El Señor te bendiga en este 28 de abril del año 2025. Estoy aquí nuevamente como voz profética a las naciones, anunciando lo que el Señor quiere hablarte.
En esta oportunidad, el Espíritu Santo me traía este pasaje muy fuerte de Mateo capítulo 24:
[Mateo 24:37-39 RVR1960] Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Hoy, en España y Portugal, y también en algunas áreas de Francia e Italia, sucedió un apagón eléctrico muy fuerte e inesperado. Hasta este momento, la electricidad todavía no ha regresado completamente en algunas de las regiones afectadas.
El Señor me recordaba las palabras proféticas que Él me ha dado desde que comencé con este ministerio, diciendo y alertando una y otra vez que las cosas no seguirían estables, que los recursos se volverían escasos, que todo lo que el hombre tenía disponible ya no va a estar a la mano como antes, y que tenemos que estar preparados y alertas, y, si nos es posible, equiparnos para poder resistir todo tipo de falta, escasez, turbulencia o tragedia.
Así ha hablado el Señor a través de mí, y así está escrito. En realidad, no estoy diciendo nada que no esté escrito, sino que el Señor está recordando que lo que está escrito es justamente lo que está predestinado a acontecer en este tiempo en el cual estamos caminando.
De verdad, me encuentro muy conmovida, con mucho dolor en mi espíritu, porque el Espíritu Santo me hacía entender que lo mismo que pasó en el tiempo de Noé es, en parte, lo que va a continuar sucediendo en este tiempo.
No es solamente el mundo el que no quiere saber de Dios y creer en el Hijo de Dios, el que no quiere entrar en esa arca de salvación para que sus almas sean salvas en primera instancia, sino que lo más grave aún es que la propia Iglesia del Señor Jesucristo no quiere creer y no quiere entender.
Y a veces, cuando nosotros, los atalayas, levantamos el megáfono y anunciamos lo que viene, vemos cómo los hijos de Dios nos atacan, nos vituperan y no nos creen. Y no es eso lo que a nosotros más nos importa o nos duele, sino que, cuando vienen las cosas que estamos anunciando, no tienen el paraguas abierto. No escuchan a los profetas y no se preparan.
Conocen las Escrituras, pero dicen: «Eso es para más adelante, no es para ahora. A mí no me va a tocar». Sin embargo, estamos viendo cómo, una a una, las cosas que estamos anunciando se vienen cumpliendo. Y si bien lo de hoy no es tan grave, por supuesto que ha afectado a muchísima gente.
El mensaje es que todo se iba a dar vuelta, como dijo el Señor: que el mundo se iba a dar vuelta, patas para arriba, y que lo que era seguro ya no lo iba a ser, que iban a empezar a acontecer cosas nunca antes vistas.
El Señor dijo que Él le iba a sacar la corona a Europa y se la iba a dar a Sudamérica. Lo he dicho desde hace mucho tiempo, y estamos viendo cómo esto se va cumpliendo.
Esto lo digo para que reacciones y entiendas que lo que el Señor viene diciendo, lo viene diciendo para que, en medio de la tribulación que la Iglesia está llamada a pasar, no sufras más de lo que el Señor tiene planeado para poder refinar tu alma y para que vayas de gloria en gloria.
Si escucharan los mensajes que el Señor está dando y abrieran ese paraguas, muchos no serían afectados por esa lluvia en el nivel que los está afectando.
Muchos están sorprendidos por este apagón, que no es una catástrofe, sino una señal profética para Europa. Es una señal de lo que se viene, una señal de que la luz está siendo quitada de allí y que la oscuridad viene.
En este momento, veo al Señor apagando y prendiendo el interruptor de la luz en Europa, como alguien que quiere llamar la atención de los que viven en una casa. Él habla y habla, pero como la gente no lo escucha ni lo mira, entonces va a la casa y prende y apaga esa luz, a ver si, tal vez, los que están ahí se preguntan: «¿Qué está pasando? ¡Qué raro que esto suceda en mi país!»
Antes, los apagones no eran algo normal en Europa. Los europeos estaban acostumbrados a escuchar de eso en lugares como Venezuela, por ejemplo, pero ahora dicen: «Wow, pensaba que eso era solamente de ese lado, pero ahora estoy viendo que cosas que pasaban allá empiezan a pasar acá».
Más temprano sentía —y aún lo siento— el dolor del Espíritu Santo de Dios, que llama, que avisa y que alerta. Sentía el dolor del Padre por salvar a sus hijos, e incluso a los que no son sus hijos.
El Señor me decía: Cuando la gente lee en la Biblia sobre el diluvio que sucedió en el tiempo de Noé, a veces no toma en cuenta el dolor de mi corazón al ver morir a toda la humanidad, menos a ocho personas. Solo ocho se salvaron en el diluvio. Solo Noé y su familia subieron al arca.
