Traducciónes: inglés
El Espíritu del Señor dice a la Iglesia hoy:
Amados míos, hay una revolución que se está dando en el mundo en estos días. El mapa del mundo se pone patas para arriba, y todo lo que antes era de una manera, ahora va a ser de otra. Las cosas están cambiando, el tiempo se está acelerando, y ustedes están adentro de ese tornado espiritual.
Yo (Noelia) veo ahora un tornado que arrastra todo, y nosotros, la Iglesia del Señor Jesucristo, estamos ahí adentro, siendo arrastrados por este movimiento violento. Las cosas no están quietas. Todo se está sacudiendo, y nosotros estamos sintiendo el impacto de esa violencia que se está dando en el mundo en estos últimos días.
Esto quiere decir que los hijos de Dios no están afuera de lo que está sucediendo en el mundo. Los hijos de Dios no están ajenos a los procesos por los cuales el mundo está pasando. Nosotros estamos adentro de ese tornado espiritual y estamos siendo arrastrados por esos movimientos violentos que se están dando.
El Señor me revela que, por causa de esa violencia, muchos se sienten con incertidumbre sobre el presente y el futuro, preguntándose qué van a hacer con lo que han logrado hasta aquí. Algunos de ustedes dicen: «Me ha costado tanto trabajo, y ahora he reunido cierto capital. He logrado cierta comodidad, y finalmente tengo cierta libertad para moverme y hacer ciertas cosas».
A través de este mensaje profético, el Señor quiere que entiendan que la vida no puede seguir igual y que está dando un cambio completo. Ustedes no pueden seguir caminando de la misma manera y tienen que adaptarse a estos cambios que se están dando en el mundo, entendiendo que prácticamente nada será seguro como antes.
Hijitos, dice Dios, tienen que entender que deben adaptarse a todo lo que está sucediendo, y aún más a lo que va a venir, porque si ustedes no aprenden a cambiar junto con lo que está cambiando, ¿cómo van a sobrevivir cuando el mundo ya no va a ser igual?
Hijito, dice el Señor, ¿no estás viendo que ya las cosas no son como antes y que no van a volver a ser como antes? Estos no son cambios temporales; son cambios permanentes.
El Señor me hace saber ahora que hay cosas que han cambiado y nunca volverán a ser como antes, y aún van a seguir cambiando. Hay cosas que van a sufrir muchos cambios a lo largo de los días que vienen. Todo lo que era estable ya no va a ser, y lo que estaba quieto se va a mover. Las personas van a tratar de adaptarse a algún cambio que se da en el mundo, pero cuando finalmente lo logren, las cosas van a volver a cambiar.
Esto tiene que ver con la tecnología. El Señor me hace saber ahora que el mundo va a ir, y ya está yendo, al ritmo de la ciencia y de la tecnología, que se desarrollan cada vez más rápido.
[Daniel 12:4 RVR1960] Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.
Hemos entrado en una nueva era espiritual, de lo cual el Señor ya ha hablado a través de mí y de otros vasos proféticos, y esto está provocando un aceleramiento de todas las cosas. Todo será más rápido. Cosas que en el pasado requerían más tiempo, en esta nueva era se van a llevar a cabo con mayor velocidad.
El mensaje de Dios es que debes aprender a adaptarte a distintas situaciones y no quedarte congelado ante nada. Cuando algo cambie en tu vida, no lo tomes como la última palabra, porque después de ese cambio, pronto vendrá otro, incluso en la misma área de tu vida.
El Señor dice que no estamos en tiempos de estabilidad, sino en tiempos de inestabilidad y turbulencia, tiempos de cambios violentos y repentinos.
El Señor quiere que entiendan que no pueden seguir manejándose como lo venían haciendo, y que deben estar preparados para que lo que era de una manera cambie por completo. Deben pedir la guía del Espíritu Santo para saber cómo enfrentar los cambios que van a venir.
Estos son los tiempos del fin, y los tiempos del fin están hechos para acelerarse. La Biblia dice:
[Hebreos 12:26-27 RVR1960] La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.
