[Marcos 12:31, RVR1960] Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.
Dios te bendiga y te proteja, amado pueblo del Señor. Hoy es 29 de septiembre del año 2023, y el Espíritu Santo quiere ministrarte sobre la importancia del amor propio en Cristo Jesús, porque mucho pueblo no se ama, mucho pueblo no se valora ni entiende cuál es su valor, el valor que Cristo Jesús le dio allí en ese madero, en esa cruz.
Ese día que marcó un antes y un después, no solo para todo aquel que crea en el Salvador de los salvadores, sino para el mundo entero, ese día a partir del cual la creación tuvo una nueva oportunidad de resurgir de las cenizas, de ser restaurada. ¡Aleluya, alabado sea el Señor! Adoramos al que vive y reina por los siglos de los siglos, aquel que es nuestro Creador, a aquel que nos hizo con su propia mano.
Hay demasiado pueblo que no se ama a sí mismo, me dice el Señor, demasiado pueblo que se mira en un espejo empañado, no entendiendo cuál es su verdadera identidad, no entendiendo para qué fue hecho, no entendiendo el valor de su cuerpo, de su alma y de su espíritu. Es demasiado el pueblo que se odia a sí mismo, no entendiendo que cuando hacen esto me rechazan a mí, porque rechazarse a sí mismo es rechazar al que los creó.
Hijitos, comprendan, todos ustedes a los cuales esta palabra ya comenzó a viajar para llegar a lo más profundo de sus corazones heridos y con falta de sanidad, con falta de valor y amor propio, con problemas de inseguridad, de auto rechazo, con problemas de auto condenación, es tanto lo que les falta sanar a muchos.
Es por eso que el Espíritu Santo quiere ministrarte hoy, para que una vez entrada esta palabra a lo más profundo de tus entrañas, de tus coyunturas, de tus huesos, de tus músculos, porque eso veo que la palabra entra y viaja por todo tu cuerpo, y va sanando lo que está roto, y va levantando lo caído, y va restaurando lo quebrado.
Eso hace la palabra cuando la aceptás y la comés, y le decís a través de utilizar tu decisión, «entra y sáname», y ya el Espíritu Santo se está moviendo en estas aguas, agitando las cosas escondidas adentro tuyo que ni siquiera vos, tal vez, podías ver hasta hoy.
Cosas tan secretamente guardadas que la mayoría de las personas no se daban cuenta que estaban ahí adentro tuyo, porque mucha gente no puede ver lo que realmente sentís, cómo estás, lo que te falta, las cosas por las cuales sufrís, pero Yo sí te puedo ver, dice el Señor, y Yo sé con qué estás lidiando, y Yo sí tengo la solución, porque Yo soy el remedio. Yo soy el camino a la sanidad, y todo aquel que venga directo a mí, que soy ese camino a la sanidad, a la redención, a la restauración, encontrará lo que necesita en cualquier área de su vida.
Yo veo a muchos de ustedes que están siendo tocados por lo que el Espíritu habla hoy a las iglesias, y estoy viendo una persona que se mira en un espejo y se critica a sí misma, «¡Qué fea que soy!», dice cuando se mira al espejo, «No valgo nada, no sirvo, ¿para qué nací? Maldito el día que mi madre me trajo a este mundo», piensan muchos de ustedes interiormente en lo profundo, profundísimo de sus corazones, y aunque traten de esconder estos pensamientos, el Señor los puede escuchar, y quiere darte una nueva imagen de vos mismo, y quitarte el velo de tus ojos, para que a partir de hoy aprendas a verte como El te ve, y no como él quiere que te veas.
Hijitos, entiendan, dice el Señor, que hay una estrategia diabólica para que estén confundidos en lo que tiene que ver con su identidad, muchos de ustedes tienen una identidad dividida, saben que su alma tiene un valor especial ante mis ojos, dice el Señor. Pero hay otros momentos en donde dudan de ese valor que Yo les di en esa cruz, hay otros momentos donde dejan de escuchar mi voz cuando les digo que los amo tanto, que son únicos, hechura de mis manos, en detalle, para escuchar la voz de aquel que quiere que se odien.
Pero la palabra, sin embargo, dice: «Amen a su prójimo como a ustedes mismos», tienen que encontrar un balance, me dice el Señor, porque muchos de ustedes se dan a su prójimo, pero después cuando tienen que estar solos, se detestan. No quieren encontrarse con lo que ustedes son, muchos de ustedes admiran al prójimo, pero rechazan lo que ustedes mismos son.
Hijitos, despierten, porque esto puede resultar en una puerta abierta para que el enemigo entre y destruya las columnas que sostienen su fe. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», dice la Palabra, y tienen que encontrar un balance, y tienen que amigarse con ustedes mismos, dice el Señor, para que cuando Yo los llame, puedan cumplir ese llamado, esa tarea, esa encomienda cabalmente, y no por la mitad.
Porque si ustedes no aprenden primeramente, si no entienden quiénes son y cuál es su verdadera identidad en mí, si no aprenden a amarse como Yo los amo, así como amar al prójimo, entonces no van a poder cumplir en el nivel que Yo espero y el llamado que les hago, y tampoco van a poder amar al prójimo en la medida que Yo quiero que lo amen si primero no se aman a ustedes mismos, porque así como ustedes se ven en ese espejo, dice el Señor, sin darse cuenta, así ven a los demás.
