Dios te bendiga, Pueblo del Señor. Hoy es 4 de septiembre del año 2024.
[Amós 3:8, RVR1960] Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?
Y el Señor ciertamente está hablando en estos últimos días, para guiar a un pueblo mientras la oscuridad crece sobre la tierra, para poner luz a sus hijos mientras son probados por el fuego en estos últimos días.
Él no nos deja solos, porque tenemos a un Dios poderoso y a un Padre que nos habla y que no deja de hablarnos justamente en los momentos que más lo necesitamos.
Así que, amado Padre Celestial, gracias Señor, gracias porque siempre estás con nosotros, porque nunca nos dejas solos, porque nunca dejas la luz apagada para nosotros, Señor, sino que siempre iluminas nuestro entendimiento, iluminas nuestro camino a través de tu Palabra, para que no estemos perdidos, para que sepamos por dónde tenemos que ir, porque nos guías, y nos amas tanto, que te ocupas de nosotros hasta el más mínimo de los detalles.
Estamos juntos hoy, Señor, porque queremos escuchar tu voz, porque queremos recibir de ese Manantial de vida eterna, que tienes para darnos, de esas aguas que calman nuestra sed.
Espíritu Santo, comienza a moverte ya en esta reunión, mientras estas palabras del Cielo son enviadas a todo corazón que tiene puertas abiertas para recibirlas. Espíritu Santo, en este espacio tienes lugar para moverte y para ministrar a cada corazón, a cada alma, a cada espíritu y a cada cuerpo, como el Padre Celestial lo quiera.
Así que eso es lo que te pedimos, Señor, en esta hora juntos, en el poderoso nombre de Cristo Jesús. Amén.
Así que yo empiezo a escuchar a nuestro Padre Celestial que nos dice en este momento.
Hijitos, estoy aquí con ustedes, protegiéndolos, uniéndolos, en un mismo sentir, en un mismo corazón. La iglesia de los últimos días necesita estar unida, dice el Señor.
Necesita dejar de lado diferencias. Necesita entender que en la unidad está la fuerza. Pero mis hijos, en este tiempo, están ocupándose de estar separados, de hacer divisiones, de formar grietas entre ellos. Mis hijos están cayendo en la trampa del diablo.
Que los está tentando para que se distancien los unos de los otros. Porque el enemigo sabe que un reino dividido en sí mismo no puede permanecer. Que una casa que está dividida en sí misma tiende a ir a la destrucción. El enemigo sabe y utiliza esta carta. Esta carta que ha utilizado desde siempre, desde la creación de la comunidad cristiana desde la antigüedad.
El enemigo usa esta carta, porque sabe que le sirve. Porque sabe que es una carta eficiente. Porque sabe que cuando aplica este juego entre los hijos de Dios, funciona. Porque después de la división viene la destrucción. Después de la división viene la desolación. Después de la división viene la soledad. Y muchas cosas más.
[Mateo 12:25, RVR1960] Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
Hijitos, ustedes no están velando, dice el Señor, y están permitiendo que el enemigo traiga división en sus comunidades cristianas, en sus casas, en sus reuniones, para desbaratar mis planes en ellas.
Hijitos, estén atentos, porque al no estar ustedes velando, vigilando, pidiendo luz sobre lo que está sucediendo en sus reuniones, en sus congregaciones, en sus hogares, en sus amistades, en sus relaciones de distintos tipos, al no estar ustedes, al no ser como un guarda de la noche que se queda mirando y vigilando para ver si alguien quiere entrar, entonces sus defensas al ser inexistentes o al estar débiles, para el que se entromete en esas reuniones que es el enemigo, para él le es más fácil realizar este plan de destrucción.
Hijitos, velen porque si ustedes no velan, si ustedes no oran para la protección de los proyectos que están llevando adelante, es muy fácil para el león rugiente que anda buscando a quien devorar, ingresar, colocar división en esos proyectos para después destruirlos, porque la división quiebra relaciones, la división quiebra reuniones, la división quiebra comunidades, iglesias, grupos de personas que una vez estaban en un mismo sentir, en un mismo acuerdo, pero que después cada uno toma un camino diferente.
Hijitos, el diablo está usando el cuchillo para cortar lo que antes estaba junto, para cortar lo que antes estaba unido, para separar lo que antes era, lo que se veía como una sola pieza. El enemigo está utilizando esa daga destructora, para rajar lo que antes no estaba roto.
Hijitos y ustedes, al no ser constantes, al no orar por protección, al no pedir para que todos estén de común acuerdo, al no arrepentirse y pedirse perdón los unos con los otros, al no estar atentos a las maquinaciones del enemigo en esos grupos, en esas comunidades, en sus casas inclusive, se la están haciendo más fácil, le están facilitando el trabajo al enemigo.
Al estar interesados en sus propios intereses, y no en los míos, al poner por sobre todas las cosas lo que ustedes quieren y no lo que yo quiero, al no entender lo que es sacrificarse por el otro o por un propósito de común acuerdo con otras personas, al permitir que entre la contienda, la murmuración entre ustedes, al no conocer bien las Escrituras y mucho menos practicarlas, al no juzgar todas las cosas, al no pesar las profecías, le están haciendo el trabajo fácil al diablo para que traiga división en los míos y en aquellas cosas a donde Yo sí tengo mi Mano.
Sean inteligentes, abran bien los ojos, porque cuando una tarea se les es entregada, dice el Señor, no termina todo ahí, ustedes tienen que cuidar de ese bebé que en esta visión representa una tarea de parte del Señor.
Es como una tarea dada por Dios, es como un bebé al cual no es que solamente hay que parirlo a través de la obediencia, de la intercesión, de los ayunos, de las vigilias, de las oraciones, sino que una vez que este bebé nace hay que alimentarlo permanentemente, guardarlo de los peligros, estar atento a lo que necesita, como cuando uno cuida de un bebé recién nacido, una madre que tiene un bebé que recién nace, sabe bien que no lo puede dejar solo ni un instante, tiene que velar por el niño, inclusive a veces no duerme bien de noche, porque sabe que algo que está recién nacido, aún tiene necesidades en las madrugadas y no se lo puede dejar solo porque es peligroso.