Este es un tiempo de agitación, un tiempo de sacudimiento, un tiempo donde la vida del hombre cambia rápidamente y toma un rumbo completamente distinto, como cuando uno va manejando por una ruta recta y de repente tiene que doblar en una curva de 90 grados.
Nosotros, la Iglesia del Señor Jesucristo, debemos entender que lo que viene son cambios a nivel político, cambios a nivel económico, cambios en las libertades y cambios en la vida del hombre en general. Nuestras mentes han sido preparadas para este cambio que viene sobre el mundo. Nos han programado, paso a paso, poco a poco, para que, cuando estos cambios violentos se introduzcan, nadie se espante.
No estamos fuera de ese plan. Todos estamos en este barco. La diferencia es que los que están en el mundo no tienen a Yeshúa como su roca, como su Salvador. Pero nosotros sí tenemos de dónde agarrarnos, porque contamos con una fe que nos sostiene mientras el barco avanza en medio de la tormenta.
Todos estamos en el mismo barco, pero nosotros estamos parados sobre una roca inamovible, mientras que ellos no tienen nada firme. No tienen una esperanza que los aliente y no ven una salida cuando piensan en el futuro. Sin embargo, nosotros sabemos que hay una salida.
Sabemos que lo que nos espera es la vida eterna. Sabemos que este tiempo es pasajero, que es como un abrir y cerrar de ojos en comparación con la eternidad que nos espera: una vida plena, en gozo, en alegría, en amor y en paz, junto a nuestro Salvador.
Todos estamos en el mismo barco, y la tormenta viene sobre el mundo. Mientras navegamos en este barco, vamos viendo distintas situaciones. Miramos a los costados y vemos cuerpos flotando en el agua. Vemos personas que se tiran del barco con un salvavidas, intentando salir a flote y salvar sus vidas, porque tienen miedo de permanecer en el barco.
Esto representa a personas desesperadas, que no sabrán cómo salvarse de lo que viene; gente que lo perderá todo, cuyas vidas van a cambiar de un momento a otro. De estar estables y cómodas, teniéndolo todo, de repente pasarán a quedarse sin nada.
Mientras vayamos en este barco, vamos a ver personas que se van a suicidar por estas causas. Algunos no serán capaces de soportar lo que se avecina: enfermedades, guerras, desastres de todo tipo y todo lo que ya fue anunciado desde hace miles de años, escrito para estos tiempos postreros.
Vamos a ver cosas muy fuertes, y no desde afuera del barco, sino desde adentro del mismo barco.
El Señor me dice que la Iglesia tiene que despertar y entender que nosotros vamos en el mismo barco que los que están en el mundo. No hay dos barcos. Los que tienen a Cristo y los que no lo tienen, salvos y no salvos, santos y no santos, justos e injustos… el mundo entero está adentro de un solo barco. Todos van a estar bajo la prueba que se viene sobre el mundo.
El Señor está hablando de esta manera porque algunos de ustedes no recapacitan y no quieren entender que lo que se viene va a ser una prueba también para nosotros, y vamos a tener que resistir. Vamos a perder personas, estatus, dinero y cosas materiales. Vamos a pasar por enfermedades, y quizás hasta tengamos que entregar nuestras vidas.
[Apocalipsis 3:10 RVR1960] Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
Pero «te guardaré» no significa «te quitaré». «Te guardaré» no es lo mismo que «te sacaré». Si fuera así, la Palabra no diría que esta prueba viene sobre el mundo entero. Aunque no somos del mundo, estamos en el mundo, y mientras sigamos aquí, también vamos a ser probados.
El Padre está hablando de esta manera —tan fuerte, tan directa y tan honesta— porque no quiere que, cuando pases por estas pruebas, te sorprenda, como si nunca te lo hubieran avisado, como si nunca te lo hubieran dicho. Al Señor le preocupa tu vida, le preocupa tu salud mental, le preocupa que seas capaz de resistir con fe hasta el fin.
El Señor quiere hacerte entender que tienes que aprender a resistir todo lo que venga. Quiere que entiendas que lo único que nos va a mantener de pie a los que somos de Dios es la fe en el Hijo de Dios. Pero la fe no es lo mismo que no pasar por pruebas, porque justamente son las pruebas las que hacen que la fe aumente, si las atravesamos bien.
