En esta ocasión, el Señor quiere aclarar algunas cosas a su pueblo sobre este pasaje:
[1 Corintios 12:27-30] Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿todos maestros?, ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos lenguas?, ¿interpretan todos?
Hijitos míos, dice el Señor, muchos de ustedes están confundidos y le están pidiendo peras a un manzano o almendras a un nogal.
Hijitos, tienen que entender que, así como el cuerpo humano está formado por muchos miembros y órganos, y cada uno cumple una función distinta, ustedes también son diferentes y deben funcionar de distintas maneras.
Muchos de ustedes le piden a los brazos que funcionen como si fueran piernas, a los ojos que hablen como si fueran boca, a la nariz que cumpla la función de la lengua, dice el Señor, y no entienden que no van a encontrar lo que buscan si el miembro al que recurren no tiene la capacidad de darles lo que necesitan.
Hay muchos de ustedes que les piden a los pastores que funcionen como profetas, cuando quizás solo son pastores y no profetas, dice el Señor, y algunos de ustedes les piden a los evangelistas que los pastoreen, cuando quizás no los he llamado a pastorear.
Ustedes tienen que discernir de qué columna tienen que abrazarse, dice el Señor, y asirse de esos postes que he colocado en mi templo, que es mi casa.
Noelia: El Señor me muestra ahora a una persona caminando adentro de un templo celestial y buscando un cofre con tesoros, porque sabe que tiene gran valor y que su vida va a cambiar para siempre si lo encuentra. Esta persona no se queda sentada esperando a que el cofre aparezca milagrosamente, sino que recorre el templo, mira en todos lados, golpea todas las puertas, entra en cada habitación y pregunta a los que habitan en el templo si no lo han visto.
Hijitos, dice el Señor, así tienen que actuar ustedes. Lo que necesitan, tienen que anhelarlo y buscarlo por cielo, mar y tierra, hasta encontrarlo. Pero muchos de ustedes no son así. Algunos se quedan sentados con los brazos cruzados, esperando que esas cosas aparezcan mágicamente, mientras otros se acuestan a dormir con la ilusión de que al despertar, esas cosas les van a aparecer de la nada.
El reino de los cielos no funciona de esa manera, dice el Señor. Si bien las cosas celestiales se dan por gracia, Yo espero que ustedes sean como esa persona que busca desesperadamente el tesoro y no se queda cómodamente, sin moverse de su lugar.
[Mateo 13:44] El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
No sean cómodos, dice el Señor. No se queden como paralíticos, que no quieren mover las piernas, dice el Señor, o como parapléjicos, que tampoco quieren mover los brazos, o como ciegos, que ni siquiera quieren abrir los ojos para ver qué es lo que necesitan. Muchas veces, ustedes no solo no quieren hacer nada para buscar lo que necesitan, sino que ni siquiera quieren abrir los ojos para ver primero qué es lo que necesitan.
Hijitos, sean diligentes, dice el Señor, porque si bien es cierto que hay muchísima necesidad en mi templo —que en esta profecía representa la casa de Dios, que somos nosotros, la iglesia—, si bien es cierto que mi casa está llena de personas con necesidades de todo tipo, también es cierto que ustedes son como clientes que no quieren pagar por los productos que se venden en las tiendas.
Ustedes son como pacientes que, cuando van al médico, no participan en el tratamiento que el médico les receta, dice el Señor, y después le echan la culpa al médico porque siguen enfermos. Sin embargo, la culpa es de ustedes por ser negligentes y por no respetar ni obedecer lo que el médico les dice que tienen que hacer para encontrar sanidad y salir del estado de enfermedad en el que están.
Así como se manejan con sus doctores físicos, se manejan conmigo, dice el Señor. Así como son con sus abogados, también son conmigo.
Cuando tienen un problema legal, van y consultan al abogado sobre qué hacer. Sin embargo, cuando el abogado les explica el procedimiento y les pasa el honorario, ustedes dicen: «No, no, no, es muy caro. No puedo hacer ese trámite», o dicen: «No, no, no, es muy complicado y lleva mucho tiempo. Mejor no lo hago. Prefiero sufrir el golpe antes de meterme en este proceso». Otros dicen: «No quiero esperar», «No estoy listo para enfrentar este juicio» o «No quiero problemas».
