El Señor te bendiga. ¿Cómo estás? Hoy es 25 de enero del año 2024, y en esta oportunidad estoy aquí para ministrar al pueblo del Señor con sanidad del alma.
[Salmos 107:19-20, RVR1960] Pero proclamaron a Jehová en su angustia y los libró de sus aflicciones. envió su Palabra y los sanó, y los libró de su ruina.
Y en esta noche, el Señor quiere enviar su Palabra a través de este instrumento profético para sanarte, porque tu corazón está dolido por distintas causas, porque tu corazón tiene traumas del pasado que no están resueltos, porque tu corazón tiene espinas que tienen que ser quitadas para que dejen de doler, porque tu corazón sangra y no sabes cómo detener ese sangrado, porque tu corazón está estremecido por las aflicciones, debido a las ofensas que han realizado en contra tuya, porque tu corazón tiene agujeros que lo debilitan.
El Señor ha escuchado tu oración, por lo tanto, Él me dijo: Hija, ministra sanidad de corazón a todo aquel que se abra a recibir esta operación santa por el Espíritu Santo de Dios. Por lo tanto, disponte a recibir esta operación de tu corazón por el Espíritu Santo. Abre ese corazón, para que el Señor pueda entrar a través de su Palabra profunda, que cala, que corta, que separa, que divide, hasta llegar hasta donde está el problema y quitarlo de raíz, para que, una vez solucionado ese tema, Él pueda soplar de su Espíritu en tu corazón y restaurarlo.
Porque el Señor habla a su pueblo hoy y dice: Hijitos, tengan esperanza, porque estoy aquí ministrando sus almas. Hijitos, no desfallezcan, aguanten esta operación, porque vengo en su rescate. Yo (Noelia) veo una ambulancia ahora que llega a tu casa, una ambulancia que llega por causa de tu llamado, por causa de tu oración, por causa de tu clamor, porque vos le dijiste al Señor: No puedo más, necesito que me ayudes, necesito que me sanes. Necesito que me levantes, Señor. Aquí estoy, haz conmigo lo que quieras, porque estoy cansada de sufrir, porque estoy cansado de llorar, porque mis ojos me duelen y están hinchados e inflamados de tanto clamor que he levantado al cielo, para que tal vez escuchando me respondas a mi necesidad.
Porque le dijiste al Señor: Necesito que me auxilies, Señor. Ven, ven a mi vida y toca mi alma, por más que me duela, para quitarme este puñal que tengo enterrado profundamente en mi corazón y que no me deja avanzar, que no me deja vivir y que estoy cansado de soportar.
El Señor te dice hoy, en primer lugar: Hijito, perdona esas ofensas. Hijito, para poder quitarte ese puñal, primero tienes que perdonar. ¿Recuerdas?, te pregunta el Espíritu de Dios. ¿Recuerdas cuando esa persona te dijo todas esas cosas tremendas sobre ti? ¿Recuerdas cuándo esa persona que pensabas que te amaba tanto te miró a los ojos confesándote lo malo o mala que eras para ella? Recuerda ese momento en el cual esas palabras que salieron de esa persona que tanto amabas, te cayeron como un balde de agua fría y no las esperabas. Recuérdate de ese momento, a donde esa persona que era la que menos te esperabas te dijo cosas terribles, que nunca te imaginaste que estaban en su corazón. Recuerda ese momento por más que te duela.
Mientras te digo estas cosas inspiradas por el Espíritu de Dios, yo veo a un enfermo que está en una camilla y que sabe que el médico lo tiene que operar, sí o sí, y que para poder operarse tiene que estar desnudo en esa camilla y tiene que doler un poquito esa operación hasta que la herida cicatriza. Este enfermo sabe que no queda otra que entregarse a las manos de su doctor, de su cirujano, porque de otra manera va a fallecer.
De la misma manera, el Señor Jesús te dice hoy: Hijito, hijita, resiste mientras abro tu corazón y saco esa mugre guardada para poder limpiarte, para poder sanarte, para que quitando esas tinieblas de ahí adentro pueda colocar mi luz y ya no te duela más. Recuerda ese momento, aunque sea doloroso, vuelve a ese momento a donde, escuchando esas palabras, sentías que te calaban tu alma profundamente. No podías creer lo que esa persona te estaba diciendo, lo que esa persona que tanto amabas pensaba sobre ti. Recuerda ese momento donde esas palabras entraban en tu alma, lastimándote en lo profundo de tus coyunturas, haciéndote doler hasta los huesos. Yo sé cuánto sufriste cuando fuiste ofendido de esa manera. Yo sé cuánto sufriste cuando esa persona te rechazaba en ese modo. Yo sé cuánto te dolió, porque a mí me hicieron lo mismo.
