El Señor te bendiga en este 8 de marzo del 2024. El Espíritu Santo hoy quiere hablar a la congregación de los justos sobre la importancia de la escucha, sobre la importancia del silencio. Dice la Palabra:
[Deuteronomio 27:9, RVR1960] Y Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y escucha, oh Israel; hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios.
Este es el mensaje que el Señor quiere hablar hoy a su iglesia, porque hay un pueblo que en parte no sabe escuchar, tiene sus oídos tapados porque no quiere saber lo que Dios tiene para decir. Y porque es egoísta, tampoco quiere recibir las palabras que su prójimo tiene para darle. Porque hay un pueblo que necesita que sus oídos sean lavados y abiertos para escuchar al Santo de Israel, porque hay un pueblo que sabe hablar, y hablar, y hablar, pero que no se dispone a escuchar en silencio.
Oh Israel escucha, dice el Señor, abre tus oídos, porque muchos de ustedes son tercos como la mula que no quieren avanzar en las cosas espirituales. Pero hoy, dice el Señor a través de su Santo Espíritu, voy a revelarles alguna de las razones por las cuales están estancados en sus caminos espirituales. Yo veo al Espíritu de Dios que se mueve sobre la tierra. Y me viene el versículo,
[1 Reyes 19:11-13, RVR1960] Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Y de esto quiere hablarte el Señor en esta noche. Es necesario que hagas silencio para que puedas escuchar Su voz. Es necesario que aprendas a cerrar tu boca a veces, para abrir tus oídos y entender lo que el Señor te quiere decir. Y esta es una de las razones por las cuales estás estancado, por las cuales no puedes avanzar. Porque dice la Biblia:
[Juan 10:27, RVR1960] Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
Pero si no conoces la voz del Señor ¿Cómo puedes seguir sus pasos? Si no sabes escuchar al Espíritu Santo de Dios, que se mueve en ese silbo apacible, que se manifiesta en el silencio de nuestros corazones y de los ambientes donde estamos ¿Cómo puedes entender lo que Él quiere que hagas, hacia dónde tienes que ir, cómo manejarte en este mundo?
Así que, el Espíritu de Dios dice en este momento, hijitos tienen que aprender a valorar el silencio. Porque hay un tiempo para todo, dice el libro de Eclesiastés. Y así como hay un tiempo para hablar, hay un tiempo para callar, hay un tiempo para abrir la boca y hay un tiempo para cerrar la boca, dice el Señor.
Hay un tiempo dentro del cuarto secreto de la oración para que hables conmigo, te dice el Padre, pero también hay otro tiempo dentro de ese cuarto de oración para que abras tus oídos para escuchar lo que Yo te quiero decir.
Hijitos, dice el Señor, ¿Acaso ustedes, cuando conversan con alguien, solamente son ustedes los que lanzan palabras para comunicarse con esa persona, o no es cierto que también dentro de una comunicación hay un ida y vuelta, y también escuchan lo que la otra persona tiene para decir?
Hijitos reflexionen, dice el Señor, porque muchos de ustedes me están buscando en el viento, y por eso no me encuentran. Muchos de ustedes me están buscando en el fuego, pero ahí no es donde estoy. Muchos de ustedes tratan de escucharme en el terremoto, pero ahí no es donde me van a poder escuchar. Primero hay que calmar la tempestad, dice el Señor, primero hay que calmar las aguas de sus espíritus. Cuando van al cuarto secreto a buscarme primero tienen que aprender a tomar cautivos sus pensamientos y ordenar a su mente a que haga silencio, para después desarrollar un oído espiritual.
Porque muchos de ustedes, me dice el Señor, no solamente les cuesta parar de hablar con sus bocas físicas. A veces cierran las bocas y se quedan callados, pero sus mentes siguen y siguen y siguen parloteando. Es como si tuvieran metido un loro adentro de sus cabezas que no se calla nunca, dice el Señor. Y es más, yo estoy viendo que alguien mientras hablo por el Espíritu del Señor, ha soñado con un loro. Y lo que representa el loro en este sueño, me está mostrando ahora el Señor, es un comportamiento de hablar sin parar, un comportamiento de no tener dominio sobre la boca, sobre la lengua.
Otros de ustedes han soñado que van manejando un auto pero que nunca frena, que no lo pueden frenar, y a veces, aunque no siempre, porque puede tener distintos significados, esto significa que nunca frenan de hablar. El problema es que si ustedes no aprietan el freno, van a chocar. Porque los errores se cometen cuando uno habla sin parar, y dice la Biblia que en la multitud de palabras abunda el pecado.
Pero este no es el único problema. Si ustedes nunca frenan de hablar, dice el Señor, se van a equivocar, porque sus mismas palabras son las que van a provocar que se equivoquen si no están balanceadas. Y porque al no darle lugar a los momentos de silencio, no van a saber escuchar la voz del Señor que les quiere decir cómo avanzar, cómo solucionar problemas, que les quiere dar respuestas.
[Proverbios 10:19, RVR1960] En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.
Y este es el problema que tienen muchos de ustedes. Oran, buscan al Señor en la oración, leen la Palabra, pero no saben escuchar. No saben guardar silencio. Como dijo Moisés: Guarda silencio y escucha, Oh Israel, hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios.
Ustedes son como niños que nunca cesan de hacer ruido, dice el Señor. La diferencia es que los niños pequeñitos no están conscientes de que casi nunca están en silencio, pero ustedes, ya debiendo ser maduros en esta área, no han aprendido a tener el control sobre su garganta. Hijitos, maduren en estas cosas, dice el Señor.
Y yo veo a Jesús cuando iba al monte a orar. Porque dice la Biblia varias veces que Él iba al monte a orar, que Él se apartaba para orar, que Él iba a buscar a Dios. Y me revela ahora el Espíritu, que gran parte de esa comunión con su Padre era el silencio, porque Él tenía que escuchar para saber exactamente lo que tenía que hacer.
Imagínense si Jesús hubiera dado un paso en falso, imagínense qué hubiera pasado con la humanidad, con la Tierra, con el hombre, si Jesús no hubiera sabido escuchar al Padre. Hubiera sido una catástrofe, hubiera sido una hecatombe de proporciones inimaginables, porque el Universo no hubiera podido ser redimido. La Creación no podría recibir la restauración que necesita si Jesús no hubiera sabido escuchar al Padre.
Escuchar a Dios es fundamental. Y como decía, el Señor valora la oración, el Señor quiere que le hables, el Señor quiere escuchar cómo te sientes , cómo estás, qué necesitas. Aunque Él ya lo sepa, Él quiere escuchar tu voz, y que se levante al cielo y llegue a sus oídos en una oración santa, genuina y verdadera. Y también es bíblico, porque la Biblia dice: Orad sin cesar. Pero muchas veces el Señor te quiere contestar lo que le estás preguntando en esa oración, pero como no haces silencio no recibes esa respuesta.
Hijitos, entiendan que tiene que ser un 50% y un 50%, dice el Señor. Entiendan que tiene que ser una retroalimentación entre nosotros dos, que yo quiero escucharte, te dice el Padre, pero Yo también quiero hablarte. Quiero sentir que te interesa lo que tengo para decirte, dice el Señor. Quiero que aprendas a escuchar. Que te arrepientas de ser un sordo espiritual, por causa de estas malas costumbres de nunca parar de hablar y de no buscar el silencio.
Que te divorcies de ese espíritu de hablar demasiado que te ha dominado hasta ahora, arrepintiéndote de haberte casado con él sin darte cuenta, dice el Señor, y que renuncies a todo esto en el nombre de Jesús. Para que quitando este estorbo del medio, pueda comenzar a limpiar tus oídos. Para que mis palabras ya no choquen contra ellos y reboten, dice el Señor.