Y el Señor dice que cuando Él le da una tarea a una persona o a un grupo de personas o a una comunidad cristiana, es decir, a una iglesia, esta tarea cuando nace es como un bebé que hay que cuidarlo permanentemente. Y a veces los hijos de Dios se equivocan pensando que una vez que un propósito nace, que una tarea de parte de Dios se manifiesta y comienza a desarrollarse, que todo termina ahí y que Dios se va a encargar de cuidarla.
Y en parte es cierto, pero hay una parte que tenemos que hacer nosotros, y cuidar de lo que se nos ha sido dado, de lo que se nos ha sido entregado, de esa tarea, de ese propósito que el Señor nos dio en aquel momento.
Nosotros tenemos que ser celosos, sean celosos de lo que les he dado, sean celosos de sus ministerios, en el sentido de guardar lo que Dios nos dio, lo que hemos logrado o el propósito que Dios tiene en nuestra vida para que cumplamos.
Porque yo veo un perro, veo una perra que protege a sus cachorros celosamente y también veo una osa que guarda a sus ositos, que más vale que nadie se acerque a quitarle esos cachorros a la osa, porque ella es capaz de matar por esos cachorros.
Pero el Espíritu Santo me dice, mientras veo esta visión, que muchas veces nosotros, los hijos de Dios, no somos celosos de nuestras cosas, no protegemos lo nuestro, no somos como esa osa, que más vale que no se le toque ni uno de esos cachorritos, porque es capaz de matar.
No guardamos lo que Dios nos ha dado con uñas y dientes, no lo defendemos muchas veces, nos dejamos que nos roben esas cosas muy fácilmente. Y una de las tácticas del enemigo para hacerlo es a través de la división.
Y yo estoy viendo en este momento grupos de cristianos a los cuales el Señor les había dado tareas específicas, tareas de intercesión, tareas de oración, tareas de enseñanza, tareas de alimentación espiritual, tareas de ayudar económicamente y a través de alimentos y otras cosas físicas a otras personas.
Grupos que el Señor había llamado a formar, a que se formen con ciertos propósitos específicos para el Reino, acorde a estos tiempos que estamos viviendo.
Sin embargo, también estoy viendo que muchos de esos grupos se deshicieron, se desarmaron, desaparecieron, menguaron, se enfriaron y me dice el Señor porque no velaron, porque no todos estaban en un mismo acuerdo y el desacuerdo genera división y hace que el grupo pierda la fuerza y que quede expuesto a los ataques del enemigo para ver si lo puede destruir.
Yo estoy viendo grupos en donde se dejó entrar la murmuración, en donde los miembros comenzaron a murmurar los unos con los otros, contra los otros, en el mismo grupo. Grupos en donde algunos miembros se olvidaron de cuál era la tarea, para qué fue creado ese grupo y se comenzaron a desviar.
[1 Corintios 1:10, RVR1960] Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
Y estoy viendo grupos que comenzaron a entibiarse, que empezaron calientes como una llama ardiente, como una llama alta, pero que después, al no velar, al confiarse, al no hacer la parte que tenían que hacer los grupos, las personas de ese grupo, esa llama comenzó a menguar hasta desaparecer.
Y en esto el Señor está diciendo, no cuidaron lo que Yo les di, no guardaron ese territorio, espiritualmente hablando, no pusieron centinelas alrededor de esa zona espiritual que representa ese grupo, para que la guarde de día y de noche.
No hubo ninguno dentro del grupo que atalayara los peligros que venían contra ese grupo para derribarlo, para derribarlos. No fueron conscientes de que el diablo maquina, sin parar, noche y día, o maquinaba, para tratar de destruirlo y de hacerlo desaparecer.
Hijitos, sean conscientes de las cosas espirituales porque son reales. Ustedes tienen que aprender a defender, las tareas que les entrego, los ministerios que les doy, los llamados que les hago.
Ustedes tienen que ser como guerreros, que hasta cuando se van a dormir tienen la espada al lado. Por si la tienen que usar. No pueden descuidarse, estamos en los últimos tiempos y hay que velar más que nunca.
Tomen conciencia, y cuando nazca un propósito en sus vidas, guárdenlo como si fueran sus hijos, como un bebé espiritual que no hay que dejar de vigilar, que no hay que dejar de cuidar, que no hay que dejar de alimentar.
Porque yo, Noelia, estoy viendo en este momento al enemigo que ronda por la tierra, y en este tiempo está destruyendo y abortando propósitos divinos, adentro y afuera de las congregaciones, porque yo estoy sabiendo, mientras estoy profetizando, que el Señor entrega distintos tipos de propósitos que deberían cumplir a través de tareas, a congregaciones, a grupos caseros y demás.
Pero el diablo, una vez que el Señor envía, que el Señor llama a ciertas personas o a ciertos grupos o a ciertas comunidades a hacer tareas específicas, el diablo sale detrás de ese llamado para ver si puede abortarlo.
Es como si el Señor enviara una carta desde el cielo, en donde a través de esa carta se va a llamar a cierta persona o a cierto grupo o a cierta comunidad a realizar algo específico para el Reino.
Pero una vez que esa carta sale del cielo, nada más, el diablo ya envía a sus secuaces para ver si la pueden destruir antes de que llegue a las manos que tiene que llegar. Porque el Señor da la vida, pero el diablo la quiere quitar. El Señor quiere hacer nacer un propósito, pero el diablo lo quiere abortar.
Y ustedes no entienden, me dice el Señor, que lo que sucede muchas veces no es que Dios no les haya dado un propósito, una tarea, o que no los haya llamado, sino que ustedes no estuvieron alertas para recibir ese llamado, no velaron para entender bien cuál era la tarea, no oraron, no prestaron la atención suficiente e inclusive cuando sí lo hicieron y esa tarea ya la comenzaron a hacer, no la guardaron y entonces vino el diablo y abortó, o mejor dicho, mató lo que ya había nacido, como cuando alguien mata a un bebé recién nacido.
