Hijitos míos, hay muchas preguntas que se están haciendo en sus corazones, y hoy voy a responder para que me entiendan, para que me conozcan, para que ya no desconfíen de mí, porque Yo soy un Dios poderoso y tengo delante de mis ojos el plan profético completo que ideé desde antes de fundar el mundo.
Hijitos, se acerca la redención de todas las cosas. Todo lo que en algún momento cayó va a ser levantado por el sacrificio del Hijo de Dios entregado en aquel madero por los pecados de muchos, cuyo sacrificio no fue hecho solamente para rescatar a los que se arrepientan, sino para rescatar a la creación completa. Porque cuando Adán y Eva pecaron, no fue solamente el hombre el que cayó de la posición donde estaba, sino que toda la creación completa cayó.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora en una visión a toda la creación, que estaba arriba, pero cuando el hombre pecó, cuando Adán y Eva pecaron, la creación cayó del lugar donde estaba, no en un sentido únicamente metafórico, sino literal. Lo que estaba arriba pasó a estar abajo. Al contaminarse, lo que era perfecto tuvo que caer, de igual manera que Lucifer, que habitaba en las cercanías de Dios, estando arriba en los cielos, pero que, por causa de su rebelión, cayó de ese lugar donde estaba y fue echado de esas alturas. Esto es literal.
[Lucas 10:18, RVR1960] Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
La creación le pasó lo mismo cuando se contaminó, cuando el hombre pecó contra Dios, cuando desobedeció a Dios. La creación estaba en un lugar alto, pero al pecar fue expulsada de la presencia de Dios y cayó del lugar donde estaba, literalmente hablando, como algo que está muy alto pero que después está más abajo, no en el fondo, sino más abajo de donde estaba antes.
El Espíritu me insiste y me dice: La creación cayó de la perfección. La creación se ensució. Todo lo que existía en la tierra fue contaminado por causa del pecado del hombre, porque lo que el hombre hace afecta directamente al resto de la creación, es decir, al resto de la tierra y de lo que habita en ella: animales, plantas y demás. Al contaminarse, la creación de Dios ya no pudo mantener la pureza que tenía antes de que Adán y Eva pecaran. Ya no podía estar tan cerca de Dios, porque no hay nada inmundo que pueda convivir cerca del Señor.
Cuando el Señor creó al hombre, el hombre no estaba lejos de Dios. El hombre habitaba cerca de Dios, junto con el lugar en donde el Señor lo puso. Pero como el hombre pecó, se manchó. Como el hombre pecó, se contaminó. Como el hombre pecó, también fue destituido de la presencia de Dios, así como Lucifer. Cuando Lucifer estaba puro y sin pecado, podía estar cerca de Él. Se le permitía convivir con el Señor y compartir esa atmósfera de santidad. Pero cuando pecó, fue expulsado de la presencia del Señor.
En un principio, el hombre estaba cerca de Dios. El hombre habitaba en la presencia de Dios. No era la idea original del Señor que estemos lejos de Él, sino cerca, porque Él siempre nos quiso lo más cerca posible de su presencia. Pero a causa del pecado del hombre, se creó una separación que inicialmente no existía entre el hombre y su Creador.
[Génesis 3:8, RVR1960] Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Yo estoy entendiendo ahora que cuando el Señor creó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, ese lugar, junto con el hombre, no estaban lejos de Él. Estaban cerca del Señor, pero el pecado provocó la separación entre el hombre y ese lugar, ya que nada inmundo puede cohabitar con el Señor. Desde ese momento, el Señor está tratando con la rebeldía del hombre. De ahí en adelante, el Señor comenzó a tratar con la rebeldía del hombre, y siempre es esa misma rebeldía, que provocó la caída inicial del hombre junto con la creación, la que sigue aún hoy, provocando una separación entre el hombre y el Señor.