El Señor está refinando a su pueblo para que, cuando Jesús venga a arrebatar a los suyos, la Iglesia esté en el mejor punto posible en lo que respecta a la fe. Si el Señor viniera hoy, sería un remanente muy escaso el que se iría con Él, porque la Iglesia ha perdido su foco y su fe.
La Iglesia ha sido mal enseñada, adoctrinada con doctrinas de demonios que la hicieron creer que no iba a pasar por ningún tipo de prueba, provocando que hoy la mayor parte de los hijos de Dios estén sentados sin mover un dedo para defender esa fe que les fue otorgada el día que creyeron.
Son injusticias que el diablo ha logrado con éxito, para que el pueblo de Dios no solo esté tibio y frío, sino también demandante y caprichoso, exigiéndole a Dios lo que cree que necesita, sin entender que, desde el momento en que nos convertimos, nos hicimos siervos de ese Dios que entregó a su Hijo unigénito para salvarnos.
La Iglesia se olvidó de que estamos hechos para sufrir los mismos padecimientos que sufrió nuestro Salvador para salvarnos a nosotros. Y que, si lo hacemos, tendríamos que decir: «Gloria a ti, Señor, porque me elegiste para pasar los mismos padecimientos que tu Hijo pasó».
Sufrir por el nombre de Jesús es una honra que la Iglesia hoy se quita de sus hombros, una honra que ya no quiere tomar de parte de Dios.
Hijitos, hijitos, hijitos, ¡reaccionen!, dice el Señor. ¿Cuántas veces les voy a avisar que lo que viene no es una mejora a nivel mundial? Falta poco para que vean volar por el aire cuerpos de niños desmembrados por causa de las armas nucleares que se van a lanzar. ¿Cuántas veces tengo que advertirles que la lluvia que se viene va a desarmar los cuerpos aun estando de pie?
El Señor está hablando de lluvia radioactiva y de nuevas formas de hacer derretir la carne del hombre. Este es un tiempo donde las decisiones, los corazones y las palabras de los gobernantes ya no son más un «quizás» o un «tal vez», sino un «sí» o un «no». Este es un tiempo que está preparado para que la violencia se manifieste en niveles sobrehumanos.
En la antigüedad, la gente se mataba con espadas o era envenenada. A veces, los hombres se mataban unos a otros con rocas, con lanzas y con otras herramientas que, aunque hoy siguen teniendo un potencial para matar, quedan obsoletas, dice el Señor.
Pero hoy en día el hombre cuenta con armas de destrucción que ustedes no se imaginan, dice el Señor. En los laboratorios existen armas de destrucción que no han sido publicadas. No se han compartido las cosas que ellos han creado para destruirse entre sí y conquistar territorios, dice el Señor.
Mientras ellos avanzan, se ajornan y siguen subiendo esa escalera que es cada vez más violenta, más científica y más eficiente a la hora de destruir y matar, ustedes se quedan en el mismo lugar, pensando que la vida del hombre va a ser siempre igual.
Lo que sus ojos van a ver no lo van a poder creer, en especial aquellos que escucharon estas palabras y no las tuvieron en cuenta. Lo que viene es tremendo, dice el Señor. Hay cabezas en las naciones y en los reinos que no vacilan en apretar ese botón. ¿Ustedes piensan que hay paz? Entonces están perdidos y no saben en qué tiempo están caminando. No son entendidos de estos tiempos, de los tiempos postreros.
El Espíritu Santo dice que lo que tienen que hacer es estudiar lo que dijeron los profetas del antiguo y del nuevo pacto, y reconocer en qué tiempos están viviendo.
Oh, hijitos, dice el Señor, a muchos de ustedes que no reaccionan, el terremoto los va a tomar cuando estén sentados en las sillas de sus congregaciones. Van a tener que escuchar al Espíritu Santo incluso para saber cuándo ir y cuándo dejar de ir, porque voy a sacudir a muchos pies y a muchas piernas que no hacen nada para mí, y los voy a provocar para que abran los ojos y se fijen en dónde están parados.
