Bendiciones a todos en este 16 de abril del año 2025. Soy Noelia, acá presente nuevamente para darte palabra del cielo, porque el Señor quiere hablarle a su iglesia hoy.
Más temprano, en mis tiempos de oración, el Espíritu Santo me dio Efesios 6:10-18 como pasaje para esta oportunidad, y me hizo entender que el Señor quiere darte hoy, sobre este tema, un mensaje importante para la iglesia de los últimos días.
[Efesios 6:10-18 RVR1960] Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
La gloria sea para el Señor por esta tremenda escritura que Él nos dejó, para que aprendamos no solamente a protegernos de las acechanzas del enemigo, sino también a atacar.
Amados míos, dice el Señor, muchos de ustedes están desprotegidos. No se están guardando de los ataques del enemigo. No están alerta y no están velando, sino que están ignorando sus maquinaciones.
[2 Corintios 2:11 RVR1960] para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
Abre los ojos para ver lo que está sucediendo en lo espiritual. Mira bien, porque hay cosas que están pasando detrás de lo que tus ojos físicos pueden ver, cosas que, si las ignoras, no te van a ayudar.
Hay un pueblo que se deja atacar y que se deja vencer. Hay un pueblo que le permite la entrada a esos dardos que el diablo le envía sin cesar.
Hijitos, dice el Señor, ustedes se hacen los ciegos porque no quieren aprender sobre las estrategias del maligno. Pero hoy Yo vengo a decirles que levanten el escudo de la fe para defenderse de ellas. Pero si no ven esos dardos que vienen en su dirección, si no abren los ojos para mirarlos, ¿cómo pueden levantar ese escudo y defenderse de ellos? Y además de eso, ¿cómo pueden contraatacar y ordenarle al enemigo que retroceda?
Muchos de ustedes son ignorantes de cosas que deberían saber, pero no saben. Muchos de ustedes son negligentes con cosas que deberían hacer y no están haciendo.
Porque hay una parte que hago Yo, dice el Señor, cuando los protejo, cuando los guardo, cuando los defiendo. Pero hay otra parte que espero que hagan ustedes, y que gran parte de ustedes no está haciendo.
Hijitos, si ustedes siguen ignorando las maquinaciones del diablo, él tiene ventaja a su favor. Abran los ojos para ver que hay un reino invisible de las tinieblas que está bien organizado en contra de sus vidas y de los suyos. Abran su entendimiento para comprender que hay una lucha que se da en lo espiritual y que podría afectarlos si siguen haciéndose los tontos, dice el Señor.
Porque el que se hace el sordo pudiendo oír, puede recibir daño. El que se hace el ciego pudiendo ver, va a pagar las consecuencias de esa negligencia y negación.
Muchos de ustedes están negados y no quieren ni siquiera escuchar ni saber que existe un enemigo, y que en su reino hay un orden y una jerarquía, donde todos tienen cierto nivel de poder y distintas funciones y tareas encomendadas, muchas de las cuales están enviadas en contra de sus vidas.
Ignorar lo que es real, aunque no se pueda ver, suma problemas, dice el Señor. No querer ver lo que está ahí tampoco te va a ayudar a tener la victoria en las luchas cotidianas que estás enfrentando.
Quiero enseñarte, dice el Señor, quiero ayudarte, quiero hacerte entender y quiero revelarte por qué es importante estar armado, saber cómo defenderte y cómo tomar autoridad sobre esas cosas que se mueven detrás del telón de lo que se puede ver, y también cómo contraatacar, si es necesario.
Hijitos míos, dice el Señor, hay toda una armadura espiritual que ustedes tienen que aprender a mantener puesta.
Y yo (Noelia) estoy viendo a un guerrero de la antigüedad, con toda la armadura puesta, con cada parte bien colocada donde tiene que ir. La talla de esa armadura es exactamente para este soldado, y la espada que tiene en la mano es de un tamaño considerable, pero con el peso justo que esta persona puede llevar. El escudo es grueso y realmente protege: le cubre casi todo el cuerpo.
En esta visión, el cuerpo de este guerrero no es tan fuerte, ni tan grande o musculoso. No tiene demasiada fuerza física, pero tiene bien colocada la armadura, que es de la talla perfecta y del peso correcto: ni muy pesada ni demasiado liviana.
Este guerrero ha escudriñado bien cada parte de esa armadura antes de ponérsela. Eligió con cuidado cómo debía ser la malla, porque estoy viendo mallas de metal que forman parte de esa armadura. Se fijó en los detalles antes de colocársela, y decidió cuál de todas las armaduras disponibles era la correcta para él: cuál le iba a ayudar a defenderse mejor, cuál le iba a permitir atacar mejor, y cuál tenía el peso justo para que pueda moverse con agilidad en esa batalla.
Y me viene de nuevo la parte de Efesios 6 que dice que no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, potestades, gobernadores y huestes espirituales de maldad.
Y el Espíritu Santo me enseña ahora que esos principados, potestades, gobernadores y huestes de maldad muchas veces también cuentan con una armadura espiritual, una armadura que es real y no una imaginación. Estos espíritus malignos tienen armaduras espirituales con las cuales visten sus cuerpos espirituales.
[1 Corintios 15:39-40 RVR1960] No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales.
El Espíritu Santo me enseña que, así como nosotros vestimos nuestro cuerpo físico con ropa hecha para este cuerpo, los cuerpos espirituales pueden ser vestidos con vestiduras espirituales y también con armaduras espirituales.
