Traducciónes: inglés
Jesús les dijo a sus discípulos: «Yo tengo un pan para comer que ustedes no conocen», y este pan es tu palabra, Señor. Danos de comer tu palabra, Padre celestial, a través de tu Santo Espíritu, esa palabra que alimenta, que sacia el hambre, que cura las heridas, que llena lo que está vacío. Oh, Padre celestial santo, danos esta palabra. Estamos ansiosos de recibirla. Estamos ansiosos de escucharte. Gracias, Señor, por todo lo que me muestras.
En este momento veo a las criaturas que están cerca del trono de Dios. Son criaturas de fuego, que se mueven alrededor del trono, danzando en este ambiente de luz inaccesible, donde los colores son vibrantes, mucho más que en la tierra, donde todo está vivo y no hay nada muerto.
Donde habita Dios —el Dios de Israel, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob—, cuando uno respira, respira vida, respira luz. Donde habita Dios, todo es resplandeciente y hay colores de una intensidad que no existe en la tierra.
Alrededor del trono de Dios veo reflejos tornasolados, rayos y relámpagos que irradian de ese trono, y escucho estruendos, que simbolizan el poder que Dios tiene, el poder en el que se mueve. Hay truenos y rayos resplandecientes, poderosos, y si uno se acercara a ese trono, se sentiría como una hormiguita. Se sentiría pequeñito, con temor ante su presencia, temor a ese poder, temor de Dios en el buen sentido, no miedo de él.
Si uno pudiera estar cerca de ese trono por tan solo un momento, entendería en frente de quién está. Entendería que está en frente del trono no solo de la gracia, sino de la gloria.
[Apocalipsis 4:5] Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.
Mientras adoro a Dios en el espíritu, el Espíritu Santo se enciende en mí como fuego ardiente, como una hornalla puesta al máximo, porque la adoración de un espíritu quebrantado y que ama a Dios enciende esa llama.
Y el Señor me muestra cómo es ese lugar donde Él habita: un lugar sin enfermedad, muerte ni corrupción, donde no hay nada caído ni impuro y todo está perfectamente limpio.
Me veo a mí misma postrada en el piso delante del trono de Dios. Mi espíritu está ahí, junto con todos los espíritus de los hermanos que van ingresando en ese lugar santísimo. Cuando adoramos a Dios de verdad, cuando venimos a buscarlo y a rendirle honor y gloria, nuestros cuerpos siguen aquí, pero nuestros espíritus se trasladan frente al trono de la gracia y están ahí postrados en el piso, porque ¿quién se resiste a su presencia?
¿Saben por qué las criaturas que están cerca del trono de Dios son de fuego? Porque de otra manera no podrían resistir estar cerca de Dios, no podrían acceder a esa presencia. Esto me lo revela ahora el Espíritu Santo.
Son pocos los que pueden acceder a esa presencia, y mucho menos habitar junto con Él. Esas criaturas están hechas de fuego intenso porque están hechas para habitar junto con Él, para resistir y no ser quemadas cuando estén cerca de Dios.
El Espíritu me muestra que estos seres vivientes, que la Biblia menciona como serafines, tienen un cuerpo, pero al mismo tiempo son de fuego que no se consume, un fuego celestial, no terrenal. Son como el fuego de la zarza ardiente desde donde el Señor llamó a Moisés. La Biblia dice:
[Ezequiel 1:13-14] Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.
Estoy viendo estas criaturas. Dios las creó para que puedan resistir su presencia, porque solo ese fuego puede resistir su presencia. Y el Señor me dice que todo el que entre en ese habitáculo perfecto e inaccesible para muchos, donde está su trono, tiene que estar invitado.
Es un privilegio poder estar ahí, en esa perfección, dice el Señor.
Noelia: El Señor me muestra que es un lugar tan perfecto que la vida se siente de una manera multiplicada. Esa vida penetra a los seres que ingresan o que se mueven en ese ambiente, y se siente de una manera recargada. Estar ahí donde habita el Señor es estar en la vida total. La Biblia dice:
[Isaías 6:1-2] En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
Veo en visión que los serafines tienen un cuerpo con forma, pero al mismo tiempo su constitución es de fuego, un fuego divino que arde permanentemente y que nada puede apagar.
El Espíritu Santo me muestra que los humanos no pueden acercarse a los serafines por la gloria de Dios que emana de ellos, porque, estando tan cerca de su presencia, se recargan de ella todo el tiempo, irradiando un poder inmenso, una gloria demasiado intensa para nosotros, a menos que Dios nos prepare.
