heridas se fueron sumando una tras otra, y tu corazón quedó todo agujereado, pinchado por estas espinas que no te dejan avanzar, ¿verdad?, lastimado por todos lados, triste, desesperanzado.
Tal vez pensaste: «El Señor nunca me va a sanar, nunca voy a poder ser una persona sana, nunca voy a poder tener amigos, relaciones normales de amistad. Nunca voy a encontrar un esposo o una esposa porque ya no quiero saber nada de tanto sufrimiento». Posiblemente, fuiste muy maltratado en tu trabajo.
Pero hoy Dios dice: Nada es imposible para mí, ¿cuántos lo creen? Yo restauro lo que está destruido, aquello que parece como que nadie va a poder levantar. Yo edifico un edificio de las ruinas, porque mío es el poder de hacerlo. Para eso mandé a mi hijo amado, a mi unigénito, al deleite de mis ojos, para restaurarte hoy, para levantar piedras sobre piedra, para edificar sobre las ruinas que quedaron de vos.
El enemigo les habla, veo al diablo hablándoles a muchos de ustedes, haciéndoles creer que ya está, que no hay vuelta atrás, que no van a poder salir adelante, que esto nunca va a pasar, que tal problema que tienen va a continuar igual, que no van a poder salir de ese pozo a donde se cayeron, y tantas cosas más que el enemigo les habla. Les ha robado la fe, me dice el Señor.
Han permitido que el diablo les robe la fe, han decidido creer más en lo que él les habló que en mis Escrituras. Pero Yo soy fiel, Yo soy un Dios que restaura, dice el Señor.
Eso es lo que veo en esta noche. Solamente por el hecho de hablar esta palabra que Dios me está dando, hay ruinas que están siendo limpiadas para edificar cosas nuevas. Gloria a Dios, simplemente por el hecho de recibir estas palabras en tu espíritu, solo por el hecho de comer estas palabras proféticas, esta palabra ya está actuando adentro tuyo y removiendo primeramente lo que estaba estancado; desarmando lo que estaba cristalizado, rompiéndolo para poder reemplazarlo por cosas nuevas.
Oh Dios, hijitos, hijitos, repite el Señor, me estoy moviendo entre mi pueblo. En este momento el Señor me pide adoración en sus espíritus, me pide un nivel de entrega mayor. Dice Dios: Ámenme en este momento, ámenme, ámenme, ámenme más; que ese fuego arda en esta noche. El amor hacia mí, dice Dios, es un amor sanador. Cuando ustedes me aman, dice el Señor, con todo su corazón, con toda su mente, con toda su alma y con todas sus fuerzas, ese amor que ustedes dejan fluir adentro de ustedes, ese amor es sanador, dice el Señor, ese amor es restaurador, ese amor es consolador, pero ustedes tienen que elegir amarme. Porque la Palabra del Señor dice: «Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.» La Palabra no dice: «Y si puedes, ama a Dios.» Las Escrituras dicen: «Y amarás al Señor tu Dios.»
Es una directiva, es un mandamiento, es un comando y eso quiere decir que nosotros podemos decidir amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas, con todo lo que somos. Y si vos pensabas que no podías amar a Dios o que nunca ibas a poder, te quiero decir en esta noche que el diablo te mintió, y que creíste en esa mentira que hoy podemos arrancar de raíz en el nombre de Jesús.
¿Cuántos quieren cambiar y erradicar esa falsa creencia de sus vidas y empezar a amar a Dios como Él lo requiere, como dicen las Escrituras, la Palabra del Señor? ¿Cuántos quieren decidir amarlo de una nueva manera, ir un nivel más arriba, un paso más lejos en el amor de Dios, de nosotros hacia Dios? Porque Él ya nos amó primero. Nos toca a nosotros decidir amarlo al 100%.
Gloria a ti, mi Rey, mi Salvador. La sanidad está corriendo en esta noche por causa de esta palabra. Ya veo que corazones están siendo sanados y esas lágrimas que dijo Dios al principio que iban a salir de adentro de ustedes, lágrimas que estaban cristalizadas, lágrimas que estaban estancadas y que no permitían la sanidad del alma, ya están fluyendo en esta maravillosa ministración.
A medida que salen de adentro de ustedes, el Señor va limpiando sus mejillas, los va consolando y el Señor los va reparando, como un mecánico que va quitando tornillos y reemplazándolos por piezas nuevas, que va ajustando las tuercas donde estaban sueltas, que va cambiando motores que ya no funcionaban, que va colocando aceite en un auto que ya estaba seco. El Señor me dice: «Yo soy tu mecánico». Gloria al Señor.
Para vos que te sentís como un auto que ya no podía funcionar, como un auto que ni siquiera arrancaba, ni siquiera empujándolo; ya estabas tan cansado, tan cansada, podrido de la vida, asqueado de vivir, gastado de sufrir; que sentías que eras como un auto viejo que ya nadie quiere arreglar, pensabas que nadie iba a venir a tu rescate, pensabas que era tu fin.
Pero no tuviste en cuenta, dice el Señor, que soy un Dios grande, que me ocupo de ti. ¡Aleluya, gloria a Dios! ¡Grande eres, Señor! Yo me ocupo de los míos y veo al Señor Jesús que da vuelta a nuestras vidas, fijándose en cada detalle, fijándose en lo que está bien y lo que está mal, lo que necesita ser reparado, lo que necesita ser cambiado, lo que necesita ser ungido.
Él se ocupa de cada área, de cada aspecto, está en cada detalle, me hace saber el Espíritu Santo; Él quiere colocar su dedo en cada mínimo detalle de nuestras vidas, pero a veces somos nosotros los que no le permitimos, que le sacamos la mano, que no nos dejamos ministrar, que no nos dejamos cambiar.
Dice el Señor que nos arrepintamos de haberle dicho: Señor, no en esta parte, no, por favor, no estoy listo, Señor, no lo voy a poder hacer, no, Señor, no voy a poder responder ese llamado, oh, Señor, no, no me toques en esa área, me duele mucho, quiero que me sanes, pero más adelante, Papá, por favor; y ese tipo de cosas, que nos arrepintamos de cerrarle la puerta al Señor y que tomemos esta nueva oportunidad de esta noche para que trabaje y restaure cada cosa que tenga que ser restaurada. ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya, gracias, Señor!
Voy a orar por la sanidad de la mente en el nombre de Jesús porque veo que el enemigo se ha metido en los pensamientos de muchos, perturbándolos, tanto al nivel que muchos piensan de una forma como si fuera un laberinto que no llega a ningún lado.
