Bendiciones, amada Iglesia del Señor Jesucristo. El pasaje que me dio el Espíritu Santo hoy es Mateo capítulo 25, del cual solo te voy a compartir la primera parte, para luego escuchar la voz del Señor y hablar lo que Dios quiera hablar a un pueblo con hambre, a un pueblo que sí quiere prepararse, a un pueblo que está sediento de su palabra.
[Mateo 25:1-13 RVR1960] Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Un pasaje fuerte, un pasaje contundente, en el que justamente se basa la palabra que el Señor quiere dar hoy a su Iglesia. Por lo tanto, el Espíritu de Dios dice así:
Hijitos, hijitos, prepárense, porque muchos de ustedes no tienen aceite en sus lámparas, o el aceite que les queda es escaso y no les va a alcanzar, no solo para poder ingresar en el reino de los cielos y participar de esas bodas, sino tampoco para poder resistir a lo que viene en estos tiempos finales.
Hijitos, dice el Espíritu de Dios, tomen conciencia de que lo que se viene es pesado. Se viene gran estruendo entre las naciones. Las naciones de la tierra cambian, son como piezas de un rompecabezas que se sigue moviendo y que se va a mover mucho más.
El mundo se va a dar vueltas, dice el Señor. El mundo ya no va a ser lo que ustedes conocieron. Esta generación se va a asombrar cuando vea que el mundo que conocía ya no es lo que era.
Ustedes ni se imaginan, no esperan lo que va a suceder en la cadena de acontecimientos finales, dice el Señor. Hay cosas que ni siquiera los expertos en geopolítica están barajando en sus posibilidades, porque voy a sorprender al mundo, dice el Señor, y los ojos de muchos se van a abrir de par en par por el asombro que los va a tomar.
Estupor viene a las naciones. Hay personas que se van a quedar inmóviles porque el estupor viene a ellas, dice el Señor, porque el asombro será tan grande y todas estas cosas que van a pasar los van a tomar tan de sorpresa que se van a quedar como en shock, porque no van a poder creer lo que va a estar sucediendo.
Muchos no se imaginan la gravedad de los acontecimientos finales, dice Dios. Aunque lo vengo avisando hace miles de años, no se lo imaginan, no lo esperan y mucho menos se preparan. Y entonces, cuando estas cosas acontezcan delante de sus ojos, van a quedar en shock por no haberse preparado, dice el Señor, por no tener aceite en sus lámparas, por no entender que este es un tiempo apocalíptico donde todas las cosas se dan vuelta.
Yo (Noelia) veo al mundo como si fuera un mapa que se da vuelta y todo queda patas para arriba.
Este es el tiempo donde todas las cosas tienen que prepararse para los acontecimientos finales, que son los más fuertes, dice el Señor. Recuerden que los dolores de parto van en incremento. La mujer comienza a sufrir de a poco, pero después esos dolores se van incrementando hasta que ya son insoportables.
Así será, dice el Señor, y estos acontecimientos ya se han desencadenado y ya no van a frenar, como cuando alguien ya no puede frenar el trabajo de parto de una mujer que está a punto de dar a luz. Una vez que se desencadena ese trabajo de parto, no se puede frenar de manera natural. No se puede frenar sin aplicar violencia. No se puede interrumpir sin causar consecuencias gravísimas para la madre y el bebé que tiene que nacer.
Las cosas tienen que suceder y desencadenarse de la misma manera, dice el Señor. Tiene que ser así, y ya está escrito. Por eso la Escritura dice tantas veces en el Nuevo Testamento: «Velad, velad, velad», para que puedas entender que tienes que prepararte.
Muchos de ustedes no entienden que ya están arriba del tren, dice Dios. Muchos de ustedes dicen: «Entonces, yo no sé si quiero subirme a ese tren», pero no entendieron que hace rato el tren ya comenzó a moverse con ustedes adentro.
No se trata de bajarse o no, dice el Señor. Se trata de agarrarse de esos pasamanos y asideros que tiene el tren para que no te caigas. Se trata de que estés preparado para poder resistir ese viaje.
Amados míos, dice el Señor, muchos de ustedes están apagados, están ausentes. Van a la congregación, pero sus espíritus no están presentes allí. No están participando de lo que acontece en el mundo espiritual.
Esos asideros del tren son para que la gente se tome de ellos y, aunque todo se sacuda, no reciban golpes mientras el tren pasa por situaciones geográficas que lo hacen zarandearse un poco de vez en cuando.