A mí me rechazaron primero, a mí me maltrataron primero. Mis mismos hermanos, mi misma familia, te dice Jesús, me decía cosas terribles en mi cara. Yo sé lo que es, ser ofendido de esa manera. Yo sé lo que duele, que la gente a la que ames diga esas cosas sobre ti, dándote vuelta la espalda. Yo pasé por eso, te dice Jesús, pero aprendí y fui perfeccionado a través de esos maltratos.
Perdona, perdona a esas personas que ahora te están viniendo al recuerdo. Perdona como Yo perdoné, dice Jesús. Renuncia a la acusación, baja el martillo de juez. Porque el único que puede juzgarlos de una manera justa y balanceada soy Yo, porque el que va a hacer justicia con todo lo que se te hizo injustamente voy a ser Yo.
Pero renuncia, dice el Señor, a ese dedo acusador. Recuerda, ese momento que tanto te dolió, volviendo al pasado en tu memoria y entregándomelo a mí para que Yo pueda sanarte, para que Yo pueda restaurarte, para que Yo trate tu corazón herido y a través de tu perdón pueda colocarte una venda. Hijita, suéltate, porque no quieres soltar ese momento. Lo tienes agarrado en tus manos y no quieres perdonar. Lo tienes abrazado con tus brazos a ese momento de ofensa, que hicieron contra ti y no quieres dejar ir esa situación. Estás esperando que la justicia caiga sobre esa persona que te hirió, pero no es el camino, porque es tu corazón el que se ata a esas personas cuando tú no dejas ir. Porque el Padre no va a perdonarte a ti, dice el Señor, si tú no los perdonas primero.
Dice Jesús: Si Yo perdoné a todos los que me ofendieron, a todos los que me maltrataron, a todos los que me vituperaron, a todos los que me escupieron, a los que me vendieron, que comían junto conmigo, a mis propios discípulos que me abandonaron la noche de mi sufrimiento y de mi entrega, ¿cuánto más capaz eres tú?, de perdonar esa transgresión. Hijita, suéltate, suelta ahora a tus padres, suelta ahora a tu madre. Entrégamela a mí. Hijita, perdona a ese ex novio que tanto daño te hizo. Hijito, perdona y baja el martillo del juez contra ese jefe que tanto te basureó. Hijito, perdona a esos amigos que murmuraron sobre ti.
Perdonen todos ustedes que cuando eran niños recibieron maltratos de sus padres, porque el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, dice el Señor. Todos ofenden en algún punto. ¿Acaso eres totalmente perfecto? ¿Acaso nunca ofendes en ningún punto? Porque si Yo tengo que ir al detalle sobre tu comportamiento, también podría encontrar pecados que cometiste contra los demás. Sin embargo, me estás pidiendo que Yo te perdone de lo tuyo, pero no estás queriendo perdonar primero al que pecó contra ti. ¿Dónde está mi justicia?, si Yo te perdonaría sabiendo que primero tú no has perdonado. Yo no hago acepción de personas, por lo tanto, debes entender que el bien que tú hagas es el que vas a recibir, que el perdón que tú concedas es el que te voy a dar. Sé justo, te dice el Señor, y deja ir a esas personas que tanto te lastimaron. Como cuando alguien suelta a un pájaro de una jaula que lo tiene encerrado para que finalmente pueda volar, si tú quieres ser libre, primero tienes que soltar a esas personas, que tienes enjauladas en tu corazón. Suelta ahora, libérate, libera tu corazón.
Abre esa cárcel, que está en tu corazón para dejar ir a esas personas, que tienes durante tantos años metidas ahí adentro, porque eso genera lazos emocionales, dice el Señor. Eso genera ataduras entre tú y esas personas que no perdonaste, y mientras tanto no las perdones y las dejes ir en tu corazón, no vas a sentirte libre realmente de ellas. No vas poder nunca superar ese dolor de esa situación. Libera, si quieres ser libre; desata, si quieres ser desatado. Abre esos, candados con los cuales tienes atadas, a esas personas en tu corazón. Si tú quieres ser libre de esas cadenas, hijito, aprende a sobrepasar esas cosas. Aprende a ser tardo para ofenderte.
El Señor me muestra que algunos de ustedes se ofenden rápidamente por cualquier cosa, son rápidos para recibir esos puñales, pero dice el Señor: aprende a perdonar con velocidad, aprende a perdonar en el momento que te están ofendiendo, como cuando Yo pedía por los que me estaban crucificando: Señor, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Porque, de hecho, muchas veces cuando te están ofendiendo, no están conscientes de lo que están haciendo. No saben lo que hacen y el mal que no quieren hacer, eso es lo que hacen la mayoría de las veces.
[Lucas 23:34, RVR1960] Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
[Romanos 7:19, RVR1960] Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Esas personas que te están haciendo daño no saben lo que hacen. Pero tú, dice el Señor, conociendo el evangelio y la Palabra, sí sabes que tienes que perdonar y te rehúsas a hacerlo. Hijito, hijita, hoy te invito a bajar esos escudos de protección que levantaste para que no te hagan daño, pensando que podías protegerte por ti mismo y así no sufrir el daño, pero no es la manera en que te llamo a amar, sino a que aprendas a ser un sacrificio vivo para mí, como Yo lo fui para ti, que como Cordero fui entregado al matadero, inocente y sin mancha.
