El Señor te bendiga, pueblo santo de nuestro Dios Altísimo, de nuestro Padre celestial, bueno y misericordioso, hijos de un Padre que se ocupa de los suyos, que los alienta y los levanta cuando se sienten caídos, hijos de un Padre que también se ocupa de recompensarlos cuando van bien y de corregirlos cuando están mal. Es un Padre que se preocupa por ellos, que no quiere que se pierdan ni que sus hijos sufran innecesariamente, porque tiene una visión más alta que la nuestra, siendo más sabio que nosotros, cuyos pensamientos no podemos entender ni alcanzar.
Ese Padre es el que hoy está alertando a un pueblo que puede estar equivocándose en el área del ministerio. El Espíritu Santo me decía: Hija, advierte, amonesta, avisa que algunos se están metiendo en ministerios a donde no los he llamado. Advierte para que tal vez algunos de ellos se salven del posible juicio que esto pueda atraer a sus vidas o que puedan sufrir por consecuencia de estar trabajando en algo donde no los he llamado. Habla y no te calles, porque quiero abrirles los ojos a algunos de ellos que se están metiendo en terrenos donde no los he llamado, trabajando en áreas de ministerios para las cuales no los he ungido. El Espíritu Santo del Señor me decía mientras oraba más temprano: Abre tu boca y amonéstalos de mi parte a aquellos que están en trabajos ministeriales donde no he sido Yo quien los ha puesto, sino el hombre. Advierte del peligro y de las consecuencias de este error en el que están cayendo muchos en estos últimos días por poner primero a los hombres como columna y no a mí.
Estoy escuchando al Espíritu del Señor que le habla a su pueblo en este momento, diciendo: Tengan cuidado, hijitos míos, porque muchos de ustedes están metiendo sus manos en terrenos equivocados, no teniendo la unción para hacer lo que están haciendo, no habiéndolos llamado Yo. Mi Espíritu nunca los mandó a hacer lo que hoy están haciendo, dice el Señor. Hijitos, muchos de ustedes están equivocados, confundidos, errados; no saben lo que están haciendo, dice el Señor. No van por mi Espíritu, sino por su propia fuerza. No están en un ministerio instituido por mí, dice Jesús, sino inventado por los hombres o por ustedes mismos. Hijitos, tengan cuidado, dice el Señor a todos aquellos a los cuales ahora el Espíritu Santo les está haciendo saber en sus espíritus que esta palabra es para ellos. Hijitos, muchos de ustedes se han colocado nombres que Yo no les he puesto, dice el Señor, y otros han adoptado títulos con los cuales Yo no los he nombrado.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora a alguien en una congregación que se hace llamar apóstol. Él mismo se presenta con el título de apóstol, provocando que los de su alrededor, los que no tienen discernimiento, lo llamen de la misma manera. Y yo veo que esta persona se hace llamar apóstol y que todos en su congregación le dicen apóstol continuamente. Mas, sin embargo, también veo a Jesús que, estando en esa congregación, observa lo que pasa en ese lugar. Está mirando fijo a esa persona que se hace llamar apóstol pero que no lo es, y está observando el comportamiento de los que lo siguen, de los que adoptan ese título que el Señor nunca le dio. El Señor Jesús mismo está observando a todos aquellos que están caminando bajo un título que Él no les ha dado, observando los comportamientos tanto del que se hace llamar algo que no es, como de aquellos que lo nombran como algo que no es. Y me viene ese pasaje de la Biblia:
[Apocalipsis 2:2, RVR1960] Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos.
Es muy impactante lo que dice este versículo, porque no solamente dice que hay que probar a los que se hacen llamar con algún título ministerial para ver si realmente lo son, sino que dice aquí que estos que fueron probados no eran apóstoles y han sido hallados mentirosos. El Espíritu Santo me hace entender ahora que el Señor mira a estos hermanos, a estas personas, que cualquiera sea la razón o la motivación por la cual están haciendo esto —y no estoy diciendo que siempre sea a propósito que estén caminando en este error, pero eso no quita que igualmente estén caminando en este error— y los llama mentirosos.
Los ángeles están anotando todo lo que se habla, todo lo que se dice, incluyendo los títulos que cada cual se coloca, ya sea que estas personas se los coloquen a sí mismas, o que sus pastores o alguien más se los hayan colocado, sin que lo haya ordenado el Señor primero. Estos títulos están anotados en los libros que los ángeles llevan como una especie de contaduría celestial, donde se registran las palabras que uno habla, las cosas que uno dice como verdades y que muchas veces no lo son. Y llegado un momento, si esto no se arregla, si la persona no se arrepiente de colocarse un título que el Señor no le ha dado, este pecado de mentir puede acarrear juicio para una persona que quizás tiene buena motivación. Quizás esta persona quiere servir al Señor. Quizás la motivación del corazón no es mala en sí. Pero eso no quita que igualmente esté caminando en un error, porque es grave colocarse un título que el Señor no nos ha dado, caminar en él y exigir a los demás que nos llamen de esa manera.