Muchos de ustedes no están verdaderamente conscientes de que tienen que prepararse, dice el Señor. Sus lámparas están escasas de aceite. Tienen solo unas gotitas de aceite, y la oscuridad viene sobre el mundo aún más de lo que está ahora sobre la tierra, dice Dios. La oscuridad crece y crece sobre la tierra, y necesitarán aún más aceite, lo necesitarán continuamente para tener luz en medio de esta densa oscuridad.
Prepárense, reaccionen, repite el Espíritu de Dios. Estén a cuentas conmigo. Laven sus vestiduras. Hagan lo que tengan que hacer. Renuncien a lo que tengan que renunciar. Síganme de verdad, dice Jesús. Sean como las vírgenes prudentes y no como las insensatas, porque lo que viene los va a tomar por sorpresa.
Yo (Noelia) estoy entendiendo ahora que el Espíritu va a utilizar inundaciones repentinas como metáfora para hablar de lo que sigue. Justamente en estos días, la ciudad de Bahía Blanca, en Argentina, quedó completamente inundada. Fue tan rápido el aluvión que la gente no tuvo tiempo de escapar, y hubo muchos muertos por esta causa.
Hay muchas cosas que llegan de la misma manera: de forma repentina, sin darles tiempo a reaccionar, sin darles tiempo a prepararse para nada, dice el Señor, y van a tener que luchar por sobrevivir, por subsistir. Por lo tanto, deben aprovechar el tiempo y la tranquilidad que ahora tienen para hacer lo que no van a poder hacer cuando esas cosas lleguen repentinamente a sus vidas.
Muchos de ustedes serán probados a través de estos acontecimientos, dice el Señor, a través de estos dolores de parto que sufre la tierra. Su fe será probada. Voy a utilizar estos desastres naturales, estas guerras, estas pandemias, pestes y demás para sacudirlos y que así se den cuenta de dónde están parados y cuál es el nivel de aceite en sus lámparas.
No sean insensatos, dice el Señor. No esperen a que algo tan grave suceda en sus propias vidas para reaccionar, examinarse, evaluarse y escudriñarse a sí mismos. Estén listos hoy, ahora, ya, dice el Señor. Este es el momento de llenar sus lámparas de aceite, y no cuando ya sea tarde.
Pero después, dice Dios, si deciden otra cosa, no digan que no les avisé. No digan que no les advertí. No me culpen a mí, como si Yo no fuera un Dios amoroso, perdonador, piadoso, que da muchas oportunidades. Porque los estoy llamando por la izquierda y por la derecha, por delante y por detrás, desde todos los ángulos y de distintas maneras, para que tal vez los que están tibios decidan de una vez por todas estar de mi lado y ponerse a cuentas conmigo. Y cuando estas cosas lleguen a sus vidas, no sean hallados culpables, no sean encontrados faltos, sino que estén preparados para resistir.
A mí (Noelia) me viene a la memoria una palabra profética que entregué hace un tiempo, que dice que viene la prueba de Job para muchos. En esa palabra el Señor hablaba de sus hijos, no de los inconversos. El Señor dijo que muchos cristianos creen que no van a sufrir ningún tipo de pérdida, que no van a perder seres queridos mientras estas cosas sucedan en el mundo, mientras los juicios de Dios sigan desparramándose sobre la tierra y todo se prepare para la aparición del Anticristo y la segunda venida del Señor.
Muchos de ustedes piensan que no van a ser tocados por nada de esto. Sin embargo, en algunos casos, Dios va a utilizar estos acontecimientos para probarlos, como probó a Job. La Biblia dice que Job era un hombre recto y justo, pero aun así perdió a todos sus hijos y todas sus pertenencias de un momento a otro. En un solo día, todo lo que tenía, excepto su esposa, le fue quitado. Y Job era un hijo de Dios. Job amaba a Dios y hacía justicia con los pobres y necesitados. Job caminaba con los zapatos del reino de los cielos. Sin embargo, el Señor permitió que fuera probado.
No se olviden de este pasaje, dice el Señor, porque muchos de ustedes sí van a perder a sus seres queridos en este tipo de catástrofes, en guerras y en acontecimientos naturales como huracanes, tornados, inundaciones, tsunamis, erupciones de volcanes, socavones y otras cosas más.
La Biblia dice que Job era un hombre íntegro, temeroso de Dios y apartado del mal. Igualmente, todo lo que tenía se le fue quitado. Y no solo eso, sino que tuvo que padecer una enfermedad muy grave, algo como la sarna.
