Bendiciones en el nombre de Jesús. Hoy es 21 de abril del año 2025 y voy a comenzar compartiendo este pasaje, porque sobre este tema me habló el Señor más temprano.
[Zacarías 7:11-12 RVR1960] Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.
El Señor me decía que lo mismo que sucedía en aquellos tiempos, cuando Israel no quería escuchar su voz ni de manera directa ni a través de los profetas, y mucho menos obedecer lo que el Señor estaba indicando o hacer caso a lo que el Señor estaba alertando, lo mismo sucede hoy en estos últimos días.
El Señor me decía: Hija, estoy enojado porque mis hijos no quieren escuchar mi voz. Mis hijos son rebeldes a mi voz. Por lo tanto, esto va a traer consecuencias a sus vidas si no se arrepienten y verdaderamente Me buscan en espíritu y en verdad, y Me aman, no solo de palabras sino también de hechos.
Y ahora el Espíritu Santo comienza a hablarte, diciéndoles así:
Hijos, les estoy hablando y hablando a un pueblo que se tapa los oídos para no escuchar lo que tengo para decir. Hay muchos de ustedes que comienzan a escuchar lo que Yo hablo, pero cuando ven que es algo que no quieren oír, Me dan vuelta la espalda, se van y dejan de escuchar.
Otros de ustedes son rebeldes a lo que les digo, dice el Señor. Hay hijos que primero Me piden escuchar mi voz personalmente y de manera directa en sus vidas, pero luego, cuando logran escucharme y lo que reciben no es de su agrado, se tapan los oídos y revierten la petición que Me habían hecho al principio, diciéndome: «No quiero escuchar esto. Ya no quiero escuchar esa voz, porque lo que me dice es muy difícil, porque lo que me pide es difícil de cumplir. No es lo que yo quiero hacer. No es lo que yo esperaba recibir».
El Señor me hace entender que muchos de sus hijos le piden que les hable, pero cuando Él les habla y ellos escuchan lo que Él quiere decir, y no lo que ellos quieren escuchar, entonces comienzan a rechazar su voz y se hacen los tontos para no ir al cuarto secreto a escuchar al Señor. Porque tenían un ideal de cómo sería escuchar a Dios, un ideal que, cuando realmente comienzan a escucharlo, no se cumple.
Muchos piensan que escuchar a Dios es solamente escuchar palabras bonitas, palabras de consuelo, palabras de aliento, palabras de sanidad y de restauración. Y es cierto que el Señor sana, restaura, libera, guía y nos ayuda a través de lo que Él habla. Pero también es cierto que el Señor a veces habla fuerte, y que sus palabras son como martillo que quebranta la piedra, o como cuchillos que, cuando uno las escucha, siente que se clavan en el corazón y en otras partes de nuestro ser.
[Jeremías 23:29 RVR1960] ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
Hijitos, dice el Señor, no endurezcan sus corazones en contra de mi voz. Aprendan a oírme y no se cierren a mis palabras. Dejen de taparse los oídos, dejen de hacerse los sordos y acérquense a Mí en vez de alejarse.
Tengo muchas cosas para decirles, dice Dios, cosas que los van a edificar, cosas que los van a ayudar a caminar más en la verdad y menos en el error. Porque lo que Yo hablo es cierto, es verdad, es lo correcto, es lo perfecto, y nada corrompido sale de mi boca.
Entiendan que a veces tengo que usar este martillo que es mi palabra para destruir lo que no tiene que estar en ustedes, dice el Señor, para destruir la piedra que a veces los envuelve, amados míos. Y a veces tengo que enviar esta palabra a manera de dagas, para que, quizás clavándose estas dagas en sus corazones, se estremezcan, aunque sea un poco, y reaccionen a mi voz y comiencen no solo a oírla profundamente, sino a obedecerla.
Amados míos, dice el Señor, algunos Me pidieron constantemente, regularmente y por mucho tiempo —en algunos casos por años— escuchar mi voz de manera clara, por profecía.