Porque muchos de ustedes tienen los oídos tapados, dice el Señor, y no es solamente por lo que el Padre acaba de mencionar recién, sino que muchos de ustedes tienen sus oídos llenos de mugre, contaminados con lo que escuchan día y noche. Y no entienden que sus oídos tienen que estar consagrados a la voz del Señor y a la voz de sus prójimos, que ustedes están llamados a ayudar.
Para muchos de ustedes, sus oídos todavía no están consagrados a Dios. Todavía le pertenecen al enemigo. ¿Saben por qué? Porque no están utilizando sus oídos para escuchar alabanzas y adoraciones al Señor, sino música del mundo que, en última instancia, está dedicada a Satanás. Porque lo que no es para un reino, es para el otro. No hay muchas otras posibilidades.
Muchos de ustedes tienen los oídos llenos de mugre porque escuchan malas palabras permanentemente durante su día. Muchos de ustedes están llenos de basura en sus oídos. Sus oídos son como tachos de basura que están rebalsando, y que casi no tienen más capacidad para guardar basura. Porque escuchan conversaciones que corrompen las buenas costumbres, como dice la Biblia. Porque las malas compañías corrompen las buenas costumbres y las malas compañías traen conversaciones contaminantes. Ustedes no están siendo selectivos, dice el Señor.
Es más, yo estoy sabiendo que algunos de ustedes comenzaron a cuidar su alimentación y están siendo selectivos con los alimentos que ingresan a su boca para no contaminar sus cuerpos. Y eso está perfecto, gloria al Señor, si no se transforma en una obsesión ¿verdad? Pero no están siendo selectivos con lo que están escuchando. Y entonces, están embarrándose los oídos permanentemente con todo tipo de cosas que no tienen que estar escuchando.
Por ejemplo en la televisión o a través de videos que el Espíritu Santo ya les había redargüido para que no escuchen. Inclusive, a veces hasta van a un lugar, a una cafetería o a cualquier lugar, y se disponen a escuchar lo que hablan los demás, que están en otras mesas. Es decir, hay muchas maneras en las que uno puede ensuciar sus oídos y contaminarlos y llenarlos de basura.
Y saben lo que pasa después cuando están en el cuarto secreto de oración, intentan hacer silencio y escuchar a Dios. Porque algunos de ustedes sí tienen esta costumbre de hablar con Dios y después esperar que el Señor les responda. Pero no están entendiendo que aunque el Señor les responde, ustedes son los que no pueden escuchar. Porque esa mugre espiritual que entra por sus oídos permanentemente sin ser limpiada, sin ocuparse de esa basura, es la que está funcionando de barrera espiritual entre la voz de Dios y la de ustedes.
Hijitos, arrepiéntanse, dice el Señor. Porque en estos últimos días, tienen, necesitan, requieren saber escucharme y claramente. Porque hablarán muchas voces, dice el Señor, y no todas vendrán de arriba sino también de abajo. Y lo peor de todo, es que las voces de abajo que ya están hablando, pero que comenzarán a hablar aún más, serán muy semejantes a la mía. Van a tener que discernir, dice el Señor, si la voz que escuchan viene de arriba o viene de abajo.
Y en algunos casos la imitación será tan buena que muchos de ustedes van a caer en la trampa, si siguen permitiendo que sus oídos se llenen de mugre, espiritualmente hablando. Y vuelvo a escuchar la palabra que dice: Escucha Israel, escucha Israel, escucha Israel. Y me viene ese versículo que dice: Dios uno es.
[Deuteronomio 6:4, RVR1960] Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Muchos de ustedes no me conocen como deberían porque no se han dispuesto a escucharme, dice el Señor. Porque escuchar al Señor es como consagrarse a Él. Cuando uno se dispone a escuchar al Señor uno se está regalando a Él. Es como ofrecernos en una bandeja de plata a nuestro Dios. Somos como sacrificio vivo cuando uno realmente renuncia a lo que quiere decir, renuncia a lo que quiere pensar, renuncia a lo que quiere hacer, y sujeta su propio espíritu, y domina su alma, y cierra su boca física para decir: Señor, acá estoy, habla Señor, que tu siervo escucha. Habla Señor, que tu sierva te oye.
Escuchar es una renuncia a uno mismo, es negarse a sí mismo, es entender que es más importante lo que Él tiene para decir que lo que tu tienes para decir, es honrar al Señor. Así como también escuchar a tu prójimo es honrarlo, a menos que lo que tenga para decir te perjudique, a menos que lo que tenga para decir te lleve a la contaminación y al pecado, y te aleje de Dios.
Dice el Señor que para Él, los oídos que están abiertos son tesoros difíciles de encontrar en estos últimos días. Que aquellos de ustedes que realmente se entregan en ese momento santo e íntimo de conversación con nuestro Dios, aquellos que tienen un oído entrenado en escuchar su voz, son piedras preciosas delante de su vista, en su consideración.
Yo veo una persona que retrocede, que se mete para atrás en un cuarto a oscuras. Una persona está en un lugar con luz, pero con luz del mundo digamos, con luz de un foco prendido, como cuando uno está en una cocina o en un comedor y la luz está encendida en ese lugar.
Esta persona que estoy viendo en esta visión camina hacia atrás y retrocede con sus pasos y se va metiendo en una habitación que está a oscuras. Esta persona representa a muchos de ustedes que han salido del cuarto secreto, y que el Señor los está llamando a que vuelvan, a que retrocedan de esta equivocación de no buscarlo en el silencio de la oración. Porque el Señor también habita en la oscuridad, así lo dice la Palabra.
El Señor te dice hoy, vuelve hijito, vuelve a buscarme donde antes me encontrabas, postrado en el piso y en el silencio de ese lugar donde intimábamos. Porque siento que ya no eres mío, te quiero a mi lado, reconcíliate y vuelve a buscarme en esas cuatro paredes, porque nunca me fui de ahí, te sigo esperando, te dice el Padre. La gente del mundo te traiciona y te abandona, te deja, pierde la paciencia y no te espera cuando te vas de su lado. Sin embargo, yo soy ese esposo que cuando la esposa tiene que irse para hacer algo por un tiempo, siempre se la queda esperando.
Vuelve, hijito, te dice el Señor, y caminemos juntos porque quiero mostrarte cosas maravillosas que tus ojos nunca habían visto, porque quiero enseñarte el valor de la conversación divina. Y el Señor me revela en este momento, que Dios desde su trono conversa con los ángeles, conversa con las criaturas que están en el cielo, donde Él habita. Pero nadie se atreve a hablarle si no sabe, por el Espíritu de Dios, que tiene luz verde para hacerlo.
El Espíritu de Dios me revela ahora, que en el cielo hay conversaciones pero también hay momentos de silencio. Y me viene ese versículo de Apocalipsis que dice: y se hizo silencio en el cielo como por media hora. Nos revela ahora el Señor, y la gloria es para Él, que en el cielo hay momentos de silencio. En el cielo, a veces, se hacen momentos de silencio por ciertos periodos de tiempo y por distintas razones. A veces es por luto, como cuando nosotros dedicamos un minuto de silencio por alguien que falleció o por alguna tragedia que aconteció. Honramos a través del silencio en esas ocasiones, recordamos, respetamos. El silencio es una forma de respetar.
[Apocalipsis 8:1, RVR1960] Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
[Zacarías 2:13, RVR1960] Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada.