[Job 1:1 RVR1960] Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
Es muy fácil decir: «Yo creo en Dios. Yo me paro sobre la roca» mientras nada se sacude bajo tus pies, mientras ves que las cosas malas les acontecen a los demás y las observas desde lejos, tal vez por las noticias, y a ti no te están tocando.
El Señor te pregunta hoy: ¿Qué vas a hacer cuando quizás estas cosas te toquen en persona, cuando las tengas que vivir en carne propia, cuando tu piel sea afectada por una enfermedad o alguno de tus órganos sufra un padecimiento grave? ¿Qué vas a hacer con tu fe? ¿Cuál va a ser el nivel de aceite que esté en tu lámpara para ayudarte a resistir y ser luz en medio de la oscuridad?
Prepárense, dice el Señor, porque las cosas que están sucediendo en el mundo, para unos es juicio, para otros es prueba y para otros es refinamiento. La pregunta no es esa. La pregunta no es si la Iglesia va a pasar por las mismas cosas que los no creyentes. La pregunta que hoy hace el Señor es: ¿Cómo va a estar tu lámpara cuando estas cosas te lleguen a ti, a tu casa, a tus hijos, a tus bienes? ¿Cuál va a ser el nivel de resistencia que vas a tener en ese momento?
Yo (Noelia) estoy sabiendo que muchos de ustedes piensan en dejar para después ponerse a cuentas con Dios, en dejar para después prepararse espiritualmente, fortalecerse, edificarse con las distintas prácticas cristianas que el Señor nos mandó a hacer en las Escrituras para que eso sea posible. Piensan en dejarlo para después, creyendo que a ustedes no les va a tocar.
Muchos argentinos están diciendo ahora: «Sí, pero esas inundaciones fueron para Bahía Blanca. Seguramente eran todos unos pecadores y por eso les llegó el agua. A mí no me va a pasar». Pero, ¿qué pasa si Dios decide que esa inundación llegue a tu casa por causa de una prueba como la de Job, por causa de un refinamiento? Y me viene a la mente este versículo:
[Zacarías 13:9 RVR1960] Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios.
Eso es lo que Dios está haciendo con los suyos, para que cuando Cristo vuelva, realmente encuentre fe sobre la tierra. Porque si Él viniera ahora, muy pocos serían tomados. Y, a veces, la única manera en que tu lámpara se llene de aceite es pasando por tribulaciones, pruebas y aflicciones.
Amigos míos, dice el Señor, no subestimen los eventos de los últimos días, pensando que a ustedes no les va a tocar nada. Más bien, prepárense, sin cuestionarme por qué hago lo que hago o por qué dejo de hacerlo. ¿Acaso son ustedes más sabios que Yo y saben mejor lo que hay que decidir o qué es lo mejor para un alma?
De la misma manera en que el Señor le respondió a Job, nos está respondiendo hoy a nosotros: ¿Acaso ustedes son los creadores de todo lo que existe? ¿Acaso ustedes se hicieron a ustedes mismos? ¿O no fueron mis manos las que crearon los corazones que están latiendo dentro de sus cuerpos?
Dios dice esto porque muchos de ustedes están preguntando: «¿Por qué Dios nos va a hacer pasar por estas cosas? ¿Por qué el Señor haría esto conmigo? ¿Por qué el Señor haría este tipo de cosas con sus hijos?» Y están cuestionando a Dios, como si ustedes fueran más sabios que Él.
No les hace falta saber todo lo que voy a hacer, ni con quién lo voy a hacer, ni cómo lo voy a hacer, dice el Señor. Más bien, deben estar dispuestos a confiar en mí a pesar de todo lo que sucede sobre la tierra. Lo que estoy buscando son hombres y mujeres de fe, dice el Señor, no niños y niñas inmaduros que me cuestionen por todo lo que hago.
¿Quiénes son ustedes para cuestionarme cuando Yo tomo un alma para sacarla de la tierra, si ustedes no son los que conocen los tiempos de cada persona? Ustedes no ven todas las cosas desde la perspectiva en que Yo las estoy viendo, dice el Señor.
Hay muchas cosas que ustedes no saben, no se enteran y no toman en cuenta, porque no las tienen en su conocimiento. Y hay decisiones que Yo tomo, dice Dios, que ustedes no van a entender, pero igualmente tienen que confiar en mí, porque no tienen sobre la mesa todo lo que Yo sí tengo y estoy viendo.