Muévanse, dice el Señor, porque el juicio que viene no es solo para los injustos, no es solo para los pecadores, no es solo para los que me rechazaron, sino también para los que, sabiendo hacer el bien, no lo hicieron. Para aquellos a quienes Yo llamé muchas veces al servicio y no me quisieron oír, no me quisieron escuchar, no quisieron entender, no quisieron obrar.
Estas cosas también vienen para los desobedientes, para los Jonás de estos tiempos postreros, para ver si tal vez puedo salvarlos de esa mediocridad en la que están y de esa tibieza que, si no se calientan por mí, lo único que va a provocar es que los vomite de adentro mío, dice Jesús.
Amados, no están entendiendo que tienen que redimir el tiempo y apurarse a hacer lo que tienen que hacer, y que no hay tiempo para perder. Mi alma está esperando una respuesta de tu parte, dice el Señor. ¿Cuántas veces te llamé a hacer lo que tenías que hacer y no lo hiciste? ¿Cuántas confirmaciones más me vas a pedir para finalmente ponerte a caminar y salir de esa silla donde estás sentado, sin producir nada para el Reino de los cielos?
El tiempo es corto, dice Dios, y cuando quieran acordar, ya no van a poder obrar, porque la noche viene sobre el mundo entero. Y cuando la noche venga sobre el mundo entero, ahí se van a acordar de lo que no hicieron por causa de mi nombre, y no lo van a poder hacer, porque ya no van a tener la libertad que tienen ahora, ni el tiempo disponible, y mucho menos los recursos.
Lo único que van a tener que hacer es sobrevivir a la persecución que viene sobre los míos. Cuando la noche venga y ya no puedan trabajar, dice el Señor, ahí se van a arrepentir y van a ser perdonados, pero no van a poder redimir el tiempo que perdieron, y perderán recompensas y tesoros en el cielo, provocando resta en vez de sumar para el Reino de los cielos.
[Juan 9:4 RVR1960] Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.
Este pasaje está hablando de un tiempo en el cual los que quedemos vivos vamos a ser perseguidos, y vamos a hacer lo poco que se va a poder hacer en ese momento para glorificar el nombre de Dios. Pero no vamos a tener las mismas oportunidades que tenemos ahora, cuando todo está disponible, cuando estamos sanos, cuando la mayor parte de nosotros somos libres.
Podemos abrir la boca, leer una Biblia, compartir el Evangelio, visitar a los enfermos, llevar la salvación a las cárceles, orar por las personas, interceder por lo que Dios quiera. Tantas cosas hay para hacer… pero más son las excusas, dice el Señor.
Hijitos, la noche viene y no van a poder responder ese llamado en ese momento. No esperen a que sea tarde. No esperen a que el agua les venga encima. Dejen de ser tibios y caliéntense por mí. Actívense hoy, y no mañana, porque mañana mismo puede cambiar el mundo entero. Ustedes piensan que exagero, pero así va a ser.
En un solo día, se va a lanzar una bomba nuclear sobre el mundo, generando destrucción masiva. El mundo entero va a ser sacudido de un momento a otro, y ya no va a haber la misma comodidad que antes. Nuestras libertades van a ser cada vez más reducidas. Las posibilidades de obtener recursos materiales se van a ver cada vez más acorraladas, me dice el Señor, porque ya no vamos a poder participar de algunas cosas que ellos están planeando implementar en el sistema financiero y bancario.
Ellos van a llevar a la gente de la tierra a que se metan en ese sistema —el sistema de la bestia— pidiéndonos que hagamos ciertas cosas que son pecado. Y vamos a tener que decir que no, y no vamos a poder participar de lo mismo que hoy podemos participar. No vamos a tener el mismo acceso que tenemos hoy.
Van a haber trabas, peros y requisitos que ellos nos van a imponer, en los cuales nuestra conciencia nos va a decir que no podemos participar. Y entonces, para algunos, cumplir con nuestro llamado ya no va a ser tan fácil como antes.
El Señor me hace entender que es necesario que uno realmente esté preparado para todo, dentro de lo posible, incluso en lo mental. Porque, por las cosas que van a pasar, por las cosas a las que nos vamos a tener que negar a participar, provocando escasez y falta en nuestras vidas, vamos a sentirnos mucho más rechazados que ahora, mucho más solos, mucho más perseguidos, y cada vez más.
