Dios te bendiga, amado pueblo del Señor Jesucristo, en este 17 de noviembre del año 2023, transmitiendo en vivo desde Mendoza, Argentina, porque el Señor quiere hablar a su pueblo, porque hay distintos tipos de vientos que se están moviendo en este tiempo sobre la tierra, y el Señor quiere hacer saber a sus hijos, a los que oran, a los que interceden, a los que ayunan, a los que viven permanentemente en frente del trono de la gracia, intercediendo para que estos vientos de cambios que se están moviendo en las distintas naciones hagan lo que tengan que hacer.
Hay un ejército de intercesores que clama, que gime, que sufre desde sus entrañas, que se niega a sí mismo en ayunos, en vigilias, en comunión con otros intercesores para establecer lo que Dios Padre quiere establecer sobre las distintas naciones de la tierra y para destruir los planes que Satanás tiene acerca de esas naciones.
Gloria al Señor, porque hoy Dios va a hablar a ese ejército de intercesores que trabaja para cumplir lo que está en el corazón del Señor, para establecer sus obras, su plan profético divino perfecto sobre el mundo, y para hacer retroceder lo que el diablo había avanzado, esos intercesores que quitan las piedras de tropiezo del camino de lo que se tiene que cumplir en la tierra.
Gloria al Señor, porque esos intercesores, a través de ese trabajo diario que están realizando, destruyen paredes para que el pueblo de Dios no pueda avanzar. Esas paredes son destruidas a través de este ejército de intercesores. Gloria al Señor por ellos, porque por causa de su clamor el Señor divide las aguas para que pasen pueblos esclavizados desde hace muchísimos años.
Y el Señor dice: He aquí, hijitos, que traigo vientos de cambios para distintas naciones. Hay naciones que caen, dice el Señor, naciones que caen como cuando Lucifer cayó del cielo. Hay naciones que caen en el tiempo que viene como cuando él se creía invencible, como cuando él se quiso sentar en mi trono, creyéndose que era Dios. Hay naciones que se enaltecieron, dice el Padre, y la palabra dice que todo el que se enaltezca va a ser humillado, y todo el que se humille va a ser enaltecido.
He aquí, dice el Señor, que estos vientos que traigo sobre la tierra arrancan tronos de raíz, tronos en los que algunos reyes se sentaron para enaltecerse a sí mismos, y también establecen nuevos tronos para los humildes, para aquellos que entendieron que la gloria me pertenece a mí y que Yo hago lo que quiero, cómo quiero, dónde quiero, cuándo quiero, y de la manera que Yo quiero, dice el Señor.
Hijitos, hay naciones que estaban humilladas, pero que a través de estos vientos de cambio ahora comienzan a levantarse. Hay naciones que estaban tiradas en el piso, como cuando alguien ya no puede más, no tiene fuerzas para seguir, se ha quedado pobre, se ha quedado solo, se ha quedado debilitado, pero de repente empieza a recuperarse. Así hay naciones que comienzan a levantarse, dice el Señor, naciones que eran como un barco que se hundían por el peso del pecado, naciones que pensaron que estaban cerca de su final. He aquí que traigo vientos de cambios sobre el mundo, dice el Señor, y los ojos de muchos se van a sorprender porque van a suceder cosas que mucha gente no se imaginaba.
Yo (Noelia) veo en una visión el mapa de la tierra y los límites territoriales de cada nación y los nombres de los países de la tierra. Y en algunos de esos países hay como una vara que es bien alta, y en otras naciones en ese mapa hay varas que son más cortas o más bajas. Y hay varas que son tan cortas que casi no se ven.
Dice el Señor: He aquí que viene un tiempo en que voy a sorprender al hombre y que voy a poner en alto naciones que habían perdido todo tipo de poder, todo tipo de influencia, y que habían sido humilladas hasta el piso. He aquí, dice el Señor, que esas varas—que ahora en algunas de esas naciones son muy altas y en otras son muy muy bajas, o dando a entender que las que están altas nunca van a bajar y que las varas que están bajas nunca van a subir—van a cambiar. Eh aquí, dice el Señor, que despojo a los fuertes, hablando de naciones, y le quito la fuerza a unas y se las doy a otras.