Pero cuando el Señor finalmente respondió esa petición y comenzó a hablarles de una manera mucho más clara que antes —por visiones, sueños, profecías—, ellos retrocedieron y empezaron a comportarse cobardemente, dejándose manejar por miedos: miedo a equivocarse, miedo a que Dios les va a pedir algo y no van a poder responder, miedo a que no sea Dios el que les hable, miedo a no quedar bien con el hombre y ser rechazados, odiados, condenados, señalados, dejados de lado y demás.
A aquellos que, después de haber buscado, pedido y clamado por escuchar a Dios con claridad, comenzaron a escuchar su voz de manera muy clara, pero luego retrocedieron y empezaron a rechazarla, incluso a detestarla en algunos casos, a ignorarla y a no hacer nada con lo que Dios les estaba diciendo, el Señor me dice que lo que Él les venía hablando va a comenzar a disminuir.
La comunicación entre ellos y Yo, dice el Señor, va a comenzar a menguar, porque, habiéndoles hablado, habiéndolos llamado, habiéndolos educado para que sepan lo que tengan que hacer con lo que escuchaban, habiéndoles insistido en ese llamado, habiéndoles recalcado las cosas que les estaba diciendo, no reaccionaron y no Me buscaron.
No fueron coherentes con el llamado y no hicieron lo que tenían que hacer. Dejaron pasar el tiempo, se hicieron los distraídos y buscaron cualquier excusa para no ir al cuarto secreto y escucharme.
Y cuando finalmente se disponían a escuchar lo que Yo tenía para decir, dice el Señor, la mayoría de las veces, como no era lo que ellos querían recibir, desecharon lo que Yo les hablaba.
El Señor me dice que cada uno de ustedes tiene que escudriñarse y meditar en lo que Él está hablando, porque no es el mismo pecado el de una persona que no sabe escuchar a Dios claramente que el de otra que sí sabe hacerlo.
Si Dios les habla a dos personas y una tiene dificultades para escuchar su voz, y la otra sabe escucharla más fácilmente o de una manera más fluida, y ambas no hacen nada con lo que escucharon, el pecado de la segunda persona es más grande que el de la primera. Porque, teniendo más acceso a la comunicación con el Señor, teniendo servido el pan de la palabra del Señor de una manera fácil de encontrar, cuando comía la palabra, la rechazaba y la vomitaba.
No es lo mismo: al segundo se le ha dado más que al primero; por lo tanto, se le va a demandar más que al primero.
[Lucas 12:48 RVR1960] Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.
El Señor dice que a veces los suyos piden sin saber lo que están pidiendo. Muchas veces los hijos de Dios piden cosas sin darse cuenta de la responsabilidad que esas cosas conllevarían si Dios se las concediera. Toman a la ligera las cosas de Dios. No son responsables con lo que Él ya les dio, con lo que ya tienen, y aun así piden más.
¡Incircuncisos!, dice el Señor. Tienen el corazón no circuncidado. Quieren escuchar mi voz sin entrar al lugar santísimo. Quieren que Yo les hable de manera superficial, sin conectarse conmigo, sin tener una relación profunda con su Dios, con su Creador.
Escuchar lo que Yo tengo para decir no es una cosa menor, dice el Señor. El que escucha tiene que hacer algo con lo que ha escuchado, una vez que Yo he hablado. No pueden mantenerse en un estado de escuchar permanentemente lo que tengo para decir y no reaccionar a eso, porque, si ese fuera el caso, serían como una pared a la cual Yo le estaría hablando.
No sean como una pared blanqueada, dice el Señor, creyendo que pueden oír mi voz, escucharme y escucharme, pero sin hacer nada con eso. Porque muchos de ustedes quieren escuchar mi voz solamente para tener una apariencia delante de los otros hermanos. Pero en realidad, si pudieran ver sus vidas desde mi trono, como Yo las veo, verían que lo único que hacen es escucharme, pero no obedecen a lo que Yo les digo.
[Hechos 7:51 RVR1960] ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
El Señor me está haciendo saber ahora que algunos de ustedes han pedido el llamado de profeta, diciéndole al Señor: «Yo quiero ser profeta, yo quiero escuchar tu voz, como la escucha tal persona o tal otra. Yo quiero poder conectarme con la voz del Espíritu Santo sin interferencias. Yo quiero poder ver, yo quiero poder discernir, yo quiero saber por el Espíritu Santo todas las cosas. Quiero tener los ojos abiertos. Quiero el don profético. Quiero interpretar lenguas. Quiero tener visiones, sueños y profecías».