Hay momentos claves en el cielo, en los cuales todo el mundo se queda quieto y en silencio, porque saben que algo especial está aconteciendo. El cielo sabe cómo honrar a Dios, pero muchas veces sus hijos, que son ciudadanos del cielo, no sabemos cómo honrar a Dios. Y una de las formas de respetar a Dios, de mostrar ese respeto a nuestro Dios, es hacer silencio.
Yo estoy viendo reuniones, estoy viendo grupos, grupos de oración, en donde se hace silencio por un tiempo. Y el Señor dice: tienen que aprender a que cuando se reúnan por causa de mi nombre y por mis propósitos para hacer cualquier tipo de buenas obras, tienen que aprender, los que todavía no lo hayan aprendido, a dedicar cierto tiempo de silencio, y no solamente a la oración activa a través del hablar, dice el Señor.
Porque cuando uno entrena en estar en silencio por cierto tiempo, y no solamente por unos segundos o solamente por un minuto de 60 segundos, cuando uno entrena en estar en silencio, y especialmente en frente de otras personas, uno aprende a dominar su espíritu, su alma y su cuerpo. Y cuando uno gana dominio sobre el espíritu, el alma y el cuerpo, entonces se gana dominio también sobre las fortalezas que Satanás aún puede llegar a tener en nosotros mismos, porque una cosa afecta a la otra.
Así que cuanto más te cueste guardar silencio por cierto tiempo, no demasiado corto sino un poquito más largo de lo que estás acostumbrado, eso muestra que tienes menos dominio sobre lo que te gobierna, y que no viene de Dios. Hijitos entiendan, dice el Señor, que en estos últimos días tienen que aprender a domar lo que ahora los domina a ustedes. Van a tener que cambiar los roles, dice el Señor, en el sentido de que van a tener que volverse amos sobre ustedes mismos en ciertas áreas de sus vidas en las que ahora no lo son, y muchos de ustedes no son amos sobre el silencio.
Es más, yo estoy sabiendo que muchos de los que están hoy aquí escuchando esta transmisión, o los que la van a escuchar después, son muy buenos oradores, saben comunicarse muy bien, saben tratar con distintos tipos de personas, no tienen problemas en esa parte de la comunicación. Ya han ganado mayor nivel en esa área, han crecido en eso. Sin embargo, son débiles a la hora de cerrar sus bocas y de recibir. Son personas que saben muy bien cómo dar, pero que les cuesta recibir por distintas cosas.
Y como dije antes, una cosa afecta a la otra. Si tu siempre estás hablando en una conversación y nunca escuchando, si cuando te reúnes en un grupo eres una de las personas que siempre está hablando y le cuesta callarse, si eres el que siempre tiene el protagonismo de la charla y nunca cedes ese puesto a otra persona, si siempre estás subido a ese podio, porque así lo veo, y nunca quieres bajarte para que otro tome ese lugar, entonces esto también se va a manifestar en tu relación con Dios. No le vas a dar el lugar a Él para que Él hable como quisiera. Porque como eres con el prójimo así vas a ser con el Señor.
Hijitos, dice el Señor, cállense la boca cuando se tengan que callar. Pero no se la callen porque el diablo les ponga un bozal, no se callen la boca cuando sus pastores los quieran hacer callar para controlarlos. Cállense la boca con sabiduría, dice el Señor. Aprendan a escuchar cuando les den un consejo sabio.
Y me revela el Espíritu Santo que el orgullo es como el principal problema que tiene una persona que no sabe escuchar, porque el orgulloso piensa que ya se las sabe todas. El orgulloso piensa que es más importante que él dé, a que reciba. Porque el orgulloso siempre busca hacerse ver como un pavo real, y esto puede ser a través del hablar, hablar, hablar y hablar sin parar.
En realidad, hablar sin parar puede ser una enfermedad espiritual, una falta grave de sanidad, porque la falta de silencio en una persona revela muchas debilidades escondidas que provienen en parte de un problema de orgullo. Porque el orgulloso piensa que lo que él tiene para decir es más importante que lo que el otro tiene para decir.
Dice el Señor, hijitos, cuando estén hablando con alguien, cuando estén conversando con alguien, presten atención a los pensamientos que se les cruzan por la cabeza, escudriñen los motivos en sus corazones. ¿Por qué quieren hablar tanto y no escuchar? ¿Por qué no quieren recibir? ¿Por qué no les importa lo que el otro tiene para decir?
Es más, yo estoy sabiendo ahora que hay hijos de Dios a los cuales uno de sus ministerios es escuchar a las personas que necesitan hablar, pero no tienen oídos prestos para escucharlas. Escuchar es un ministerio en estos últimos días. Escuchar es tan importante como abrazar, es tan importante como dar un consejo sabio. Pero algunos de ustedes no están respondiendo a este llamado de escuchadores del reino de los cielos. Y de paso les digo que el que tenga oídos para oír, que oiga lo que el Espíritu está diciendo.
Escuchar puede ser un ministerio al cual el Señor te esté llamando en estos últimos días, y donde doctrinas mundanas están ocupando esa necesidad. Porque la gente de la Nueva Era está haciendo lo que nosotros deberíamos hacer, y los psicólogos se están encargando de un trabajo que debería ser nuestro. Y estamos dejando vacío ese puesto de trabajo en el reino de los cielos, que es del escuchador, por llamarlo de alguna manera. Son oidores.
¿Dónde están los oidores? dice el Señor. ¿Dónde están, hijitos? ¿Por qué dejaron de oír? ¿Por qué dejaron de prestar atención a lo que el otro tiene para contar, para decir, para expresar? Porque la mugre del corazón se saca muchas veces cuando uno habla, y ustedes le están negando la posibilidad a las personas que necesitan limpiarse, a través de contar cosas que les han pasado y que les duelen.
Si ustedes escuchan por mi Espíritu, dice el Señor, lo que el otro les cuenta no les va a afectar. Yo les voy a dar poder y voy a ungir sus oídos, dice el Señor, a todos los que se dispongan a ser oidores del Reino, escuchadores del Reino de los Cielos. Es una forma de servicio el escuchar al prójimo si verdaderamente lo hacemos con atención, con intención, con interés, porque nosotros estamos regalándole ese tiempo de escucha a esa persona, es una forma de sacrificarnos a nosotros mismos, cuando nos disponemos a escuchar a esa persona que tanto lo está necesitando. Es una forma de sacrificio, es una forma de amar, porque amar es sacrificarse.
¿Dónde están los oidores? dice el Señor. Porque hoy los vuelvo a llamar. Te llamo a que vengas más cerca de mí, te llamo a que limpies tus oídos, a que te arrepientas de haber escuchado tantas cosas que hicieron que tus oídos se ensucien, y que me pidas que pase hisopo por adentro de ellos, y que tus oídos espirituales sean abiertos para poder escuchar mi voz. Y escuchando mi voz, yo te pueda entrenar como un escuchador para los demás, para que recibiendo la bendición de lo que yo tenga para decirte, tengas para bendecir a otros a través de esa escucha.
Yo estoy viendo ahora una congregación, donde hay un pastor o un predicador. Es un ministro de Dios que está en el púlpito y piensa que nunca tiene que hacer silencio, o sea, habla y habla, predica y predica sin parar. Como que tiene vergüenza de hacer unos segunditos de silencio. Piensa que si no habla permanentemente como un loro y rápido, que la gente se va a ir. Pero hacer pausas cuando uno predica es clave, justamente para que la mente del que escucha tenga unos segundos para descansar, para desconectarse por unos segunditos. Para que cuando uno después retoma el discurso la persona pueda volver a prestar atención de una manera balanceada.
