Escribe una carta que Yo voy a enviar a las iglesias que retienen mi nombre y que me siguen. Escríbela así:
Dice el Alfa y la Omega, la antorcha encendida, la estrella de la mañana: Pronto vengo a traer juicio y todo temblará por mi causa. Se van a arrodillar por el temor de mi poder, porque sus rodillas no resistirán mi ira. Todo lo sucio va a ser removido de mi vista, y todo lo limpio permanecerá.
Yo estoy llamando a las naciones para que se preparen para luchar para mí. Deben afilar su espada mucho más detalladamente, de modo que al usarla, al mínimo contacto, destruya la falsedad, la iniquidad y la hipocresía, cortando de raíz toda falsa doctrina. Así soy Yo: un Dios perdonador que espera pacientemente hasta que el reloj de arena ha llegado a su completitud. Pero ahora es tiempo de desvanecer las cosas que no me agradan y de establecer cosas nuevas. Del mismo modo que el que me sigue es transformado en una criatura nueva, la tierra parirá un nuevo bebé espiritual.
No temas, mi iglesia, por lo que ha de venir. Ajusta el cinto de tus lomos y cálzate las sandalias del evangelio de la salvación, porque Yo estoy pronto a venir a buscar a mi pueblo perfecto y sin mancha, y todo aquel que no esté listo no entrará en mi reposo. Mi Padre y Yo estamos reivindicando a las iglesias que llevan mi nombre. Ellas deben limpiar sus caminos, remover toda mugre de la senda, y pasar la escoba para quitar el polvo restante de esos caminos.
Estamos preparando todo. Todo está listo. Una nueva era viene, donde Yo reinaré. Me sentaré en mi trono a juzgar a las naciones. Todo es mío, me pertenece. Todo está escrito. Yo vengo con justicia a levantar lo que se había caído, y lo levantaré con poder. Pero limpien sus caminos, prepárense, pongan todo en orden para que cuando venga el padre de familia encuentre la casa ordenada y no tenga nada para decir.
Pueblo mío, despierta del sueño. Todo está a punto de acontecer. Ahora limpien las iglesias de las inmundicias del mundo y vuelvan a la sana doctrina. Yo establecí para mí apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Yo establecí un orden adentro de mi iglesia, y quiero que se cumpla. Vuelvan al fundamento, dice el Señor, y corten de raíz todo aquello que está podrido. Quiten lo que no me pertenece y restablezcan los cimientos antiguos, con Cristo como piedra angular, como foco y ejemplo.
Yo voy a venir a buscar a mi iglesia, y todo aquel que cambió, quitó o agregó a mi doctrina va a pagar el precio por aquel desvío. Quiero que todo lo que se desvió vuelva al camino. Quiero que limpien todo lo que está sucio, porque el diablo tomará ventaja de cualquier puerta abierta, por más pequeña que sea, por donde se haya introducido alguna doctrina de error o una actividad pecaminosa.
Recuerden que un poco de levadura leuda toda la masa. Permitan y asistan al que está llamado a ser pastor. Dejen enseñar e instruir a mis maestros. Alienten a mis evangelistas a proclamar de diferentes maneras y a llevar la cruz a todos los puntos del planeta. Dejen al apóstol edificar los fundamentos como es guiado por mi Espíritu. No les cierren la boca a mis profetas. Dejen crecer a mis discípulos en mí.
Yo soy un Dios de orden y disciplina. Reacomoden los lugares donde se reúnen para alabarme, de modo que Yo pueda manifestarme. Restablezcan lo que se quitó con el correr de los tiempos. Todo está escrito en mi Palabra. Compartan las cosas que les doy. Defiendan a las viudas. Ocúpense de los pobres y de los huérfanos. Atiendan a los necesitados. Asistan a los débiles. Sean un aleluya para mí. Glorifiquen mi nombre a través de su comportamiento. Muestren a Cristo en ustedes. Brillen para mí.
No se dejen estar. El diablo no pierde tiempo y está ganando más adeptos cada día. Él es persistente y no se desvía en sus metas. Sean ustedes mejores y más inteligentes para hacer el bien. Divulguen mis noticias. Yo aún le hablo a mi pueblo, aún los instruyo, aún los preparo, aún los guío. Abran sus manos y déjenme entregarles una nueva tarea de amor. Brillen por la justicia y la generosidad que Yo les enseño. Compartan mi humildad. Aumenten la congregación de los justos a través de seguir mi ejemplo.
Yo los estoy llamando a reencaminar sus iglesias, sus templos, sus congregaciones de nuevo a mí con el fundamento de los profetas y los apóstoles. Sean mi instrumento fuerte y renovado. Yo dejé todos los pasos que tienen que seguir en mi Palabra. No la remodelen, ni la cambien, ni le agreguen, ni le quiten, ni le borren. Yo construí la estructura perfecta por medio de la cual vienen al conocimiento y a la perfección en Cristo todos los santos. Aún estoy aquí, obrando entre ustedes. Aunque no me vean, Yo estoy en todas las cosas. Yo pongo, Yo quito, Yo cambio.
Déjense llevar por mi dirección, y mi Espíritu guiará entre los que se hallan santificados. Aún soy la cabeza, aún soy el Señor. No hagan su propio camino apartados de mí. Yo aún estoy guiando. La oveja que se aleja de su pastor no tiene esperanza de sobrevivir en la intemperie. Muchísimos son llamados, pero tan pocos los elegidos. Levántense de las sillas donde están sentados en las congregaciones, y aprendan a escucharme y a seguir mis órdenes. Prueben todo contra la Palabra, y de esta manera comiencen a limpiar los templos donde me alaban.
Yo soy el Señor, la cabeza de mi iglesia; Yo, el que no cambia. He sido siempre el mismo, pero haré algo nuevo y renovaré los lugares a donde mi gente se junta para adorarme. Mandaré mis ángeles a las iglesias a dar direcciones a las cabezas de estas, porque Yo he establecido cabezas que son quienes las dirigen.
Manos a la obra, mi gente. No tengan miedo de mejorar las cosas, porque Yo estoy con ustedes hasta el final de los tiempos, haciendo mi obra. Ya todo está listo. Solo tienen que obedecerme, obedecer a mi Espíritu. Estamos juntos en esto, caminando la misma senda. Trabajen juntos, como un solo cuerpo, conmigo a la cabeza.
Esta es mi gloria, que me levante de mañana a visitar a mi iglesia y la encuentre vestida con su vestido de novia, santificada y lista para servirme, con fuego santo en los altares, con oración inmaculada, con perfume a rosas. Esta es mi gloria, que la encuentre revestida de justicia: blanca, sin mancha alguna. Esta es mi gloria, que cuando venga a buscarla la encuentre preparada para venir conmigo.
Mi iglesia amada, alístate, prepárate y espérame, meditando en el Espíritu. Prepárate para mí. Tu santo viene a buscarte y quiero encontrarte lista. Yo soy el Hijo de Dios, el que está sentado a la derecha del Padre Todopoderoso. Mío es el reino y el poder y la gloria por siempre jamás. El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Amén.