Es que aún no han sido perfeccionados en el amor, porque ser perfectos en el amor no solamente significa amarme a mí en primer lugar, y también amar a los demás, sino también volcar ese amor hacia adentro, dice el Señor, de una manera sana, correcta, justa, y cuidarse como Yo los quiero cuidar, y mirarse como Yo los miro, dice el Señor.
Si ustedes no logran llegar a este nivel de entendimiento sobre el amor a ustedes mismos, va a llegar un punto a donde van a sentir que no pueden avanzar, porque necesitan ese tipo de sanidad que tiene que ver con el amor propio. Muchos de ustedes no pueden caminar en los zapatos que he preparado para que caminen, muchos de ustedes no pueden caminar colocándose las ropas, las vestiduras especiales y únicamente preparadas para que solo ustedes caminen en ellas, porque no las quieren aceptar, porque piensan que no son dignos, que no sirven para eso, que no valen, pero no están pensando cómo piensa mi corazón.
Le están creyendo a lo que el enemigo piensa de ustedes, y poniéndose de acuerdo con esas mentiras y engaños demoníacos, desechan lo que tengo para darles, porque muchas veces no soy Yo, dice el Señor, quien los alejo de mí, sino que son ustedes, creyéndose indignos de acercarse a mí los que se alejan. Hijitos, tomen conciencia, porque esto es injusticia, si ustedes no aprenden a amarse a ustedes mismos, con quienes conviven 24 horas del día, a quien tienen que cuidar 24 horas del día, de quien tienen que ocuparse 24 horas del día, ¿como pretenden amar a los demás?.
Porque si ustedes se rechazan, inconscientemente van a rechazar a los demás, si ustedes no se abrazan, ¿con qué tipo de abrazo van a abrazar a los demás?, si ustedes se golpean, dice el Señor, es cuestión de tiempo hasta que golpeen a los demás, porque con ese mismo amor que ustedes aplican para consigo mismos es el amor con que se manejan hacia afuera, porque muchas veces lo que hay adentro se refleja en el afuera.
Y ¿cómo quieren dar algo que no tienen?, dice el Señor. Por eso no se escapen más de tratar con este problema, porque yo, Noelia, veo que muchos de ustedes saben que este es un tema que tienen que tratar, el Señor ya les ha revelado que no tienen amor propio, que tienen baja autoestima, que son inseguros, que se golpean y se maltratan, que se auto exigen desmedidamente, que no se perdonan, que se golpean con vara injusta, pero lo han dejado para después y es algo que no quieren enfrentar.
Pero, ¿qué dice el Señor?, hoy está llamando a muchos a enfrentar este gigante y a vencerlo en el amor de Cristo Jesús, porque Dios es amor. Nosotros debemos amarnos a nosotros mismos como El ama. Hijito, los amo tanto, dice el Señor, y hoy deposito en ustedes una medida de este amor con el cual los estoy llamando desde antes de formarlos en el vientre de sus madres, para que ustedes vayan regando esta semilla y crezca como un árbol adentro de ustedes que lo va abarcando todo hasta que ya no quede un centímetro de ustedes que no aprendan a amar.
Hijitos, entiendan que si ustedes no se aman, están rompiendo este mandamiento de amarás a tu prójimo como a ti mismo, porque muchas veces ustedes mismos se borran de la ecuación. Ustedes mismos toman una goma, metafóricamente hablando, y se borran de ese dibujo, no quieren estar, no quieren aparecer, no quieren verse, no quieren aceptarse, si pudieran se eliminarían a ustedes mismos.
¿Cómo puedo utilizar un vaso que no quiere existir?, dice el Señor. ¿Con qué lo voy a llenar si cree que no es digno de recibir de mis aguas? ¿Cómo lo voy a ungir si va a querer quitarse ese aceite de encima por creer que no vale nada? Hijitos, tienen que arreglar este asunto, vengan a mí, dice Jesús, para que Yo les revele en un nivel mayor el sacrificio de la cruz, para que ustedes puedan entender que fueron comprados a precio de sangre derramada en inocencia, tanto así valen, dice Jesús, que entregué mi vida santa, libre de culpa y de pecado por ti.
Honra este sacrificio, te dice hoy el Señor. Ese es el precio que tienes y cuando el diablo te mira, mira ese precio que se ha pagado por vos, porque yo, Noelia, veo en visión donde el diablo nos mira a los que hemos nacidos de nuevo, los que pertenecemos al Reino de los cielos, los que hemos sido comprados a ese precio tan alto de la sangre de Cristo Jesús, el inocente, el cordero sin mancha que fue llevado al matadero por nosotros para librarnos de nuestros pecados y cuando el diablo nos mira ve que hay una marca, ve que hay un sello en nosotros y sabe a quién le pertenecemos.
Pero no solo eso, sino que sabe que tenemos un precio, sabe que hemos sido comprados a un precio altísimo, pero el problema es que nosotros no sabemos cuál ha sido ese precio. El problema es que nosotros mismos no entendemos que hemos sido sellados con ese sello que vale más que todas las piedras preciosas y riquezas del mundo. Consideren, dice el Señor: ¿cuál es el valor de esa sangre derramada?, consideren si ese precio tuviera que ponerse en números y tuviese que dársele un valor numérico, no alcanzarían todas las cifras que existen en las matemáticas para representarlo.