Yo (Noelia) estoy viendo una segunda visión en este momento, y es que recursos con los que contaban ciertas naciones se mueven de lugar. Recursos le son quitados a naciones que ahora son importantes, naciones que están en lo alto, naciones que tienen la vara muy alta ahora, hoy, y esos recursos se mueven de lugar en este mapa; le son quitados a esas naciones para entregárselos a otras, porque, me repite el Sen1or, el que se enaltece será humillado, y el que se humille será enaltecido. Y hay naciones que están terminando un proceso de lavamiento.
Yo (Noelia) estoy viendo una tercera visión ahora, y es un lavarropas está en proceso de lavado de la ropa. Estoy viendo los números de este lavarropas, que tiene un sistema digital. Ese programa de lavado ya está pronto a terminar. Solo le quedan pocos minutos para que el lavarropas suene y esa ropa ya se pueda sacar. Y una vez que uno abre ese lavarropas, puede ver que esa ropa ya ha sido lavada, que esa ropa ya ha sido limpiada. Hay naciones que están en los últimos minutos del proceso de su lavado.
Hay naciones que comienzan a salir de Egipto, me dice el Señor, en esta cuarta visión que el Espíritu Santo me está dando. Son naciones, por ejemplo, Argentina, que estaban en esclavitud, que simulaban tener una libertad, pero en realidad vivían para servir a otras naciones, dice el Señor. Hay naciones que hoy otras naciones de afuera explotan su trabajo. Argentina es una de ellas.
Hay naciones que trabajan como cuando los hebreos eran esclavos, pero lo que ganaban no era para ellos, sino para los extranjeros. Así es hoy Argentina, me dice el Señor, y otros países de la tierra. Pero me da este ejemplo el Espíritu Santo. Argentina trabaja y trabaja, dice el Señor, pero lo que gana no es para ella, sino que se lo llevan los buitres.
Yo (Noelia) estoy viendo el pueblo hebreo que empezó a salir de Egipto, y cuando fueron a pasar por el Mar Rojo, sopló un viento recio que dividió las aguas, haciéndose el terreno seco, y el pueblo pasó como por un desierto. Así vienen vientos de cambios, me dice el Señor, para varias naciones de la tierra que estaban caídas en el suelo. La gente se va a sorprender. Y así como dice la Biblia—¿Quién ha visto semejante cosa, que nazca una nación en un día?—así como sucedió con Israel—que cuando nadie se lo esperaba, en el 1948 se estableció el estado de Israel y nació esta nación de Israel con un título propio, con una tierra propia, que en realidad el Señor ya les había otorgado desde miles de años antes— así como la tierra se maravilló en aquel día, dice el Señor, muchos se van a maravillar de lo que voy a hacer con naciones que ahora se están ahogando y que pensaban que no iban a salir de esa tragedia.
Hijitos, tengan esperanza, dice el Señor, porque mi diestra sigue siendo la diestra de la justicia. Dice Isaías 66:8:
[Isaías 66:8, RVR1960] ¿Quién oyó cosa semejante?, ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.
Así muchos moradores de la tierra dirán: «¿Quién oyó cosa semejante? Pues en cuanto tal nación estuvo de parto, dio a luz a sus hijos.» Se acerca el alumbramiento, me dice el Señor, se acerca la hora de dar a luz para varias naciones que estaban en dolores, para algunas naciones que estaban en sufrimiento.
Y el Padre les dice hoy a esas naciones: Resistan hijitos, resistan los últimos dolores de parto. Resistan hasta el tiempo del alumbramiento, porque justamente cuando la mujer embarazada ya está a punto de dar a luz, ya está de nueve meses y es cuando más duele, es el peor momento de toda la gestación en el sentido del dolor físico y corporal, cuando le vienen las contracciones a una mujer, pero ella sabe que vale la pena pasar por esos dolores porque una vez que nazca su hijo y lo tenga en brazos, va a decir: «Alabado sea el Señor. Valió la pena el sufrimiento.» Así, dice el Señor, resistan, hijitos, el último tramo.
Yo (Noelia) veo que una de esas naciones es Venezuela, que está siendo aún lavada, que está siendo aún limpiada, que aún está sufriendo, que está tocando el fondo de los fondos. Resistan, dice el Señor, porque este versículo que acabo de leer recién también es para ustedes. Resistan, porque cuando el mundo menos se lo espere, Venezuela dará a luz, Venezuela estará de parto.
