Dios te bendiga, amado pueblo del Señor. En este 7 de octubre del año 2024, aquí estamos para transmitir a las naciones lo que el Señor quiere hablar a su pueblo, a un pueblo necesitado de escuchar su voz, a un pueblo necesitado de seguir su guía, a un pueblo que quiere saber lo que hay en el corazón del Padre en estos últimos días.
[Isaías 60:2, RVR1960] Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Hoy estamos aquí para que, mientras esas tinieblas van cubriendo la tierra, mientras esa oscuridad se desparrama sobre las naciones, seamos luz para un pueblo escogido.
Padre Celestial, gracias por tu Palabra, por estos amados tuyos, por estas almas preciosas que vienen a congregarse junto conmigo, junto con el pastor de este ministerio, que está aquí también presente durante esta transmisión. Señor, para entregar nosotros tu palabra que sale de tu boca. Gracias, Espíritu Santo, por tu inspiración, por la luz de la revelación, por tu guía, por tu dirección.
Oh, cuánto te amamos, amado Dios de las alturas, cuánto te alabamos, oh Señor, nuestros espíritus te adoran. Oh, Dios mío santo de Israel, el que es, el que era y el que ha de venir, tuya es la gloria, Señor, por siempre, tuya es la honra. Ante ti tiran sus coronas los veinticuatro ancianos y se arrodillan para adorarte, para reconocer que solo tú eres Rey que gobierna sobre todas las naciones de la tierra. ¿Y quién puede levantar la cabeza más alto que Tú?
Yo ya escucho al Espíritu Santo de Dios que comienza a hablar a la congregación de los justos, diciendo así: Hijitos amados míos, preciados de mi alma, cuánto, cuánto los deseo, anhelo, anhelo el momento de la gran redención de todas las cosas.
Oh, amados míos, si ustedes supieran lo que tengo preparado para los que me aman, ya no dudarían ni un momento más en seguirme. Para los fieles, para los que resistan hasta el fin, para ellos tengo coronas. Hay coronas preparadas para los que me aman de todo corazón, para aquellos que han dejado todo por mí.
Tengo grandes tesoros escondidos, tesoros celestiales que sus ojos nunca han visto, que sus mentes no han imaginado. Si ustedes pudieran dimensionar lo que es habitar conmigo en la vida eterna, ya no vacilarían ni un solo minuto de sus vidas efímeras en esta tierra. En seguirme o dejar de seguirme, plántense con seguridad, plántense, como árboles arraigados en la tierra de mi Reino celestial, como árboles que, una vez plantados y fijamente arraigados, comienzan sus raíces a crecer y a extenderse, volviéndose más y más firmes.
Hijitos, mientras caminen en esta tierra, vuélvanse como esos árboles que están decididos no solo a permanecer en ese terreno donde han sido plantados, sino a crecer, a volverse cada vez más gruesos, a establecerse como una columna indestructible en ese paisaje.
Hijitos, extiendan sus raíces, extiendan sus raíces aún más y más, porque aún les resta tiempo en esta tierra, aún permanecerán plantados en la tierra por un poco más de tiempo. Vamos, hijos, que no desmayen sus corazones cansados. Lávense la cara, descansen un poco, aliméntense para luego continuar el viaje.
Porque me viene a mí (Noelia) ese pasaje de las Escrituras en donde el profeta Elías se fue a esconder en la cueva y ya no quería más, ya no quería saber más de la vida, según lo interpreto, ya no quería seguir adelante. Luego el Señor le dijo: «Levántate y come, porque el largo camino te queda. Levántate y come, porque el largo camino te resta».
Hijitos, levántense, lávense la cara, despiértense, coman, porque el largo camino les resta. Aún no viene el Deseado de las naciones, aunque su venida está cerca, su venida se aproxima, el tiempo va corriendo y todo se va cumpliendo. Ya está pronta la visualización de Aquel al que están esperando, pero antes de que eso acontezca, aún les resta un tiempo en la tierra.
[1 Reyes 19:7, RVR1960] Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Así le dijo al profeta Elías, y muchas veces envío a mis ángeles, a que les den un empujoncito para tocar sus espaldas, ángeles que toquen sus hombros y les hablen a sus oídos, diciéndoles: «Anda, levántate, porque el largo camino te queda. Levántate y come».
El Señor dice: «Hijitos, si ustedes supieran todo lo que Yo hago para que ustedes tengan todo lo necesario para poder resistir… Yo aderezo mesa delante de ustedes para que tengan que comer, Yo les doy de beber de mi espíritu para que puedan resistir a estos largos días de sufrimiento, de aflicción, de prueba, de tribulación. Hijitos, aguanten, porque aún resta un tiempo, hasta que venga el Deseado de las naciones».