Hijitos, entiendan que el valor que ustedes tienen, el valor de los míos sobrepasa todo entendimiento humano, lo que tuve que pasar para comprarte, para adquirirte, nación santa; lo que tuve que sufrir y doler en mi carne sin merecerlo, pensando en que ibas a ser mío, te dice Jesús.
No es justo que después de haber sentido los clavos en mis pies, en mis manos, te consideres así, no es justo, te dice el Señor, que después de haber chorreado la sangre por mi frente cuando me colocaron esa corona de espinas puntiagudas donde mi frente se entumeció por sentir tanto dolor, mi cabeza, que después de eso, escupas de esta manera en esa cruz cuando decís que te odiás.
Arrepiéntanse de odiarse a ustedes mismos, porque yo Noelia, estoy viendo que muchos de ustedes cuando se miran al espejo, en vez de verse cómo son, ven a un cerdo, muchos de ustedes, cuando se miran al espejo, en vez de ver una imagen real, ven un monstruo. Es que su mente no está sana, dice el Señor, sino que al estar contaminada por cosas que hay que erradicar, por mentiras que están creyendo, escuchando y casándose con ellas, lo que ustedes proyectan en ese espejo ni siquiera se acerca a lo que es la realidad.
Si ustedes estuvieran sanos, dice el Señor, en vez de ver ese cerdo en el espejo, del cual quieren librarse si fuera posible, del cual escaparían si pudieran, hablando de ustedes mismos, verían una piedra preciosa con un color sin igual, con un brillo que ninguna otra puede tener, con una tonalidad distinta a la de todas las demás, con una talla absolutamente particular y preciosa ante mis ojos, hijitos, quiero que se vean así.
Pídanme que los sane, porque mi pueblo no entiende que si no se paran firmes a donde tienen que estar, que si no se ponen esos zapatos que preparé para que caminen en ellos, que si no se visten de esas vestiduras que están allí en el armario celestial esperando ser usadas por ustedes, cuando finalmente acepten lo que son, les va a ser muy difícil resistir al tiempo final, les va a ser muy difícil terminar la carrera, dice el Señor.
Porque el que no está convencido que quiere llegar hasta el final, porque sabe que se lo merece, ¿Cómo puede obtener la victoria?, hijitos, ustedes no entienden, dice el Señor, no pueden imaginarse muchas veces que la forma que ustedes tienen Yo se las di, que la manera en la que ustedes hablan tiene un porqué, que las cosas que les gustan, las características que los diferencian, el estilo en el que cada uno camina, todas esas cosas y más, fui Yo el que las creó.
¿Por qué desprecian a mi creación cuando se desprecian a ustedes mismos? Muchos de ustedes no aman la forma del cabello que tienen, otros detestan el rostro que les di, ni hablar de la forma de sus cuerpos, gran parte quisiera ser como otra persona es y no como ellos mismos son, quisieran que reemplacen cosas que no les gustan por cosas que sí les gustan de otras personas.
No se dan cuenta que cuando ustedes hacen eso se están poniendo en el lugar de un juez, y no solo eso, sino que se ponen en el lugar de un juez injusto que no sabe juzgar como juzgo Yo, esto es pecado, dice el Señor, del cual deben arrepentirse y apartarse, y empezar a entender que un pueblo que no se ama se castiga, que un ejército que no se cree digno de ganar la batalla, no la gana.
Hijitos, deben asentarse, deben pararse con seguridad, con autoridad, con criterio Santo, deben observarse en santidad, tienen que limpiar su ojo, dice el Señor, porque con un ojo oscuro lo único que van a ver es oscuridad.
Pero si ustedes limpian su vista, limpiando primero sus corazones, entonces van a poder ver esa luz que están ustedes, en la cual habita mi santidad. Hijitos, limpien la forma en que se miran, dice el Señor, restauren la imagen de ustedes mismos en sus mentes para que Yo pueda mostrarles lo que he preparado para ustedes y poder llevarlos a caminar en eso. Hijitos, no pierdan tiempo, dejen de hablar mal de ustedes mismos porque ustedes dicen que no murmuran de los demás, pero murmuran contra ustedes mismos.
Ustedes dicen que no son severos con los otros, pero son severos con ustedes mismos, dicen que han perdonado todas las cosas a los demás, pero no se han perdonado a ustedes mismos, empiecen por la casa, dice el Señor, y pasen la escoba a donde hay suciedad.
Hijitos, vengo por un pueblo Santo, vengo por un pueblo que sabe quién es y a quién espera, vengo por un pueblo que ha entendido lo que significa ese sacrificio de ese día en esa cruz, vengo por un pueblo que lo ha honrado, dice el Señor, un pueblo que tiene claro a quién le pertenece y qué es lo que le espera.
Pero el que duda de sí mismo también duda de lo que espera, el que no se ama a sí mismo, tampoco puede amar a su Creador como debería. Muchos de ustedes saben mirar para afuera, pero no para adentro en una manera balanceada, porque también es cierto que nadie tiene que tener una autoestima sobrepasada, que nadie debe creerse más de lo que es, pero también está el otro extremo, dice el Señor, donde se desvaloran como si fueran basura.