Venezuela verá la luz del día después de una extensa noche. Aún falta la parte más dolorosa, la parte más difícil. Así como los hebreos tuvieron que sufrir estando en Egipto mientras las plagas caían sobre ellos y tenían incertidumbre, fueron más esclavizados que nunca justamente en el último tramo, antes de ser libres, así como Satanás los exprimió más que nunca justamente antes de ser libres, justamente antes de ver la libertad, justamente antes de salir para conquistar y para encontrar la tierra prometida, en esos últimos momentos, en esa última instancia, me dice el Señor, fue cuando más sufrieron, fue cuando más los persiguieron, fue cuando más los esclavizaron, fue cuando más fueron probados para ver si realmente confiaban en Yahweh, en el Dios de Israel, fue cuando más el Señor los probó para ver si eran capaces de resistir ese último tramo.
Así, dice el Señor, el último trayecto de estas naciones que verán la luz del día después de un largo invierno será el trayecto más difícil. Pero Yo desparramo esperanza sobre los míos y espíritu de oración para que clamen como nunca antes, para que giman, así como gime la mujer que está de partos, para que se duelan de ese parto espiritual y sientan, incluyendo en sus cuerpos, lo que es un nacimiento.
Yo (Noelia) estoy viendo nuevamente una persona que está caída, que se cayó y que no se podía levantar, pero que de repente revive, que de repente abre los ojos, que de repente comienza a mover sus extremidades, que de repente de a poco comienza a levantarse. Es que la fuerza viene de mí, dice el Señor, y si Yo no la doy, nadie se puede levantar. Pero he aquí que soplo vientos de resurrección sobre naciones que parecían muertas, he aquí que soplo vientos de restauración sobre naciones que estaban quebradas, dice el Señor. Hijitos, tengan fe, tengan esperanza, y sobre todo únanse, le dice el Señor a estas naciones que ahora están caídas, porque soplo vientos de cambio sobre muchas de ellas.
Yo (Noelia) estoy viendo nuevamente a los hebreos cuando pasaban por el Mar Rojo cuando el mar se abrió en frente de ellos para que puedan buscar su libertad. El mar se abrió delante de ellos milagrosamente para que ellos puedan avanzar hacia esa libertad. Pero no fue tan fácil, porque venía el faraón con su ejército, persiguiéndolos. Y no solo eso, sino que una vez vencido el faraón con su ejército, tuvieron que permanecer en el desierto por cuarenta años, siendo probados de distintas maneras. Y durante esos cuarenta años muchos de ellos no fueron capaces de entender que tenían que esperar, que tenían que permanecer, que tenían que ver lo que estaba ahí, esa tierra prometida, aún cuando no la tenían en frente de sus ojos.
Muchos de ellos cayeron por falta de fe durante ese proceso de transición, cuando estaban en ese desierto, y fallaron y murmuraron contra Moisés y contra Dios y contra Aarón, porque dijeron: «¿Para qué nos sacaste de la tierra de Egipto? ¿Para hacernos morir de hambre? ¿Para qué nos sacaste de la tierra de Egipto? ¿Para vivir como animales en el desierto? ¿Para qué nos trajiste? Mejor hubiera sido que nos quedáramos atrás.»
Así, estas naciones a las cuales se acerca su alumbramiento, estas naciones a las que la libertad está cerca, estas naciones que ya pueden oler la tierra prometida van a pasar por este proceso de transición antes de encontrar esta libertad. Estas naciones que huelen que se viene un aire nuevo, estas naciones que están pasando de la muerte a la vida, estas naciones que están caídas pero que se levantan, que estaban en esclavitud pero que la libertad es la próxima estación que les espera—entre esa esclavitud y esa libertad hay un desierto de cuarenta años, metafóricamente hablando.