Dice el Señor, ¿Ustedes no se cansan de escuchar a alguien que habla sin parar? Hasta a veces les empieza a doler la cabeza ¿no es verdad?, y empiezan a pensar: Uy, pero por qué no se calla un ratito, no se da cuenta de todo lo que habla, ya me cansé de escucharlo, necesito estar en silencio. Y empiezan a pensar ustedes: Bueno, me voy un ratito a mi cuarto así encuentro un poco de silencio, me voy un rato afuera, etc.
O sea, hablar sin parar genera el efecto contrario de lo que estas personas piensan que hay que hacer. Espanta a los oidores. Y además, que cuando uno habla por el Espíritu Santo, el mismo Espíritu tiene su ritmo para manifestarse en la persona. Si la persona habla por el Espíritu y predica por el Espíritu, la gente no se aburre, porque la gente no está escuchando a esa persona, la gente está escuchando a Dios. Y esas palabras no vuelven vacías. Gloria al Señor.
Yo estoy viendo ahora una persona que apaga el televisor, apaga el celular, y hasta a veces apaga la luz para ir a buscar al Señor en intimidad. Y el Espíritu dice que muchos de ustedes no están pudiendo escuchar al Señor en este tiempo porque aunque buscan a Dios, estas cosas siguen encendidas, y entonces no hay un silencio verdadero. Ustedes no están hablando, pero no hay silencio en el ambiente.
Y entonces quizás no escuches al ángel que el Señor te mandó para hablarte a tus oídos. Porque no sé si sabían, pero los ángeles hablan a las personas. Pero esto viene de la iniciativa del Señor y no de las personas. Por ejemplo, Zacarías dijo: Y respondí al ángel que hablaba conmigo. También dice el libro de Apocalipsis: La revelación de Jesucristo, que su siervo Juan recibió por el ángel.
Los ángeles hablan con las personas. Los ángeles son como mensajeros que a veces van y dan la respuesta que la persona está esperando, o lo que sea que Dios quiera entregar a través de ese mensajero a sus hijos. Entonces una de las formas en la que Dios habla es a través de los ángeles, pero Él es el que toma la iniciativa y no nosotros.
Porque Dios es el que decide cómo comunicarse con los suyos, porque dice Job 33: Que Dios habla en una o en dos maneras, pero el hombre no entiende. Es decir, Dios habla de distintas maneras, y una de esas maneras es a través de los ángeles. Investiguen esto en la Palabra porque es asombroso. Gloria al Señor. Pero no adoren a los ángeles, adoren a Dios.
Así que muchas veces el Señor manda un ángel a hablarte y tu no lo puedes escuchar porque tienes la televisión prendida, porque tu celular sigue sonando y atrae tu atención, porque hay distracciones de distintos tipos. Y no es que el Señor no quiera hablarte o mandarte a alguien de parte suya, sino que no dispusiste tu ambiente para recibir ese mensaje. Y dice la Palabra:
[Lucas 1:11-13, RVR1960] Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Pero hay otras ocasiones en las que no hace falta ver a los ángeles para que ellos nos hablen. Una de las maneras en las que Dios se comunica con sus hijos es a través de los ángeles, y muchas veces los profetas reciben palabra a través de los ángeles, o revelaciones a través de los ángeles. A través de los ángeles se pueden recibir sueños. Los ángeles tienen muchos ministerios, pero este no es el tema de esta transmisión.
A lo que iba es que el Espíritu de Dios te esté diciendo que muchas veces el Señor envía un ángel a hablarte al oído y no lo puedes escuchar porque no te dispones a escuchar. Porque no hay un silencio real en tu habitación, o porque te callaste la boca pero en tu mente sigues hablando, y entonces la voz de tu mente se superpone a la voz del ángel.
No es que el mensajero no quiera dar su mensaje o que Dios no lo haya enviado, sino que el sobre encuentra el buzón cerrado. Y estoy viendo al profeta Daniel que iba a orar a la naturaleza. Por ejemplo, él dice que estaba en el río Ulai y allí recibió una revelación. Después dice que estaba en otro río. Si ustedes leen el libro de Daniel, dice en ese corto libro que él recibió las revelaciones cuando estaba en la naturaleza buscando a Dios.
[Daniel 8:2, RVR1960] Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.
[Daniel 10:4-5, RVR1960] Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. 5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino…
Lo que nos quiere decir el Señor con esto, es que muchas veces cuando buscamos al Señor en la naturaleza, en un parque, en un río, en la playa, en una plaza, en algún lugar donde haya poca gente o ninguna, allí le gusta hablar al Señor. Porque cuando Dios habla, dice el Espíritu de Dios, hasta la Creación hace silencio para que su voz sea lo más importante. La Creación también habla, porque la Palabra dice que gime a una, y para gemir hay que hacer ruido. También dice que la Creación alaba al Señor ¿verdad?
Entonces el Espíritu me está revelando que cuando el Señor le habla a una persona, la Creación que está en ese lugar hace silencio en el Espíritu, para que la voz de Dios sea lo único que suene en ese momento en el ambiente espiritual. Gloria al Señor.
[Ezequiel 3:22, RVR1960] Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo.
¿Dónde me están buscando, dice el Señor? ¿Dónde me buscan? ¿Dónde quieren escucharme? ¿Dónde van para abrir sus oídos? ¿Cuáles son los lugares en donde ustedes se sienten más cómodos, para poder relajarse y entregarse a mí durante esos momentos? dice el Señor.
Lo que el Señor quiere transmitir es que ores para preguntarle al Señor: ¿Señor, dónde te quieres manifestar en mi vida? ¿Dónde te busco? ¿Cuáles son los lugares donde me conviene estar para que tenga intimidad contigo? ¿Cuáles son los ríos que tienes cerca de tu casa? ¿Cuáles son los parques, las plazas? ¿Hay alguna playa cerca tuyo? ¿Cuál es el lugar donde te sientes atraído para poder estar tranquilo? No tienen que ser paisajes exclusivos o ideales, que no existan cerca o a la mano.
¿Dónde el Espíritu te llama para que vayas a escuchar a Dios? Y puede que no siempre sea en tu cuarto, en tu casa, en tu living, en tu cocina, en tu congregación. Puede ser inclusive en el baño. Yo conozco gente que, como no puede disponer de otros ambientes en sus casas, para orar se mete en el baño y Dios se manifiesta en ese lugar, porque sabe que la intención de la persona es encontrarlo.
Pero si tienes la oportunidad y el Espíritu Santo te llama, como lo hizo con Ezequiel, aprovecha para ir a ese monte cerca de tu casa, a ir a esa montaña, a salir afuera en el patio de tu casa, donde sea. Gloria al Señor. Porque el ambiente es muy importante para poder escuchar a Dios. Dios quiere ser escuchado, Dios quiere darte piedras preciosas en ese cuarto secreto, o en ese lugar donde sientes que fluyes más cómodamente en las cosas espirituales.
El Señor quiere revelarte secretos escondidos que estaban preparados solamente para ti. Y Él está esperando detrás de la puerta, pero quizás no fuiste a golpear esa puerta. Muchos de ustedes no escuchan a Dios porque no creen que Dios les quiere hablar. Pero esto es un pecado del cual se tienen que arrepentir, porque lo están haciendo mentiroso si creen que Dios no quiere hablarles a ustedes.
Porque la Biblia dice: Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen. No dice mis profetas, dice mis ovejas. La voz de Dios está disponible para todo aquel que la quiera oír, y muchos de ustedes están pecando porque lo están haciendo a Dios mentiroso, diciendo: Sí, pero a mí Dios no me habla, no me quiere hablar y no lo escucho, ¿Por qué Él me va a hablar a mí, si yo no soy nada?