Dios no tuvo misericordia con el resto de la humanidad, porque se habían vuelto tan corruptos y degenerados, y se habían ido tan lejos de lo original. El pecado en ese tiempo era tan grande y tan alevoso, que Dios tuvo que limpiar la faz de la tierra y volver a empezar.
El Señor me decía: Pero muchos no tienen en cuenta que, cuando el diluvio vino y se los llevó a todos, no era lo que Yo quería, no era lo que Yo esperaba. Yo esperaba que respondan al aviso. Yo esperaba que escuchen el llamado, y que no sean solamente ocho personas las que se salven.
El Señor me hacía sentir —y aún lo siento— el dolor en su corazón de mandar señal tras señal y ver que la gente no reacciona, que al mundo no le importa hacer el bien y que solo están perdidos en sus deleites y sus asuntos.
En las naciones de Europa, la gente se fija en quién es más inteligente, quién se arma más y mejor, quién tiene las fábricas más llenas de municiones para matar, quién se queda con más territorios, quién mueve las fichas del ajedrez de una manera más inteligente que el otro. Esto es todo lo que les importa en este momento. Esa es la verdad.
La gente no quiere escuchar el mensaje de la salvación, dice el Señor, y mi alma se duele, porque no quiero que el hombre perezca, porque no quiero que sean tantos los que se pierdan.
Yo (Noelia) estoy viendo señales en los cielos para Europa. Estoy viendo eclipses. Y Dios me hace entender que estos eclipses que van a pasar por el continente europeo son marcas de destrucción en esa tierra.
Y ahora veo un reloj de arena que Dios mismo ha dado vuelta con su propia mano. Y el Espíritu de Dios me hace entender que cuando esa arena termine de pasar por ese reloj, las bombas masivas van a explotar.
Es terrible la visión que veo ahora, y realmente es muy difícil para mí transmitir lo que Dios me muestra. Veo que, cuando esas bombas explotan, los cuerpos de los niños saltan por el aire, destrozados. Los bebés quedan solos en las partes de los hospitales que van a permanecer en pie.
La cantidad de huérfanos va a aumentar. No será solo guerra, sino guerra junto con pestes, y guerra junto con hambre.
A los reyes no les importan las personas. Están concentrados en colonialismo y en imperialismo, como viene diciendo el Señor. Ellos se llenan la boca hablando a su población. El presidente francés se llena la boca hablando sobre Francia: «nuestros límites» y «lo que hemos conquistado y lo que vamos a conquistar».
El Espíritu Santo me revela que Francia quiere extender sus territorios. Y nuevamente veo, como veía en un mensaje profético anterior, ese espíritu napoleónico que se mueve por el país, buscando adeptos para hacer a Francia grande.
Francia también quiere ser un imperio, y los masones se están dando la mano más que nunca para levantar más alto a este país. Eso es lo que quieren, a cualquier precio.
Ellos están haciendo tratos escondidos, manejando qué tipos de alimentos siguen a la venta y cuáles van a faltar. El Espíritu Santo me revela que la industria de la alimentación en Francia está manejada por los masones, y veo un gorro de chef sobre ese país, porque Francia es muy conocida por su cocina. Sin embargo, esto que es una fuerza para esa nación, ellos lo usan en contra de su población.
Hay un grupo que tiene el control allí desde hace cientos de años y que verdaderamente controla ese país. Y escucho: «franc-masonería».
Ellos están por mover fichas del tablero del ajedrez, me dice el Señor, provocando inestabilidad en Francia. Y veo este espíritu de Napoleón sacando la espada para ir a la batalla, y llamando a los que están detrás de él con un grito de guerra: «¡Vamos a pelear!»
Francia quiere expandirse, repite el Espíritu Santo, y no por las buenas. En ese tablero de ajedrez, ellos están estudiando la debilidad de todos los países limítrofes con ella.
Hijitos, dice el Señor, ustedes oren e intercedan por los inocentes. Oren para que, en medio del caos, muchos reciban la palabra del Evangelio. Oren para que, en medio de las malas noticias que se van a seguir escuchando, algunos reciban las buenas.
Amigos míos, dice el Señor, ¿cuántas veces tengo que decirles que no bajen los escudos? ¿Cuántas veces tengo que insistirles que están en tiempos apocalípticos?
Ustedes, que ahora mismo están escuchando a mi sierva hablar, no le están creyendo, y dicen: «Qué hipócrita es esta mujer. Qué coraje para decir esas cosas. Cómo tiene cara para presentarse delante de la cámara y que todo el mundo la vea hablar de esa manera y llorar como una exagerada.»