Encima de esto, estoy sabiendo que hay gente que se enoja cuando no le llaman con ese título. Es un pecado. Es el pecado de mentir. Es el pecado de inflarse a sí mismo. Es arrogancia, soberbia y orgullo. Y así como alguna vez Lucifer fue echado del cielo, de la presencia del Señor, quitada su gloria, aunque no su poder, convirtiéndose en lo opuesto de lo que estaba diseñado a ser, por causa del orgullo, de la vanagloria, de tener un puesto que Dios no le había dado, de querer tener más autoridad de la que el Señor le había entregado, de suplantar un rol que le correspondía al Señor y no a él; de la misma manera hoy hay muchos hermanos dentro de la iglesia del Señor Jesucristo que quizás han nacido de nuevo por agua y por espíritu y hasta cuentan con dones espirituales, que quizás están sirviendo en las comunidades y demás, mas sin embargo están fallando en colocarse un título que Dios no les ha dado.
Y hay otros que quizás no se hacen llamar tal cosa, pero que igualmente están sirviendo en un sector de la iglesia donde el Señor nunca los ha llamado. Están haciendo obras que Dios nunca les pidió que hagan. Y allí no cuentan con la protección del Señor porque no es Él quien los ha enviado. No ven el poder y los milagros que vienen de arriba, del Señor, porque no hay una unción con la cual el Señor los haya ungido para hacer esa obra. Y me viene el pasaje de la Biblia donde cuenta que Saúl ofreció sacrificios, queriendo asumir el papel de sacerdote al ofrecer un sacrificio que no le correspondía, y que este papel el Señor en ese momento había designado a Samuel, rebelándose contra Dios.
[1 Samuel 13:12-13, RVR1960] Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado.
Y muchos hoy en día se están esforzando en operar en un rol o en un ministerio o en un sector para servir en una congregación o a la iglesia del Señor Jesucristo, donde el Señor nunca les mandó que sirvan. Se están esforzando para ofrecer un sacrificio que Dios nunca les ordenó que ofrezcan, no solamente reemplazando tal vez a alguien que sí tiene que ocupar ese lugar, ese rol, sino que, en algunos casos, quitándole el lugar que le corresponde a esas otras personas que sí Dios llamó para esos roles.
Yo escucho el Espíritu del Señor ahora que me dice: Hijitos, hay cosas que están al revés en las congregaciones, hay cosas que están cambiadas en las congregaciones. No es solamente el mundo que está patas para arriba, me dice el Señor, donde las cosas que deberían ser no son, y son las cosas que no deberían. Hijitos, lo mismo está sucediendo en sus comunidades, donde ustedes se reúnen para adorarme, para alabarme, para servirme, para conocerme, para atraer almas al reino, para edificarlas, para discipularlas, para sanarlas y liberarlas.
Hijitos, hay cosas que están mal. La casa no está ordenada, dice el Señor, y muchos están ocupando lugares que Yo no los llamé a ocupar. Mediten sobre esto, dice el Señor, porque viene el hacha sobre los templos, como vengo avisando, y parte de los árboles que van a ser cortados son esos árboles que están plantados donde Yo no los planté. Muchos de ustedes están deseando servir en lugares donde Yo no los estoy llamando, dice el Señor, perdiendo el tiempo en querer hacer algo o estando haciendo algo donde Yo no quiero que se desarrollen, en vez de desarrollarse o de prepararse donde Yo sí quiero que se desarrollen, o invirtiendo ese tiempo para prepararse para cuando Yo sí los llame a trabajar para lo cual Yo los he hecho.
Hijitos, hay muchas cosas que están mal en las congregaciones de estos últimos días y que van a estar aún peor, y ustedes tienen que aprender a obedecerme a mí antes que a los hombres, dice el Señor. Hijitos, hay muchos de ustedes que dependen más de los hombres que de mí y cometen errores graves, que acarrean juicios no solamente para ustedes mismos, sino para sus casas. Y después no entienden por qué, sin estar en pecados voluntarios o conscientes, igualmente las cosas salen mal.
Hijitos, dice el Señor, muchos de ustedes no me están obedeciendo a mí, porque muchas veces les he dicho que no tienen que estar ahí. Y ustedes saben en el fondo de sus corazones o en sus espíritus a quiénes el Señor les está hablando ahora, porque el Señor no les está hablando a todos los que están escuchando esta palabra, pero sí a varios, porque la casa de Dios está patas para arriba, está dada vuelta. Cada cual hace lo que quiere, lo que tiene ganas de hacer, lo que se le viene al pensamiento, lo que se le ocurre, sin seguir la guía del Espíritu de Dios.