Arrepiéntanse de creer esta mentira que Satanás les ha hablado. A él sí lo están escuchando, pero a Dios no. Tienen que creer dice el Señor, que yo les quiero hablar. Tienen que creer que mi voz está disponible para todos los que han recibido al Espíritu Santo.
Y yo veo un pozo de agua como el de Jacob. Y dice el Señor, todo el que tiene sed que venga a beber de estas aguas. Gloria a Dios. Arrepiéntanse y digan: Señor, yo sí creo que tu me quieres hablar, perdoname por haberle creído al enemigo antes que a ti.
Y el Espíritu me trae ese versículo que dice que la voz de Dios es como voz de muchas aguas. Y el Señor dice, ustedes son mi voz. Que cuando nosotros sus hijos, hablamos en distintas partes del mundo al mismo tiempo por el Espíritu Santo, somos como voz de muchas aguas.
Gloria a Dios por esta revelación. Somos los representantes de la voz de Dios que hablando al unísono por el Espíritu Santo en las distintas partes del mundo donde nos encontramos, somos como voz de muchas aguas. Porque las aguas representan las distintas naciones en esta visión.
[Apocalipsis 19:6, RVR1960] Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!. Gloria a Dios.
Hijitos, dice el Señor, si ustedes quieren escucharme, tienen que limpiarse. Si ustedes quieren escucharme tienen que consagrarse a mí. Si ustedes quieren escucharme tienen que buscarme. Si ustedes quieren que yo les hable, tengo que volverme lo más importante en sus vidas. Si ustedes necesitan claridad y quieren tener claridad, tienen que ponerme primero y no último. Porque yo veo una fila de personas, pero Dios no es el primero en esa fila, sino el último, para muchos de ustedes.
Quiere decir que antes de escucharlo a Él, están escuchando a cientos de hombres que están primeros en esa fila para ser escuchados por ustedes. Muchas veces Dios está último y no primero para ustedes. ¿Cómo lo van a escuchar si Él está en lo último de esa fila, y antes de Él, hay muchos hombres que les hablan y ustedes están prestando más atención a esos hombres que a la voz de Dios?
Pónganme primero, dice el Señor, porque para poder escucharme mejor, tiene que haber una cercanía. Cuando una persona mientras más lejos está, menos se la puede escuchar. Lo mismo pasa con el Señor, y si al Señor lo tienes lejos y no cerca, no es que Él no te hable, sino que su voz va a ser cada vez más difícil de escuchar, porque las distancias entre Dios y tu van haciendo que las ondas de sonido de esa voz vayan menguando, vayan perdiendo fuerza en tus oídos.
Tienes que estar cerca mío para escucharme fuerte y claro, te dice el Señor. Cuanto más cerca del Trono vengas, más fuerte me vas a escuchar. Cuanto más me reconozcas y más importancia me des en tus cosas, dice el Señor, más te voy a hablar.
Hijitos, tengo misericordia de un pueblo sordo, de un pueblo duro, que tiene la mente o la cabeza dura como diamante, pero no para resistir al diablo sino para resistirme a mí. Y el Señor nos vuelve a comparar a nosotros, los que estamos nacidos de nuevo, con los judíos que no han reconocido a Yeshua como su Salvador.
El Señor dice, ustedes se comparan con ellos y se creen mejores que los judíos no mesiánicos. Y dicen que ellos son duros y que no escuchan, al igual que muchas veces Dios usaba a los profetas para decirles: Escucha Israel, escucha Israel. Pero dice el Señor, ¿ustedes de qué se quejan si teniéndome al alcance no me prestan atención?
El pecado de ustedes puede ser más grave que el de ellos, dice el Señor, porque ellos ignoran que soy tan fácil de ser encontrado o de ser hallado, porque piensan que soy un Dios de lejos pero no de cerca. En cambio ustedes muchas veces habiéndome experimentado, habiéndome conocido, y encontrado, y entendido, me dejan como el último orejón del tarro, se dice en Argentina. Y esa es la expresión que el Espíritu Santo me trae ahora, y que significa: para lo último, como lo menos importante.
Porque la gravedad de los pecados la determina el nivel de conciencia de la persona que peca. No es lo mismo alguien que fornica pero no está conciente de que lo que está haciendo es pecado, que alguien que fornica sabiendo que lo que está haciendo está mal. Por eso, dice el Señor, que el nivel de conciencia determina el juicio que esa persona va a recibir si no se arrepiente, por el mismo pecado.
Entonces cuando Dios te habla pero no lo quieres oír, es más grave que cuando Dios te habla y sí recibes lo que Él te dice. Cuando viene un profeta y te da una palabra de parte de Dios, esa es una manera de escuchar a Dios. Una de las maneras en las que Dios te habla, puede ser a través de un profeta.
Y si el profeta te da una indicación de parte del Señor, y tu lo escuchaste con tus oídos pero no lo escuchaste en el sentido de aplicar lo que Dios te dijo que hagas, a través de ese profeta, entonces tu pecado es más grave que el de la persona a la cual nunca vino un profeta y le dio una palabra.
Es decir, mejor te hubiera sido que nunca ese profeta te hubiera hablado, que si te habla y no le hagas caso, porque no fue el profeta el que te habló, sino Dios. Entonces no se trata solamente de escuchar, sino que se trata de obedecer a esa voz. Por eso muchas veces en la Biblia cuando la Escritura dice «escuchar», no se refiere al oír con las orejas, sino al hacer.
Es muy importante lo que el Señor está enseñando en este momento. Si tu insistes en buscar la voz de Dios, Él te responde y te habla en cualquier manera que Él utilice. Ya sea a través de un sueño, a través de una visión, a través de una palabra profética, a través de una voz interna, a través de un ángel que te hable, a través de un hermano que venga con una palabra de Dios, o a través de un profeta.
Y si quiere, lo puede hacer inclusive a través de un animal. Yo una vez escuché un pájaro que me habló, pero eso no lo voy a contar hoy, lo voy a testificar en otro momento. Pero fue una de las experiencias más tremendas que he tenido en mi camino espiritual. Y es bíblico, porque el Señor le habló a Balaam a través de un burro. Él hace lo que quiere y lo sigue haciendo así hoy en día.
Pero el tema es que cuando Dios te habla, hay un antes y un después de lo que Él te dijo. Y tu vas a ser juzgado con lo que hiciste con esa palabra que Él te habló. Entonces esta es la razón por la cual muchas veces el Señor no te habla como te gustaría que te hable, porque Él sabe que tu no harías caso, y entonces, el juicio que ganarías para tu alma sería peor. El que tenga oídos para para oír, que oiga. Porque es clave lo que estoy diciendo.
Y muchos de ustedes son pescadores de palabras proféticas y tienen que tener cuidado. Porque si pescas esas palabras proféticas, por decirlo de alguna manera, y después en vez de comerte ese pescado, lo tiras a la basura, el Señor te va a pedir cuentas y te va a decir ¿Por qué tiraste a la basura la palabra profética que tu mismo me pediste? ¿Por qué no la tomaste? ¿Por qué no la creíste? ¿Por qué no la pusiste por obra?
Entonces para muchos de ustedes, la razón por la cual el Señor no les habla tan claro como ustedes querrían, tiene que ver con esto, aunque no siempre. El Señor te está guardando de un juicio mayor. Pero eso no quiere decir que Dios no le esté hablando a cada uno de nosotros, uno por uno. Él lo hace.