Ustedes, dice el Señor a sus hijos, están llenos de incredulidad, duros de cerviz y con frente de diamante. Cuando las escuchan, las palabras rebotan contra sus oídos espirituales. No escuchan lo que vengo anunciando, y aun si escucharan los anuncios y vieran cómo se cumplen, igualmente no creerían.
¿Cuándo se van a humillar y entender que estoy hablando por amor?, dice el Padre. ¿Cuándo van a querer creer a mi anuncio? ¿Cuándo van a abrirle la puerta a los profetas? ¿Cuándo van a salir de esa tibieza? ¿Cuándo van a dejar de criticarse los unos a los otros para prepararse para lo que estoy anunciando y que ya están viendo que está comenzando?
Son tiempos apocalípticos, son tiempos como los días de Noé, dice el Señor. ¿No ven cómo la perversión va escalando? ¿No ven cómo a lo malo se le llama bueno cada vez más al extremo? ¿No ven cómo el mal avanza como un caballo desenfrenado que nadie frena? ¿No se dan cuenta de cómo las cosas se invierten y el mundo se convierte en una olla de pecado que hierve y que está a punto de explotar?
Reaccionen y pónganse a cuentas conmigo, dice el Padre. Escuchen lo que les digo y respondan a mi anuncio, porque lo que viene no es bueno. Pónganse bajo mi cobertura, dice el Señor. Abran el paraguas, porque la lluvia que estoy anunciando ya ha empezado a gotear. No sean cabeza dura y no se resistan a este llamado.
Estoy sonando las alertas, estoy sonando las alarmas, estoy soplando las trompetas, estoy aumentando el volumen de los megáfonos. Les estoy enviando mensajes por derecha y por izquierda, y no quieren oír. No quieren escuchar el llamado y no quieren responder. Pero el agua viene igual.
Párense sobre la roca, dice el Señor, porque el agua viene igual para el que cree y para el que no cree.
Y vuelvo a ver a Emmanuel Macron, el presidente actual de Francia, y también veo muchos hilos alrededor de él. Él está sostenido por muchos hilos de corazones duros, obstinados, tercos. Es firme en sus convicciones, pero muchas veces inspirado por el mal y utilizado como herramienta de destrucción, mal aconsejado por los «sabios» que se sientan en su mesa.
Él ahora está callado, me dice el Señor, pero detrás de él ya hay un plan que, llegado el momento, van a poner en práctica.
Yo (Noelia) veo a Francia como una de las fichas del ajedrez que estaba relativamente quieta, pero que hace un movimiento, y escucho: «Jaque mate». El Espíritu me revela que Francia está a punto de dar un paso importante, un golpe importante para Europa.
Tengan cuidado y no se confíen, dice el Señor, porque hay cosas que ya han sido colocadas sobre la mesa, por más que ustedes no lo sepan.
Y yo (Noelia) veo un mapa sobre la mesa de los gobernantes de Francia, y sobre el mapa hay puestos cañones antiguos, de esos con los que lanzaban bolas de hierro para destruir.
Estos cañones simbolizan guerra, ataques, bombas, explosiones. Representan que ellos ya están preparados y desean la guerra. Están esperando algún movimiento que sea una amenaza para Francia, para atacar con toda su fuerza.
Emmanuel Macron quiere la guerra y está buscando aliarse con más naciones para conquistar territorios. Francia no quiere decir eso a boca abierta, pero esa es la razón escondida detrás de todo lo que Emmanuel Macron habla. El plan es ampliar el mapa que veo en esa mesa donde él se sienta junto con los que gobiernan esa nación.
En este mapa, ellos tienen dibujada a Francia con sus límites actuales, pero al mismo tiempo tienen marcado por dónde quieren expandirse. Ellos quieren expandirse, al igual que Rusia. Quieren buscar más territorio. Quieren ampliarse y hacer que Francia sea más grande. Esas son las palabras que ellos usan.
Es el espíritu imperialista el que está provocando este caos, este desastre, esta destrucción que está viniendo sobre el mundo, me dice el Señor. Es este espíritu napoleónico el que ya no se aguanta. Ese caballo en el cual está montado este espíritu de imperialismo quiere salir a correr. Ya no se aguanta estar quieto, y quiere conquistar.
Ellos quieren provocar la caída de otros reyes y debilitar a las naciones vecinas para conquistar más territorio.
Oren por esto, dice el Señor, porque ustedes no saben lo que se está forjando en lo secreto. No han escuchado las palabras que ellos están hablando en lo escondido. Quizás sus espíritus están percibiendo que algo se está forjando en ese país, pero no lo han escuchado fehacientemente, dice Dios, ni han sabido de las palabras que ellos usan para referirse a otros reyes, con los cuales hoy se hacen los amigos.