No estoy hablando solamente de cuerpos espirituales de humanos, sino también de los ángeles, ya sean ángeles en la presencia de Dios o demonios. Esos cuerpos también pueden contar con armaduras específicas. En el espíritu, los ángeles y los demonios tienen armaduras especialmente diseñadas para ellos.
Tenemos que entender que estos ítems —las vestimentas, las herramientas, las armaduras— son objetos que existen tanto en lo físico como en lo espiritual, y que son usados por estos cuerpos espirituales o celestiales.
El Señor me hace entender que muchos de ustedes no entienden en profundidad las cosas espirituales. Algunos no las quieren entender, mientras que otros sí quieren, pero están en ignorancia por distintas causas. Por eso el Señor está hablando de este tema hoy, recordándonos que somos cuerpo, alma y espíritu.
Así como una persona necesita una vestimenta especial para ir a la guerra, lo mismo sucede en el espíritu. Cuando nuestro espíritu tiene que entrar en batalla o enfrentarse a cierto oponente espiritual, necesita estar equipado con una armadura para poder atacar, defenderse y obtener la victoria, mediante la sangre y el nombre de Jesús.
El Señor habla esto porque muchos de ustedes no tienen en cuenta que, además del cuerpo, también tenemos un alma y un espíritu, y ambos cumplen una función en nuestro ser.
[1 Tesalonicenses 5:23 RVR1960] Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El Señor dice que muchos de ustedes no entienden a qué se refiere la Biblia cuando habla de que debemos colocarnos la armadura completa de Dios para que podamos estar firmes contra las acechanzas del diablo.
Algunos de ustedes se están preguntando: «Sí, pero ¿cómo me visto con la armadura de Dios? ¿Estoy vestido con la armadura de Dios? ¿Tengo que vestirme permanentemente con la armadura de Dios? ¿Cómo funciona esto de la armadura de Dios?»
Para responder estas preguntas, el Espíritu Santo me hace saber ahora que, cuando nosotros hacemos justicia, la coraza de la justicia está automáticamente colocada en nuestro cuerpo espiritual.
Cuando caminamos por fe, cuando tenemos fe y nos defendemos a través de nuestra fe, automáticamente estamos levantando el escudo de la fe.
Cuando tenemos afiladas nuestras espadas, conociendo la Biblia y utilizándola en contra de los dardos del enemigo, eso equivale a estar usando la espada del Espíritu.
Cuando estamos salvos y lo sabemos —porque el Espíritu Santo nos testifica que somos salvos, cuando ya hemos nacido de nuevo por agua y por Espíritu, y caminamos en santidad—, si no le damos lugar a la duda de nuestra salvación, el yelmo de la salvación permanece en nuestras cabezas.
Cuando evangelizamos, hablando y compartiendo las buenas noticias del Reino, los calzados del apresto del evangelio de la paz están colocados en nuestros pies.
Cuando caminamos en verdad, cuando hablamos verdad, cuando tenemos doctrinas sanas, cuando renovamos nuestra manera de pensar y aprendemos a pensar verdad —como está escrito, como Dios piensa, de manera justa—, esa verdad funciona como un cinturón que sostiene la armadura en nuestros lomos. Si estamos en verdad y no en error, esa vestidura se mantiene sostenida a través de la verdad.
No es que, si necesito ir a la batalla, me coloco la armadura de Dios simplemente haciendo una oración. El Espíritu Santo me enseña ahora que no funciona de esa manera.
Porque yo puedo entrar en una batalla espiritual y orar en ese momento: «En el nombre de Jesús, me coloco la armadura espiritual: la coraza de la justicia, el cinto de la verdad, el escudo de la fe, la espada de la Palabra, el yelmo de la salvación, el calzado del evangelio de la paz», y puedo orar en todo tiempo y velar, como dice después Efesios 6. Pero si en mi vida diaria no estoy haciendo justicia, si estoy caminando en error y no en verdad, por más que yo diga en oración: «Me pongo la armadura de Dios», no la voy a tener colocada.
Puedo decir: «Levanto el escudo de la fe para defenderme de los dardos del maligno», pero si en realidad no le estoy dando lugar a la fe que me regaló el Señor para creerle a Él y no al diablo, entonces mis palabras son solo palabras vacías. No funcionan como una oración, sino como un hechizo mágico, como cuando las brujas mencionan una frase para que algo se cumpla.
No funciona de esa manera, me enseña ahora el Espíritu Santo. Funciona así: cuando yo hago justicia, esa coraza de la justicia me está protegiendo. Cuando camino en la verdad, la armadura se mantiene sostenida, porque esa verdad actúa como una faja que ajusta la armadura a mi cuerpo espiritual y la mantiene bien colocada y firme para que no se caiga.
Yo puedo decir: «En este momento tomo la espada del Espíritu y corto las mentiras del maligno», pero si no conozco la Biblia y no la proclamo tal cual está escrita, no la voy a tener agarrada en la mano en el espíritu.
El Espíritu Santo me hace entender ahora que la armadura de Dios está colocada permanentemente en nuestros espíritus si nosotros permanecemos a cuentas con Dios en primer lugar, si caminamos en justicia, en verdad, con fe, si creemos que estamos salvos, si evangelizamos, si oramos y velamos en todo tiempo.
En algunas ocasiones, alguno puede tener casi toda la armadura puesta, pero el yelmo de la salvación puede estar caído en el piso. Y el Espíritu Santo me hace entender que esto puede suceder cuando uno escucha la voz del enemigo y deja de creer que está salvo, cuando en realidad sí lo está.