Es impresionante lo que el Señor me hace ver y sentir ahora. Estoy transpirando, no por calor físico, sino por el fuego espiritual que siento. Es un fuego amable y amigable, pero también tan poderoso que, sin santidad y el permiso de Dios, cualquiera sería consumido al acercarse.
El Señor dice que si quieres estar lleno de Él, tienes que acercarte, venir a su presencia y adorarlo profundamente. Si buscas sanidad, tienes que estar cerca de la fuente de la sanidad. Si quieres libertad, tienes que venir a su presencia, porque ningún demonio puede resistir estar cerca de su poder, de su gloria y de su luz, a menos que Dios lo permita con un propósito. Ningún espíritu que no esté autorizado y preparado puede permanecer allí, porque su poder y santidad lo consumen.
Su presencia quema todo lo malo, limpia lo oculto y arranca la impureza. Nada sucio puede permanecer en el lugar celestial, porque la misma presencia del Señor purifica todo. Su presencia es perfección, limpieza, santidad. Él es plenitud, un todo completo. Nada que no esté a la altura puede resistir.
Su trono es altísimo, más alto que cualquier principado, potestad o rey, sea terrenal o celestial. Hay espíritus muy poderosos, pero no se acercan ni a sus pies. No hay comparación con el Dios al que seguimos y servimos. La Biblia dice:
[Isaías 6:6-7] Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.
El Señor me revela que, para poder acercarse a ese lugar, primero tiene que ser quemada nuestra iniquidad y limpiado nuestro pecado, así como Él lo hizo con Isaías. Si Isaías hubiera entrado en esa presencia antes de ser preparado y limpiado por el serafín, se hubiera desintegrado, hubiera sido consumido, porque nada que esté inmundo puede acercarse a Él.
Hijito, dice el Señor, límpiate más para poder acercarte más. Oh, hijitos, llénense más de mi luz para poder acercarse más a mí que soy luz.
Noelia: El Señor me revela que esta luz no es una luz como la conocemos. La Biblia dice que Dios es luz y que habita en una luz inaccesible. Esa luz es tan poderosa que, si los serafines no te prepararan para ingresar, tus ojos quedarían inmediatamente ciegos.
En ese lugar se respira tanta santidad y respeto, tanta honra hacia Dios, que para los serafines no hay carga ni aburrimiento en estar ahí todo el tiempo. A diferencia de lo que a veces la mente humana imagina, ellos lo viven como un honor y un privilegio inmenso. Ese respeto es indescriptible, como también el amor tan grande que tienen por este Dios, el Creador sentado en el trono.
Él es el Yo Soy. Él siempre fue y siempre existió. No hay un antes y un después para Él. Él siempre fue íntegro y nunca fue creciendo. No tiene un principio ni un final. Él es eterno: desde siempre, para siempre y por siempre. Nuestra mente humana no puede llegar a entender quién es Él si no nos es revelado por su Espíritu.
El Señor está rompiendo límites en tu mente en este momento, para que entiendas quién es el Dios en quien has creído, quién es el que te habla y el único que tiene todo lo necesario para sanarte y salvarte.
Su poder es ilimitado. Él podría destruirte con solo pensarlo, pero no lo hace porque te ama tanto. Aunque es tan poderoso, tan perfecto, tan grande y tan sabio, te ama tanto a ti, que eres tan pequeño. Él cuida de ti con todo su ser, con todo su poder, con toda su sabiduría, con toda su plenitud. Él es total. No le falta ni un poco de sabiduría, ni un poco de inteligencia, ni un poco de amor. No, Él ya está completo y siempre lo estuvo.
Él te creó y lo sabe todo: todo lo que piensas, todo lo que vives, todo lo que sientes, todo lo que anhelas y dejas de anhelar. Él lo sabe todo, cada detalle. Siempre supo todo. Siempre supo toda tu vida, incluso desde antes de nacer.
Él es la razón por la que tu corazón sigue latiendo, y Él escucha tu corazón latir. Él tiene la capacidad de escuchar todos los corazones al mismo tiempo, y lo hace. El Señor me revela ahora que Él escucha nuestro corazón latir incluso cuando dormimos. Él se ocupa de nosotros. Él hace que el corazón bombee y que la sangre circule. Es su palabra. La palabra que sale de su boca es magistral.
Teniéndolo todo, sabiéndolo todo, Él decide amarte, decide restaurarte, decide aceptarte, no importa cuán quebrado estés, no importa lo malo que hayas sido. Él te busca igual y se preocupa, porque no quiere que nadie se pierda. Si fuera por Él, le gustaría que todos sean salvos y habiten junto con Él.
