Queridos hermanos, aquí estoy con ustedes nuevamente. Es un gusto poder congregarnos virtualmente en un solo espíritu para interceder por este tema del coronavirus, que es de conocimiento público, desde Chaco, Argentina.
La oración tiene poder, así que hoy vamos a derribar las obras del mal en el nombre de Jesús. Si bien varias personas que profetizamos hemos venido anunciando que estas cosas iban a pasar, tal vez no específicamente, pero hemos venido advirtiendo desde hace tres años, desde 2016, que estoy publicando videos sobre lo que pienso que el Señor me ha hablado y en varios de esos videos he dicho que venían pestes y pestilencias. Uno de los videos se llama «Profecía para las Américas», donde el Señor nombra un montón de cosas que vendrán, entre ellas enfermedades, pestes y pestilencias, y en otro video llamado «El Señor está reuniendo su ejército», parte 1 o 2, y finalmente en el video de una profecía del año pasado, 2019, que lleva un cartel en rojo, dije que teníamos que juntar alimentos, estar preparados en todo sentido porque estas cosas vendrían. Así que esto no nos debería sorprender como cristianos porque no hace falta ni siquiera que lo anunciemos, ya está anunciado en la palabra. Si leemos en Mateo 24, por ejemplo, vemos que estas son señales antes del fin, ya está prometido, así que a nosotros no nos debería tomar por sorpresa ni desprevenidos, nos debería encontrar velando, aunque es una realidad de la iglesia que no todos estaban preparados. Dice la Palabra:
[Mateo 24:3-7, RVR1960] Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.
¿Y qué será esto? Dice la palabra: Y todo esto será principio de dolores. Lo vengo diciendo hace rato que la tierra recién está entrando en principios de dolores, no estamos en el fin, sino en el tiempo del fin. Lo dije antes en la profecía 2020, es un tiempo, es una era. Por eso les digo que esto no nos debería sorprender, porque ya está escrito en la Palabra.
Dios viene hablando a través de diferentes bocas sobre todo esto para recordarle a sus hijos, porque sin profecía el pueblo se pierde. No es que agreguemos a la Palabra, sino que Él sigue recordándole a sus hijos y exhortándolos, sigue diciéndoles que se preparen, que estén listos, así como lo hizo con Noé, que le pidió que construyera el arca, que guardara alimentos y demás. Hay otros ejemplos en la Palabra donde Dios manda a prepararse por las cosas que habrían de venir. Dios, en su misericordia, sigue hablando a través de muchas personas que tienen don de profecía, o soñadores de sueños, acerca de estas cosas, para que estemos listos, porque si no, nos dormimos.
Les contaré algunas de las cosas que el Señor me reveló acerca de esto, más que nada, directivas. Padre, en el nombre de Jesús, te damos gracias por esta reunión virtual entre mis hermanos y yo. Te pedimos que nos inspires en esta hora para orar juntos y que nos protejas de todo ataque del enemigo, para que esta oración no se lleve a cabo, en el nombre poderoso de Cristo Jesús. Amén.
Una de las cosas que, en estos días, el Señor me mostraba eran muchos hogares cubiertos con la sangre de Cristo.
[Éxodo 12:21-23, RVR1960] Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.
Y esta era una de las cosas que veía en estos días, orando por este tema: muchas casas cubiertas, selladas y protegidas con la sangre de Cristo. Pero el Señor me decía así: hay santidad en nuestras casas si estamos cerrando la puerta a todo pecado, si estamos edificando nuestra familia como padres y estamos guardando a nuestros hijos de cualquier puerta que tengan abierta al enemigo. Esas eran las casas que, pienso, me revelaba el Espíritu Santo, que están selladas y guardadas con su sangre, no por decir simplemente que somos cristianos. La sangre de Cristo tiene poder en nuestras vidas. Así que toda puerta que tengas en tu casa abierta, que pueda estar provocando que esté desprotegida, toda falta de intimidad con el Señor, toda falta de oración, de lectura, es lo que primero tenemos que ver nosotros. En realidad, ya lo tendríamos que tener visto, ya tendríamos que estar velando, porque la palabra dice velar en todo tiempo. Esto ya debería estar claro, pero estas cosas que pasan en el mundo sirven para aquellos cristianos que están tibios, para que se pongan al día con el Señor, para que reaccionen y vean que todo esto no son cosas de la naturaleza, sino las señales del fin que están prometidas en la palabra, que se están cumpliendo y que tienen que estar al día con el Señor.