Confíen en mí y prepárense, porque por la puerta estrecha entra una sola persona. Prepárense ustedes primero, dice el Señor, prepárense individualmente, cada uno por su lado, porque son ustedes, y únicamente ustedes, los que tienen que llenar sus lámparas con aceite, y no otra persona.
Hijitos, dice el Señor, esto es una alerta. Las lámparas de mi pueblo están secas y no van a poder resistir mucho tiempo si no las recargan. Recuerden que ese aceite es el que les va a ayudar a resistir lo que viene, a resistir las pérdidas, a resistir los golpes, a resistir las pruebas.
El aceite de Job era la fe que él tenía en Dios. Job era conocido en su comunidad por las obras de caridad que hacía, y cuando esto le vino a él, nadie podía creer que le tocara a él y no a algún inicuo, a algún pecador, a una persona que viviera para sí misma, algún egoísta. Todos a su alrededor se preguntaban: «¿Por qué justamente Job? No puede ser. Si esto le vino a él, es porque algo habrá hecho».
Eso es lo que ustedes están pensando de muchos hermanos que están padeciendo grandes aflicciones en este tiempo, y no están entendiendo que Dios hace lo que quiere, como quiere, en el momento que Él lo decida. No están entiendiendo que Él es soberano y que todas las almas le pertenecen. ¿Quiénes somos nosotros para cuestionarlo?
Dios te dice en este momento y repite: El aceite de la lámpara de Job era la fe que él tenía en Dios. La fe que él tenía en Dios fue lo que lo mantuvo sobreviviendo durante ese tiempo de pruebas terribles por las que tuvo que pasar en ese momento de su vida. Y él no le hizo caso a su mujer, no maldijo a Dios, sino que dijo:
[Job 1:21 RVR1960] Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
¡Qué fuerte! Que Dios te quite todo: tu familia, tus hijos, tus pertenencias, todo por lo que trabajaste durante tantos años de tu vida, y que, de un momento para otro, te quedes sin nada y sin casi nadie, enfermo, vituperado, señalado como culpable de cosas que no hiciste.
Que te quedes solo, como Job, a quien hasta los amigos que fueron a visitarlo lo tachaban de pecador y no entendieron lo que Dios estaba haciendo con él. Imagínense que, en medio de todo eso, Job fue capaz de decir: «Jehová dio y Jehová quitó. Bendito sea el nombre de Jehová.»
Dios pregunta en este momento: ¿Cuántos de ustedes tienen sus lámparas tan llenas de aceite, tan llenas de fe, tan llenas de unción como para responderle a Dios de esta manera cuando están pasando por cosas como esas o cuando las vayan a pasar? Y Él responde: Muy pocos. Muy pocos de ustedes mantendrían su integridad como lo hizo Job en esos momentos extremadamente duros.
A Job solo le había quedado su vida. Dios lo despojó de todo lo que él amaba para ver cómo iba a responder, para ver si, aun quedándose completamente solo… Y yo (Noelia) estoy diciendo esto, no porque la Escritura lo diga, sino porque el Espíritu Santo me está haciendo saber que Job se sentía completamente solo. Aún tenía a su mujer con él, pero ni siquiera ella podía vivir lo que él estaba viviendo de la manera en que él lo estaba viviendo. Ni su mujer lo entendía.
En ese sentido, me revela el Señor en este momento, Job se sentía completamente solo. Fue despojado hasta de su salud para padecer una enfermedad insoportable, totalmente incómoda y dolorosa. Casi no podía dormir. Su alma estaba quebrantada en pedazos. Sin embargo, Job no se soltó de la mano de Dios, sino que lo bendijo.
A través de este relato tremendo de la historia de Job, el Espíritu de Dios nos pregunta: ¿Se han preguntado hasta cuánto pueden resistir ustedes? Algunos de ustedes resistirían si perdieran sus casas, pero no a sus hijos. Algunos de ustedes resistirían si perdieran a sus parejas, pero no a sus hijos. Algunos de ustedes no resistirían si lo perdieran absolutamente todo, como Job. No mantendrían su integridad, sino que maldecirían al Señor y abandonarían la fe.
Son en esos momentos cuando la fe obra, cuando la fe se muestra: cuando la persona que está pasando por esas aflicciones y siendo quebrantada sigue alabando al Señor, sigue tomándose de su mano, sigue confiando en Él y sigue esperando en Él para ser restaurada.