Ustedes usan distintas razones y excusas, dice el Señor, y muchas veces esas excusas no tienen fundamento. Después, cuando llega más sufrimiento, parte de la responsabilidad es suya.
Así como se manejan con sus abogados, se manejan conmigo. Así como son con sus esposos, así me tratan a mí, dice el Señor. Así como tratan a sus prójimos, así es la relación que mantienen con su Creador, porque como son abajo, también son arriba.
Tienen que entender que si no saben ser fieles con lo que pueden ver, con las situaciones de su vida cotidiana, con lo poco que tienen en esta tierra, dice el Señor, ¿cuánto menos lo van a hacer con las cosas celestiales? Así como se comportan con lo que tienen cerca, así se comportan con lo que tienen lejos. Así como se muestran en su caminar diario, así son con las cosas espirituales. Son irresponsables.
Este es un llamado a levantarse y buscar lo que necesitan, dice el Señor, pero deben buscarlo donde saben que pueden encontrarlo, porque muchos de ustedes piden palabras proféticas a sus pastores cuando ellos son únicamente pastores y no profetas, mientras que otros buscan que los profetas a los cuales escuchan los pastoreen, cuando no todos los profetas son llamados a ser pastores.
Pero también hay evangelistas que están pastoreando sin tener un llamado a pastorear, dice el Señor, y pastores que se comportan como apóstoles cuando no lo son, o no lo son todavía, porque hay personas que tienen más de uno de los cinco ministerios mencionados en Efesios 4. Una persona puede tener uno solo de estos cinco ministerios, o puede tener dos, tres, cuatro o incluso los cinco, como el Señor Jesús.
[Efesios 4:11-12] Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo
Noelia: El Espíritu Santo me trae ahora a Pablo como ejemplo, que tenía distintos ministerios.
[1 Timoteo 2:7] Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.
Ustedes tienen que entender y discernir cuál es el llamado de la persona, dice el Señor, porque puede pasar que un pastor diga que es profeta y no lo sea, o que un profeta diga que es pastor y no lo sea. No tienen que fijarse en lo que uno dice que es, sino en el testimonio que tiene y en los frutos que da, porque la Biblia dice que por sus frutos los conocerán.
Hay árboles que son manzanos y que intentan ser naranjos, y por más que intenten dar naranjas, no van a poder, porque han sido creados como manzanos y no como naranjos.
Eso es lo que ustedes tienen que evaluar: pesando en la balanza de la Palabra los frutos que la persona lleva y observando si se mueve en la unción o en la carne, si fluye en el camino o hace fuerza para ser algo que no es.
Muchos dentro de mi casa se ponen títulos que no les he dado, dice el Señor, pero este no es el único problema en estos días. Un problema también es cuando las ovejas buscan absolutamente todo en una sola fuente, y como esa fuente no está plantada para dar el agua que ustedes necesitan, entonces hay conflictos.
Hijitos, dice el Señor, tienen que buscar para satisfacer las necesidades de las cosas que les faltan en el resto de las columnas de mi casa. Si tienen a alguien como pastor de sus vidas y esa persona no es profeta o maestro, entonces tienen que recurrir a otras columnas que sí sean profetas o maestros, porque únicamente el que es llamado a ser maestro de la Palabra tiene una autoridad fidedigna para enseñar la Palabra por el Espíritu Santo y bajo la unción que Yo le he dado.
Hay pastores que tienen un don para enseñar, pero no son maestros de la Palabra, dice el Señor, y hay pastores que pueden profetizar, que tienen el don de profecía, pero no son profetas. Hay profetas con mucha revelación, algunos incluso hacen milagros y sanidades, pero no están llamados a evangelizar como lo hace un evangelista, que tiene una unción especial para esa tarea.
Ustedes están confundidos, dice el Señor, y no entienden que una cosa es tener uno de los cinco ministerios, y otra es tener los dones que reparte el Espíritu Santo a los que tienen ministerios o no, según Él lo disponga. Cada oveja tiene que saber dónde encontrar el pasto que necesita.
