Traducciónes: inglés
[1 Juan 4:7-8] Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Amados míos, dice el Señor, recuerden lo que sucedió aquel día en esa cruz. Yo me entregué al cien por ciento por ustedes y no escatimé ni un solo centímetro de mi cuerpo para ofrecerlo de manera dolorosa y espantosa en aquella cruz.
Amados míos, dice Jesús, me he paseado entre mi pueblo, observando las relaciones entre ustedes, y he visto mucha falta de amor. He sabido y he conocido que muchos de los que se han dado a su prójimo para amarlo de distintas maneras, con el tiempo se han arrepentido de haber regalado ese amor.
Hoy estoy aquí porque quiero avisarles que esto es un error, dice Jesús, porque para eso Yo me entregué: para enseñarles justamente de qué se trata el amor verdadero, el amor como lo predica el cielo y no como lo predica el mundo.
Amigos míos, dice Jesús, no se arrepientan de haber amado. No se arrepientan de haber entregado el corazón a otras personas, aun cuando después de eso hayan sufrido tanto, porque de eso se trata el amor: de sacrificio, de entrega desinteresada, de darlo todo, aun sabiendo que la respuesta puede no ser buena ni positiva.
Lo que pasa, dice el Señor, y de lo que ustedes no se están dando cuenta, es que para muchos de ustedes amar es un negocio. Ustedes están amando a otras personas esperando recibir lo mismo a cambio. Ustedes están amando para ser amados y esto es un error, dice Jesús, porque de esa manera están negociando con el amor. Están dando algo para recibir algo a cambio, y así no es como funciona el amor real, dice Jesús.
Cuando Yo me entregué en esa cruz, sabía que iba a salvar a muchos, pero también sabía que esto iba a ser por gracia y no porque Yo iba a recibir algo a cambio. Yo me entregué aun sin que ustedes lo merecieran, dice el Señor, pero aun así los amé hasta el final, atravesando ese dolor insoportable en el cuerpo y también en el alma.
No sé si alguna vez lo han pensado, dice el Señor Jesús, pero mientras Yo pasaba por ese sacrificio y me entregaba como cordero inocente, no solo mi cuerpo sangraba, sino también mi corazón. Mi alma estaba destrozada, porque el dolor que sentía era también emocional.
Aun así, estaba firme en mi decisión de seguir con esa entrega hasta el final, hasta la muerte, sabiendo que no iba a pedir nada a cambio. No pensaba en obtener, a cambio de esa entrega, el mismo amor de los míos, sino en que fuera suficiente para que los míos crean en mí.
Amigos míos, dice Jesús, ustedes se están olvidando de lo que significa sacrificarse por el prójimo. Ustedes son transaccionistas y piensan que amar es como realizar una transacción. Piensan que amar es un trámite o una obligación.
Además de esto, dice el Señor, ustedes aman, pero esperando que el resultado de entregar ese amor sea recibir más amor, y no han entendido que tienen que darse las veces que sea necesario, sin esperar que la otra persona responda igual.
Yo lo entregué todo y no pequé contra nadie, dice Jesús, y de igual manera me traicionaron, de igual manera me desnudaron, de igual manera me vituperaron y se burlaron de mí. Todos los que estaban a mi lado me abandonaron. Muchas veces no creyeron en mí, aun cuando habían visto tantos milagros, dice Jesús. Hablaron mal de mí, murmurando a mis espaldas.
Estoy experimentado en quebrantos, dice Jesús. Sin embargo, de igual manera decidí ir hasta el final con lo que me había comprometido a hacer, que era amarlos hasta el final.
El amor no es un negocio, dice Jesús. El amor debe ser incondicional. Si ustedes aman realmente, no se van a arrepentir de haber amado, cueste lo que cueste, valga lo que valga, dice Jesús. Ese es el verdadero amor que estoy buscando y esperando encontrar cuando me paseo entre mi pueblo.
