Dios te bendiga, amado pueblo del Señor Jesucristo, en estos últimos días, en estos últimos tiempos donde todo se está sacudiendo, donde las cosas a nuestro alrededor comienzan a caer. Aunque a veces en apariencia todo parezca estar sostenido, en realidad, detrás de lo que se puede ver, todo se va desarmando, todo va cayendo. Todas las cosas que son movibles van a ser sacudidas y quitadas, para que solamente queden aquellas cosas que son inamovibles: las espirituales, las eternas, las que probadas por el fuego van a permanecer.
Gloria al Señor, porque el Espíritu ya comienza a ministrarnos en este 2 de agosto del año 2023, año de los últimos días, año de los tiempos finales. ¡Oh Padre celestial! Grandioso, eterno, poderoso, bueno y bendito, Señor misericordioso, henos aquí Padre de la gloria, tus hijos sedientos, danos de beber de tu Palabra, Señor, porque no venimos a cualquier pozo a buscar agua, venimos al pozo de la vida eterna a buscar esa agua, la única agua que puede saciar nuestra sed.
Señor, hoy que vas a hablar sobre este tema predominante en nosotros en estos días, justamente nos humillamos debajo de tus rodillas para besar tus pies. ¡Oh Dios mío!, bajamos nuestros mentones, bajamos nuestras cabezas, bajamos los ojos altivos y reconocemos y hablamos que solo somos tierra formada por tus manos, en la cual respiraste aliento de vida, Señor. Si tú no hablas, nuestros corazones no laten. Si tú no nos das de tu espíritu, Señor, nuestra alma no vive. Padre eterno, si tú no nos das de ese aliento de vida, nuestra alma no vive.
Señor, venimos delante de ti, reconociendo que somos hechura de tus manos, criaturas formadas por tu inteligencia, por tu sabiduría, por tu poder, Señor, ¿quién se igualará a ti?, Rey de Gloria y majestad. ¡Quién como tú, que sostiene la creación con su diestra de fuerza!, aquel que habla y las cosas son, aquel que crea en la perfección. Aleluya, Adonay, nuestro Señor Santo, cuyas vestiduras cubren el templo con una blancura inimaginable para los ojos de la carne. ¡Oh Padre!, te admiramos y venimos primeramente
Señor, yo estoy viendo muchos corazones que anhelan escuchar lo que hoy vas a decir, lo que hoy nos vas a hablar a nuestros espíritus, sacudiendo y quitando y arrancando lo que no tiene que estar, y plantando lo que viene de ti Señor, reemplaza, Padre, reemplaza toda mentira por toda verdad, reemplaza todo desamor por amor, Señor, todo orgullo por humildad, Señor. Sin tu ayuda no podemos. Padre, ayúdanos, ayúdanos a humillarnos, enséñanos a humillarnos, enséñanos a clamar en humildad, Señor, no como aquel fariseo que decía: «Te alabo, Padre, porque no soy como los pecadores»; sin embargo, estaba sucio por dentro y lleno de orgullo.
Amado mío, Rey de Gloria y majestad, ayúdanos a ser Señor, como aquel pecador cobrador de impuestos que iba delante de ti con temor de Dios, reconociendo sus pecados, reconociendo sus fallas, reconociendo que te necesitaba Señor, y diciendo: no soy digno de ti, pero heme aquí, te necesito, alabado sea Señor, cubre hoy nuestras cabezas, Espíritu Santo glorioso, perfecto, hermoso, a quien adoramos, con quien anhelamos tener la relación más cercana de todas; a quién debemos aprender a escuchar día a día, especialmente en estos tiempos engañosos.
Espíritu Santo ingresa ahora, partiendo las ideas y revelándonos cuáles son las ideas en nuestros corazones que vienen de Dios, cuales son las ideas que vienen de arriba, cuales son las ideas terrenales, las ideas infernales y cuales las ideas celestiales. Espíritu Santo, ingresa ahora profundamente en cada rincón de nuestros corazones, para que cuando Dios por su Espíritu hable esta palabra a la iglesia, seamos suficientemente humildes y capaces de reconocer con cuáles de ellas nos estás hablando a nosotros mismos para aplicarlas, para que luego de esta ministración estas palabras comiencen a llevar fruto.