El hombre es rebelde. El hombre se asemeja a Satanás en el sentido de que también quiere ser Dios. El hombre quiere dejar de necesitar a su Creador. El hombre quiere sentarse en el trono de Dios y reemplazarlo. Es el mismo pecado que cometió Lucifer, lo que provocó su expulsión de la presencia de Dios y la expulsión del hombre del lugar donde habitaba en la cercanía del Señor. Es el mismo pecado con el que Dios sigue tratando al hombre hasta el día de hoy y hasta que todas las cosas sean restablecidas, me dice el Señor, hasta que todas las cosas sean levantadas de nuevo. Porque parte del plan que el Señor ideó es que lo que se alejó de Él vuelva a su presencia. Es un plan de restauración de todas las cosas, un plan que el Señor está utilizando para que lo que se alejó de Él vuelva a acercarse.
Mientras tanto, el Señor está lidiando con la rebeldía y el egocentrismo del hombre. El hombre se olvida continuamente de que existe Dios y rechaza la idea de que hay un Dios todopoderoso. Quiere ser independiente de Dios. Este problema todavía no ha sido erradicado del hombre y no lo va a ser hasta que se restauren todas las cosas.
Hijitos, dice el Señor, en este tiempo estoy tratando con la rebeldía de ustedes también y no solo de los hombres que no me conocen. Específicamente, estoy tratando con la rebeldía de los míos. Y estoy lidiando también con la rebeldía de los pueblos y de las naciones que quieren ser independientes de mí.
[Isaías 53:6, RVR1960] Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él (Jesús) el pecado de todos nosotros.
Lo que está sucediendo con las naciones que están siendo esclavizadas es por causa de la rebelión del pueblo. Ahora muchos de ustedes se están preguntando, por ejemplo: «¿Cómo puede ser que Venezuela hace tantos años que está siendo oprimida? ¿Cómo puede ser que Israel, nación que la Biblia dice que habita en la tierra prometida para siempre, esté pasando por lo que está pasando? ¿Cómo puede ser que otras naciones estén sufriendo por causa de la dictadura, de la esclavitud, de la escasez y de otras cosas que les provocan sufrimiento?» Muchos de ustedes están preguntando en el corazón: «¿Cómo puede ser que Dios permita esto? ¿Cómo puede ser que en algunos casos se prolongue por tantos años?»—como es el caso de Cuba, Nicaragua y otras naciones que están en este estado.
El Señor quiere hablar de este tema hoy para que entiendas que Él está lidiando con la rebeldía de los pueblos, que no es Él el que se separó del hombre, que no es Él el que le soltó la mano a Venezuela y a otras naciones, que son muchas, lamentablemente.
No soy Yo el que les solté la mano a estas naciones, dice el Señor, sino que ellas se separaron de mí por su propia independencia. Ellas se alejaron de mí por su propia desobediencia. Incluso las que en algún momento estaban cerca de Dios y tenían como su fundamento valores cristianos comenzaron a alejarse de cumplir las leyes del Señor, esas leyes espirituales bajo el nuevo pacto de Jesús, los principios y la ley de Dios. Entonces, las que estaban arriba empezaron a caer.
Uno de estos casos también va a ser Estados Unidos, nación que supo estar en lo más alto, nación que supo poner como su fundamento creencias cristianas y darle la gloria a Dios. Pero próximamente se verá su caída, lamentablemente, por la misma razón: por causa de la rebeldía, por causa de la autosuficiencia, porque cuando alguien se levanta hasta lo más alto, tiende a olvidarse de quién lo puso ahí, de que fue Dios, el Dios de Israel, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
El Señor quiere explicarte hoy que Él está tratando con la rebeldía de los pueblos y que todo lo que está sucediendo no es de su iniciativa, sino que es una consecuencia del pecado y de la rebelión de las naciones, que son como cabras que no obedecen mandato, que no respetan la ley de Dios. Le dan la espalda al Señor y toman decisiones sin consultarle, y a veces hasta hablan como si creyeran en Él, como es el caso de la nación de Israel, pero solamente de labios lo nombran y no lo conocen en su corazón. No lo ponen primero, no lo buscan, no lo glorifican, sino que siguen dependiendo de ellos mismos o de cualquier otra cosa en vez del Señor.