Yo estoy viendo a alguien que es atacado permanentemente en su mente. El diablo viene y le habla sin cesar: «¿Viste? ¿Viste que no estás salvo? Te lo dije. ¿Viste que no estás a cuentas con Dios? Perdiste tu salvación. Estás en condenación. Te vas al infierno».
No siempre es así, pero en esta visión es mentira lo que el diablo le está hablando. La persona está a cuentas con Dios y está salva, pero está creyendo lo que el diablo le dice. Y cuando hace esto, es como si el yelmo de la salvación se lo quitara.
Entonces su cabeza espiritual queda desprotegida, sin cobertura. Por lo tanto, los dardos que el enemigo le lanza ingresan en su mente y comienzan a actuar como semillitas plantadas en la tierra, que, cuando uno las riega y las cuida, van a crecer y dar fruto para las tinieblas.
Hay muchas doctrinas falsas acerca de cómo funciona la armadura espiritual, dice el Señor. Hasta hoy, muchos de ustedes creían que, si simplemente pronunciaban una oración para colocársela o decían que la tenían puesta, con eso ya alcanzaba.
Pero en realidad, cuando están en error, cuando creen en una doctrina de demonios y le dan lugar en sus vidas —e incluso la están enseñando—, la faja, el cinturón de la verdad que sostiene la armadura en el espíritu de ustedes, empieza a aflojar. Y entonces la armadura empieza a flaquear, hasta que las distintas partes pueden llegar a caerse. Porque es la faja la que la sostiene en los lomos.
Ahora veo en otra visión a una persona que tiene toda la armadura colocada, pero no tiene la espada en su mano. Es decir, no lee la Biblia y no la conoce, o la lee de vez en cuando. Por lo tanto, cuando el enemigo viene a atacarlo hablándole mentiras, no la utiliza y no la proclama en contra de esas mentiras para cortarlas, porque no tiene la espada agarrada en la mano.
Por otro lado, uno puede tratar de usarla, pero la espada no corta bien porque no está afilada.
Cuando Jesús se fue al desierto para ser tentado, lo que Él usó para contraatacar las tentaciones del maligno fue la Palabra escrita.
[Mateo 4:3-4 RVR1960] Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Estoy viendo ahora que era como si el diablo usara su espada para atacar a Jesús, y Jesús contraatacaba también con la suya. Era como una lucha de espadas, una lucha de palabras entre ellos.
Pero Jesús conocía los versículos de memoria, y por eso podía proclamarlos en contra de lo que el diablo le estaba hablando, para repeler las tentaciones, cortar esas mentiras y destruirlas con esa espada afilada de doble filo.
Esto es muy importante, porque Dios te está diciendo con esto que una de las formas de vencer la tentación es utilizar la Escritura. Y en ese momento, estarías levantando tu espada del Espíritu para defenderte de la tentación.
Sin embargo, también puede pasar que una persona —inclusive un hijo de Dios— esté en pecado. Si esta persona hace una oración y dice, por ejemplo: «En el nombre de Jesús, me coloco en este momento la armadura de Dios», en el espíritu no pasa nada, porque la persona ni siquiera está justificada delante del Señor. Hay una pared entre Dios y ella.
Para tener derecho a estar protegido espiritualmente, uno tiene que ponerse a cuentas con Dios primero. Porque cuando uno está en pecado voluntario, es como si no solo estuviera desvestido de la armadura espiritual, sino también completamente desnudo.
Hay versículos que hablan sobre este estado de estar desnudo, es decir, de estar en pecado y no estar vestido de justicia.
El Espíritu me revela ahora que algunos de ustedes creían que por decir: «Yo me visto con la armadura de Dios», eso sucedía en el espíritu y ya podían enfrentarse al enemigo.
En realidad, si están en pecado voluntario, no solo no tienen derecho a utilizar ningún tipo de armadura, sino tampoco la autoridad que podrían ejercer estando a cuentas con Dios, ni el derecho de usar el nombre de Jesús ni su sangre. En el espíritu, están completamente desnudos.
[Apocalipsis 16:15 RVR1960] He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
[Apocalipsis 3:18 RVR1960] Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
El Espíritu me revela ahora que la mayoría de los que están en pecado lo saben, y también saben en qué pecado están. Aun así, piensan que van a orar y que Dios los va a escuchar. Piensan que pueden declarar: «En el nombre de Jesús, me pongo la armadura de Dios para pelear contra el enemigo», cuando en realidad no tienen derecho a acceder a ese tipo de protección, ni a ese tipo de defensa y ataque.
No estoy diciendo que Dios no pueda tener misericordia y guardarte en ese momento, tal vez por causa de tu ignorancia o por otras razones. No estoy descartando esa posibilidad, porque Dios puede hacer lo que quiere, según su soberanía.
Pero normalmente no funciona de esa manera. Primero hay que ponerse a cuentas. Primero uno tiene que estar vestido en el Espíritu. Primero uno tiene que caminar en santidad y en justicia. Y al hacer esto, la armadura espiritual es automáticamente colocada.
El Espíritu Santo me revela que también hay otras cosas que refuerzan nuestra defensa, como la oración sin cesar —que en parte provoca y mantiene la llenura del Espíritu Santo en nosotros—, y el velar por la noche.
[Efesios 6:18 RVR1960] orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
Cuando estaba orando más temprano, el Espíritu Santo justamente me decía: «No se trata solamente de orar, sino también de velar».