Muchos de ustedes, dice el Señor, están desobedeciendo cuando le obedecen a ellos y no a mí. Y yo (Noelia) sé que el Espíritu Santo los está redarguyendo a muchos de ustedes. Inclusive estoy viendo que algunos de ustedes, antes de salir de sus casas para ir a servir a sus congregaciones, se sienten mal, sienten que algo está mal, sienten un rechazo de servir en eso que están sirviendo. Es el Espíritu Santo que los está redarguyendo.
Así como dice Jueces 21:25: «En aquellos días no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que bien le parecía», asimismo Dios no es el rey de tu vida hoy si estás haciendo lo que bien te parece y no obedeciéndolo a Él como tu Rey y tu Señor. El Espíritu Santo está redarguyendo a muchos en estos últimos días donde Él está reacomodando la casa del Señor, está quitando cosas que no vienen de Él y las está reemplazando con cosas que sí vienen de Él. Está sonando la trompeta sobre doctrinas falsas que atan a su pueblo, que lo hacen equivocarse, errar y confundirse, y acarrear juicio para ellos mismos y para los suyos, los que están bajo su autoridad.
El Espíritu Santo te está redarguyendo antes de salir de tu casa, poniendo en tu espíritu una incomodidad para que entiendas que no es lo que tenés que hacer para servir al Señor. No es tu lugar. De hecho, cuando ya estás en la congregación e ignoraste las advertencias del Espíritu Santo en vos, te sentís incómodo. Sentís que algo no está bien. Te sentís como una pieza del rompecabezas que no está donde tiene que estar. Muchos de ustedes no se sienten preparados para hacer lo que están haciendo, y realmente no lo están. La intención quizás es buena, pero la acción es de rebelión, de ignorancia, de sujeción a los hombres, pero no a Dios.
Y por esta causa hay algunos que se están manejando con fuego extraño. Esa es la palabra que estoy escuchando ahora, y estoy sabiendo que por esta causa mucho fuego extraño se está moviendo en la congregación de Cristo Jesús. Por estar en rebelión y operando en un ministerio donde Dios no los ha llamado, a la larga comienza a manifestarse quizás cierto poder en ustedes, pero no es poder de lo alto sino de lo bajo, porque estando en pecado de rebelión, abren la puerta para que el enemigo les dé lo que quieren a la fuerza, mientras que Dios nunca se los dio.
Ese poder que tanto anhelan en ese servicio que están haciendo donde Dios quizás nunca los llamó, Dios no se los ha dado, pero el diablo sabe que ustedes lo están anhelando. El diablo sabe que lo están codiciando y que harán lo que sea para obtenerlo. Y teniendo puertas abiertas, el enemigo dice: «Aquí estoy para darte lo que tu corazón está deseando, que va en contra de tu Dios. Yo te puedo dar lo que Él no te da. Yo puedo darte ese poder que tu Dios no te está concediendo.»
Entonces, el fuego extraño se empieza a manifestar en los altares; el fuego extraño se empieza a manifestar en las aulas de enseñanza de la Biblia; el fuego extraño se empieza a manifestar en los lugares donde se practica liberación y sanidad, donde se hacen milagros, señales y prodigios. Porque esas áreas de servicio donde Dios nunca llamó a estas personas, que terminan estando en rebelión contra Dios, comienzan a ensuciarse. Se manejan por doctrinas de hombres, por manuales de hombres, por calendarios de hombres, pero no del Señor. El Señor no está ahí. Y si el Señor no está ahí, hay alguien más para quien se deja el lugar. Dice Oseas:
[Oseas 8:4, RVR1960] Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos destruidos.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora exactamente que algunos de ustedes están ofreciendo un servicio al Señor que termina no siendo para Él. Están haciendo cosas que Dios nunca les pidió. Tengan cuidado, dice el Señor, porque Yo conozco sus corazones. Yo sé que muchos de ustedes quieren servirme, pero no pueden ponerse en un lugar de servicio donde Yo no los he colocado. No lo hagan, hijitos. Es peligroso, porque el que va sin mí queda expuesto a los ataques del enemigo. Y me siguen viniendo ejemplos bíblicos a la memoria, como cuando Uzías quemaba incienso en el templo, una tarea reservada exclusivamente para los sacerdotes. El Señor hirió a Uzías con lepra por contarse junto con los sacerdotes, queriendo hacer la tarea de ellos, donde el Señor jamás lo había llamado. Realizando un servicio a Dios que no le correspondía, ofendió al Señor, colocándose él mismo en un puesto donde Dios nunca lo había llamado.
[2 Crónicas 26:16-21] Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios. Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso. Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido. Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová.
Muchas veces, el corazón de los hermanos se enaltece para su ruina, y por esta causa terminan colocándose ellos mismos en puestos o aceptando puestos en las congregaciones que Dios nunca les ofreció. Y como consecuencia, vemos a hermanos con enfermedades graves, vemos familias accidentadas, vemos hogares con plagas que no deberían estar ahí, vemos maldiciones generacionales que deberían estar inoperantes, y todo tipo de consecuencias, incluyendo posiblemente hasta la muerte.