Es decir, hay un tiempo de prueba, y hay un tiempo de limpieza, porque el que sale del lodo tiene que ser limpiado, el que sale del barro tiene que bañarse, el que está sucio tiene que limpiar sus vestiduras, y así, estas naciones que estaban sumergidas en la mugre, en la contaminación, en la suciedad van a pasar por este proceso para poder alcanzar esa libertad, esa tierra prometida. Tienen que aprender una nueva manera de vivir, así como los hebreos tuvieron que despojarse de costumbres de los egipcios para que cuando entraran en la tierra prometida—que de hecho fue la siguiente generación la que entró en la tierra prometida—fueran capaces de pisar esa tierra santa de una manera respetuosa, de valorar a esa libertad y a esa tierra prometida.
Pero, me repite el Señor, tengan esperanza, hijitos, porque estoy lavando a muchas naciones para prepararlas para que sean los faros de los últimos tiempos. Y me vuelve a repetir Dios que vamos a ver muchos cambios, cambios inesperados, cambios asombrosos, cambios de ejes. Es como cuando alguien va manejando un auto, y el que iba derecho, derecho por un sendero, por una dirección, de repente dice: «Voy a cambiar el rumbo», y dobla automática y rotundamente para otra dirección.
Vienen cambios, dice el Señor, para naciones de la tierra cuyo pueblo escuchó un llamado de intercesión, porque voy a responder años y años de intercesión de los míos, que lloraron, que clamaron, que ayunaron, y hasta que establecieron e hicieron actos proféticos en la tierra de esas naciones para derribar banderas de Satanás, para reconquistar terrenos tomados por él.
Dice el Señor: He aquí que respondo el clamor de un pueblo sufrido como cuando respondí el clamor de los hebreos cuando estaban esclavizados por Egipto y sufrieron. He aquí que escucho el clamor de un pueblo latinoamericano que clamaba por las noches, que sufría por las mañanas, que tenía sus muñecas con sogas, con esposas, con cadenas, así como los hebreos cuando estaban esclavos en Egipto. Así escucho el clamor y respondo.
Llegan momentos de cambios. Llegan movimientos. Cosas que estaban establecidas en algunas naciones van a cambiar. Cosas que parecían ser para siempre van a parar, se van a cortar. Cosas que parecía que nunca se iban a iniciar en otras van a comenzar, porque respondo el clamor de un pueblo que llora y se duele, como se llora y se duele mi corazón.
Hijitos, me repite el Espíritu de Dios, vienen tiempos de cambios, y aquellos que intercedieron por estos cambios de los cuales el Señor está hablando van a sentir como si recibieran una recompensa por tanto sacrificio, y se van a acordar de tantas noches de ayunos, de tantas noches de vigilia, de tantas noches de proclamación, de alabanza, de ayunos, y de sacrificios, porque no ha sido en vano. Yo (Noelia) veo esas oraciones que han subido al trono del Padre, y no solo han subido al trono del Padre, sino que han entrado por sus narices como olor fragante.
Nada más que todavía no era el tiempo, dijo el Señor, pero ahora se acerca el tiempo de parto. Se acerca el tiempo de parto. Y yo (Noelia) veo una mujer que se le pone una corona en la cabeza. He aquí que la esclava pasa a ser reina, dice el Señor. He aquí que la plebeya pasa a ser princesa. Así, naciones caídas ahora van a estar erguidas, y le daré la gloria a los que no la buscaban.
Pueblo, sigue intercediendo, dice el Señor, sigue clamando, para que en este último tramo que te queda seas capaz de resistir los obstáculos que se van a presentar en el camino. Porque no se trata solamente de salir de la tierra de Egipto, sino que lo más difícil es perseverar en ese desierto de transición, para que una vez que salgas de la esclavitud de Egipto seas capaz de resistir cuando pruebe tu corazón antes de que puedas ver la luz.
Pueblo, dice el Señor, aprende a resistir y a resistir hasta el final. Seme fiel continua y permanentemente, porque mientras estas naciones se levantan, hay cosas que voy a arrancar y hay cosas nuevas que voy a establecer, y el pueblo va a sufrir el cambio de esas cosas que voy a cortar de raíz como si algo les faltara. Y esos van a ser los momentos donde van a querer volver atrás y buscar la comodidad. Resistan las pruebas que vienen y recuerden que hay una tierra prometida.