Francia es traidora, dice el Señor, y en cualquier momento va a clavar una estaca en la espalda de uno de sus amigos.
Yo (Noelia) no sé cómo son las relaciones entre Francia y Estados Unidos, pero esta espalda que veo ahora es la de Trump.
Francia no tiene amigos verdaderamente, dice el Señor. Francia se hace la amiga de otros países y gobernantes, pero en su privacidad no conoce la amistad. Solo piensa en ella misma. Solo piensa en su beneficio. Solo piensa en su expansión. No importa el costo. No importa cuáles son las otras fichas del tablero del ajedrez que tenga que bajar.
Francia quiere conquistar y está dispuesta a pagar cualquier precio, me hace saber el Señor. Y si eso incluye traicionar a sus aliados, no hay problema.
Yo estoy viendo la espalda de Trump, pero también estoy sabiendo que, si fuera cualquier otra espalda, tampoco habría problema en traicionar a ese gobernante o a ese país que supuestamente hoy es aliado de Francia.
El Señor revela esto no para que sus hijos se entretengan en estas revelaciones, no para que andemos en curiosidad queriendo saber qué va a pasar, sino para que entendamos que es un tiempo de guerra y no de paz, y para que nos preparemos, estemos alertados y no nos durmamos.
Porque el Espíritu Santo me decía más temprano: Mis hijos se confían, y cuando ven que pasa el tiempo y no pasa nada, entonces se echan a dormir otra vez y se confían, de modo que el enemigo, al dar el golpe que sigue, tiene más éxito.
El Señor me dice que el propósito de este mensaje es que ustedes entiendan que se vienen cosas fuertes, que no hay nada que esté en reposo, que las cosas solo se están gestando por debajo de lo que se ve. Y lo que se está gestando no viene a traer paz y bienestar económico, emocional o social, sino desestabilidad al mundo.
Veo en una visión a Europa tambaleándose sobre algo inestable, algo que no se mantiene firme y se mueve. Cada nación está desesperada por defenderse. Las naciones son como alguien que estaba durmiendo y que, cuando vino el golpe, quiso levantarse y prepararse, pero ya era tarde.
Ahora todos quieren armarse, todos quieren estar listos, todos quieren levantar sus murallas. Pero hay algunos que están más fuertes que otros, porque sí se han venido preparando para conquistar y para defenderse… y otros no.
Entonces, ahora los fuertes quieren comerse a los débiles, me dice el Señor. Este es el tiempo donde varias naciones le dicen a otras: «Jaque mate». Varias naciones, después de haber esperado tanto tiempo para avanzar y colonizar, mandan a sus ejércitos, aprovechándose de la debilidad y de la inestabilidad general de ese continente.
Hijitos, dice el Señor, es que ustedes no entienden el tiempo en el que están viviendo. Estos son tiempos apocalípticos. Este es el tiempo del aumento de la iniquidad, de nación contra nación y reino contra reino.
Viene la tercera guerra mundial, dice el Señor, y ustedes están durmiendo. No tienen ningún lugar para refugiarse: ni espiritual, ni físico, ni emocional, porque no quieren escuchar, no quieren saber y no quieren prepararse. Porque no quieren creer.
Arréglense, dice Dios. No importa lo que venga al mundo. Ustedes son los que ya deberían estar avisados, los que deberían tratar de estar estables emocionalmente, mentalmente, espiritualmente y también materialmente, si les es posible, para resistir los golpes que les vengo anunciando.
Ustedes son el pueblo elegido, que tiene como bendición poder saber lo que viene antes que los demás, que no tienen ese privilegio, dice el Señor. Sin embargo, son los más duros, son los más perezosos, son los que menos escuchan las alertas, y por lo tanto, los que menos se preparan y responden a ese llamado.
¡Dormilones, glotones!, dice el Señor. Levántense de una vez y preparen sus armas, porque viene el enemigo a atacar sus casas. Ese enemigo viene derribando la puerta y entrando con toda su fuerza, y el que no esté firme no va a resistir, dice el Señor.
¡Créanme! ¡Cuánto los amo!, dice Dios, que no quiero que se pierdan, que no quiero que sufran más de la cuenta, que quiero guardarlos en mi mano.
Pero muchos de ustedes ni siquiera han recibido el bautismo del Espíritu Santo. ¿Cómo piensan que van a resistir, viendo lo que va a acontecer delante de sus ojos, sin tener la fuerza, el poder y la resistencia que da el bautismo del Espíritu Santo? ¿Cómo lo van a hacer sin tener el escudo de la fe bien levantado a través de la revelación que concede el Espíritu Santo?