Hijitos, dice el Señor, dejen de ser negociantes del amor y regalen lo que tienen. Regalen el amor. Regalen la atención. Son como dádivas que tienen que aprender a dar, dice el Señor, sin esperar recibir nada a cambio.
A veces, cuando estén regalando ese amor de distintas maneras y en diversas manifestaciones, lo que van a recibir a cambio es más odio que antes.
Noelia: El Señor me hace entender ahora que, cuando una persona ama a otra, es posible que el resultado de haber amado a esa persona sea ser aún más odiado que antes, que esa persona nos desprecie aún más que antes de haberla amado.
Hay distintos resultados del amor, dice el Señor, pero ustedes no tienen que poner atención en el resultado, sino simplemente en que esa llama en sus corazones nunca jamás se apague.
En este tiempo en que los días son malos y el amor de muchos se va a enfriar más y más, como está escrito, dice el Señor, será un desafío que ustedes sigan amando de igual manera. En medio de tanta frialdad, será realmente una prueba que se mantengan con esa llama de amor a fuego máximo.
Muchos van a retroceder, dice Jesús, porque no son los dones espirituales los que los van a mantener encendidos en la llama de amor, sino la entrega y el sacrificio que van a tener que hacer para poder convertirse en esos catalizadores de mi amor.
No van a ser los dones los que los ayuden, les enseñen o los sostengan para que sean capaces de seguir amando a las personas, aunque se hayan enfriado tanto y se van a enfriar más en estos últimos días. Lo que los va a ayudar a amar en medio de tanta frialdad es tener un corazón permanentemente quebrantado y mantenerse conscientes de que sus vidas tienen que ser un sacrificio constante, dice el Señor, donde ustedes se sigan entregando una y otra y otra vez al prójimo.
Van a recibir golpes, van a recibir cachetadas y van a recibir empujones. Los van a escupir por causa del amor y los van a traicionar, incluso sus más allegados, los más cercanos, los que mejor deberían responder a ese amor. Y ahí se va a mostrar realmente quiénes de ustedes son los que saben lo que verdaderamente es amar y quiénes estaban negociando con el amor.
Los que retroceden por causa de las traiciones no saben realmente amar, dice el Señor. Los que retroceden por causa del sufrimiento que provoca amar a otras personas no son los que verdaderamente tienen un corazón humilde y dispuesto a seguir entregándose hasta el final, como Yo lo hice.
Los que se frustran por causa del sufrimiento que conlleva dar amor al prójimo lo hacen porque están buscando algo a cambio y no han entendido que tienen que ir por la vida dándose a sí mismos sin esperar que las otras personas reaccionen de la misma manera.
Los que han retrocedido por causa de haber amado y no ser correspondidos, dice el Señor, cerrando y enfriando sus corazones y endureciéndose, esos son los que amaron pero esperando algo a cambio.
Entiendan que muchos de ustedes estaban errados y equivocados en esto, dice el Señor. Por causa del dolor de haber amado y no ser correspondidos —hablando de distintos tipos de relaciones— algunos de ustedes retrocedieron tanto que se han quedado solos voluntariamente para no sufrir, porque cada vez que entregan sus corazones al prójimo son golpeados, y esta es una realidad que el Señor conoce perfectamente.
Muchos de ustedes se han metido en una cueva simbólica y no quieren salir de ahí, porque dicen: «Cada vez que amo recibo golpes. Cada vez que me acerco a alguien y me doy por completo, cada vez que doy lo mejor de mí en amar a esa persona, me responde mal y me lastima, y entonces huyo para resguardarme de esos golpes, para que no me sigan lastimando, para no sufrir».
Sin embargo, los que están reaccionando de esta manera no se están dando cuenta de que están haciendo lo que dice este versículo:
[Mateo 24:12] Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
No se están dando cuenta de que están cayendo en la trampa del enemigo y se están dejando enfriar en sus corazones para ya no amar, para que no sufran más golpes, dice el Señor, porque según ustedes ya no lo pueden resistir más.