Él te habla a través de tu conciencia, Él te inspira de distintas maneras. Y no siempre es tan claro como te gustaría. Pero eso no quiere decir que Él no lo está haciendo, solamente que muchas veces te está guardando de ti mismo, y por eso no lo estás escuchando como piensas que tienes que escucharlo.
Pero eso no quiere decir que Él igualmente no esté dirigiendo tus pasos. Muchos de ustedes piden palabras proféticas y piden revelaciones. Pero cuando Dios les concede esa petición, no hacen nada con eso, se lo guardan en los bolsillos, no lo comparten con nadie.
Dios a veces te da un sueño de algo que está por venir y encima te dice, compártelo con tus hermanos, avisa. O sueñas con una persona que va a tener un accidente, o lo que sea, y el Señor te dice compárteselo, comparte ese sueño. O te revela en el sueño que alguien está en pecado. Y tu sabes en tu espíritu, porque Dios habla normalmente al espíritu, que tienes que alertar a esa persona y no lo haces. El Señor va a pedir cuenta por esos talentos que no se administraron bien.
Entonces, a veces el Señor no te da el nivel de revelación que te gustaría recibir porque sabe que no estás preparado, porque sabe que no estás maduro, porque sabe que no vas a responder al segundo paso que es hacer algo con eso. Porque lo que el Señor da es para bendecir, es para multiplicar, es para edificar, no solamente a ti mismo sino a los demás. Si yo no hablara lo que el Señor me está diciendo, yo estaría acarreando juicio sobre juicio en mi vida.
Entonces muchas veces es mejor lo poco en obediencia que lo mucho en desobediencia. Sé fiel en lo poco, con lo que el Señor te está hablando ahora, y después el Señor te va a poner en lo más. El Señor dice, hijitos tengan un balance, porque las cosas en estos últimos días se están agudizando y estoy pesando cada cosa que ustedes hacen, cada cosa que ustedes dicen. Ustedes están siendo observados por los vigilantes, dice el Señor, son ángeles que están colocados para observar lo que hacen las personas y anotarlo en los libros. Son ángeles que vigilan.
En esta visión que estoy viendo ahora, yo veo vigilantes. Veo un ser con aspecto de hombre que es un vigilante en el Espíritu, que se para al lado de dos amigas que están conversando en una cafetería. Y el vigilante está vigilando lo que ellas hablan, pero especialmente la que es hija de Dios. El vigilante escucha y anota lo que ellas están diciendo. Pero lo que más le interesa a ese vigilante, es la persona que le pertenece a Dios, la que es la hija de Dios. Hay enviados del Señor que tienen la tarea de registrar lo que nosotros decimos, registrar lo que nosotros hablamos, registrar lo que nosotros hacemos. Para que eso después sea pesado en la balanza del Señor y Él haga lo que tenga que hacer con el resultado.
En estos últimos días, el Señor va ajustando las tuercas en la iglesia y se está poniendo más estricto, por decirlo de alguna manera. Y a los que más se les está dando, más se les está exigiendo. Es un principio bíblico que al que más se le da, más se le demanda. Porque uno tiene que ser aún más responsable cuando tiene más para administrar, obviamente.
Y en estos últimos días, dice el Señor, vamos a tener que cerrar más la boca cuando haya que cerrarla y abrirla más cuando haya que abrirla, cerrar más nuestros oídos cuando tengamos que cerrarlos y abrirlos más cuando tengamos que escuchar. Porque vamos a dar cuenta de toda palabra ociosa, dice la Biblia. Pero también vamos a dar cuenta de lo que escuchamos y no administramos bien.
[Mateo 12:36, RVR1960] Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
También vamos a dar cuenta de las cosas que Él nos habló y nos dijo qué teníamos que hacer con eso, y no lo hicimos. Si no hay arrepentimiento. Así que valoren el silencio, dice el Señor.
[Lucas 12:48, RVR1960] Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.
Por eso, a veces el Señor no te habla en la manera que estabas esperando o que pensabas que Él tenía que hablarte, porque se te va a pedir cuentas por eso, se te va a pedir más. Porque se te es confiado aún màs, cuando Él más claro te habla y cuánto más te habla. Y esto está conectado a la obediencia. O sea, no significa que no es bueno tratar de escuchar la voz del Señor, sino que antes de pedir más uno tiene que estar conciente y ponerse a disposición de Dios para decir: Aquí estoy, para lo que Tú quieres que haga con eso que me vas a mostrar.
Así que cuando pidan no sean como niños, que no saben lo que están pidiendo, dice el Señor. Porque a veces piden cosas que no les van a a hacer bien, cosas que no son las que tienen que pedir. Es decir, muchos de ustedes tienen que orar para saber qué pedirle al Señor con respecto a esto, diciéndole: Señor háblame ¿pero cómo?
Algunos de ustedes tienen que decirle: Señor hablame más por sueños, pero no tienen que decirle: Señor quiero escucharte por voz audible. Otros que ya están escuchando al Señor por voz audible, es decir, por profecía, tienen que decirle: Señor ayúdame a escucharte más claro, o ayúdame a entender lo que me estás diciendo. Porque una cosa es escuchar y otra cosa es entender o interpretar. Otros de ustedes tienen que pedir más por interpretación, y otros están en una etapa en la cual el Señor quiere que desarrollen las visiones. Es decir, según tu caso en particular y no el de tu vecino.
Entonces, el Señor dice hoy hasta eso. Cuando estén en oración pregúntenle al Espíritu Santo cómo tienen que pedir escuchar a Dios, y hagan ese silencio para recibir las respuestas. El Señor también habla a través de señales en la vida diaria.
Por ejemplo, en estos días a mí me ha estado hablando regularmente de lo que es la contaminación. Entonces abro YouTube y veo la palabra contaminación, viene alguien y me dice cómo es que se contaminan los ojos, doy una palabra profética y el Espíritu habla algo sobre la contaminación, en este caso de los oídos, o voy caminando por la calle y hay un cartel que dice: cuidado el agua está contaminada, y así todo tipo de cosas.
A veces el Señor habla por palabras pero que se puedan encontrar en la vida diaria, en la vida cotidiana de la persona, en elementos físicos, en actividades cotidianas regulares. O sea, ustedes tienen que prestar atención a cuáles son esas señales, porque la vida es profetica, pero muchas veces nosotros no sabemos interpretarla. Gloria a Dios.
A algunos de ustedes el Señor les está hablando a través de la Biblia pero no les alcanza, no le dan el valor que tiene eso. Quieren que Dios le hable de otras maneras, pero Dios te dice: Pero si ni siquiera aprendiste a escucharme a través de las Escrituras. Si no me conoces y no aprendes a escuchar primero a través de lo que Yo escribí ¿cómo me vas a reconocer si te hablo a través de voz audible?
Quizás Dios te está hablando en este tiempo a través de otros hermanos que vienen y te dan el mismo mensaje, pero no te alcanza. Quieres recibir de otra manera. No menosprecies la manera en la que el Señor te quiere hablar en esta temporada. Y a veces, las temporadas del habla de Dios y de escuchar al Señor, van cambiando.
Yo conozco gente que primero empieza recibiendo muchos sueños donde Dios les habla. Dios les habla más a través de sueños que otra cosa, pero después de un tiempo y normalmente cuando esa persona ya entendió y se desarrolló en el área de entender y de interpretar los sueños, el Señor le empieza a dar visiones estando despierto. Porque es otro nivel, las visiones son otro nivel respecto a los sueños.