Es cierto que la Biblia dice que no ignoremos los dones espirituales, sino que los anhelemos fervientemente, pero sobre todo que profeticemos.
[1 Corintios 14:1 RVR1960] Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.
Pero también en la Biblia podemos encontrar pasajes como el mencionado más temprano, que dice que al que más se le da, más se le va a demandar, y que al que más recibe, más se le va a pedir.
En la parábola de los talentos, la Biblia dice que Dios nos va a preguntar qué hicimos con lo que Él nos ha dado. Y una de las maneras de interpretar ese pasaje es equiparando esos talentos a los dones espirituales que el Señor nos ha concedido.
Nosotros vamos a rendir cuentas de lo que hicimos o dejamos de hacer con los dones espirituales que Dios nos ha dado. El Señor nos va a preguntar:
«Hijito, hijita, ¿qué hiciste cuando escuchabas mi voz? ¿Qué hiciste con lo que te hablé tal día y tal día y tal día? ¿Por qué no te moviste? ¿Por qué no Me obedeciste? ¿Por qué fuiste incircunciso de corazón y de oídos? ¿Por qué te tapaste los oídos para no escucharme cuando Yo quería hablarte sobre ciertas cosas que para Mí sí son importantes? ¿Por qué fuiste selectivo en escuchar, tomando solamente lo que te convenía y desechando las cosas que no querías oír de mi boca?»
El Señor me está dando a entender que va a llegar un momento donde vamos a tener que rendir cuentas a Dios, porque Él nos dio esas herramientas para trabajar para su reino, no para jugar.
Yo veo a algunas personas jugando con los dones espirituales como niños con juguetes, y uno de estos dones es poder escuchar la voz de Dios hablándonos al oído y haciéndonos saber cosas a través del Espíritu Santo.
No jueguen con lo que están recibiendo, dice el Señor. Sean responsables y, por sobre todas las cosas, actívense.
A muchos de ustedes Dios les ha empezado a hablar en esta temporada de sus vidas, y ustedes finalmente pueden escucharlo claramente. A otros, el Señor les está concediendo el don de profecía. Y a otros, más que eso, los está llamando finalmente a un ministerio profético. Los ha levantado como profetas o los está preparando como profetas.
Sin embargo, justo ahora, cuando recibiste lo que querías, cuando recibiste lo que tanto esperaste y por lo que tanto clamaste, oraste, ayunaste, y que estaba de acuerdo a lo que el Señor te quería dar, cuando ya tienes ese tesoro en tus manos, no estás haciendo nada con eso.
Lo estás desvalorizando y lo estás subestimando, me dice Dios. Estás dejando para después lo que Dios te está llamando a hacer hoy. No estás compartiendo lo que Dios te habla y te dice que compartas, cuando la Biblia dice:
[1 Pedro 4:10 RVR1960] Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
El Señor me hace entender que hay un tiempo para todo. Él da un tiempo de gracia a las personas, concediéndoles un tiempo para que escuchen los avisos y las advertencias y reaccionen, para que contesten a lo que Dios les está pidiendo que hagan, para que se pongan a cuentas, para que se muevan, para que se arreglen en lo que no están alineados con el Señor, para que hagan algo con lo que Dios les ha dado.
Él da un tiempo a cada uno de nosotros. Él nos espera. Él tiene paciencia con nosotros. Él nos enseña, y si nos equivocamos y nos arrepentimos, nos perdona y nos ayuda a seguir adelante. Jesús mismo nos toma de la mano para llevarnos por el camino recto si es que en algún momento nos desviamos. Pero este tiempo de gracia tiene un fin.
Dios me hace entender ahora que Él no espera para siempre a alguien a quien le habla claramente y no hace nada con eso. Hay un tiempo que el Señor les da a las personas cuando las llama a profetizar, cuando les concede una tarea o cuando les pide algo que Él quiere que hagan. Y cuando ese tiempo se termina y la persona no ha reaccionado, a veces Dios quita lo que ha dado.
Es decir, Dios puede dejar de hablarle a una persona que sabe escucharlo. Quizás el don profético siga estando allí, pero eso no es equivalente a que Dios le siga hablando.