Porque en primer lugar lo que el diablo quiere hacer es abortar las cosas de Dios antes de que nazcan. Pero en segundo lugar, si no logra abortarlas antes de que se manifiesten, intenta matarlas una vez que ya nacieron.
Y si esto lo asemejamos con una vida, el diablo quiere abortar un propósito de Dios, un propósito divino, como se aborta un bebé en la panza. Pero si no puede una vez que ese bebé nace y ya vio la luz, el diablo trata de matarlo, de quitarle la vida que Dios le dio.
Y ahí entramos nosotros en juego, no permitiendo que el enemigo aborte lo que Dios quiere hacer a través nuestro. O si ese propósito ya ha nacido, ha nacido no permitiendo que el enemigo le quite la vida. Es nuestra tarea velar por las cosas que se nos han sido dadas. Es nuestra tarea cuidar el puesto que tenemos en el Reino de los cielos.
Y no lo estamos haciendo, no todos entendemos que una cosa es que Dios nos llame y otra cosa es que nosotros respondamos a ese llamado. Y además de eso, si respondimos que sí a ese llamado, otra cosa es, cuando ya lo estamos poniendo en práctica, que ese llamado no se muera en el camino.
Hijitos, entiendan, dice el Señor, que en este tiempo el diablo ha enviado demonios para ver si puede abortar la semilla que he colocado en sus vientres espirituales.
Porque yo, Noelia, los estoy viendo a muchos de ustedes embarazados, no solamente mujeres, sino también hombres, porque esto es una metáfora. Y esta es la razón por la cual muchas veces no solamente hay mujeres que sueñan que están embarazadas, sino también hombres, porque los sueños en su mayoría son simbólicos, aunque también pueden ser sueños reales.
Pero yo estoy viendo que el Señor ha engendrado muchos propósitos en nosotros, en sus hijos, en este tiempo. Pero detrás del envío, digamos, detrás de esa fecundación fue el enemigo. Y está intentando abortar todo lo que ha sido semillado en nuestro vientre espiritual. Y muchos no lo sabemos y por eso el Señor lo está avisando.
Dice el Señor que a veces hasta algunos de ustedes sienten literalmente en sus vientres, como si estuvieran engendrando. Otros están en procesos de parto, sufriendo el dolor para esas cosas a las que el Señor los ha llamado a hacer nazcan. Y hay otros que están en la etapa en donde eso ya nació, pero quizás sienten que ese propósito que ya está nacido está enfermo o está a punto de fallecer. No está sano, no está bien, no está fuerte.
Tenemos que entender, me dice el Señor, que hay distintas cosas que pueden pasar con nuestro llamado, con nuestro propósito, con cualquier tipo de tarea que Dios nos haya dado. Y esto puede ir desde algo como uno de los cinco ministerios nombrados.
[Efesios 4:11-12, RVR1960] Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Como, por ejemplo, que Dios te haya llamado a levantar un merendero, o que Dios te haya llamado a ser un ministro apocalíptico de estos últimos días, un atalaya del Reino, o que Dios te haya llamado a visitar los hospitales, o que Dios te haya llamado a que utilices tus conocimientos de costura para coser para bebés prematuros, para hacerle ropa, sábana a los bebés que están en neonatología (La neonatología es una rama de la medicina que se enfoca en el cuidado y tratamiento de los recién nacidos, especialmente durante los primeros 28 días de vida. Esta especialidad médica se encarga de diagnosticar y tratar problemas que pueden surgir en los recién nacidos, como trastornos respiratorios, infecciones, y defectos congénitos.).
Pueden ser un montón de cosas que Dios te haya llamado a hacer, desde las cosas que te parezcan las más grandes o importantes, hasta las que parezcan menos significativas, lo cual no quita que para el Señor sean igual de importantes que las otras.
Pero a lo que voy es que estas semillas que estoy viendo yo en los vientres, pueden representar una gama de muchas cosas distintas que Dios quiere que hagas en este tiempo, o que quería que cumplas en este tiempo.
Y el diablo va tras esas cosas para dejarte estéril, escucho. El diablo quiere que seamos estériles y que no podamos engendrar propósitos divinos.
Hijitos, sean conscientes, dice el Señor, porque muchos de ustedes no son buenos padres. En el sentido de que, si quedan embarazados, no cuidan la gestación. Como alguien que está en un proceso de embarazo, que sabe que tiene que cuidarse más que alguien que no lo está. Que sabe que está en un tiempo de fragilidad distinto al de alguien que no está embarazado.
Otros, cuando nacen, dice el Señor, sus hijos, que en esta visión representan estos propósitos divinos, no los cuidan como a un hijo verdadero. Lo tienen abandonado, lo tienen desnutrido, sucio, contaminado.
No se ocupan de estos hijos espirituales, que en esta palabra representan propósitos divinos, como deberían ocuparse. Y dice el Señor, muchos de ustedes son malos padres y otros abortan por su propia culpa. Porque se comportan como alguien que ha quedado embarazado, pero que sigue haciendo las mismas actividades de siempre, poniendo en riesgo su embarazo o haciendo cosas que exponen a esa semilla en el vientre y que provoca o puede provocar un aborto.
Es decir, el Señor, cuando Él habla, ya sea a través de palabra o a través de sueños o visiones, muchas veces asemeja las realidades de las cosas físicas a las espirituales.
Muchas de ustedes son malas madres, dice el Señor. Porque no solamente que una vez que quedan embarazadas de propósitos divinos, no cuidan ese embarazo, sino que también a veces quieren abortar ustedes mismas esas semillas que Yo he colocado en sus vientres. Son madres abortivas, son madres asesinas, son madres homicidas.
Y esto también puede darse a nivel metafórico en los hombres, porque todos podemos engendrar propósitos divinos.