Él no quiere que nadie se pierda, como dice la Biblia. Él hace todo para que alguien sea reconciliado, sanado y restaurado. Él busca la mejor opción entre las muchas posibilidades en su abanico que solo Él puede ver, porque solo Él puede ver todas al mismo tiempo y solo Él puede ver el pasado, el presente y el futuro a la vez.
Él hace todo lo posible para buscarte y llenarte de su Espíritu. Él te llama insistentemente. Si no lo escuchas de día, te llama de noche. Si no lo escuchas de noche, te llama en la mañana o en la tarde. Él te llama y no se cansa, porque no es impaciente como nosotros. Él es tardo para la ira y abundante en misericordia. No se puede comprender tanta piedad, tanto amor, tanta misericordia.
A través de esta revelación, Él quiere que entiendas en este momento quién es tu Dios y cuánto te ama.
Yo no me canso de ayudar a mis hijos, dice el Señor. No me canso. Yo incluso ayudo a los que me dan la espalda. Yo soy el que le da de comer al que no me busca, al que no cree ni siquiera que soy real, que existo. Pero Yo igual le doy pan, porque soy generoso y paciente.
No soy un Dios que en primer lugar busca la venganza de los que me resisten, sino que pruebo en múltiples formas y maneras para ver si los que me dan la espalda se dan vuelta para mirarme, escucharme y conocerme. Yo anhelo ser conocido, dice Dios. Yo quiero que me reconozcan como su Dios. Soy un Dios celoso.
Noelia: Dios me muestra su corazón. Es un corazón que no se puede corromper, que no se puede pervertir. Es como una piedra preciosa de color rojo, como un rubí. Su amor no es un amor corruptible, no es un amor negociable. No se puede hacer negocios con ese amor. No va para atrás y no cambia. Es un amor inmutable. Por eso lo veo así, como una piedra roja, porque significa que no se puede cambiar. Es como un diamante que nadie puede romper ni ablandar ni desintegrar. Nadie puede cambiar el corazón de Dios. Por eso dice la Biblia:
[Malaquías 3:6] Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.
Por eso Dios tiene tanta paciencia, tanta gracia, tanta misericordia con nosotros, aun cuando no lo merecemos. Nosotros ya habríamos prendido fuego a las personas que nos hacen daño o nos ofenden, pero Él aguanta, porque su amor es un amor que no se gasta, que no se agota.
Veo un vaso adentro de su corazón, y este vaso siempre está lleno de un líquido de amor que nunca disminuye, porque Dios no se cansa de amar. Nosotros nos cansamos de amar, pero Él no. Nos cansamos de perdonar, pero Él no. Nos cansamos de ser pacientes, pero Él no. Él tiene una paciencia que resiste, resiste, resiste.
El Señor habla de esto porque quiere revelarse a ti. Quiere que sepas quién es Él y que entiendas que nunca te va a abandonar, porque Él no es como un ser humano. Él es divino. Él es el Creador. Él no te creó para destruirte, sino para que estés cerca de Él, para que seas su Hijo.
Acuérdate del corazón de Dios cuando pienses que Él te abandonó, que Él te dejó, que se va a cansar de tus defectos. Tienes que cambiar la manera de pensar en Él, porque Él no es hombre.
[Números 23:19] Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
Tienes que entender que no estás tratando con una persona humana, sino con una persona divina, con una persona perfecta. Dios es completamente estable, y mientras decidas permanecer junto a Él y recibir su perdón y su amor, Él va a estar ahí, porque Él es inmutable.
Hijito, estás pensando de mí de una manera pequeñita, dice el Señor. Tienes una concepción muy limitada de quién soy Yo. No me conociste todavía como quiero que me conozcas. No entendiste todavía mi profundidad, mi longitud, mi altura. No se te fue revelado aún quién soy Yo, que Yo soy el que soy, y el mismo que siempre fui es el que voy a ser. No entendiste que para mí no hay un fin.
Por eso, a veces piensas que se me va a terminar la paciencia para contigo, pero no entendiste que la decisión está de tu lado. Si siempre decides buscarme igual y levantarte y seguir, mi paciencia no se agota. Yo siempre te espero, porque soy paciente sobremanera.
Hay procesos que no entiendes por qué los estás atravesando, dice Dios, y te cuesta más, porque no confías en este Dios que hoy te estoy mostrando. Si tuvieras la revelación de quién soy Yo, confiarías mucho más en mí, porque entenderías el alcance de mi poder y la magnitud del amor que está en mí.