Muchos de ustedes me hablan y me piden cosas, dice el Señor, y me dicen «¿por qué no respondo?, ¿por qué no les doy lo que tanto me piden, ¿por qué no llega eso que tanto esperan?, pero es que ustedes mismos me cierran la puerta, dice el Señor, cuando Yo les quiero responder a esas peticiones, pero sin darse cuenta ustedes rechazan los bienes que tengo para darles, porque dicen que no se los merecen, porque no se aman a ustedes mismos, porque no se consideran como Yo los considero, porque ustedes se ponen en el lugar del Juez y dicen «no, mejor no, porque no me lo merezco».
Hijitos, arrepientan me vuelve a repetir el Señor, porque de esta manera son injustos y rechazan las cosas buenas que tengo para darles. En este momento sano muchos corazones, dice el Señor, corazones sangrantes, corazones que lloraban por estas cosas que el Espíritu está hablando hoy, corazones que se preguntaban para qué nacieron, corazones que no querían existir, que rechazaban la vida, corazones suicidas.
Porque cuando uno tiene falta de amor hacia sí mismo en tanta cantidad, llega un momento a donde verdaderamente quisiera estar muerto y rechazando la vida se convierten en suicidas, atentando contra sus propias vidas. Yo quiero un pueblo que me escuche, un pueblo que reciba lo que le quiero dar, un pueblo que se cuide como Yo los quiero cuidar, como cuando los sacerdotes en el antiguo pacto cuidaban del altar y lo mantenían impecable continuamente.
Cuanto ustedes más tienen que cuidarse y guardarse continuamente, ¡cuanto más valen ustedes que ese altar!, ustedes mismos tienen un altar en sus corazones, pero muchos piensan que si se ocupan más por el de afuera que por ellos mismos van a ser mejor recompensados. Sin embargo, no se dan cuenta que a veces salen de ese tabernáculo individual para ir a ocuparse del ajeno, y al hacer esto en una medida desbalanceada, dejan libre su propio territorio para que el enemigo entre y lo ensucie y lo destruya.
No estoy diciendo que no ayuden al prójimo, sino que tengan cuidado de que no les pase que por hacerlo se olviden ustedes, de quiénes son, porque quiero que mi pueblo se ame, quiero que mi pueblo se respete y deje de maldecirse a sí mismo, porque yo Noelia, veo muchas mujeres que hablan tan mal de sí mismas, que se maldicen constantemente y se atan a sí mismas.
A veces ni siquiera son los demonios, brujas o hechiceros, ni siquiera es el enemigo, sino que ellas mismas hacen el trabajo que tiene que hacer el enemigo auto-maldiciéndose, odiándose, rechazándose, poniéndose en un lugar apartado de todo lo bueno que les podría pasar. Y aunque hay hombres que también se odian a sí mismos, el Señor me revela que esto sucede más en las mujeres, y cuando una mujer se odia a sí misma, sin darse cuenta se aleja de las posibilidades de bendición que podría recibir y ella misma se aleja de los lugares donde le podría ir bien.
Cuando una mujer se odia, está juzgándose a sí misma, y considera que no es digna de merecer lo que podría recibir en ese lugar que podía ser de bendición para ella. Cuando una persona se odia, dice el Señor, es como si constantemente se auto-clavara dagas a sí mismo en el Espíritu y el sistema inmunológico tiene que trabajar de una manera exigida para poder defenderse.
Con estos auto-ataques el cuerpo llega a un punto en que este motor se desgasta, me dice el Señor, y la enfermedad comienza a manifestarse y a crecer. El cáncer es una enfermedad característica y una de las razones por las cuales puede desarrollarse en los cuerpos, y aunque no es la única, el cáncer suele presentarse por el odio, la falta de perdón y el rencor.
Pero esto no pasa solamente cuando una persona siente estas cosas hacia los demás, sino también hacia sí mismo, cuando una mujer se odia, no se perdona, no se aguanta ni ella misma, no quiere estar consigo misma y esto se prolonga en el tiempo, eso abre las puertas para que el cáncer y otras enfermedades crezcan.
El Espíritu Santo me revela que las enfermedades, especialmente las autoinmune, se desarrollan en su cuerpo y después que esto pasa es aún peor, porque la persona vuelve a pensar que ahora está enferma porque se lo merece, que tenía razón. Así que tengan cuidado con auto-maldecirse, tengan cuidado con lo que hablan de ustedes mismos y de cómo se presentan ante los demás.
Tengan cuidado que no se estén descuidando ustedes mismos, porque en el caso de muchos hombres también dejan de cuidarse a sí mismos, dejan de asearse a sí mismos cuando no se quieren y se vuelven como impresentables ante la sociedad, porque para ellos son como un producto del supermercado que está vencido y que hay que desecharlo.
Hay distintas maneras de odiarse a sí mismo, me dice el Señor, y esa falta de amor propio se puede manifestar de distintas formas, pero Yo quiero sanar a mi pueblo, dice el Padre, porque el hombre fue creado a nuestra imagen, dice Elohim, y no se da cuenta que cuando se mira en ese espejo y se desprecia, nos desprecia a nosotros, porque despreciar la imagen propia es despreciar la imagen del Padre, porque estamos hechos a imagen y semejanza del Dios altísimo.