Pero antes, antes de esa manifestación del Señor Jesucristo en las nubes, que está muy cerca, aún falta que esas tinieblas oscurezcan aún más la tierra. Antes de la venida del Deseado de las naciones, la tierra se sumergirá aún más en oscuridad, las tinieblas la cubrirán casi por completo.
Yo estoy viendo simbólicamente a la tierra que es sumergida como si fuera en un pozo de lodo oscuro, donde hay agua oscura y no clara, agua negra y no agua limpia. La tierra está siendo sumergida en esas tinieblas, y aún mis hijos van a permanecer allí por un tiempo más.
Dice el Señor: «Hijitos, no se dejen engañar, no se dejen engañar, porque no serán levantados antes de tiempo, no serán levantados antes de mostrar sus verdaderas caras, antes de haber estado en una posición en donde tienen que elegir entre la luz y la oscuridad».
Para cuando venga el Deseado de las naciones, el Príncipe de paz, el Hijo de Dios, el Inmaculado, el Invencible, para cuando Él venga, todos van a haber sido llevados a los extremos de los extremos, para que, estando ahí, similar a estar en un horno de fuego cuya temperatura es elevada siete veces más, hasta no llegar a ese punto, los míos no serán arrebatados.
Todos, conversos e inconversos, serán llevados a un punto de elección crucial, a un punto en donde no les quede otra que elegir a la derecha o a la izquierda. Todos tendrán que hacer su elección final, pero no será en una temporada de tibieza, no será cuando las aguas están calmas, no será en una situación de estabilidad, en donde es muy fácil decidir por lo bueno. Todos tendrán que tomar esta decisión entre la luz y la oscuridad, en lo peor de lo peor, cuando todo se recrudezca, cuando la tierra se sumerja aún más en esas tinieblas de las cuales habla Isaías, capítulo 60.
Cuando la persecución aumente sobre los míos, cuando sean perseguidos como perros pequeñitos que son cazados, cuando realmente sientan que ya no puedan más, aunque no sea real ese sentir, cuando realmente piensen que han llegado a un punto de un callejón sin salida, espiritualmente hablando, donde en su caminar lleguen a un punto de ver una pared enfrente de ellos y no poder salir de ahí, los voy a llevar, amados míos, al extremo de los extremos, a donde ni ustedes mismos creían que podían llegar hasta ahí, para que en ese punto, en esa cima, en ese pico de esa montaña de tribulación, tomen una decisión real.
Porque la fe se muestra bajo presión. La fe se muestra en el horno de fuego y no en una situación donde no tienen nada que perder.
Amados míos, pregunta el Señor, ¿están preparados? ¿Están listos? ¿Están dispuestos a ir hasta el final, tomados de la mano junto conmigo? ¿Han medido los costos de seguirme hasta el final? ¿Han tenido en cuenta las distintas posibilidades que pudieran darse hasta que sean quitados de la tierra? ¿Hasta dónde creen que pueden ir sin negar el nombre de Jesús?
Amados míos, repite el Señor, porque las tinieblas cubrirán la tierra. Pero en tanto ustedes decidan resistir, sobre ustedes resplandecerá mi Luz y serán como candeleros imposibles de opacar, como velas que nadie puede apagar, en donde mi Poder se manifestará en su máxima expresión, como nunca se ha visto y como nunca se verá.
Ese será el momento en donde los míos, los que estén decididos a resistir hasta el final, harán milagros mayores que los que hizo el Hijo de Dios. Porque a mayor oscuridad, mayor luz en los míos. Cuanto más sean las tinieblas sobre la tierra, más luz resplandecerá sobre ustedes si deciden permanecer hasta el final. Lo único que tienen que hacer, dice el Señor, es tomar una decisión. El resto lo hago Yo.
[Lucas 14:28, RVR1960] Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?
Amados míos, cuando estas tinieblas cubran la tierra en su máxima expresión, los demonios torturarán a los hombres, manifestándose en el nombre de los aliens de forma visual, físicamente visibles en el mundo. El engaño ya no será parcial, sino total. Y todas las cosas, tanto las buenas como las malas, ya no se darán en un 50%, ni en un 70%, ni en un 80%, sino en un 100%.
Por eso es necesario que, como todas las cosas se están yendo a los extremos de los extremos, la decisión que ustedes tomen sea extrema, que la decisión de seguirme que ustedes tomen sea total y no parcial.