Cuando permanecemos en oración constante, como dice la Biblia, nuestro espíritu se mantiene despierto y velando. Entonces, cuando dormimos y el diablo envía a sus secuaces a atacarnos, nuestro cuerpo puede seguir descansando, pero nuestro espíritu está alerta, más despierto que lo normal, y puede responder. Nuestro espíritu puede defenderse, contraatacar y reprender al diablo, porque está lleno permanentemente del Espíritu Santo.
La oración, la vigilia y los ayunos son prácticas que mantienen a nuestro espíritu despierto y en estado de alerta, velando en todo momento, independientemente de si nuestro cuerpo está despierto o dormido, si estamos tomando una siesta o descansando por la noche.
Esta es la razón por la cual muchos de ustedes, cuando el diablo viene por la noche, no se pueden defender ni pueden reprenderlo y ordenarle que retroceda: porque sus espíritus no están del todo alerta.
Esto puede ser por distintas razones, pero la principal —si no están en pecado voluntario— es que no están en oración, no llenaron su vaso del Espíritu Santo y no tienen sus lámparas llenas de aceite.
No están manteniendo la unción con la cual Dios los ungió al convertirse, porque nunca hacen vigilia en la noche y se duermen. Son como los discípulos, que no pudieron orar ni esperar al Señor ni siquiera por una hora, mientras Él iba a orar al jardín de Getsemaní.
Esto también puede ser porque no ayunan. El ayuno es como si el cuerpo se debilitara y el espíritu se elevara más, manteniéndose enfocado en las cosas espirituales más que en las terrenales. Es como si la carne perdiera su importancia, su protagonismo por un tiempo, para que el espíritu rija. Esa es la palabra que escucho: «rija».
Mientras nosotros ayunamos, es como si le quitáramos el volante a la carne y se lo diéramos al espíritu. Entonces, cuando ayunamos bien, nuestro espíritu dirige más que el cuerpo.
Por eso, si durante el ayuno el diablo viene a atacarnos por la noche, mientras dormimos, nuestros espíritus deberían reaccionar con mayor rapidez y con mayor poder, con una fuerza extraordinaria, sobrenatural, que recibimos al practicar estas cosas y al caminar en santidad.
[Mateo 26:41 RVR1960] Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Una persona que es carnal y no espiritual, normalmente no puede defenderse de los ataques del maligno como debería, porque lo que gobierna su vida permanentemente es el cuerpo, la carne. Es como si su espíritu estuviera menos despierto que el de alguien que camina más en lo espiritual.
Entonces, cuando vienen ataques espirituales, su espíritu no puede reaccionar de la misma manera, porque está pesado, dormido, aplastado. No está alerta, velando, vigilando mientras el cuerpo duerme. Por eso, no tiene la misma respuesta que una persona que mantiene su espíritu despierto a través de las prácticas que nombré anteriormente.
[Gálatas 5:16-17 RVR1960] Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Cuando el diablo viene a atacarnos, otra de las cosas que puede pasar es que no todos están conscientes de la autoridad que el Señor nos delegó en el nombre de Jesús.
[Lucas 10:19-20 RVR1960] He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Nosotros tenemos la potestad de ordenarle a las huestes espirituales de maldad que vienen a atacarnos que se nos sujeten. Pero no todos están conscientes de eso, me dice el Señor, y no todos caminan bajo la misma autoridad. Porque a unos se les ha delegado cierto nivel de autoridad, pero a otros, un nivel más alto.
Poder y autoridad no son la misma cosa, pero ambos pueden incrementarse, dice el Señor, y los dos deben ser utilizados en lo que respecta a la batalla espiritual.
Hijitos, dice el Señor, sean conscientes de que hay una autoridad que se les ha sido entregada cuando nacieron de nuevo y recibieron el bautismo del Espíritu Santo. Hay un poder que se les ha dado, impartido por gracia, para que puedan enfrentarse a los poderes del maligno.
[Hechos 1:8 RVR1960] Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Poder y autoridad, ambas cosas tienen que ser utilizadas en contra de las potestades del mal, dice el Señor, en el nombre que es sobre todo nombre: en el nombre de Jesús.
[Filipenses 2:10 RVR1960] Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra
[Juan 14:13 RVR1960] Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
El Señor repite que tenemos que saber contra qué y contra quién nos enfrentamos, y hasta dónde pueden llegar las fuerzas del mal. No tenemos que ser ignorantes de eso y estar desprevenidos ante los ataques que el maligno podría enviarnos.
Muchos no entienden que el reino del mal es un reino, y como todo reino, está organizado y tiene un rey. Ese rey tiene gente bajo su autoridad, que a su vez tiene otros debajo, y así sucesivamente, formando cadenas de autoridad. El Señor dice que no seamos ingenuos con estas cosas.
Es como en una empresa, me revela el Señor. En una empresa está el gerente general, y debajo de él están los distintos cargos. En el reino de las tinieblas también hay diferentes niveles, me dice el Señor, y se delegan distintos grados de autoridad para cumplir ciertos objetivos y propósitos, al igual que en una empresa.
El Señor dice que ignorar estas cosas no nos va a ayudar a tener la victoria, sino que va a debilitarnos.
Caminar en santidad, en justicia y en verdad; no tener manchas en nuestras vestiduras —es decir, no estar en pecado voluntario—; estar llenos del Espíritu Santo y mantenernos cerca del Señor, caminando de la mano con Él… todo eso ya hace que contemos con su protección.
Pero aun así, hay momentos en los que una batalla tiene que ser librada contra las potestades del mal.