Y el Espíritu Santo en este momento me hace entender que hay hijos de Dios e hijas de Dios, que cuando conciben un propósito divino no lo quieren, lo rechazan, porque dicen no era lo que yo quería, no esperaba que Dios me llame para esto, yo no soy capaz de hacer nacer este bebé, me va a doler demasiado concretarlo, no me siento digna y muchas cosas más.
Y entonces, sin darse cuenta la mayoría de las veces, rechazan lo que Dios colocó en sus vientres, deseando un aborto espiritual. Y entonces la puerta se abre y el enemigo tiene una legalidad para abortar ese propósito de nuestros vientres.
Esto pasa, decía, porque el Espíritu me lo insiste, pasa mucho cuando el Señor llama a alguien a hacer algo y esa persona no quiere hacerlo. Es como una madre que queda embarazada y va a la clínica de abortos, para ver si le pueden sacar eso de adentro.
Y así ve el Señor a estas personas, como alguien que está en pecado de rebeldía y de negación, como alguien que es negligente y como alguien que, en vez de juntar con el Señor Jesucristo, desparrama.
Y dice el Señor que, en este tiempo, en donde cuando el diablo ha salido a tratar de abortar propósitos divinos de nosotros, más alertas tenemos que estar, más velando tenemos que estar por aquello que el Señor nos ha dado para que hagamos, por las tareas que tenemos que cumplir en este tiempo.
Quizás el Señor te está llamando a interceder más que nunca en estos días y te trae a personas a la mente. Sueñas con gente, con situaciones, con naciones, con distintos lugares que no conoces y demás, y el Espíritu Santo te indica que tienes que interceder por esas cosas. El diablo va a venir a abortar ese propósito en vos.
Y de hecho yo estoy sabiendo ahora que hay gente que mientras yo estoy hablando se está acordando de sueños en donde abortaban en el sueño y se veían sangrando. Y este significado, lo que Dios está hablando ahora, es una alerta, es una advertencia de que no permitas que el diablo aborte lo que Dios ha puesto en vos.
Hijitos, sean conscientes, dice el Señor, porque lo que no cumplan ustedes se los voy a dar a otros. Pero no quisiera que sea así, sino que respondan al llamado en la primera. Hijitos, no me rechacen, porque cuando ustedes rechazan la vida, me rechazan a Mí, porque yo (Noelia) estoy sabiendo también que hay gente acá que verdaderamente quiere abortar, pero en lo físico. No quiere tener hijos y no quiere tener los hijos que ahora están en sus vientres, pero de una manera literal. Y no solo con cosas en una manera metafórica o espiritual.
Porque la rebeldía puede manifestarse de distintas maneras. Arrepiéntanse, dice el Padre, todo aquel que quiera abortar de manera física o espiritual. Porque espíritus de muerte rondan alrededor de las personas que se comportan de esta manera, porque la muerte es la que viene a quitarle la vida a lo que había sido implantado en nosotros, matándolo.
Entonces cuando alguien quiere matar la vida que está en su vientre, la vida que está en su vientre, a nivel físico, espíritus de muerte atacan a esa persona. Y cuando alguien quiere abortar a nivel espiritual una semilla que Dios colocó en su espíritu, espíritus de muerte vienen a trabajar y a influenciar a esa persona. Hijos, estén conscientes.
Porque yo veo que el diablo ha salido con hachas para cortar plantas, plantas que estaban creciendo en el campo del Reino de los cielos, plantas que eran de Dios. El diablo sale con hachas para cortar cosas que sí venían del Señor, actividades en donde ustedes participaban, en donde eran como edificios que Dios estaba levantando.
El diablo viene con martillos a destruir todo lo que venga de Él, todo lo que le abra los ojos a los hermanos que están ciegos, todo lo que venga a traer vida, todo lo que le dé lugar al mover del Espíritu Santo. El diablo salió con martillos y hachas para destruir esos edificios divinos y para cortar toda planta que sea del Señor.
[Lucas 12:53, RVR1960] Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.
Y el Espíritu Santo me decía que el diablo aplica martillo a los edificios que sí son de Dios, aplica hacha a las plantas que Dios estaba haciendo crecer. Y ustedes no protegieron esos edificios, no todos como deberían, no estuvieron atentos, no guardaron lo suyo, repite el Señor.
Aprendan de eso, dice Dios, para que de acá en adelante entiendan y apliquen y practiquen el guardar esas cosas futuras que les voy a dar. Y yo (Noelia) estoy viendo un grupo, un grupo que tenía, un grupo de hermanos que tenía objetivos del cielo. Estoy viendo muchos grupos que Dios llamó a formarse, muchos grupos distintos alrededor del mundo, grupos de hermanos cristianos, inspirados por el Señor.
A cada grupo el Señor le había dado una misión distinta, un tema diferente, una tarea específica. A algunos de ellos el enemigo los cortó de raíz antes de que terminen de formarse, es decir, los abortó.
A otros los cortó como una planta que creció, pero un poquito nada más y que no llegó a su punto máximo de crecimiento. Pero hay otros que están sobreviviendo. Sin embargo, el enemigo, repite el Señor, ha enviado en este tiempo misiones específicas para arrancarlos a todos si fuera posible.
Y el Señor llama a intensificar la oración para que el enemigo no pueda abortar sus propósitos a través de los grupos que Él está levantando para que hagan cosas específicas. A velar por estas cosas, a rotarse entre ustedes en oración, a pedir para que esos edificios que vienen de parte del Señor no caigan.
Sean como un ejército que se organiza para proteger el campamento. Hijitos, porque si ustedes se unen son eficaces. Pero si no dejan sus diferencias, y no le dan más importancia a mi Propósito que a esas cosas, entonces esos propósitos van a morir.
Estén atentos, porque el enemigo ha enviado hachas y ha enviado martillos y está utilizando distintos tipos de estrategias y métodos para atentar a todos aquellos a los cuales se les ha colocado un propósito en sus vientres. Para ver si de tal o cual manera lo puede matar.