El enemigo ha metido tanta confusión en sus vidas que se sienten como alguien que entra a un laberinto, pero después no puede salir. En el poderoso nombre de Cristo Jesús, yo cancelo toda misión de Satanás en tu vida con todo lo que tiene que ver con tu mente y tus pensamientos.
Padre Santo, te pido que todo camino bifurcado se convierta en uno. Señor, te pido, Padre, en este momento, es más, veo al Espíritu Santo que está eliminando la confusión de muchas mentes en esta noche, duda e incredulidad. Padre, te pido que trabajes en mis hermanos en esas áreas en el poderoso nombre de Cristo Jesús. ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! Alabado seas, Señor, bendito sea tu nombre, grande es tu nombre, Señor.
La Palabra del Señor dice:
[Santiago 1:6, RVR1960] El que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
Muchos de ustedes están como estas olas que son arrastradas por el viento que se van de un lado a otro. ¿Cuántos de ustedes se sienten así, inconstantes en todos sus caminos? Padre, te pido que quites todo espíritu de duda, de confusión, de incredulidad, en el nombre poderoso de Jesucristo.
Muchos de ustedes, cuando toman decisiones, siempre están entre dos caminos y les cuesta decidirse por uno. Indecisos, inconstantes, dudosos, confusos.
Padre, te pido que quites toda esa niebla espiritual de delante de la vista de mis hermanos, y que a partir de ahora, coloques sobre ellos la posibilidad de decidir acertadamente y rápidamente, en el nombre de Jesús.
Escucho la palabra «caminos bifurcados». En el nombre de Jesús, yo te pido, Padre, que cambies, ayudes, sanes y liberes a mis hermanos en esta área de toda indecisión. Y el Espíritu Santo me dice: para resolver este problema es necesario meterse más en las Escrituras para encontrar decisiones rápidas y certeras. Es necesario sumergirse mucho más en las Escrituras; leerlas permanentemente, repetirlas con la boca, proclamarlas, escucharlas.
Cuanto más metidos en las aguas de las Escrituras de la Biblia estén, más seguridad, más peso van a tener sus decisiones, me dice el Espíritu Santo. Gloria a Dios por esta palabra.
Para aquellos que son indecisos, que no tienen certeza de qué decisión tomar, que les cuesta el juicio, me dice el Espíritu Santo: Tienen que leer la Palabra de Dios mucho más, porque esto los va a inspirar a tomar decisiones certeras con más rapidez y de acuerdo a los caminos del Señor, a no ser tan dudosos, tan indecisos entre dos caminos.
La misma Palabra que ustedes leen va trabajando en su interior y renovando su forma de pensar, respondiendo las preguntas que puedan llegar a tener, sabiendo elegir entre la izquierda y la derecha.
Gloria a Dios, ustedes tienen que leer las Escrituras, me dice el Espíritu Santo, para conocer los caminos de Dios, para saber cómo Él piensa, cómo Él decidiría en tal situación. Por medio de las Escrituras, nosotros podemos conocer a Dios, saber cómo Él es, saber cómo piensa, conocer su personalidad, entender lo que está bien y lo que está mal delante de sus ojos, no delante del mundo.
Dice la palabra del Señor:
[2 Timoteo 3:16, RVR1960] Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.
Al instruirnos en justicia a través de las Escrituras, podemos tomar mejores decisiones, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Así que, si vos sos una persona que te cuesta tomar decisiones, que pensás mucho tiempo, que te cuesta decidirte, que siempre estás entre dos aguas, que no sabés qué hacer, hoy el Espíritu Santo, a través del don de sabiduría, te da esta respuesta, esta dirección a tu problema.
Sumergite más en las Escrituras, conocé más a Dios a través de ellas; entendé cómo Dios piensa a través de ellas, recapacitando, meditando sobre cada ejemplo, sobre cada situación de la vida diaria que el Señor nos dejó a través de las Escrituras, ¿amén? Gloria a Dios, grande es Dios, gracias por esta palabra, te alabo, Dios mío, te alabo, Señor.
Veo que muchos necesitan sanidad del cuerpo en esta noche, vienen por sanidad del cuerpo; pero algunos de ustedes, me revela el Espíritu Santo, no tienen su casa en orden. El Señor responde: No para todos, pero para algunos de ustedes, primero poné tu casa en orden, dice el Señor. ¡Gloria al Señor, gracias, Dios mío! Algunos de ustedes están pidiendo sanidad del cuerpo a Dios, pero no tienen recto su corazón, me dice el Espíritu Santo.
Muchos de ustedes están enfermos por causa del odio, muchos de ustedes están enfermos por causa del rencor. ¿Cuántos de ustedes aún no han perdonado a su prójimo y pretenden pedirle sanidad a Dios? Estoy hablando por el Espíritu Santo, no es lo que a mí me parece, ni lo que me gusta hablar; estoy hablando lo que Dios quiere hablar a su pueblo rebelde.
Dice el Señor: Limpia tu corazón, endereza tus sendas, hacé rectos tus caminos, ofrece sacrificios agradables en favor de mi nombre; limpia tu casa, quita toda mugre espiritual de tu vida; ponete a cuentas conmigo y después vení, dice el Señor.
Algunos de ustedes están buscando todo lo bueno de Dios, pero sin cumplir con toda justicia, requiriendo, pretendiendo, buscando, pidiendo, pero sin querer cumplir con sus mandamientos. Algunos de ustedes han recibido una palabra sobre lo que tienen que hacer, algunas personas tienen que poner ciertas cosas en orden.
Hay gente que está en fornicación, que no está casada, que está en uniones libres, postergando poner en orden su situación para más adelante, una y otra vez, excusa tras excusa; y le están pidiendo sanidad al Señor.
Unos cuantos le están pidiendo sanidad al Señor, pero son iracundos y están tratando mal a sus mujeres, a sus hijos, a sus abuelos, a las personas a las cuales el Señor les entregó para que cuiden de ellas.
Hay mujeres que están pidiendo sanidad del cuerpo y viven en constante murmuración, cuando dice la palabra del Señor claramente que no es lo que entra en el cuerpo, sino lo que sale del cuerpo lo que contamina al hombre.
Si de tu boca sale murmuración, si de tu boca sale odio, si de tu boca sale criticismo; si estás permanentemente hablando palabras de maldición contra tu prójimo, contra tus hermanos, ¿cómo pretendes estar sano si el enemigo tiene una puerta abierta en tu vida? Alabado sea el Señor, gloria a ti, mi Rey.
Acá hay gente que está en masturbación, hay gente que está en pecados sexuales, gente que no está limpia. Gente que aún, yendo a la iglesia, a los templos, sigue visitando a las brujas, a los adivinos, sigue consultando a las cartas, sigue consultando a los horóscopos.
