Dice el Señor: Voy a llevar el clima a lo más extremo: lo frío a lo más frío, lo caliente a lo más caliente. Voy a alterar los termómetros alrededor del mundo.
Yo (Noelia) veo gente que se congela en las calles, gente que se quema la piel por el sol. Porque, dice el Señor, de la misma manera que lo blanco será más blanco y lo negro será más negro y los grises van desapareciendo, lo mismo va a reflejar el clima; porque la tierra refleja lo que le pasa al alma humana; igualmente, lo que le pasa al hombre le pasa al animal, lo que le pasa al hombre lo refleja la tierra.
Dice el Señor que el clima templado va a ir desapareciendo poco a poco; que la gente va a querer irse de los extremos de los polos para buscar dónde protegerse del hielo, del granizo, de los fríos extremos y de la nieve. El hombre va a intentar aplacar el calor con artefactos eléctricos, con invenciones de hombres, y veo también que hace tanto frío que ni las estufas van a resistirlo porque se van a romper. Dice el Señor que este frío extremo, como hielo que va a caer, representa el corazón del hombre que se está volviendo cada vez más malo; el corazón de aquellos que no me siguen a mí cada vez se enfría más; lo mismo va a pasar con el clima de la tierra, y cuando ustedes vean este frío polar que congela la sangre y que hace quebrar los huesos, se van a acordar de los corazones que se están enfriando cada vez más, hasta volverse un cubito de hielo dentro de la persona porque así se está convirtiendo el hombre que no me conoce. Veo que el cabello de las personas se congela instantáneamente al salir. Oren para que mis ángeles rompan con martillo estos corazones de hielo.
Así como las brujas mandan hechizos de congelamiento, dice el Señor, yo también voy a congelar el cabello de aquellos que están cada vez más en el mundo y que no me quieren buscar. Veo que por causa del frío polar que va a venir cada vez más extremo a la tierra, los dedos de las manos se ponen azules y se empiezan a congelar y a morir. Me muestra el Señor los hospitales llenos de gente afectada por este tipo de temperaturas de menos 50 grados, que van a ser cada vez más comunes en la tierra y que ya lo está mostrando en Estados Unidos y en algunas partes de la tierra, lo cual es solo el comienzo.
Ahora el Señor me muestra la arena de un desierto y dice que lo mismo va a pasar con el calor: temperaturas superiores a 50 grados. El organismo del cuerpo humano se va a ir secando por dentro, por el calor que voy a levantar, el cual representa el infierno que está subiendo a la tierra, y que algunos ya están caminando en estas llamas de fuego. Por eso está subiendo la temperatura, y dice el Padre: Yo voy a elevar la temperatura del desierto espiritual, para aquellos que no solamente no quieren saber nada conmigo, sino que hacen un pacto con Satanás, casándose con el diablo, para colocarse el anillo en el dedo anular.
Sube la temperatura como un horno en algunos sectores de la tierra, porque Yo estoy subiendo el termómetro con mi propia mano, dice el Padre. ¿Saben por qué? Porque muchos hombres prefieren el infierno, y como ellos lo prefieren y se casan con Satanás, lo van a tener.
En vez de colocar sus corazones calientes por mí, dice el Señor, se prenden en fuego por Satanás, por la serpiente antigua, y mi corazón se duele por estas cosas, porque aún hasta a sus hijos consagran al diablo. Y veo que esta gente que se casa con Satanás tiene hijos para entregarlos a él, y dice el Señor que lamentablemente este infierno de calor también va a subir para estos niños, como de diez años o menos, que yo (Noelia) veo que son entregados por sus padres al maligno, que estas llamas también los cubren.
Dice el Señor: ¿Ustedes piensan que esta era mi voluntad? De ninguna manera. ¿Cómo voy a querer que estas piedras preciosas se pierdan en el fuego eterno? Pero muchas personas, aun sabiendo de mi existencia, prefieren el mal, buscan la oscuridad, anhelan conocer las cosas ocultas del enemigo, y mi mano les ha dado muchas oportunidades, pero no quieren arrepentirse. Les gusta el placer de lo carnal, el poder que les da el diablo, les gusta tener abundancia de drogas, sexo, autos; les gusta estar en el dominio del poder de las naciones. Y en mi iglesia, mientras tanto, algunos están trabajando; algunos, inclusive, están intercediendo, orando por estas personas satanistas, empedernidos, borrachos del poder de la malignidad.