Noelia: El Señor dice que pidas que Él te revele más quién es Él, porque cuanto más revelación tengas de quién es Él, más vas a poder confiar en Él.
El que no confía en mí es porque no me conoce como debería conocerme, dice el Señor. El que no me confía plenamente es porque no me conoce plenamente. Pero Yo quiero revelarme más a ti y quitarte el velo que ahora te impide que me veas tal cual soy, para que entiendas mi grandeza y puedas confiar en mí.
[Isaías 26:3] Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Tienen que estar seguros en mí, dice Dios, sabiendo quién soy Yo. Tienen que estar seguros en mí, porque no están bajo las alas de cualquiera, dice el Señor. Ustedes están bajo mis alas, dice el Señor, resguardados nada menos que por su Dios creador. No es cualquier cobertura la que los guarda. Es mi omnipresencia. Es la persona del Yo Soy la que los cuida noche y día.
[Salmos 91:1-4] El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad.
Noelia: Recuerden que Dios puede estar atento a todas las cosas al mismo tiempo. Él puede ocuparse con total atención de todos sus hijos al mismo tiempo, sin distraerse, sin cansarse, sin necesidad de quitar la mirada de unos para poder tener la mirada en otros, porque Él tiene ojos en toda la tierra.
A veces ustedes piensan que Él no les presta atención a ustedes en particular porque está ocupado con otro, porque le está prestando atención a otros de sus hijos, y no entienden que Él no tiene limitaciones, que Él se ocupa de todo al mismo tiempo. Él siempre está activo, y para hacer todo lo que hace, ni siquiera necesita levantarse de su trono, aunque a veces lo hace.
El Señor quiere romper estos límites en tu mente acerca de quién es Él y hacerte entender que Él no tiene limitaciones para ocuparse de ti, que Él no necesita ir a ningún lado para contenerte. Dios no es como nosotros, que les podemos prestar atención a nuestros hijos uno a la vez.
Él tiene la capacidad de prestarles atención a todos sus hijos al mismo tiempo y no necesita sacar la mirada de ti para prestarle atención a tu prójimo. Él tiene la atención en todos nosotros al mismo tiempo y nos mira intensamente. No mira como nosotros miramos a nuestros hijos; Él mira 100% atento a cada uno de sus hijos, porque Él es total, y cuando mira, mira total, no superficialmente.
Él no mira de reojo como nosotros; Él mira todo y Él mira completo. Si pudieras verlo mirándote un segundo de esa manera, te daría miedo, porque Él no mira solo con los ojos de su cuerpo espiritual, sino que mira y presta atención con todo su ser.
Cuando te presta atención, es una atención total, no a medias. Él no se distrae cuando te mira, como nosotros nos distraemos cuando miramos lo que hacen nuestros hijos. Cuando Él pone su foco en ti, es un momento que Él dedica para ti, un momento donde se entrega por completo.
Su entrega hacia nosotros no es parcial. Él está con nosotros al ciento por ciento. Él no hace las cosas a medias, porque Él no es a medias. Él es total y completo. Él deja huellas en todo lo que hace. Él cambia todas las cosas.
La iglesia, en general, solo tiene una revelación parcial del Dios del que habla, del Dios al que ofrenda. Es apenas una pequeña parte de lo que Él es. La iglesia necesita una revelación mayor de este Dios.
Muchos predicadores hablan de quién es Dios, pero lo hacen de manera limitada, porque solo pueden hablar hasta donde lo han conocido. La revelación que tienen es muy limitada, y en consecuencia, así es también como hablan de Él. Quieren darle gloria y honor, pero lo presentan muy por debajo de lo que Él realmente es.
Pero es algo que hay que vivir. Es algo que tiene que ser revelado por el Espíritu Santo.
[Juan 3:11] De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
Muchos de ustedes han creído en el Señor, se han entregado a Él, se han bautizado en agua, incluso han recibido el bautismo del Espíritu Santo, pero no lo han conocido de verdad. No lo han palpado, no han entendido su grandeza, no han entendido su poder, su majestad, su omnisciencia y omnipresencia.
Si ustedes pudieran estar solo un segundo cerca de su trono, les cambiaría la vida para siempre y su fe no volvería a ser la misma. Después de tener esta revelación, todo lo demás lo tendrían realmente por basura, porque nada se compara con lo que Él es y con habitar cerca de Él.
A través de esta revelación que les comparto, Dios quiere que entendamos que tenemos que anhelar que llegue ese día en que vamos a habitar con Él en la nueva Jerusalén celestial.
