El Señor te bendiga, amada iglesia del Señor Jesucristo. Hoy es 25 de marzo del 2024, y el Señor quiere hablar a su pueblo hoy, a través del Espíritu Santo, como habló en aquellos días antiguos a través de sus profetas, que denunciaban el pecado del pueblo, que llamaban a arrepentimiento, que insistían en que los corazones tenían que volverse al Señor. Lo mismo hace Dios en estos últimos días, utilizando vasos proféticos como este, para que quizás muchos escuchen el mensaje del Señor a través de sus bocas y se arrepientan de un camino errado y se conviertan verdaderamente a Dios. El Señor hoy me hace sentir su angustia por todas las falsas doctrinas que se vienen moviendo en la congregación de los santos, esclavizando, atando, cegando, apagando a tantos que necesitan todo lo contrario de lo que estas doctrinas les están otorgando.
Oh, hijitos, hijitos, dice el Señor, mi pueblo está encantado, mi pueblo está fascinado, mi pueblo está atado de manos y de pies, mi pueblo no puede ser libre como debería por causa de las ataduras que hombres insensatos les han colocado. Hijitos, reaccionen, dice el Señor. Los estoy llamando a reaccionar, a mirarse enfrente del espejo a ustedes mismos y a ver el estado en el que están. No se dan cuenta de que cuando quieren dar un paso no pueden, porque tienen los tobillos atados con grilletes, dice el Señor. No se dan cuenta de que cuando quieren mover sus manos para servirme, hay algo que se los imposibilita. Hijitos, hijitos, dice el Padre, mi pueblo tiene vendas mágicas, mi pueblo tiene los ojos vendados, mi pueblo está cegado, mi pueblo está confundido, mi pueblo está perdido.
Vuelvan a la verdad, dice el Señor, vuelvan a conectarse con mi Espíritu, hijitos, porque hay hechizos que se mueven en las congregaciones, hay hechizos que se mueven en las redes sociales cuando ustedes escuchan hablar a alguien de cuya boca, en vez de salir verdad, sale error, mentira, confusión, falsas enseñanzas, doctrinas de demonios. Hijitos, dice el Señor, reaccionen y no beban de toda agua de las fuentes que encuentran para beber. Hijitos, escudriñen todas las cosas, dice el Señor, porque mi pueblo se está perdiendo, yendo detrás de los baales.
Hijos míos, hijos míos, muchos están cayendo de la gracia. Están cayendo de la gracia, hijos. Yo (Noelia) estoy viendo a mucha gente, a muchos hijos de Dios, que aman a Dios, pero piensan que tienen que seguir reglas estrictas y ordenanzas de hombres para poder agradarle. Hijitos, hijitos, dice el Señor, todo lo que espero es que ustedes me amen y me obedezcan. Hijitos, reaccionen, dice el Señor. No se dejen poner esas esposas en las manos, hijos. Los están frenando, hijos, los están frenando, dice el Señor.
Hijos, ¡reaccionen, reaccionen! Muchos de ustedes están encantados. Están encantados con doctrinas de demonios, dice el Señor. Tienen vendas mágicas que muchos predicadores les han venido colocando desde hace tanto tiempo. Hijos, ¡reaccionen! Están embrujados, dice el Señor. Suelten esas cadenas y libérense, porque hay una libertad disponible para ustedes, dice el Señor.
Los voy a liberar de esas personas, dice el Señor. Voy a liberar a mi pueblo de esa gente que cree que lo sabe todo, dice el Señor, que habla con la boca hinchada, que habla con el pecho hinchado, que son aduladores de estos días, dice el Señor. Voy a liberar a mi pueblo de aquellos que colocan vendas mágicas.
Oh, hijitos, estoy llamando a que abran sus ojos y escudriñen la Palabra, dice el Señor. ¡Escudriñen, hijitos, escudriñen! ¿Cómo van a resistir los días que vienen si tienen vendas en los ojos y no pueden caminar en libertad para tomar decisiones, para moverse? Hay falsas doctrinas que les están quitando sabiduría, conocimiento de lo alto, y se están volviendo carnales, duros como una roca. Algunos de ustedes ya habían ablandado sus corazones, dice el Señor, porque Yo venía trabajando en ustedes, ablandando sus corazones. Pero ahora, por causa de creer en estas falsas doctrinas que los están atando, otra vez los corazones se están volviendo de piedra. ¿Qué están haciendo? ¿Qué están haciendo? ¿Por qué vuelven atrás? No vuelvan al vómito, dice el Señor, no vuelvan a la esclavitud.