La persecución contra la Iglesia será en el mundo entero. Se va a manifestar en distintas áreas al mismo tiempo, y no habrá ninguna que se quede atrás.
Muchos hermanos no van a resistir en la mente, y su mente se va a quebrar. Será como una computadora que empieza a fallar, y algunos se volverán locos, porque no estarán bien anclados en la fe. Porque no habrán sabido edificarse para estar firmes en Jesús, lo suficiente como para resistir esas cosas tremendas por las que vamos a pasar.
La prueba será en todo sentido: físico, espiritual, mental, emocional. No hay ninguna área que podamos darnos el lujo de descuidar.
Algunos de ustedes se escapan de lo que el Señor está hablando y no quieren escuchar, porque son sensibles, porque piensan que es demasiado, porque creen que no va a ser así. No creen que Dios los vaya a hacer pasar por eso, porque no es lo mismo que les predicaron desde hace muchos años: que para la Iglesia todo iba a ser fácil, que primero íbamos a ser arrebatados y que después vendrían la Tercera Guerra Mundial y la Tribulación, y que no íbamos a pasar por ninguna de estas cosas ni a pagar ningún precio.
Otros simplemente son negligentes y no quieren saber. Quieren hacerse los ciegos y los sordos. Pero Dios quiere evitarte ese dolor extra, además del que ya vas a sufrir de por sí.
El Señor no quiere que vivas en un castillo de cuentas, ni que te formes un ideal de la vida cristiana que no existe. Quiere que entiendas que ya no va a ser fácil. Y que, si ahora ya no está siendo fácil, todo lo que viene es para hacernos la vida aún más difícil.
En todo lo que viene, se trata de control, de manipulación, de la marca de la bestia y de adorar a su imagen. Y el que no lo haga, su cabeza será cortada.
El Señor quiere que dejes de vivir en una burbuja. Él quiere destruir esa burbuja de ideales e ilusiones que no son ciertos y que nunca se van a cumplir, para que, cuando vengan estos acontecimientos de los últimos días, seas capaz de resistir hasta el final y que tu fe no falte.
[Lucas 22:31-32 RVR1960] Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Lo mismo que Jesús pidió por Pedro, Él lo está pidiendo por nosotros en este tiempo. Y ahora lo escucho a Jesús orando al Padre:
Señor, despiértalos. Señor, dame un poco más de tiempo. Padre, dales un poco más de tiempo, para que despierten más cantidad de ellos, para que sean salvos, para que puedan resistir hasta el final, para que su fe no falte. Oh Padre, ten misericordia de mis hermanos. Padre, dame un poco más de tiempo para salvar a algunos más. Padre, levanta más voces proféticas, para que les avisen cuál es la verdad y ya no estén engañados. Padre, dales más fe, dice Jesús.
El Señor Jesús intercede por nosotros porque no quiere que, cuando venga el tsunami, lo miremos como si no supiéramos que iba a venir y nos encuentre no preparados. Jesús está pidiendo que nuestra fe no falte. Pero no es su culpa si nuestra fe falta, sino nuestra, por no haberla cuidado, por no haberla guardado, por no haberla multiplicado.
Y parte de cuidar, guardar y multiplicar esa fe es entender que los tiempos en los que estamos llamados a caminar van a estar llenos de pruebas. Justamente para que, cada vez que sobrevivimos y vencemos, la fe se multiplique. Porque la única manera de multiplicar la fe en una persona es a través de las pruebas.
Hijos míos, dice Jesús, preparen la capa y preparen la espada para defenderse de las mentiras de los que aún están predicando que los míos no van a pasar por las mismas tormentas por las que van a pasar los que no son míos. Usen esa espada para cortar esas mentiras y para cerrarles la boca, dice el Señor, porque por culpa de ellos se están perdiendo muchas ovejas que van caminando directo al barranco.
Ellos son obreros fraudulentos, a los cuales no les importa la salvación de esas almas, de mis pequeñitos, sino lo que tienen en los bolsillos. Hagan justicia y pónganle un bozal en la boca a esos mentirosos que están diciendo que la Iglesia no va a pasar por tribulación. Son mentiras de Satanás, dice Dios, que muchos de ustedes siguen abrazando, mintiéndose a ustedes mismos y mintiéndoles a sus hijos.