[Apocalipsis 21:23] La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
El Espíritu me revela ahora que, si en esa ciudad hubiera un sol, su luz se vería opacada por la luz de Dios, que es infinitamente superior a cualquier otra luz.
Y la luz de Dios no se limita a las medidas de la nueva Jerusalén. Si quisiera, Dios podría iluminar el universo entero. Su luz va mucho más allá. Su luz lo llena todo. La gloria a la que vamos a tener acceso es indescriptible, porque vamos a vivir con este Dios que va a ser todo para nosotros.
El Señor dice que tomemos conciencia de que no es nada el precio que tenemos que pagar: el sufrimiento, las aflicciones, la enfermedad, los vituperios, las pérdidas. El dolor y los padecimientos a los que estamos llamados no son nada comparados con la gloria en la que vamos a habitar.
Por eso el Señor quiere que entiendas, en ese pozo donde estás, en esa oscuridad, en esa tristeza, en ese dolor de tu enfermedad, que Él quiere que amplíes los límites de tu mente y digas: «¡Guau! No lo había pensado así. Nunca se me había ocurrido medir a Dios de esta manera, pensar realmente quién es Él, con quién voy a estar, a quién sirvo y en quién he creído».
Cuando les comparto estas visiones que el Espíritu me revela, ya quiero estar ahí. Si fuera por mí, ya me iría a esa presencia. No me alcanza con la visión; quiero experimentarlo al 100%, y eso me alienta, me bendice y me edifica.
Es como cuando alguien te da un empujón en la espalda y dices: «¡Ah, cierto, cierto! Tengo que concentrarme en eso. Estaba perdido, desconcentrado, distraído, pero a partir de ahora ese tiene que ser mi foco: acordarme de lo que me espera habitando cerca de mi Padre Celestial».
Hijitos, no se olviden. No se olviden de quién soy Yo, dice el Señor.
Noelia: Siento recomendarles por el Espíritu Santo que investiguen cómo la Biblia describe al Señor: en las visiones de Ezequiel y de Isaías, en Apocalipsis, en los Salmos y en otros libros; pasajes como esto:
[Deuteronomio 32:39] Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano.
Entender quién es Él realmente te lleva a amarlo más y a confiar más en Él. Entonces se vuelve más fácil entregarse al dolor de las aflicciones de este tiempo presente, que es pasajero en comparación con la vida eterna en su presencia que nos espera. Entender quién es Él te abre puertas a la sanidad del corazón.
Esto es una llave que el Señor te está dando en este momento. A muchos de ustedes les falta esa revelación, o no la han recibido en el nivel que necesitan, y por eso les cuesta seguirlo y resistir.
Si tuvieras la revelación de quién es Él, no dudarías en seguirlo, porque una vez que lo conociste eres cambiado para siempre. No es posible conocer a Dios y seguir igual, porque la revelación del Yo Soy te impregna y queda grabada en tu cerebro, en tus células. Todo tu ser cambia después de esa revelación.
Así que estudien en la Biblia sobre quién es Dios y pídanle que Él se les revele más, porque quiere responder a esa petición. Él quiere revelarse a ustedes de distintas maneras y en un nivel mayor, incluso por sueños, por éxtasis, por visiones o por palabra profética, que también transforma, porque es vida, y porque es el Espíritu Santo quien se mueve cuando hay palabra profética, y el Espíritu es el factor de cambio.
Ahora lo veo a Dios Padre en el trono, sonriente y pensando en su corazón: «Hoy los sorprendí. Hoy preparé este regalo para ustedes y los quería sorprender.»
Veo que muchos de ustedes están llorando porque les tocó esta revelación, porque necesitaban salir del pozo donde estaban, ampliar su mente y cambiar la manera de pensar. Es como si te hubieran dado una cachetada para que te despiertes.
Hay mucho más, dice el Señor. Mucho más. El mundo espiritual es vasto y hay mucho para conocer.
Noelia: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre, son las que Él te quiere revelar, no porque seas más ni menos, sino porque te ama tanto que ya tiene preparados esos regalitos para sorprenderte. Pero quiere que lo busques honestamente y de todo corazón.
La adoración y la alabanza son una entrada, una invitación al Espíritu de la revelación para que te abra los ojos y te quite los velos.
El Señor me dice que los bendice en este momento, y veo a sus ángeles tocándolos a ustedes. Ahora los que les costaba perdonar pueden perdonar. Los que estaban amargados están sonriendo y recuperan el gozo. Los que estaban inquietos recuperan la paz. Porque, cuando una palabra viene de Dios, cambia el estado de las personas.
Abrazos y bendiciones desde Argentina.