El segundo paso que recibía de parte del Espíritu Santo cuando oraba era ungirnos con aceite, en el nombre de Jesús, contra este coronavirus; ungir nuestras casas, a nuestros hijos, a todos los miembros de la familia que viven en la casa. También me hablaba de colocarnos la armadura de Dios, dice.
[Efesios 6:10-18, RVR1960] Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
De manera que debemos colocarnos la armadura de Dios, tener la espada del Espíritu, levantar el escudo de la fe, tener fe de que estamos en sus manos cuando pasemos por estas cosas. Debemos creer que estamos salvos, que tenemos el yelmo de la salvación. ¿Saben por qué? Porque durante todas estas cosas que pasamos, que son difíciles, estos procesos, el enemigo intenta entrar a la mente y hacernos creer que no somos hijos de Dios, que no estamos en la mano del Señor, que no somos salvos, y nos mete miedo. Así que tienen que preguntarse cada uno de ustedes, hermanos, ¿cuáles partes de la armadura de Dios son las que les están faltando? ¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué se sienten débiles? ¿Por qué no confían en Dios durante esta prueba? Entonces, mantenernos en santidad, arrepentirnos de nuestros pecados, cualquier cosa que tenga que ser lavada. Si piensan que no hay nada de lo cual tienen que arrepentirse, les recomiendo preguntarle al Espíritu Santo de Dios que levante sus conciencias, si hay algo de lo que tengan que lavarse, o si hay algo de lo que tengan que lavar su casa.
En resumen, arrepentirse de todo, limpiar nuestra casa, mantenernos en santidad, ungirnos, colocarnos la armadura de Dios, mantenernos en oración constante, en intercesión por los santos como dice Efesios, en lectura de la palabra. Aprovechar estos días que tenemos resguardados en nuestras casas para reforzar nuestra relación con Dios, los que están tibios para calentarse en el Señor, los que están lejos para volver a tomar su mano. La muerte anda rondando, está a la vuelta de nuestras casas. Amén.
Después, lo que me mostraba el Espíritu Santo es que muchos de ustedes tienen miedo. Hablo de los cristianos, de los hermanos, muchos están con miedo, no confían en mí, dice el Señor, andan corriendo por las calles desesperados, al igual que cualquier incrédulo, porque yo veía en el Espíritu que muchas personas, en especial las mujeres, que tendemos a ser un poco más miedosas por nuestras familias, que no podían dormir pensando en este virus, en qué pasaría si tocaría mi casa o cosas de esas, y el Espíritu Santo me traía el versículo 8 del salmo número 4 que dice así:
[Salmos 4:8, RVR1960] En paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque sólo tú Jehová, me hace vivir confiado.
Ningún médico, ninguna persona, nadie puede rescatarnos, solo el Señor. En sus manos estamos, sólo a través de Él estamos confiados, porque le tenemos, tenemos paz, y ese versículo es el que me traía el Espíritu Santo al pensamiento, y es el que les recomiendo a aquellas personas que tienen mucho miedo, en especial en la noche, que se acuestan a dormir y no pueden, pensando en este virus, que proclamen el salmo 4, versículo 8.