Entonces si ya entendiste lo que Dios te habla cuando estás dormido ahora el siguiente paso es entender lo que Dios te habla cuando estás despierto. No siempre es así, pero muchas veces así es. Y después de que te desarrollaste en las visiones, entonces empiezas a recibir palabra profética y comienzas a escuchar la voz de Dios en tus oídos, y luego empiezas a hablar lo que Él te dice.
Hay gente, como sucedía con Ezequiel, que tenían experiencias espirituales a través de las cuales el Señor les hablaba o les revelaba cosas. Porque a Ezequiel el Espíritu lo tomaba de las guedejas de su cabeza y lo llevaba a otro lugar. Los traslados son bíblicos, y son reales, y son para este tiempo más que nunca. Son como arrebatamientos en el Espíritu. Es el Espíritu Santo el que viene y te arrebata, te toma de un lugar y te lleva a otro.
Esto puede suceder en el Espíritu o en lo físico, como en el caso de Felipe en la Biblia, que el Espíritu lo arrebató y lo llevó a otro lugar después de que el eunuco fue bautizado. Gloria a Dios. A otras personas puede que se les presenten ángeles del Señor, pero eso no es tan regular como los sueños, como las visiones,o las profecías, aunque puede suceder.
Es decir, hay muchas maneras en las que el Señor habla, porque a Él le gusta la diversidad, los distintos colores, las distintas operaciones, como dice 1 Corintios 12. El Espíritu de Dios te habla a través de tus lenguas, pero no estás valorando el don de lenguas. Entonces, al no hablar las lenguas, no estás recibiendo lo que el Señor te quiere hablar.
Porque no sé si lo sabías o lo entendiste, pero cuando tu hablas en lenguas del Espíritu, dadas por el Espíritu Santo de Dios, este don que aparece en 1 Corintios 12 como uno de los nueve dones espirituales, tu espíritu se está edificando. Las interpretes o no, tu espíritu se está edificando, porque tu estás hablando por el Espíritu Santo.
Cuando tu hablas en lenguas, es el Espíritu Santo inspirándote, para que tu espíritu sepa lo que tienes que hablar. Es una oración guiada por el Espíritu Santo que la haces tu, porque tu hablas en lenguas, pero esa oración está inspirada por el Espíritu Santo. Es clave hablar en lenguas. Dios te inspira en la oración a través de las lenguas aunque tu no estés conciente de eso, o aún no sepas interpretarlas.
Entonces cuánto más, si interpretas las lenguas. Porque Dios habla a través de la interpretación, ya sea de sueños, de lenguas, interpretación de visiones. Dios es el que da la interpretación. Es una forma de comunicación. Y en estas cosas hay que tener mucho cuidado, mucha responsabilidad. Hay que cuidarlas, hay que reaccionar, hay que preguntarle al Señor inmediatamente: ¿Qué hago con esto que me hablaste?
Hay muchas maneras en las que Dios habla. Dios va a sorprender a sus hijos en estos últimos días. Pero esto está disponible para los que estén dispuestos, tanto para hablar con Él como para escucharlo, tanto para los que quieran dar al Señor a través de la oración como para los que quieran recibir del Señor a través de la intimidad con Dios.
Yo estoy sabiendo ahora que hay un nivel, y lo que voy a decir es fuerte, pero en este tiempo, el Señor está preparando a la iglesia para recibir cada vez más cosas espirituales profundas. Para entenderlas, para aceptarlas. Antes no era el tiempo para que sus hijos tuvieran estas revelaciones, pero este es el tiempo de revelaciones fuertes. El Señor dice que hay algunas personas que han llegado a un nivel de entender lo que Dios habla, que hasta pueden interpretar lo que la Creación dice. Pero estas personas tienen un nivel de intimidad con el Señor y de conocimiento de Dios que va más allá del promedio de la iglesia de hoy en día.
Porque los pájaros alaban al Señor, las montañas alaban al Señor, las aguas hablan del Señor, la tierra gime por la sangre derramada. La Creación está viva en su totalidad. Y siento ahora cómo se enciende aún más el fuego del Espíritu Santo en mí, porque el Espíritu de Dios revela que en estos últimos días se va a mover a un nivel tan grande, que van a haber algunos hijos del Señor que sabrán escuchar a la Creación e interpretar lo que Dios habla a través de ella. Por eso dice la Biblia: cosas mayores que estas se harían, como dijo el Señor, y que la gloria postrera sería superior a la primera.
El que tenga oídos para oír, que oiga. Así que no limiten a Dios, busquen a Dios porque Él quiere ser hallado, Él quiere ser escuchado, respeten los momentos de buscar a Dios, hónrenlo, busquen lo que les haga sentirse cómodos para poder escucharlo, para estar tranquilos, para relajarse, para tener paz. La paz es clave para escuchar a Dios.
Si ustedes no tienen paz no van a poder escuchar a Dios. Porque es como el ruido que hay en medio de una tormenta. No hay tranquilidad para escuchar. Como cuando hay personas en un barco que está pasando por una tempestad, y la tormenta, los truenos, la lluvia, y el agua hacen tanto ruido, que cuando esas personas quieren comunicarse no se pueden escuchar. Y no es que no estén hablando, sino que el sonido de la tormenta es más grande, es más alto, es superior al sonido de sus voces. Y esto pasa en lo espiritual.
Si ustedes no tienen paz en sus espíritus, les va a ser difícil escuchar lo que el Señor les está hablando. Pero repito, no es que Él no esté hablando, sino que la tormenta que está dentro de ustedes, suena más fuerte que su voz. Y no es que Él no tenga la capacidad de superar ese sonido de tu tormenta, pero es uno el que tiene que tomar dominio sobre esa tormenta interior y ordenarle que se calme. La paz es fundamental y muchos de ustedes no pueden escuchar a Dios porque no tienen paz.
Pregúntenle al Señor por qué no tienen paz. Deberían tener paz, porque Jesús dijo: Mi paz os doy, no como el mundo se las da, sino como Yo se las doy. Nosotros deberíamos ser portadores de paz, y el que no encuentra el sosiego, la paz, la tranquilidad en ningún momento del día, se le va a complicar mucho escuchar a Dios. Gloria al Señor. Gracias Padre.
Vuelvo a escuchar esa palabra: silbo apacible. Y es que le gusta al Espíritu Santo moverse en un ritmo saludable. Le gusta pasearse y manifestarse en los ambientes donde hay paz. Él se siente invitado a los ambientes donde hay paz, a los cuerpos que estàn abiertos, metafóricamente hablando, para que Él entre. El Espíritu Santo manifiesta el poder de Dios más aún en los lugares o en las personas que están consagradas a Dios.
Porque son como templos que tienen la puerta abierta para que el Espíritu de Dios ingrese y haga lo que quiera hacer. Es decir, un corazón blandito, un corazón que no es duro, un corazón que no se resiste sino que se abre al Señor. Es un templo que abre sus puertas de par en par, y que le dice al Señor: Ven, manifiéstate en mí, y haz lo que Tú quieras. Y entonces, el Espíritu viene, porque eso es lo que anhela. Aleluya.
La tranquilidad es clave para que ese silbo apacible se pueda escuchar como Elías lo escuchó. Elías lo escuchó porque él estaba en silencio, no estaba hablando, no estaba haciendo ruido, no se estaba quejando. Elías lo escuchó porque tenía sus oídos entrenados para escuchar inclusive cuando Dios hablaba bajito. Elías podía escuchar cuando Dios hablaba bajito, medianamente fuerte, o cuando Dios gritaba. Elías sabía hacer silencio para escuchar a Dios, callarse para darle lugar a Él.