Yo (Noelia) estoy viendo también que hay cabezas de las naciones, reyes de distintas naciones que van a ser quitados, que van a ser cortados, y en su lugar el Señor va a colocar otro tipo de reyes. Viene como un recambio de reyes sobre la tierra, porque Él es el que quita reyes y el que pone reyes. Viene un tiempo donde mucha muerte viene, pero dentro de esta muerte que viene… No solamente van a morir muchas personas que son famosas dentro de distintos ámbitos como deportes, política, entretenimiento, música, arte, actores y más, sino que vienen algunas muertes dentro de las cabezas de las naciones.
Yo (Noelia) veo dragones levantados en algunas naciones, pero también veo que hay cabezas de esos dragones que van a ser cortadas. Dice el Señor que en algunas naciones donde se levantaba este dragón, esa cabeza será cortada para establecer cosas nuevas, porque así como el pueblo de Dios ahora está en una transición, pero después de una transición siempre viene un cambio—y en esa transición el pueblo está siendo probado para que su fe aumente y para ser lavado, renovado y mejorado—así también hay naciones que están en transición, y falta poco para que vengan esos cambios tan esperados.
Así que estos vientos que yo estoy viendo traen cambios, cambios de dirigentes, cambios políticos, cambios de estructuras de los países, cambios en el gobierno, y el cambio más difícil no va a ser ese, sino el cambio del mismo pueblo, de la misma gente. Por eso, esos cambios que se vienen a algunas naciones tienen que darse lenta y paulatinamente, como cuando el Señor tuvo que reeducar a los hebreos una vez que salieron de Egipto, y como decía, limpiarlos, probarlos, quitarles la contaminación que trajeron, y demás.
Ese va a ser el cambio más difícil, no el de los gobernantes en sí, no el de los políticos o de los gobiernos o de las estructuras, sino el del pueblo, porque el pueblo tiene que reaprender lo que se había olvidado, porque el pueblo tiene que acordarse de que hay una justicia y de que tiene que aprender a caminar en ella. Van a haber cambios en la gente de estas naciones que se levantan también, pero estos cambios llevarán un tiempo, así como cuando los hebreos tuvieron que estar esos cuarenta años en el desierto.
Hablando sobre las naciones que caen, estas naciones cuando caigan van a desestabilizar al resto del mundo, porque son naciones que ahora están tan fuertes, que uno pensaba que nunca las iba a ver caer, y son naciones cuyos hilos se proyectan al resto del mundo, influenciando al resto del mundo, sosteniendo a otras naciones, inclusive interfiriendo en las decisiones de otras naciones del mundo.
Cuando caigan estas potencias mundiales que la mayoría de la gente pensaba que nunca iban a caer, van a ser sacudidas las que estaban ligadas a ellas. Pero para eso, dice el Señor, Yo ya habré movido mis fichas para que la que tenga que resistir resista, y la que tenga que caer junto con estas potencias caiga, porque Yo tengo misericordia del que quiero tener misericordia, dice el Señor.
Dentro de todos estos cambios, dice el Señor a su pueblo, voy a probar a los míos. Dentro de estos cambios que vienen a las naciones, voy a mirar de cerca a cada uno de ustedes para ver qué decisiones toman, para ver cómo reaccionan, para ver qué dirección toman, si la derecha o la izquierda, y cuando dice esto, el Señor se refiere a la justicia o a la injusticia, a lo bueno o a lo malo; a lo que está del lado del bien, del lado de las leyes del Señor, o a lo que está del lado del mal, de las anti-leyes del Señor.
Voy a probar a mi pueblo, dice el Señor, cuando mueva todas las cosas. Y yo (Noelia) veo como un tablero de ajedrez que estaba guardado siempre igual por mucho tiempo, pero de repente alguien saca este tablero de ajedrez y empieza a mover sus fichas. Y cuando uno juega, a veces es como si las fichas del contrincante cayeran. Es decir, cuando dos jugadores de ajedrez están jugando, se van como robando las fichas. Así va a ser en este tiempo. Hay fichas que van a caer. Hay jaque mate, dice el Señor, para distintos reyes que se creían invencibles. Y cuando digo mate, sí, en algunos casos representa la muerte física. Viene muerte para algunas cabezas, viene jaque mate, dice el Señor, porque han perdido su juego.