[Efesios 6:12 RVR1960] Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Hay batallas que las tenemos que librar nosotros. Y en el transcurso de nuestro crecimiento espiritual, el Señor nos va enseñando en esta área, y el Espíritu Santo nos va dando las estrategias que necesitamos para vencer, me dice Dios, porque hay distintos tipos de guerras, batallas y enemigos.
Por lo tanto, necesitamos seguir la guía del Espíritu Santo.
[Romanos 8:14 RVR1960] Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Otra cosa que hay que tener en cuenta en lo que es guerra espiritual es que necesitamos mantener nuestro cuarto secreto para preguntarle al Espíritu Santo qué es lo que está forjando o haciendo el enemigo en contra de nosotros, y cuál es la estrategia para vencer ese ataque en particular.
Porque hay distintos tipos de ataques. Hay ataques más tranquilos y hay ataques más fuertes. Hay ataques más cortos y hay ataques más largos. Hay guerras que duran días y hay guerras que duran años, incluso décadas. Por lo tanto, no podemos aplicar la misma estrategia de defensa y de ataque en todas las batallas.
Quizás no vas a encontrar en la Biblia la estrategia específica para la batalla que estás pasando ahora, pero el Espíritu Santo sí te la puede dar. Si vas al cuarto secreto de oración y aprendes a escuchar la voz del Señor, a entender cómo Él te habla y a seguir su guía, y si le preguntas al Señor por esa estrategia, Él te va a conceder la respuesta.
Quizás no siempre lo va a hacer con voz audible, sino a través de una de las muchas maneras en las que el Señor habla. Él te va a dar la estrategia porque quiere que venzas y no que seas un soldado caído.
[Juan 14:26 RVR1960] Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
El Señor me revela ahora que algunos de ustedes no han tenido la victoria en ciertas batallas espirituales o contra ciertos ataques que el enemigo ha hecho contra ustedes, porque siempre aplicaron la misma estrategia.
Cada vez que están siendo atacados de una manera fuerte, ayunan por la misma cantidad de tiempo, por ejemplo, oran la misma cantidad de horas o siempre proclaman los mismos versículos contra esos ataques. Pero los versículos que tienen que proclamar en esa ocasión, utilizando la Palabra como espada, dependen de con qué los está atacando el diablo.
Si estudiamos la tentación de Jesús en el desierto, vemos que Jesús no le respondió siempre con el mismo versículo al diablo. Así mismo, no podemos responderle siempre igual al enemigo. Tenemos que reconocer qué enemigo tenemos en frente y para qué está enviado. Esa parte nos la puede revelar el Espíritu Santo de Dios, mostrándonos las estrategias diabólicas en contra de nuestras vidas.
Por lo tanto, tenemos que estar pendientes de lo que Dios nos habla particularmente y de forma individual a cada uno de nosotros. El Señor me revela ahora que esto sucede mayormente por sueños, pero muchos de ustedes no están prestando atención a esos avisos. Entonces no hacen nada, el enemigo tiene éxito y esos ataques ingresan a sus vidas, y después se preguntan por qué Dios no les avisó, cuando Él ya lo había hecho: ya había advertido lo que el diablo estaba forjando en contra de ustedes.
El Espíritu Santo me dice ahora que una de las partes más importantes de la armadura espiritual de un cristiano es la fe.
[Efesios 6:16 RVR1960] Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Cuando ustedes leen la Biblia, les aconsejo prestar atención a los detalles, a esas palabritas que a veces uno se salta y no les da tanta importancia, y que muchas veces son la clave de lo que necesitamos saber.
El Señor me dice que, si no tenemos fe, en vano proclamamos: «Yo me coloco la armadura espiritual de Dios». Si no tenemos fe, no nos podemos defender de los dardos del maligno, porque cuando no hay fe, el escudo espiritual ya no está en nuestra mano, sino caído en el piso. Decir que tomamos el escudo no va a provocar que el escudo vuelva a nuestra mano en el espíritu. Si no tenemos fe, va a quedar en el piso.
Pero cuando tenemos fe, cuando no le creemos al diablo sino a Dios, cuando tenemos fe en Jesucristo y en lo que no se ve pero que está ahí de igual manera, entonces el escudo automáticamente está en nuestras manos.
No se trata de decir o no decir: «Me pongo la armadura de Dios». Se trata de caminar en ella. Se trata de caminar por fe y no por vista, y automáticamente el escudo está en nuestras manos para defendernos de los dardos del maligno.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios. Por lo tanto, no contamos con su protección. Por lo tanto, el escudo no está en nuestras manos.
La fe es lo principal. Con la fe se resiste, y con la fe se ataca.
Si estoy haciendo una oración de guerra espiritual y digo, por ejemplo: «En este momento envío flechas encendidas en fuego al campamento del enemigo», pero lo digo sin fe, no va a pasar nada en el ambiente espiritual. El Señor no va a enviar ninguna flecha al campamento del enemigo, porque las cosas espirituales se mueven a través de la fe.
La fe funciona como si fuera gasolina o nafta. La fe es como una fuerza. A veces puede ser como una sustancia, como un líquido, como un poder de aire. La fe puede manifestarse de distintas maneras, me enseña ahora el Espíritu Santo, pero es como una fuerza que provoca que cosas sucedan en el mundo espiritual y que después se manifiesten en el material.
Pero sin fe no solamente no se mueve nada en el espíritu, porque es la fe la que provoca movimientos espirituales, sino que también es la fuerza que hace que lo que no se ve se manifieste en lo físico.