Alabado seas Señor, porque ya está hecho, porque la palabra que envías no vuelve vacía, la gloria, el Imperio y la honra sean siempre para ti, Señor, y solamente para ti. Amén, amén. Hijitos, dice el Señor: en estos tiempos, mi pueblo levanta sus ojos en lo alto, mi pueblo está cautivo por el orgullo y no se da cuenta, mi pueblo es regularmente operado y guiado por una serpiente de maldad, diariamente, dice el Señor, no reconociendo que muchas de sus decisiones y muchos de sus actos provienen del orgullo».
Hijitos, porque por este motivo Lucifer cayó del cielo como rayo, por envanecerse a sí mismo, por llamarse a sí mismo como un dios, por amarse desmedidamente en una forma enferma comenzó a adorarse, él se sentó en el trono donde debía dejarme el lugar a mí, dice el Señor, metafóricamente hablando. Él quiso ser primero antes que Yo, él quiso subir a los cielos más alto de donde estaba Yo, dice el Padre.
Se envaneció, sus ojos se llenaron de orgullo, su corazón se agrandó, pero no para amar más, sino para desear más; el mismo se creyó más grande de lo que era, él mismo se auto engañó, dice el Señor, y quiso reemplazarme, apartándose de mi gloria, para nunca más ver la luz. Hijitos, no sean ustedes así, porque aquel que se exalte ciertamente va a ser humillado. Hijitos, tengan cuidado de ustedes mismos porque el enemigo los está provocando, dice el Señor, para mostrar lo que hay en sus corazones, lo orgullosos que son para tener con qué acusarlos y destruirlos».
Hijitos, guárdense, porque muchos de ustedes quieren mostrarse, quieren hacerse ver, quieren diferenciarse de sus hermanos, quieren ser especiales, así como quiso serlo Lucifer antes de caer. Hijitos, no se dan cuenta, pero están llamando la atención de los hombres más que mi atención, y ¡cuánto me duele!, dice el Señor, porque se alejan de mi presencia, porque Yo no le doy gracias a los arrogantes», dice el Señor, sino que llamo hacia mí, cerca de mí, a los humildes.
Esos son los que me complacen, dice el Señor, esos son los que me agradan, los que dejan de ser, para que Yo sea en ellos, aleluya. ¡Oh hijitos!, muchos de ustedes no creen que esto es así, pero si me piden en la intimidad de la oración y si realmente me buscan, solo el Espíritu Santo les mostrará cuáles son las partes de su corazón contaminado, para que arrepintiéndose, reconociendo este error, puedan ser lavados, limpiados y llamados a presentarse delante de mí con vestiduras blancas y resplandecientes, sin mancha alguna.
Pero muchos de ustedes siguen buscando la gloria de los hombre, y no buscan Mi gloria, muchos de ustedes buscan alimentar a los hombres para que ellos les agradezcan lo que ustedes hacen y así ser reconocidos por ellos». Hijitos, no ven que esto es orgullo, no ven que quieren engrandecerse, sin embargo, todos los que se hagan grandes van a caer, todos los que se exalten desmedidamente van a ser cortados del servicio y del ministerio, porque viene un tiempo a donde voy a ajustar las tuercas, a dónde voy a pesar las balanzas, y todo aquel que me esté robando la gloria, dice el Señor, se bajará de esos podios a donde se auto colocaron.
Hijitos bajen la cabeza, para que a su tiempo, Yo los eleve. Hijitos, muchos de ustedes piensan que lo saben todo, dice el Señor, muchos de ustedes caminan con el pecho inflado, creyendo que porque tienen conocimiento de las escrituras, conocimiento de las genealogías bíblicas, creyendo que porque saben algo son los mejores de los mejore, se están exaltando ustedes mismos, dice el Señor, se están yendo por un camino peligroso, a donde el fin es la perdición, porque así como Satanás se equivocó pensando que podía subir más arriba que Yo, para luego caer y ya no volver más, muchos de ustedes están yendo por ese camino peligroso, y el precipicio está más cerca de lo que ustedes creen.