Prepárense ustedes, hijitos, dice el Señor, y no se apeguen a ningún líder, porque el que se tome a cualquier tipo de becerro de oro… Así como cuando los hebreos se forjaron un ídolo con todo lo que se habían traído de Egipto, con esas joyas de oro, y empezaron a adorar a ese becerro, y durante esa transición hacia tomar la tierra prometida se olvidaron fácilmente de mí y pusieron su corazón y su esperanza y su fe en un ídolo, así mismo va a haber gente que crea más en un dirigente que en mí.
Cuidado, cuidado, porque si el pueblo no cambia esta conducta, Yo voy a destruir a esos ídolos, porque por más que es cierto que estoy levantando dirigentes para libertar a ciertas naciones, también es cierto que la fuerza no viene de ellos, que la inteligencia no viene de ellos, que la sabiduría solo la puedo dar Yo. Y el que se exalte será humillado, dice el Señor, y el que se convierta como un Nabucodonosor, que se olvide de darme la gloria a mí, será como un árbol que es cortado hasta que se arrepienta y me reconozca.
Cuidado, dice el Señor, porque muchas veces los ídolos no se levantan por culpa de sí mismos, sino por culpa de los que los adoran. Y ahora hay un pueblo que está poniendo su esperanza en el hombre, que está mirando más a un hombre que a Dios. Hay un pueblo, dice el Señor, en algunas naciones que ahora están caídas que buscan un salvador, pero cuando buscan un salvador no se acuerdan de mí, dice Jesús, que soy el único que puede salvar, sino que están buscando a un hombre que los rescate. Pero cuando el pueblo pone sus ojos en el hombre más que en mí, ese hombre es cortado. Cuidado, hijitos, dice el Señor.
Yo (Noelia) estoy viendo a Moisés. Primero no creyeron en él, me dice el Señor, no creyeron que él era el que Yo había llamado para utilizar como instrumento para liberar al pueblo hebreo de los egipcios. Pero también, cuando vieron sus milagros, varios de los hijos de mi pueblo, dice el Señor, se olvidaron en mí para empezar a confiar en él. Y así el pueblo cambia todo el tiempo sus corazones y buscan cualquier excusa para olvidarse de quién es verdaderamente su salvador.
Cualquiera que ponga sus fichas en un hombre, dice el Señor, olvidándose de que la gloria es mía, de que si Yo no salvo con mi brazo extendido, nadie puede salvar, a ese le quitaré su ídolo de carne, porque maldito el hombre que confía en el hombre y que pone su carne como su brazo. Cuidado, dice el Señor, porque esto no solamente está sucediendo en los inconversos, en la gente que está en el mundo, en los que no practican la fe del Mesías, sino en mi propio pueblo, dice el Señor. Quiten su esperanza de los hombres, porque el único Salvador soy Yo, y si Yo no salvo, nadie puede librar de mi mano.
Vienen vientos de cambios, dice el Señor, vientos recios, vientos que transformarán a algunas naciones en un descampado, y vientos que reavivarán a otras, trayendo vida, restauración y levantamiento. Hay cosas, dice el Señor, como frutos que se caen de un árbol y que están podridos, y hay otros frutos que se caen del árbol porque están listos para consumirse. Así, las dos cosas van a suceder al mismo tiempo, dice el Señor.
Mientras algunas naciones bajan, otras se levantan. Mientras el telón baja para ciertas naciones de la tierra, para otras el telón se levanta. Y se puede ver a partir de ese momento lo que estaba preparado para esa temporada. Mientras algunas naciones se duermen, otras se despiertan. Mientras algunas naciones cierran los ojos, otras los abren. Pero la pregunta es: ¿Estás listo? ¿Estás parado sobre la roca? ¿Te preparaste para resistir lo que sea que suceda en la nación donde vos estás? ¿Clamaste por lo que te pedí? ¿Interviniste en los asuntos espirituales del reino? ¿Golpeaste puertas espirituales? ¿Te santificaste? te pregunta el Señor. Porque es fácil echarle la culpa a un gobernante, cuando en realidad tendrías que empezar por tu casa.
Prepárense, dice el Señor, porque estoy moviendo todas las cosas, porque se está preparando el escenario final para que se cumplan las últimas profecías. Estoy moviendo las fichas de ese ajedrez para que lo que está determinado desde hace tiempo esté presto para cumplirse. Oren, dice el Señor, y entiendan las Escrituras para ver en qué tiempo están ahora, porque si no entienden el tiempo de su libertad, no van a luchar para tomar esa tierra prometida.
