Hijos, ¿por qué dudan de mis profetas? Yo hablo hoy, y estoy alertando a la humanidad, sobre lo que se aproxima a la Tierra, en los últimos días. ¿Por qué no son diligentes? ¿Por qué no se sumergen en las aguas de mis escrituras santas, para encontrar las respuestas? ¿Saben por qué? Porque mis hijos son cómodos, les gusta tener todo servido, no les gusta escudriñar, sólo les gusta escuchar que les canten al oído. Pero más bien ¿por qué no investigan. por ustedes mismos, lo que he hablado desde la antigüedad? Ustedes sólo quieren escucharme cuando hablo cosas lindas, ustedes sólo quieren ser halagados, dice Dios. Pero Mi Espíritu está cansado de la superficialidad. Mi gente en general, no quiere bucear en las profundidades de Mi Espíritu; mi gente sólo quiere nadar en la superficie.
Pero cuando venga lo malo, que ya está viniendo, no van a saber esconderse bajo el agua de Mi Espíritu, y aquellos, que no hayan aprendido a ir profundo en mí, serán interceptados por el ojo que todo lo escudriña (el ojo de Satán). Hoy, los llamo a estudiar lo que digo.
Hoy, Hoy, Hoy! Vivan como si no existiese un mañana. Vivan como «YO SOY», no como «YO VOY A SER». El tiempo es ahora. Ustedes me preguntan: «Señor, ¿Y cuándo debemos prepararnos para todo lo que dices que va a venir?», y Yo les contesto: «Ahora». El ahora, es muy importante, pero ustedes no se dan cuenta, no le dan importancia a los tiempos. Es más, no creen que existan distintos tiempos ni distintas eras. Pero Yo, que soy el dueño del tiempo y de los tiempos, alerto a mis hijos cuando viene un cambio de tiempos. Y ahora estamos en esa transición; por eso les vuelvo a decir: ¡PREPÁRENSE! ¡PREPÁRENSE! ¡PREPÁRENSE! Porque se avecina el tiempo, del cambio de era, en donde la vida del hombre da un giro completo; y aquellos que no lo quieran entender, ni aceptar, no van a estar listos para adecuarse a estos cambios.
«¿Y cómo me preparo?», me preguntan… Eso es porque no han leído mi Palabra. Eso es porque no dedican tiempo a solas conmigo. Ahí se muestra la superficialidad en la que viven. Piensan que, creyendo, es suficiente, pero hasta las huestes espirituales de maldad, creen en mí y saben, que YO VIVO. Métanse, métanse en el agua de mi río. ¡Sumérjanse! ¡Llénense del Espíritu Santo y de fuego! Ustedes quieren todo de mí, ustedes quieren regalos, ustedes quieren salir victoriosos de las pruebas y las tribulaciones, pero sin llevar sus cruces. ¿No ven que hasta el Hijo de Dios tuvo que ser desmenuzado para poder sentarse a la diestra, del trono de mi majestad? Por lo tanto, para poder estar listos para defenderse, primero deben entender lo que pasó en la cruz. Primero deben captar la idea de lo que significa la palabra «sacrificio». Porque si el Hijo sufrió, ¿cuánto más los hijos de los hombres?
Aún no han entendido que «morir por mí es ganancia». Aún no captaron la importancia, ni el simbolismo de los holocaustos. ¡Búsquenme! ¡Búsquenme hijitos! ¡Búsquenme hasta encontrarme, que Yo quiero ser hallado! Y cuando me encuentren, allí en lo secreto, yo les diré lo que tienen que hacer, para preparase, para todo lo que ha de venir a cada uno en particular. Pero mientras tanto, les he dejado la guía, el manual de vida para que lean, estudien, y escudriñen. Con amor eterno los he amado. Jesús, el Redentor de las almas perdidas, El Cordero entregado; más no a la fuerza, sino por voluntad propia por aquellos que decidieron creer en mí. Su padre eterno, libre de pecado y de mancha en mis vestiduras. Amén. ¡Aleluya!
[Mateo 25:1-13, RVR1960] Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.