Noelia: Este versículo no quiere decir solamente que el amor de muchos se enfriará por causa del pecado del hombre, sino también porque aquellos que amaron se encontraron con maldad como respuesta y se dejaron enfriar por causa de esa maldad que recibieron a cambio.
El Señor realiza un llamado a los suyos hoy, y yo sé que son muchos los que están escuchando esta palabra y están diciendo: «¡Wow! Esa es mi situación. Ese soy yo. El Señor me está hablando a mí».
No te enfríes, dice Jesús. No dejes que tu corazón se petrifique. No te vuelvas como un árbol muerto en medio del bosque, porque no te he plantado para no sentir nada, sino para sufrir por causa de mi nombre.
Tienes que entender que cada vez que te das a tu prójimo, cada vez que amas a tu prójimo así como a ti mismo, me estás amando a mí, dice Jesús. Y aunque ellos no te recompensen, Yo sí te voy a recompensar, porque la cuenta se está llevando para aquellos que están amando.
Hay muchos de ustedes que son pobres en lo material, pero ricos en lo espiritual, dice el Señor, y también hay muchos de ustedes a los cuales se les está perdonando muchas cosas por causa del amor que están entregando a otras personas.
[1 Pedro 4:8] Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.
Ustedes no entienden que hay una deuda que se está acumulando a su favor en su cuenta celestial cada vez que aman, dice el Señor. Pero si aman negociando con ese amor, esperando, buscando y a veces hasta contabilizando lo que están recibiendo a cambio, entonces esa deuda ya se les está siendo pagada.
Ustedes tienen que amar sin esperar nada, porque cuando hacen esto, su cuenta celestial queda abierta a su favor, porque todavía hay una deuda que se les tiene que ser pagada por causa de que no reciben el mismo amor como respuesta. Cuando ustedes aman y no reciben lo mismo a cambio, están acumulando tesoros en el cielo, porque Yo soy justo y voy a pagar lo que se amó y lo que se dejó de amar, dice Dios.
Algunos de ustedes eran muy amorosos antes, dice el Señor, pero después dejaron de amar. Algunos de ustedes eran muy generosos en el amor en el pasado, pero después se dejaron enfriar y pararon de amar.
Hijitos, arrepiéntanse y vuelvan a mis caminos, dice el Señor, porque amor es mi nombre. Yo soy amor, Yo soy luz y Yo soy verdad, y el que camina conmigo camina en amor. Cuando ustedes deciden voluntariamente dejar de amar a las personas, se van alejando de mí, porque Yo camino en el amor. ¿Y cómo pueden seguir caminando conmigo si ya no quieren amar a los demás?
Amados míos, dice Jesús, los agujeros de los clavos en mis muñecas son una señal que ha quedado en mi cuerpo para recordar lo mucho que los he amado. Los agujeros que quedaron en mis pies son una marca del amor con el cual los amé. Yo estuve dispuesto a ir hasta la muerte, dice Jesús. Entregué todo lo que tenía. No sufrí un poco; sufrí lo indecible, y no fue en vano.
Aun sabiendo que muchos iban a volver atrás, que muchos me iban a traicionar, que a lo largo del tiempo muchos que creerán en mí después me abandonarán, aun sabiendo que el hombre iba a ser cada vez más malo a medida que pasara el tiempo, aun sabiendo que muchos de ustedes son mercaderes de la fe, aun sabiendo que muchos me iban a buscar por algo o para obtener algo de mí y no porque realmente se enamoraron de mí, aun sabiendo que muchos me iban a fallar más de una vez y después iban a volver a pedirme perdón para ser restaurados, aun sabiendo que muchos iban a estar conmigo por un motivo equivocado y que otros me iban a reemplazar por otro amor o me iban a desplazar completamente de sus vidas, igualmente decidí amarlos.