Sin fe yo no puedo ir a la guerra y no puedo defenderme ni atacar. Si no tengo fe, no puedo resistir. No solamente me va a caer el escudo y no me voy a poder defender de los ataques de mi enemigo, sino que me voy a empezar a debilitar y a vaciar cada vez más.
La unción se va a secar, y me voy a empezar a vaciar del Espíritu Santo, porque empiezo a desagradar a Dios y a contristar al Espíritu Santo, ya que sin fe es imposible agradar a Dios. Empiezo a perder la fuerza, y soy como un soldado que no come y se empieza a quedar sin músculos, porque es la fe la que alimenta a mi cuerpo espiritual.
[Hebreos 11:6 RVR1960] Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
La fe es una certeza. Cuando yo me muevo por fe, estoy absolutamente convencida. Aunque no pueda ver con mis ojos físicos, sé que hay cosas espirituales que están ahí. Aunque no pueda ver a Dios, estoy convencida de que existe. Aunque mis ojos no lo vean, tengo la certeza de que Él está ahí. Y lo mismo sucede con el resto de las cosas espirituales.
El Espíritu Santo dice que cada uno de ustedes tiene que evaluarse para saber dónde están en esta área. Cada uno tiene que preguntarse si le está creyendo a Dios, si está evangelizando…
Y no solo eso. Si ustedes caminan en paz, los calzados del apresto del evangelio de la paz son automáticamente colocados en sus pies espirituales. Pero cuando no tienen paz, porque le dan lugar al miedo, a la preocupación, al afán y a la ansiedad, es como si sus calzados ya no estuvieran en sus pies espirituales. Porque los calzados no solo tienen que ver con el evangelio, sino también con la paz.
Dios me dice que hay muchos de ustedes que se están soñando descalzos porque no tienen paz. Eso es lo que significa en esos sueños en particular, aunque los calzados pueden representar muchas cosas distintas en los sueños.
Dios dice que se evalúen, porque algunos un día piensan que están salvos y al otro día que no, y entonces sus mentes quedan desprotegidas. El enemigo los ataca permanentemente en el área de la mente, implantando distintos tipos de ideas demoníacas que ustedes están creyendo y a las que les están dando lugar. Por lo tanto, es como si el yelmo no estuviera en sus cabezas en el espíritu, y el diablo se hace la fiesta y trabaja en el jardín de sus pensamientos como se le antoja.
Si están a cuentas con Dios y caminando en santidad, es importante que no duden de su salvación, me dice el Señor.
[Filipenses 2:12-13 RVR1960] Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Es cierto que, si una persona se va al mundo y comienza a vivir en pecado, ese yelmo de la salvación se cae de su cabeza y esa persona ya no está salva por ese tiempo. Pero yo estoy hablando de un hijo de Dios que le está creyendo las mentiras del diablo, que le dice que no está salvo, cuando sí lo está, porque no está en pecado, porque está a cuentas con el Señor y justificado. Esa es la diferencia.
Hijitos, dice el Señor, aprendan sobre guerra espiritual. Aprendan sobre las distintas maneras en las que el maligno los puede atacar, y aprendan también a defenderse. Aprendan a reprenderlo en el nombre de Jesús y a ordenarle que retroceda.
Divórciense de los miedos a los ataques del mal, dice el Señor, y aprendan a pararse firmes como un soldado que tiene permanentemente su escudo levantado y su espada afilada, preparada para cortar lo que sea necesario.
Ya no sean ignorantes en esta área, dice el Señor. Aprendan sobre guerra espiritual, porque en estos últimos días las huestes espirituales de maldad están redoblando sus ataques en contra de los míos para eliminarlos y causarles distintos tipos de problemas. Y lo que más utilizan es la mentira.
El diablo les miente a los míos, y los míos le creen. Cuando ustedes le creen a lo que el enemigo les habla mintiéndoles, dice el Señor, se están poniendo de acuerdo con él. Si ustedes hacen esto, no hay armadura espiritual que los pueda defender, porque es lo mismo que si caminaran de la mano con el enemigo, como si se casaran con él. Son como dos personas que caminan de acuerdo, y no en desacuerdo.
[Amós 3:3 RVR1960] ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?
Cuando ustedes creen las mentiras del diablo, dice Dios, es como si caminaran con él y se volvieran su amigo. Por lo tanto, no hay armadura que haga falta, porque no hay de qué defenderse: ustedes están de la mano con él.
No crean lo que el diablo les habla a sus mentes, dice el Señor. Retruquen lo que el diablo les habla con la Palabra de Dios que ya está escrita. Ordénenle que retroceda.
Alábenme, dice el Señor, porque este es otro medio de defensa.
[2 Crónicas 20:21-22 RVR1960] Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.
Esta es otra arma poderosa contra el diablo: la alabanza, adorarme en espíritu y en verdad. Los demonios detestan cuando un hijo Me alaba de verdad y Me adora en su espíritu, dice el Señor.
Cuando un hijo adora a Dios en espíritu y en verdad, es como si se encendiera en fuego en el espíritu, y todo lo malo que está a su alrededor se quema y huye.
Resistan al mal y obedézcanme, dice Dios, porque si ustedes quieren que el diablo huya, primero le tienen que resistir. Pero para resistir, primero tienen que obedecerme, dice el Señor.
[Santiago 4:7 RVR1960] Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Ustedes no pueden resistirle al enemigo si no se sujetan a Mí primero, dice el Señor. Si no se someten, si no obedecen mis mandamientos, si no respetan mis reglas, no van a poder resistir los embistes del enemigo.