Otra de las cosas que veía era que tenemos que aprovechar para evangelizar en estos tiempos, ser de testimonio. No podemos caminar igual que los incrédulos que están aterrorizados, vengan plagas, venga lo que venga, enfermedades, terremotos, guerras. Tenemos al Señor y contamos con la vida eterna, así que el Espíritu me recalcaba eso: no puede ser que mis hijos estén caminando en el mismo miedo, la misma incredulidad en que caminan los hijos de Satanás. Por tanto, nosotros debemos ser testimonio de tranquilidad y de paz. Ya sabíamos que todas estas cosas iban a venir, y los que no las creían tienen que arrepentirse y creer en la palabra de Dios, porque está prometido. Así que nosotros tenemos que aprovechar estas situaciones que se ven desfavorables con los ojos humanos, pero que son favorables para nosotros en el sentido de que es tiempo de cosecha. Tenemos que aprovechar para evangelizar a nuestras familias, los que no están convertidos, decirles que esto está escrito en la Palabra, que el Señor ya nos avisó desde hace miles de años que estas cosas vendrían, que Él no deja ciegos a los suyos, que tienen que arrepentirse, que necesitan al Señor Jesucristo, que el tiempo está presto y serán cada vez peores, que necesitan rendirse ante los pies de Jesús en vez de escondernos, en el sentido de meternos en el miedo, en nuestra cueva y no querer salir y mostrarnos. Al contrario, debemos aprovechar para sembrar en el reino de Dios. Esa es otra de las cosas que me mostraba el Espíritu de Dios, que muchos cristianos, en vez de hacer la obra del Señor, están preocupados con miedo a la muerte.
Nosotros no tenemos temor, nosotros tenemos vida eterna, nosotros no pensamos ni caminamos en la carne, caminamos en el Espíritu. Siempre el Espíritu Santo va a traer una oportunidad para evangelizar y dar testimonio, siempre nos va a dar oportunidad para ser la luz del mundo. Somos la luz del mundo, no tenemos que estar escondidos, somos la sal, tenemos que salar la tierra. Si en estas condiciones no somos nosotros los que nos levantamos y hacemos lo que los demás no hacen, ¿quién lo va a hacer? En estas situaciones, el enemigo aprovecha para entrar a nuestros corazones, a nuestra mente. El espíritu de pánico anda rondando por todos lados, psicosis social le llaman ahora, las noticias andan circulando por las calles, encontrando adeptos, corazones donde pueda entrar. Nosotros les cerramos la puerta a estas cosas. Los cobardes no arrebatan el reino de los cielos, solo es para los valientes. Sí, hay mucha gente asustada, pero nosotros somos de Dios, nosotros no podemos dejarnos contaminar con eso, no podemos abrirle la puerta. ¿Saben por qué entra el miedo y el pánico? Porque no estamos fuertes en la palabra ni fuertes en la oración, porque no estamos preparados ni estamos velando. Por eso pasa eso.
Lo último es que tenemos que aprovechar para concientizar a nuestras familias. En mi casa, venimos guardando algunas provisiones hace un tiempo, desde que Dios nos advirtió, y algunas personas se reían de nosotros o decían que éramos exagerados. Ahora ustedes ven lo que está pasando en los automercados, en los mayoristas, que hay desabastecimiento, que tarda en abastecerse, y todos están conglomerados porque tienen miedo de no tener provisiones. Estas son las cosas que tenemos que aprovechar para testificar a los demás y concientizar a nuestros hijos, a nuestras familias, de que estas cosas son reales, porque mucha gente, aun los mismos cristianos, no lo pueden entender, no pueden creer cómo está pasando esto, cuando ya Dios nos ha avisado de muchas maneras.
Bien, vamos a orar juntos en el nombre de Jesús. Acompáñenme en la oración, y clamemos a Dios por esta situación.