Porque si ustedes ahora están decididos a medias, es a medias hasta donde van a llegar. Si ustedes ahora están decididos a seguirme solamente a medias, entonces los resultados de esa decisión se darán a medias. Porque son los tibios los que deciden a medias, pero los que están calientes por amor a mí tienen decisiones totales y no parciales.
Oh, amados míos, tienen que entender la importancia de la determinación de hasta dónde y hasta cuándo seguir al Señor. Porque lo que se viene sobre el mundo es duro, es difícil. No será fácil para el que no esté decidido completamente. Lo único que ustedes tienen que hacer, pero lo único que ustedes tienen que hacer, me repite el Espíritu de Dios, es tomar esa decisión totalmente y no parcialmente.
Si ustedes hacen esto, Yo también los voy a acompañar hasta el final. Yo también los voy a ayudar. Y ustedes tendrán la victoria, porque Yo tuve la victoria primeramente sobre el maligno. Hijitos, mediten en el poder de la decisión. Hijitos, escudriñen sus corazones en los próximos días, preguntándose a ustedes mismos: ¿Hasta dónde pienso que estoy decidido? ¿Hasta dónde estoy pensando en llegar? ¿Qué pasaría conmigo si realmente tuviera que entregarlo todo por causa del nombre del Hijo de Dios? ¿Cuál sería mi reacción si me apuntaran en la cabeza y me preguntaran si igualmente estoy dispuesto a declarar que Jesús es el Señor? ¿Hasta dónde irían?
Pregúntense en sus corazones, contemplando distintas posibilidades que pueden sucederles en estos últimos días. Porque la persecución real y total, y ya no parcial, viene sobre el mundo entero, no para cualquier persona, sino para los que creen en el nombre del Hijo de Dios. Y muchos de ustedes no han experimentado todavía lo que es ser perseguidos al punto de no tener a dónde residir, a dónde asentar sus pies, a dónde descansar.
Amigos míos, dice el Señor, ustedes leen que esto está escrito regularmente en sus libros, pero lo toman o lo consideran como algo que a ustedes no les va a pasar, que a ustedes no les va a tocar. Ustedes piensan que es para otro tipo de cristianos, para otro tipo de creyentes, para otras partes del mundo, y no se dan cuenta de que la persecución sobre el mundo entero, y no sobre algunos países de la Tierra, está a las puertas.
Amados míos, les estoy diciendo que, cuando estas tinieblas, a medida que vayan cubriendo en un nivel mayor la Tierra, los demonios se van a presentar cara a cara, no como lo que verdaderamente son, sino haciéndose pasar por extraterrestres, por aliens, engañando a gran parte de la población, haciéndoles creer que una invasión de otro planeta está aconteciendo.
Esos demonios, presentándose en la forma de estas criaturas, supuestamente de otros planetas, torturarán a los hombres. Y los hombres podrán verlos con sus ojos carnales, porque para ese momento el diablo contará con el permiso que necesita, contará con el poder necesario que le han dado sus hijos a través del servicio a su señor, para poder manifestar lo que ahora no se puede ver o se puede ver parcialmente.
Esto es parte del engaño final para todas las naciones. Torturarán al hombre, en el nombre de la ciencia. Y el hombre que no entienda creerá que verdaderamente son seres, seres de otros planetas, no entendiendo, ni reconociendo, ni discerniendo que son entidades espirituales que han subido del infierno.
Amados míos, ustedes no se imaginan hasta dónde llegará la manifestación de esas tinieblas que están cubriendo la Tierra, y en qué velocidad se irán manifestando estas cosas. Ustedes piensan que esto está lejos de manifestarse. Sin embargo, vuelve a repetir el Señor, está a las puertas.
Ya la población ha sido preparada durante muchísimos años para recibir este engaño. Ya las películas han preparado a la conciencia del hombre para que, cuando este plan macabro se lleve a cabo, lo acepte como algo que era esperable.
Hijitos, ustedes tienen que decidir: ¿a quién van a seguir? Mientras la oscuridad crece y crece sobre el mundo, lo cual ya está escrito, pero muchos de ustedes no quieren leerlo. Y, cuando lo leen, no quieren creerlo, o lo disfrazan, o lo interpretan como les gustaría que sea interpretado. Ustedes tienen que decidirse de verdad, porque el que no esté verdaderamente parado sobre la Roca, habiendo tomado una decisión perseverante, será más propenso a ser engañado; será más factible para esa persona caer en esas tramas ocultas que el que esté firme en la fe.