Muchos de ustedes no están en oración permanente, dice el Señor, por lo cual ese aceite va menguando en sus lámparas. Sin oración, se van secando. Sin oración, tampoco van a resistir, porque, por un lado, es la fe la que llena esa lámpara de aceite, pero, por otro lado, es la oración la que renueva esa fe constantemente.
Muchos de ustedes no están leyendo la Palabra, cuando la Palabra dice que la fe viene por el oír. ¿Qué van a hacer sin leer permanentemente las Escrituras? Esto también ayuda a que la lámpara se vaya llenando y a que ese aceite se renueve constantemente.
Están secos, dice el Señor. No tienen hábitos de cuarto secreto, de soledad, de silencio. No me buscan, dice el Señor. Por lo tanto, son fáciles de derribar, porque no cultivan esa fe dentro de ustedes, y, en consecuencia, esa lámpara se va secando poco a poco, y ustedes no se dan cuenta.
Otros están totalmente desconectados del resto del Cuerpo de Cristo, completamente solos. Nunca oran con nadie, no se juntan con otros hermanos, no alaban a Dios juntos, no comparten la cena del Señor, no tienen costumbres de comunidad con los demás hermanos, no son alimentados por otros ni mucho menos afilados por ellos. Esto también los va secando poco a poco.
En este momento, el Señor está respondiendo a una pregunta que muchos de ustedes se hacen: «Sí, pero ¿cómo lleno mi lámpara de aceite?» El Señor está respondiendo ahora a esta pregunta porque los ama tanto que quiere que resistamos los tiempos finales.
La Tercera Guerra Mundial se va a desatar, y nosotros vamos a estar aquí. El Anticristo se va a revelar, y nosotros vamos a estar aquí. Volcanes de gran tamaño van a entrar en erupción, y nosotros vamos a estar aquí. Las aguas de las costas van a arrasar varios continentes, y nosotros vamos a estar aquí. El clima va a seguir cambiando, volviéndose cada vez más violento, los huracanes van a seguir aumentando su intensidad, y nosotros vamos a estar aquí.
Los países van a seguir atacándose entre ellos. El imperialismo va a seguir aumentando. Los países van a cambiar de nombre. Algunos reyes van a ser quitados y reemplazados. Van a surgir nuevas religiones, y nosotros vamos a estar aquí. La persecución contra los cristianos va a seguir creciendo en todo el mundo, y no solamente en algunos lugares de la tierra, y nosotros vamos a estar aquí.
Ese aceite tiene que crecer, dice el Señor. El volumen de ese aceite tiene que aumentar. Son muchos los golpes que van a venir para los cristianos, a través de los cuales voy a refinarlos y probarlos. Por lo tanto, necesitan de esa unción fresca, porque ese aceite no solo sirve para resistir y para estar llenos del Espíritu Santo, sino también para repartir a otros, porque es una unción que todos nosotros tenemos.
El Mesías, el Cristo, significa «el Ungido». Él era el Ungido. Pero nosotros también somos ungidos, y la Biblia nos llama cristianos porque eso significa que somos los ungidos. Así como Jesús es el Cristo, el Ungido, nosotros somos ungidos.
Todos tenemos una lámpara, y cuando nacimos de nuevo, esta lámpara se llenó de aceite, se llenó del Espíritu Santo. Al ser bautizados en agua y en Espíritu, esa lámpara se llenó de ese aceite, que representa al Espíritu Santo con su unción.
Pero después, con el tiempo, nosotros somos los encargados de mantener el nivel de ese aceite lo más alto posible y, aún más que eso, de hacer que rebose, para que sea impartido a todos los que están a nuestro alrededor. Si verdaderamente somos hijos de Dios y hemos nacido de nuevo, nosotros somos los cristianos, los ungidos, y debemos mantenernos llenos del Espíritu Santo de Dios.
Hay algunos de ustedes, me dice el Señor, que conocen la Palabra, que van a la congregación y participan en actividades eclesiásticas, pero no conocen al Espíritu Santo ni saben cómo mantenerse llenos del Espíritu Santo de Dios. Tienen que aprender a relacionarse con el Espíritu Santo, porque esto será clave para resistir lo que viene. Será el Espíritu Santo de Dios el que te va a indicar si debes quedarte en la ciudad donde estás ahora o mudarte de ella.