[1 Samuel 15:28 RVR1960] Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.
La Biblia dice que los dones y el llamamiento son irrevocables, pero también hay casos como el de Saúl, a quien Dios llamó como rey de Israel. Sin embargo, ante repetidas rebeliones y varios errores de los cuales Saúl no se arrepintió ni quiso aprender, sino que le importó más la gloria de los hombres, quedar bien con ellos y complacerlos, el Señor le quitó el reino.
De la misma manera, el Señor hoy te puede llamar a hacer algo, pero mañana te puede quitar lo que te había dado. Hoy puedes recibir un llamado como profeta, pero si no le respondes y no haces nada con ese tesoro que Dios te ha dado, y lo escondes debajo de la tierra, entonces, después de un tiempo de espera, de gracia y de ayuda —que el Señor siempre nos concede porque es bueno, paciente y misericordioso—, Él te va a quitar ese llamado.
[Mateo 25:28-29 RVR1960] Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Con esto el Señor viene a destruir interpretaciones erróneas de lo que dice la Palabra. Porque muchos se confían en el pasaje que dice que los dones y el llamamiento son irrevocables, entendiendo que si han recibido un llamado, Dios los va a esperar para siempre.
[Romanos 11:29 RVR1960] Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
Pero no es eso lo que quiere decir ese pasaje. De hecho, lo que tú no hagas, el Señor va a llamar a otro para que cumpla con esa tarea, y su plan profético se va a cumplir igual.
Así como Dios le quitó el reino a Saúl por su rebelión y su desobediencia, y se lo dio a David, de la misma manera puede hacer contigo si no tomas en serio las cosas del Señor, si no haces nada con lo que Él te ha dado, si no valoras las piedras preciosas que has recibido de su parte.
Porque nadie escupe en los tesoros de Dios sin consecuencias. Suena fuerte, pero esto es lo que estoy viendo ahora.
Estoy viendo gente que tiene muchas piedras preciosas, que representan distintos tipos de dones, como sabiduría, revelación, lenguas, profecía, milagros, sanidades y fe, que esta persona ha recibido de parte de Dios.
Sin embargo, esta gente no quiere hacer nada con estas piedras. Escupe sobre ellas cuando las rechaza, me dice el Señor. Las deshonra cuando no hace nada con ellas. Es negligente con las cosas que recibió de parte de Dios.
Hijitos, dice el Señor, no sean hallados culpables en esta área. Sean responsables.
Y Dios me hace entender ahora que Él prefiere a alguien que se mueve y opera en estos dones, y trata de administrarlos bien, aunque quizás cometa errores, antes que a alguien que tiene mucho y no hace nada porque tiene miedo. El Señor me hace entender cuánto Él rechaza a los cobardes, a los miedosos que no quieren tirarse a la pileta por fe.
Recapaciten, hijitos, dice Dios. Si ustedes tuvieran un empleado, ¿cuál sería la actitud que preferirían cuando le piden que vaya a hacer algo que necesitan? ¿Que el empleado vaya con toda su disposición, con alegría, con ánimo, con obediencia, y, aunque cometa errores en el camino, esté dispuesto a reconocerlos, arreglar lo que dañó y seguir adelante? ¿O que el empleado, aunque tiene muchísima capacidad, no quiera hacer nada, no quiera obedecerlos, no quiera ir y realizar esa tarea que le están dando?
¿Cuál de las dos actitudes preferirían en un empleado? ¿Que haga y se equivoque, pero quiera arreglar las cosas y tenga buena actitud y buen corazón? ¿O que sea negligente en su corazón y no quiera hacer lo que ustedes le piden, aunque tenga toda la capacidad?
Entiendan y abran sus oídos para escucharme, dice Dios, porque no haciendo nada con lo que han recibido y no respondiendo a mi voz no solo están acarreando juicio para sus propias vidas si no se arrepienten y cambian de actitud, sino que también están quitándole la bendición a otros. Porque ustedes deberían convertirse en voceros de lo que están escuchando, en repartidores de mi palabra, en personas que bendicen a los demás a través de lo que están recibiendo.