Hay mucho pueblo que vuelve atrás. ¡Reaccionen! Abran los ojos, dice el Señor. ¿Por qué, por qué quieren ponerse ese yugo de esclavitud, hijitos? No están bajo la ley de Moisés, dice el Señor. Muchos de ustedes están leyendo la Biblia como un manual, como un manual estricto, dice el Señor. Ya no encuentran gracia, gozo y paz en esa Palabra. No encuentran libertad, dice el Señor, porque leen la Biblia y piensan que es un manual estricto de reglas que tienen que seguir en la carne para agradarme, cuando Yo mandé a mi Hijo, al único Hijo, a mi unigénito, a sacrificarse por ustedes, el cual todavía tiene las marcas de los clavos en las manos y en los pies.
Hijos míos, vuelvan, vuelvan al calvario, vuelvan al sacrificio, vuelvan a Jesús, dice el Señor. Están poniendo sus ojos en mi siervo Moisés; no están poniendo los ojos en el Hijo de Dios que vino a rescatarlos de la esclavitud. Hijitos, ustedes murmuran contra religiones como los adventistas, como los testigos de Jehová, dice el Señor, ustedes murmuran contra los católicos, ustedes murmuran contra los musulmanes, ustedes son rápidos para murmurar y creerse los mejores, y están cayendo en las mismas doctrinas de demonios que ellos guardan. Mi pueblo está encantado, mi pueblo está hechizado, mi pueblo está fascinado, mi pueblo va tras los baales otra vez.
Arrepiéntanse de querer seguir reglas, dice el Señor, reglas que no me agradan, reglas a través de las cuales nunca pueden ser justificados. Esas reglas no los van a justificar, hijos, no los van a justificar. Creer en la sangre derramada de mi Hijo los justifica, hijos. Ustedes ya son santos, ustedes son justos, porque Él es justo, porque Él se entregó por ustedes. Ustedes son justos por la sangre derramada que los ha comprado para libertad, hijitos. No hay nada más que se pueda hacer para que sean más santos de lo que ya son, dice el Señor, porque la sangre santifica, porque la sangre de Jesús los justifica, dice el Señor. No hay nada que puedan hacer o dejar de hacer para ser justificados, dice el Señor, porque el justo vivirá por la fe. Es por la fe, hijitos, es por la fe. Vuelvan a la fe, dice el Señor, vuelvan a la fe. Quítense el yugo de esclavitud que les están colocando, hijos.
Yo (Noelia) veo los diez mandamientos. Si ustedes aman, dice el Señor, si ustedes me aman y aman a su prójimo, están cumpliendo los diez mandamientos. El amor a Dios y al prójimo es la ley, dice el Señor. Esa es la ley suprema, dice el Señor. La máxima ley es el amor, hijitos, es el amor. Reaccionen y amen, amen, dice el Señor. Libremente amen en libertad. Vuelvan a la fe, vuelvan a la gracia, dice el Señor. No es por obras, hijos. Es por gracia, hijos. No desprecien la gracia que vino a través del sacrificio, dice el Señor. Amados míos, de mi alma, estoy celoso por ustedes, dice el Señor, estoy celoso por los míos y no quiero que vuelvan atrás. Si ya los saqué de Egipto, no vuelvan atrás, dice el Señor, no retrocedan.