Será el Espíritu Santo el que te indique las decisiones cruciales que tengas que tomar mientras estas cosas terribles acontecen sobre la tierra. Porque esto no va a frenar. Ya está escrito y se va a cumplir de la A a la Z.
La pregunta es: «¿Cuál será tu nivel de exactitud en las decisiones que tengas que tomar con respecto a tu vida y la de tu casa, en relación con lo que el Espíritu Santo te marque que debas hacer?»
Es necesario que sus lámparas estén llenas del aceite del Espíritu Santo en ustedes. Tienen que estar llenos del Espíritu Santo, como estaba Esteban cuando fue apedreado. Él era como una lámpara que rebosaba de ese aceite, por su fe, por su entrega, por su servicio al Señor, por su renuncia a las cosas que hubiera querido, pero que dejó para seguir a Jesús y cumplir con su llamado.
Así tienen que estar ustedes, dice Dios, llenos de ese aceite, para que, si les toca algo similar—si fueran apedreados, si fueran ejecutados, si fueran quemados, si fueran decapitados—resistan al igual que Esteban.
¿Saben por qué Esteban fue capaz de levantar su mirada al cielo y decir: «Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen» y entregarse en esa situación mientras lo estaban apedreando? Porque él tenía su lámpara llena de aceite.
La Iglesia de hoy en día no entiende que lo que está escrito es una sombra de lo que va a repetirse en estos últimos días. Piensan que ese tipo de martirio era solo para los apóstoles que siguieron a Jesús en aquel tiempo, y no entienden que lo que está escrito está allí como ejemplo para todos nosotros. Están equivocados.
El Señor te habla a través mío para que comprendas que estás malinterpretando las Escrituras y no estás entendiendo que muchas de las cosas que lees en la Palabra son las que te van a pasar a ti, son las que te van a acontecer a ti. Porque Dios te ama tanto que te va a refinar hasta el último centímetro y te va a formar a la imagen de su Hijo, como hizo con Esteban.
[Hechos 7:55 RVR1960] Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios.
Esteban intercedió por los que lo estaban apedreando en ese mismo momento.
[Hechos 7:60 RVR1960] Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Pero muchos de ustedes no pedirían por los qu los maltratan, sino que los maldecirían. Le pedirían a Dios condenación para ellos en vez de perdonarlos en el mismo momento de la agresión y dejar la justicia en manos del Señor. Y eso también se logra teniendo la lámpara llena de aceite, llena del Espíritu Santo.
Esteban fue capaz de declarar esas palabras antes de morir por el nivel de entrega que tenía, porque estaba lleno de fe y de unción. El Espíritu Santo me revela que Esteban estaba feliz por lo que le estaba sucediendo, porque sabía que la gloria que le esperaba debido a eso era mayor que si no hubiera pasado por ese tipo de muerte.
¿Cuántos de ustedes están dispuestos a morir de esa manera?, pregunta el Señor. ¿Cuántos de ustedes están dispuestos a seguirme hasta el final, aunque no les quede nada, si ese fuera el caso por el que tengan que pasar? ¿Cuántos de ustedes están dispuestos a seguirme de igual manera, aunque queden completamente solos? ¿Cuántos de ustedes están dispuestos a entregarme todo lo que tienen?, pregunta Dios.
Escudriñen sus corazones, porque sin fe es imposible agradar a Dios. Llenen sus lámparas de aceite. Sean prudentes, inteligentes. Sean cautos, dice el Señor. ¡Piensen!
Imagínense las distintas posibilidades que pueden venir sobre sus vidas y pregúntense qué harían, cómo reaccionarían si las tragedias que hoy están viendo en las noticias, que les suceden a otras personas, les ocurrieran a ustedes. Y si descubren que no están dispuestos a llevar su cruz, pregúntense si no es porque les falta aceite en sus lámparas, porque no tienen realmente la fe que profesan tener, porque son cristianos tibios, ungidos en algún momento, pero que dejaron que la unción se seque poco a poco.
Pregúntense, dice el Señor, porque la parábola de las vírgenes es una realidad que va a suceder ese día cuando el esposo venga por ellas. Hoy es una parábola, pero mañana será una realidad. Cuando Yo venga, solamente van a entrar los que tengan las lámparas llenas de aceite, y el resto se va a quedar. Y, habiendo escuchado estas palabras, habiendo leído esa parábola, aún así no se van a preparar.