Hijitos, tengan cuidado, dice el Señor, porque muchos de ustedes se están rebelando contra mí. Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que hay algunos de ustedes que están enseñando la Biblia y no tienen que enseñar la Biblia. Yo estoy sabiendo ahora que hay muchos de los que están acá, escuchando esta palabra, que se hacen llamar maestros y maestras sin que el Señor les haya dado este título, y están en escuelas bíblicas enseñando la Biblia sin un llamado del Señor, sin una aprobación del Señor, sin una unción de parte de Dios. Algunos lo están haciendo en sus propias casas, pero igualmente sin un llamado del Señor.
No estoy diciendo que absolutamente todos están en esta situación. Entiendan que esta palabra es para el que sea, y el Espíritu Santo de Dios les va a hacer saber mientras la escuchan, si realmente son sinceros con ustedes mismos, para quién es esta palabra, porque de hecho hoy el Señor está confirmando lo que ustedes estaban esperando saber. Muchos de ustedes le pidieron al Señor que confirme lo que Yo estoy diciendo ahora. Es una respuesta que estaban esperando porque estaban en confusión, no haciendo estas cosas a propósito. En la mayoría de los casos no es a propósito, pero los pecados de ignorancia no dejan de acarrear consecuencias igual. Por eso el Señor advierte, para que su pueblo no sufra sobremanera. Dice la Palabra:
[Santiago 3:1, RVR1960] Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
Son muchas las personas que están en un ministerio de enseñanza nunca dado por Dios, y estoy sabiendo ahora por el Espíritu que la enseñanza de la Biblia es uno de los casos más numerosos, más que todos los otros ministerios. Estoy sabiendo que este es un problema mayor al de aquellos que se hacen llamar profetas, apóstoles u otros ministerios. Hay demasiados hermanos que están enseñando la Palabra y Dios no los ha llamado para tal tarea, por lo cual, si no se arrepienten y se apartan, van a recibir mayor condenación.
Yo (Noelia) estoy viendo a muchas mujeres que se están metiendo a enseñar la Biblia en sus casas, en sus congregaciones, y Dios nunca las ha llamado a eso, hablando cosas por su propio entendimiento, repartiendo pan que muchas veces está podrido, está leudado, no recibiendo inspiración para enseñar las cosas que están enseñando. Muchas de esas enseñanzas están saliendo de sus propios corazones y no del Espíritu Santo de Dios. Y a la larga, si no se arrepienten y salen de este puesto donde Dios nunca las puso, la inspiración ya no va a venir de sus propios corazones, sino de los demonios, porque esta autoproclamación es un pecado que abre las puertas a que el diablo meta su mano.
Hijitos, tengan cuidado, dice el Señor, porque a los que Yo llamo, Yo los llamo claramente. A los que Yo llamo, Yo los unjo, dice el Señor. A los que Yo llamo, Yo los equipo con lo que necesitan para cumplir con ese llamado. A los que Yo llamo, Yo los envío y Yo los respaldo. Yo los acompaño, Yo los cubro, dice el Señor. Juzguen las cosas por sus frutos, porque cuando un árbol da frutos secos, es porque Yo no lo he sembrado, dice el Señor. No tomen las cosas a la ligera, dice el Padre. Saquen las manos de esa mies donde Yo no los he llamado a trabajar. Arrepiéntanse de la autoproclamación ministerial. Aléjense de ese campo donde están ahora muchos de ustedes trabajando sin que ningún capataz los haya puesto, ordenado por mí, para ir verdaderamente a dedicarse a donde Yo sí quiero que trabajen, dice el Señor.
Hijitos, hay algunos de ustedes que están en escuelas pastorales donde no tienen que estar. Hay algunos de ustedes que están en escuelas proféticas donde no tienen que estar. Y hay algunos de ustedes que siguen y forman parte de algunos ministerios donde no tienen que estar. Muchos de ustedes están perdiendo tiempo, recursos y finanzas en cosas donde nunca los llamé a que se metan, dice el Señor. Son como alguien que empieza a entrenar para ser un nadador sin la constitución de un nadador. Son como alguien que se entrena para ser un atleta, para correr y ganar carreras en el campo de atletismo, pero que su cuerpo no tiene la constitución para hacerlo. Y sabemos qué va a pasar con esos deportistas que no cuentan con lo que necesitan para cumplir con esos objetivos. Por más que estén 24 horas del día entrenando en eso, si no están hechos para eso, se van a lastimar, se van a romper, y hasta pueden dejar la vida en ese campo si no tienen con qué estar ahí.