Hijitos, sean libres, dice el Señor. Caminen conmigo en la libertad del Espíritu, en la libertad que le da el Espíritu. Hijos, no es por obras de la carne. Amados, no es por obras de la carne, dice el Señor. Es por fe, hijos, es por fe. Todo lo que ustedes reciben es por gracia, hijos, dice el Señor, es por gracia. No hay nada que puedan hacer para merecerlo, dice el Señor. Ustedes no han entendido lo que es la gracia, amados. Entiendan lo que es la gracia, dice el Señor. Pidan revelación sobre lo que es la gracia, dice el Señor. Hijitos, no es por obras que pueden agradarme, dice el Señor. No hay nada que puedan hacer para ganar el don del Espíritu Santo, dice el Señor, no hay nada que ustedes puedan hacer. No hay obra que pueda comprar al don del Espíritu Santo dado por gracia, dice el Señor. No hay nada que puedan hacer para obtener los dones del Espíritu Santo, dice el Señor. Es por gracia, son dados por gracia, dice el Señor. La gracia es la clave, hijos. La gracia es la llave, hijos. Amen, amen bajo la gracia y no bajo la ley, dice el Señor. Amen, hijos, bajo la gracia.
Mi pueblo está encantado, repite el Señor, mi pueblo está hechizado, mi pueblo va tras estos becerros de oro, que representan doctrinas de demonios que atan y esclavizan a los hijos de Dios en este tiempo. Mi pueblo va hipnotizado detrás de estas doctrinas, dice el Señor, mi pueblo va hipnotizado, sin reaccionar. Mi pueblo no reacciona y se mete más y más profundo en una religión de reglas, de reglas, de reglas, que Yo no les pido para este tiempo, dice el Señor. Están fascinados, hijos. Se han dejado fascinar, se han dejado hechizar. Están encantados, dice el Señor.
Arrepiéntanse de caer de la gracia, de despreciar el sacrificio de Jesús en la cruz. Arrepiéntanse de escupir al Calvario de mi Hijo, dice el Señor. Están diciéndole «no» a la libertad del Espíritu, dice el Señor, le están diciendo «no». Están negando que hay una ley espiritual, dice el Señor. Están pecando, dice el Señor, están pecando. No me abandonen, dice Jesús, no me abandonen, hijitos.
Yo (Noelia) lo veo ahora al Señor Jesús con los agujeros en las manos y en los pies, con la corona de espinas, y lo veo sangrando. No desprecien lo que hice en esa cruz, dice el Señor. No desprecien mi sacrificio para rescatarlos de toda esclavitud, dice Jesús. Ustedes ya son libres. No hay nada que tengan que hacer o dejar de hacer para comprarles la libertad, dice el Señor, porque Yo la compré a precio de sangre. Hijitos, hijitos, vuelvan a mirarme, dice Jesús. Vuelvan a mirarme. Recuerden lo que era caminar en libertad, en la libertad del Espíritu. Recuerden lo que era servirme y seguirme sin reglas de hombres. Recuerden, hijitos, recuerden, hijitos, el primer amor. Recuerden, hijitos, el primer amor. Se están equivocando, dice el Señor, se están equivocando.
Hijitos, vuelvan a la gracia, dice el Señor, vuelvan a la ley de la gracia. Vuelvan, hijitos, vuelvan a la ley de la fe. Oh, amados míos, mi alma los anhela, dice el Señor, mi corazón se duele por lo que está pasando.
Yo (Noelia) veo desde arriba en una visión predicadores, hombres y mujeres en distintas congregaciones, que lanzan sogas que atan a los congregantes. Los atan y les dicen: «Tenés que hacer esto y esto y esto y esto y esto para ser justificado. Si no, el Señor no te va a amar. Si no, el Señor te va a condenar. Si no hacés esto que te digo, te vas al infierno», para sacarles el diezmo, y los encantan, dice el Señor, los encantan. Son encantadores modernos que, utilizando las mismas Escrituras, los van rodeando con esto, dice el Señor. Los van acorralando con las Escrituras, dice el Señor, los van acorralando con la ley antigua para sacarles el dinero, para vaciar sus bolsillos.
Recapaciten, hijos, recapaciten y vuelvan a dar por gracia, dice el Señor. Hijitos, recuerden, recuerden, recuerden que hay un Espíritu Santo al que hay que seguir, dice el Señor, que hay un Espíritu Santo que los quiere guiar. Si ustedes lo escuchan y siguen sus instrucciones y no las reglas de la ley de la letra, dice el Señor, si ustedes aprenden a seguir las instrucciones del Espíritu Santo y las obedecen por fe, bajo la gracia donde están ahora, gracias al sacrificio de Jesús, ustedes van a conocer verdaderamente la libertad, porque la verdad los hará libres, dice el Señor. La verdad los hará libres, pero ahora están atados, dice el Señor. Están atados porque piensan que tienen que hacer cosas para agradarme, cosas para justificarse, dice el Señor.