No sean ustedes así, dice el Señor. Aún están a tiempo. Reaccionen, hijitos. Hagan lo que tengan que hacer para volver a encender el fuego que ardía en ustedes en algún momento. Recuperen el primer amor. No se dejen enfriar. Vuelvan al camino santo, al camino correcto. Vuelvan a arder de amor por mí, dice Jesús.
¿Dónde está el amor que me tenían? Se volvieron fríos. Se dejaron apagar. Dejaron de estar activos. No dejen que eso les pase, dice el Señor, porque el aluvión los puede sorprender y ustedes no estarán preparados, no estarán a cuentas. Serán como los tibios que voy a vomitar de mi boca, dice Jesús.
Amados míos, anhelo que mi pueblo se prepare. Anhelo que mi pueblo tome las advertencias seriamente. Anhelo que los míos me respondan con dedicación, con integridad, que realmente sean disciplinados y que, de una vez, hagan lo que tengan que hacer.
No quiero verlos sufrir, dice Jesús. Quiero que lleguen a terminar la carrera, pero no lo van a poder lograr si no llenan sus lámparas de aceite. Decidan y tomen decisiones que los acerquen a estar más preparados, que los ayuden a resistir, dice el Señor.
Pregúntenme qué es lo que cada uno de ustedes tiene que hacer para que esa lámpara vuelva a llenarse una y otra vez, porque esa llenura debe ser constante. Mientras se derrama un poco de aceite para prender el fuego, en ese mismo momento, ese aceite tiene que ser repuesto, me dice el Señor.
No es que tienen que llenarse del aceite una vez y nada más. Tienen que mantenerlo, como cuando el sacerdote mantenía siempre las lámparas del templo encendidas. Eso representa que el espíritu del hombre no debe apagarse una vez que fue encendido.
Amados míos, dice el Espíritu Santo, reciten las Escrituras, porque al hacer esto, esas palabras son como aceite que los va llenando en sus espíritus. Recitar la Palabra de Dios escrita provoca que el aceite en sus lámparas crezca.
Sirvan a su prójimo, ayuden al necesitado, sean hospitalarios, den al que no tiene, vistan al desnudo, y ese servicio provocará que sus lámparas se vayan llenando más y más de aceite.
Manténganse activos, dice el Señor, y pregunten al Espíritu Santo todo lo que tienen que hacer o dejar de hacer para que esa lámpara se mantenga constantemente llena de ese aceite.
Cada uno de ustedes es un instrumento distinto, dice el Señor, que debe escuchar al Espíritu Santo de Dios y seguir su guía, para que Él les recomiende personalmente lo que tienen que hacer para mantenerse llenos de ese aceite.
Confíen en mí, tengan fe, por más que sufran pérdidas, por más que sufran traiciones. Si lo hicieron con el Hijo de Dios, que era el Ungido del Señor, ¿cuánto más lo van a hacer con ustedes, que también son los ungidos del Señor?
Amados míos, los amo, dice Jesús, y cuando venga por las vírgenes, quisiera que todas puedan entrar en las bodas. Quisiera que ninguna sea rechazada, pero eso depende de las decisiones que ellas tomen, dice el Señor. Sean prudentes y no insensatos, y respondan a este llamado.
Los amo con amor entrañable, con fuego de pasión.
Y yo (Noelia) veo a Jesús, y sus ojos son llama de fuego ardiente, son profundos, íntimos. Él no mira a sus hijos por encima ni superficialmente, Él los mira con el 100% de su intención, amándolos apasionadamente.
Él no quiere que te pierdas ni que te quedes afuera de esas bodas, pero depende de ti.
El Espíritu de Dios me dice también que hay algunas cosas que algunos de ustedes están haciendo que les están robando el aceite de sus lámparas.
Tienen que orar y preguntarle al Señor: «¿Cuáles son esas cosas que, en vez de hacer que mi lámpara esté más llena de ese aceite, provocan que mengüe? ¿Cuáles son las cosas que están haciendo que me sienta más seco, en vez de sentir la llenura del Espíritu Santo de Dios? ¿Cuáles son esos hábitos o compañías que, en vez de llenarme de aceite, hacen que ese aceite disminuya en mí?» Y el Señor les va a responder.
Yo (Noelia) estoy sabiendo que algunos de ustedes han tenido sueños que tienen que ver con la parábola de las vírgenes de Mateo 25, y el Señor les mostró que sus lámparas no están llenas de aceite. Esos sueños son advertencias sobre el estado espiritual en el que estaban cuando los tuvieron, para que cambien, para que hagan algo y arreglen esa situación, y para que no les pase lo mismo que a las vírgenes insensatas.