Amados míos, dice el Señor, no sólo por eso deben decidirse al 100% y no al 50% de seguirme hasta el final, sino porque únicamente los que estén completamente decididos, si fuera necesario hasta dar la vida por mí, son los que van a resplandecer como estrellas del firmamento, mientras esa oscuridad cubre la tierra.
Amados míos, despierten y lean aquellas partes de la Biblia que ahora están esquivando porque las temen. Encaren la verdad como es. Acepten la torta completa y no sólo una porción de ella, para que cuando vengan los golpes ustedes ya estén preparados, establecidos, arraigados y firmes para resistir. Hijitos, todo es posible por el poder de mi Espíritu. Amados míos, todo es posible por el poder de mi Espíritu.
Pero para que mi Espíritu pueda manifestarse en ustedes, dándoles la resistencia que van a necesitar, tienen que dejarlo que se manifieste a ese nivel a través de sus decisiones.
Amados míos, dice el Señor, respondan a este llamado de amor porque los anhelo 100% y no al 50%. Ya no estén tibios, decídanse por la luz. El Espíritu Santo me vuelve a dar la misma visión, donde veo la tierra, y veo tinieblas que vienen. Vienen tinieblas y al principio la rodean, pero después comienzan a acercarse cada vez más esas tinieblas; pero al mismo tiempo el nivel, en cantidad y en calidad de estas, va en aumento.
Porque las tinieblas se pueden manifestar por porcentaje, y lo que estoy viendo en esta visión es que ahora hay tinieblas que se manifiestan en la tierra, pero hasta cierto porcentaje. Pero lo que está sucediendo es que ese porcentaje está creciendo, está aumentando a medida que los últimos días van pasando, hasta llegar este porcentaje de tinieblas a un nivel descabellado y, hasta un punto de ese porcentaje (yo no sé cuál es ese punto), los hijos de Dios van a permanecer en el mundo siendo refinados, siendo probados, siendo llevados de gloria en gloria, porque es necesario que, a través de muchas tribulaciones, ingresemos en el Reino de Dios, dice la Biblia.
Es necesario que, a través de muchas aflicciones, entremos en el Reino de los cielos. Son las aflicciones las que nos mejoran, son las aflicciones las que nos humillan, las que nos transforman el carácter. Es a través de las aflicciones en donde nuestra fe crece y crece. Es a través de las aflicciones en donde aprendemos a morir a nosotros mismos para que se manifieste el Señor en nosotros.
Es el poder de la cruz, que cada uno de nosotros debe llevar, lo que nos hace más semejantes al Hijo de Dios.
[Hechos 14:22, RVR1960] Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
Este pasaje es uno de los que ustedes tienen que grabarse en sus frentes. Es necesario que, a través de muchas tribulaciones, entremos en el Reino de Dios. Porque a medida que ese porcentaje de tinieblas aumente, yo (Noelia) estoy sabiendo, y también está escrito, que muchos de los que creen, no solamente algunos, apostatarán de la fe, sino que van a renunciar a la fe, van a renunciar al Camino de la fe, van a abandonar al Señor Jesús, van a traicionar al Hijo de Dios y se van a cruzar al otro bando. A medida que esas tinieblas crezcan sobre la tierra, muchos cristianos van a negar al Señor.
Por eso dice la Biblia que en esos días, en el capítulo de Mateo 24, el amor de muchos se enfriará. Y no solo eso, sino que muchos cristianos, a medida que la olla aumente su presión, a medida que la temperatura vaya creciendo, no solamente van a abandonar la fe del Hijo de Dios, sino que se van a volver en contra de los que sigan adelante, de los que están determinados, tratando inclusive de matarlos.
La persecución no vendrá, en primer lugar, de afuera, sino de adentro. Entonces, la persecución hacia los que sigan determinadamente hasta el final, o determinados hasta el final, vendrá de distintos frentes: por un lado, de las élites de los gobiernos, de las cabezas de las naciones, de las otras religiones que van a querer borrar al cristianismo; pero también vendrá de los mismos cristianos, que van a desertar de la fe. Estos desertores de la fe se van a volver en contra de los que sigan adelante.
[Juan 16:2, RVR1960] Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.
Así que la persecución a los que sigan adelante no solamente vendrá de los de afuera de la iglesia, vendrá de los que eran o decían ser de nosotros, pero después abandonaron la fe. Y vendrá de nuestra propia casa, de nuestra propia familia. Por eso dice que el hermano entregará al hermano, y así la madre al hijo. Y así se van a dar distintas combinaciones porque la misma familia va a ser parte de la persecución de los últimos días de los hijos de Dios.
[Mateo 10:21, RVR1960] El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.