Tomen conciencia, dice el Señor, de que cuando ustedes se maltratan a sí mismos están maltratando mi creación, si ustedes no se perdonan, Yo tampoco los voy a perdonar, corríjanse, y entren en mis aposentos creyendo que me pertenecen y creyendo que son dignos de estar ahí, porque Yo amo a los que me aman, dice el Señor, a los que temprano me buscan, pero a veces no me buscan de primero porque piensan «¿para qué voy a buscar a Dios si no lo voy a encontrar?».
Pero no es porque Yo no quiera ser encontrado, sino porque este tipo de personas piensan que son como invisibles, que nadie los ve, que nadie los tiene en cuenta, ni siquiera Yo. Errados están, dice el Señor, equivocados, ciegos, envenenados por esta falta de amor hacia sí mismos, vacíos de la plenitud en Cristo Jesús, divididos por dentro, fragmentadas sus almas, porque el que tiene falta de amor propio tiene el alma fragmentada.
Cuando una persona se siente fragmentada cree no puede estar unida en sí misma, sabe que su alma está dentro de su cuerpo pero no siente que esté allí porque cree que no debería estar ahí; es una percepción errónea, demoníaca, tergiversada, una proyección sucia que no se puede interpretar claramente.
Así son los que no se quieren, los que no se cuidan, los que no se guardan, los que no se esperan, ni se tienen paciencia. Pero si ustedes vienen a mí, Yo puedo unirlos otra vez, si ustedes vienen a mí, Yo puedo encontrar cada, cada fragmento de sus almas que está dividida o separada y volverla a pegar, si ustedes creen, dice el Señor, Yo puedo restaurarlos como si esto nunca hubiera existido. Aleluya.
Hijitos, entiendan que vengo por un pueblo que sabe amar, pero también que sabe amarse. Vengo por un pueblo que sabe valorar las cosas celestiales, incluyéndose a sí mismos, tengo por un pueblo que anhela ganar ese trofeo y terminar esa carrera en victoria en mí, sabiendo que es digno de recibir ese premio. Vengo por un pueblo que entiende cuál es el valor por el cual fue comprado.
Cada uno de ustedes debe arrepentirse de toda palabra que habló en contra de sí mismos, cada uno de ustedes debe pedir perdón por haberse auto-maldecido, porque el que no se ama busca relacionarse con personas que no lo amen, porque el que se maltrata a sí mismo, busca gente que lo pueda seguir maltratando, el que no se cree digno, va a juntarse con aquellos que lo traten indignamente, porque así como se ve se va a concretar en las relaciones interpersonales que tenga.
Si ustedes creen que son basura, dice el Señor, como basura van a buscar que los traten, porque a eso están acostumbrados, son como los cerdos que se acostumbran a nadar en los charcos de lodo, para ellos es normal nadar en esta mugre, pero Yo quiero rescatar a mis ovejas de esos lugares sucios y lavarlas y limpiarlas y que habiten en un lugar seguro.
Acepten mi mano cuando extiendo la ayuda, dice el Señor, porque muchos de ustedes me piden que los ayude, pero cuando Yo extiendo mi mano para brindarles esa ayuda que me están pidiendo, no la quieren tomar porque no saben vivir de otra manera, porque se acostumbraron tanto a tratarse tan mal que tienen miedo de cambiar, piensan que la manera en que están es la mejor, aún sabiendo que no lo es.
Es como un bloqueo emocional que les provoca rechazar la ayuda aún cuando la tienen a mano. Tengan cuidado, dice el Señor, porque están escuchando espíritus de demonios que atacan permanentemente la imagen de ustedes mismos, porque están escuchando lo que ustedes quieren escuchar. Tengan cuidado, porque están como firmando contratos cuando les dicen sí a esos pensamientos demoníacos, porque no se están colocando el yelmo de la salvación cuando están permitiendo que estos dardos demoníacos ingresen en sus mentes, atacando su identidad.
Tengan cuidado, porque no están teniendo fe, no están levantando ese escudo que los protege de las mentiras del enemigo cuando vienen esos pensamientos mentirosos. Tengan cuidado porque no me están creyendo, no están creyendo a la Palabra escrita cuando no se aman como Yo digo que los amo. Tengan cuidado porque la falta de amor propio tiene que ver con falta de fe.
Si tuvieran fe creerían lo que está escrito sobre ustedes mismos y así quiebran las tablas de los mandamientos y le abren la puerta al enemigo para que entre a robar, a matar, destruir, y para cancelar todo propósito divino en sus vidas, para destruir toda semilla del Reino de los cielos implantada en sus corazones. Todo sueño que Yo quiero poner ahí para que ustedes cumplan es erradicado por la mano del enemigo cuando ustedes por falta de fe creen lo que él les miente sobre sí mismos.
Estudien en la Palabra lo que ustedes valen para mí, lo que Yo hablo sobre el valor de las almas, lo que Yo hablo sobre cómo amo a los que son míos, porque el que no se ama a sí mismo en el nivel que debería, no quiere tomarse fuertemente de mi mano por creerse indigno, porque piensan que porque ellos no se aman, Yo tampoco los amo, pero no es mi error, dice el Señor, si no es el acuerdo que ustedes le dieron a Satanás cuando le creyeron.
Porque Yo quería que se casen conmigo, dice Jesús, pero se casaron con estos demonios de odio cuando decidieron abrirle las puertas de sus vidas. ¡Oh hijitos!, ¿que no ven que una vez que el enemigo entra a la casa empieza a destruir todo lo que hay en ella?, ustedes le están dando lugar a semejantes mentiras sobre su propia imagen hasta que están en el piso y después no entienden por qué les va tan mal. Algunos de ustedes ni siquiera necesitan que venga alguien a golpearlos porque ustedes mismos se golpean tanto como alguien que está en el piso que ya no se puede levantar.