¿Por qué?, porque no se guardan ustedes mismos, porque no cuidan su corazón, porque no se escudriñan en el espejo de la verdad de mi Palabra, porque no me preguntan, porque creen que ya están absolutamente trabajados por mi mano, piensan que ya terminé de refinarlos, se creen superiores, piensan que ya terminaron de crecer. Cuán equivocados están los que no me buscan para que les revele lo que hay de oscuro en sus corazones, porque mi pueblo peca y no se humilla, porque mi pueblo peca cuando habla enalteciéndose.
Muchos hablan más de ustedes mismos que de mí, dice el Señor. Y muchos de ustedes piensan que lo que tienen de bueno es por su esfuerzo y no porque Yo se los di, pero si Yo dijera tan solo una sola palabra, todo lo bueno que tienen dejaría de ser, sin embargo, tengo misericordia de mi pueblo que peca, y le doy tiempo para que se arrepientan, para que vengan a mí humillados y clamen en mi presencia para que Yo, Jesús, los salve de sus maldades.
Hijitos, me necesitan, para eso morí en esa cruz, para eso me entregué por ustedes y crucifiqué mi carne, así mismo, ustedes deben crucificar la carne, y morir a ustedes mismos para servirme a mí, al Príncipe de paz, al obrero perfecto, al que no se equivoca, al Mesías, al Salvador, a Yeshua el Señor.
Hijitos, cuando ustedes leen las escrituras que les dejé, ustedes pueden ver el ejemplo que les di cuando caminaba sobre la Tierra. ¿Acaso ustedes me vieron con vestiduras elegantes, siendo cargado en carruajes de oro? ¿Acaso me vieron dejándome servir más de lo que Yo serví, dice el Señor, sin embargo, anduve descalzo, me dejé vituperar, se burlaron de mí, rasgaron mis carnes, quebrantaron mi alma, ¡qué no hicieron conmigo!, y por amor me entregué a ese Calvario, a ese sufrimiento, para que ustedes fueran salvos.
Sin embargo, ustedes no son capaces de soportar ni la ofensa de los hermanos y se levantan a contestar como un perro iracundo que quieren morder al primer movimiento que sienten. Están tan enaltecidos, que no entienden lo que es amar recibiendo golpes, porque el orgullo no se los permite, porque ustedes no pelean contra su orgullo, no lo rechazan, se casan con él, es lo que quieren, dice el Señor, es lo que buscan, es lo que sus corazones desean, es lo que hay en lo profundo de su ser.
¡Arrepiéntanse!, y humíllense, no solamente delante de mí, sino delante de sus hermanos, delante de su pastor, delante de aquella cabeza que Yo haya llamado para guiarlos en su camino espiritual. Lo que pasa es que no quieren sufrir, dice el Señor, porque saben que si se vuelven vulnerables al dolor, si se vuelven vulnerables al prójimo, van a sufrir. Muchos de ustedes no quieren que nadie los toque, no quieren que nadie los lastime porque se sienten intocables y sienten que tienen que defenderse, y de hecho se defienden ustedes mismos, no dejando lugar a que los defienda Yo.
Entonces guiados por la carne, cometen errores y se endurecen sus corazones por no dejarme a mí trabajar en esa situación. Por causa del orgullo muchos no vencen la ira, por causa del orgullo muchos no renuncian al control, por causa del orgullo muchos enseñan cosas equivocadas porque prefieren hablar sin saber antes de reconocer que no saben, por causa del orgullo algunos profetizan mal, por causa del orgullo muchos de ustedes se quedan sin una persona que los discipule en su caminar, por causa del orgullo, muchas veces cortan los procesos con aquel líder que les he mandado para que los ayude a crecer y abandonan antes de tiempo.
¡No sean necios!, y recapaciten, y si tienen que pedir perdón abran la boca, bajen sus cabezas y reconozcan el error, porque al humilde le doy gracia, aquel que baja la cabeza, aquel que está dispuesto a pedir perdón y que no se esconde detrás de una fachada, detrás de una careta, a ese ilumino, para que sepa por dónde tiene que caminar. Ese es al que no dejo solo, dice el Padre, al que camina sabiendo y reconociendo que depende constantemente de mí, porque si no, se perdería.
Pero muchos de ustedes han terminado relaciones antes de tiempo, dice el Señor, porque no están dispuestos a perdonar o no están dispuestos a pedir perdón. Porque el orgulloso no quiere reconocer que no es lo que piensa que es. El orgulloso se mira en un espejo y se cree a sí mismo con una imagen distorsionada y con eso logra un falso valor de sí mismo en vez de encontrar su valor en la cruz. El orgulloso forja una imagen de sí mismo que no existe y que si no se arrepiente y cambia, en algún momento va a ser borrada.