Seremos probados por distintos frentes, de distintas maneras, desde distintos flancos. Y cada vez que tengamos la victoria sobre cada una de esas pruebas, nuestra gloria será acrecentada. Nuestra luz será aumentada. Porque yo no sé nada de astronomía, pero estoy viendo estrellas que tienen distintas intensidades. Puede ser como estrellas que brillan menos que otras. No sé si esto es así, pero el Espíritu me está enseñando ahora que hay estrellas que tienen distintas capacidades de brillar.
El Espíritu me simboliza a estas estrellas que estoy viendo, que tienen distintos brillos, con nosotros. Y el Señor me hace saber que los que vayan pasando estas distintas pruebas, su luz no va a permanecer siempre igual, va a ir en aumento.
[1 Corintios 15:41, RVR1960] Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.
Pues una estrella es diferente de la otra en gloria. Y lo mismo ocurre con los hijos de Dios. No todos los hijos de Dios brillan con la misma gloria, resplandecen de la misma manera; algunos tienen más luz que otros. Y cada vez que pasamos por una prueba difícil de fe, esa luz va en aumento, y nosotros vamos de gloria en gloria, como dice la Biblia.
Por eso el Padre nos dice hoy: hijos, resistan, resistan. Y ahora lo veo a Jesús que nos habla y nos dice que Él sabe lo que se siente porque Él estuvo ahí. Porque Él estuvo en la carne, para experimentar los mismos sufrimientos por los que nosotros pasamos, y aún mayores. Porque Él, siendo inocente, encaró la adversidad y no la esquivó. Porque Él, siendo sin culpa, sin mancha y sin pecado, igualmente pagó con su propia sangre para rescatar a todos los que creyeran en su nombre.
Él sabe lo que se siente. Cuando tú estás llorando, Él sabe lo que se siente en esa posición. Cuando tú eres maltratado, el Señor te puede entender mejor que nadie porque Él ya lo pasó, ya lo vivió. Y aún no han resistido hasta la sangre, pero son capaces, amados, son capaces, no porque ustedes tengan con qué, sino porque Yo ya vencí primero para darles la victoria a ustedes.
Ustedes, escuchando estas cosas, muchas veces creen que no van a poder llegar al fin de la carrera. Cuando vengan esos pensamientos mentirosos, entiendan que si estuvieran solos, es cierto que no podrían. Pero mientras se mantengan pegados a mí, Yo ya vencí. No hay nada que tengan que vencer porque ya tuve la victoria. Lo único que tienen que hacer es decidir resistir hasta el final.
[Hebreos 12:4, RVR1960] Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.
[Mateo 24:13, RVR1960] Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo.
Solamente tienen que tomar una decisión, y el resto lo voy a hacer Yo. El resto ya lo hice Yo. Mientras ustedes estén firmes en su voluntad de seguirme hasta el final, cueste lo que cueste, pase lo que pase, sufran lo que sufran, Yo les voy a dar ese trofeo que ya gané cuando Yo vencí.
Entiendan que, en realidad, ustedes no tienen que hacer nada por su propio esfuerzo, sino solamente creer que Yo ya vencí primero. Decidan perseverar, créanme y confíen en mí, que Yo los voy a hacer llegar.
El Espíritu me insiste. Creo entender que, en parte, es porque cada vez más se van a levantar personas que anuncian la venida del Señor en una fecha errónea, y en lugar de trabajar para preparar a la iglesia para ser capaz de resistir a los tiempos finales en victoria, estas personas, en vez de recoger junto con el Señor, están desparramando. En vez de colaborar con la obra del Reino de los cielos, están siendo de estorbo, engañando a los que quieren creer estas mentiras de que el Señor vendrá sin que la iglesia sea aprobada de ninguna manera.
Por eso, el Espíritu de Dios insiste durante esta transmisión que aún falta que acontezcan algunas cosas y que van a ser muy duras para los que todavía estemos en el mundo. Sin embargo, Dios, al mismo tiempo, está diciendo que Jesús ya venció primero y que todos los que decidan resistir hasta el final, perseverar hasta el fin, como dice Mateo 24, tendrán la victoria porque Él ya la tuvo.
No se dejen engañar, no crean en las fechas que de ahora en adelante se van a ir presentando a través de gente que malentiende las Escrituras y que no ha recibido revelación de lo alto, no respetando lo que está escrito, que la Biblia dice que ninguno, ni los ángeles de Dios, ni aún el Hijo, sabe el día y la hora de su venida.