Hay gente que se sigue tatuando, cuando la palabra del Señor dice que no marquemos nuestro cuerpo. Hay gente que aún odia a su padre o a su madre, hay gente que aún odia a su ex, hay aún gente que está casada y son los dos cristianos, pero odian a su pareja. Hay gente que regularmente maltrata a sus hijos, hay gente que murmura de su pastor, hay gente que blasfema de las cosas que vienen del Espíritu Santo.
Hay gente que malversa los fondos, hay gente que utiliza mal el dinero, que estafa a su compañero. Hay gente que no paga a los trabajadores lo que merecen, hay jefes injustos, pidiéndole sanidad a un Dios que es Santo, a un Dios que no tiene mancha; reclamándole a un Dios perfecto.
¿Por qué no me sanas, Señor?, sanas a todos menos a mí, ¿por qué te ocupas de los otros, pero no de mí?, ¿cuándo me vas a sanar?, ¿cuándo me vas a dar lo que te estoy pidiendo, Señor?, ¿cuándo vas a cumplir con tal o cual promesa que creo que me hiciste? Pero, sin embargo, primero tenés que limpiar sus vestiduras, dice el Señor.
Hay gente que está reclamando al Señor una sanidad, una palabra de dirección, una revelación de lo alto, sueños proféticos y qué sé yo cuántas cosas, pero sus vestiduras están manchadas; nunca están alabando al Señor, solamente quieren recibir, pero no están dispuestos a dar. Reconozcamos en este momento nuestro estado espiritual. Dice la palabra del Señor:
[Isaías 1:17-18, RVR1960] Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Muchos de nosotros tenemos que aprender a hacer el bien, me dice el Espíritu Santo, e ir luego y estar a cuenta con Dios. Y el Espíritu Santo me vuelve a repetir que hay varios hombres, especialmente, es lo que veo, que están en pecados sexuales, que después van a la iglesia, previamente habiéndose tocado; después van a la iglesia y hacen imposición de manos con esas manos manchadas espiritualmente por ese pecado, fingiendo ser hombres piadosos y aparentando ser religiosos. Pero dice Dios: Mis ojos están en todos lados, y yo puedo ver lo que haces en lo secreto, cuando pensás que nadie te está mirando.
Después me muestra el Espíritu Santo esta fuerte situación, donde este tipo de hombres después van a congregarse, poniéndose su mejor traje, su mejor vestimenta, pareciendo estar limpios por fuera, pero por dentro llenos de pecados y concupiscencias, llenos de lascivia, mirando cada parte de las mujeres que están sentadas en esa congregación.
¿Es este tu caso en este momento? El Señor quiere limpiar esos pecados que son como la grana, para que como la nieve sean emblanquecidos. Si esta palabra te toca, arrepentite pidiéndole perdón al Señor, no solamente por estos pecados sexuales escondidos: pornografía, masturbación, pedofilia y cuántas cosas más que aún se cometen adentro de las casas de la gente que se hace llamar cristiana.
Si vos estás en estas cosas, tus pecados son como la grana, son rojos como el carmesí; pero lo bueno es que el Señor quiere lavarte, el Señor quiere emblanquecerte, el Señor quiere purificarte, quiere sanarte, pero primero tenés que aprender a hacer el bien, tenés que buscar el juicio; como dice Isaías, tenés que enderezar tus caminos, tenés que hacer rectas tus sendas.
Ningún fornicario va a entrar en el reino de Dios, ningún inmundo, dice la palabra, va a entrar en el reino de Dios, ninguna cosa inmunda, ninguna cosa sucia va a entrar en el reino de Dios.
Así que arrepentite, y después, cuando estés a cuenta, cuando te hayas apartado de todas estas cosas y más cosas que no he nombrado, pidiéndole al Espíritu Santo que te revele cuáles son, si no estás del todo consciente; después, dice el Señor, vení y acercate a mi trono y estemos a cuentas.
Después, cuando te arrepientas, pedime que te sane, pedime que te restaure, pedime que te lave. Gloria a Dios, aleluya, alabado sea el Señor, gracias, Señor. Rompo toda esposa espiritual, en el nombre de Jesús, porque me revela el Señor que muchos están atados, hay gente que está siendo maltratada en este momento. Yo rompo toda cadena de maltrato en la línea familiar, rompo toda maldición de maltratos.
Oh Señor, liberta a estos cautivos que me estás mostrando, Padre, en el nombre de Jesús. Algunos de ustedes estaban sufriendo consecuencias por causa de la brujería, pero hoy corto toda brujería en el nombre poderoso de Cristo Jesús, rompo todo altar de Satanás en todas las casas de mis hermanos.
Cancelo todo pacto que se haya hecho en el nombre de todas las personas, en el nombre de Cristo Jesús. Libertad, en este momento, muchos presos están saliendo de las cárceles. Cadenas se están cayendo, me muestra el Señor. Rompo toda maldición de todo tipo.
Muchos de ustedes tenían maldiciones de divorcios sobre su vida, pero en esta hora son anuladas en el nombre de Jesús. Venía el diablo por causa de esa maldición, y cortaba ese lazo, o lo estaba queriendo cortar, ese lazo matrimonial. Pero hoy ha sido invalidada toda maldición de divorcios, de separaciones, en el nombre de Jesús.
Todo aquel que haya participado de cualquier tipo de ocultismo, en este momento, confiese al Señor, para que puedan ser quitadas esas cadenas que el diablo te colocó por causa de rebelarte contra los mandamientos de Dios, de buscar información a donde está prohibido, de consultar a las estrellas.
El Señor me habla de los horóscopos, de la astrología. Arrepentite de leer las runas, todo aquél que leyó las cartas, en algún pasado cercano o lejano, o fue a consultar las cartas; arrepentite, para que el Señor corte toda maldición, toda consecuencia que haya quedado en tu vida por causa de esta rebelión. La palabra del Señor dice:
[1 Samuel 15:23, RVR1960] Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.
Porque como pecado de adivinación, la rebelión; si estuviste en rebelión, si estuviste en la adivinación, si tuviste otros ídolos, otros dioses en el pasado, te invito a que te arrepientas en este momento, confesándolo al Señor, para limpiar toda consecuencia espiritual, para quitar toda soga que te ataba, para quitarle los derechos legales al enemigo y liberarte de todo patrón repetitivo, de todo encierro espiritual, de todo bloqueo en tu vida.
Muchos tienen que arrepentirse de haberle hecho brujería a la pareja, en algún pasado, ya sea como para obtener a esa persona, como para hacerle mal; para tenerlo atado, para tenerlo dominado, para subyugarlo.