Ustedes no van a consultar a un odontólogo si tienen problemas de la sangre, ni a un oftalmólogo si tienen problemas de los pulmones, dice el Señor. No van a comprar huevos en una verdulería, ni medicamentos en una ferretería. Y si bien hay supermercados más completos y otros más limitados, esto no significa que unos estén bien y otros mal, sino que cada uno tiene distintas capacidades y limitaciones.
A veces ustedes le están exigiendo peras al olmo, no entendiendo que están presionando a ciertos ministros para que les den de comer un pan que ellos no pueden cocinar.
[Santiago 3:12] Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
Noelia: Cuando el Señor habla de supermercados, se refiere a congregaciones. Hay congregaciones que ofrecen más servicios a los santos y otras que no tienen las cinco columnas establecidas, que cuentan con menos ministerios que otras.
Muchos de ustedes tienen que entender que están presionando a los ministros para que hagan cosas que ellos no pueden hacer, para que respondan consultas para las que no han sido llamados, para que caminen en zapatos que no les he dado, dice Dios. Y cuando no responden porque no tienen las herramientas, ustedes se enojan y no entienden que el pastor no está puesto en la iglesia para ser todo en uno; porque, si fuera así, ¿qué necesidad habría del resto de los miembros del cuerpo?
[1 Corintios 12:20-21] Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
Lo que está pasando hoy en día —que se ha puesto al pastor como si fuera la cabeza de la iglesia— es en parte culpa de los congregantes, que le exigen cumplir todas las funciones al mismo tiempo.
Noelia: El Señor me revela ahora que muchos pastores están quebrando por la sobrecarga, y esto también es porque muchas ovejas les exigen más de lo que pueden dar, pidiéndoles cubrir lugares para los que no tienen capacidad y desgastándolos hasta dejarlos sin tiempo, sin fuerzas y sin ganas.
Es una combinación de factores: a veces las personas exigen demasiado, y los pastores no disciernen hasta dónde tienen que ir, o tienen miedo de decir que no, ya sea por falta de sanidad, de entendimiento o por otras razones.
El Señor dice que, si tienen una necesidad profética y en su congregación no hay profeta, deben buscar en otro lugar la solución a esa necesidad que solo un profeta puede cubrir. Con esto, el Señor no dice que tienen que cambiarse de congregación, porque todos los ministros son miembros del mismo cuerpo de Cristo.
Dejen de exigirles a los míos que sean algo que no son, dice el Señor, y también dejen de intentar ser ustedes algo para lo que Yo no los he llamado. Infórmense sobre cuáles son las funciones de cada uno de los ministerios mencionados en la Biblia, porque no todos son apóstoles, no todos son profetas, no todos tienen un ministerio evangelístico, ni todos son pastores o maestros.
Hay maestros que pueden ser pastores, pastores que pueden ser maestros y apóstoles que pueden tener los cinco ministerios constituidos en sí mismos. Pero no todos operan de la misma manera, aunque tengan los mismos ministerios que otros.
Noelia: El Señor está respondiendo dudas en este momento y también me pide ahora que aclare cuál es mi función adentro del cuerpo, porque venía orando si tenía que hablar sobre esto.
Yo he sido llamada por el Señor a ser una voz profética a las naciones. El Señor me ha llamado a hablar de parte de Él a naciones, a grupos y a personas, y una de mis tareas es instruir al pueblo para que aprenda y se ejercite en cómo discernir la voz de Dios y en cómo entender cómo habla Dios.
Mi ministerio es un ministerio profético. Acá no van a encontrar pastos pastorales o enseñanzas de la Palabra, porque el Señor no me dio autoridad para hacer esto. Acá sí van a encontrar enseñanzas proféticas, pero cuando enseño es porque eso es lo que el Espíritu Santo me está diciendo proféticamente que tengo que decir. Pero acá no van a encontrar una maestra, una pastora o una evangelista. Y si bien el Señor me envía con tareas apostólicas, no van a encontrar una persona que tiene la autoridad ni la unción de un apóstol.
Soy una boca de Dios y tienen que entender que eso es lo que van a encontrar aquí: mensajes proféticos, cosas que el Señor quiere hablar a su pueblo y enseñanzas proféticas, donde no voy a ser yo la que esté enseñando sobre estos temas, sino que voy a estar repitiendo lo que el Señor me dice por profecía, porque Él es el que está enseñando a través mío.