El Espíritu de Dios nos está avisando ahora que esto que regularmente sucede, que cada tanto se levanta alguien anunciando la venida del Señor en alguna fecha específica, se va a empezar a dar con más regularidad aún porque está escrito que los falsos maestros, los falsos profetas y demás se levantarían con más fuerza a medida que se acerque el tiempo de la redención de todas las cosas.
El Señor dice: en vez de creer que todo será tan fácil, tienen que prepararse. En vez de creer en esas fábulas de hombres, deberían estar gozosos de ser encontrados dignos de padecer los mismos padecimientos que sufrió Cristo Jesús. En vez de seguir a estos falsos profetas, que le dicen a mi pueblo que van a ser quitados antes de tiempo, créanle a las Escrituras, que claramente avisan que no vendrá sin que antes se manifieste la apostasía, el hijo de perdición, el que se hace llamar como Dios.
Créanle a las Escrituras cuando dice que tinieblas cubrirán la tierra, pero que sobre ustedes resplandecerá mi luz. Créanle a las Escrituras cuando advierte que no vendrá el Señor sin que antes haya gran tribulación sobre la tierra. Créanle a las Escrituras cuando dice que deben tener y mantener sus lámparas llenas de aceite para que, cuando venga el Esposo, no las encuentre vacías. Créanle a las Escrituras, que desde hace cientos de años vienen avisando a los míos que esperen mi venida, pero no sin antes pasar por ese horno de fuego.
No sean tibios. Ustedes son como alguien que quiere comprar un objeto sin tener dinero. Ustedes son holgazanes, perezosos, insensatos si creen que lo que está escrito solamente era para los cristianos de antaño, y no para los de los últimos días, cuando dicen las Escrituras que todo se agitaría en un nivel descabellado.
[2 Tesalonicenses 2:3, RVR1960] Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.
Amados, elijan hoy en qué creer, dice el Señor.
[Daniel 11:36, RVR1960] Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá.
Ustedes quieren las cosas fáciles y no quieren ser encontrados dignos de padecer los mismos padecimientos que padeció Cristo, me repite el Espíritu Santo. Porque es un honor ser afligidos por causa del nombre. Entiendan lo que verdaderamente significa seguir a Cristo. Pónganse de verdad la camiseta del Reino, levanten verdaderamente el estandarte del Reino de los cielos. O son ciudadanos de arriba o no lo son.
[Hechos 5:41, RVR1960] Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del nombre.
El Señor dice: pésense a ustedes mismos. Pónganse en una balanza justa, verdadera. Mírense frente al espejo y reconozcan si son como Mateo, que se equivoca pero me sigue igual, o si son como Judas, que dice que me sigue pero me traicionará. Elijan, elijan de una vez y ya no estén con una pierna en un Reino y la otra en el otro reino.
[1 Corintios 11:31, RVR1960] Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
Elijan, hijitos. Sé que es difícil, dice Jesús. Yo estuve ahí, pero Yo vencí para que ustedes sean victoriosos en mí. Amados, es posible. Ya tengo a muchos de ustedes cerca mío, pero aún faltan, faltan más que se acerquen a mí, porque yo (Noelia) estoy viendo a los que ya han muerto en Cristo Jesús y que están cerca de Él, pero aún faltan más que lleguemos a su encuentro.
[1 Corintios 10:21, RVR1960] No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.
Amados, resistan un poco más de tiempo, porque para lo que más tienen que prepararse, escucho que me dice el Señor, no es para el momento del arrebatamiento, sino para resistir lo que viene antes de eso. Amigos, prepárense como cuando alguien va a una guerra y cuenta con la posibilidad de perder su vida en ella. Prepárense para lo peor y no para lo mejor, en el sentido de que no se preparen para algo fácil, para algo corto, para algo liviano.
Prepárense como si fueran a pasar por lo peor de lo peor. Prepárense como alguien que sabe que viene el apocalipsis, como alguien que sabe que viene el fin del mundo, como alguien que está consciente de que lo que viene nunca se vio sobre el mundo.
Yo estoy viendo, mientras profetizo, esas películas que tienen que ver con el apocalipsis, en donde se ve que no hay comida, donde la gente se mata para conseguir un vaso de agua o cualquier cosa material, en donde hay persecución y la gente no tiene morada fija y demás. Ese tipo de películas están viniendo a mi mente ahora, y el Espíritu me hace entender que tenemos que prepararnos como si fuéramos a vivir algo similar a lo que se muestra en esas películas.
Teniendo la esperanza de llegar hasta el final. Para eso tienen que prepararse en primer lugar, dice el Señor. Prepárense para lo peor, en donde no los voy a abandonar, pero sí los voy a refinar. En donde no los voy a dejar solos, pero sí los voy a probar. Porque ustedes son preciados y valiosos, comprados a precio de sangre, y, a precio de sangre, van a llegar al final.