Dios quiere que entiendas que todo tiene una consecuencia, que los actos de la vida del hombre se pesan y se pagan, como ha venido hablando el Señor en esta última profecía intitulada «Estamos siendo juzgados ante la corte celestial y viene el pago», donde se habla de la justicia de Dios, de que Dios pesa las acciones de todos los hombres, reyes y naciones, y esas acciones son juzgadas en la corte celestial y se envía una sentencia. Y ha habido sentencias de esclavitud para estas naciones que hoy vemos que están en este estado.
[Proverbios 16:2, RVR1960] Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus.
El Señor ha pesado los corazones de los pueblos y los ha encontrado faltos en algunos casos. Por eso, ustedes están viendo represión, falta de paz y caos en esas naciones. Todo tiene una razón de ser y hay una justicia divina que se está poniendo en obra. Hay una justicia divina que se está llevando adelante, y nada de lo que está pasando es injusto, sino que son consecuencias del pecado de estas naciones.
[Daniel 5:27, RVR1960] Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.
Muchos de ustedes piensan que Dios no es justo y lo están acusando, diciendo que lo que está pasando no se lo merecen estos pueblos, que no es justo, que no debería ser así. Sin embargo, el Señor quiere explicarte hoy que no es la muerte del hombre lo que Él quiere, ni su sufrimiento. Él no quiere que el hombre se aleje de Él ni que sufra por sus propios errores, pero por causa de su justicia y su fidelidad, Él tiene que responder a las acciones de estas naciones y pagar acorde a lo que ellas hacen.
[Ezequiel 18:32, RVR1960] Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
Yo (Noelia) vuelvo a ver la balanza de la justicia de Dios, donde todas las cosas son pesadas, donde cada palabra, cada acción es pesada. También pesadas son las cosas que no se hacen pero se deberían haber hecho, que los pecados por omisión.
[Santiago 4:17, RVR1960] Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
El Señor repite que este es un tiempo donde todas las cosas están siendo pesadas y juzgadas, y hay sentencias que están saliendo de esa corte celestial para ser enviadas a las naciones.
Hay muchas cosas que las naciones sabían que tenían que hacer y no hicieron, y hay otras cosas que sabían que estaban mal, pero igualmente las hicieron. También hay cosas que las naciones hicieron quizás sin tanta conciencia de que estaban mal, pero igualmente las hicieron. Esas cosas no dejan de ser pecado, porque también están los pecados de ignorancia, que, por más que sean por desconocimiento, igualmente tienen que ser pesados por causa de la justicia del Señor.
[Salmos 2:2, RVR1960] Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido.
El Señor dice que en este tiempo se están emitiendo sentencias. Y yo (Noelia) veo rollos que tienen un sello, como en el tiempo antiguo. Estos rollos son sentencias que están saliendo de la corte celestial y están siendo enviados a las naciones de la Tierra. Esto va a provocar que el mundo dé vueltas. Naciones que estaban muy alto empezarán a caer, y naciones que estaban muy bajo empezarán a levantarse. Esto está sucediendo porque han sido pesadas en balanza en el tiempo anterior y ahora han salido las sentencias acordes a sus acciones.
Por eso este es un tiempo de cambios, porque la temporada pasada fue una temporada de prueba para las naciones, para las personas y para los hijos de Dios. Habiendo pasado por distintas situaciones, el Señor nos probó para ver cómo reaccionábamos. Y ahora, habiendo el Señor pesado a las personas y a las naciones, se han emitido las sentencias acordes a la justicia divina.
En esta palabra profética, el Señor habla de las naciones que fueron juzgadas ante la corte celestial y viene el pago porque ya salió la sentencia para todas ellas. Por lo tanto, vamos a ver el resultado de esas sentencias.
[Zacarías 5:3-4, RVR1960] De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí un rollo que volaba. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de ancho. Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido. Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras.