Oh, hijitos, ya no es por obra, dice el Señor, no es por obra. Sigan al Espíritu Santo, dice el Señor, invítenlo, escúchenlo, obedézcanlo, y van a ver mi gloria, van a ver mi poder, van a ver maravillas y milagros y sanidades, dice el Señor, primeramente en ustedes mismos, porque ustedes mismos están encantados, ustedes mismos están atados, ustedes mismos están fascinados, ustedes mismos están hechizados, hijitos. Les duele lo que les digo, dice el Señor, les duele, les duele. A mí me duele más, dice el Señor, porque Yo fui el que me entregué en ese madero, Yo fui el que sufrí. ¿Acaso sufrí en vano? ¿Para qué me entregué si no fue para que ya no estén bajo la ley, sino bajo mi yugo liviano? Yo llevé esa cruz, dice el Señor, Yo la llevé por ustedes, dice el Señor. Ustedes no tienen que volver a la esclavitud, dice el Señor.
¡Reaccionen, hijitos, reaccionen! Reaccionen y vuelvan a la gracia. Enfóquense, dice el Señor. Están distraídos. Hijitos, enfóquense, dice el Señor. Lávense la cara, dice el Señor, y mírense en el espejo. ¿Qué han hecho de ustedes mismos? ¿Qué han hecho? No fui Yo el que les impuso esas cargas que los hombres les están diciendo que lleven, dice el Señor. No fui Yo, hijos. Yo vine para libertarlos, dice el Señor, no para esclavizarlos. Hijos, no soy Yo el que les estoy poniendo esas cargas, el que les estoy imponiendo esas reglas. Hijitos, examínenlo todo. Todos y todo, hijos. Examinen a todos. Júzguen a los árboles por sus frutos. No crean todas las cosas, hijos, no lo crean. No lo crean, hijos. No lo crean, hijos. De un mismo vaso puede salir agua clara y agua oscura. Hijos, tengan cuidado. Son tiempos de apostasía, hijitos.
¡Arrepiéntanse, dice el Señor, arrepiéntanse! Muchos sabían lo que era caminar en libertad, dice el Señor. Disfrutaban de esa gracia, de esa ley espiritual que es amar a Dios y al prójimo, pero se olvidaron. Se olvidaron porque creyeron que no era suficiente, dice el Señor, que no alcanzaba, y se olvidaron de lo que pasó en esa cruz. Se olvidaron de que Yo los justifiqué, que Yo los santifiqué, que Yo los perdoné, que Yo los lavé, que sus pecados los llevo Yo en mi espalda, dice el Señor.
Hijitos, ¡reaccionen, reaccionen! Hay vendas mágicas, hay vendas mágicas que les están colocando, dice el Señor. Hay vendas mágicas que ustedes están tomando. Hay vendas mágicas que estoy quitando en estos días, dice el Señor. Voy a seguir adelante con los que me sigan, dice el Señor, voy a seguir adelante reformando la iglesia a lo que debe ser, a como tiene que estar. Voy a seguir adelante limpiando mi novia de las manchas de sus vestiduras, dice el Señor. Voy a seguir adelante desatándola de las cadenas y las sogas que los hombres le colocan. Le voy a quitar la ceguera a esa novia, dice el Señor. Pero voy a seguir con los que me crean, voy a seguir con los que caminen en el Espíritu y no por obras, porque es imposible agradarme sin fe, dice el Señor, y ustedes no están yendo por fe; están yendo por obras. ¿Quién les enseñó eso?, dice el Señor. ¿Quién les dijo que podían agradarme haciendo o dejando de hacer algo?, dice el Señor.