Señor, venimos ante ti a darte gracias, primeramente, por poder congregarnos virtualmente, porque tu palabra dice que donde dos o más estén congregados en tu nombre, allí estás tú, y nosotros lo creemos y lo proclamamos. Te damos gracias por darnos las redes sociales para estar conectados, aunque en cuerpo no podamos estar juntos, porque tú siempre das una escapatoria a tus hijos, tú siempre nos das herramientas, no nos dejas solos, no nos dejas sin nada, siempre estás ahí, Padre, y confiamos en que estás acá con nosotros en esta hora. Señor, nos arrepentimos de nuestros pecados, de nuestras maldades. Cada uno de ustedes, si tiene algo de qué arrepentirse, les recomiendo que lo digan en voz alta, para que el Señor los pueda limpiar y acercarse al trono de Dios con las vestiduras blancas, sin manchitas, en el nombre de Jesús. Señor, personalmente, en esta hora, me humillo y me arrepiento del miedo a estar en público. Rechazo y renuncio a todo miedo que no viene de ti, que no es el temor de Dios. Renuncio a eso. Gracias, Señor, por tu perdón, lo recibimos. En esta hora nos estamos arrepintiendo para acercarnos al trono de la gracia limpios. A ti sea la gloria, Padre, gracias.
Señor, te pido que sea tu Espíritu Santo como fuego que quema, encendiéndose en nosotros, inspirándonos y guiando esta oración según lo que tú quieres que oremos, y no nuestras propias mentes carnales. Te alabamos, Señor; te bendecimos, te glorificamos. Eres el rey de gloria, eres el único Dios todopoderoso, que todo lo sabe, que todo lo escudriña en nuestros corazones. Tú nos vas sanando, tú nos vas levantando cuando estamos caídos y te damos gracias por eso. Necesitamos de ti, te damos gracias juntos por el sacrificio de la cruz, por enviar a tu único hijo, tu hijo amado, santo, sin mancha, sin pecado, a morir por nosotros en esa muerte de cruz, muerte cruel. Gracias, Señor Jesús, por entregar tu vida por nosotros, que somos solo polvo. Gracias por poner tu mirada en nosotros. ¿Qué somos delante de ti? Solo obra de tus manos, vasos de barro, que si tú quieres rompes y vuelves a hacer. Gracias, Padre, te alabamos, bendecimos tu nombre. Digno eres de recibir alabanzas, digno eres de adorar. Aleluya, gloria a Dios, gracias, Padre.
En esta hora vamos delante de tu trono, Señor, para interceder por el coronavirus en el mundo. En el nombre de Jesús, te pedimos que nos des las palabras justas para interceder por esta situación y te damos gracias, porque aquí estás con nosotros, y lo creemos y lo confiamos, Señor. Te pido unidad en el Espíritu con los hermanos que se están conectando, por mi ciudad. Todo espíritu de distracción lo rechazamos, lo renunciamos ahora, en el nombre de Jesús. Toda misión del enemigo de venir a molestar a mis hermanos o a mí, para que esta oración no se lleve a cabo según tu complacencia, cancelamos toda misión de sus espíritus, en tu nombre. Estemos orando juntos, hermanos, porque juntos estas oraciones van a llegar al Padre como incienso a sus narices, que se levanta de la tierra. De las 560 personas que estamos ahora juntos en este chat, te alabamos, te bendecimos, te damos toda la gloria. No a nosotros, a ti sea la gloria, Señor.
En esta hora, Señor, siento de confesar que confiamos en ti, confesarte juntos el renunciar a los miedos por este virus. Todos aquellos que sientan miedo por este virus, los invito a renunciar y a alejarse de ese miedo, a declarar tu confianza en Dios, en el nombre de Jesús. Señor, renunciamos, nos arrepentimos de temer a este virus. Estamos en tu mano, tú nos cuidas, confiamos en ti. No hay plaga, peste, enfermedad ni pestilencia que pueda tocar nuestra morada si tú no lo permites, porque ni una hoja de un árbol cae sin que tú lo permitas. No hay una mosca que muera, Señor, sin tu consentimiento. Toda la creación está en tu mano, Padre, cuánto más nosotros, que somos tus hijos, que somos piedras preciosas ante tu vista. Ayudanos a mirarnos con el valor que tú nos miras, ayudanos a confiar más en ti, danos esa confianza, porque el que teme no ha sido perfeccionado en el amor. El único temor que queremos tener es el temor a Dios, que es el principio de la sabiduría, dice la Palabra de Dios. Señor, líbranos de todo miedo en el nombre de Jesús, reprendo todo espíritu de miedo en mis hermanos, los echamos fuera.