Estén atentos, defiendan con uñas y dientes, repite el Señor lo que les corresponde. Porque muchos de ustedes oraron mucho para saber qué tenían que hacer para Dios. Le dijeron al Señor, Señor quiero servirte, úsame para tu Reino, heme aquí, aquí estoy. Señor quiero hacer cosas para Ti, quiero serte útil. Y cuando el Señor respondió, no cuidaron eso que Dios les dio.
No descuiden las cosas divinas, dice el Señor, no descuiden sus vidas espirituales, no descuiden su santidad. Estén atentos a las acechanzas del enemigo. Disciernan todas las cosas, entre las que vienen de Dios, de las que no.
Oren, hijitos, y perdónense entre ustedes, dice el Señor. Bajen las armas, porque no son ustedes entre ustedes los enemigos. Ya suficientes tienen que pelear contra los dardos de Satanás, como para que también peleen contra los dardos que ustedes mismos se lanzan, entre ustedes.
Si ustedes, repite el Señor, no ponen primero la tarea que les corresponde a ustedes. La tarea que les he dado, mis deseos e intenciones para sus vidas. Si ustedes no ponen primero el foco en el propósito divino, sino en ustedes mismos, entonces el enemigo tiene más chances de matarlo, de quitárselos, de robárselos. Se trata de Mí, y no de ustedes. Se trata del Reino de los cielos. No sean carnales. Pónganme primero a Mí.
Y a muchos de ustedes el Señor los está llamando de noche. Cuando están durmiendo los despierta o les da un sueño de advertencia, de aviso de lo que viene para atacar esas cosas. Pero no siempre están entendiendo para qué sueñan con esto. Y no siempre responden, no quieren levantarse, quieren seguir durmiendo en vez de orar, por lo que se les está mostrando.
Porque Dios me está haciendo saber ahora, que está avisando. Cada vez que el enemigo viene a abortar la semilla que Dios puso en ustedes, Dios avisa para que ustedes hagan lo que tienen que hacer para defenderlo, para que eso no suceda. Pero no todos hacen caso, no todos responden. No todos lo hacen con la intensidad que es necesaria, acorde al ataque que se está aplicando.
Sino que yo veo que muchos de ustedes gastan mucho tiempo opinando y hablando sobre el asunto en vez de orar. Más tiempo opinando sobre el asunto que orando sobre eso. Solo van a perseverar, dice el Señor, los que velen, los que guarden lo que les he dado, los que sean celosos de sus asuntos, los que tengan claro quiénes son, los que sepan bien lo que tienen que hacer.
Porque el diablo está utilizando a mismos hermanos, a los mismos hermanos, para darle muerte a tareas que Yo les he dado, pero ustedes las tienen que defender, las tienen que defender. Tienen que saber a dónde están parados. Tienen que caminar con firmeza y escudriñar la Palabra todos los días para ver si lo que dicen es cierto.
Porque cuando doy un propósito divino, dice el Señor, el enemigo utiliza a gente para hacerte dudar. Y no son solamente familiares, amigos, esposos o inconversos. A veces son los mismos hermanos que el diablo utiliza para hacerte dudar de aquello para lo cual el Señor te ha llamado. Pero si ustedes vendrían y me buscarían en el cuarto secreto, si ustedes desarrollarían un nivel de intimidad Conmigo que sea profundo, en donde nuestro lazo sea inquebrantable, nada de esas palabras les afectarían.
Pero como están débiles en la fe, débiles en la oración, livianos en los ayunos, como les importan más las cosas del mundo que las espirituales, que las celestiales, entonces no resisten. Entonces no resisten a esas palabras de confusión.
Y el Señor repite, amigos míos, defiendan. Defiendan lo que les he dado, como también defienden a sus mascotas. Porque yo (Noelia) veo gente que tiene mascotas, que está escuchando esta palabra. Y que cuando viene un perro más grande a querer morder a su mascota, o algún animal o alguna persona a maltratar a su mascota, las personas que tienen mascotas las abrazan fuertemente. Hasta son capaces de recibir el golpe o la mordedura o el ataque ellos mismos, con tal de que la mascota no sufra.
Sin embargo, dice el Señor, no tienen la misma tenacidad a la hora de defender lo que es de ustedes. Y que Yo les he dado, se lo dejan robar fácilmente, se lo dejan atacar fácilmente, dejan que ataquen a esos propósitos suyos fácilmente. Se dejan derribar, como alguien que no se resiste.
Entiendan, dice el Señor, que voy a pedir explicaciones acerca de lo que se les ha sido dado. Entiendan, que llegado el momento haremos cuentas, sobre lo que se les ha sido entregado y me viene a la mente la parábola de los talentos.
Esto no solamente se aplica a otras cosas. Esta parábola se puede aplicar a cosas a las que el Señor nos ha llamado a hacer. A cosas a las que el Señor nos ha llamado a administrar, a dones espirituales. Es decir, esta parábola me enseña el Espíritu Santo que se puede aplicar a distintas cosas.
Pero en esta Palabra en específico, esa parábola, el Espíritu la aplica a tareas que Dios nos ha llamado a hacer. Dios nos va a preguntar qué hicimos con esas cosas. Si las desarrollamos o no. Si las cumplimos o no. Si las hicimos crecer o no. Si las abortamos o no. Si las matamos o no. Si las regalamos. Si se las entregamos fácil en las manos del enemigo o no. Arreglaremos cuentas, sobre aquellas semillas que he colocado en sus vientres.
Mis ojos están mirando, dice el Padre. ¿Cómo están cuidando de esa gestación espiritual? Mis ojos recorren la tierra, observando qué hacen mis hijos con todo lo que tienen que administrar. ¿Y si guardaron celosamente o no esos propósitos divinos que coloqué en sus espíritus? Haremos cuentas.