El orgulloso no quiere reconocer que tiene errores, que aún tiene que aprender. Porque todos son mis discípulos, no importando en qué parte del cuerpo están funcionando, si son cola o si son cabezas, si recién se han convertido o tienen años en el evangelio, si son ministros de una congregación o simplemente oran en lo secreto, todos son mis discípulos, pero muchos piensan que están por encima de los demás, que son más importantes y que su valor es más alto que otros hermanos.
Esto me indigna y provoca mi ira. A estas personas, les doy un tiempo, les mando palabras proféticas, les aviso con tiempo sobre el camino del error por donde están caminando, les advierto, les revelo, les mando señales y hago todo lo que está a mi alcance para que el juicio no les venga. Pero hay muchos que son como el faraón, que por más que veía señales, prodigios y milagros alrededor, no se arrepentía y no daba brazo a torcer, sino que su corazón se iba endureciendo cada vez más, siendo como una roca inquebrantable.
Así muchos de mis hijos están hoy en la congregación de los Santos, no quieren ver, no quieren escuchar, no quieren tomar las advertencias, no quieren conocer cuál es la imagen real de ellos mismos en esos espejos a donde se miran y se mienten y le mienten a los demás, sino que defienden esa falsa imagen, defienden esas caretas que están acostumbrados a ponerse todos los días, hasta que viene el golpe, y tienen que bajar de esos tronos a donde se subieron súbitamente, así como cayó Lucifer del cielo.
Hijitos, no quiero que pasen por eso, dice el Señor. Reconozcan que ustedes son míos, que me pertenecen, y que si Yo no caminara con ustedes, ustedes no podrían caminar. Hijitos, humíllense delante del Señor de los ejércitos, para que cuando son maltratados, cuando son humillados, para que cuando son traicionados, lastimados, Yo los defienda a su tiempo. Hijos, traigan las causas a mí, porque ustedes solos no se pueden defender, ustedes mismos nada pueden hacer, comparándolos con mis ejércitos celestiales.
Sin embargo, muchos de ustedes creen que son autosuficientes para todo, incluyendo la defensa, y cuando alguien los ataca, en vez de venir al que lo posee todo, ante quien todas las cosas son posibles, ante quien la creación no se puede resistir a sus palabras, recurren a ustedes mismos y erran. Hijitos, reconozcan ahora, que están creyendo mal sobre quiénes son ustedes mismos, reconozcan que se están pesando en una balanza falsa con un peso injusto, comparándose con los demás, porque son ustedes los que inclinan esa balanza a su favor, pero no soy Yo, porque Yo tengo peso justo, pero ustedes se pueden equivocar.
¡Oh hijos míos!, ¿hasta cuándo van a seguir enceguecidos, mostrándose como un pavo real que quiere que lo vean para buscar la adulación de los demás?, esto es egolatría, están idolatrándose a ustedes mismos con este tipo de arrogancia, de orgullo, de soberbia que detesta mi alma. Algunos de ustedes se ven bellos por fuera, en lo exterior, pero por dentro son horribles de tanta soberbia que hasta se huele, dice el Padre, y llega a mis narices.
Porque algunos que andan en este comportamiento son como un animal que para atraer a las hembras emite olores especiales, se pasean como un animal macho que desprende perfumes para atraer y conquistar a la hembra, así se manejan algunos, probando todo tipo de técnicas y estrategias para hacerse ver ante los demás, quieren ser vistos, quieren figurar, quieren estar en las primeras filas, quieren que vengan los hombres y se les arrodillen ante sus pies, cuando hasta los ángeles les dicen a los hombres, «No, no lo hagas, porque soy consiervo tuyo.»
Mis hijos no entienden que solo son vasos en donde Yo vierto lo que yo quiero verter, y que si Yo no vertiera de mi poder, de mi unción, de mi santidad, nada podrían hacer. Reconozcan que dependen de mí, reconozcan que si ustedes no vienen a beber de la Fuente se secan, porque no es por la fuerza de ustedes, no es por su autosuficiencia, no es porque son tan buenos o lindos o poderosos. Si yo quiebro el vaso, ¿quién lo puede arreglar?», dice el Señor.