El enemigo a veces ni siquiera tiene que usar otra herramienta para ir y golpearlos porque ustedes mismos ya hicieron ese trabajo y después desde el piso me preguntan «¿por qué me abandonaste, Señor? ¿Por qué me golpeaste, me dejaste así tirado?», cuando Yo estuve todo el tiempo tendiéndoles la mano para ayudarlos, para levantarlos de ahí.
Es una decisión que tienen que tomar, dice el Señor, porque si no se aman, inconscientemente se van alejando de mí, si no se aman están como ciegos que no pueden reconocer las buenas cosas que coloco en sus caminos, si no se aman van a ser como alguien que en su travesía encuentra cofres de tesoros escondidos, pero que no los toma, porque dice: «no, esto no es para mí, no lo valgo, no lo merezco, no soy digno».
Si no se aman no van a tener el gozo del Espíritu Santo, porque se contrista dentro de ustedes cuando hablan tan mal de mi creación, dice el Señor. Yo Noelia, te pido Padre, en este momento que ministres el corazón de toda alma que escucha estas palabras, que puedas abrirnos los ojos a todos aquellos que tengamos falta de amor propio, para reconocer este pecado y poder arrepentirnos honestamente y de todo corazón.
Te pido, Padre, que concedas ahora perdón para que cada cual pueda perdonarse a sí mismo de los errores que cometió, porque yo veo que Dios nos trata con muchísima paciencia, pero muchas veces somos nosotros los que no nos tenemos paciencia, que Dios muchas veces no nos castiga, pero nosotros sí nos castigamos.
Muchos de ustedes ni siquiera quieren descansar lo que deberían descansar, tomándose el tiempo que realmente necesitan para cuidar, amar y respetar el descanso en el espíritu y los tiempos, los ciclos de la vida; pero en vez de eso muchos de ustedes son como un trabajador que en vez de trabajar 8 horas al día trabaja 15 y se va desgastando.
Son como esclavos de sí mismos, me revela el Señor, y piensan: «no, no puedo descansar, tengo que seguir», hasta que las máquinas se rompen, hasta que el esclavo no puede más, hasta que sus huesos se desgastan y su mente ya no puede pensar. Muchos no ponen un freno en sus días, porque no se aman como deberían. No soy Yo el que les está exigiendo tanto, dice el Señor, sino que son ustedes mismos, y cuando hacen esto acortan los días de su vida.
Y me revela el Espíritu Santo que en vez de vivir muchos años viven menos de lo que el Señor había planeado, porque al no darse descanso el cuerpo rinde menos de lo que tendría que rendir a lo largo de los años, por esto también es maltrato y es esclavitud, me dice el Señor.
Reconozcan este auto maltrato y arrepiéntanse de no darse descanso a sí mismos. Hay gente que nunca quiere tomarse unas vacaciones cuando el Señor se los permite, porque piensan que si lo hacen Dios los condenaría, y no estoy diciendo que haya que tomarse vacaciones siempre o sin la guía del Espíritu Santo, pero a veces no es el Señor el que te está diciendo que no vayas a tal lugar o que no te tomes unos días o que no descanses de lo que te desgasta.
Muchas veces Dios te da el OK, pero sos vos mismo que no querés ceder, porque eso significaría darte un respiro, eso significaría respetar tus tiempos de descanso para poder recuperarte para poder seguir en el ciclo que viene después. Esto es un pecado, el pecado de no darse descanso, el pecado de creer que uno puede seguir y seguir sin nunca parar.
Es un pecado el no guardar el reposo que Dios nos manda a guardar en los tiempos que necesitamos, porque para eso está el Espíritu de Dios viviendo en nosotros a partir de del día de Pentecostés, a partir de que comenzó a ser derramado en los hijos de Dios para marcarnos cuando debemos reposar y cuando debemos trabajar, pero el que no se ama no acepta ningún tipo de descanso, ningún tipo de recompensa, ningún tipo de amor.
Para todas las cosas buenas, es la misma persona que no se quiere quien cierra la puerta, porque en realidad en el fondo quiere eliminarse rápido de la vida, y en vez de cumplir la totalidad de los propósitos divinos que Dios preparó para su vida desde antes de la fundación del mundo, cumple menos de los que se les tenía preparado.
Tengan cuidado, hijitos, dice el Señor, y aprendan a amarse con un amor balanceado, porque muchas veces ustedes quieren ayudar a los demás a amarse, quieren ayudar a los demás a sanar el alma, pero el espíritu de esas personas puede reconocer que ustedes mismos no tienen eso que le quieren dar a ellos.
Tienen que sanar ustedes mismos para después iluminar al resto como deberían. Porque si ustedes están oscuros, ¿cómo van los otros a desear esa luz que no hay?, aleluya. Hijitos, pídanme que abra sus corazones para poder entender lo que les estoy revelando hoy, porque esto es una piedra preciosa para su vida en la fe, para este camino de fe que están recorriendo, es una llave que hoy les estoy dando para abrir una puerta por la que todo mi pueblo debería entrar y poder adueñarse de lo que tengo preparado para él.