Y todos serán pesados en la balanza. Y recibirán el pago, acorde a cómo administraron todo eso, sean conscientes del peso de las cosas espirituales. No menosprecien las tareas que les doy. No les pongan un valor ustedes, que esas tareas no tienen. Porque yo, Noelia, estoy sabiendo que muchos de ustedes piensan o toman como insignificante ciertas cosas a las que Dios los está llamando a hacer. Pero no es así, no es real.
Es un peso injusto, dice el Señor, un pesaje irreal. El valor a esas tareas se las doy Yo, dice el Señor, y no ustedes. Y ustedes tienen que responder por la obediencia. Con obediencia a esas cosas a que los estoy llamando a hacer. Y no darle un valor equivocado.
Porque muchas veces ustedes les dan menos valor de lo que tienen esas cosas, y por eso no las hacen. Porque piensan que no vale la pena. Hay miles de millones de propósitos. Y cuando el Señor habla de semillas a la semejanza de un propósito, no solamente está hablando, por ejemplo, de un llamado ministerial.
Una sola persona puede cumplir con miles de propósitos a lo largo de su vida. Porque un propósito, una semilla, puede ser algo como, por ejemplo, que el Espíritu Santo te inspire a que llames por teléfono a alguien que justamente necesita una palabra.
Necesita una consolación, o tan solo una pregunta de «¿cómo estás?», o tal vez que le envíes un versículo bíblico, algo. Solamente esa tarea, si es dada por el Espíritu Santo, puede ser un propósito de Dios para tu vida. Entonces, vuelvo a repetir que un propósito de parte de Dios puede significar muchísimas cosas distintas. Es un abanico muy amplio, en donde podemos encontrar distintos tipos de propósitos.
Es decir, entonces, que una persona tiene muchos propósitos para cumplir en su vida. Y el Señor va a pesar de todas esas semillitas que puso en tu vientre, a cuál hiciste nacer, o ayudaste, mejor dicho, para que nazcan, y cuáles no. En cuáles invertiste tu oración, tu tiempo, tu entrega, y en cuáles no.
Y el Señor nos dice en este momento que nuestra vida, desde el momento en el que nacemos hasta el momento que morimos, está llena de propósitos. La vida de una persona tiene el tiempo contado exactamente por Dios. ¿Cuándo va a nacer y cuándo va a morir? Y dentro de esa línea de tiempo que yo estoy viendo ahora, Dios la llena de propósitos divinos.
Propósitos que la vida de esa persona tiene, y que se van a cumplir o no dependiendo de muchas cosas. Hay propósitos dentro de esa línea de tiempo, me enseña el Espíritu Santo, que no se van a cumplir no por la culpa de la persona, sino por agentes externos.
Pero hay cosas que es posible que no se cumplan por la culpa de la misma persona, y ahí es donde nosotros tenemos que tener cuidado, para que en el momento en que se pongan todas las cosas sobre la mesa, en el momento del Juicio final, en el momento donde seremos juzgados, dentro de los propósitos que no se pudieron cumplir, que no haya sido nuestra culpa por la cual no se pudieron cumplir.
Ustedes tienen muchos propósitos por cumplir, dice el Señor. Sean conscientes de eso. Y yo los quiero usar, no en un tiempo específico, sino todo el tiempo. Estén alertas y aprendan a escuchar la voz del Espíritu Santo. Para poder entender cuál es mi intención para con sus vidas. Ustedes pueden bendecir continuamente, y no solamente a veces.
Pero los miedos, la incertidumbre, las dudas, el pecado, la confusión, la tibieza, el entretenimiento y muchas cosas más, operan en contra del cumplimiento de esos propósitos en sus vidas. Ustedes tienen que cuidar, de esos propósitos divinos como un agricultor que cuida de su era, y no deja esa cosecha a la deriva. Sino que la cosecha no crece por sí sola, porque soy yo el que la hace crecer. Pero ciertamente el que cosecha, el hombre que es puesto sobre ese campo, tiene que hacer su parte.
Si el hombre hace su parte, dice el Señor, el agricultor hace lo que tiene que hacer. Eso, dice el Señor, junto con mi Palabra que la hace crecer, entonces lleva al cumplimiento del propósito de ese campo cosechado. Pero si el hombre al cual se le ha sido entregada ese campo de cosecha, no hace lo que tiene que hacer, entonces la cosecha se muere y no lleva fruto.
Ustedes tienen que hacer lo que les corresponde, dice el Señor. Hay una parte que la hago Yo y hay una parte que la tienen que hacer ustedes. Si el agricultor se la pasa durmiendo la cosecha, se va a morir. Si el agricultor es perezoso, la cosecha se va a morir. Si el agricultor no le presta la atención suficiente, la cosecha se muere. Si el agricultor no trabaja en ella con sus propias manos, la cosecha se muere. Si el agricultor no coloca rejas alrededor de esa cosecha, entonces la cosecha puede ser robada, puede ser arrancada, puede ser arruinada por un enemigo externo.
El agricultor sabe que tiene que tener sus ojos permanentemente en esos campos y que un error puede resultarle muy costoso. ¿Cuánto más ustedes, dice el Señor, tienen que guardar permanentemente lo que les he dado? Ya no duden, y hagan lo que les estoy llamando a hacer, porque es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres, cuando esos hombres no se sujetan a mi voluntad.
Hijitos, respondan, actívense. Sean como osas celosas de sus cachorros. Abran la boca, utilicen la espada del Espíritu, que es la Palabra, para defenderse de las mentiras con las cuales el enemigo los ataca. Resistan, porque también yo (Noelia) veo al diablo golpeando a los edificios, tiene como unos guantes de boxeador, y viene a golpear, a golpear cosas que el Señor los ha llamado a hacer, a golpear ministerios, a golpear relaciones que tienen propósitos divinos.
El Señor dice, resistan a los golpes y no se rindan. Caminen en mi Espíritu, dice el Señor, y tendrán la victoria, porque no va a ser por la fuerza de ustedes, sino por la victoria de Dios. Pero una cosa es que el boxeador resista a los golpes, por más que le duelan, y decida permanecer en pie todo lo que pueda. Y otra cosa distinta es que un boxeador reciba los mismos golpes, pero decida dejarse caer, esperando que alguien más lo defienda.