Cerramos las puertas al enemigo, toda puerta abierta en nuestras casas. Nos arrepentimos de todos nuestros pecados, nos limpiamos para presentarnos limpios ante el Señor. Reprendo toda brujería también, cortamos toda brujería en nuestras casas. En el nombre de Jesús, echamos toda bruja, todo demonio, todo espíritu, todo hechicero aún que quiere acercarse de lejos, que se queme con el Espíritu Santo de Dios. Te pido, por favor, que coloques un escudo protector alrededor de nuestras casas y creemos por fe que aún nuestros barrios están protegidos con este escudo protector de fuego del Espíritu Santo. Todo virus, toda bacteria, toda enfermedad, todo coronavirus, toda brujería, toda flecha del enemigo, todo dardo enemigo se quema a esta hora. Levantamos la cruz del calvario en nuestras casas, levantamos este altar de oración. En el nombre poderoso de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el que murió en la cruz y resucitó al tercer día, Nombre sobre todo nombre, levantamos la bandera de Jesucristo en nuestras casas, ¡aleluya! Gloria al Señor, Cristo vive y reina para siempre. Él está vivo, él levantará a los suyos en el momento indicado. Nadie sabe el día ni la hora, pero Él los va a levantar. Y esperamos por ti, Señor, ansiosamente. No tenemos miedo a estas cosas, aún vendrán cosas peores, lo sabemos porque nos dejaste la lumbrera de tu palabra y somos responsables con ella, con las cosas que prometiste y dejaste escritas, con la profecía mayor. Gracias, Señor.
Vamos a proclamar juntos el salmo número 91 en el nombre de Jesús, porque la Palabra tiene poder.
[Salmos 91, RVR1960] El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; más a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.
Ahora vamos a proclamar el mismo salmo, pero en primera persona, creyendo que lo que está escrito es cierto. Porque una cosa es leerlo con incredulidad y otra leerlo con fe, creyendo en que el Señor lo dejó escrito también para nosotros. Amén.
Yo que habito al abrigo del Altísimo, moro bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: esperanza mía y castillo mío, mi Dios, en quien confiaré. Él me librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas me cubrirá a mí y a mi casa, y debajo de sus alas estaré seguro. Escudo y adarga es su verdad. No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en la oscuridad. No lo voy a temer, ni mortandad que en medio del día destruya. Versículo 7: caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra, más a mí no me llegará. Ciertamente con mis ojos miraré y veré la recompensa de los impíos, porque he puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo, por mi habitación. No me sobrevendrá mal, ni plaga tocará mi morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de mí, que me guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no tropiece en piedra. Lo creo, Señor. Sobre el león y el áspid pisaré, hoyaré al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en ti he puesto mi amor, tú también me librarás. Me pondrás en alto, por cuanto he conocido tu nombre. Yo te invocaré y tú me responderás. Contigo estaré yo en la angustia o tú estarás conmigo en mi angustia, Señor. Me librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, tú me mostrarás mi salvación, Señor.