Entiendan, dice el Señor, lo que significa amarse de verdad, no desprecien estas palabras ni las desechen ni las menosprecian, porque para muchos de ustedes es la solución que les está faltando para poder avanzar en todas las áreas de sus vidas, no solamente en lo espiritual sino en lo laboral, en lo económico, en lo sentimental, en lo familiar, con las amistades y en todo terreno, porque la falta de amor propio se refleja en todas las áreas de sus vidas.
Y si ustedes sanan, van a encontrar esa plenitud que han sentido les está faltando, si ustedes sanan, van a ser como un auto que sale del taller renovado y arreglado; así los quiero ver, dice el Señor, como una flor que se abre para recibir el sol con sencillez, con inocencia, porque muchas flores se cierran porque piensan mal de ellas mismas y del sol.
Sean sencillos en la manera de verse, acepten esa imagen que está en frente de ustedes, aprendan a acariciarse, a abrazarse, a esperarse, háblense como ministran a los demás, dense los mismos consejos que les dan a otros por las Escrituras, proclamen los versículos que hablan del valor que ustedes tienen en mí, crean a las Escrituras. Tengan fe de que eso que hoy les pasa puede cambiar, de que soy capaz de transformar todas las cosas y enseñarles una nueva manera de vivir sus vidas en ustedes mismos.
Alaben, dice el Señor, porque la alabanza sana, abre puertas, desbloquea nudos emocionales. La alabanza provoca una lluvia del Espíritu Santo y esa lluvia trae paz, amor, no solamente amor a Dios y al prójimo, sino a sí mismos. Conéctense con otros hermanos en comunión en el Espíritu Santo, reciban el amor que el otro quiere darles, aprendan a ser abrazados, a ser escuchados, y acepten lo que otros quieren darles.
Cualquier tipo de ofrenda, ya sea de tiempo, material, o un oído para escucharlos, reciban lo que los demás quieren darles, porque cuando ustedes reciben eso de los demás, es como si me lo recibieran a mí, porque soy Yo el que quiero amarlos a través de ellos, dice el Señor.
No se nieguen y no se cierren como una tortuga que se mete adentro de su caparazón, digan que sí cuando alguien les quiere regalar algo que es bueno, que les hace bien, no se pongan en el lugar de juez, simplemente reciban lo que les quiero dar a través de ellos.
Hoy ha comenzado para muchos de ustedes que escucharon esta ministración un nuevo camino de sanidad sobre el amor propio, hoy ha comenzado un trayecto por donde el Señor los quiere llevar, como alguien que sube una escalera y va aumentando en el nivel, simbólicamente hablando, así ustedes van a ir creciendo en el amor propio y en el amor por Dios, en el amor hacia los demás. Aleluya.
Escuchen al Espíritu Santo cuando les habla sobre ustedes mismos, reciban las palabras proféticas de consuelo, de edificación, de motivación; muchos de ustedes están en un punto a donde ni siquiera creen lo que les hablo a través de otros, o a través del Espíritu Santo, o a través de los ángeles, no lo creen cuando les digo que los amo, que los quiero usar, que los quiero sanar y muchas cosas más.
Reciban las palabras proféticas que vienen de mi Reino, dice el Señor, porque esto también los va a ayudar a sanar. Créanse dignos y colóquense en una posición de recibir y no de rechazar. Amén, aleluya, gloria a Dios, gracias Padre, gracias amado mío, Santo Rey eterno. Bendito Dios.
Y me dice el Espíritu Santo que tengamos cuidado, porque cuando los adultos no nos amamos así mismo, esto lo impartimos a nuestros hijos, porque nuestros hijos crecen en ese ambiente envenenado por ese odio y ellos repiten ese patrón de rechazarse a sí mismos y de no saber cómo amarse, porque ellos copian todo.
Cuando los niños ven a una madre que no sabe recibir un ramo de flores sin condenarse, ellos tampoco lo van a recibir y cuando ven a un padre que no se cree digno de recibir un aumento de salario o un ascenso laboral sin sentir culpa y sin creerse digno, entonces los niños crecen con estas mismas cosas.
Es lo que beben, son aguas contaminadas por sus padres, y en la manera en que aprendieron van a seguir viviendo su adultez, entonces, dice el Señor, que no solamente tenemos que sanar por nosotros, sino por la generaciones que nosotros influenciamos a través de nuestro comportamiento, porque el ejemplo enseña más que lo que se dice con palabras. Aleluya.
Gracias Señor por estas revelaciones. Gracias, te amamos, te bendecimos Señor, yo Noelia, bendigo ahora todo aquel que escucha, bendigo ahora y coloco una piedra preciosa ahora en el corazón de toda persona que reciba y crea. Muchos de ustedes se lastimaron, me muestra el Señor, se mutilaron el cuerpo, se cortaron, se arrancaron los pelos, se golpearon contra la pared, muchos de ustedes se maltrataron físicamente.
También me muestra el Señor y me dice el Espíritu que se arrepientan para poder sanarlos de eso, para que sus manos que estaban sucias por causa de ese pecado de auto maltrato puedan ser lavadas en este momento, y a través de ese lavamiento puedan ser luego ungidas y utilizadas para ayudar a otras personas, para la sanidad del alma. Amén.