Y repite el Espíritu Santo, hay una parte que tienen que hacer ustedes, y no Yo. Levántense ahora y traigan, en este momento, traigan, pongan sobre la mesa, metafóricamente hablando, aquello que el Espíritu Santo les está haciendo recordar ahora que el diablo está atacando.
Algo que el Señor haya puesto en sus espíritus que tenían que hacer y que ahora está en problemas. Una tarea que Dios les haya dado y que ahora esté pasando por turbulencias. Traiganlo ahora y pónganlo sobre la mesa, dice el Señor, y digan, sí, Señor, es esto. Esto quiere ser abortado de mi vida. Esto quiere ser cortado, y yo sé que Tú me llamaste a hacerlo. Ya sea algo individual, algo grupal, algo en comunidad. Y pidan por eso, y véanlo como un bebé, que si estaba enfermo, tiene que recibir sanidad. Que si se estaba muriendo, tiene que ser revivido, y que incluso, hasta si ya está muerto, pueda ser resucitado.
Pidan por eso, dice el Señor, pero pidan con fe, oren fervientemente. Ayunen por esos propósitos, no se los dejen robar. En muchos casos, aún están a tiempo, pero reaccionen y salgan a defender ese campo, como cuando el agricultor ve ladrones entrar y sale con la escopeta, para echarlos afuera y no permitir que nadie le robe lo que él ha cosechado, en lo que él tanto se ha esforzado.
Guarden lo suyo, guárdenlo por el Espíritu Santo, no por la carne, sino por el poder del Espíritu Santo. Pídanme estrategias de protección contra eso que el diablo viene a atacar, a derribar, a destruir. Hijitos, y los voy a ayudar, porque son mis propósitos y quiero que crezcan y que nazcan y que se manifiesten y que logren lo que Yo quiero que hagan.
Tengan fe, dice el Padre, y pidan con fe. Y van a ver resurrección de propósitos. Van a ver sanidad de propósitos. Tengan fe, y levántense hoy a defender lo que está siendo atacado.
Yo hablo vida ahora a tu vientre, en el Nombre poderoso de Jesús. Yo hablo sanidad a lo que ha sido engendrado en tu vientre, pero que estaba a punto de morir. Señor, envía tu Espíritu ahora para que entre en todo vientre que está engendrando o que había engendrado y que estaba gestando. Señor, envía tu espíritu a los que están a punto de parir propósitos divinos para que tengan fuerza para hacerlo.
Yo hablo a las mentes, en el nombre de Jesús, para impartir esperanza, ideas creativas para saber cómo defender eso que Dios quiere hacer en sus vidas. Yo envuelvo las mentes con una cinta celestial de protección. Dios dice despiértense como padres espirituales de propósitos divinos. Despiértense ahora, sean buenos padres.
Protejan a sus hijos al igual que a sus hijos físicos en el sentido de los propósitos. Protejan a sus hijos al igual que a sus hijos físicos en el sentido de los propósitos. Protejan, esas tareas que les di. Protejan, la práctica de los dones espirituales que les he dado. Protejan su vida espiritual.
Algunos de ustedes dejaron en pausa las cosas a las cuales el Señor los había llamado. Yo veo gente a las cuales el Señor los había llamado, como dije, a levantar merenderos, como lugares en donde se les entrega ropa a la gente, cosas que necesitan, distintas cosas, no solo comida, lugares de ayuda, de caridad, pero que dejaron esos propósitos en pausa, esas tareas en pausa.
Señor, que vuelvan, y que se activen, y que le quiten la pausa a eso que estaban realizando. Arriba, hijitos, como guerreros, dice el Señor. Tomen la espada y corten, y defiendan, y destruyan lo que es del enemigo. Arranquen y derriben lo que viene de Satanás, y planten lo que viene de Mí a través de la Palabra.
Defiendan con la Palabra esas cosas, dice Dios. Y, en algunos casos, hacen falta cambios. Pidan y preguntes cuáles son los cambios que tienen que aplicar, para que esas tareas se desarrollen hasta que se cumpla completamente el propósito que había sido planeado para ellas.
Bendigan a esas cosas, dice el Señor. Bendigan a esos proyectos. En el Nombre de Jesús, muchos de ustedes le están pidiendo a Dios que les den propósitos para sus vidas, estoy sabiendo ahora. El Señor hoy les entrega. El Señor hoy coloca semillas en sus vientres espirituales para que ustedes engendren nuevos propósitos divinos.
El Señor otorga ahora fuerza para gestar. Fuerza para gestar. Fuerza, fuerza para gestar y fuerza para parir por el Espíritu de Dios. Hoy muchos de ustedes han recibido claridad, y esto ha sido una respuesta que le estaban preguntando a Dios de por qué tantos problemas en este grupo, por qué tantos problemas en la congregación, por qué tantos problemas con algunos amigos, con algunos hermanos, en sus propias casas, en sus familias.
El enemigo viene a abortar, a arrancar, a destruir, pero ustedes defiendan ese campo de batalla, dice el Señor. Levanten el escudo de la fe. Los bendigo, hijitos, los bendigo. Arrepiéntanse, todos aquellos que se hayan dejado abortar. Pues yo (Noelia) estoy viendo ahora un ejemplo en donde un esposo le dice a la esposa que queda embarazada. No, ese bebé lo tienes que abortar. Y la esposa no defiende a su hijo, y se deja llevar por el mal consejo demoníaco de ese esposo que le dice tienes que abortar ese bebé porque no lo quiero.
Y dice el Padre que muchas veces ustedes son iguales y quedan embarazados de propósitos espirituales y viene alguien y les dice no, tienes que abortarlo. Y ustedes no lo defienden, no defienden esa vida. Arrepiéntanse, de eso y de rechazar lo que los he llamado a hacer y séanme fieles.