Hijos, descansen en mí, dice Jesús. Descansen en mí y déjense llevar. Déjense llevar como una hoja en el viento, hijos. Déjense llevar por el río de mi Espíritu. ¿Cuánto hace que no sienten mi presencia?, dice el Padre. ¿Cuánto hace que no ven mis maravillas, mis milagros, mis portentos? ¿Cuánto hace que no tenés gozo?, dice el Señor. ¿Cuánto hace que no estás alegre? ¿Cuánto hace que no sonreís?, dice el Señor. Son todas esclavitudes de la ley de las obras: amargura, tristeza, ataduras, lugubredad. Porque el que cree que tiene que seguir reglas estrictas que Yo no mandé que guarden en este tiempo, se vuelve amargo, dice el Señor, se vuelve triste, se vuelve crítico, se vuelve como un juez de los otros hermanos.
¡Reaccionen, hijitos! Es por eso que ya no se gozan en mis cosas, dice el Señor. Es por eso que ya no ven el poder del Espíritu Santo manifestado en sus vidas. Es por eso, hijos, dice el Señor, porque quieren caminar en una ley de obras y no por fe, porque se han ido de la gracia. Es por eso, dice el Señor. Vuelvan, vuelvan, dice el Señor, vuelvan a seguirme a mí, al Redentor de todas las cosas. Vuelvan, hijitos, dice el Señor. Los quiero a mi lado, pero los quiero libres, los quiero alegres, los quiero sanos, dice el Señor. Oh, hijitos, mi yugo es liviano. Quítense ese yugo de las espaldas. Quítenselo, hijos. Arrepiéntanse, dice el Señor. Aléjense de estas doctrinas de demonios que ponen vendas mágicas en los míos. Reaccionen, hijos, reaccionen. Reaccionen y vuelvan a la libertad del Espíritu.
Hoy llamo a un pueblo a abrir sus ojos, dice el Señor, pero para mirarme a mí, para cumplir mis mandamientos y no los de la ley bajo la cual estaba mi pueblo en la antigüedad, dice el Señor. Los llamo a mirarme a mí y a cumplir la ley del amor, dice el Señor, a cumplir mis mandamientos que dejé escritos en mi Palabra. Esos son los mandamientos que quiero que cumplan, dice el Señor: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Hijitos, si ustedes aman, ustedes cumplen con la ley, porque es la ley del amor, hijitos. Entiendan, hijos, entiendan. Tienen la mente enredada. Hay laberintos mentales en su forma de pensar, de tanto escuchar doctrinas de demonios, doctrinas carnales, dice el Señor. Quiero desenredarlos, dice el Señor, pero muchos de ustedes se me oponen, se resisten. Son duros de cerviz, al igual que Israel cuando los llamé a salir de la tierra de Egipto. Son duros de cerviz. Se oponen a ser libres y le tienen miedo a la libertad, dice el Señor. Al igual que ellos, le tienen miedo a la libertad. Hijos, dejen esas cargas ahora en el piso y síganme a la tierra prometida. Síganme, hijitos. Arrepiéntanse de ser tercos, arrepiéntanse de defender lo indefendible, dice el Señor. Arrepiéntanse de permitir que estos brujos oren por ustedes, dice el Señor. Porque yo (Noelia) veo ministros que son adivinos dentro del pueblo de Dios, pastores y demás tipos de ministros que son adivinos. Tienen espíritu de adivinación, hechizan al pueblo, hacen conjuros con el pueblo, los maldicen. Les dicen: «Si no me das tu plata, te maldigo». En mi nombre lo hacen, dice el Señor.
Yo escucho «los adventistas, los adventistas». Los adventistas se están mezclando con los cristianos. Las doctrinas demoníacas bajo las cuales se mueven los adventistas, las doctrinas que ellos predican y practican, que son demoníacas, se están mezclando en la doctrina cristiana y ustedes las están tomando, dice el Señor. Ustedes las están creyendo y las están comiendo, dice el Señor, y están siendo encantados bajo los mismos hechizos que ellos están caminando. Reaccionen, hijos, reaccionen. Ustedes son cristianos, dice el Señor, porque siguen a Cristo Jesús, porque son de Cristo Jesús. Recuerden los primeros rudimentos de la fe, dice el Señor. Recuerden que la Biblia dice que los primeros cristianos eran guiados por el Espíritu de Dios, dice el Señor. Ustedes tienen este beneficio de caminar por el Espíritu Santo, lo cual no estaba disponible en los días de Moisés, dice el Señor. Ellos no tenían disponible la libertad que ustedes tienen hoy.