Pero muchos de ustedes tienen vergüenza de venir a mi presencia desnudos en sus corazones, reconociendo sus errores y pidiéndome rescate, porque piensan que eso sería una forma de debilidad que no tiene que estar. Sin embargo, Yo le doy favor al que se quebranta delante de mí, Yo favorezco al que se desnuda sin vergüenza, mis ojos miran fijamente a los que tienen temor de levantar la vista para mirarme a mí porque saben de mi santidad, porque saben que solo Yo soy perfecto, sin mancha, sin error, sin equivocación.
Saben que tan solo una orden y todo lo que se puede dejar de ser, porque me reconocen como su Dios, como su Señor, como el Salvador de lo que ellos no pueden salvar. Hijitos vengan, vengan porque quiero pasar ese hisopo por ustedes para limpiarlos y que puedan crecer más, porque el orgullo es una de las razones por las cuales no están pudiendo crecer, porque lo que hace el orgullo es levantar barreras entre ustedes y Yo, barreras entre ustedes y los demás, porque el orgulloso cree que no necesita de nadie para crecer.
El orgulloso no busca reconciliarse, sino separarse, porque el orgulloso vive en un castillo invisible que es su fortaleza a donde habita él y solo él, y todo se trata de él y no hay espacio para nada ni nadie más, mucho menos para mí, y aunque cree que Yo existo no me deja entrar, porque el orgulloso quiere espacio para él, quiere tiempo para él, quiere atención para él, necesita alimentarse de todo lo que tenga que ver con él, ese orgullo crece y crece y se hace como un gigante que lo va abarcando todo cuando se alimenta del reconocimiento de los demás.
El orgulloso va eliminando a los que son mejores que él en cualquier aspecto de la vida, considera que cualquier amenaza que represente algo que sea mejor que él tiene que eliminarse de su vida porque si no otros ocuparían ese primer lugar. El orgulloso tiene que ganar, el orgulloso es competitivo, tiene que llegar primero a toda costa para demostrar que se vale por el mismo.
Arrepiéntanse mientras el Espíritu ministra para que el Señor vaya lavando sus impurezas y quebrantando lo que se endureció, porque el orgullo provoca dureza del corazón. En vez de tener un corazón blandito; cuando una persona se mantiene en el orgullo, no lo trata y no permite que Dios lo ayude a tratarlo, el corazón de esta persona se va volviendo como roca, así como el corazón de Lucifer se volvió una roca cuando él cayó, los sentimientos van menguando en una persona que va creciendo en orgullo, la capacidad de amar se va desvaneciendo en alguien que va alimentando progresivamente al orgullo dentro de sí en vez de resistirlo, de debilitarlo.
El orgulloso tiene miedo de orar adelante de los demás, porque no quiere equivocarse en nada de lo que hace. El orgulloso vive pensando en el qué dirán, cómo me juzgarán, cómo me verán, le importa más la opinión de los hombres y de sí mismos, que de su Dios. El orgulloso es resistente, no se quebranta fácilmente; la terquedad es orgullo, dice el Señor, la vanidad es orgullo, la vergüenza escuda al orgullo que está detrás, la timidez resguarda al orgullo que está detrás.
El orgullo se esconde detrás de muchas cosas y se manifiesta de muchas maneras, hasta la tristeza y la depresión muchas veces son manifestaciones de un orgullo escondido, porque exceptuando la tristeza lícita por ciertas cosas, a veces una tristeza prolongada, enferma y patológica en realidad se manifiesta porque la persona no vive lo que le gustaría vivir, porque las cosas no son como piensa o quiere que sean.
El victimismo es una forma de orgullo, el egoísmo es una forma de enaltecerse, porque para el orgulloso es más importante él mismo que los demás, el que opera en mucho orgullo normalmente dice la Palabra ‘yo’, muchas veces al día y habla menos de los demás en una buena manera, porque el orgulloso tiene sus ojos inclinados a sí mismo y no hacia los demás.
La misión principal del orgullo es ser el primero y estar antes que Dios, así como Lucifer quería ser primero, ser el más poderoso, ser el más importante y que todos le rindan adoración. El orgulloso necesita ser adorado para sentirse importante, necesita alabanza para quererse a sí mismo, en vez de dejar que Dios lo ame con un amor puro y celestial.