Es peligroso colocarse en un rol que no les corresponde, dice el Señor. Yo (Noelia) estoy sabiendo que algunos de ustedes están estudiando en escuelas de pastores. No tengo nada contra estas escuelas, ni tampoco el Señor nunca me ha dicho nada malo sobre eso. Pero lo que sí está mal es cuando alguien que no tiene un llamado pastoral se mete en una escuela de pastores porque quiere ser pastor por sí mismo o porque alguien se lo dijo, pero Dios nunca lo llamó, Dios nunca lo constituyó pastor, nunca lo ungió como pastor, sino que por sí mismo toma la decisión de meterse en una escuela de pastores, así como pasa con escuelas de profetas.
De hecho, yo he dicho que el Señor está levantando muchas escuelas de profetas en estos últimos días porque es necesario que los que tienen llamados proféticos, llamados de parte de Jesús para ser profetas, sean discipulados por causa del tiempo que apremia. Pero las personas que entran en estas escuelas ya tienen que contar con un llamado de parte del Señor, tienen que haber sido guiadas a formar parte de esas escuelas de profetas y exclusivamente a cuál de las que hoy están establecidas. Y los que tienen escuelas de profetas, pastores o lo que sean, también tienen que tener un llamado del Señor para instituirlas, para crearlas, y tienen que ser dirigidas bajo el Espíritu Santo de Dios y no de los hombres.
No hay un problema con eso en sí. El problema es que algunos de ustedes están errados y no tienen que estar donde están. Otros no tienen un llamado del Señor para prepararse en lo que se están preparando, y otros van por sí mismos o porque alguien les dijo: «Hay una escuela de profetas, de pastores o lo que sea. Vamos a inscribirnos. Me llama la atención, tengo curiosidad.» No, es delicado meterse a nadar en una pileta donde el entrenador no te llamó. Te podés ahogar y podés traer problemas a ese entrenador y a los demás nadadores.
Por eso Yo (Noelia) sigo con este saber que me está dando ahora el Señor, de que algunos de ustedes están estudiando en una escuela de pastores y otros en una escuela de profetas. Y, como ya aclaré, el problema es que algunos no están ahí por directiva del Señor. No fue que el Señor les dijo: «Hijito, hijita, quiero que te inscribas en tal lugar, porque ésta va a ser la persona que te va a discipular en el área profética, en el área pastoral, en el área evangelística o lo que sea.» No es el Señor el que te ha enviado a estudiar allí. Fuiste vos el que te anotaste por tu propia cuenta.
O quizás el pastor de tu congregación necesita otros pastores y entonces te mandó a que te metas en una escuela de pastores, pero sin un llamado de Dios, sin una unción de parte del Espíritu Santo de Dios, sin que Dios te haya dado lo que un pastor necesita. No tenés una vara y un callado para pastorear. Si Dios no te lo da, los hombres no te lo pueden dar, y vas a cometer errores si te metes en ministerios donde Dios no te ha instituido, simplemente porque no vas a tener las herramientas para hacer ese trabajo, y vas a lastimar a las ovejas en vez de sanarlas. Las vas a confundir en vez de traerles claridad. Las vas a desviar en vez de encaminarlas, y no vas a dar el fruto que tu corazón anhela, porque simplemente vas a estar como un árbol plantado en una tierra que no es para ese árbol.
Por ejemplo, los viñedos no pueden plantarse en cualquier lugar del mundo. Las viñas tienen que ser plantadas donde la tierra tiene características específicas, el sol tiene tanta temperatura, hay tanto nivel de lluvia durante el año, porque sin ciertas características necesarias, la viña no crece. Lo mismo es con las personas. Necesitan estar plantadas en el lugar donde pueden crecer. A algunos de ustedes los están obligando inclusive a ser plantados en lugares donde Dios no los plantó.
El Señor dice que hay otra cosa que está pasando: que muchos de ustedes están siguiendo a un ministerio en contra de lo que el Espíritu Santo les está diciendo. Algunos de ustedes están siguiendo a líderes, a personas que Dios nunca les puso por cabeza, tomándolos como sus mentores, como sus maestros, como sus ejemplos, como sus guías. Sin embargo, en algunos casos Dios no está en esa relación.
Cuando Elías le tiró el manto a Eliseo, Elías lo había recibido de parte del Señor que le tire el manto a Eliseo, que lo vaya a buscar a Eliseo. No fue que Elías lo vio a Eliseo en el campo y sintió ganas de llamarlo a que lo siga, porque se le cruzó por la cabeza. No, el Señor le dijo a Elías que lo busque a Eliseo para que lo siga, para discipularlo en lo profético.
[1 Reyes 19:19, RVR1960] Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto.
Lo que está sucediendo hoy en día es que hay muchos Elíseos que buscan mentores que no son sus Elías, y hay muchos Elías que eligen discipular a personas que no son sus Elíseos. Porque Dios decide quién tiene que ser tu cabeza, quién tiene que ser tu guía, a qué ministerio tenés que pertenecer, acorde a tu constitución, acorde a lo que necesitás, acorde a lo que Dios quiere hacer con vos.