Él no era superior a nosotros. Nosotros también podemos escuchar a Dios de distintas maneras y en distintos niveles, solamente que tenemos que disponernos y consagrarnos como Elías. Porque Dios también quiere preguntarte ¿Qué haces aquí?. Como le dijo a Elías, ¿Qué haces aquí, Elías? Sí, créelo. Porque la Biblia lo dice, no yo. Hijitos, es clave que en estos últimos días aprendan a escucharme bien, aprendan a escucharme en el tiempo preciso y en el momento exacto.
Yo veo a una persona de pie en una parada de colectivos. Y va a ocurrir un accidente donde esta persona podría morir, y un ángel inmediatamente es enviado de parte de Dios para hablarle al oído y decirle: Sal ahora de esta parada de colectivos. Porque el Señor no ha determinado que ese sea ni el momento ni la forma de su muerte. Entonces el Señor se asegura de hacer saber a esa persona que se tiene que ir de esa parada de colectivos antes de que sufra ese accidente.
Y el mensaje de esta visión es, que a veces el Señor les habla sin que ustedes lo sepan, pero Él les está hablando igual. Y los espíritus de ustedes, lo están escuchando igual, y están reaccionando igual, pero muchas veces ustedes no se enteran de eso. Esto el Señor lo dice para alentarlos, para que no se frustren, para que no piensen que no tienen valor, para que no piensen que Dios no les está hablando, para que no se sientan menos que otras personas a las cuales ustedes juzgan que Dios les habla más o mejor. Dios les está hablando de distintas maneras, pero no siempre tiene que ser como ustedes lo quieren. Amén. Gracias Señor.
Así que este ha sido un vaso de agua que el Señor nos ha dado para calmar nuestra sed en esta ministración, en esta enseñanza profética. Hay muchos momentos claves, hay muchas llaves que Dios les ha dado para que abran lo que estaba bloqueado, trabado, en sus vidas. Hay secretos que el Señor ha revelado durante este vivo.
Y ahora la pregunta va a ser, ¿Qué van a hacer con esto y cómo lo van a administrar? Hoy, cuando tengas un momento de soledad, el Espíritu de Dios te está invitando a buscarlo esta noche. Y después de hablar con Él y de hacer silencio para escuchar, vas a oir lo que Él te tiene para decir. Pero si vas con incredulidad, no vas a recibir nada. No vas a escuchar nada. Porque la incredulidad es una barrera entre Dios y tu, entre la comunicación entre ustedes dos.
Tienes que creer que Él está ahí. Inclusive cuando no recibas nada, igualmente tienes que creer que Él está ahí y te está escuchando. Pero esta noche te invita el Señor a empezar a aplicar esto. Y también a seguir escuchándolo a través de la Biblia, a través de la Palabra. Eso nunca tienes que dejar de hacerlo, para reconocer cuál es su voz. Y el Espíritu de Dios te invita a ser agradecido después de cada momento de intimidad con Dios, agradecer por esos momentos, porque Él te presta atención. Amén.
Agradecer por cada palabra que Él te da, por cada sueño, por cada revelación, por cada experiencia. El Señor anhela corazones agradecidos, porque Él me dice que a los que son agradecidos, más se les va a dar. El agradecimiento es como un desbloqueo de muchas cosas. Porque la persona agradecida, a través de su actitud de agradecimiento, es bendecida. Pero los quejosos y desagradecidos se pierden de muchas bendiciones, porque ellos mismos se retraen, se bloquean, se apartan de lo que Dios quiere hacer o les quiere dar.
Gracias Señor, te damos gracias. Señor habla a tu pueblo, Padre, enséñales y enséñanos la importancia del silencio. Cuándo guardar silencio, cómo guardar silencio, cómo limpiar nuestra audición física y espiritual. Oh, Señor, gracias por esos ángeles que mandas a tu pueblo para hablarnos. Gracias por el Espíritu Santo que nos inspira y nos guía permanentemente. Gracias Señor, por las señales de los cielos y de la tierra. Porque esa también es una manera en la que Dios nos habla y nos avisa. Yo veo que a veces hay personas que vienen y nos dan un mensaje de parte de Dios, y no sabemos que son ángeles. Cuidado con esto, dice el Señor. La Biblia dice que algunos, a veces, recibieron personas sin saber que eran ángeles.
Las puertas de los cielos están abiertas para establecer una comunicación fluida con los hijos de Dios. Ustedes tienen este beneficio, que otras personas no tienen. Aprovéchenlo, valórenlo, cuídenlo, dice el Señor. Es un privilegio, dice el Señor, un PRIVILEGIO. Aleluya, gracias Señor. Y yo Noelia, limpio los oídos ahora de todos aquellos que tienen mugre espiritual, de todos aquellos que se arrepienten de escuchar inmundicias, de todos aquellos que están habituados a escuchar murmuraciónes.
Padre, limpia los oídos ahora, quita todo tapón espiritual que hayan colocado las brujas, los hechiceros, los demonios, en el nombre poderoso de Cristo Jesús. Destapa ahora los oídos de tu pueblo, Padre ayuda a tomar las riendas de los espíritus agitados, para que encuentren paz y poder escuchar tu voz. Señor, otorga determinación para buscarte en lo secreto, en el silencio.
Oh, Santo Rey de la gloria, habla a tus hijos esta noche, Señor. Responde Padre, hazte conocer a través de una voz clara, precisa y concisa. Ayúdanos a discernir cuándo eres tú hablando y cuándo no. Señor, coloca un peso adentro nuestro por las cosas espirituales, una responsabilidad, el querer administrar bien esas cosas y el hacerlo.
Señor, rompo toda brujería en contra de la audición física y espiritual. Y mientras estoy orando, tengo un zumbido agudo en mis oídos. Algunos de ustedes tienen como un pitido agudo, un zumbido en el oído. Tinnitus. Yo Noelia, ahora sano todo Tinnitus en el nombre de Jesús. Yo Noelia, ahora corto ese sonido que nunca cesa en sus oídos, en el nombre de Jesús. Corto toda maldición en la audición, en el nombre de Jesús.
Corto toda maldición por causa de ser tercos, por no querer escuchar la voz de Dios o no querer obedecerla, en el nombre de Jesús. Veo trompetas. A veces el Señor nos habla con trompetas en los oídos, fuerte, para que tal vez reaccionemos. Señor, haz sonar estas trompetas, oh Padre de la gloria. Bendigo los oídos de todos aquellos que escuchan ahora y los abro para recibir la voz de Dios o lo que Él tiene para decir, en la manera en la que el Señor le quiere hablar, en el nombre de Jesús. Unjo tus oídos ahora para prepararlos para que la voz de Dios entre, en el nombre de Jesús. Aleluya, amén y amén.
Bueno amados hermanos, investiguen sobre este tema en la Biblia, pongan en práctica estas palabras y bendigan a otros hermanos compartiendo esta enseñanza profética, si es que el Espíritu de Dios se los permite. Los bendecimos mi esposo Mándala y la hermana Noelia, desde Argentina. Toda la gloria y toda la honra sea para el Señor.
Después de haber recibido lo que Dios tenía para decirles, hay que juzgar y pesar esa información. Ustedes investíguen y juzguen a través de las Escrituras, con la ayuda de otras personas, preguntándole al Espíritu de Dios, pidiendo confirmación en algunas ocasiones. Pero no desechen todo lo que Dios les ha dicho en una primera instancia. Y escuchen con fe porque eso también hace que sus oídos se abran para recibir y no se cierren. En el nombre de Jesús, que esta enseñanza de parte del Señor a través de mi boca, los bendiga, puedan crecer en las cosas de Dios y ser dirigidos más claramente. Amén. Bendiciones. Abrazo desde Argentina.