Eso es lo que veía hace unos minutos: rollos que salían de la corte celestial y se enviaban a las naciones. El Señor está explicando esto para que entiendas por qué va a haber cambios radicales en toda la tierra, cambios que ya comenzaron a suceder: naciones que se levantan tremendamente y naciones que caen abruptamente.
Cuando veas estas cosas desarrollándose, vas a saber lo que Dios está haciendo y por qué está sucediendo. Es porque, una vez que esas sentencias salen, las cosas se empiezan a manifestar en lo físico. Primero se envía la sentencia desde lo espiritual, desde los cielos, para que después lo que ha sido sentenciado se manifieste en la vida del hombre.
Por lo tanto, este también es un mensaje de aliento para ustedes, un mensaje donde el Señor quiere poner luz en su entendimiento para que entiendan y confíen en el Señor, sabiendo que todo lo que está pasando está en su mano, porque van a ver cosas terribles que desencadenan situaciones espeluznantes sobre la tierra.
Pero todo tiene un propósito, y cuando vean esas cosas, no tiemblen, sino que entiendan que es por causa de estas sentencias que han salido de la corte celestial y que el Señor lo está haciendo de una manera justa. Porque antes de que estas cosas se vean reflejadas sobre la tierra, el Señor ya pesó en su balanza lo que ha sido hecho y lo que no, lo que estuvo bien y lo que no, para darles el pago a estas naciones.
El Señor quiere hoy que entiendas que todo tiene una razón de ser, que todo tiene un propósito, que nada está al azar, sino que todas las cosas han sido juzgadas y las sentencias ya emitidas. Ahora estamos en el tiempo de ver el cumplimiento de esas sentencias, ya sea para lo bueno o para lo malo. Por esto también vamos a ver que hay ciclos que terminan en las naciones y otros que comienzan.
Las cosas van a cambiar y ya están cambiando. El Señor ha venido hablando a través de este ministerio sobre vientos de cambio sobre las naciones de la tierra. Este es un tiempo de cambios, pero no son cambios suaves; son cambios fuertes, cambios rotundos, cambios que sacuden todos los aspectos de la vida del hombre, cambios que sacan de la comodidad al hombre, cambios que al principio cuestan pero que tienen una razón de ser.
El Señor te está avisando desde ahora, y ya lo venía haciendo, pero hoy lo hace desde otro aspecto, desde el aspecto de su justicia, para que tu corazón cobre aliento en esta palabra y entiendas que todo tiene una razón de ser y que Dios es un Dios justo, que sabe bien por qué hace lo que hace o deja de hacer.
Hijitos, dice el Señor, entiendan que esos rollos están llegando a las distintas naciones de la tierra.
En algunas naciones, estos cambios ya han comenzado, porque ya han recibido las sentencias que han sido emitidas por la corte celestial. No todas las sentencias son malas, porque yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que cuando pronuncio la palabra sentencia, a ustedes les tiembla el corazón. Pero una sentencia puede ser buena o mala. La palabra «sentencia» en sí no tiene siempre connotación negativa.
Para algunas de las naciones de las que el Señor está hablando, esta sentencia es de inocencia, de recuperación, de restauración, de sanidad, porque yo estoy viendo algunas naciones como un enfermo que está acostado en un hospital y que parecía que se iba a morir, pero de repente viene el doctor y dice: «Usted se va a sanar.» Algunas sentencias son positivas, son buenas, son sentencias de levantar a algunas naciones de la tierra que estuvieron humilladas por causa de su pecado por mucho tiempo. Son sentencias de vida y no de muerte, y ustedes van a ver reverdecer a estas naciones milagrosamente.
Muchas de estas naciones son naciones de las Américas. Ustedes van a ver dictaduras caer, dice el Señor, porque la sentencia ha sido enviada en contra de los dictadores y a favor de la nación. En algunos casos va a ser sentencia de muerte para estas cabezas, pero de vida para la nación, porque se han cumplido tiempos de disciplinar a estas naciones y ahora van a entrar en un proceso de recuperación.