Sin embargo, muchos de ustedes no quieren sufrir por mí, dice el Señor, no quieren recibir los golpes, no quieren ser maltratados, no quieren ser rechazados por causa de mi nombre, no quieren ser vituperados, y cuando los ofenden o los dañan, los rechazan o los maltratan, ustedes devuelven al mal con el mal, cuando la Palabra dice que contestemos al mal con el bien.
Aprendan a pensar de una manera distinta. Porque muchos de ustedes no se sienten libres y no pueden avanzar por la falta de perdón, no pueden avanzar porque se manejan igual que ellos. Se quejan del daño que ellos les hicieron a ustedes, pero ustedes no bajan la piedra, no sueltan la piedra que está en su mano, y si les fuera posible, se la lanzarían a ellos.
Ustedes no aprenden a contestar al mal con el bien, sino que son igual, muchas veces, que esos fariseos, que querían matar a piedras a esa mujer adúltera, pero vuelve a repetir el Señor, que el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra. Yo veo que muchos de ustedes son probados. Cuando alguien los ofende, cuando alguien los maltrata, cuando alguien los rechaza, cuando alguien los defrauda o los abandona, el Señor mira de cerca a sus hijos para ver cómo van a responder a esas ofensas, para ver si saben cómo responder acorde a la Escritura y no acorde a la carne, para ver si están entrenados en el perdón o si son rápidos para la ira.
[Juan 8:7, RVR1960] Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
Yo estoy mirando, cómo reacciona mi pueblo cuando es ofendido, cuando es maltratado, (22:24) cuando es dejado de lado, cuando es defraudado, y estoy pesando en mi balanza sus reacciones y gran parte de mi pueblo, dice el Señor, todavía es carnal y no espiritual, todavía se defiende y no me deja a mí que sea su Defensor y Juez, todavía tiene la piedra en la mano para arrojarla contra el agresor, todavía responde al mal con más mal, encendiendo aún más la hoguera.
Hijitos, aprendan a cargar su Cruz, dice el Señor, como la cargué Yo, no la suelten porque Yo no solté esa Cruz mientras iba llevándola, para ir a devolver los golpes que me estaban dando. Yo no solté esa Cruz mientras la iba cargando, para ir a defenderme de los que me estaban atacando. Yo no abrí mi boca, cuando iba llevando esa cruz y al mismo tiempo me golpeaban, para acusarlos en frente de mi Padre, sino para pedir que los perdone, como Yo los estaba perdonando. Hijitos, no suelten esa Cruz, no contesten, no devuelvan el golpe, amen a sus enemigos porque la mayoría de ustedes conocen las Escrituras, pero no la practican y aman solamente a los que los aman a ustedes, pero eso, ¿qué tiene de especial?, pregunta el Señor, si solamente aman a los que los aman a ustedes, no están siendo de ejemplo.
[Mateo 5:43-48, RVR1960] Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Yo (Noelia) vuelvo a ver a muchas personas dentro de las congregaciones que están nacidas de nuevo por agua y por espíritu, pero esclavizadas, atadas, estancadas, tristes, amargadas, porque tienen falta de perdón, porque están esperando que las golpeen en alguna manera para responder al golpe inmediatamente, y no es por la culpa de sus ofensores que están atados, esclavizados y que les va mal en muchas áreas de sus vidas, sino que es por causa de la decisión de ustedes de no perdonar a los demás.
Hijitos, perdonen para que Yo pueda sacar esa piedra de tropiezo de sus corazones. Hijos, estoy llamando a un pueblo santo a que aprenda a perdonar 100% y de todo corazón, honesta y genuinamente a los enemigos más grandes que han dañado sus emociones.
Yo (Noelia) veo una serpiente en un corazón, veo una serpiente que se mueve adentro de un corazón. Y esa serpiente va envolviendo este corazón, lo va envolviendo y una vez que esta serpiente tiene envuelto a ese corazón, lo va apretando, va apretando ese corazón y la persona se empieza a sentir oprimida, empieza a perder la fuerza, la alegría, el gozo, la inspiración, porque el Espíritu Santo se contrista en esta persona. Es la serpiente del rencor, cuando la serpiente del rencor comienza a envolver el corazón, va como quitándole, succionando su vida de a poco, quitándole la esperanza a la persona, apagando una vela encendida paso a paso, pero no es la culpa del enemigo, en primer lugar, porque él hace su trabajo, la culpa es tuya porque te estás casando con ese espíritu de rencor en vez de darle carta de divorcio, y separarte de él.