Toda persona que se tenga que arrepentir de este pecado, que lo haga en este momento, delante de los ojos de Dios, para que toda maldición que haya caído sobre ella por causa de esto, sea cortada y conozcas la libertad en algunas áreas de tu vida donde estabas atado o atada.
Si antes, en algún momento de tu vida, no importa cuánto tiempo haga, invertiste tu dinero en algún tipo de adivinación; arrepentite en este momento, porque esto es como sembrar en el reino de las tinieblas.
Cuando uno invierte y le paga a alguien que tira las cartas, a alguien que viene a limpiar nuestra casa con métodos de ocultismo, con brujería o cualquier otro tipo de adivinación o de ocultismo, cuando invertís tu dinero en eso, estás invirtiendo el dinero en el reino de la oscuridad, estás sembrando maldiciones, perdón, estás sembrando tu dinero, y estás cosechando maldiciones.
Estás cosechando lo que únicamente se puede cosechar en el reino de la oscuridad, y es más oscuridad; si sembrás para el reino de la luz, vas a cosechar más luz, pero si sembrás para el reino de la oscuridad, vas a cosechar lo que sembraste. Dice la Palabra del Señor:
[Gálatas 6:7, RVR1960] No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Cada uno cosecha lo que siembra. ¿A dónde sembraste en el pasado? Si sembraste de alguna u otra manera en el reino de las tinieblas, arrepentite en esta hora y pedile perdón a Dios por haberlo hecho en ignorancia, o por haberlo hecho igual, aunque sabías que estaba mal, en rebelión. En este momento, Dios me está diciendo que hable algo que me está mostrando en visión.
Cuando alguien consulta a una mujer o a un hombre que es hechicero, adivino, o cual sea el título que tiene puesto, pero que sirve al enemigo, no solamente cuando uno le paga ese dinero está sembrando para cosechar mal, sino que se genera una ligadura espiritual entre esa persona y aquel que va a consultarla. Es decir, si durante tu pasado consultaste a una bruja por cualquier razón, tu alma quedó atada a ella.
Esto es lo que estoy viendo en este momento, que el Señor ya me había revelado muchas veces antes, cuando oro y ministro a las personas, pero que hoy siento que el Espíritu Santo me está empujando amablemente, haciéndome entender que lo tengo que hacer saber en público al pueblo del Señor; porque mi pueblo perece por falta de conocimiento, dice la palabra de Dios, y este es el tiempo en donde Dios va a revelar este tipo de cosas mucho más claramente a través de sus siervos, para que su pueblo reciba libertad, para que no esté más en penumbras, para que a través de este conocimiento que Dios está impartiendo seamos libres.
¿Cuántos cristianos hay que están atados? ¿Cuántos cristianos hay enfermos y/o cautivos? ¡Cuántos cristianos hay que no pueden recibir la bendición porque los cielos están cerrados! ¿Saben por qué? Porque perecen por falta de conocimiento; porque no tienen entendimiento de las cosas espirituales. Pero el Señor en este tiempo está abriendo los ojos de muchos, los está entrenando, les está enseñando; les está revelando lo que ya está escrito en mayor profundidad, para que su pueblo tenga armas para ser libres, para vencer y para caminar en poder.
Si estuviste en estas cosas en el pasado, confesalo ahora, arrepentite de haber invertido ese dinero y haberlo sembrado en un reino equivocado. Si lo hiciste por ignorancia, diez días atrás, un año, diez años, veinte años, cincuenta años atrás, arrepentite en este momento, para que el Señor quiebre toda maldición en tu vida a través de esta oración. ¿Amén? Gracias, Señor, porque eres bueno y revelas lo escondido, sacas a la luz lo que está oculto, nos haces ver lo que no podíamos ver.
Gracias, Señor, porque somos tus hijos y tenemos derecho a acceder a este conocimiento que estaba preparado para este tiempo. ¡Gloria a Dios, aleluya! No solamente la ciencia del mundo va a aumentar, como dice el libro de Daniel, sino la sabiduría de lo alto, me dice Dios. Estoy revelando mis secretos y los secretos de los dos reinos, dice el Señor, para que mis hijos ya no caminen más en oscuridad; para que mi pueblo tenga entendimiento de las cosas que no se ven, para que puedan libertar a muchos; no solamente ser libres ellos mismos, sino para que puedan y sepan ministrar a otros en lo que les estoy ministrando y ayudando.
En este momento están cayendo cadenas, gloria a Dios, el Señor está cortando sogas que ataban a muchos; corto toda maldición en la vida de todo aquel que consultó astrólogos, adivinos, hechiceros, macumberos; que se fue a tirar las cartas en algún momento de su vida y ya se arrepintió, que confió en técnicas de ocultismo que estaban disfrazadas, prometiendo sanidades, prometiendo prosperidad.
¡Oh, te alabo, Padre! Porque estás libertando muchas mentes en este momento; había mentes cautivas por causa de estos pecados del pasado, pero Dios hoy te está liberando, está trayendo libertad a tu mente. Vas a sentir que tus pensamientos fluyen con mayor facilidad y con mayor libertad.
Me dice Dios que los pecados de adivinación, ocultismo, brujería, pactos y/o promesas hechas a Satanás acarrean enfermedades mentales en aquellos que los practican y en su descendencia.
Pero en esta hora, sanidad está llegando a muchas mentes, me revela el Espíritu Santo. ¡Gloria al Señor! Libertad está viniendo a muchos cautivos por causa de estos pecados del pasado o de los familiares, porque se están cortando maldiciones generacionales de ocultismo en la sangre de ustedes, bendito sea tu nombre, Señor; porque tu palabra es viva y eficaz, más cortante que arma de doble filo, que penetra las coyunturas y los huesos. Señor, bendito seas, gracias, Padre.
El Señor está limpiando en este momento, el Espíritu Santo está recorriendo tu casa en este instante, limpiando cada rincón. El Señor me habla de la importancia de limpiar nuestras casas espiritualmente. Los altares que estaban levantados en sus casas por causa de los pecados están siendo derribados en este momento. El Señor está limpiando las casas, hay ángeles que están barriendo mugre en sus hogares. La palabra del Señor dice:
[Deuteronomio 18:13, RVR1960] No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová, cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.
¿Cuántos de ustedes han cometido estos pecados? Pero a través del arrepentimiento, estos pecados, que eran rojos como la grana, como el carmesí, van a ser limpiados y sus vestiduras van a estar blancas, relucientes nuevamente. En este momento, limpio todas las manos que estaban sucias por causa de haber cometido estos pecados en el pasado, en todos aquellos que se hayan arrepentido en el nombre de Jesús. Toda enfermedad que se aloja en las manos por haber sembrado dinero en estos hechiceros, en estos sortílegos, en estos adivinos; por causa de tu arrepentimiento, el Señor te perdona y limpia estas manos, en el nombre de Jesús.