Tienen que entender que los pastos que van a encontrar en este campo son pastos de profecía. Es el espíritu de profecía el que van a discernir que se mueve a través de este ministerio. Por lo tanto, no vengan a este lugar a buscar una respuesta de maestro, de pastor o de evangelista. Aquí van a encontrar la voz de Dios. Aquí van a encontrar las respuestas del Señor cuando Él las quiera dar.
Ustedes no van a un contador para preguntarle algo que le tienen que consultar a un abogado, o al abogado a pedirle que lleve la contaduría de sus negocios o de sus casas, dice el Señor. Así también es adentro del cuerpo de Cristo. Si ustedes necesitan liberación, por ejemplo, tienen que discernir quiénes son los que tienen una unción especial para liberación, y no preguntarle a cualquier hermano que ore por ustedes.
Disciernan, hijitos, dice el Señor, porque si van a golpear una puerta que está cerrada, simplemente no se va a abrir, y ustedes van a pensar que soy Yo el que no quiere abrirles. Pero no entienden que muchas veces ustedes golpean las puertas que no tienen que golpear. Disciernan bien y busquen lo que necesitan comer donde se vende.
Noelia: Esta es una metáfora. Si ustedes quieren comprar carne, van a una carnicería. Si quieren comprar ropa, van a una tienda donde se vende ropa. Pero también podrían encontrar ropa en un supermercado o multirrubro, que no son negocios especializados.
Esta metáfora significa que hay iglesias donde hay personas que tienen el don de profecía, pero no el ministerio de profeta. Ustedes pueden encontrar un lugar donde haya un poco de cada cosa, pero nunca va a ser lo mismo que ir a un profesional, que está especializado en un área específica.
Muchos de ustedes están preguntándose en su corazón: «Entonces, ¿cómo sé a quién tengo que preguntarle?» No es solamente por los frutos, como dijo antes el Señor. Ustedes tienen al Espíritu Santo para preguntarle al Señor a quién pueden consultar o dónde pueden buscar cubrir las necesidades que tienen.
Cuidado, dice el Señor, porque muchos de ustedes se hacen llamar algo que no son y están haciendo fuerza humana para operar en un ministerio que no tienen, para fluir bajo un aceite que Yo nunca derramé sobre sus cabezas, y ahí pueden errar muy grueso. Cuidado, dice el Señor.
Noelia: Al principio de mi ministerio, cuando todavía estaba conociendo quién era y no entendía bien cuál era mi función dentro del cuerpo de Cristo, pensaba que tenía que enseñar lo que a mí me parecía, además de profetizar, y el Señor me corrigió varias veces, hasta que entendí que mi función era hablar de parte de Dios.
Aún hoy me vienen ideas de vez en cuando, y cuando voy a orar en mi cuarto secreto, Dios Padre me dice: «Te he llamado para ser mi boca. Quiero que hables de mi parte. Quiero que seas mi boca profética. Quiero que digas lo que Yo quiero decir. Si sigues caminando bajo la unción que te he dado, vas a contar con mi protección, vas a dar testimonio de esa unción y se van a ver los frutos de caminar bajo esa unción.»
«Pero si te apartas de ese camino y vas por la carne y no por el Espíritu, haciendo lo que te parece, aunque a veces puedas hacerlo bien y sin equivocarte, no vas a cumplir con lo que te he llamado a hacer. Te vas a estar desviando, y no va a haber garantía de mi protección, porque vas a estar yendo por tu propia fuerza y no por mi Espíritu.»
Es muy importante que mantengas tu intimidad, tu oración y tu conexión con el Espíritu Santo, preguntando una y otra vez: «Señor, ¿qué quieres que haga hoy? Señor, ¿a qué me estás enviando, si es que me estás enviando a algo? ¿Qué tengo que hacer?», y no salir por tu cuenta.
Ahora veo muchas mujeres enseñando la Palabra cuando Dios nunca las llamó a hacerlo. También veo personas que creen que, porque el Señor las puso en cierto ministerio, pueden cubrir todas las necesidades del pueblo. Pero esto puede traer consecuencias trágicas para la vida de esas personas, de sus familias y de aquellos a quienes están ministrando.