Le das carta de divorcio a tu amigo que te ofendió, le das carta de divorcio a tu esposo que te habló mal, le das carta de divorcio a tu pastor que te humilló, en vez de divorciarte de esa serpiente de rencor que está succionándote la vida, el gozo y la alegría de tu corazón en un sentido espiritual poco a poco, amargándote, estancándote, apagándote, entristeciéndote, desgastándote, porque eso hace la falta de perdón. En vez de separarte de esa serpiente, en vez de darle carta de divorcio a ese espíritu, seguís en acuerdo con él.
Arrepiéntete ahora, y dale carta de divorcio para nunca más, estar ligada o ligado a él, a ella, a esa serpiente. Arrepiéntete, dice el Señor, y pídeme perdón por no querer perdonar, perdonar al que te ofendió, pero para que yo eche esa serpiente de tu corazón es tu decisión, es una decisión, y el diablo te ha engañado haciéndote creer que no puedes perdonar, que eso nunca va a pasar, que ya estás tan oprimido que te es imposible, que cambie tu situación, el diablo te ha hecho creer que no se puede volver atrás, que ya no hay forma de recuperar la paz. Pero es tan solo una decisión, decide perdonar y Yo te voy a liberar.
Yo (Noelia) vuelvo a ver a este médico que opera a este paciente que está en la camilla y cuando abre su corazón, encuentra esta serpiente y la saca de ese corazón. Entonces, cerrando esa operación, este paciente comienza a recuperarse y una vez cicatrizada la herida, se levanta de esa camilla y recupera la energía, recupera la vida que sentía que le faltaba, recupera el gozo del Espíritu Santo, recupera la alegría, la alabanza, la adoración, la inspiración del Espíritu Santo, porque ahora ese vacío que queda en ese corazón, a donde estaba esa serpiente del rencor, lo ocupa el Espíritu Santo de Dios, trayendo sanidad y comienza a sanar las partes que estaban dañadas, comienza a restaurarlas.
Elige el perdón, elige perdonar. Como cuando alguien tenía un animal encerrado en un cerco, esclavo, y ese animal no pertenecía a esa especie de jaula que estoy viendo, donde este animal estaba encerrado, cuando uno perdona es como si abriera la puerta de esa jaula, de cerco, y lo dejara que se vaya libre por el campo. Abre, abre las puertas de tu corazón para dejar ir a esas personas que te ofendieron. Deja ir, deja ir, porque no estás perdiendo, sino ganando.
Vacía tu corazón de estas serpientes de orgullo que te hablan para que no sueltes, para que no perdones, para que no liberes; que te dicen que, si perdonas eres menos, que esas personas que te ofendieron; no les creas, te dice el Señor.
Yo (Noelia) hablo paz ahora, esos corazones que están siendo vaciados de rencor, de falta de perdón, a esos corazones que están bajando el martillo de juez, el dedo acusador, a esos corazones que estaban oprimidos pero que, a partir de hoy, por causa de este perdón que le están concediendo a esas personas que los lastimaron, esos corazones están recibiendo la paz y el perdón del Señor.
El Señor te dice, no importa que tan grave haya sido la ofensa, porque el Espíritu me revela que algunos de ustedes piensan que la ofensa fue tan grande contra ustedes, que el maltrato fue tan enorme que nunca los van a poder perdonar a esas personas. Pero estas son mentiras del enemigo, mentiras de esa serpiente que está en tu corazón. Cualquiera sea la ofensa, cualquiera sea el daño que te hayan hecho, es tan solo una cuestión de una decisión.
Así que decide ahora, porque pongo delante de ti la izquierda y la derecha, dice el Señor. ¿Cuál es el camino que vas a tomar? Porque se trata del camino de tu libertad o de tu esclavitud si decides no perdonar. Se trata del camino de tu sanidad, de tu restauración, de tu justificación o de tu frustración, de sentirse opacado, apagado, entristecido y amargado. Tú eliges ¿Cuál de los dos caminos quieres tomar? Porque pongo delante de ti la vida o la muerte, porque así de grave es la falta de perdón ante los ojos de Dios.
Perdona hijito, perdona. Hoy te ayudo a perdonar, recibe esta inspiración de lo alto que esperaste durante tantos años. Decide por el bien. Ábrete y déjate operar. Créeme que Yo te puedo restaurar, que, si Yo perdoné tan grandes ofensas siendo el Hijo de Dios, tú también puedes perdonar lo que sea que te hayan hecho. Deja ir, y Yo te restauro y Yo te sano y Yo te guío a arroyos cristalinos donde hay aguas puras para beber que te van a sanar a ti, y te van a levantar de donde estás caído por causa de la falta del perdón. Avanza hijito, y entrégate por entero.