Me necesitan, dice Jesús. Lávense. Caminen en poder. Evangelicen. Destruyan las obras de las tinieblas. Sean diferentes. Exploten ustedes también las bombas, pero en lo espiritual, contra el enemigo de las almas, y déjense de dar vueltas en asuntos que no interesan, que no convienen, que no edifican, perdiendo el tiempo, dice el Señor.
Día a día, el sol se levanta y se vuelve a bajar, y ustedes siguen en la nada misma, como un perro que se busca la cola dando vueltas sobre sí mismo. ¡Así son!
A los tibios los voy a vomitar de mi boca, dice Jesús. Deberán calentarse en mí. Deberán ser apasionados e ir con todo. Deberán consagrarse al 100% y darme verdaderamente sus corazones. Porque cualquier mínima puerta, ventana o hendidura que el diablo encuentre en ustedes, y por donde pueda pasar, él no va a dudar en aprovecharla.
Yo (Noelia) estoy viendo un caballo de Troya, y escucho la palabra «infiltrados».
Hay infiltrados en muchas de sus casas, dice Dios. Hay infiltrados en muchas congregaciones. Hay infiltrados en muchas naciones: espías que se hacen pasar por algo bueno, como en la historia del caballo de Troya.
Ese caballo era un regalo que se le hizo a esa ciudad, pero por dentro estaba lleno de soldados del ejército contrario. La ciudad que lo recibió se descuidó y dejó entrar al enemigo encubiertamente, sin saberlo. A través del engaño, el enemigo se infiltró y la invadió.
Lo mismo está sucediendo hoy, dice el Señor. En sus casas hay infiltrados al modo de caballo de Troya, en sus congregaciones hay infiltrados al modo de caballo de Troya, y en las naciones hay infiltrados al modo de caballo de Troya. Y esto pasa porque se están descuidando, porque no están discerniendo, porque están dejando al enemigo ingresar en estos espacios por no estar alerta, por no ser sagaces, por no tener un ojo siempre listo para vigilarme, dice el Señor.
El enemigo se está infiltrando, y una vez que entra, es muy difícil sacarlo. Y a veces, ya es demasiado tarde. Tengan en cuenta, hijos, lo que les estoy hablando, dice el Señor.
Y yo (Noelia) vuelvo a ver este caballo. Es un caballo grande, de madera, que pasa por las fortalezas de la ciudad y logra ingresar. Es un engaño. El caballo atraviesa las defensas como si nada, como cuando una persona logra pasar por un aeropuerto con droga o traficando algo que los guardias de seguridad no logran detectar.
El Señor me dice que el engaño se está infiltrando, metiéndose en casas, en congregaciones y en naciones, haciéndose pasar por algo que es bueno, amistoso, pero que en realidad traerá destrucción si no se le cierran las puertas.
Tengan cuidado y no se confíen, dice el Señor, porque hay caballos de Troya que ustedes no deben permitir que ingresen. Cierren bien las puertas y las ventanas espirituales y mentales. No crean todo lo que se les muestra en el primer momento.
Esta metáfora del caballo de Troya es lo que va a suceder en las naciones que están en guerra y en las que planean atacarse. Se van a presentar cosas como buenas, y de esa manera el enemigo se va a infiltrar en la nación oponente. Naciones van a conquistar a otras a través del engaño, a través de la persuasión, a través de discursos de paz, pero en realidad teniendo una daga escondida en la espalda.
Los gobernantes de hoy en día son traidores, dice el Señor. Hablan de lazos, compromisos y pactos, pero, llegada la hora de la verdad, cada uno va a mostrar lo que es y lo que quiere, sin misericordia. Y ustedes van a ver noticias impactantes que no se esperaban: noticias de naciones que supuestamente eran amigas… hasta que se saquen la máscara que tienen puesta.
Oren por esto, dice el Señor, porque el engaño viene a las naciones, a las congregaciones y a sus casas. Oren para que les revele todo caballo de Troya que se quiera infiltrar en ustedes. Oren para tener discernimiento, porque hay cosas que se van a mostrar buenas, pero no lo son. Oren, porque los quiero salvar del ataque, del error, de la manipulación, del control y de la esclavitud.
Arrepiéntanse de ser tibios. Arrepiéntanse de no responder a las alertas. Arrepiéntanse de no creer. Arrepiéntanse de pensar mal de mis profetas y atalayas. Arrepiéntanse de no estudiar y ser entendidos de los tiempos en los cuales están. Arrepiéntanse de no estudiar las Escrituras como deberían y sean responsables.
El Señor me hace saber que Él habla tan fuerte porque quiere salvarnos. Quiere salvarnos de los ataques, de los golpes, e incluso de la muerte espiritual.