Yo veo al Espíritu de Dios en este momento que los comienza a llenar, a varios de ustedes, que los llena del poder del Espíritu de Dios. Es decir, cuando son llenados del Espíritu de Dios en este momento, esa llenura les imparte poder. Están sabiendo en este mismo momento, mientras el Espíritu de Dios los está llenando, que van a poder resistir a los tiempos que vienen, porque la fuerza no vendrá de ustedes, sino de ese poder del Espíritu de Dios.
Por eso nuestras lámparas tienen que permanecer llenas de aceite, que representa al Espíritu de Dios. Porque, a través del Espíritu de Dios, seremos capaces de resistir cualquier cosa, sin negar el nombre de Jesús. Es el poder del Espíritu de Dios el que nos va a sostener en pie, cuando pensemos que ya no vamos a poder más.
Lo único que tenemos que hacer es tomar una decisión real de resistir hasta el final. Sean conscientes de cuál es su decisión al día de hoy y mediten sobre eso.
Gracias, Señor, por esta palabra santa, verdadera, dura, difícil de comer. Señor, pero para los que amamos la verdad, preferimos alimentarnos de alimento sólido y no de pan con levadura. Alabado sea tu nombre, Señor, porque, así como Tú llegaste primero, nos vas a ayudar a que nosotros lleguemos después. Señor, porque Tú ya recorriste ese camino que nosotros estamos recorriendo, y desde ahí, habiéndolo conocido, nos estás guiando.
Porque no dejas solos a los tuyos ni un solo momento, y mientras esas tinieblas aumentan sobre la tierra, abarcándolo todo, los tuyos serán como lumbreras que iluminen como nunca antes. Tu nombre será glorificado en este tiempo, mientras esas tinieblas aumentan en porcentaje sobre la tierra, porque los tuyos caminarán en un poder mayor nunca antes visto y humillarán a esos demonios que se van a manifestar sobre el mundo creyendo que poseen lo que te pertenece.
Bendito sea tu nombre, Señor Jesús, el Rey eterno, el Príncipe, bajo cuyos pies serán colocados todos sus enemigos, y nosotros seremos parte de ese ejército de gloria. Eres digno, digno, digno, de que paguemos con nuestras propias vidas y con nuestra sangre para lograr esa cercanía contigo eternamente y para siempre.
Bendito seas, amado Dios, venido en carne y manifestado ante los hombres, luz que resplandeció sobre el mundo cuando posaba sus pies sobre Israel, porque vendrás a buscar a tus escogidos de los cuatro vientos y puntos de la tierra, manifestando tu gloria entre las naciones, y toda rodilla se doblará y reconocerá que Tú eres Dios, y nadie podrá resistir a ese alumbramiento de tu llegada, que encandilará a los espíritus de las tinieblas, quienes también tendrán que arrodillarse delante de la manifestación del Hijo de Dios, gloriosa en las nubes, junto con todos sus ángeles.
Alabado seas, bendito Dios, porque tenemos fe y sabemos que no podemos perder la fe, y sabemos que los que te amamos, que los que renunciamos a todo para seguirte hasta el fin, seremos capaces de resistir toda prueba. Porque ¿quién podrá separarnos del amor de Jesús? Ningún principado, ninguna potestad, ningún poder de las tinieblas, ni lo alto, ni lo bajo, ni lo porvenir, nada ni nadie, tenga el poder que tenga, podrá separarnos del amor hacia Ti, porque te pertenecemos y somos tuyos, amado Jesús, y nadie podrá quitarnos de tu mano.
Una vez que hayamos decidido completamente y para siempre, nunca jamás dejar de pertenecerte. Amado y Deseado de las naciones, Precioso que arde como fuego eterno, como fuego eterno que encandila de solo observar con sus ojos a los hijos de los hombres en la tierra. Precioso Salvador, riquísimo, poderosísimo, el Rey de reyes y Señor de señores.
Claro, Señor, que decidimos ir hasta el fin. Claro, Señor, sí, te decimos que sí. Amado Dios, amado Hijo de Dios, claro que sí. Claro que nos entregamos a Ti, perseverando hasta el final, porque no se asemejan en nada los padecimientos que estamos padeciendo ahora con la gloria que nos espera.