No te escondas porque no es la solución para que no te hagan daño. No te guardes, no escondas tu cara ni tus manos de tus hermanos, porque eso no te va a resguardar de ser lastimado. No es el problema ser o no lastimado, el problema es tu reacción. Repite el Señor, porque todos ofenden en algún punto. Pero la pregunta es, ¿qué hacen con esa ofensa? Ya sea que ofenden o que son ofendidos, hijitos no se engañen, porque Yo veo y escudriño los pensamientos del hombre y muchos de ustedes no son tan santos como piensan, no están tan libres de pecado como creen, no son tan mejores como se consideran ante los demás. Repite el Señor, Yo no hago acepción de personas.
Dejen ir, dejen de poner su mirada sobre los que los ofendieron para ver qué errores cometen ellos, para escudriñarsee más a ustedes mismos y limpiarse de los errores que ustedes mismos están cometiendo, porque muchas veces son como el que quiere sacar la viga del ojo del hermano, pero él mismo la tiene en su propio ojo. Hijitos, de nuevo, bajen el dedo acusador y límpiense primero a ustedes mismos, hagan justicia para que Yo les haga justicia después.
[Mateo 7:5, RVR1960] ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora muchas mujeres que tienen que perdonar a los esposos. Estoy viendo ahora mujeres que no quieren perdonar a sus esposos, hijos que no quieren perdonar a sus padres y padres que ya siendo adultos maltratan a sus padres que ya están viejos porque no quieren perdonarlos, sino que quieren vengarse de ellos. Y están diciendo, pero si yo voy a la iglesia, pero si yo ofrendo, pero si yo sirvo en la iglesia, si yo tengo un ministerio, y qué sé yo cuántas cosas. ¿Por qué me va mal en tal área, en tal cosa, en tal cosa, por qué me siento así y no encuentro paz y me siento estancado y este tipo de cosas? Y la respuesta es porque estás en falta de perdón y es la piedra de tropiezo enorme que te detiene de avanzar en el reino de Dios. Hay algunas familias, me revela el Espíritu Santo, que se manejan de esta manera con falta de perdón, por costumbre, que la abuela siempre tendía a estar llena de falta de perdón, la hija tenía falta de perdón y la nieta tiene falta de perdón.
Es como una conducta por costumbre, es como un hábito instalado en algunas líneas generacionales, pero el Señor te dice hoy, que, si pedís perdón en el nombre de tu generación, en el nombre de tu generación te arrepentís, por tu parte de tus pecados y le pedís al Señor que te libre de ese comportamiento repetitivo, Él te puede liberar de eso, Él te puede enseñar, Él puede renovar tu manera de pensar y Él puede concederte un corazón nuevo, perdonador.
Yo (Noelia) veo ahora que el Señor cambia corazones de piedra por corazones de carne en este momento. Yo veo que muchos de ustedes están recibiendo sanidad en su corazón, sanidad del alma, por causa de esta ministración y lo que ha generado en ustedes la conciencia de la falta de perdón, de lo que genera y porque se han arrepentido y están perdonando y han comenzado algunos de ustedes un proceso de sanidad que va a llevar un tiempo porque hay muchas personas a las que tienen que perdonar.
En los próximos días, se les van a venir a la mente situaciones que quedaron en el tintero y que nunca perdonaron para que perdonen a esas personas y suelten. El Espíritu Santo los va a llevar por ese camino del perdón que les va a traer sanidad del alma a ustedes mismos y libertad.
Yo (Noelia) veo ahora corazones que tenían muchas espinas clavadas de dolor, de traumas, de recuerdos de esas ofensas que mencionaba el Señor, pero que a medida que ustedes van perdonando cada una de esas espinas va siendo quitada, de sus corazones, para recibir sanidad y que dejen de sangrar.
El espíritu de Dios me dice que, si hace falta que lloren por causa de dejar ir a estas personas, háganlo, porque van a sentir un cambio, realmente como si se liberaran de algo. Cuando perdonen y dejen ir a estas personas en sus corazones, ustedes se van a sentir más libres y más livianos, y si hace falta llorar, no repriman ese llanto porque va a ser un llanto de sanidad.
Yo (Noelia) veo una visión ahora, donde una persona que va perdonando se va limpiando, va limpiando las manchas de sus vestiduras y no solo eso, sino que va, va ganando luz. Una persona que tiene un corazón perdonador, me revela ahora el Espíritu Santo de Dios, tiene más luz que una persona que está en rencor, porque es una persona que sabe amar, porque perdonar es parte de amar, es una demostración del amor de Dios.
Yo (Noelia) veo que una persona que camina por su vida y va perdonando a la derecha y a la izquierda a los que les hacen daño, esa persona de a poco gana más luz y se convierte como un sol que va llegando cada vez más lejos a la proyección de su luz. Esto se nota en el rostro, en el aspecto, en el semblante de la persona que es una persona que sabe amar y dejar ir y perdonar.