No sean rebeldes, amigos míos, dice Dios. No es solamente que algunos de ustedes no hacen nada con lo que están escuchando o que no quieren escucharme, rechazando mi voz, mis palabras, mis ideas, mi llamado, sino que tampoco escuchan a los profetas a través de los cuales estoy hablando y anunciando la hambruna y las catástrofes naturales devastadoras que vienen sobre la tierra.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora un asteroide cayendo sobre la tierra, provocando desastres a gran escala, repercutiendo gravemente sobre la superficie terrestre y trayendo daño duradero al mundo en todos los puntos de la tierra.
Y Dios me hace entender que Él está anunciando que esto ciertamente viene y que también está anunciado en la Biblia, especialmente en el libro del Apocalipsis. El Señor está avisando a través de distintas voces sobre este asteroide que caerá del cielo, envuelto en fuego.
Muchos no creen en este aviso. Se hacen los sordos, se tapan los oídos y llaman a los profetas que están anunciando esta catástrofe sensacionalistas, emocionalistas, perturbadores que vienen a inculcar miedo a la gente. Así nos ven.
Tantas veces anuncié en el pasado lo que iba a venir, dice el Señor, y de la misma manera se tapaban sus oídos para no escuchar a mis profetas. Es lo mismo que sucede hoy. Algunos de ustedes están en este error. Porque ven que las visiones se tardan, ya las tachan de falsas.
[Habacuc 2:3 RVR1960] Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.
Muchos de ustedes no entienden las cosas proféticas, y por no entenderlas, por ignorancia, no quieren escucharlas, no quieren evaluarlas, no quieren discernir ni separar lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo erróneo. Simplemente deciden desechar todo lo que se dice en el nombre del Señor, cometiendo el error de endurecer sus corazones contra el Espíritu Santo de Dios.
El Señor me hace entender que esto es una exhortación, una corrección, una amonestación de su parte para todos aquellos que están escuchando esta palabra y son tercos como mulas, que se tapan los oídos y dicen cosas en contra del profeta que habla.
Son testarudos, escucho que dice el Señor. Tienen endurecidos sus corazones para resistirse a lo que habla el Espíritu Santo de Dios a través de los profetas.
Y el Señor pesa esta actitud en su balanza. Por lo tanto, si este es tu caso, el Señor te dice que te arrepientas y le pidas perdón por esta actitud rebelde, por poner la frente dura contra la voz de Dios, por resistirte al Espíritu Santo, a lo que Él te está hablando, no solo a través de los profetas, sino también directamente a tu persona.
No le resistas al Espíritu Santo, contristándolo, dice el Señor. Escucha su voz y ablanda tu corazón a lo que Él te quiere decir, porque siempre va a ser para tu bien, para tu corrección, para tu edificación, para tu liberación, para tu sanidad y restauración, y, en última instancia, para tu redención.
No sean duros, dice el Señor. Arrepiéntanse de no querer escucharme y abran sus oídos a Mí para recibir todo lo que les quiero decir, y no solo una parte, y no solamente tomar la porción que les hace sentir bien. Porque estoy hablando a un pueblo rebelde, pero, aunque es rebelde, no le estoy dejando de hablar a través de los profetas.
Reaccionen a estas voces, dice el Señor, y prepárense para lo que viene, porque no creerlo no va a hacer que esto no venga de igual manera. Lo único que va a hacer no creerle a mis profetas es daño a sus vidas, y a veces este daño puede ser irremediable, un daño del cual se pueden arrepentir todo el resto que les quede de vida después de sufrir esas consecuencias.
Amados míos, muchos de ustedes pidieron: «Señor, háblame. Señor, contáctame. He aquí tu siervo que te escucha». Y ahora les estoy hablando, y Yo soy el que no los puede encontrar. Ahora los estoy llamando, y Yo soy el que no recibe una respuesta.
Arrepiéntanse de hacer oídos sordos a mi voz antes de que sea Yo el que retroceda para ya no hablarles como antes, dice el Señor. Cuiden lo que les he dado. Valórenlo, multiplíquenlo, repártanlo. Y si cometen errores, aquí estoy para ayudarlos, para perdonarlos, para redimirlos y para levantarlos si es que se han caído.