Reaccionen, hijos, reaccionen, porque hay ecumenismo en la iglesia, hay ecumenismo en la iglesia cristiana. Hay ecumenismo, dice el Señor, y por causa de la conveniencia, pastores y otros ministros están tomando doctrinas de demonios de otras religiones, introduciéndolas y lavándoles el cerebro a los míos noche y día, dice el Señor, utilizando tergiversadamente la Escritura para capturarlos, para cautivarlos. Los están cautivando, hijos, los están cautivando con esas doctrinas ecuménicas. Hijitos, hijitos, dice el Señor, de ahí en más hay un paso. En creer en el anticristo es un paso, dice el Señor. Si ustedes entran en estas religiones de reglas, dice el Señor, si ustedes comienzan a guardar estas reglas que les están enseñando que tienen que guardar para agradarme, erróneamente, de ahí en más es muy fácil que aparezca el anticristo y que ustedes le crean.
Hijitos, se prepara todo, se prepara todo para la venida del Señor y para la aparición del anticristo. Hijitos, ya está pronto todo a revelarse. Cuidado, hijos, cuidado, cuidado. Están siendo hechizados, están siendo encantados, al igual que los judíos, que todavía esperan al Mesías. Cuidado, hijitos, cuidado, cuidado, dice el Señor. ¡Alerta roja, alerta roja! ¡Doctrinas de demonios! Mi pueblo está encantado; mi pueblo está hechizado. Ellos esperan al Mesías todavía, dice el Señor. Tienen los ojos cegados. Se les pasó el tren, dice el Señor. El tren ya pasó y ellos no subieron. Pero ¿saben qué? Ustedes subieron al tren y se bajaron, dice el Señor. Ustedes sí subieron al tren, pero después se bajaron, dice el Señor. ¿Qué es peor? dice el Señor. Mejor es nunca haber subido, dice el Señor, que haber subido y después haberse bajado.
Arrepiéntanse, dice el Señor. No es por la ley de las obras. No es por la ley de las obras. Están en la gracia, están bajo la gracia, dice el Señor. Saboreen la gracia, disfruten la gracia, agradezcan la gracia. Hijitos, vuelvan a subirse a ese tren antes de que sea tarde, porque todo el que no camine en ese tren, que no camine bajo la gracia, será encantado, dice el Señor. Y esa supuesta verdad que les envío por causa de que eso fue lo que quisieron, como dice la Biblia, lo van a creer, dice el Señor. Van a creer a esa supuesta verdad, pero va a ser mentira, con prodigios, con señales, dice el Señor. A este engañador que viene, muchos le van a creer, dice el Señor, porque es una verdad engañosa que envío al mundo. Si ustedes no vuelven a subir al tren de la gracia, la van a creer, al igual que ellos, dice el Señor. Van a estar en la misma bolsa junto con los judíos, que todavía esperan al Mesías, junto con los musulmanes, que no se arrepientan, y todas las otras religiones que se están uniendo, dándose las manos para engañar a la población completa, dice el Señor.
Hijitos, es un remanente el que no va a comer de esa verdad engañosa que viene en los últimos días, dice el Señor. Tengan cuidado, dice el Señor, tengan cuidado y arrepiéntanse. Arrepiéntanse, dice el Señor, porque están los judaizantes. Hay gente que los está mandando a judaizarse, dice el Señor. Hay gente que no tiene revelación de la gracia en el nivel que debería tenerlo y les están imponiendo cargas que ustedes no pueden llevar, dice el Señor. Y si ustedes creen en eso, es el primer paso para caer profundo en el abismo. Es un yugo que no pueden llevar, hijitos, dice el Señor. Es un yugo que no deben llevar. Es un yugo que Yo ya llevé, dice Jesús. Es un yugo que Yo, que nací bajo la ley de Moisés, ya llevé por ustedes y cumplí con la ley de Moisés, para que a través de mi muerte, a través del derramamiento de mi sangre, se establezca un nuevo pacto en mi sangre, dice el Señor.