Una cosa es que Yo les diga que hay una tierra, pero otra cosa es que ustedes se activen para conquistarla. Una cosa es que Yo tenga una promesa para ustedes, pero otra cosa es que cumplan los requisitos para poder obtenerla. Porque me gusta participar con mi pueblo, dice el Señor, porque Yo interactúo con los míos, porque ustedes son parte activa de un plan de restauración de todas las cosas, y antes de ver todas las cosas restauradas, tienen que suceder cosas fuertísimos.
Dentro de esas cosas, naciones como Estados Unidos van a ser unas de las que caigan. Naciones fuertes van a caer como cuando un pájaro está volando y alguien le pega un tiro, y de la nada cae en el piso. Así de rápido será la caida de algunas naciones, dice el Señor, y los míos deben estar preparados, porque cuando Estados Unidos caiga, la cual es una de las naciones que van a caer, que va a dejar de ser potencia mundial… Es una de las naciones de las cuales los recursos que ahora están prácticamente ahí concentrados—yo estoy viendo como si estuvieran recursos mundiales concentrados en Estados Unidos más que en el resto del mundo—dice el Señor, Estados Unidos es una de las naciones en las cuales quito esos recursos y entrego esos recursos a otras naciones que voy a levantar.
Cuando Estados Unidos caiga, muchas naciones van a ser sacudidas junto con esa caída, mas no caerá la que no quiero que caiga, dice el Señor. Pero sí, habrán cambios que van a soplar fuerte como estos vientos recios, como cuando viene un viento tan fuerte que uno tiene que abrazarse a un árbol para no ser volado junto con ese viento. Así serán, dice el Señor, algunos de estos cambios que vienen.
La pregunta es: Hijitos, ¿están listos? ¿Se apercibieron? ¿Clamaron para ser dignos de escapar de estas cosas? ¿Oraron por los perdidos? ¿Ayudaron al necesitado? dice el Señor. ¿Se movieron para que mi plan se establezca en forma y tiempo? ¿Ayunaron para ver las cosas buenas que quiero establecer en cada lugar de la tierra? Porque mis ojos atalayan la tierra, dice el Señor, viendo como mi pueblo reacciona a estos cambios.
Estos son tiempos proféticos, tiempos apocalípticos, tiempos de cambios inesperados, tiempos de movimientos agresivos, tiempos de cambios que golpean, tiempos de cambios que sacuden, como cuando viene un terremoto en un bosque y los árboles que no tenían raíces profundas no resisten y se caen, pero los que sí, tenían las raíces profundas, los que sí, se habían alimentado bien, los árboles fuertes son los que van a quedar de pie mientras estos vientos soplan en el mundo.
Hijitos, asegúrense de primeramente pasar victoriosos esas pruebas de manera individual, porque además de lo que les corresponde a ustedes, comenzando por ustedes mismos y continuando por sus casas y sus congregaciones, dice el Señor, recuerden que una nación que no se une en oración y ayuno no puede permanecer, porque es una nación que está dividida, dice el Señor. Por eso, oren para la unidad de las naciones, porque solo un ejército que está unificado puede permanecer.
Cuando esta libertad venga a estas naciones que ahora están esclavizadas, no teman a esta nueva libertad, dice el Señor. Van a ser como un pájaro estas naciones que habían estado tanto tiempo enjauladas, que cuando saboreen la libertad, no van a saber qué hacer con ella. Van a ser como animales que estaban tanto tiempo en un zoológico, que cuando se lo suelta, no saben cómo comportarse, y hasta les va a costar sobrevivir al principio, dice el Señor. Pero en esos momentos voy a hacer que dependan de mí y que me pidan ayuda para saber cómo subsistir y lo que tienen que hacer.
Yo levanto, dice el Señor, y también Yo hago caer, porque Yo fortalezco y Yo debilito, porque Yo sostengo reinos y Yo también quito mi mano de debajo de esos reinos para que no habiendo nada que lo sostenga, comiencen a caer. Mi justicia es mi justicia, y ¿quién puede decirme lo que tengo que hacer? Si tú no sabes lo que tienes que hacer en medio de estos cambios, pídeme a mí. Si te sientes perdido y no sabes para dónde ir, no es al hombre al que tienes que consultar, sino a mí, dice el Espíritu de Dios, que ahora se mueve entre las naciones, respondiendo preguntas a los que le buscan.