Son mentiras que gente sin misericordia ha enseñado a los míos para que no se preparen para nada, aun viendo lo que se está desencadenando en el mundo, cuando hasta la gente que no lee la Biblia se da cuenta de que el huracán que se viene es uno como nunca se ha visto antes sobre la tierra.
Voy a sacudir a todos aquellos que siguen creyendo estos errores y que se quedan sentados en el banco de sus congregaciones, sin hacer nada y sin mover un dedo, dice el Señor. Se llenan la boca hablando de fe, y de fe no tienen nada, ni un gramo de arena, dice Dios.
Por eso tantas congregaciones van a caer. Iglesias van a ser destruidas porque se cansaron de llenarse la boca diciendo que no hace falta prepararse para nada: «Para nosotros va a estar todo bien, porque Dios es bueno y nos va a guardar, y no vamos a ser probados en nada.»
Voy a destruir esas iglesias, dice el Señor, para que tal vez reaccionen y para que, si algún tiempo les quedara en ese momento, abran los ojos y entiendan que la cosa no va a mejorar, sino que va a empeorar.
Tribulación viene sobre el mundo entero: a las ovejas blancas y a las cabras negras, dice el Señor. A las ovejas que estén manchadas, las voy a limpiar a través de esta tribulación. Y a las ovejas que estén perdidas, las voy a ir a buscar cuando estén asustadas, cuando pidan mi ayuda y se dejen ayudar, dice el Señor.
Dios me está mostrando que muchos de ustedes saben que lo que estoy profetizando es verdad, y que lo han entendido e interpretado bien en la Biblia. Pero cuando alguien viene a refutárselos, ustedes no dicen nada y no defienden la sana doctrina. Sin embargo, el Señor quiere que levanten sus espadas y corten esas mentiras con lo que está escrito, porque el juicio comienza por la casa de Dios.
El mundo entero está en ese barco gigante, dice Jesús. La diferencia es que el que cree en mí tendrá vida eterna, y el que no cree en mí tendrá condenación eterna. Pero, mientras ustedes tengan vida terrenal, tanto las ovejas como las cabras están en el mismo barco.
Todo el mundo va a tener una oportunidad de ser salvo, dice el Señor, pero no todo el mundo va a elegir la vida eterna, pase lo que pase. Y, tristemente, los corazones de muchos de los hijos de Dios se van a enfriar, porque tenían un plan en sus mentes que no era mi plan. Tenían una idea de lo que es seguir al Señor Jesucristo que no tiene nada que ver con la realidad.
Tienen que prepararse, y tienen que prepararse ahora, dice el Señor. En primer lugar, espiritualmente. En segundo lugar, mentalmente, teniendo las riendas de sus emociones. Y en tercer lugar, materialmente, bajo la guía del Espíritu Santo en sus vidas.
Tienen que decirme: «Señor, pase lo que pase, yo voy a seguir parado sobre la roca. Venga lo que venga a mi vida —escasez, hambre, sufrimiento, pérdida, persecución, maltratos, abusos—, yo voy a seguir tomado de tu mano.»
Lean el libro de los Hechos, dice el Señor. ¿Acaso no está escrito que los que son míos eran perseguidos ya desde ese momento? ¿Cuánto más en los últimos tiempos, donde, a través del reconocimiento de los ojos, los van a encontrar en cualquier lado? Ya no hay manera de escapar en ese sentido.
Pero recuerden que, cuando eso pase, no teman a los que pueden matar el cuerpo, sino a perder la salvación que costó precio de sangre.
Amados míos, dice el Señor, no se mientan más y no mientan a los demás. Lean lo que está escrito, una y otra vez, de distintas maneras, y prepárense para esa persecución, porque va a aumentar progresivamente, cada vez más. Sus derechos van a ir desapareciendo más y más, y sus libertades van a dejar de existir cada vez más y más.
No va a hacer falta estar en una cárcel física para perder la libertad, porque el mundo en sí se va a transformar en una cárcel de donde nadie va a poder salir. Sin embargo, los que son míos van a ser salvos si perseveran hasta el final.