Porque muchos de ustedes no pueden utilizar sus manos en imposición obteniendo los frutos que deberían porque están sucias por este tipo de pecados, por el auto maltrato, por la automutilación, así que arrepiéntanse. Yo unjo las manos de todos aquellos que se han arrepentido en este momento y coloco fuego del Espíritu Santo y una unción Santa para sanidad del alma a través de la imposición de manos. Gloria a Dios, porque siento un fuego tremendo en mis manos ahora que confirma esta ministración.
Gracias Padre, yo coloco piedras preciosas en todos ustedes, dones del Espíritu Santo y herramientas para que puedan ahora comenzar a usar, no solamente al favor del otro, sino de ustedes mismos. Porque ¿A quién no le gusta juntarse con alguien que está libre de auto rencor? ¿A quién no le gusta tener un amigo que es seguro de sí mismo?
Uno piensa muchas veces, «me gustaría ser así, me gustaría tener eso», y el Señor dice que El les puede dar eso que ustedes están deseando de otras personas. Amén, gracias Señor, hay corazones que están siendo sanados, hay lluvia del Espíritu Santo que está cayendo, limpiándolos de la mugre de todas estas cosas que venían siendo arrastradas desde hace muchísimo tiempo, que incluso habían perdido la memoria de cuando venían estas cosas.
Quebramos maldiciones de rechazo en el nombre de Jesús, quebramos maldiciones suicidas en toda línea de sangre ahora, en el nombre de Jesús, quebramos maldiciones de cánceres en el nombre de Jesús. Padre, le cerramos la puerta ahora, a todo enemigo, nos divorciamos de todo pensamiento de falta de amor propio.
Señor, ahora te pido que reemplaces toda semilla demoníaca equivocada sobre nuestra imagen de quiénes somos, sobre nuestra identidad, Señor, por toda semilla Santa que viene de tu Palabra. Me dice el Espíritu que lean la Biblia en voz alta, especialmente los versículos que hablan sobre el amor de Dios por su pueblo.
Aleluya, porque cuando esa Palabra entra, empieza a limpiar nuestra mente y nuestro corazón, trayendo sanidad, seguridad, amor propio y otras cosas, y muchos de nosotros, los que somos padres podemos aprender a mirarnos a nosotros mismos y comprender cómo miramos a nuestros hijos y lo que dolería que nuestros hijos se odien o se maltraten a sí mismos.
Muchas veces como padres vemos a nuestros hijos tan hermosos, tan valiosos y no podemos entender cuando ellos se miran en el espejo y se dicen así mismos: «qué feo que soy», y vemos que quieren cambiar su imagen todo el tiempo porque creen que tienen que arreglarse un poco más, o que deben cambiar algo en su cuerpo porque no son suficientes, sin aceptar su imagen en el espejo y nosotros como padres no lo podemos entender.
Así mismo se siente el Señor sobre nosotros, es decir, El quiere vernos bien, quiere vernos felices y gozosos, quiere vernos asentados y seguros, caminando a paso firme, y es entonces cuando el Señor quiere que nos pongamos en el lugar de Él como Padre, así como nosotros queremos ver a nuestros hijos. Amén.
Me parece una estrategia importantísima que aprendamos a mirarnos desde afuera y valoremos lo que como padres queremos para nuestros hijos en cuanto a cómo ellos se valoran y se tratan a sí mismos, amén. Empecemos por nosotros, me dice el Señor, porque eso va a afectar a los que están a nuestro alrededor, incluyendo a nuestros hijos.
Yo estoy viendo que muchos de ustedes desean que sus hijos reciban sanidad en su autoestima, pero ustedes mismos no han sanado primero. Entonces, ¿cómo pueden beber nuestros hijos de unas aguas cristalinas si no hay ninguna fuente que se las pueda dar, si en su misma casa se bebe esta agua contaminada de odio a sí mismo?
Amén, gracias Señor por estas revelaciones y estrategias, gloria a Dios, gloria a Dios. Y recibo un consejo del Espíritu Santo y es que nosotros mismos nos bendigamos regularmente, es decir, Yo Noelia me bendigo en el nombre de Jesús, ungirnos regularmente en el nombre de Jesús, bajo la guía del Espíritu Santo, es decir, tratarnos como nos gustaría tratar a quienes amamos, amarnos como nosotros amamos a otros. Debemos escuchar lo que pensamos y dejar de criticarnos y más bien fijarnos en cómo no nos gustaría que critiquen a nuestros hijos. Amén.
¡Wow!, el Señor nos ha dado muchas herramientas para comenzar con este proceso de sanidad. Estudien esto, especialmente la Palabra, las Escrituras, y pídanle al Señor que les dé más fe para creer lo que leen y para aplicarlo primero con ustedes mismos. Amén, la gloria es para Dios, le damos las gracias a Él, la honra a Él, y recibimos este amor que El tiene para darnos, para que comencemos a caminar en estos zapatos que El nos preparó y que tiene que ver con nuestro destino profético, con el destino profético de nuestras vidas. Aleluya.
Saludos desde Argentina. Un saludo de mí parte Noelia Fernández, y de mi esposo, el pastor Mándala Weber que esté aquí ministrando con los versículos bíblicos en los comentarios. Amén, nos vemos próximamente mediante el Espíritu Santo de Dios. Sigan orando por nosotros para que este trabajo pueda continuar contra todo viento y marea.