Algunos de ustedes han soñado que Dios les decía: «Apártate de mí, porque no te conozco», y era porque sus lámparas no estaban llenas de aceite, porque no aprendieron a relacionarse con el Espíritu Santo. Conocían la Palabra, pero no estaban llenos de aceite.
Ustedes pueden conocer la Biblia desde la primera hasta la última hoja, pueden saberla de memoria, pero eso no significa que estén llenos de aceite. Sus lámparas pueden estar secas de todas maneras, porque les falta fe, porque les falta oración, porque les falta servicio, porque no alaban nunca al Señor, porque no sirven.
Porque no saben escuchar al Espíritu Santo, por lo tanto, no lo siguen; por lo tanto, no llevan frutos para el Reino. La única manera de llevar fruto para el Reino es seguir al Espíritu Santo, entender lo que Él quiere de nosotros de alguna manera, en las distintas formas en las que Él habla, e ir por ese camino, siguiendo la guía del Espíritu Santo de Dios, como dice el libro de Romanos:
[Romanos 8:14 RVR1960] Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Muchos de ustedes han recibido esta advertencia por medio de sueños, porque conocen las Escrituras, porque creen en el Señor, y tal vez hasta viven en santidad y no están en pecado. Pero sus lámparas no están llenas de aceite, porque no saben relacionarse con el Espíritu Santo de Dios y no saben ser guiados por Él. Por lo tanto, no tienen frutos del Reino.
Así que todos los que han tenido estos sueños donde sus lámparas están vacías, donde necesitan aceite, vuelvan a escuchar esta palabra, tomen notas de todas las cosas que Dios ha dicho que pueden hacer para que esa lámpara se mantenga llena de aceite permanentemente, y pónganlo por obra.
El Espíritu Santo recomienda leer y estudiar en las Escrituras todos los pasajes que hablan sobre el aceite, sobre las lámparas, sobre la unción. Esto les va a ayudar a entender cómo llenarse constantemente del aceite del Espíritu Santo de Dios.
Gracias, Señor. Concede revelación, Padre Santo, en este momento sobre esta parábola de Mateo 25: qué significa la lámpara, Señor, qué significa el aceite, qué significa el olivo y cómo llenar esta lámpara. Señor, revela a cada uno su estado espiritual.
Algunos tienen el aceite, pero lo tienen a la mitad, me dice el Señor, cuando podrían tener más, y sienten que les falta algo. Y esto es porque no están caminando al 100% en su llamado, o porque permanecen en lo básico de la fe, creyendo que eso es todo para ustedes. Pero esa no es toda la verdad.
Hay más aceite, dice Dios, y hay lámparas más grandes. Siempre hay más. Pidan más, anhelen más, busquen más, y Yo les voy a mostrar, dice el Señor.
Muchos de ustedes piensan que, porque hace tiempo se sienten secos, no es posible volverse a llenar de aceite, dice el Señor. Pero esas son mentiras que el enemigo utiliza en su contra para que no vuelvan a los caminos del Señor, para que no reaccionen, para que no despierten y hagan lo que tengan que hacer para volver a llenarse de aceite.
Recapaciten y no crean las mentiras que el enemigo quiere hacerles creer. Vuelvan ahora. Actívense. Hagan lo que tengan que hacer. Y esa plenitud que perdieron, la presencia del Espíritu Santo, volverá a experimentarse en sus vidas.
Gracias, Señor. Gracias, Padre celestial. Alabado seas, bendito Dios, proveedor del aceite eterno.
Señor, llena en este momento a todos los que han creído en esta palabra, a los que te han dicho sí en sus corazones. Llénalos ahora de fe, de unción, Padre. Llénalos, Señor, porque ese aceite es como la gasolina de un auto, la que les ayuda a seguir adelante.
Oh, Señor, llena estas vasijas para que su luz nunca se apague, para que puedan iluminar en medio de tanta oscuridad. Padre, úngelos ahora, en el nombre de Jesús. Dales las herramientas que necesitan para alumbrar aún más, para ser lámparas aún más grandes. Aumenta su capacidad, Señor, porque siempre hay más para los que te aman, para los que te son fieles, para los que te buscan, para los que renuncian a sus vidas para seguirte y para servirte.
Llénalos, Padre, llénalos ahora de aceite. Úngelos de cabeza a pies, en el nombre de Jesús, del Ungido de Dios, del Mesías. Amén.