El solo hecho de imaginarnos, de vivir iluminados por tu luz, donde ya no habrá necesidad de la luz del sol, ya nos alcanza, Señor. El solo hecho de pensar en mirar tu rostro, al fin abrazarte y que nos digas: «Bien hecho, siervo fiel y valiente, resististe a todo por amor a mí», ya alcanza, Señor, para tomar esta decisión final. Porque eres digno, amado Yeshúa, Rey de Israel, el Judío de los judíos, eres más que digno, Señor. Y qué es nuestra vida, como un suspiro, Señor, que ahora parece larga, difícil de resistir, extendida, pero que en realidad, en comparación con estar contigo en la eternidad, es como nada.
Porque todo lo tenemos por basura, Señor, cuando pensamos en esas moradas eternas que preparaste para recompensarnos, en esos tesoros celestiales que ni siquiera tenemos la capacidad de imaginarnos. Claro que sí, Señor, henos aquí. Te entregamos todo: nuestra casa, nuestros hijos, nuestras pertenencias, nuestros trabajos, nuestras profesiones, nuestros esposos y esposas, y, si fuera necesario, henos aquí para entregar nuestras vidas.
Porque si Tú te diste primero, siendo el Hijo de Dios, como un Cordero que no abrió su boca al matadero, cuánto más tenemos que disponernos nosotros y entregarnos de la misma manera para Aquel que derramó su sangre sin vacilar, cuando pensaba en nosotros.
Claro que sí, amado Yeshúa, Rey de Reyes y Señor de Señores, aquí estamos dispuestos hasta el fin de resistir, no por el poder de nuestra fuerza, sino por el de tu Espíritu, que prometiste a los suyos como arras, hasta la manifestación de lo que ahora no se puede ver, pero que es eterno. Sí, Señor, decidimos que sí y no podemos esperar más. Sí, Señor, decidimos que sí, decidimos ir, porque no vamos solos, sino que Tú nos llevas. Decidimos que sí porque no conocemos el camino totalmente; vemos parcialmente, conocemos en parte, entendemos un poco, pero Tú vas adelante y ya marcaste ese camino para que nosotros simplemente te sigamos. ¡Alabado seas, Jesús Altísimo!
Príncipe de Israel, henos aquí como tu pueblo santo, dispuesto a pasar por cualquier tipo de prueba, porque, aunque nuestra carne es débil, nuestros espíritus están dispuestos, y mientras nuestros espíritus estén dispuestos, Tú nos vas a ayudar a lograrlo. Gracias, Señor.
Nos arrepentimos de haber dudado de esa decisión. Gracias, y hoy cambiamos, hoy salimos de esa tibieza que nos detenía de sentirnos plenos en Ti. Gracias, Señor, porque no solo estás advirtiendo a todos los tuyos para que nos preparemos para todo esto que está escrito y que estás recordando a través de tus atalayas y profetas, sino también a través de sueños, visiones, profecías, revelaciones. No nos dejas solos. Somos muchos los que entendemos que es necesario pasar por la prueba final que viene sobre el mundo entero, como dice Apocalipsis, capítulo 3.
Confiamos en que vamos a llegar hasta el momento de ser quitados, y aunque anhelamos ese momento del arrebatamiento, también entendemos y aceptamos que no somos menos que el Hijo de Dios, que tuvo que pasar por distintas pruebas y tribulaciones y aprender la obediencia a través de la muerte. No somos menos, mejor dicho, no somos más que el Hijo de Dios, que tuvo que dar su vida para aprender la obediencia, dice la Biblia.
No somos más que Aquel que se entregó siendo inocente. Entendemos y aceptamos, oh Señor, estas pruebas, esta tribulación que viene sobre el mundo entero, y no solo eso, sino que nos disponemos a ser la luz que resplandece como esas estrellas del firmamento, mientras esas tinieblas crecen sobre la tierra, para glorificar tu nombre. Porque se trata de Ti y no de nosotros, nos hacemos a un lado y hoy decidimos llevar nuestra cruz hasta donde sea necesario, así como la llevaste Tú primero.
Amado Dios, ayúdanos a complacerte, a glorificarte y a exaltarte, aun cuando ellos tengan el hacha sobre nuestros cuellos para decapitarnos. Cualquier cosa que te glorifique, Señor, acá estamos. En el nombre poderoso de Cristo Jesús, amén.
Bueno, hermanos, todavía estoy un poco en el Espíritu; glorificado sea el nombre de Jesús. Que esta palabra corra por las naciones y ayude a muchos a tomar esta decisión de determinarse hasta el final y a despertar a los que no se están preparando y no están entendiendo los tiempos en donde están caminando. Los bendecimos, los abrazamos y les mandamos saludos desde Argentina. Mi esposo Mándala y yo, Noelia. Abrazos y bendiciones. Amén.