Padre, te pido que liberes de todo espíritu de enfermedad el cuerpo de mis hermanos que se están arrepintiendo en este momento, en el nombre de Jesús. Todo demonio que perdió derecho legal en mis hermanos y hermanas, te pido, Padre, que lo quites en esta hora, en el nombre de Cristo Jesús. Alabado sea el Señor, bendito eres, grande y poderoso.
El Espíritu Santo me sigue hablando sobre problemas mentales. Desato toda mente atada en el nombre de Jesús, unjo con aceite de sanidad toda mente enferma en el nombre de Jesucristo; quito todo huevo que hayan colocado, cualquier espíritu proveniente del enemigo en la mente de mis hermanos, prendo fuego con el Espíritu Santo de Dios a toda cabeza en esta noche, aleluya, gloria al Señor. El Señor está colocando una protección espiritual sobre tu mente en esta noche, para que no ingrese ningún dardo del enemigo. Pero tenés que cuidar tus pensamientos, dice el Señor; porque uno puede elegir lo que piensa y lo que no quiere pensar.
Muchos de ustedes no están tomando dominio sobre lo que piensan, me dice Dios, están dejando fluir pensamientos que no vienen del Señor libremente. Pero hoy, el Espíritu Santo te está invitando a tomar las riendas de tus pensamientos, a tomar cautivo todo pensamiento que no proviene de Dios y llevarlo en obediencia a Cristo, porque dice la Palabra de Dios:
[2 Corintios 10:3-5, RVR1960] Pues, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.
Yo te pregunto, ¿estás llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo o estás dejando que tus pensamientos fluyan para donde quieran? ¿Estás pensando cualquier cosa que no está en la obediencia de Cristo o estás tomando cautivo todos esos pensamientos que van en contra de la obediencia de Cristo? Hasta ese punto va el poder de la decisión, el poder de la voluntad que tiene el hombre. Vos podés llevar cautivo todo pensamiento que está en desobediencia a Cristo.
El Espíritu Santo me está diciendo que muchos de ustedes no entendían lo que yo estoy hablando hoy, no entendían este versículo, este pasaje de la segunda carta de Corintios, del capítulo 10. No entendieron que tienen que llevar cautivos los pensamientos a la obediencia de Cristo. Porque aún dejar fluir los pensamientos inicuos puede abrirle la puerta a la enfermedad en tu vida, ¿sabías?, que lo que piensa tu corazón es lo que te contamina; aleluya, gloria al Señor.
Así que nosotros, los hijos de Dios, tenemos que entender que debemos tomar las riendas de nuestras vidas en muchos aspectos aún, cuidando lo que pensamos y que muchas de las enfermedades están provocadas por pensamientos inicuos. Porque tal vez no murmuramos, pero estamos murmurando en nuestro corazón contra nuestro prójimo, estamos pensando mal del otro, aun si no lo decimos; este pensamiento nos contamina y abre la puerta a enfermedades porque estamos pecando en nuestros corazones.
La palabra del Señor dice que aun aquel que desea a una mujer, que la codicia en su corazón, ya adulteró con ella; y lo mismo es para aquel que está murmurando en su corazón del prójimo, ya murmuró de su prójimo. Si deja correr esos pensamientos de murmuración como un caballo suelto que no está domado, el enemigo siempre va a venir a tentarte para que pienses mal de aquel o de aquella; el enemigo siempre va a tentarte para que empieces a odiar a tu prójimo, para que odies a tus enemigos, para que no perdones al que te lastimó. Pero es tu decisión dejar correr ese pensamiento o no, permitirle que esa raíz de iniquidad crezca adentro de tu mente hasta donde quiera, o cortarla de raíz y cautivar ese pensamiento que no obedece al Señor y arrancarlo de tu mente.
Dice el Señor: Tengan en cuenta que lo que están pensando y que no está limpio delante de mis ojos los está contaminando poco a poco; porque esos pensamientos que quedan adentro de ustedes y que son inicuos, esos pensamientos de odio, de rencor, de venganza, de envidia, de ira; las cosas escondidas en tu corazón que no trataste con el Señor; pensamientos de competencia, cuando te comparas con tu hermano o con tu hermana, y lo envidias por aquello que él tiene que vos querés tener; cuando miras a una mujer para codiciarla en tu corazón, y no refrenas esa iniquidad en tu corazón.
Si sos mujer, lo mismo, cuántas veces mirás a un muchacho bonito pasar delante tuyo y empezás a dejar correr esos pensamientos íntimos que no deberían estar; todo eso queda dentro tuyo como si lo hubieras comido, pero en vez de venir de afuera, viene de adentro y se queda adentro tuyo contaminando tu interior. Y cuando se va acumulando y no es limpiado a través de las aguas del arrepentimiento, empieza a generar enfermedades en tu cuerpo, aleluya por esta revelación.
Gracias, Señor, porque muchos están tomando conciencia de estas cosas, de las cuales no habían entendido en la palabra.
[Mateo 15:11, RVR1960] No lo que entra en la boca contamina al hombre; más lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
[Mateo 15:17-20, RVR1960] ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina?, Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
¿Cuántos de nosotros le echamos la culpa de nuestras enfermedades a lo que comemos? Si bien es cierto que tenemos que cuidar nuestro templo y darle un combustible sano y equilibrado, y tratarlo y demás, muchas veces el Espíritu Santo me dice que los cristianos le echan la culpa a la comida por sus enfermedades, cuando en realidad lo que los está contaminando es lo que piensan y lo que hablan. Es la malignidad; son los malos pensamientos, son los homicidios, son los adulterios, son las fornicaciones que hay en nuestros corazones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Entonces, a partir de hoy, te invito a llevar cautivo todo pensamiento que no va a la obediencia de Cristo, y cuando el enemigo quiera tentarte y hacerte pensar mal de tu hermano en tu corazón, acordate de Mateo, capítulo 15, donde dice que lo que pensás pecando en tu corazón te va a contaminar. Cuando el enemigo quiera tentarte y empezás a pensar mal de alguien, estate alerta, estate atento, despierto, aún como escuchando lo que piensa tu corazón, como si estuvieras observando lo que estás pensando; y cortá ese pensamiento de raíz, y llévalo cautivo y obedecé a Cristo.