Yo (Noelia) estoy sabiendo ahora que algunos de ustedes forman parte de alguna iglesia virtual o siguen algún ministerio y sienten un redargüir del Espíritu Santo de Dios cuando participan, e igualmente siguen ahí. Dios les está indicando que no estén ahí, Dios es el que les está redarguyendo por el Espíritu Santo para que no sigan participando de ese ministerio. Y no estoy diciendo que el ministerio está mal o que esta iglesia virtual en algo está mal, sino que simplemente quizás no sea la voluntad del Señor que estés ahí.
Yo estoy sabiendo ahora que hay algunos de ustedes que ya recibieron el mensaje del Espíritu Santo: «Hijito, hijita, salite de este ministerio, porque no es acá donde te quiero», y no le están haciendo caso, y por eso no pueden avanzar, y por eso se han estancado o se están equivocando, o están errando, se están confundiendo. Porque cuando escuchan a una voz que Dios no les envió a sus vidas, esa situación provoca confusión.
[Isaías 30:1, RVR1960] ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!
Esta es la advertencia de hoy para muchos de ustedes. Por eso el Espíritu Santo me decía que advierta al pueblo lo que algunos están haciendo, porque están añadiendo pecado sobre pecado y no se dan cuenta, no lo saben, subestiman este tipo de cosas. Y no solo eso, sino que están perdiendo el tiempo en algo donde Dios no los llamó en vez de redimirlo en algo que sí quizás Dios los está llamando. Están perdiendo ese tiempo. Y algunos de ustedes que están ocupando un puesto que Dios no les dio, a veces hasta le están robando ese puesto a otra persona. Así como cuando una esposa se pone en el rol del hombre en un matrimonio, le roba el puesto que Dios le dio a ese hombre, pecando contra Dios y contra su esposo, lo mismo pasa cuando una persona ocupa un puesto ministerial que no le corresponde, usurpando un lugar que le corresponde a otro.
Hay muchos ejemplos de usurpadores ministeriales en la Biblia, como es el caso de Absalón, el hijo de David que quiso usurpar el trono a su padre. La persona que ocupa un puesto donde Dios no la puso no solamente puede estar acarreando distintos tipos de consecuencias para su vida, sino que también puede, en algunos casos, estar usurpando un puesto que le corresponde a otro. Y ya sabemos cómo terminó Absalón.
Yo (Noelia) vuelvo a ver las congregaciones; no todas, pero muchas. Están en desorden. Es como entrar en una casa y encontrarla completamente desordenada: ropa tirada por todas partes, muebles volteados y sucios. No se puede caminar bien debido al caos y al desorden, no hay paz ni descanso, porque la limpieza y el orden ayudan a tener paz y a descansar. Así están hoy muchas congregaciones, me dice el Espíritu Santo: desordenadas, patas para arriba, desacomodadas, desarregladas. Y cada cual, repite el Señor, hace lo que quiere. Y algunos de los pastores que no tienen la guía del Espíritu Santo les dan ministerios a sus miembros equivocadamente, haciéndolos errar, confundiéndolos y tapando la voz del Espíritu Santo.
Hijitos, dice el Señor, tengan cuidado, hijitos míos. Quiero guardarlos. Después de escuchar esta palabra, vayan al cuarto secreto y pregúntenme si es el caso de ustedes, porque quiero corregir a muchos que están entrenándose en un área donde no cuentan con mi compañía, con mi protección, con mi unción, con mi revelación. Están ciegos como topos.
Yo sigo viendo en particular muchas mujeres que se están preparando para enseñar la Palabra y Dios no las ha llamado a hacer eso. Yo veo que Dios no está ahí, que el Espíritu no les está revelando nada. Están secas. Y estudian, investigan en sus computadoras, hacen seminarios bíblicos, se meten en estudios bíblicos larguísimos, y creen que eso es la sabiduría que viene de lo alto. Están equivocadas, me dice el Señor, y van solas, acarreando juicio para ellas mismas, y muchas después se ven en enfermedades, en soledades.
Dios no está con ellas, con aquellas a las que el Señor no las ha llamado a hacer esta tarea. Muchas de ellas tienen un llamado profético, pero en vez de responder al llamado profético, se colocan o se entrenan o se dedican a otro área donde Dios no las ha llamado, preparándose como pastoras, por ejemplo, cuando en realidad muchas de las mujeres que Yo estoy viendo ahora están llamadas a prepararse para ser profetizas o para ministrar sanidad del alma, del cuerpo, o tienen ministerios de oración, de intercesión, donde Dios quiere que se desarrollen, y ellas se están anotando en estas escuelas pastorales, por ejemplo, donde Dios nunca las llamó, no las invitó el Espíritu Santo de Dios. Van por su cuenta, van solas, Dios no las acompaña. Están confundidas y están engañadas, me dice el Señor.