Hay muchos evangelistas a los que Dios ha llamado para abrir sus bocas y compartir las buenas nuevas del Evangelio, para hablar de Jesús y que muchas almas se conviertan. Pero a veces no les alcanza. Piensan que no valen y empiezan a querer pastorear a esas personas o a estudiar la Palabra para enseñarla.
No digo que un evangelista no pueda usar la Palabra para evangelizar, sino que muchos intentan caminar en zapatos que Dios no les ha dado y terminan equivocándose, desviándose y perdiendo tiempo, y muchas almas no reciben las semillas que ellos tendrían que estar sembrando.
Pregúntale al Señor, pregúntale al Espíritu Santo y mantente en la línea segura. Cumple tu ministerio, como Pablo le dijo a Timoteo. No trates de cumplir el ministerio de otro, ni exijas a alguien que cumpla un ministerio para el que el Señor no lo ha llamado.
Así como en un hospital hay diferentes especialidades médicas, lo mismo sucede en la iglesia. Si no le vas a exigir a un especialista en huesos que te sane la garganta, ¿por qué exigirle a tu pastor que te dé una palabra que Dios no le ha dado? ¿Por qué pedirle a alguien que Dios no constituyó como maestro que te enseñe ese pasaje de la Biblia si no tiene las llaves para abrir ese candado?
No presiones a quien no tiene con qué darte lo que necesitas, no le exijas a alguien que sea algo que no es, y no trates de ocupar los puestos para los que el gerente no te ha empleado, dice el Señor.
Noelia: Así como Jesús no operaba en lo que no tenía que operar, mucho menos nosotros tenemos que ponernos un traje que no nos corresponde.
[Lucas 12:13-14] Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?
El Señor me muestra que algunos de ustedes sueñan que se ponen ropa demasiado grande, o zapatos que no son de su talla. A veces eso significa que están tratando de caminar en algo donde Dios no los ha llamado, o que quieren usar una vestidura espiritual que nunca se les concedió.
Muchos de ustedes se preguntan en el corazón: «¿Y yo qué soy? ¿Cuál es mi función? ¿Cuál es el rol que debería tener?», y la respuesta es que primero tienen que edificarse, aprender sobre las cosas espirituales, alimentarse de la Palabra, crecer, madurar y prepararse, para que Dios los llame a hacer algo.
Pero muchos solo están esperando un llamado de sus líderes, dice el Señor, esperando que ellos los pongan en algún papel adentro de las congregaciones, en vez de esperar mi llamado primero, y después el de sus líderes.
Nadie está puesto en un podio si no he sido Yo el que lo coloque ahí, dice el Señor, y ustedes tienen que discernir cuando alguien predica sin autoridad, sin poder y sin unción, y no alimentar ese ministerio ficticio, inventado por los hombres.
Manténganse en la línea que he trazado para sus vidas, dice el Señor. No se desvíen y no se tuerzan. La clave es seguir la guía del Espíritu Santo y no la de los hombres en primer lugar. Los hombres inspirados por el Espíritu Santo tienen la función de confirmar el llamado que Yo les hago, dice Dios.
Sean fieles a mí, dice el Señor, no a lo que ustedes quieren ni a ellos. Pregúntenme a mí dónde pueden encontrar el tipo de alimento que necesitan comer. Sean sabios, sean prudentes y actívense para encontrar lo que están necesitando. Dejen de reclamar a mis ministros que les den de comer lo que ustedes piensan que necesitan. Dejen de exigirles que hagan más de lo que ellos pueden hacer.
Muchos de ustedes son exigentes con estos ministros y piensan que porque tienen una profesión espiritual, ustedes tienen el derecho de exigirles que les den una respuesta lo antes posible, en el momento que ustedes consideran que tiene que ser, de la manera que ustedes piensan que tiene que ser, y que dure el tiempo que a ustedes les parezca, dice el Señor.
Pero el que tiene la unción para enseñar sabe cuándo tiene que enseñar, cuánto tiene que enseñar y a quién tiene que enseñar. Y el que tiene la unción para profetizar y está llamado a profetizar tiene la claridad de saber a quién profetizar, cuándo profetizar, cómo profetizar y hasta dónde profetizar.