Hay muchas maneras en la que esta serpiente se alimenta y que muchos de ustedes no se dan cuenta, dice el Señor, que se sientan a la mesa a alimentar a este orgullo en vez de debilitarlo. El ayuno quebranta al orgullo, el pedir perdón quebranta al orgullo, el reconocer que uno se equivoca debilita al orgullo y va retrocediendo y deja de tomar protagonismo. Servir a los demás provoca que el orgullo disminuya, la oración en intimidad permanente humilla al alma debilitando al orgullo, pero el orgulloso muchas veces no quiere ir delante del Señor quebrantando su corazón en oración permanente, y mucho menos clamar y llorar delante de Dios, porque para él eso representa debilidad.
El orgulloso piensa que no necesita orar a solas en intimidad con Dios, porque siente que no necesita a nadie más que él. La lengua puede ser utilizada para acrecentar el orgullo o para velarlo más, y muchos de ustedes están hablando a favor de enorgullecerse en vez de volverse más humildes. Me viene el versículo cuando Jesús entró en Jerusalén en un asna, y la gente decía «Hosanna, Hosanna», y lo reconocían como rey, sin embargo, él entró humilde cabalgando en una asna, aleluya.
Muchos de ustedes están confundidos, y piensan que si se humillan ya no van a ser importantes, piensan que si se humillan no podrán operar en poder porque se muestran tal cual son delante de los demás, sin aparentar que son perfectos, o que nunca pasan por situaciones difíciles. Porque el orgulloso no quiere pedir ayuda para que los demás no puedan ver sus debilidades y reconozcan que no son perfectos. Se equivocan al pensar que hacen mal si viven humildemente, si se humillan delante de los hermanos, o son transparentes actuando como son realmente.
Porque estoy viendo ahora algunos ministros que cuando están enfrente de una congregación se muestran fuertes, invencibles, perfectos en apariencia y en actitud, pero cuando van a sus casas se desmoronan porque no se dejan ayudar, porque piensan que no necesitan del resto del cuerpo para crecer, para mejorar, para recibir sanidad y liberación; estas personas piensan muchas veces que si se muestran cómo son y cómo están en realidad, el Ministerio les va a ser quitado o va a dejar de ser, no entendiendo que aquel que se humille será exaltado.
Justamente es lo contrario que estoy esperando que hagan, y este tipo de personas que están confundidas y engañadas por la voz del mal. Cuanto más quebrantados estén, cuanto más humillados vivan y reconozcan que necesitan de mí y del resto del cuerpo de Cristo, es ahí, cuanta más ayuda les voy a dar, porque cuando ustedes se caigan es cuando reconozcan que necesitan de alguien que los levante y ahí voy a su rescate.
Pero están confundidos, y aquellos que viven de esta manera tienen que reconocer que solos no pueden y deben buscar ayuda de los demás, porque cuanto más orgullosos sean, más los voy a hacer depender de los hermanos, dice el Señor, y menos de sí mismos. Cuanto más solos quieran estar por causa del orgullo y no porque yo los estoy llamando a apartarse en soledad, más rápido se van a hundir en esas arenas movedizas donde ellos mismos se meten.
Hijos míos, hay situaciones donde no van a poder salir solos de dónde están, así como cuando a Moisés se le caían los brazos, y Aarón y Ur le sostenían para que pudiera seguir orando y no perdieran la batalla, a veces no les permito seguir adelante, no les doy la solución hasta que no bajen la cabeza y reconozcan que solos no pueden y pidan ayuda. Si tan solo vinieran a mí, les revelaría la solución. Si tan solo me buscarán humillados, Yo respondería, dice el Padre, pero a veces me buscan no en humillación, sino en exaltación.
El orgullo es como una serpiente que habita dentro de las personas, que mantiene su cabeza erguida esperando ser amenazada para atacar al mínimo intento, así como una serpiente en la vida real se queda quieta y espera y ante la mínima amenaza reacciona, mordiendo y envenenando a la presa, así es el orgullo, se defiende, se enoja, se levanta, pero deben tener dominio propio, aprender a pisar esta serpiente debajo de sus pies, dominar las ganas de utilizar la boca para responder al mal con el mal.