Tengan fe, dice el Señor, tengan esperanza porque los voy a ayudar a soltar lo que ustedes sienten que no pueden. Confíen en mí que Soy el médico perfecto, dice Jesús, y estoy operando sus almas. Pídanme que les enseñe como perdonar 100% y no en parte y lo voy a hacer. Estoy esperando que me lo pidan. Quiero transformar a mi pueblo de un pueblo rencoroso a un pueblo perdonador, libre de este pecado.
Yo (Noelia) veo que algunos de ustedes han perdonado ofensas, pero en parte, han perdonado, pero hasta un punto nada más y han dicho algunas personas hasta que les han pedido perdón a ustedes, bueno, está bien, te perdono, pero entonces la han perdonado algunas personas, pero no 100%. El vaso está por la mitad.
Para ustedes, a los que les resuena esta palabra, el Señor les dice, Yo quiero que perdones al 100%, como Yo quiero perdonarte al 100% a ti y no a medias. Yo quiero que seas libre al 100% y no a medias, y no que pierdas las cadenas en un brazo, pero no en el otro. Si realmente quieres ser libre 100% y bendecido 100%, entonces tienes que perdonar 100%.
Yo (Noelia) veo a una persona que se le da un bastón para caminar, que le cuesta caminar. Perdonar funciona como una ayuda en su caminar, dice el Señor. Perdonar es contar con una herramienta para poder avanzar en las cosas espirituales, para poder avanzar en sus propósitos. Perdonar es necesario, para poder caminar con confianza en la vida espiritual. Porque yo (Noelia) veía a una persona que tenía dificultades para caminar y que necesitaba apoyarse en algo para poder seguir caminando y, sin ese bastón, esa persona no podía seguir adelante. El Señor dice que el perdón funciona como un bastón: cuando uno ya no puede caminar, es una ayuda para avanzar en las cosas espirituales.
Pero también estoy viendo algunos de ustedes que, en vez de perdonar, castigan a los que los ofendieron. Tienen un látigo, pero no para destruir las obras del mal con ese látigo, sino para castigar a los que los ofendieron, generando deudas en esas personas. Porque al ustedes castigar a esas personas que los ofendieron, esas personas tienen que perdonarlos a ustedes ahora. Y si no lo hacen, se generará una deuda en la vida de esa persona. Entonces, el Señor dice: tengan cuidado porque si ustedes responden con el mal a ese mal, ustedes se convierten en generadores, posibles generadores de deudas espirituales en esas personas. Si contestan mal, si contestan con castigo.
Por eso es necesario, dice el Señor, contestar con el bien, apaciguar la ira, perdonar rápidamente, en el mismo momento, rechazar las voces del enemigo, que nos habla para que nos molestemos. Hoy les he dado una llave, dice el Señor, que les faltaba a muchísimos de ustedes, y que era la razón por la cual se sentían estancados, frustrados y quedados en el camino.
Si no abren esta puerta del perdón con esta llave que hoy les doy, dice el Señor, no van a recibir ningún llamado, porque el Espíritu me revela ahora que muchos de ustedes no saben qué tienen que hacer para el reino de Dios, no saben cuáles son sus dones, sus talentos, con qué pueden servir al Rey, ¿cuál es el área donde el Señor preparó para sus vidas?, ¿cuál es su propósito, ¿cómo pueden ser útiles para el reino? ¿Saben por qué? Porque hay falta de perdón, y esa falta de perdón funciona como una puerta cerrada delante de ustedes que, si ustedes no abren a través de perdonar las ofensas, no van a avanzar. Y no van a encontrar las respuestas que están buscando sobre su propósito, sobre un posible llamado, mucho menos de un ministerio. O sea, la falta de perdón es un pecado y, para que el Señor te llame a servirlo, hay que quitar esta piedra de tropiezo del medio del camino y esta es la razón por la cual muchos de ustedes no tienen ni idea lo que tienen que hacer para el reino de Dios, se sienten perdidos, confundidos, dudosos y, como dije, estancados y como que se van hundiendo en una arena movediza y no sabían por qué. Ahora, hoy han recibido esta llave.
A partir de ahora, en los días que vienen, pregúntenle al Espíritu Santo: ¿qué me falta?, ¿a quién me falta perdonar?, ¿es a mí mismo al que tengo que perdonar y no he perdonado?, ¿no me he perdonado yo misma?, ¿es a mi familia?, ¿los hermanos?, ¿algún pastor?, ¿algún ministro?, ¿alguna ministra?, ¿a quién tengo que perdonar? Y el Espíritu Santo les va a traer y los va a inspirar y les va a dar recuerdos y les va a dar claridad sobre esta área, porque el Señor está esperando esas preguntas de parte de ustedes.
Esta es la sanidad que el Espíritu Santo de Dios quería impartir a su pueblo hoy, y la clave para que muchos de ustedes finalmente puedan ser libres, restaurados y puedan crecer en la obra de Dios. Yo corto toda maldición en todo aquel que está perdonando en este momento, en el nombre de Jesús.