Esto lo podemos proclamar todos los días. Les aconsejo mantener nuestra confianza en el Señor y este escudo de la fe levantado para estar en Él. Seguimos orando. En el nombre de Jesús, te pedimos que levantes intercesores, un ejército, contra este coronavirus que se está levantando en el mundo, provocando muerte, destrucción, desolación, tristeza, soledad. Padre, tantas vidas se están perdiendo. Levanta este ejército de intercesores, que aquellos que estaban apagados, sentados en la silla sin hacer nada, los despiertes y los pongas en acción, en movimiento. Dales armas destructoras contra el reino del enemigo y contra este virus. En tu nombre. Padre, te pedimos que des una nueva medida de fe a estos intercesores que están haciendo oración constante en todo el mundo, a todos nosotros que estamos levantando este incienso de oración. A todos los que levantamos vallado contra este virus, que aumentes nuestra medida de fe. Señor, que levantes de madrugada a muchos de nosotros, que nos coloques a interceder por este coronavirus, específicamente por lo que tú quieres que oremos. Que nos des Palabra eficiente, rápida, contra este mal, que corte como espada de doble filo. En el nombre de Jesús, danos poder para combatir este mal. Gracias, Señor.
Te pedimos que levantes evangelistas en medio de este proceso, evangelistas valientes que aprovechen a desparramar la Palabra, la semilla del reino en estos días malos, porque los tiempos son cortos y los días son malos, cada vez más. Danos valentía, aun a nosotros mismos, para levantarnos y hablar en tu nombre, para proclamar tu evangelio, oh Padre, para darle esperanza al que no la tiene, al que no te conoce. Ayúdanos a abrir nuestras bocas. Heme aquí, Señor, yo estoy dispuesta a hablar de tu evangelio, a transmitir las buenas noticias a los que no te tienen en este tiempo. Cuántos están desesperanzados con este coronavirus porque no conocen al Señor. Heme aquí, yo estoy dispuesta a hablar en tu nombre, a compartir tu Palabra, a tirar las semillas del reino. Ayúdanos a congregarnos con el resto de los hermanos, porque no podemos contarnos físicamente, pero Pablo dijo: como ausente en el cuerpo, pero presente en el Espíritu, y lo mismo para nosotros hoy. Y así te pido que nos inspires con nuevas ideas para poder mantenernos unidos, unánimes en oración, sin divisiones, sin contiendas, concentrándonos en el evangelio del reino y en tus cosas, colocando nuestras miradas arriba y no abajo. Padre, te pido por esas ideas para poder hacer tu obra en medio de esta tribulación, de esta angustia, de este miedo. Cuando el mundo afuera está en pánico, ayúdanos a estar fuertes, danos esa fortaleza.
A aquellos que necesitan el bautismo del Espíritu Santo, te pido que los bautices en esta hora, en tu nombre, fuego del Espíritu Santo en aquellos que ya se arrepintieron, los cuales no habían recibido tu bautizo. Y por los que no están bautizados en agua, te pido que les des una oportunidad de hacerlo en estos días, aun cuando estamos limitados de movimiento. Tú siempre tienes una solución más inteligente que la nuestra; tus caminos no son nuestros caminos. Y aun que les concedas el don de lenguas en esta hora, en el nombre de Jesús, te pido que levantes a estos evangelistas, hombres y mujeres, para que desparramen esa Palabra ahora, cuando tenemos que aprovechar a sembrar en el reino de Dios. Amén, gloria al Señor.
Padre, aquellos que están vulnerables, las embarazadas, porque muchas de mis hermanas me han comentado que les han cancelado el turno con sus doctores, te pido, porque yo sé que tú las tienes en tu mano, que tú eres el doctor perfecto, el perfecto sanador. Tú eres el que forma la vida en ese vientre, cuánto más vas a cuidar a este bebé en el embarazo, aun cuando no haya doctor que pueda revisarla. Pido que les coloques en su corazón esa fe ciega, de que tú eres el que formó esa vida, y tú eres quien la sostiene, aun cuando algún doctor no las pueda revisar. En el nombre de Jesús, ayúdales a confiar en ti, Padre santo.