A esta serpiente hay que cerrarle la boca, dice el Padre, y no dejarle hablar, porque cuando la serpiente habla, veneno escupe dañando al blanco. Hijitos aprendan a distinguir cuáles de sus reacciones vienen de mí, inspiradas por mi Espíritu, y cuál están inspiradas por una serpiente de orgullo, una vez distinguida cuál de las dos fuentes es, aprendan a reaccionar a favor de la verdad, a favor de la bondad, a favor de la humildad, a favor del amor.
Porque el orgullo se contrapone al amor, porque el amor no necesita defenderse, el amor lo perdona todo, el amor aguanta y espera, el amor sabe sufrir y no se envanece, ni tampoco piensa en sí mismo, el amor queda pisoteado bajo sus pies, cuando ustedes se dejan manejar por la inspiración del orgullo.
No es posible que el amor de Dios se manifieste en ustedes si ustedes operan a través del orgullo. Quiero que mi pueblo se arrepienta, y se humille delante de mi presencia, porque hay muchos que oran y me piden, y hasta hay algunos que interceden con una actitud arrogante, dictatorial, inclusive con ánimos de mandarme en lo que tengo que hacer.
No vienen a mí humillados a orar, a interceder, a clamar con dolor por la situación o la persona o el lugar por lo cual es tan intercediendo, sino que vienen con un espíritu altivo y dominante que predomina en su carácter, por lo tanto, muchas veces no reciben lo que piden, porque lo piden mal, por lo tanto, muchas veces la oración no tiene fuerza para subir hasta mi trono, y se cae en el piso porque proviene de una mala motivación del corazón, inspirada por el orgullo, y muchos oran tantas cosas, pero todo se trata de sí mismos, no es para el bien de los demás.
Estas oraciones son como si salieran de sus bocas pero volvieran al mismo lugar, como un boomerang que vuelve, «no son mis intereses los que están orando, sino los suyos; son oraciones egoístas, oraciones pretenciosas, oraciones que hasta me enojan porque no están hechas acorde a un corazón quebrantado, humilde, muchas veces no vienen a interceder por el otro pidiéndome que los perdone, no interceden para que tal vez mi ira sea detenida y alguien sea bendecido, sino que quieren más y más para sí mismos.
Escudríñense ustedes mismos, y no dejen pasar esta enseñanza que les doy hoy, porque estoy probando a mi pueblo con cosas que tienen que ver con el orgullo en este tiempo, humíllense, dice el Señor, humillen sus almas delante de mí para ser aptos de pasar victoriosos por esas pruebas, porque los que pasen por la prueba de la humillación serán elevados espiritualmente hablando, pero los que no trabajen en esta área se van a estancar, retrocederán, porque no agradan a mi alma.
Pero los que logren bajar la cabeza cuando Yo los pruebe, dice el Señor, a esos voy a exaltar, a esos voy a levantar, porque sé que si los levanto van a resistir la tentación del reconocimiento de los hombres, de la vanagloria, de la honra que los hombres le van a querer dar. Tengo que refinarlos en esta área, dice el Señor, para que sean capaces de recibir más sin enaltecerse, sin creer que lo que recibieron o en lo que crecieron viene por sus propios esfuerzos, porque ustedes mismos lo lograron.
Por eso también estoy probando a mi pueblo, para ver si se humillan delante de mí en este tiempo, porque quiero hacerlos crecer, quiero llevarlos a una gloria mayor, pero cuando venga esa Gloria tienen que estar listos de glorificarme a mí y no a ustedes mismos. Gracias Señor, Santo Padre celestial, bendito Rey, Dios eterno.
Por el orgullo, dice el Señor, así como doy quito; por el orgullo he dado tronos a los reyes de a donde después lo saco, porque el que no reconozca que depende de mí está próximo a ser quitado. Por el orgullo a muchos que puse como líderes los voy a colocar en los últimos puestos, porque el que quiere ser primero, va a ser el último, dice el Señor, y muchos de ustedes quieren ser primeros y detestan los últimos puestos, no entendiendo que si primero ustedes mismos se rebajan, Yo los voy a ascender.