Ese es el tipo de sacrificio que ustedes tienen que aprender, dice el Señor. Tienen que verse a ustedes mismos como el cordero que fue entregado incondicionalmente para que todo aquel que cree en Él sea salvo por causa de ese tipo de amor.
Ustedes tienen que aprender a verse en el espejo y encontrar un cordero de sacrificio, dice el Señor. Tienen que aprender a entregarse de nuevo y otra vez, y aún otra vez, por más que vuelvan a ser lastimados tantas veces como sea necesario, hasta que renuncien a sí mismos, como lo hice Yo, dice Jesús.
Muchos no han llegado a este punto y no han perdonado a los traidores cuando han pecado contra ustedes, lastimándolos, abandonándolos, rechazándolos, riéndose de ustedes, adulterando contra ustedes, mintiendo contra ustedes. No han perdonado y no han sabido amar.
El amor perdona y no guarda rencor, dice el Señor. El amor espera y es paciente, y no apura a la otra persona a que sea como ustedes quieren que sea. El amor es empático y no apresura ni presiona a la persona que es como una plantita que necesita más tiempo para crecer.
Muchos de ustedes son impacientes con el prójimo y no entienden que cada uno está en el nivel donde tiene que estar o donde puede estar, que todos son distintos, que todos necesitan cosas diferentes, que todos están en distintas temporadas y que el tiempo que una persona necesita para aprender a amar no es el mismo para cada uno.
Ustedes son exigentes con el prójimo, dice el Señor, cuando aún ustedes mismos no han aprendido a entregarse, cuando aún ustedes mismos, cuando se miran al espejo, no encuentran a esa ovejita inocente que va a ser sacrificada.
Ustedes quieren que el otro se sacrifique primero, dice el Señor, porque no quieren sufrir por causa del amor. Pero entonces, ¿qué tipo de cristianos son? ¿Dónde está el amor de Dios en ustedes y a través de ustedes? ¿Qué es lo que han aprendido? Porque si no aprenden a amar, de nada sirve todo lo demás.
Muchos de ustedes están pensando en títulos, en llamados, en ministerios, en posiciones, en dones, pero no en el amor, y están errando profundamente, dice el Señor, porque no están poniendo primero lo que realmente va primero, sino al final.
Amados míos, dice Jesús, el amor es sufrido. Esto significa que ustedes van a sufrir si realmente aman, porque el que ama va en contra de la corriente de este mundo. Si no sufren por causa del amor, ¿dónde está la luz de ustedes? ¿Dónde está la sal? ¿Dónde está el ejemplo? ¿En qué son mejores que los demás?
Entiendan que lo más importante y lo que más tienen que cultivar es el amor, dice el Señor. Si los lastiman, perdonan, se levantan y siguen amando a quien tengan que amar. Y si no reciben el amor de ustedes, siguen caminando y siguen amando, por más que sean rechazados, por más que sean maltratados, por más que sean odiados.
Este es el verdadero llamado de un verdadero cristiano, dice el Señor. El verdadero ejemplo de un hijo de Dios no es lo que sabe, sino lo que hace: cómo maneja las ofensas, las traiciones, las heridas, los dolores, el rechazo, el abandono, la soledad.
Mis ojos se pasean por la congregación de mi pueblo, buscando corderos que estén dispuestos a ser inmolados, dice el Señor, y son muy pocos los que puedo hallar en este estado.
Noelia: Veo a Jesús caminando por la calle y por distintos lugares donde están los hijos de Dios, entrando en congregaciones o en casas, visitando reuniones de cristianos. Lo veo paseándose, buscando que cuando mira a una persona, la vea literalmente como un corderito blanco, pequeño, inocente, que no conoce del mal y que está dispuesto a entregarse.