Decidí utilizar tu voluntad, un arma poderosísima que te entregó el Señor, tu voluntad, y decidí no pensar mal de tu hermano, cortá ese pensamiento, no dejes crecer esa planta, no le alimentes, no le eches agua a una planta maligna que quiere crecer adentro tuyo. Es una práctica diaria de no dejar crecer estas semillitas que el enemigo quiere colocar en nuestros corazones, porque tentados vamos a ser, pero la decisión de pecar o no pecar, aún en nuestros corazones, nadie nos la puede quitar, ni el enemigo, la tenemos nosotros.
Nosotros no nos caemos en el pecado, nosotros decidimos pecar, así que te invito a tomar nuevas decisiones, y a decidir no pecar, a decidir no dejar crecer esos pensamientos de adulterio que te quieren tentar. El diablo ciertamente nos va a tentar, y nos tienta, y lo hace constantemente, porque él es el tentador, dice la palabra de Dios; pero es tu decisión ponerte a escuchar lo que te habla al oído, y aceptarlo o no.
Es tu decisión dejar crecer esa raíz en tu corazón que el diablo quiere plantar o no, o arrancarla, porque así como cuando uno limpia el jardín y quita toda cizaña y quita todo yuyo que no tiene que estar para plantar las flores, las plantas que sí queremos tener; así como un jardinero prepara la tierra y saca toda la mugre, toda la basura, toda semilla contraria, todo lo que está muerto, lo que está sucio, lo que está quemado, todo insecto que no tiene que estar, toda plaga, y prepara la tierra y la abona y trabaja con sus manos; y una vez que la semilla está plantada y crece lo bueno, ese jardinero cuida de esa planta y no permite que crezca ningún yuyo, y si alguna maleza está creciendo, el jardinero lo arranca para cuidar a su jardín. Gloria a Dios por esta palabra.
Tenemos que cuidar nuestra mente, cuántos problemas te ahorrarías si aprendieras a llevar tus pensamientos cautivos, cuántos problemas te ahorrarías si aprendes a controlar tu lengua; porque algunos no manifiestan lo que piensan tanto con su boca, pero sí lo dejan correr en su corazón, y algunos no solamente lo dejan correr en su corazón, sino que lo hablan con la boca; provocando destrucción, provocando maldiciones, trayendo enfermedad, atando a los demás sin darse cuenta. Oh, Aleluya por esta revelación, Padre Santo, a partir de hoy te invito a que seas un jardinero, una jardinera del jardín de tu mente.
Cuida lo que entra en tu mente, cuida lo que pensás, arranca todo mal pensamiento de raíz, límpialo con la palabra. Cuando él te pone: «No vas a poder hacer tal cosa», vos decile: «Te reprendo en el nombre de Jesús. La Palabra del Señor dice: todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»
Cuando el diablo te dice: «No perdones a tal persona que te lastimó», no dejes crecer esos pensamientos de odio y de rencor en tu corazón y reprendelo en el nombre de Jesús. Corta lo que te está hablando. No lo dejes crecer en tu mente. Usa tu voluntad, tu libre albedrío para eso, y decile: «La palabra del Señor dice: ‘Si nosotros no perdonamos, el Señor no nos va a perdonar.’ Y si Él perdona mis pecados, ¿cuánto más tengo que perdonar yo al que me lastimó?»
Con la Palabra del Señor, con la espada del Espíritu, corta todo pensamiento de raíz que no va a la obediencia de Jesucristo. Veo que algunos de ustedes tienen grillos en sus tobillos y van llevando como esas pelotas de hierro o de acero, no sé cómo se llaman, pero veo pies, tobillos que están envueltos con unas cadenas que en la punta tienen unas pelotas grandes y pesadas como de cemento o algo así, se sienten cargados y pesados, les cuesta caminar en el Espíritu.
En este momento corto todos esos grillos, toda cadena en los tobillos de mis hermanos; libero esos pies cansados y pesados, quito toda carga espiritual que el enemigo les colocó, en el nombre poderoso de Cristo Jesús. Oh, Señor, te pido que hagas livianos los pies de mis hermanos, te pido que alivianes su caminata, que quites todo peso, que los eleves espiritualmente para que ya no se sientan pesados, que no puedan salir del estado a donde están. Esa pesadez, te pido que la reemplaces por liviandad, Padre, en el nombre de Jesucristo. Alabado sea el Señor.
El Espíritu Santo está libertando a muchos de ustedes en esta noche, que se sentían así, como pesados, como cargados. Gloria a Dios, gracias, Señor. Para muchos que están pidiendo sanidad del cuerpo, también me dice el Señor que primero se pongan a cuenta con sus hermanos, que primero vayan y pidan perdón a quien tienen que pedir perdón por las ofensas que ustedes cometieron hacia otros. Varios de ustedes saben que tienen pendiente ir y pedirle perdón a alguien y no lo están haciendo.
Varios de ustedes están diciendo: después voy a ir a pedirle perdón a tal persona, más adelante, ahora no puedo, ahora no quiero, ahora no me animo, no quiero quedar mal, me da vergüenza; y el orgullo les previene de que sean sanados. ¿Saben por qué? Porque la palabra del Señor dice…
[Santiago 5:16, RVR1960] Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Pero fíjense lo que dice esta parte de este versículo: «para que seáis sanados». Gloria al Señor por esta palabra, porque yo no he preparado nada; simplemente me estoy dejando llevar por el Espíritu Santo, lo que quiere ministrar a muchos de ustedes. Pero Dios está descubriendo la solución a sus problemas a través de estas revelaciones que estoy compartiendo por el Espíritu Santo.
Dios está diciendo: ¿por qué no recibiste la sanidad todavía? Ni la vas a recibir hasta que no pongas en orden tu casa, hasta que no cumplas con estas cosas que el Espíritu está revelando hoy. No estoy diciendo que Dios no puede hacer un milagro en tu vida, no estoy diciendo que no puede traer sanidad en este tiempo, porque ciertamente lo está haciendo; pero para algunos de ustedes van estas palabras que el Espíritu me está trayendo, como por ejemplo Santiago, capítulo 5, versículo 16. ¿O por qué algunos también son sanados y después vuelve la enfermedad? Porque vuelven a caer en el pecado que provocó la enfermedad. ¿Se entiende lo que estoy diciendo?
Algunos de ustedes tenían una enfermedad y el Señor los sanó de distintas maneras, pero resulta que después vuelve la enfermedad. ¿Y por qué? Porque volvieron al pecado, volvieron a la desobediencia, volvieron a caer en las ataduras del enemigo, volvieron a abrirle la puerta al enemigo de las almas.
Una vez que alguien recibe sanidad de parte de Dios, tiene que mantener las puertas cerradas para que el que lo enfermó no vuelva a entrar, ¿amén? Como estaba diciendo, confesad vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros para que seáis sanados.