Otra vez se levantan los fariseos modernos que encandilan a los míos para judaizarlos, dice el Señor. Tengan cuidado, hijitos, porque amar la raíz del árbol, entender la raíz de todas las cosas, amar al pueblo judío, de dónde viene Jesús, no es lo mismo que guardar preceptos que ustedes no tienen que guardar, que respetar reglas que ustedes no tienen que respetar. Cuidado, dice el Señor. Abran los ojos, hijos, y sean libres. ¡Sean libres!
Así que, de acá, este mensaje va a provocar una división en los que escuchan este canal. Este mensaje va a dividir las aguas, y, a partir de ahora, muchos de ustedes van a tener que tomar la decisión de qué van a hacer: si van a seguir escuchando la voz de Dios a través de este vaso profético o no, si van a creer en la verdad o en el error.
Arrepiéntanse de la incredulidad, porque es el Espíritu Santo contra el cual están yendo, dice el Señor. No están yendo contra mis siervas; están yendo contra el Espíritu Santo, que es el que en este momento está derramando en su copa las palabras que Yo hablo, dice el Señor. Arrepiéntanse, dice el Señor. Muchos de ustedes no le están preguntando a Dios hasta dónde estudiar las raíces hebreas. Muchos de ustedes no le están preguntando al Señor hasta dónde meterse en esas aguas. Muchos de ustedes están yendo porque quieren ir o porque les dijeron, pero no porque le preguntaron y el Espíritu Santo se los dijo. No es un llamado para todos, dice el Señor. Una cosa es estudiar las costumbres de Israel, dice el Señor, las costumbres de la población judía. Una cosa es estudiar el hebreo, dice el Señor, una cosa es estudiar la raíz de ese árbol en el cual ustedes están injertados, y otra cosa es confundirse y caminar como si fueran uno de ellos.
Se olvidaron, hijitos, que no es judío el que es externamente, dice el Señor. Ustedes han sido circuncidados en sus corazones. Ustedes son judíos en el espíritu, dice el Señor. No hay nada más que tengan que hacer o dejar de hacer para seguir injertados en ese árbol, porque no es judío el que lo es externamente, sino el del interior, el del corazón, dice el Señor. Yo ya entré en sus corazones, dice Jesús. Yo ya estoy ahí, sentado en ese lugar santísimo, dice el Señor. Entiendan las cosas espirituales, hijitos. Entiendan, entiendan. Ustedes ya me agradan porque son míos, dice el Señor. Ustedes son míos, dice el Señor. No hay nada más que hacer. Lo hice todo, dice el Señor. Lo hice todo. Ya son míos, ya los compré, ya está hecho, ya está consumado, dice el Señor. Deténganse, dice el Padre, deténganse de rituales. Deténganse de hacer rituales, dice el Señor. Deténganse de hacer rituales en la carne, porque cada día agregan cosas nuevas a esos rituales que están siguiendo. Cada día agregan más reglas a sus vidas, dice el Señor, que Yo no mandé a que hagan.
Cuidado, hijos, cuidado, porque ustedes mismos se están atando. Ustedes mismos están mirando a la Biblia como si fuera un manual, un manual de reglas estrictas, un manual de reglas por obras de la carne. Están confundidos, dice el Padre, están confundidos. Paren, los que están en eso, dice el Señor, paren. Paren y búsquenme en la intimidad y mediten, dice el Señor. Paren, dice el Señor, paren. Están yendo muy lejos. Es peligroso, dice el Señor. Están hechizados bajo estas doctrinas, porque las doctrinas hechizan, las doctrinas encantan, las doctrinas atan, dice el Señor. Cuidado, hijitos, cuidado. Sáquense esas sogas inmediatamente, dice el Señor, inmediatamente. Salgan de esas piletas sucias antes de que sea tarde y sus conciencias estén cauterizadas, dice el Señor. Salgan ahora y vuelvan a la gracia y sigan la ley escrita en sus corazones, dice el Señor. Es que la ley está en sus corazones, hijitos. Entiendan, dice el Señor. Reaccionen, reaccionen. Reaccionen y entiendan. Pídanme entendimiento en el lugar secreto, dice el Señor. Pídanme que les hable, pídanme que les revele en el lugar secreto, en el monte, dice el Señor. Suban a la montaña a buscarme, dice el Señor. Se olvidaron de mí, dice el Señor, se olvidaron de lo que es tener una relación conmigo, y están metiéndose en una religión vana de reglas.