A muchos de ustedes, Dios los está llamando a mudarse, a salir de los países donde están, y no están escuchando. Se están haciendo los oídos sordos. No quieren escuchar cuál es la voluntad del Señor para sus vidas y, llegado el momento, van a sufrir si no hacen caso. Dios les está dando indicaciones para guardarlos de las cosas que vienen.
Hay éxodos que están sucediendo en los países que más complicados van a estar. Y esto es parte del problema migratorio de estos días, problema del cual he hablado varias veces.
Dios dice que hay una razón por la cual hay éxodo de ciertos países en gran manera, y una de ellas es que Él está sacando a los Lot de esas naciones antes de que caiga el juicio sobre ellas.
Dios te dice que no mires atrás, como la esposa de Lot, para que no te quedes cristalizado y pierdas lo que Él te ha dado, y después te sea muy difícil levantarte de ese error.
Dios está llamando con un silbido a los espíritus que están despiertos, que habitan en ciertos países que van a estar muy complicados, que se van a venir abajo, que van a atravesar tiempos de escasez y sufrimiento en distintas formas. Dios está silbando a sus espíritus para llamarlos a ir a otras tierras.
Tengan sus oídos abiertos y atentos para escuchar ese silbido, dice el Señor, porque así como los pájaros cambian de lugar al escuchar mi silbido, de la misma manera les estoy silbando a los espíritus de mis hijos para sacarlos de esos territorios que están a punto de ser atacados y caer en manos enemigas, o a punto de entrar en necesidad, en escasez, en contiendas y en crisis.
Pero son ustedes los que tienen que mantenerse despiertos espiritualmente, para poder estar aptos para escuchar ese silbido.
El Espíritu me hace saber que a veces los pájaros saben que viene un desastre a un lugar, porque es Dios quien los llama para que salgan de allí antes de que llegue ese desastre.
Hijitos, viene aún más, dice el Señor. Así como este apagón que sucedió hoy y sorprendió a muchos que creían que las cosas estaban estables en ese sector de la tierra, van a suceder cosas que van a dejar con la boca abierta a las naciones. Porque Yo hago una cosa nueva, dice el Señor. Y todos los que pensaban que se las sabían todas, todos los que creían que estaban estables y que nada los iba a mover, van a comenzar a temblar. El problema es que, para ese momento, ya va a ser un poco tarde para prepararse para lo que ya va a estar viniendo.
Ustedes no sean así, dice el Señor. No sean necios, y levántense ahora de la silla donde están, y pregúntenme a Mí en su intimidad cuál es la dirección personal que tienen que seguir, particularmente para sus vidas y para sus familias.
No se apeguen a nada, dice el Señor. Por más que hayan construido toda una vida en la nación donde están viviendo ahora, no se abracen a eso. Porque muchos van a tener que dejar no solo sus casas, sino sus negocios, sus tierras y todo aquello en lo que han invertido hasta ahora. Pero Yo voy a permitir eso para despojarlos de todo apego, porque no pueden estar abrazados a nada.
Si realmente quieren seguirme, dice Jesús, voy a destruir sus ídolos, esos en los que hasta hoy habían puesto su confianza ciega, y los voy a llamar a dejar todo eso que les costó años plantar. No porque no los ame, dice el Señor, no porque no valore sus esfuerzos, sino para salvarlos de la hecatombe que viene a esos lugares.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora a un hombre que tiene su casa, su tierra, sus bienes. A este hombre le costó mucho llegar hasta ahí y lograr esa estabilidad de tener sus propias cosas. Pero viene la guerra a ese lugar, y este hombre ya está avisado: sabe que el enemigo va avanzando y que se está acercando cada vez más a su propiedad.
Sin embargo, él agarra un rifle y no se quiere ir de su casa, diciendo: «Prefiero estar muerto antes que largar lo que he logrado». Así piensa esta persona que estoy viendo en esta visión.
Y me viene ese pasaje de la Biblia:
[#bibel Lucas 12:20 RVR60] Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
No sean ustedes así, dice el Señor. ¿No ven que están afanados con las cosas materiales? ¿No ven que me han bajado de mi trono en sus corazones para poner en ese lugar la seguridad y el bienestar, reemplazándome con todo lo que han logrado hasta aquí? ¿No entienden que lo más valioso que tiene el hombre es su propia alma, y no lo que ha conseguido con el trabajo de sus manos?
Voy a probar a muchos, dice el Señor, llamándolos a que cambien de localidad. Y en muchos casos esto va a ser de urgencia, como hoy, cuando algunos están teniendo que dejar todo lo que tienen en ciertos lugares de Ucrania, porque los rusos vienen a destruir, sin misericordia, lo que lograron con el trabajo de sus manos.