Y no es que el Señor no quiere usar a cada uno, porque cada miembro del cuerpo es importante y cada miembro tiene una función distinta. Pero hay ojos que creen que son bocas, hay manos que creen que son pies, hay gargantas que creen que son estómagos, dice el Señor. Y esto provoca enfermedad adentro del cuerpo, porque los miembros que tienen que estar haciendo lo que les corresponde no lo hacen y el cuerpo falla.
Hijitos, tengan cuidado, dice el Señor. Reevalúense. Hay evangelistas hombres aquí, que están en un ministerio pastoral que Dios no les ha dado. Hay hombres que son llamados a ser evangelistas, sin embargo, les han ofrecido un puesto pastoral y lo han tomado, pero Dios no los ha colocado allí. Hay evangelistas que están en un puesto de maestro de las Escrituras, mas sin embargo, el Señor nunca los constituyó maestros de las Escrituras, acarreando condenación para ellos mismos, como dice Santiago.
Hijitos, sean humildes, dice el Señor. Vayan al cuarto secreto y pregúntenme, porque algunos de ustedes están confiados y seguros y saben que lo que están haciendo está bien, que donde están el Señor es quien los ha puesto ahí, quien los ha constituido, quien los ha ungido, quien los ha enviado. Están viendo el respaldo del Señor, los frutos. Se ven los testimonios. Los siguen. No es para ellos esta palabra, sino para los que ahora están sintiendo como que esta flecha se les clava en los corazones, generando dudas, preguntas, consignas. El Espíritu les está trayendo a la memoria situaciones en donde dudaban de lo que estaban haciendo.
Esta palabra es para ustedes. Llévenla en el cuarto secreto y pregúntenle al Señor, porque no es para condenarlos, para señalarlos, sino para guardarlos, para cuidarlos, porque Dios los ama. Y yo también, por eso pongo la cara en esta cámara. El Señor te ama y quiere guardarte, porque algunos de ustedes son como hijos que son niños que ya quieren comportarse como adultos, y ustedes como padres saben que si hacen eso es peligroso para sus hijos. Y sin embargo, quizás ustedes están haciendo lo mismo, queriéndose comportar como alguien que ya está en un ministerio, cuando en realidad todavía están siendo preparados para ese ministerio.
No es lo mismo tener un llamado de profeta, por ejemplo, que estar funcionando en ese puesto de profeta ya. Entre el llamado y ocupar ese puesto de profeta normalmente hay una preparación, y algunos de ustedes ya están trabajando en ese puesto, adelantándose a los tiempos de Dios y corriendo el peligro de cometer errores y de lastimar a las personas a las que están sirviendo. Algunos tienen que esperar mientras son preparados para ese ministerio. Por ejemplo, estar en una escuela de profetas no quiere decir que ya son profetas, que ya tienen que estar en ese puesto ministerial, 100%, como alguien que ya salió de la escuela y se graduó, y tiene ese título en la mano para poder ejercerlo.
Esperen, dice el Señor para algunos de ustedes, y no se adelanten si no se quieren golpear, porque el que se adelanta y no va en los tiempos del Señor, lo que va a hacer el Señor es hacerlo retroceder, porque es más seguro que retroceda y vaya más despacio que el Señor lo deje que se apure, porque sabe que esto es peligroso para él y para las personas que esa persona influencia.
Hijitos, sean conscientes, dice el Señor, y todos ustedes los que se hayan colocado un título que Yo nunca les di, quítenselo, porque me ofende cuando se llaman algo que Yo no los llamo en primer lugar. Es una falta de respeto. Me ignoran, dice Jesús. Yo (Noelia) veo muchas personas que se han puesto un título en la frente, como apóstoles, maestro, evangelista, pastor, profeta, y otras cosas, porque también veo por ejemplo la palabra ‘levita’ en la frente, o ‘adorador’, y muchos títulos distintos que la gente se pone.
Lo que va a hacer Jesús, si estas personas no han recibido títulos de parte de Él y no se arrepienten, es quitárselos a la fuerza. El Señor va a arrancar esos títulos de estas frentes. Si aquellos que están caminando en esta arrogancia, en esta soberbia, en este atrevimiento, no se los quitan ellos mismos y se arrepienten… Y para los que están en un ministerio donde no tienen que estar, el Señor les está dando un tiempo para que se den cuenta. Si no salen de ese ministerio a tiempo, van a sufrir daño.
Pero también, el que sí esté llamado por Dios, más vale que responda, más vale que tome con seriedad el llamado que sí ha hecho el Señor, y que no desprecie ese llamado que sí viene de Dios. Que el que sí haya sido ungido de parte de Dios, opere en esa unción. Más vale que aquel al que el Señor ha llamado a que se prepare para un ministerio lo esté haciendo o lo comience a hacer. Es grave operar en algo a donde Dios nunca te llamó, pero es muy grave también, o quizás más grave, no operar en algo a donde Dios sí te llamó. No seas como un Jonás, que escapándote del llamado de Dios, termines mal. Dice Efesios:
[Efesios 4:1, RVR1960] Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.