Por esto mismo, muchos de ustedes no logran ascensos ni en sus trabajos, porque sus almas se engrandecerían si les doy ese puesto que están deseando. Viene un renuevo de posiciones dentro de la iglesia del Señor Jesucristo, y muchos que eran últimos van a venir hacia adelante, y muchos que no eran vistos van a ser vistos, porque no buscan ser vistos.
Quienes se mantengan abajo van a estar arriba, y aquellos que no entendieron que tenían que mantenerse abajo van a bajar más, porque soy un Dios justo que pesan mi balanza y si el peso es injusto, lo tengo que balancear por el bien de sus almas, porque los amo y no quiero que se pierdan. Aleluya, alabado sea el Señor.
Cuídense de ustedes mismos, porque me repite que en este tiempo vamos a ser probados, específicamente con todo lo que tiene que ver con el orgullo, van a venir tentaciones que regularmente no vienen, donde vamos a tener que elegir si nos enaltecemos o nos humillamos, van a venir situaciones y equivocaciones que vamos a cometer sin querer, a donde el Señor nos va a probar para ver si pedimos perdón o no, si reconocemos nuestro error o nos mantenemos en una posición de orgullo.
En este tiempo, ahora mismo, la iglesia del Señor Jesucristo está siendo probada en esta área y estoy viendo que muchos de sus ministros no están pasando bien la prueba, porque veo un maratonista que corre y tiene que saltar las vallas, pero algunos chocan contra esas vallas y no las pueden pasar, mientras otros corren y saltan exitosamente esas vallas y no se caen sino que avanzan y avanzan más. Así estamos siendo probados en este tiempo, me revela el Espíritu Santo de Dios, y advierte que estemos alertas en estos días y que tengamos cuidado de nosotros mismos para no caer en este pecado. Amén gracias Padre.
Gracias Señor, alabado sea tu nombre, Padre celestial, bendito, glorioso, poderoso Salvador, grande y perfecto. ¡Oh Señor!, Ayúdanos a ser transparentes, Padre, a no querer mostrar algo que no somos. ¡Oh Padre de la gloria!, a exponernos tal cual y como somos y estamos, ¡oh Señor!, para que ese orgullo de querer mostrarnos invencibles no gane poder en nosotros. Padre eterno, la Biblia dice obedeced a Dios y resistid al diablo y él huirá de vosotros.
Padre, danos estrategias para resistir al orgullo, Señor, para oponernos a él. Danos inteligencia, entendimiento, discernimiento, para reconocer cuando un pensamiento viene del orgullo o no, cuando un pensamiento, una inspiración, una decisión que estemos a punto de tomar va en contra de tus principios, cuando estemos a punto de cometer un error que tiene que ver y que nace del orgullo.
¡Oh Señor Santo!, Rey de gloria, gracias Señor por esta ministración. Yo sigo viendo a Lucifer caer del cielo, no hubo más remedio para él, no hubo vuelta atrás. El Señor nos dice que estemos preparados y aptos de ser quitados en cualquier momento, teniendo a esta serpiente debajo de nuestros pies permanentemente, es decir, si hoy fuera nuestro último día, el Señor quiere encontrarnos dominando y teniendo dominio sobre este orgullo en nosotros.
No dejen el tiempo pasar, no se confíen de ustedes mismos, pídanme que les revele, dice el Padre, a dónde están fallando, pídanme dirección para que les indique y les dé las tácticas especiales para cada uno en particular por el Espíritu Santo de Dios, para que aprendan a debilitar a esta serpiente y que no gane protagonismo en ustedes. Amén, amén.
Alabado sea el Señor, bendito sean hermanos. Gracias por las bendiciones, por las oraciones, especialmente les pido que sigan intercediendo por este ministerio, para que justamente seamos aptos de pasar victoriosos por estas pruebas, por donde el Señor nos tiene y nos va refinando, amén, y para que el Espíritu de Dios nos siga inspirando, para dar de comer a su pueblo. Aleluya, alabado sea el Señor.
Saludos de mi esposo que está aquí compartiendo los versículos en la pantalla al lado mío, dándonos de comer de este pan de las escrituras al mismo tiempo, que el Señor nos da de comer el pan de la Palabra viva por profecía. Doy la gloria al Señor justamente por esta Palabra y por todas las que le da a su pueblo a través mío, a través de este vaso que día a día intenta servir al Señor. Amén, nos vemos.