De la misma manera, dice el Señor, lo que hoy estoy mostrando con el ejemplo de ellos va a suceder en distintos lugares de la tierra. Y los que son míos tienen que ser míos al 100% y de todo corazón. No deben amar nada más que a mí, ni poner nada más alto que a mí. Yo soy su Dios, y nadie más.
Soy celoso de los míos, por lo cual los voy a probar, para ver si realmente están dispuestos a dejar todo lo que tienen para seguirme y para ganar la vida eterna.
Esto se trata de amor, dice el Señor, porque estoy silbando a los que estoy sacando de esas tierras. Estoy silbando a los espíritus de mis hijos para que salgan de ahí antes de que venga la hecatombe a esos lugares. Porque los amo. Porque los quiero guardar de lo que viene. Porque no quiero que perezcan en el camino. Porque no quiero que mueran en desobediencia y se pierdan por causa de la obstinación de quedarse donde están.
Tienen que entender que los que son llevados por el viento se mueven de un lado a otro, hacia donde el viento los lleva. Y muchos de ustedes no están siendo llevados por el viento, sino por lo que ustedes quieren hacer. Están donde quieren estar, no donde el viento los ha llevado.
Los quiero livianos, dice el Señor, porque en este tiempo apocalíptico no van a tener margen para caminar pesados. El que camine pesado no va a poder responder al llamado del cambio en cualquier momento.
Estos son tiempos inestables, tiempos de cambios; por lo tanto, no deben aferrarse a nada, porque nada es seguro en estos tiempos. Nada es para siempre en estos últimos días… solamente nuestra relación, dice el Señor Jesús, solamente lo que sus ojos no ven, pero que permanece para siempre.
Por eso, no pongan su esperanza, ni sus ojos, ni su confianza en las cosas materiales.
Muchos monumentos tradicionales y legendarios que representan a ciertas naciones de la tierra van a ser destruidos. Los países van a cambiar. Los lugares de los países van a cambiar. La tierra de los países va a cambiar. La geografía va a cambiar. Los límites van a cambiar. Y la ideología de los países también va a cambiar.
El mundo está girando en un cambio de 180 grados, y ustedes quieren seguir igual, sin adaptarse, dice el Señor. ¿Cómo piensan que van a resistir si no se adaptan a lo que viene? ¿Cómo piensan que van a mantenerse en pie si quieren seguir viviendo como antes, cuando los tiempos ya no son los mismos?
Piensen en esto y recapaciten. Vuélvanse como inestables, pero no en un sentido negativo, sino en el sentido de no tener los pies arraigados a nada ni a nadie, entendiendo, sabiendo y aun esperando que la situación en la que están hoy, mañana puede no ser igual.
Para muchos, la situación va a cambiar no de un año para otro, sino de un día para el otro, porque son tiempos de cambio, donde todo se acomoda para la escena final de la aparición del Anticristo a nivel mundial. Pero el mundo también se prepara para la venida del Señor Jesucristo, junto con todos sus santos, para hacer justicia a los que sufrieron por causa de su nombre.
Adáptense, dice el Señor, y sean como el camaleón que cambia de color según la ocasión y el ambiente donde está. Estudien sobre esta capacidad de adaptarse a los cambios, de poder sobrevivir en distintos ambientes y situaciones: teniendo abundancia o viviendo escasez, estando vestidos o desnudos, con frío o con calor, estando cómodos o incómodos, acompañados o solos.
[Filipenses 4:12 RVR1960] Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Porque van a pasar por un safari espiritual de los últimos días, donde uno es probado en todo terreno. Y solamente los que estén llenos del Espíritu Santo, los que se dejen llevar por el viento de ese Espíritu, y los que sigan su guía y se mantengan firmes, resistiendo hasta el final, van a lograr terminar ese safari.
¿Están listos?, pregunta el Señor. ¿Qué es lo que tienen que soltar? ¿Qué tienen que dejar en sus corazones? ¿A qué están aferrados? ¿Cuál es el apego que los ata a esas personas o a esas cosas?
Los quiero listos en todo momento, dice el Señor, como un soldado que es llamado a la guerra, incluso en los momentos menos esperados.
Dios me está haciendo saber que muchos de ustedes son como niños caprichosos, que no saben vivir con la falta de algo. Son como niños a los cuales se les ha dado todo, y que cuando les falta la mínima cosa, el mínimo bien, o tienen un poco de frío o de hambre, chillan, se quejan y no resisten. Mal enseñados por esos predicadores que no les han advertido de lo que viene en los tiempos finales, dice el Señor.
Corríjanse en esto, y pídanle al Espíritu Santo que les revele de qué se tienen que despegar, de qué se tienen que desatar. Si hoy los llamara a irse, ¿a qué cosas están tan aferrados que no quisieran dejar?