Así como el enfermo que estaba a punto de morirse, el médico viene y dice: «Usted va a vivir.» Eso no significa que el enfermo se va a levantar de la cama instantáneamente, sino que va a venir un tiempo de recuperarse hasta que su cuerpo pueda funcionar normal. Con estas naciones que el Señor va a sanar y levantar, va a ser lo mismo. No va a ser que de un día para el otro brillen como las estrellas cuando estaban opacadas completamente, pero sí van a entrar en un proceso de restauración donde Dios va a soplar de su Espíritu sobre ellas área por área, haciendo que revivan.
Yo escucho «Nicaragua», y veo una espada que corta la cabeza de Nicaragua. Yo escucho «Cuba», y veo que el sol sale para Cuba, que ahora está de noche. Veo a Venezuela con la bandera sangrando, pero es como ese enfermo, cuya sentencia no es de muerte sino de vida, y que se va a recuperar, aunque no sin pasar por un proceso hasta llegar a esa sanidad.
Veo otras naciones que están complicadas. Estoy escuchando «Bolivia», y veo que Bolivia va a pasar aún por muchos problemas, porque todavía no es el tiempo de que Bolivia reverdezca como otras naciones. Veo aún muchos problemas políticos y populares en Bolivia, porque el pueblo es tan endurecido por la rebeldía. La rebeldía es moneda corriente en Bolivia, me dice el Señor.
Yo (Noelia) veo que el Señor la tiene en su mano y la va a oprimir, pero no porque Él quiera, sino por causa de su justicia. Bolivia va a pasar por tiempos difíciles, me dice el Señor, porque su pueblo hoy está duro de cerviz y no quiere levantar la cabeza para buscar a Dios. Bolivia va a sufrir por el pecado de sus gobernantes y por el pecado de un pueblo rebelde que no quiere buscar verdaderamente a Dios.
El Señor dice que oremos por Bolivia, porque vienen cosas fuertes sobre esta nación. Yo veo una espada y la bandera de Bolivia rajada a la mitad, y me viene a la memoria una profecía que recibí hace varios años, que se llama «Viene la espada a Bolivia». Parte de esa profecía ya se ha cumplido, porque hemos visto muchos problemas políticos, sociales y de diferentes índoles que ha sufrido Bolivia, pero el Espíritu me hace entender ahora que no es el tiempo de que este ciclo se termine en esta área para Bolivia. Aún falta más.
Veo que mucha agua inunda el mapa de Bolivia, y estoy interpretando ahora que estas aguas no representan solamente problemas con agua literal, sino que representan una inundación de conflictos humanitarios, gente que se levanta, manifestaciones sociales y problemas en el gobierno, porque la corrupción es grande.
Veo a gente que adora la tierra en Bolivia, gente que ama más a la tierra que a Dios, porque no solamente el sol puede ser un ídolo, como leemos en la Biblia, sino la tierra también. Yo veo a gente en Bolivia adorando a la tierra de Bolivia, a la Pachamama. Veo los rituales que gran parte de la población realiza sobre esta tierra, y en vez de poner sus ojos en Dios, que está arriba, ponen sus ojos en la tierra, que está abajo, que fue creada por el Creador.
Oren por Bolivia, dice el Señor, porque lo que viene es fuerte. Vienen enfrentamientos armados. Yo (Noelia) estoy viendo militares en las calles. Veo también sangre y al pueblo siendo reprimido. Oren por esto, dice el Señor, porque mientras hay naciones que se levantan y que el sol va a salir sobre ellas, hay otras que todavía van a seguir siendo procesadas, donde todavía no viene una primavera espiritual, sino que hay un invierno que se prolonga.
Eso no es porque Yo quiero que sea así, sino porque Bolivia no se ha doblegado, no se ha humillado. Ni siquiera la iglesia, el pueblo de Dios en Bolivia, ha atendido al llamado de oración y ayuno, de clamor y arrepentimiento por ese país.