¿Cuántos de ustedes saben que tienen que pedirle perdón a alguien y no lo hicieron? ¿Cuántos de ustedes sintieron el llamado de parte del Espíritu Santo de orar por aquellos que los ofendieron y no lo hicieron? ¿Cuántos de ustedes saben que tienen aún que perdonar a otros y no quieren perdonar? Cuando la palabra del Señor dice que a veces, para recibir sanidad, tenemos que confesar nuestras ofensas unos a otros, tenemos que orar unos por otros. No lo digo yo, lo dice la Palabra del Señor, en Santiago 5:16. A veces una de las causas por las cuales no llega la sanidad es porque no hemos confesado nuestras ofensas a aquellos a los que hemos ofendido. Sabiendo que tenemos la posibilidad aún de pedir perdón, no lo hacemos.
Obviamente que estamos hablando de las personas que aún están vivas y que tenemos la posibilidad de hablar con ellas y de pedirles perdón. Si no tenemos esa viabilidad, lo hablamos con el Señor y le pedimos perdón al Señor por esta ofensa, y Él nos va a perdonar. Pero si la persona está viva y tenemos la facultad de pedirle perdón por algo que hicimos mal, de confesarle esta ofensa y aún llorar por ella, si el Espíritu Santo te redarguyó para que lo hagas y no lo estás haciendo, esta es la oportunidad de tomar una nueva decisión que por ahí se abra la puerta a tu sanidad; porque son muchas cosas que el pueblo de Dios no tiene en cuenta y que solo le exige a Dios ser sanado, pero que no quiere ni investigar, ni entender, ni escudriñar las escrituras, a donde Dios nos dejó todas estas claves para nuestra sanidad, y mucho menos ponerlas en práctica y obedecerlo.
El rencor y el odio, la bronca, la venganza, los celos, la competencia, son emociones que abren la puerta para que entren enfermedades a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Por lo cual te invito a escudriñar tu corazón y erradicar todas estas cosas de él, ¿amén? Gloria al Señor, gracias Señor.
Hoy Dios ha hablado a su pueblo, trayendo conocimiento para que ya no estemos en tinieblas; trayendo entendimiento y revelación de cosas escondidas en nuestros corazones, de hábitos que abren la puerta a la enfermedad, de desobediencias de las que no estábamos del todo conscientes. Hoy Dios te ha dado algunas claves para tu sanidad. Te invito a que sigas escudriñando la palabra para encontrarlas por vos mismo y obedecer a este manual de la vida que el Señor nos ha dejado, que son las escrituras.
El Espíritu Santo me está diciendo, otra vez, como ya lo he dicho antes, que no dejemos la práctica de ungir a los enfermos en el nombre del Señor Jesús, para que Él los sane; que no dejemos de interceder por los enfermos para que Dios los cure; que no dejemos de pedir por los que han pecado, pecado que no sea de muerte, para que Dios los restablezca.
El Señor me dice: No pierdan la esperanza, limpien sus caminos, limpien sus vidas, caminen en la palabra, sean hacedores de ella, no tan solamente oidores, y verán milagros en sus vidas, y verán mi gloria en ella. Pero tienen que tomar acción, tienen que utilizar su voluntad para decidir a favor de ustedes mismos; sean obedientes, porque la obediencia trae bendición, trae sanidad, trae liberación. ¡Gloria a Dios!
Voy a hacer una oración final para sanidades y demás, por todos los que están enfermos, por todos los cautivos, por todos los que necesitan cualquier cosa que el Espíritu Santo quiera ministrar. ¿Amén?
Padre, te pido, Señor Dios mío, que sanes toda enfermedad, que sanes el cuerpo de todo hermano que está enfermo, que sanes los corazones que están enfermos, que liberes toda alma que está cautiva, Padre, que quites toda alma que está en las manos del enemigo, en el nombre de Jesús. Rompo todo pacto hablado en el nombre de mis hermanos, en el nombre de Jesucristo; quiebro toda hechicería, maledicencia, maldición; cancelo todo sacrificio hecho contra la vida de mis hermanos, en el nombre de Jesucristo, y los bendigo en el nombre de Jesús; abro los cielos que estaban cerrados sobre muchas cabezas.
En este momento, el Espíritu Santo está soplando sus vientos de bendición en sus vidas, está trayendo ánimo nuevo, refresco. Gloria a Dios. Reciban en este momento toda bendición de lo alto, porque toda dádiva, todo don perfecto, desciende de lo alto del Padre de las luces. Gloria a Dios, alabado sea el Señor.
Hay muchos de ustedes que necesitan una palabra de dirección, y la van a recibir, me dice Dios. Hay gente que va a recibir una respuesta, hay gente que va a recibir nuevas ideas para problemas que están teniendo. Gloria a Dios, gloria a Dios; tomen y reciban esta palabra, créanla porque al que cree, todo le es posible, dice la palabra de Dios.
Hay gente que se estaba divorciando, pero en este momento toda esa misión de divorcio está retrocediendo hacia atrás, me dice Dios, y esa unión que creías que ya no había esperanza se va a restaurar. Gloria a Dios. ¡Aleluya! Dios está restaurando matrimonios, gracias, Señor, gracias, Dios mío. Gloria al Señor.
El Espíritu Santo se está moviendo y está cancelando enfermedades en los órganos internos de los cuerpos. Veo hígados que son restaurados, veo sangre que está siendo limpiada, veo virus que están siendo quemados. ¡Gloria a Dios! El Espíritu de Dios lo está haciendo. Gloria al Señor en el nombre de Jesús.
El Señor está obrando sobre la mente, gloria a Dios por eso, y el Espíritu sigue trabajando en sus mentes y en sus cabezas y en sus cerebros, gloria al Señor, alabado seas, Dios mío. Hay agua que está fluyendo en este momento, limpiando toda mugre que está lista para ser limpiada, gloria a Dios. Hay vestiduras que están siendo emblanquecidas, por causa del arrepentimiento, por causa de la confesión.
Hay relaciones que están siendo restauradas en esta noche; amistades que estaban quebradas van a volver a nacer, van a volver a restaurarse, van a florecer como flores que se estaban secando, gloria a Dios. Amor entre hijos y padres está renaciendo, veo el florecer de amor en muchos corazones que se estaban enfriando, gloria a Dios. Algunos de ustedes no se estaban dando cuenta de que se estaban descarrilando del camino, pero el Señor los está trayendo nuevamente a sendas derechas, ¡aleluya! Están enderezando sus caminos y se están poniendo a cuentas con Dios porque no se daban cuenta de que se estaban desviando, gloria a Dios; pero el Señor va a buscar, deja las 99 para buscar a la 100, gloria al Señor, para buscar aquella que es la número 100, la que se perdió, gloria al Señor.