Hijitos, hay muchas armas espirituales con las que ustedes cuentan, dice el Señor. Hablar en lenguas del Espíritu Santo es otra de ellas.
[1 Corintios 14:39 RVR1960] Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas.
Cuando ustedes hablan en lenguas, aunque quizás todavía no las puedan interpretar, esas palabras son enviadas al campamento del enemigo como flechas de fuego en el espíritu. Pero tienen que creer en los dones que Yo les he dado a través del Espíritu Santo, dice el Señor.
Muchos de ustedes no creen que cuentan con el don de lenguas, y entonces están dejando de utilizar un arma poderosa en contra del mal.
Cuando se sientan atacados, amedrentados, perseguidos por el enemigo y oprimidos, hablen en lenguas sin cesar. Esta es una de las estrategias que también pueden aplicar los que menos conocimiento tienen sobre lo espiritual.
Cuando no sepan qué hacer, o todavía estén entrenando para escuchar al Espíritu Santo y entender las soluciones y las estrategias que Él concede, entonces hablen lenguas.
Si no tienen el don de lenguas, pídanlo, dice el Señor. Si no lo reciben, de igual manera el Espíritu Santo los va a inspirar a utilizar otra arma espiritual. Pero si tienen el don de lenguas, dice el Señor, ¿por qué no usarlo?
Hasta danzar puede convertirse en un arma espiritual de defensa y de ataque. Cuando ustedes danzan alabándome a Mí, adorándome internamente mientras danzan, dice el Señor, hay ángeles que son enviados al ambiente donde ustedes están, y esos ángeles los defienden.
Yo (Noelia) veo a una persona que está danzando para el Señor y que realmente lo está adorando en su espíritu. Y vienen ángeles y empiezan a pelear contra los demonios que quieren atacar a esta persona.
La danza y el canto son armas de guerra y no solamente de adoración, dice el Señor.
[2 Samuel 6:14 RVR1960] Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino.
Tocar instrumentos para alabar al Señor puede convertirse en un arma de guerra espiritual.
[1 Samuel 16:23 RVR1960] Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
El Señor me revela ahora que, en este tiempo, muchos de ustedes están pasando por un proceso de entrenamiento en la guerra espiritual. Y esta es una confirmación para ti: ese llamado es de Él, y estás enfrentando tantas luchas no por causa de tu pecado, sino porque te está entrenando como soldado para después usarte en guerras mayores en los últimos días.
Si estás pasando por este proceso de tener que batallar permanentemente contra los ataques del enemigo, el Señor te dice que resistas y que no pierdas la fe. Que no bajes las armas de la luz, que te defiendas y que aprendas a ser resistente en el tiempo, y no solamente por un momento, por un día o por una semana. Porque es Dios quien te está enseñando resistencia y perseverancia.
Resiste, dice el Señor, porque Yo soy el que te está llamando, el que te está preparando, el que te está enseñando distintas técnicas de defensa y de ataque.
El Señor me revela ahora que algunos de ustedes están teniendo sueños donde son atacados, y en esos mismos sueños Dios les está dando distintas estrategias para vencer al enemigo. Y no siempre es la misma estrategia.
A veces, ustedes cantan a Dios en el sueño y eso repele al enemigo, y tienen la victoria. A veces simplemente le ordenan al enemigo que se vaya y que retroceda en el nombre de Jesús, o lo reprenden en el nombre de Jesús. A veces invocan la sangre del Cordero y dicen, por ejemplo: «La sangre de Cristo tiene poder», y el solo hecho de mencionar esta verdad provoca que los demonios retrocedan y huyan.
Hace varios años, yo misma tuve un sueño así. El enemigo me estaba atacando, y en el sueño dije: «La sangre de Cristo tiene poder». Entonces el enemigo me soltó, y tuve la victoria en esa batalla. Proclamar esta verdad fue como clavarle una flecha en el corazón al demonio que me estaba atacando.
El Señor les está dando distintas estrategias y les está enseñando de diversas maneras sobre batallas, guerras, armas espirituales y cómo defenderse. El Espíritu Santo está llamando a muchos de ustedes a levantarse de madrugada para ser entrenados en esta área.
Si quieres tener puesta la armadura de Dios en el espíritu, dice el Señor, tienes que caminar como un verdadero cristiano, como un verdadero hijo de Dios, y no como un hipócrita que dice que se coloca la armadura pero no camina en ella, porque no es digno de llevarla.
Hijitos, dice el Señor, tengan fe, porque Yo los ayudo.
Y yo (Noelia) veo a una chica que quiere usar la espada para defenderse espiritualmente, pero siente que no tiene fuerza. Sin embargo, viene Jesús y le ayuda a levantar su mano, junto con la espada, para cortar las mentiras que el diablo estaba utilizando en su contra.
Con esto, Dios te quiere hacer entender que Él te va a ayudar en el proceso. Mientras vas aprendiendo, Él está contigo y no te deja solo. Cuando te falten las fuerzas, Él va a ser quien te fortalezca, o Él mismo lo va a hacer por ti, o te va a ayudar a terminar eso que empezaste y sientes que no puedes terminar.
Tengan fe, dice el Señor, porque Yo los ayudo en cada batalla. Pero tienen que creerme. Tienen que creer que realmente estoy ahí con ustedes, porque Yo vencí primero. Yo ya vencí para que ustedes sean vencedores.