Yo (Noelia) veo que mucho pueblo le consulta al Señor. «Señor, si esto viene en mi nación, si el rey de mi nación es quitado, si todo cambia y se sacude y esta nación se cae, ¿qué hago? ¿A dónde tengo que ir? ¿Tengo que moverme, o qué tengo que hacer? ¿Qué hago con mi familia, con mi trabajo y demás?» El Señor dice que Él espera el momento en que le preguntes lo que tenés que hacer, que Él va a permitir que su pueblo sienta como un cierta incertidumbre, pero es para que lo busquen a Él, para que se acuerden de que le tienen que consultar a Él, para que se acuerden de que lo tienen que buscar para ser capaces de resistir por esos cambios, por esos sacudimos, por esas caídas, o por esas transiciones.
Yo voy a responder y te voy a dar sueños, te dice el Señor, donde vas a recibir las direcciones para este tiempo, y voy a hablar y voy a contestar todas esas preguntas que me hagan los que me buscan, los que me pongan primero a mí y no al hombre. Y me vuelve a repetir el Señor que cuando Él libere a ciertas naciones… Y yo (Noelia) estoy viendo más que nada, o al menos en mi caso, que son algunas naciones latinoamericanas que ahora están en pobreza, en ruina, en esclavitud, cuyos reyes son malvados, egoístas, mafiosos, narcotraficantes, y en algunas de ellas están colocados hasta ilegítimamente.
Cuando quite estas dictaduras, dice el Señor, o gobiernos que están cerca de ser dictaduras, y establezca nuevas cabezas que van a ser colocadas para rescatar a estos pueblos de la esclavitud y llevarlos a la libertad, no se olviden de no poner sus ojos en esos hombres, sino en mí. Porque el que se fíe de esos hombres y ponga su confianza en ellos, cuando ellos, llegado el momento, caen, ustedes van a caer junto con ellos. Porque el que confía en cualquier tipo de ídolos, cuando el ídolo es quitado, el que le confiaba se cae. Su confianza cae junto con él. El que adoraba a estos becerros, colocando sus manos sobre ellos, y este becerro es roto, entonces sus manos se quedan vacías. Todo aquel que confía en ídolos, cuando el ídolo es destruido, cuando el ídolo es quitado, entonces hay un vacío y nada les queda.
No confíen en el hombre, dice el Señor, no le clamen al hombre, no idolatran a los hombres, hablando de los gobernantes y de las cabezas que el Señor está levantando en el mundo para hacer traer vientos de cambios, sino confíen únicamente en mí, porque el hombre se equivoca, porque el hombre miente, porque el hombre cambia, porque el hombre se enaltece, dice el Señor. Y si ustedes confían plenamente en esos hombres, cuando ellos se equivoquen viene la desilusión, viene la tristeza, la amargura, el enojo, y hasta a veces le echan las culpas a Dios, cuando en realidad es el hombre el que no es perfecto, es el hombre el que peca, es el hombre el que hoy puede estar a cuentas con Dios o tener buenas intenciones en su corazón, pero mañana se da vuelta y se corrompe.
Gracias, Señor. Gracias, amado mío, santo Rey de gloria y majestad. Te damos la gloria a ti por estas palabras, Señor, y te pido que ayudes a todo pueblo que está pasando por cambios y que va a pasar por cambios, a todo pueblo que está en las últimas contracciones, a punto de dar a luz. Gracias, Señor. Queremos más de ti.
Trae más claridad sobre estas palabras. Trae vientos proféticos sobre tú pueblo en cada nación, Señor, para que a su vez corra esa palabra que des, inspirando a muchos y trayendo guías e instrucciones claras de cómo debe interceder y de lo que debe hacer tu pueblo en cada nación, ya sea que se levante o que se caiga en estos últimos días.
Gracias, Padre. Te alabamos y te damos la gloria por estas palabras, en el poderoso nombre de Cristo Jesús. Amén.