El Señor dice que incluso los hijos de Dios bolivianos tienen que volverse a Él, porque muchos están convertidos a medias. Dios espera una conversión real y completa, no por la mitad, porque gran parte de la iglesia en Bolivia es superficial. El Señor demanda más arrepentimiento, más ayuno, y que el ayuno sea completo, no parcial. Esto es lo que escucho, y ahora sé que muchos de los hermanos bolivianos que ayunan no lo hacen solo con agua, sino que realizan ayunos parciales en general. Casi nunca hacen un ayuno total, y son muy pocos los que lo practican; ese ayuno no tiene la fuerza espiritual que el país necesita para contrarrestar lo que hacen los brujos y la gente idólatra. El Señor espera un arrepentimiento genuino y una humillación verdadera.
Veo mucho orgullo en Bolivia. El Señor me muestra que hay potestades de dureza en este país, que endurecen los corazones en Bolivia, y les cuesta humillarse, doblar las rodillas delante de Dios y de sus prójimos. A muchos bolivianos les cuesta someterse a las autoridades, y esta misma rebeldía se manifiesta en los gobernantes que están sobre ellos. Por eso, repetidamente, en el trono de Bolivia se sientan reyes opresores o reyes que tienden a la dictadura, a la opresión, al control, a la manipulación, a la mentira y a la corrupción, porque el pueblo es rebelde, dice el Señor.
Oren por Bolivia, porque yo (Noelia) vuelvo a ver una espada enorme que se clava sobre esta nación, sobre este país. Sabemos que la espada en la Biblia en sentido positivo representa la Palabra del Señor, pero ahora el Señor está hablando de juicio. La espada normalmente representa guerra, matanza, conflictos armados, enfrentamientos, conflictos bélicos, y esto es lo que viene a Bolivia. La espada clavada está en Bolivia y no va a haber paz hasta que esta temporada y este ciclo sobre Bolivia se cierre y hasta que Bolivia haga lo que tenga que hacer, especialmente la iglesia: arrepentirse, buscar a Dios de verdad y unirse.
En general, la iglesia del Señor Jesucristo en todo el mundo está muy dividida, pero en Bolivia la división eclesiástica es fuerte. Así como Israel está pasando gran parte de sus problemas por falta de unión y por la división en su propio pueblo, así también es con Bolivia.
Oren por la unidad de Bolivia, dice el Señor, por la unidad entre los ciudadanos, por acuerdo entre ellos, porque una casa dividida no puede permanecer y una casa dividida no se puede defender de los ataques del enemigo. Hijitos, dice el Señor al pueblo boliviano, voy a probarlos para ver si verdaderamente se abrazan a mí como su columna.
Yo (Noelia) vuelvo a ver por tercera vez esta espada clavada en el territorio de Bolivia. Con esto, el Señor llama a interceder a sus hijos, a clamar por este país, porque, me repite el Señor, la espada representa la falta de paz, el juicio sobre este país. Bolivia ha sido pesada, me dice el Señor, y ha sido encontrada falta: falta de arrepentimiento, falta de ayuno, falta de clamor, falta de honestidad de los hijos de Dios, falta de fuego por las cosas de Dios. Son muy pocas las antorchas que verdaderamente están encendidas en ese país, muy pocas. El Señor dice que oremos para que se enciendan más corazones que de verdad amen al Señor.
Hijitos, dice el Señor, oren por Bolivia, no la dejen sola, porque, aunque descarriada, igual es mía, y la estoy limpiando y la voy a limpiar de sus pecados y de sus inmundicias. Yo (Noelia) la veo como una mujer menstruosa, y esta visión fuerte representa que Bolivia se mancha con sus propias inmundicias. Estén atentos a mi voz, dice el Señor, y entiendan que todas las naciones han sido pesadas y algunas de ellas han sido encontradas faltas. Oren por eso, para que tal vez el clamor de un pueblo mengue el juicio que les viene y Yo tenga misericordia. Pero, hijitos, entiendan que todo lo que van a ver, todo lo que sucede alrededor de la tierra, tiene una razón de ser, y hay una justicia divina que se está llevando adelante.