Muchas veces el Señor Jesús se decepciona, porque se pasea por todo el mundo, visitando a todos sus hijos, y no encuentra un corderito con estas características. Encuentra toros que se defienden ante los ataques y que se enojan ante las ofensas. Encuentra toros que se encienden en ira cuando son molestados.
El Señor dice que tiene que haber un cambio de actitud. Hay que entender que la recompensa no vendrá de los hombres, sino de Dios.
Las personas que más complacen a Dios no son las que tienen más dones espirituales, las que caminan en mayor poder de Dios, las que más saben de la Biblia o de las cosas espirituales. No son las más sabias, las que tienen el ministerio más grande ni las que tienen mayor influencia sobre más personas.
No son estas personas las que más complacen y hacen sonreír a Dios, sino aquellas que más se entregan, las que más perdonan, las que más consuelan, las que deciden levantarse cada vez que son golpeadas y seguir amando igual.
Amen como Yo los he amado, dice el Señor, y no menos que eso. Levanten la vara del amor y empiecen a amar aún más, y no se arrepientan de aquello que ya dieron. Porque si ustedes se arrepienten de haber amado cuando no recibieron lo mismo a cambio, entonces pierden su recompensa, porque están retrocediendo. En vez de ser mejores que antes, sus corazones entran en un estado peor.
No se arrepientan de haber amado, dice Jesús. Arrepiéntanse de haberse arrepentido de haber amado y pónganse contentos de haber amado aun cuando no los amaron, porque van a recibir recompensa del cielo. No tienen que poner sus ojos en esa recompensa, sino aprender a amar igual, como si no fueran a recibir recompensa, sin esperar nada a cambio.
Renuncien a los negocios del amor, dice Jesús. Renuncien a esperar recibir una respuesta que les agrade después de haber amado. Arrepiéntanse de reclamar el amor que no recibieron por causa de haber amado. Arrepiéntanse de haber dejado entrar la frialdad en sus corazones, dice el Señor.
Arrepiéntanse de haberse dejado enfriar por el enemigo, de haberlo escuchado cuando él les dijo: «¿Viste? Te dije que no te entregues. Te dije que no ames. Te dije que esta persona te iba a lastimar, te iba a hacer doler, te iba a traicionar». Escúchenme a mí, dice el Señor, porque Yo soy amor, y quiero que ustedes también sean amor, pero amor ferviente y no superficial.
Incrementen el fuego en sus corazones, dice el Señor. Amen, amen y amen, aunque sean rechazados, aunque sean despreciados, y no dejen de amar. Porque cuando vuelva, quiero encontrar no solamente fe, sino también amor en los míos, dice el Señor, y voy a venir por aquellos que son como llama de fuego que arde.
Noelia: El Señor me hace recordar a Juan el Bautista, de quien las Escrituras dicen que era como una antorcha que ardía y alumbraba mientras el Señor estuvo en la tierra.
[Juan 5:35] Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.
Sean ustedes así: cien por ciento encendidos en el amor, dice el Señor. No mengüen en esta área y serán más parecidos a mí, no menos.
Noelia: El Espíritu Santo me dice que ustedes pueden orar para pedirle al Señor que les dé un corazón más blando, más amoroso y más perdonador, y que insistan en esta oración, porque esta oración agrada al Señor. Esta es la oración que Dios espera escuchar de su pueblo.
Muchas gracias profeta Noelia. El SEÑOR bendiga su vida y su ministerio y continúe siendo un Instrumento poderoso de Dios en sus manos. He sido edificada a través de esta palabra y determino en mi corazón amar como el SEÑOR ama, más allá de los resultados o las consecuencias; un amor que no nace de la respuesta de los hombres, sino de la fidelidad de Dios y de su carácter inmutable formándose en mí, su hija. Le bendigo y oro para que cada día el SEÑOR le llene de su Presencia y su remuneración sea cumplida de parte de JEHOVÁ su Dios bajo cuyas alas ha venido a refugiarse, en Cristo Jesús. Amén.