Muchos de ustedes se sentían secos, me dice el Espíritu Santo, y era porque no perdonaban, porque tenían rencor en sus corazones. Pero ahora, porque están abriendo sus corazones a esta palabra y están reflexionando sobre esto y están diciendo: wow, creo que soy yo, creo que es para mí, no me daba cuenta que era tan, tan importante, tan grave.
Perdóname, Señor, yo perdono, dejo ir a tal persona. ¿Quién soy yo para juzgarlo de semejante manera cuando yo también ofendí muchas veces? Me arrepiento Señor, lávame, líbrame, restáurame, sáname, perdóname, están diciendo muchos ustedes en este momento y, por eso, el Señor los está restaurando ahora.
Yo (Noelia) veo que está ungiendo sus corazones y esa sequedad, a partir de ahora, se van a sentir mejor en ese sentido, como más inspirados, abiertos a la inspiración del Espíritu Santo, porque al perdonar el Espíritu Santo ya no va a estar contristado como estaba antes. Así que yo los unjo ahora con aceite de sanidad, con aceite de restauración. Padre, devuélvele la alegría, el gozo, la esperanza, la alabanza a todo aquel que lo había perdido por causa de la amargura que genera la falta de perdón, porque la falta de perdón lleva a la amargura.
Pero la Biblia dice que nos fijemos de que no dejemos crecer ninguna raíz de amargura en nuestros corazones. Es delicado este tema, es importante y es grave. Es un pecado, el rencor, la falta de perdón y la amargura. Así que, Padre, te pido que le devuelvas, que los restaures en esta área, Señor, que los hagas libres a todos los que están reconociendo y humillándose delante tuyo, Señor, y perdonando y dejando a ir estas personas y soltando ese martillo de juez, bajando el dedo señalador y los ojos murmuradores contra los ofensores.
[Hebreos 12:15, RVR1960] Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
Gracias, Señor, te pido que bendigas ahora todo aquel que está bendiciendo a sus enemigos ahora, que está perdonando a sus enemigos y orando para que tú los bendigas y los perdones, Señor, en el nombre de Jesús.
Yo (Noelia) veo alas, que el Señor está colocando sobre muchas espaldas ahora, en personas que se sentían oprimidas por causa de la falta de perdón. Libertad es la palabra que escucho ahora, que el Señor está ministrando sobre tu corazón por causa de este perdón que ahora está aconteciendo en tu corazón.
Elige bien, dice el Señor, elige para tu bien, elige el camino del perdón. Yo te sano, hijito, y restauro tus heridas. Yo pongo venda en tu corazón afligido. Yo voy, voy a restaurarte de esas memorias, de esos traumas que te generaron esas ofensas, ese maltrato. Yo veo que el Señor ahora está restaurando la memoria en algunos de ustedes de traumas de la infancia, de traumas de la adolescencia, de traumas de heridas por causa de ofensas que cometieron contra ustedes, maltratos y todas estas cosas. El Señor está sanándolos ahora de traumas emocionales que estaban estancados, eran como nudos en sus corazones, porque se están desatando estos nudos emocionales, Él está restaurando tu alma de estos traumas. Recibe su perdón, recibe la sanidad en este momento, en el nombre de Jesús.
Hay como una creencia de que el que fue abusado sexualmente no puede perdonar. Es una falsa creencia que está en tu corazón, pero el Señor te dice que él te puede conceder el perdón en cualquier área, con cualquier cosa que te hayan hecho, cualquier, cualquiera, cualquier cosa. Y yo estoy viendo a alguien que perdona a los homicidas de su hijo.
Dice el Señor: si hay personas que son capaces de perdonar a los asesinos de sus hijos, ¿cómo no vas a perdonar vos a tu abusador?. El perdón siempre es posible y es una decisión que tienes que tomar tú y no hay nada imposible para Dios. Yo los bendigo. Los bendigo. Sigan trabajando en estas cosas. Sigan limpiando sus vestiduras a través de meditar en la Palabra sobre el perdón, pidiéndole al Espíritu Santo de Dios que los ayude, que los dirija. Algunos de ustedes tienen que llamar a algunas personas y pedirles perdón, ustedes a ellos. Y algunos de ustedes tienen que simplemente perdonar ustedes, pero eso no siempre quiere decir que ustedes tienen que llamar a las personas que los ofendieron, en algunos casos, simplemente es una cuestión de ustedes que tienen que perdonar.
Pero suelten, dejen ir, dejen ir a ese pájaro enjaulado, dice el Señor. Liberen lo que tienen atado. Y cortamos ahora toda atadura con todas esas personas que ahora ustedes perdonaron, en el nombre de Jesús. Yo los desato de toda atadura en el alma con todas esas personas que ustedes no perdonaban hasta este momento, en el nombre de Jesús. Sé libre, en el nombre de Jesús.