No hay nada que se escape de mis manos, dice el Señor. No hay nada que no haya sido pesado ni que no esté siendo pesado. Continuamente se pesa el corazón del hombre. Sean ustedes encontrados justos y no faltos, y que la fe de ustedes no falte, pero tampoco el entendimiento de estas cosas. Oren y clamen por aquellas naciones cuya sentencia es levantarse, pero que aún necesitan recibir la fuerza para eso, y también oren por aquellas a las que se les viene el agua de juicio, para que los míos resistan, porque lo que será un juicio para los injustos será prueba para los míos.
Hay naciones que tienen que parir y ya están a punto de dar a luz, dice el Señor, pero les falta la fuerza, como una mujer que está de parto, pero no puede pujar de lo cansada que está. Una de ellas es Venezuela, que está a punto de dar a luz, pero la fuerza que hace cuando empuja no alcanza, dice el Señor. Por lo tanto, no va a ser un parto normal, sino inducido. Va a ser como cuando una mujer tiene que parir, pero el parto no se inicia solo por el propio trabajo del cuerpo, sino que hay que inyectarle hormonas para desencadenar artificialmente ese parto.
En ese estado está Venezuela. Es un parto tardío, dice el Señor. No va a ser un parto normal, sino inducido por un factor externo, porque el pueblo ya no tiene fuerzas para pujar. Por lo tanto, va a haber una intervención externa para ayudar a esta mujer a parir. Pero el bebé ya está asomando la cabeza, y esta es la parte más dolorosa de cuando una mujer da a luz. Es la parte donde la mujer grita más, la parte donde la mujer sangra más.
En esa etapa está Venezuela, dice el Señor. Ya casi nace, pero van a tener que empujarle la panza para que ese bebé termine de salir. Necesita una intervención extra, y estoy llamando a las naciones que tienen que comprometerse para que ayuden a este parto, para que ayuden a que la nueva Venezuela dé a luz. Oren, dice el Señor, para que esas naciones respondan a ese llamado y el proceso de parir no se tarde y no se extienda más, porque es un parto prolongado, ya no de nueve meses, sino de más tiempo de lo normal.
Intercedan, dice el Señor. Clamen y ayunen para que finalmente el que tenga que inducir a esta mujer de partos lo haga, hablando de una intervención extranjera. Porque todas las cosas están planeadas, pero existe la intervención de un pueblo con clamor, con ayunos, con arrepentimiento, con lloro, con súplicas, con palabras proféticas que se emiten para que lo que ya se decretó desde el cielo se cumpla sobre la tierra.
Hagan ustedes lo que tengan que hacer para que nazcan todas las cosas que tienen que nacer, para que mueran las cosas que tengan que morir, y para que resuciten las que están muertas y están determinadas a revivir. Pero no se queden tibios, solamente escuchando la palabra profética. Reaccionen, dice el Señor. Accionen y tomen el cuchillo —que en esta visión representa la Palabra de Dios y la fe de Dios— para aniquilar todo lo que se interpone en el plan profético divino. Porque muchos están faltos de fe y ya renunciaron a orar, dice el Señor, renunciaron a clamar, renunciaron a interceder, y mucho más a ayunar. Se cansaron, largaron la toalla, cortaron el trabajo que venían haciendo, se frustraron. Pero es por falta de fe. Arrepiéntanse, dice el Señor, y vuelvan a creerme a mí. Entiendan que no hay nada de lo que esté sucediendo o vaya a suceder que no haya sido primero pesado en la balanza de mi justicia.
Tengan fe, hijitos, dice Dios, y clamen por las naciones de las cuales voy hablando, porque el clamor de un pueblo puede cambiar el curso de las cosas, menguar los juicios o acelerar los tiempos, tanto de caída como de levantamiento. Abran sus bocas y miren al cielo, dice el Señor, para inquirir en mis asuntos celestiales, y Yo me glorificaré en los asuntos terrenales.
Gracias, Dios. Santo eres, Señor. Te damos toda la gloria y la honra por este mensaje de hoy, Padre. Amén.