El Señor se preocupa por tu vida, está sanando tu corazón. Hay lágrimas que están fluyendo porque sientes la ministración del Espíritu Santo en su vida y en sus cuerpos y la presencia de Dios, gloria al Señor, tuya es la honra, Señor.
Los ángeles están ministrando fuerte en este momento, mientras yo estoy hablando, el Señor está quebrando corazones duros, está destruyendo altares al enemigo; está destruyendo ídolos que tenías en tu mente, ídolos que tenías en tu corazón y que no te dabas cuenta, gloria al Señor. El Espíritu me dice: abandona el amor por el mundo, hijitos, y amen las cosas espirituales, añoren esa ciudad santa que les tengo preparada para ustedes cuando terminen esta carrera; abandonen y renuncien y dejen aparte y lejos toda desesperanza, toda frustración; es la decisión de ustedes seguir dándole lugar a estas cosas o quitarlas de sus vidas, amén, ¡gloria a Dios!
Sanidades físicas en las manos están aconteciendo en este momento, gloria al Señor. Colocate tu mano en esa parte de tu cuerpo donde estés enfermo y recibí la sanidad por medio del Espíritu Santo en el nombre poderoso que es sobre todo nombre, en el nombre de Jesús; sanidad en el cuerpo, en cualquier parte del cuerpo, a donde todo aquel que cree reciba.
Rompo todo bloqueo para no recibir esta sanidad en el nombre de Jesús. Quito toda pared espiritual que no permita o que no quiera permitir que se reciba la sanidad en esta hora en el nombre de Jesús. Desato toda alma en este momento en el nombre de Jesucristo, ¡Aleluya! El Señor está recobrando, haciendo que muchos de ustedes recobren el ánimo perdido. Gloria a Dios, gloria a Dios. Paz van a recibir, muchos que tienen insomnio van a volver a poder dormir en paz, me dice el Señor, a poder dormir bien. Gloria al Señor.
El Espíritu Santo está impartiendo paz en sus corazones, recíbanla en el nombre de Jesús. Toda tensión, todo nerviosismo se va en esta hora en el nombre de Jesucristo. Alabado sea el Señor, gloria a ti, mi Rey, porque lo creemos y lo recibimos en tu nombre, Señor.
En este instante el Señor va a sanar corazones que están rotos por causa de un duelo, por causa de familiares que han muerto o de amigos que han muerto en este tiempo. El Señor te está sanando en este momento en el nombre de Jesús. Corto toda ligadura entre toda persona que haya fallecido últimamente en tu vida y vos, toda atadura que haya quedado, toda atadura emocional insana, toda dependencia emocional que haya quedado, lo corto en el nombre de Jesús. Gloria al Señor. Es libertad que Dios está trayendo a su pueblo en esta noche. Gracias, Padre Santo, Padre eterno, Padre hermoso y amado, gracias, Señor.
Hay gente que está recibiendo, veo que el Señor coloca billetes en sus manos en el Espíritu, lo que representa que van a ser bendecidos en lo laboral, en lo económico en este día. Tus manos estaban vacías en el Espíritu, vacías de trabajo, vacías de recursos; pero Dios escuchó tu oración y en este momento, por fe, recibí esta bendición económica que el Padre está colocando primeramente en tus manos espirituales para que después se manifieste en la materia, ¿amén? Gloria a Dios, ¿cuántos lo creen? Maldición de pobreza, te corto en el nombre de Jesús, te quiebro, te cancelo en la vida de todo aquel que tienes cautivo, en el nombre de Jesús.
Alabado sea el Señor, gracias, Dios mío, gracias, Señor, gracias, Padre. Gloria a tu nombre, gloria a Dios, aleluya, alabado sea el Señor, gracias, Dios mío.
El Señor es el que coloca el querer como el hacer. Dios me dice que está colocando el querer leer la Biblia como el hacerlo en ustedes. Él está colocando y abriendo tu hambre de las Escrituras en el nombre de Jesús, porque es fundamental en tu vida que estés armado con toda la armadura de Dios, pero especialmente con tu espada, con la espada del Espíritu, afilada.
Dios me dice: yo soy el que coloca el querer como el hacer en los míos. Y en este momento estoy abriendo tu apetito espiritual sobre las cosas espirituales, pero especialmente sobre lo que dicen mis santas escrituras. Gloria a Dios. El Señor está abriendo el entendimiento de muchos de ustedes sobre la palabra escrita, les está dando revelación, están recibiendo revelación de las escrituras por el Espíritu Santo. Dios grande y poderoso, gracias, Señor, gracias, Señor, recibimos.
Padre, te pido que mejores la memoria de muchos de nosotros para recordar los versículos escritos y poder responderle al diablo como hizo Jesús en los 40 días del desierto a través de las escrituras. Gloria al Señor, alabado sea Dios. Me dice Dios: las escrituras tienen que estar pegadas a sus huesos, tienen que leer de día y de noche, escucharla y proclamar tanto las escrituras, hasta que se vuelva parte de ustedes, hasta que estén llenos de esas palabras en el Espíritu, en el nombre de Jesús. Gloria a Dios, Aleluya, alabado sea Dios, gracias, Padre, gracias, Dios mío, bendito sea tu nombre.
Limpien sus corazones, limpien sus mentes, limpien lo que piensan, elijan lo que piensan. Recuerden esta frase y acuérdense de la imagen de este jardinero que limpiaba su jardín, que es nuestra mente. Tengan esto en cuenta, mediten en este importantísimo mensaje que el Señor ha hablado. Y a partir de ahora les dejo esta tarea, que elijan lo que piensan, Amén.
Sé que oran por nosotros, por mi esposo, por mí, por mi casa, por el ministerio; pero en este tiempo siento que necesitamos mucho apoyo en la oración, ¿Amén? Así que es bíblico pedir que nos apoyen en la oración, y les agradezco muchísimo por estar ahí en el Espíritu juntos, apoyándonos, ¿Amén? Gloria a Dios por todo.
Todo lo que necesiten, pídanlo a la fuente de donde provienen todas las cosas, que es nuestro Dios, ¿Amén? Gloria a Dios.
Bendiciones. Todo testimonio de lo que el Señor haya hecho mediante estas ministraciones, lo que vaya haciendo, de la edificación que van recibiendo, de todos los cambios en sus vidas a través de este ministerio. Les pido que lo compartan para que otros hermanos también sean bendecidos a través de ese testimonio y que todos podamos compartir lo que hace el Señor en nuestras vidas, ¿Amén? Aleluya y alabado sea el Señor.