Hijos, cálmense, dice el Señor. ¿Qué están haciendo? Son cosas vanas que no generan fruto para el reino, dice el Señor. Oh, amados, no refuercen a la carne a través de eso. Cambien, dice el Señor. Cambien y búsquenme. Aprendan a caminar por el Espíritu y no por la carne, hijos. Aprendan, porque se vienen tiempos difíciles, hijos. Son muy difíciles y muy engañadores, hijos, muy engañadores. Va a ser muy difícil discernir, hijos, y si no tienen la verdad bien aferrada, si no tienen una doctrina sana en sus mentes, son más fáciles de cazar para caer en ese error, hijos.
Los amo, dice el Señor. Los amo. Los amo con un amor entrañable, que sale de mis entrañas, y quiero verlos libres, al igual que ustedes quieren ver libres a sus hijos. ¿Ustedes no quieren ver libres a sus hijos?, dice el Señor. ¿Ustedes no quieren ver a sus hijos libres? ¿O los quieren ver en una cárcel? ¿O los quieren ver atados?, dice el Señor. ¿Cómo quieren ver a sus hijos? ¿Cómo?, dice el Señor. ¿Cómo los quieren ver? Yo los quiero ver así, como ustedes quieren ver a sus hijos, dice el Señor: libres, sanos, alegres, gozosos, adoradores en espíritu y en verdad. Hijitos, la letra mata, dice el Señor, la letra mata. Es el ministerio de la muerte, dice el Señor. No pueden ser justificados, dice el Señor. No, así no. Pero el Espíritu vivifica, dice el Señor. Es el Espíritu el que vivifica.
Reaccionen y ayunen. Ayunen, los que no entiendan, dice el Señor, los que aún sus vendas no han caído, los que sientan resistencia ante lo que estoy hablando. Ayunen y búsquenme, y les voy a revelar si mi sierva habla de parte mía o no, y les voy a revelar si soy Yo llamándolos a salir de la esclavitud o no, porque todo el que busca encuentra, dice el Señor. Si me buscan de todo corazón, me van a encontrar y me van a hallar. Pero recuerden que el justo vivirá por la fe y que sin fe no me agradan. Amén.
Este es un llamado de arrepentimiento, es un llamado a reaccionar rápido, a tomar acción rápido y a volver a caminar en la verdad, en la luz de Dios, en la senda recta. Es por amor, hijos, es por amor. Es por amor que hablo estas cosas. Es por amor, hijitos, que los traigo de nuevo a mi luz, dice el Señor. Arrepiéntanse, humíllense en mi presencia, quebrántense, y los voy a libertar, y los voy a liberar de espíritus de falsa religiosidad. Ayunen para ser libres de estos espíritus de falsa religiosidad que entraron en ustedes. Pero tampoco sean orgullosos, porque si no, no va a haber libertad, dice el Señor. Bajen la cabeza, bajen los ojos altivos, y déjense ministrar por mi Espíritu, dice el Señor, que les voy a revelar a cada uno de ustedes si esto es así o no. Amén.
«Nuevo pacto», escucho. Nuevo pacto. Es un nuevo pacto en mi sangre. Es nuevo. No se puede derramar vino viejo en odres nuevos, dice el Señor, y para establecer lo segundo, primero había que darle de baja lo primero. Entiendan, hijos. Comprendan y métanse bajo el régimen del Espíritu y no de la letra. Sean libres para poder amarme y adorarme de verdad. Sean libres para poder adorarme cien por ciento y de todo corazón. Dejen lo que vienen arrastrando desde hace tanto tiempo y que los atan y los esclavizan, y sean míos de todo corazón, dice el Señor. Sean míos, dice el Señor. Los anhelo, los amo, y quiero que estén conmigo cien por ciento, que me den todo lo que son, lo que son en espíritu y en verdad.
He hablado hoy, dice el Señor. He dejado plantada la bandera de la paz entre ustedes y Yo, para que vuelvan a mí y se reconcilien y sean libres de estas cosas, dice Jesús. Amén.