Colaboren, dice el Señor, porque hacer nacer esa vida va a traer vida en el resto de las áreas de sus vidas. Si ustedes, colaboran para que nazcan esos propósitos divinos esa vida que trae ese propósito cuando nace trae vida al resto de las áreas de sus propias vidas.
Esta es la respuesta para muchos de ustedes que están soñándose embarazados, pero no están embarazados. Muchos de ustedes ya no pueden tener hijos ni siquiera o no tienen pareja. Pero no se trata de un embarazo físico sino de algo que están engendrando para Dios. De algo que Dios ha colocado en sus espíritus. De algo que Dios ha fecundado en ustedes por el Espíritu Santo de Dios.
Pregúntenle al Señor ¿cómo hacerlo nacer? ¿cómo colaborar?, ¿cómo orar para proteger a ese feto? ¿qué tienen que hacer ustedes para que ese bebé vea la luz y no la muerte? Oren y pidan estrategias, pidan dirección y pidan fe para ver ese bebé nacer.
Porque la incredulidad mata, la incredulidad aborta, la incredulidad da muerte. Tienen que creer, en eso que les he dado. En eso que los he llamado. Tienen que creer en su llamado. Y ya no ser incrédulos. Porque para el que cree, todo le es posible.
Yo los sano. Yo sano en el Nombre de Jesús a todos los que han abortado de manera física o de manera espiritual. Porque hay mujeres aquí que se han arrepentido de los abortos físicos que han hecho. Pero no han recibido sanidad de eso todavía. El Señor dice hoy te sano en el Nombre de Jesús. Y quito y quiebro maldiciones de esterilidad que habían quedado en vos por causa de esos abortos que realizaste en el pasado. Pero de los cuales ya te arrepentiste. Porque abortar en lo físico provoca esterilidad no solo en lo físico a veces, sino en lo espiritual. Y hay muchas mujeres que no habían recibido un llamado de Dios porque nunca se habían arrepentido de los abortos físicos que hicieron en el pasado.
Es decir, los abortos físicos traen como consecuencia una de las consecuencias, abortos espirituales. El Señor ahora está sanando a la gente que es estéril. Hay muchos de ustedes que no podían concebir, pero hoy el Señor te sana. Hoy el Señor corta maldiciones de esterilidad en el nombre de Jesús. Y sana tu vientre para que puedas recibir la semilla del Reino.
Recibe la semilla, porque hoy te fecundo, hoy te fecundo. Dice el Señor, ábranse ahora, para recibir esta semilla ahora. Todos aquellos que quieran recibir propósitos divinos, propósitos celestiales. Reciban ahora la fecundación. Reciban ahora y sean fecundados, anhelen ser fecundados por mis propósitos divinos. Peleen por ese bebé, hasta que vea la luz.
Hoy los bendigo, dice el Señor. Porque concebir es una bendición. Los hijos son una bendición. Ser fértil es una bendición. No se equivoquen, porque la esterilidad puede ser por una maldición. Y no tener hijos, desear no tener hijos es demoníaco. Desear no tener hijos es demoníaco. Arrepiéntanse, todos los que no quieren tener hijos, los que no quieren tener hijos. Porque esta actitud provoca esterilidad espiritual. Y por eso el Señor no llama a muchos. El Señor no llama a muchos de ustedes porque no son fértiles. Porque no quieren ser fértiles primeramente en lo físico. Se cierran a la vida.
Entonces no reciben ni vida física, ni vida espiritual. Ustedes tienen que estar a favor de la vida, no sigan corrientes del mundo, hijitos. Sean como un campo fértil en donde la semilla es desparramada y prende rápidamente. Porque esto fructifica y bendice, dice el Señor.
Entiendan, dice el Señor, que lo que crece en lo físico, crece en lo espiritual. Es decir, que la fertilidad física acarrea una fertilidad espiritual. Y que una fertilidad espiritual acarrea una física. Ya no sean estériles. Ya no cierren sus vientres a Mí. Hoy le hablo a tu vientre, para que sea sano, fértil, próspero y fructífero. Como un árbol, que no saca solamente algunas manzanas, sino que se llena del fruto.
Envío esta palabra a tu vientre para que a partir de ahora sea fructífero. En el Reino de los cielos. En el nombre de Jesús. Y sano, sano todo bicho, toda plaga que haya venido para que ese árbol no sea fructífero. Te unjo con aceite del cielo. Para que esa semilla que Dios coloca hoy en tu vientre se aferre fuertemente y nada la pueda arrancar. Yo estoy sabiendo ahora que porque algunos de ustedes no quieren tener más hijos. No estoy diciendo que no pueden, sino que no quieren. Que rechazan a los hijos. Que no les gusta la familia. Que quieren que todo se trata de ellos y solo de ellos. Que no quieren renunciar a sus propias vidas para servir a la familia, a los hijos y demás. Esta actitud que es un pecado, provoca escasez. Provoca escasez. Provoca falta de trabajo, falta de provisión.
Porque la procreación, me enseña el Espíritu Santo, acarrea bendición económica. Acarrea prosperidad física. Porque tener hijos y familia es prosperar en lo físico, acorde a la vista del Señor. Y esa prosperidad familiar acarrea una prosperidad económica también. Es decir, esas cosas están conectadas.
El Señor ve desde el cielo a una persona que tiene muchos hijos como a alguien muy próspero. La sociedad ve a esa persona como una persona burra, ignorante y muchas cosas más. Pero el Señor ve a esas personas como personas prósperas. Tenemos que cambiar la manera de pensar, y dejar de manejarnos como el mundo nos enseña, como Satanás nos inculca en las escuelas y volver a la Palabra y creerla y aplicarla.
Presten atención en los sueños, el Señor les va a dar indicaciones en los sueños, sobre como tienen que defender lo que Él les ha dado, les va a avisar y alertar de los ataques del enemigo, a través de estos, préstenles atención y oren sobre estas cosas.