Hijitos, dice el Señor, los amo, pero nadie se va a burlar de Mí. Nadie se va a reír del Soberano de Israel. Y muchos de ustedes están dejando para mañana lo que deben hacer hoy, desperdiciando el tiempo, no haciendo caso a mi voz.
El Padre me dice en este momento que se arrepientan todos los que han recibido esta palabra y han entendido que era para ellos. Arrepiéntanse, porque muchas veces el Espíritu Santo los estaba llamando a la comunión con Él y no quisieron responder por miedo a escuchar lo que Dios les iba a decir.
Arrepiéntanse de rechazar al Espíritu Santo en estos casos. Arrepiéntanse de la rebeldía, porque esto es rebeldía y obstinación. Y la obstinación es equivalente a la egolatría, a la idolatría de uno mismo. Porque el que es terco y obstinado es idólatra de sí mismo.
Arrepiéntanse de decirle al Señor: «Sí, Señor, después voy a escucharte lo que tienes para decirme». Y los que fueron y escucharon al Señor y no hicieron nada con eso, arrepiéntanse y pídanle perdón por haber sido negligentes muchas veces a ese llamado, a ese mandato de parte del Señor, para que el Señor limpie sus vestiduras y destape sus oídos de toda mugre que haya podido entrar, de todo bloqueo que ustedes mismos provocaron al no querer escuchar su voz ni obedecerle, y para restaurar la comunicación entre el Señor y ustedes.
Arrepiéntanse en este momento, pidiéndole perdón a Dios y buscándolo con un corazón humilde y dispuesto a oír lo que sea que Él quiera decir, no solo una parte y no solo lo agradable.
Sean humildes como cuando el ángel vino a María y le dijo que iba a concebir del Espíritu Santo. Ella, aunque no entendió en ese momento todo lo que el ángel le decía, aunque quedó choqueada —esto me hace saber el Señor ahora, aunque la Biblia no dice estos detalles—, igualmente su respuesta fue: «He aquí la sierva del Señor. Hágase conmigo conforme a tu palabra».
Esa es la actitud que el Señor espera de todos aquellos que están escuchando su voz. No resistan al Espíritu Santo. No le resistan a Dios como en el día de la provocación, porque ya saben lo que pasó con los hebreos que no respondieron a la voz de Dios.
[Hebreos 3:8-9 RVR1960] No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años.
Ámenme de verdad y conózcanme de verdad, completamente y no parcialmente, dice el Señor.
Yo (Noelia) noto que el Señor está enojado. Él espera y espera, es paciente, amoroso, y da muchísimas oportunidades. Pero cuando uno no reacciona y no es responsable con lo que Dios le habla, cuando tiene una actitud abusadora con Dios, cuando se vuelve pasivo de manera permanente, sin arreglar este pecado y pensando que es más astuto que el Señor y que Él nunca va a hacer nada con esa actitud; cuando uno subestima al Señor y cree que puede permanecer en desobediencia, pasividad y rebelión de manera continua; cuando llega a un punto donde se siente cómodo en esa posición y no se preocupa por arreglar sus cosas con Dios, de responderle, de obedecerle, de moverse y de activarse, en ese punto Dios quita su mano de gracia de sobre él, y comienzan a aparecer las consecuencias de esta mala actitud para con Dios.
Este mensaje Dios te lo da para advertirte, para que tal vez no llegues a ese punto donde tengas que sufrir por esa rebelión. Yo sé que algunos de ustedes ponen como excusa los miedos, pero el Señor me hace entender que, cuando uno camina permanentemente guiado e influenciado por los miedos y les hace caso, y por lo tanto no responde a la voz de Dios por miedo, entonces eso se transforma en una especie de obstinación, y uno peca, porque se vuelve rebelde contra la voz de Dios.
[Hebreos 3:17 RVR1960] ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
Señor, yo te pido en este momento que hagas conscientes a todas las personas que no estaban conscientes de esto que estás hablando ahora. Padre celestial, te pido que aquellos corazones que están dispuestos a escuchar y recibir tu palabra se abran en este momento y que nunca se olviden de este aviso.