Muchos de ustedes están enojados porque han consultado a un profeta y el profeta quizás les ha dicho que no hay palabra del Señor, o porque el profeta ha respondido a algunas personas, pero no a ustedes, dice el Señor. Están enojados porque la respuesta del ministro al cual han consultado ha sido corta, porque sus pastores no les han dado una cita, porque los maestros no les han enseñado lo que ustedes querían saber, y no siempre es por negligencia de los ministros, sino porque el ministro ha discernido que esa era la voluntad de Dios.
Otras veces es porque ustedes no me han preguntado a mí y han ido solos, sin mi consejo, dice Dios. Hay cosas que Yo les quiero proveer directamente de mi mano y no a través de ellos, pero ustedes se han vuelto dependientes de los hombres y no de mí.
Hay liberación que van a recibir directamente por mi Santo Espíritu, dice el Señor, sin la intervención de ningún hombre. Hay sanidad que van a recibir directamente de mi fuente y no a través de ellos. Hay respuestas que están esperando y que no necesitan buscar de nadie más, sino de mí.
Disciernan bien y sean entendidos del tiempo, del lugar, de la persona, de la fuente, dice el Señor. Disciernan y arrepiéntanse de enojarse con ellos, de ser exigentes, de presionarlos y de no buscarme a mí en primer lugar.
Arrepiéntanse también aquellos que se han hecho llamar algo que no son, algo que Yo nunca los llamé. Arrepiéntanse los que han estado funcionando en cosas a las cuales nunca los llamé a hacer. Arrepiéntanse de ponerse un traje que no han obtenido de mi armario, dice el Señor. Arrepiéntanse de fingir, porque muchos de ustedes han aprendido y se han adoctrinado para ser algo que en realidad no son.
Noelia: Me viene a la mente este pasaje:
[Santiago 3:1] Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
Tengan en cuenta este pasaje, porque voy a exigir cuentas, dice el Señor. Voy a pedir cuentas por lo que hicieron y por lo que dejaron de hacer. Voy a pedirles cuentas tanto a los que llamé a hacer algo y no lo hicieron, como a los que hicieron algo a los que nunca llamé para que lo hagan.
No subestimen los roles que ustedes consideran menores, dice el Señor. No se subestimen a ustedes mismos por lo que los he llamado a hacer, porque todas las tareas son importantes. Lo importante es responder al llamado. Lo importante es caminar por el sendero que he trazado para ustedes. Lo importante es vestirse con la ropa que les he concedido.
[1 Corintios 12:22-23] Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a estos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
Noelia: El Señor me dice que algunos de ustedes tienen que reubicarse, porque están en un escritorio que no les corresponde, laboralmente hablando, en el reino de los cielos. Tienen que renunciar a esos trabajos y volver a preguntarle al gerente cuál es la parte que les corresponde y qué tienen que hacer, porque hay piezas del rompecabezas que están donde no tienen que estar, y de esta manera no se completa el rompecabezas de las funciones del cuerpo de Cristo.
Si Dios no los ha llamado, tienen que salir de donde están, reubicarse y encajar donde tienen que encajar, y ahí encontrarán la plenitud que les falta. Ya no van a estar tan cansados como ahora, porque han estado yendo por su propia fuerza, y no van a sentir una carga ni un peso tan grandes. No se van a equivocar tanto y van a dar los frutos que sus corazones desean dar.
Pero para otros no es el tiempo. Tienen que esperar. Tienen que ser pacientes. Tienen que prepararse.
El Espíritu me trae ese versículo a la mente ahora:
[1 Corintios 3:6] Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Algunos plantan, otros riegan, otros podan las plantitas y otros fertilizan la tierra. Cada uno debe encontrar su verdadera identidad y reconocer, por discernimiento del Espíritu Santo, cuál es la identidad de la persona que tiene enfrente.
El Señor dice que tienen que aprender a decir que no de una buena manera y sin sentir culpa cuando las personas busquen algo que ustedes simplemente no tienen para dar. Ustedes tienen que dar lo que tienen, no lo que no tienen, porque si no, lo van a estar inventando.
El Señor dice que su sí sea sí y que su no sea no. Cuando no puedan dar algo, simplemente digan que no, y cuando tengan algo para dar, pregunten al Espíritu Santo si lo tienen que dar a esa persona, en ese momento, en ese lugar y en esa situación.
Los bendigo en el nombre poderoso de Jesús.