También te pido, por aquellos ancianos que están vulnerables ante este coronavirus, Padre, colocamos un escudo protector alrededor de nuestros abuelos, en el nombre de Jesús, para que ningún virus pueda entrar en ellos. Que no están convertidos, que nos utilices a nosotros, que nos des el momento exacto para predicarles tu Palabra, para que, si es tu plan que los lleves, Señor, antes de eso, ellos obtengan la vida eterna en ti. Henos aquí, Señor.
Padre, te pido por aquellos que no tienen alimentos suficientes en sus casas, especialmente para los que querían prepararse pero no tenían recursos para hacerlo. No es el hombre el que nos sostiene, no es nuestro trabajo, eres tú el que nos alimentas. Tú alimentabas al profeta a través de los cuervos llevándole carne; cuánto más nos vas a alimentar a nosotros cuando no tengamos provisiones. Y aquellos hermanos que son pobres, que no pudieron acopiar alimentos, agua o lo que sea que necesitan y, en este momento, estén pasando necesidad, te pido que aquellos de nosotros que tenemos para compartirles, que nos ayudes a abrir las puertas para compartir estos alimentos, Señor, porque sé que a muchos de nosotros el Señor nos llamó a guardar, no solamente para nosotros, sino para otros en momentos de escasez. Gloria a Dios, te pido por provisión, Padre, en el nombre de Jesús.
También juntos te pedimos, Padre, por los médicos, las enfermeras y todas las personas que están allí ayudando a los enfermos de este virus. Muchos están ayudando a dolores; médicos que están jubilados se pusieron en movimiento de nuevo porque no dan abasto. Padre, en el nombre de Jesús, te pido que los bendigas, que les des fuerza, que los unjas con una fuerza sobrenatural para que puedan seguir atendiendo a los enfermos, que les des descanso por la noche y que te reveles a ellos, Padre. Te doy gracias por esos médicos, por todas las enfermeras y por todos los que están haciendo la obra en la parte física donde los ojos pueden ver, que se están ocupando de los cuerpos.
Señor, te pido que nos des valentía para quemar esta plaga con fe. El Espíritu de Dios pienso que me está diciendo que levantemos nuestras voces, que abramos nuestras bocas, que derribemos las obras del mal, que quememos este virus, que lo detengamos, que oremos por los que están enfermos con fe, levantando la voz, que usemos el poder de la Palabra, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, para proclamar sanidad en las personas. Gracias, Señor.
Señor, te pido por un espíritu de paz en el mundo, no que no haya guerras, porque ya están prometidas, sino paz dentro de nuestros corazones, de aquellos que creemos en ti, que estamos en tus caminos, que te seguimos y queremos servirte. Te pido que mandes un espíritu de paz a todas las casas de mis hermanos, una invasión de tu paz, del amor del Señor. En el nombre de Jesús, les cerramos la puerta a todo pánico, a toda angustia, a toda tristeza, a toda desconfianza en Dios. Cerramos esa puerta en nuestro corazón. Te alabamos, Padre, porque nos estás ayudando en la restauración. Pido también que nos ayudes a resistir lo que viene, porque esto es solo el principio; tú ya lo anuncias en tu Palabra y a través de otras bocas. Ayúdanos a prepararnos, inspíranos a tomarnos fuerte de la mano del Espíritu Santo, para que él sea nuestra guía, nuestro consolador en estos tiempos. Gloria al Señor. Recibimos tu bendición en esta hora, gracias por mis hermanos. Confiamos en ti, Dios.
También el Espíritu Santo de Dios me está mostrando que algunos de ustedes están recibiendo y sintiendo en sus espíritus que deberían enviar un mensaje a alguien, de consuelo, de compañía a alguien que se está sintiendo solo, que está muy preocupado por esta situación, alguien que necesita una Palabra, un versículo. Es el Espíritu de Dios quien los está inspirando para esto, dice el Señor. No duden cuando lo sientan en su espíritu, consuelen a otros, sean de compañía, al menos virtualmente, con los recursos que podemos utilizar en estos tiempos para los otros que están necesitando. Amén.