Escuchen al Espíritu Santo y sigan las pisadas, es decir, las señales que se les van dejando. Pidan estrategias y respondan al llamado, porque a veces hay ataques que deben recibir una respuesta de parte de ustedes, y no se están levantando de noche cuando el Señor los llama y les avisa lo que está pasando.
No quiero que reciban golpes cuando podrían no estar recibiéndolos, dice el Señor. Crezcan en esta área.
Yo (Noelia) veo a un guerrero que empieza chiquito y después empieza a crecer y crecer, hasta volverse como un gigante.
El Señor dice que podemos crecer en esta área, que podemos empezar como un soldado raso, pero terminar como generales. El Señor dice que tengamos fe, que respondamos a la guía del Espíritu Santo y que leamos la Palabra sobre este tema, y Él nos va a ayudar.
No los dejo solos, dice el Señor, ni siquiera en las batallas que están lidiando. Estoy con ustedes, pero muchas veces algunos no creen que estoy ahí mientras están batallando, y entonces se debilitan en la fe, bajan sus armas y su defensa, y el diablo puede atacarlos peor. Tienen que creer, dice el Señor, porque eso es lo que más los protege contra las acechanzas del enemigo.
[Mateo 8:9-10 RVR1960] Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Limpien sus mentes y aprendan a pensar con la mente de Cristo, y no con una mente carnal, diabólica, terrenal. Estén alertas y vigilantes permanentemente. Lean diariamente la Palabra, mediten en ella y digiéranla en sus estómagos espirituales. Afilen sus espadas y manténganlas siempre preparadas, dice el Señor.
Manténganse fuertes practicando la cena del Señor, porque esta es una de las actividades que edifican y fortalecen el espíritu.
Edifíquense y protéjanse entre ustedes, dice Dios, y pidan ayuda cuando estén muy atacados y el Espíritu les indique que deben hacerlo.
Hay batallas que se ganan solos, y hay batallas que se ganan acompañados. Y si el Espíritu Santo les indica que tienen que pedir ayuda y no lo hacen, es posible que no tengan la victoria en esa batalla en particular. Tal vez sea por orgullo que no piden ayuda, y entonces los soldados que el enemigo envía son más poderosos que ustedes, y no pueden vencer.
Por eso vuelvo a repetir que la guía del Espíritu Santo es crucial en cada batalla. A veces, la unión da la victoria y la comunión, la fuerza.
Sean inteligentes y vigilen, no solo de noche sino también de día, dice el Señor. Reconozcan cuándo algo es un ataque del enemigo, cuándo es una consecuencia del pecado, y cuándo es simplemente una prueba por la que están pasando. Reconozcan las distintas situaciones de su vida diaria, dice el Señor, hasta que aprendan a discernir cuáles son ataques del enemigo y cuáles no.
Hay muchas cosas a las que ustedes les están llamando ataques, y no lo son. No es el enemigo el que los está atacando, sino que se trata de otra situación en particular.
Pidan discernimiento de espíritus, dice el Señor, porque esto ayuda en la guerra espiritual para poder discernir cuándo es un ataque y cuándo no, cuándo es un enemigo espiritual el que los está atacando y cuándo no.
Sin discernimiento, están como ciegos en parte. Lo que no tienen, pídanlo. Lo que no está afilado, afílenlo. Muévanse, porque están en tiempos de guerra y deben defenderse y contraatacar.
Les he hablado porque los amo, dice el Señor.
Hay mucho más sobre esto para saber, pero por hoy, para muchos de ustedes, ya es una carne muy abundante y nutritiva que ahora tienen que digerir.
Los amo y los abrazo, dice el Señor, y estoy con ustedes hasta el fin de los tiempos.
Mientras decía esto, yo (Noelia) veía la venida del Señor con todos los santos. El Señor viene para juzgar al mundo, para pelear y para batallar.
Hay batallas espirituales que se dan en las inmediaciones celestiales y de las cuales no tenemos idea. Muchas veces, cuando estamos ayunando, clamando, orando y pidiendo por algo en particular, se están librando batallas similares a las que el Señor le reveló a Daniel cuando ayunó durante 21 días.
[#biblia 10:12-13 RVR60] Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
Hay luchas espirituales que se dan mientras caminamos por la vida y de las cuales no siempre somos conscientes. Sin embargo, si nosotros hiciéramos lo que tenemos que hacer de nuestra parte, como Daniel lo hizo cuando ayunaba y seguía aclamando, la respuesta llegaría en el tiempo correcto y no se tardaría.
Entiendan que hay una parte que tienen que hacer ustedes, dice el Señor. Espero a que se activen, espero a que respondan, espero a que se entrenen. Espero que ya no sean ignorantes en esto, sino expertos.
Yo (Noelia) veo cómo el Señor está repartiendo armas espirituales a muchos de ustedes, a través de ángeles que visitan sus casas ahora. Están recibiendo distintos tipos de armas. Recíbanlas por fe y úsenlas por fe.
El Señor también me dice que no debemos ignorar que, a veces, pensamos que estamos solos peleando una batalla, pero hay ejércitos celestiales completos que están peleando por nosotros, si hacemos lo que nos corresponde y cumplimos con el rol que Dios espera de nosotros durante ciertas batallas espirituales.
Quizás en lo físico estemos peleando solos, pero en lo espiritual, Dios manda legiones para pelear a nuestro favor, en contra de los ataques del enemigo.
No necesitamos ver, sino creer, repite el Señor. Esa es la clave principal: mantener la fe en alto y creerle a Dios siempre.
Gracias, Padre Celestial, por este pan. Toda la gloria y la honra para Ti, Padre de la gloria.