Los amo, dice el Señor, pero tengo que probarlos, porque sin prueba los míos se descarrilan, se tuercen, se venden, se prostituyen. Esta es la manera en la que el pastor de las almas trae con su callado a los perdidos y los recupera.
Y mientras que muchos se van a enfriar, se van a perder, se van a alejar de la fe y se van a volver incluso traidores de otros hermanos que sí van a seguir de pie, dice el Señor, va a haber una última cosecha de almas, que se van a convertir de maneras impensadas.
Los testimonios van a ser más fuertes que nunca. Las apariciones del Señor Jesucristo van a ser impactantes, a la manera de Saulo. Porque el tiempo va a ser tan extremo, que hasta las conversiones y los testimonios van a ser extremos. Todo va a ser extremo: para el mal y también para el bien.
No más tibieza. Voy a llevar al hombre a que se caliente de verdad o a que se termine de enfriar, dice el Señor. Y todo el mundo va a tener que tomar su decisión.
Yo voy a estar aquí para todo aquel que me quiera elegir. No le voy a dar vuelta la cara, ni le voy a mostrar la espalda, dice el Señor. Voy a estar disponible, extendiéndole la mano a todo aquel que se dé cuenta de que necesita un Salvador.
Voy a seguir extendiendo mi misericordia sobre el mundo entero: sobre niños, ancianos, adultos, hombres y mujeres. No hay carne que no vaya a ser probada, para que tome una elección final.
Esto debe ser así, para que el hombre elija entre la derecha y la izquierda, entre el bien y el mal, entre el camino de la salvación y el camino de la perdición. Porque el hombre es quien tiene la potestad de decidir sobre su propia alma en ese sentido.
El hombre tiene que elegir. Y como muchos no quieren elegir ahora, lo van a tener que hacer en un estado de emergencia.
Las emergencias sirven para que las personas reaccionen. Las alarmas suenan para que uno se mueva, para que uno haga lo que tiene que hacer para salvarse de aquello que está alertando.
Esto que viene lo voy a hacer para sacudir al mundo entero y para que cada cual tome su decisión final, dice el Señor. Hasta los míos, aquellos que dijeron que me pertenecen pero no me pertenecen de verdad, van a tener que elegir.
Porque no es solo una elección para los que aún no eligieron la salvación. Es una elección total, cien por ciento y de todo corazón, tanto para los que todavía no han decidido por mí como para los que están decididos a medias.
Las «a medias» van a desaparecer, dice el Señor. Las medias tintas están dejando de existir, y el hombre está yendo hacia un punto donde va a ser total: total para la destrucción o total para la construcción.
Tomen una decisión y elijan por mí, dice Dios. Créanme. Presten atención a esos sueños. Ténganlos en cuenta, estúdienlos y pregúntenme, dice el Señor.
A muchos de ustedes les estoy mostrando la persecución que viene, y aun así no están entendiendo lo que ven en los sueños. A través de esos sueños les estoy mostrando el control que viene sobre la vida del hombre, y muchos no creen lo que están viendo y no se preparan, porque no creen que viene de mí y que estoy confirmando lo que ya está escrito.
Soy Yo el que les está hablando, dice el Señor, avisándoles una y otra, y otra, y otra vez para que lo que venga no los tome por sorpresa, y para que se vuelvan más fuertes y sean capaces de resistir cuando estos golpes lleguen.
Escuchen y entiendan, lean e interpreten bien, y límpiense de esas doctrinas que mi alma detesta, dice el Señor, porque en vez de juntar conmigo, desparraman. Hablen la verdad y avísenles a sus hermanos que lo que viene al mundo viene sobre el mundo entero, para que tal vez esa alma no siga caminando directo al barranco y no se lleve la tremenda sorpresa que se va a llevar si no entiende que lo que está escrito también está escrito para ella.
Los amo con amor entrañable, con pasión, dice el Señor. Los amo desde mis entrañas, al punto que di todo de mí por ustedes.
Ustedes también den todo por mí, por sus hermanos y por el prójimo, dice el Señor. No pierdan tiempo. Muévanse a favor del Reino y generen un cambio donde sea que sus pies estén pisando.
Amén.