Estas son piedras de tropiezo en su camino, dice el Señor. Cualquier cosa que los ate, cualquier cosa que no los deje volar si el Espíritu los quiere llevar a cualquier lado, eso es su ídolo. Eso es lo que tienen que tratar. De eso se tienen que arrepentir. Eso es lo que tienen que soltar.
Tienen que estar listos para todo: no mañana ni el mes que viene, sino hoy y ahora.
El Señor me hace saber ahora que el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos indecibles, y se pasea por nuestros hogares, por nuestras congregaciones y por la calle, buscando quién lo quiera escuchar.
El Espíritu Santo se pasea buscando amigos con quienes relacionarse, personas que realmente inclinen su oído para escuchar lo que Él tiene para decir, y encuentra pocos. La mayoría se tapan los oídos, le cierran la puerta y lo contristan.
Pero no es que Dios no quiera hablar, sino que es el hombre el que no quiere escuchar.
Arrepiéntanse de esta rebelión y pídanme que el Espíritu Santo les vuelva a hablar, dice Dios. Háganle un espacio en su corazón para recibir esas palabras, porque quiero guardarlos y quiero cuidarlos.
No quiero entretenerlos a través de esas palabras, sino ser su cobertura a través del mensaje de amor que tengo para darles, y de la dirección y la guía santa sobre sus vidas.
No tengan miedo, dice el Padre. Afiáncense en Mí, porque sobre el mundo viene oscuridad, pero sobre ustedes, los que Me aman de verdad y Me obedecen, brillará el sol de justicia, y verán milagros de provisión.
A muchos haré invisibles cuando pasen por las aduanas y aeropuertos, dice el Señor. Voy a maravillar los ojos de los hijos que realmente se dejen llevar por el viento de mi Espíritu. Lo único que busco son corazones dispuestos a obedecer y humildes para reconocer mi voz. El resto lo voy a hacer Yo, dice Dios.
Confíen en Mí. Tengo un plan para cada uno de ustedes, pero deben aprender a seguir esas pisadas sin miedo, creyéndome que los estoy acompañando de la mano y que no están solos. De muchas cosas los voy a guardar si saben escuchar esa voz.
Noé tuvo que escuchar claramente esa voz para saber qué hacer para guardar su vida y la de su familia. Si él no hubiera escuchado la dirección divina, el final habría sido otro. Pero para salvarse junto con su casa, dice el Señor, tuvo que estar atento a las directivas que le llegaban del cielo.
De la misma manera, a muchos de ustedes los quiero salvar de lo que viene. Pero tienen que aprender a escucharme y a seguir mi guía, dice el Señor.
Los amo y los anhelo con celo santo, dice el Señor. Oren, mediten, estudien e intercedan sobre esto. Y sean también ustedes mensajeros de los últimos tiempos, llevando las buenas nuevas a los que no me conocen, y advirtiendo al mundo sobre los tiempos que están transcurriendo, para que tal vez muchos se arrepientan, sean salvos y sean guardados de lo que viene.
Trabajen para mi reino, dice el Señor, mientras todo esto acontece. Aprovechen que el hombre va a estar quebrantado en gran manera, para hablarle sobre un Salvador.
Estoy pronto a venir, dice Jesús. Resistan, hijitos. Resistan un poco más. Ustedes pueden hacerlo. Ustedes pueden vencer por la fuerza del Espíritu de Dios, porque Yo ya vencí.
Tengo la corona preparada en mi mano, dice Jesús, esperándolos para colocarla Yo mismo sobre sus cabezas y decirles: «Bien hecho, siervos fieles y valientes».
Anhelen ese momento y concéntrense en eso, venga lo que venga, pase lo que pase, sufran lo que sufran. Recuerden que esto es solo un respiro en comparación con la vida eterna, con lo que les espera, y con la estabilidad venidera en la Nueva Jerusalén.
Señor, restaura la paz de los que escucharon esta palabra en este momento, en el nombre de Jesús. Estabiliza los pisos espirituales de aquellos que están pasando por un terremoto, Padre. Háblales por sueños, visiones, profecía. Mándales ángeles. Mándales hermanos que confirmen este mensaje, Padre. Trae claridad sobre lo hablado. Avisa a sus espíritus antes de que lleguen los golpes que van a venir.
Ayúdanos a doblar las rodillas y a mantenernos humildes, Señor, para darte a Ti el lugar como Rey en todas las áreas de nuestra vida.
Te damos la gloria por esta palabra y por todo lo ministrado hoy, que ha confirmado a muchos hermanos lo que ya les hablaste antes de que yo lo hable, Señor.
La gloria es tuya, Señor. La honra es tuya, Padre misericordioso. Amén y amén.