Por eso voy a subir con mi mano el termómetro de este fuego a grados extremos no conocidos antes, porque lo que sucede en lo espiritual tiene una consecuencia en lo material. No pierdan su tiempo intercediendo por estos blasfemos, que, sabiendo que Yo existo, aún así eligieron a la serpiente antigua; clamen por las almas que aún están abiertas para recibirme, clamen, dice el Señor, porque el tiempo se termina y viene la última cosecha de las almas y son pocas, porque queda poco tiempo antes de que venga la hecatombe mundial. Y escuchó la palabra «tribulación», «tribulación». Oren para que la iglesia sea digna de escapar de la tribulación, porque ciertamente van a tener que sufrir la persecución que viene para mis siervos.
Mientras tanto, los científicos se van a preguntar: ¿Qué pasa con el clima del mundo? ¿Cómo puede ser que la temperatura se esté yendo a tan grandes extremos nunca antes vistos? Científicos van a buscar respuestas en la ciencia, pero los míos que me conocen van a saber lo que estoy haciendo. Mientras tanto, ustedes no se preocupen por estos acontecimientos, y simplemente aprovechen el tiempo, porque los días son malos, dice el Señor, y se van a ir tornando peor, más difíciles de resistir. Por lo tanto, los míos proclamen mi Nombre por las calles, traigan las almas perdidas, vayan por los pobres, por los humildes, por aquellos que están quebrantados, por aquellos que necesitan sanidad del corazón.
Dice el Señor que no oren por los que están en la élite y los que están en los grupos del poder, porque ellos sirven diligentemente a otros dioses; ellos están en grupos ocultos y saben lo que hacen, y muchos han blasfemado ya a mi Espíritu. No pierdan tiempo orando por los famosos, por los cantantes que son estrellas, por los cuales mi Espíritu no los inspira para que oren; vayan por los humildes, por aquellos que necesitan aguas que calmen su sed, por aquellos que necesiten de mi palabra verdadera.
Caminen repartiendo las biblias, vayan a los hospitales, a las cárceles, visiten a las viudas, a las viejitas que están desconsoladas, solitarias y pobres, desamparadas por los gobiernos; vayan a los hospitales de niños llevando palabras de ánimo, de consuelo, de motivación. Vayan por aquellos cuyas puertas de los corazones se encuentran abiertas por mí. Vayan en busca de almas que realmente quieran arrepentirse, no por los altivos, que no están dispuestos a bajar sus mentones; no pierdan tiempo, porque este se termina.
El Señor me muestra el número 60 en la temperatura, y dice: No se imaginan a los grados a los que voy a calentar la tierra; los hombres van a sufrir llagas en la piel, quemaduras, el pelo se les va a caer por el calor del sol, no van a poder caminar por las llagas que van a tener en las piernas, por las quemaduras de la piel, ampollas en los pies, porque el suelo va a ser tan caliente como lava ardiendo; por lo tanto, clamen por misericordia, pero clamen sabiamente, con inteligencia, con la guía del Espíritu Santo; rediman cada segundo del día en la oración, no perdiendo el tiempo en las brujas y los hechiceros que no quieren arrepentirse.
Los días son malos. Suban sus oraciones a mí, dice el Padre desde el trono. Quiero que llenen esta copa de incienso, para que mis ángeles vayan y las derramen sobre la tierra y mi justicia sea derramada sobre los moradores del mundo. A partir de ahora todas las cosas se van a acelerar y ahora las ruedas que andaban lento van a correr como un auto de carrera que se pone en marcha, así van a ser las cosas, por eso los míos se tienen que activar más que nunca; tienen que orar, ayunar y levantar los ministerios que faltan en la iglesia; les estoy dando todas las armas y herramientas que necesitan. Levántense a hacer mi obra, dice el Padre Celestial a la iglesia.