Ustedes deben mantenerse aferrados al Señor, pase lo que pase, venga lo que venga. Ustedes tienen que estar parados sobre la roca que es nuestro Señor Jesucristo. Los que estamos fundados, parados sobre la roca, no tenemos miedo; los que no estén parados sobre la roca de Jesucristo, aquellos probablemente tengan que temer. Pero nosotros tenemos al Dios todopoderoso, que creó el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos. Cubiertos estamos con la sangre de Cristo en esta hora. Créanlo, proclamen estas palabras todos los días, manténganse en santidad, en oración, intercedan por todos los santos. El Señor está escuchando las oraciones de los justos. Amén.
Una cosa más te pido, Señor, que inspires a mis hermanos. Veo que muchos de ustedes tienen sueños. Guía a muchos de mis hermanos a través de los sueños, en qué tienen que hacer o dejar de hacer con respecto a este coronavirus, cuando no deban ir a algún lugar o deban hacer algo, que les coloque esa alerta a través del Espíritu Santo. Te pido que hables más a nuestros espíritus, a través de todas las maneras que tú tienes para hacerlo y aun a través de los sueños, que nos alerte, pero también que nos reveles qué hacer para tu reino en estos días bravos. En el nombre de Jesús. Gracias, Señor. Amén.
Siento decirles de parte del Espíritu de Dios que no dejen de escuchar alabanzas, no dejen de alabar a Dios. Recuerden que Pablo y Silas estaban presos y aún alababan a Dios, y los presos escuchaban las alabanzas. Así que, pase lo que pase, nosotros tenemos que seguir alabando a Dios, colocando música cristiana en nuestras casas, alabanzas para traer la presencia de Dios y para amarlo, simplemente para adorarlo, porque el amor que le tenemos al Señor se muestra en las tribulaciones más que cuando estamos bien. Es fácil confiar en Dios cuando estamos bien, pero cuando vienen las pruebas, el zarandeo, el sacudón, ahí es donde realmente se muestra el amor que tenemos a Jesús. Así que sigamos alabando al Señor, sigamos colocando música para que todos nuestros vecinos escuchen las alabanzas y aún se arrepientan y vean que estamos alegres en medio de este tiempo, que tenemos fe, que confiamos en Dios, que tenemos algo que ellos necesitan y no tienen, que es el Señor Jesús, la salvación y la vida eterna. Amén, gloria a Dios.
Hermanos, los invito a que no se queden solos, a que se conecten con otros hermanos, oren todos los días, porque eso refuerza nuestra fe, nos edifica mutuamente. Esto del coronavirus no es el único evento que va a venir al mundo, no es nada en comparación de lo que se viene y de lo que vamos a pasar, inclusive nosotros, la iglesia, vamos a ser probados por el fuego. La Palabra dice: El que persevere hasta el fin, ese será salvo, y nosotros recién entramos en dolores de parto, este es el tiempo del fin, pero aún no es el fin, lo dice Mateo 24, así que los que estaban dormidos despierten y pónganse a cuentas con el Señor. Nos tenemos que preparar en todo sentido y en todos los aspectos de la vida, tanto espiritual como material, tenemos que estar preparados. Nosotros no caminamos en la oscuridad, caminamos en la luz de la palabra, donde Él ya nos dejó escrito lo que teníamos que hacer, el estado en el que Él nos quiere encontrar, cómo podíamos velar. Solo es principio de dolores, así que prepárense, esto el Señor lo permite por misericordia, para que nosotros veamos que todas estas cosas son reales y entendamos lo que viene. Los bendigo en el nombre de Jesús, mantengámonos unidos y fuertes en Él, pregúntenle lo que tienen que hacer o dejar de hacer. Cada uno de ustedes está en una situación diferente y el Señor les dirá si se tienen que quedar donde están, si se tienen que ir o qué tienen que hacer. Amén, gloria al Señor.