Te pido que los que están pasivos se activen, que los que están dormidos se despierten, y que los oídos tapados se abran, en el nombre del Señor Jesús. Te pido e intercedo por ellos, para que perdones a todo aquel que se arrepiente en este momento de ese pecado, a los que no están haciendo nada con los sueños, las visiones, las profecías y las revelaciones que les estás dando, cuando Tú sí los estás llamando a hacer algo.
A los que están en una temporada de avance y no avanzan, te pido, Señor, que los redarguyas ahora, para que esta palabra les caiga como un sacudón que los despierte, los levante y los ayude a avanzar. También te pido por los que están en la silla, sentados, cuando deberían estar caminando para seguirte.
Padre Celestial, ayúdales en este momento a tomar una nueva decisión.
Oh, Señor amado, nos arrepentimos de tener miedo de escucharte, ya sea personalmente o a través de una persona que esté profetizando, y decidimos en este momento escuchar tu voz igual, aunque lo que tengas para decir no sea fácil de oír.
Padre celestial, ayúdanos a ser como Moisés, que tenía miedo del llamado, pero lo obedeció de igual manera. A los que nos sentimos incapaces, ayúdanos a entender que no es por nuestra propia fuerza, sabiduría, conocimiento o inteligencia, sino que vas a ser Tú haciéndolo a través nuestro.
Padre celestial, a todos los que tienen guardadas y no han dado palabras que eran para otras personas, te pido en este momento que los redarguyas y les des la valentía que necesitan para entregar esos mensajes.
Señor, perdónanos por hacerte esperar muchas veces, cuando era hoy que teníamos que ir a tu encuentro, cuando nos llamaste a la reunión y no fuimos. Perdónanos por haber perdido tiempo, por ser negligentes a tu voz, por no querer escucharte, por rechazarte. Porque esto es rechazarte, Señor.
Perdona, Padre, a aquellos que no creen lo que estás hablando a través de los atalayas. Instrúyelos. Tal vez les puedes revelar por un sueño que existen este tipo de profetas hoy en día y este tipo de hermanos que, aunque no sean profetas, igual están llamados a avisar lo que viene.
Padre celestial, limpia las vestiduras en este momento de todo aquel que se arrepienta. Y te pido, Señor, que coloques un reloj en el espíritu de cada hermano o hermana para que sientan que hay un tiempo determinado que tienen para responder a lo que les estás pidiendo que hagan. Te pido que pongas una alarma en cada espíritu, que escuchen que suene esta alarma cuando se estén tardando mucho tiempo.
Amado mío, bendice a los humildes y exáltalos para que puedan glorificar tu nombre. Recompensa a los obedientes, a los que no cierran sus oídos a tu voz, a los que se tiran a la pileta aunque tienen miedo. Levántalos hasta donde ellos puedan llevar su cruz, Señor.
Gracias, Señor, porque es mejor complacerte que complacer a los hombres. Toda la gloria, la honra y la majestad te corresponden a Ti, Señor. Gracias por hablar y gracias por callar, Señor.
Padre, te pido que pongas una urgencia especial en el espíritu de aquellos que están a punto de perder lo que les diste, para que sientan un ultimátum de parte de tu Espíritu en sus espíritus, y respondan al llamado y se dispongan a escucharte claramente en todo lo que quieras hablar.
Señor, colócales este ultimátum, este último llamado, una oportunidad más para que puedan responder, y dales el querer responder como el hacerlo, para que no pierdan lo que han recibido, Señor, ni los dones ni el llamamiento ni alguna otra cosa.
En el nombre de Jesús, te pido misericordia, Padre. Amén.
Por último, el Espíritu me indica que algunos de ustedes tienen que arrepentirse de hablar mal de los atalayas. Algunos de ustedes realizan juicios contra ellos, y Dios dice que esas flechas que ustedes están enviando a través de esos juicios y de las palabras que hablan en contra de ellos, murmurando contra ellos, en realidad no van en contra de ellos en primer lugar, sino en contra de aquel que los envía.
Cuidado con cómo se dirigen y cómo hablan de aquellos que son bocas de Dios y que están enviados por Él, por más que puedan cometer algún error. Lleven esto delante del Señor, porque hay un tiempo para el arrepentimiento.
[Apocalipsis 2:21 RVR1960] Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.
Oren sobre esto, actúen y cambien, los que tengan que cambiar.