El Señor me dice: Enseñen a sus hijos a perdonar, enseñen a los niños a perdonar desde que son chiquititos, porque ellos entienden más rápido por causa de la inocencia. Y después ya se genera un hábito en ellos. Sí, denle esa herramienta a sus hijos desde que son pequeñitos, para que cuando ellos lleguen a grandes, ya tengan un entrenamiento en el perdón, ya estén ejercitados en el perdón y no se vuelvan rencorosos, llenándose sus corazones de estas serpientes de falta de perdón. Eduquen a sus hijos desde temprana edad, para que dejen ir a las personas que los ofendan y para que bendigan a sus enemigos.
Bautiza con el Espíritu Santo ahora a todo aquel que tenía falta del perdón, porque el Espíritu me está revelando ahora que algunos de ustedes no podían recibir el Espíritu Santo porque estaban en el pecado del rencor.
Pero ahora, porque han perdonado y pedido perdón a Dios por este pecado, el Señor los bautiza con el Espíritu Santo. Reciban ahora el Espíritu Santo de Dios. Recibe el bautismo del Espíritu Santo de Dios ahora. Recibe el don de lenguas ahora, en el nombre de Jesús. Imparto don de diversos géneros de lenguas ahora, en el nombre de Jesús. Recibe el don de profecía ahora, en el nombre de Jesús, porque el camino ha sido liberado, dice el Señor, y te empodero y ahora la paloma del Espíritu Santo puede ingresar en ti y quedarse a vivir, porque hiciste un lugar en tu corazón. Ya no hay lugar para esa serpiente del rencor, sino para la paloma del Espíritu Santo.
Enseña a los demás a perdonar, dice el Señor. Lo que a ti te ha sido enseñado hoy, imparte. Te damos la gloria y la honra, Señor, por esta poderosa ministración. Y perdona, perdona a tu pastor. Perdona a tu pastor. Perdona a ese pastor. Estoy viendo gente que no quiere perdonar, no quiere perdonar al pastor, no quiere perdonar a la esposa del pastor.
Perdonan a todos, pero no al pastor. No, no, eso que hizo el Pastor, eso no lo puedo perdonar, están diciendo algunos de ustedes. Perdona, dice el Señor. Perdonar no es lo mismo que estar junto con una persona. Perdonar no siempre equivale a seguir al lado de una persona. Perdonar es una cosa y lo que tienes que hacer después, eso te lo dirá el Espíritu Santo personalmente a ti, con respecto a esa persona.
Si tenés que seguir caminando juntos con esa persona o no, pero perdonar no es una opción. Tenés que perdonar igual, sea quien sea. Después, pregúntale al Señor cómo seguir con respecto a tu relación con esa persona, pero la tenés que perdonar igual, sea lo que sea que te haya hecho. Muy bien, y sigo viendo la paloma que cae sobre ustedes, que viene sobre ustedes y los bautiza con el Espíritu Santo, los lava y los bautiza. Gloria a Dios y les concede sanidad del cielo.
Hablen mucho en lenguas, me dice el Señor. Hablen mucho en lenguas del Espíritu Santo para seguir recibiendo sanidad en las horas que vienen. Hablen en lenguas, que el espíritu los va a seguir sanando y los va a seguir ministrando porque se empezó un trabajo a través de esta ministración que el Espíritu va a continuar en ti si tú obedeces, si tú haces caso y te dejas llevar por el Espíritu Santo.
Muchos de ustedes se les van a venir sueños donde se les ven personas que tienen que perdonar y que ustedes no estaban conscientes o no se acordaban. Presten atención a los sueños porque ahí se van a ver situaciones en los sueños que ustedes ya ni se acordaban, pero que no están resueltas. Cuando sueñen esas cosas, presten atención y perdonen a esas personas que se ven que son mostradas en esos sueños.
Una última palabra, el Espíritu me está diciendo que muchos, muchos que creyeron en Jesús no entraron en el cielo porque no perdonaron. Así de grave es la falta de perdón, este pecado. Yo estoy viendo gente que no fue recibida arriba porque hicieron muchas otras cosas para Dios, pero no perdonaron.
Estoy viendo gente como que no se le cerró la puerta del cielo, el Señor no les abrió y el Señor les dijo: Por cuanto no perdonaste a tu prójimo, Yo no te perdono a ti; por lo tanto, tu entrada está prohibida.
Por cuanto no lo hiciste con ellos, dice el Señor, no lo hiciste conmigo. Por cuanto no tuviste misericordia con ellos que te ofendieron, Yo no tengo misericordia contigo. Así de grave es la falta de perdón. Tengan cuidado y examínense, no perder esta salvación tan grande que nos ha dado el Señor por causa de la falta de perdón.
[Mateo 25:44-46, RVR1960] Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Y les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Los bendigo. Los bendecimos, mi esposo aquí en los comentarios compartiendo versículos y demás, y mi persona desde Argentina. Un abrazo y, dicho sea de paso, perdono a todos los que me ofenden en el chat y los bendigo en el nombre de Jesús.