El Padre me muestra a Felipe cuando bautizó al eunuco, que estaba leyendo a Isaías, y dice que no pierdan el tiempo con los bautismos; suficiente es que un alma crea en mi Hijo amado y se arrepienta; bauticen a los que están preparados, y no pierdan el tiempo en doctrinas de hombres y pide a todos los evangelistas que se activen, se humillen, abran su boca, evangelicen, compartan las buenas nuevas de mi Hijo amado y no pierdan tiempo. Salgan a las calles, evangelicen en las casas, en las familias, con los amigos, en el kiosquero, en el almacén, al banquero y a todo el mundo, pero evangelicen y no se queden porque esta es la última cosecha.
Dice mi Palabra en Mateo 24 que mi evangelio será proclamado por todo el mundo, por los confines de la tierra, por los cuatro vientos y entonces vendrá el fin; hijos míos, tomen conciencia de que esta Palabra se está cumpliendo en estos días y cuanto más rápido ustedes evangelicen, más el tiempo se va a acelerar y los días se van a cortar por causa de mis elegidos.
Dice el Señor: Hagan caso a mis dichos, porque ciertamente viene tribulación sobre la tierra y el clima va a demostrar lo que estoy diciendo y lo que voy a hacer. Ustedes van a ver en las noticias lo que estoy haciendo con el sol y con el calentamiento del aire, y veo muchos lugares del mundo donde hay sequía. Veo vegetación que se muere por el calor, las plantas que eran verdes se van marchitando y se vuelven marrones hasta que se caen como ceniza; muchas cosas se van a marchitar, viene sequía a muchos habitantes de la tierra.
El Señor dice que oren y clamen para que no falte el agua a los míos, porque muchos van a morir de sed y la gente va a empezar a matarse para conseguir una gota de agua. Esto sucede por la sequía espiritual de las personas, que se manifiesta en sequía de la tierra. Los intercesores que clamen para que llueva agua del Espíritu a muchas almas secas, para que también haya abundancia de aguas en lo físico para aquellos que me están buscando. Almacenen agua, porque va a faltar y se va a empezar a cobrar en muchas partes del mundo, porque estos satanistas y gobernantes que están en las élites van a aprovechar esta situación para hacerse ricos a través del sufrimiento de los pobres, cobrando el agua que no se cobraba antes.
Viene sufrimiento, van a surgir enfermedades por falta de agua en los cuerpos; demonios de sequía van a venir a la tierra y van a entrar en aquellos que están siendo tocados por esta plaga. Demonios de sequía van a entrar a los cuerpos de los humanos y van a empezar a secar los órganos por dentro, y de esta manera algunos van a clamar por mi Nombre, van a clamar a mí, se van a acordar de mi Hijo y muchos van a pedir misericordia. Van a pedirme que los salve de esta sequedad espiritual y física que traigo a los moradores del mundo.
Entre todo esto, cuando mis juicios son derramados sobre la tierra, el hombre se arrepiente y me busca con un corazón contrito y humillado. En medio de todo este desastre, dice el Señor, la misericordia mía aún es derramada en la tierra y aún el Espíritu y su sabiduría andan en busca de aquellas almas que quieren conocer al Señor.
Me dice el Señor: ¡Habla, hija, no calles! Lo que va a acontecer en el mundo, que tus ojos no se asombren, porque esta ola de frío que traje en esta hora no es nada comparado con lo que va a venir. Voy a derramar estas olas en lugares de la tierra donde nunca lo habían sufrido. El clima se va a volver loco y la gente va a decir: «¡Qué locura!» Proclama lo que voy a hacer y lo que ya estoy haciendo.
Dice el Señor que está levantando estatuas de hielo en muchos lugares de la tierra, formando cuevas de hielo en múltiples partes del mundo donde no estaban. Este es el estado actual del hombre en estos últimos días; mi voluntad es que dirijan sus intercesiones a aquellas almas que verdaderamente están abiertas para recibirlas, porque lo que voy a hacer ya está determinado sobre los moradores inmundos, sucios en el espíritu, que no quieren conocer mi voz.