Cada uno camine con los zapatos que le he dado, dice el Señor, porque algunos de ustedes están soñando que caminan en zapatos que no son para ustedes. Algunos de ustedes sueñan que los zapatos que tienen les quedan muy grandes, porque están queriendo caminar en un servicio para el Señor que les queda grande; no está hecho para ustedes. No están preparados; no están entrenados. Quizás Dios no los ha llamado a ese servicio.
Otros sueñan que están caminando con zapatos que son de otras personas, y no con los suyos propios, y es porque están deseando el ministerio de otro, lo están envidiando, o están caminando en algo que otra persona tiene que caminar, pero no ustedes. Algunos de ustedes se sueñan, por ejemplo, adorando al Señor, se sueñan alabando al Señor, pero no es en donde están operando hoy, no están en un ministerio de alabanza. Es que los sueños muchas veces muestran cuál es el llamado de Dios para ustedes, si no son sueños del corazón.
Presten atención a sus sueños, porque para los que están equivocados el Señor también se los está mostrando en sueños. Y también me dice el Espíritu Santo que no exijan un lugar que no les corresponde, como Coré y su séquito, que exigían un lugar que no les correspondía. No exijan un puesto donde no los he llamado, dice el Señor. Y me vuelve a repetir el Señor que muchas veces esto es por causa de vanidad, por causa de rebeldía, de vanagloria, de orgullo, de soberbia y de codicia de poder y de autoridad no dadas por Dios. Como dice la Palabra:
[Números 16:3, RVR1960] Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?
Y así muchos de ustedes están esperando o exigiendo puestos que no les corresponden o que no les corresponden todavía. Si estas personas no cambian y se arrepienten, el Señor los va a provocar a retroceder, porque dice la Biblia que el que se exalte será humillado. Vayan ustedes en la soledad con Dios y pregúntenle al Señor sobre la situación personal de cada uno y sobre los roles que se están ocupando en sus congregaciones, y el Señor les va a revelar en qué casos ustedes se tienen que sujetar a esas autoridades porque están establecidas por Dios y en qué casos no se tienen que sujetar a algunas autoridades porque no están establecidas por Dios. El Señor les va a revelar.
Yo te pido, Padre, que instruyas a cada uno ahora, en el nombre de Jesús, que aclares esta palabra para cada uno. Señor, que les des un sueño fuerte de tu parte para que reciban la confirmación todos aquellos que hoy sintieron que esa palabra era para ellos. Gracias, Padre. Te pido que les confirmes esto varias veces hasta que lo entiendan, Señor, por favor, en el nombre de Jesús. Que los que tienen las manos puestas en un sector de la mies a donde no los llamaste tengan el coraje de quitarlas rápidamente, Señor, para que no sean quemadas esas manos. Señor, perdona la ignorancia de tu pueblo.
Dios me dice que muchos de ustedes lo hacen para obedecer a sus pastores y a sus líderes, pero no han discernido cuándo ellos les mandan a hacer cosas que sí están inspiradas por Dios y cuándo no. Ustedes tienen que sujetarse cuando ellos les piden algo que sí es bíblico y está de acuerdo con lo que el Espíritu Santo les ha indicado a ustedes también, pero cuando no viene de Dios, no tienen que responder a esa petición. Por eso dice la Biblia que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Pero muchos de ustedes son como alguien que se sujeta sin discernir nada, sin fijarse primero cuál es la voluntad de Dios y después que se refleje en esos ministros que están edificándolos a ustedes.
Señor, danos discernimiento, en el nombre de Jesús. Despiértalos, Padre. El Señor dice que si lo obedecen a Él no se van a arrepentir, por más que la decisión cueste, porque la obediencia trae bendición, y a veces primero cuesta obedecer, pero después se ve la bendición. Sean valientes, dice el Señor, y obedézcanme a mí y reacomoden sus vidas. Porque algunos de ustedes son como piezas de un rompecabezas que no encajan en el lugar donde están, y entonces se atrasan ustedes y todas las piezas que están alrededor, porque como ustedes están fuera del lugar, el resto tampoco puede encajar. Así que, Señor, te pido que los ayudes a entender a dónde tienen que ir algunos de ellos, y que confirmes a los que sí están bien, Padre. Yo los bendigo y te pido que los ayudes por tu Espíritu Santo y les hables claro, Señor, a ellos y a sus líderes. En el nombre amado de Jesús, amén.
[Mateo 11:28-30, RVR1960] Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
El Espíritu me muestra que para algunos esta palabra ha sido como un latigazo. Les dolió, lo sintieron, lo estaban esperando. Otros, aunque les dolió, igualmente están contentos, porque le preguntaron al Señor y esta fue la confirmación. Otros van a seguir igual, pero eso lo tienen que arreglar con el Señor. Yo he cumplido en entregar la palabra para no tener sangre en mis manos. La gloria es para el Señor.