Bendiciones, amado pueblo de Dios. Hoy es 7 de julio del año 2023 y en esta ocasión estoy transmitiendo en vivo porque el Señor quiere ministrar tu corazón, las heridas de tu corazón. Hay muchos corazones quebrantados en el pueblo de Dios, hay muchos corazones rotos, hay muchos corazones desesperanzados, hay muchos corazones que piensan que ya no hay remedio para ellos, que ya no hay vendaje que pueda sanarlos, pero el Señor hoy quiere ministrar tu vida, quiere darte esa esperanza que perdiste hace mucho tiempo, quiere estar cercano a ti, quiere hacerte saber lo importante que sos para Él, quiere darte la llave que necesitas para abrir la puerta de la sanidad, especialmente en esta oportunidad de tu corazón. Amén.
Les voy a pedir que me tengan paciencia en esta noche porque estoy un poco engripada con un poco de tos y entonces voy a estar por ahí tomando un poquito de agua y demás. Amén, bueno. Gracias Señor, gracias Padre Santo. Gracias amado mío. Gracias Señor, porque tú Señor, no solamente nos sanas externamente Señor, sino también internamente. Porque tú Señor, no solamente eres más que capaz Padre, de restaurar toda enfermedad, de restaurar todo lo que está caído, todo lo que está contaminado, todo lo que está podrido en nuestra carne Señor.
No solamente eres más que capaz de sanarnos en el cuerpo físico, sino también en nuestros corazones. Gracias Padre, porque has escuchado la oración de un pueblo que gime por falta de sanidad, de un pueblo Señor, cuyo corazón muchas veces está lleno de cuchillos clavados, de un pueblo cuyo corazón está lleno de espinas clavadas de dolor, de un pueblo cuyo corazón sangra Señor, sangra del sufrimiento por distintos motivos.
Oh, Padre celestial, te damos las gracias porque tu Espíritu Santo ya se está moviendo entre nosotros, comenzando a tocarnos, comenzando a sanarnos, comenzando a ungirnos con ese aceite de sanidad, de restauración. Oh, Padre Santo, porque yo veo a muchos de tus hijos Señor, que son como la mujer enferma de flujo de sangre que, por 12 años, no encontraba la sanidad con ningún médico, oh Padre de la gloria, pero le fue suficiente con tocar tu manto. Ella dijo así: Tan solo tocar su manto, seré sana.
Oh, Padre, tu pueblo hoy está pidiendo por la misma sanidad, pero en el corazón, porque Señor, el dolor emocional es tan fuerte y a veces peor que el físico, Señor. Oh, Señor, clamamos a ti por ayuda y pedimos ese tipo de misericordia, ese tipo de perdón, ese tipo de piedad Señor, ese tipo de poder que es capaz de restaurarlo todo con tan solo creer, porque esta mujer, esta mujer Señor, que tocó tu manto y fue sana después de estar tanto tiempo gastando tanto dinero en doctores y nadie pudo sanarla de su enfermedad, a esa mujer solo le bastó creer. Solo le bastó creer.
Oh Padre, concédenos Señor, ese mismo tipo de fe, Padre Santo, para creer durante esta ministración que tú eres capaz Señor, de sanarnos, de sanar toda herida del corazón, de toda herida del alma y no solo eso, sino de creer Señor, que tú lo quieres hacer, de recibir esa sanidad, de recibir ese aceite de sanidad, ese regalo Señor, que hoy quieres dar en el nombre poderoso de Jesús, amado mío. Amén y amén.
[Mateo 9:20-22, RVR1960] Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.
Así que tu fe te puede sanar durante esta ministración. Hasta las lágrimas. Y amados, el Espíritu Santo comienza a mostrarme que muchos de ustedes, algunos hace años, que le están pidiendo al Señor sanidad del corazón, de heridas que hace mucho tiempo que están ahí, pero muchos también ya han perdido la esperanza, piensan que no hace falta ya seguir orando, porque han creído al enemigo que les ha dicho que el Señor no los quiere sanar, no han insistido, han tirado la toalla en el proceso de pedir con fe, de pedir insistentemente, se han dejado caer, han cerrado la puerta para que esa sanidad pueda entrar a sus vidas, no han sabido esperar, no han sido pacientes.
Pero dice el Señor: si es tu caso, hoy es el momento para volver a abrirle esa puerta a la sanidad. Hoy es el momento para arrepentirte de aquel día en el que le creíste al enemigo que te dijo: ¿Para qué vas a seguir orando? ¿Para qué vas a seguir clamando si Dios no te escucha? Él no te va a sanar, a él no le importa, y cuántas cosas te habló el enemigo mintiéndote, haciéndote creer que el Señor se había apartado de tu vida, que el Señor no tiene interés por ti, que él no quiere tener misericordia de ti. Toda esta mentira te habló el enemigo. Pero dice el Señor: si te arrepientes de haberte puesto de acuerdo con él, de haberle dado lugar en tu mente a estas falsas creencias, y vienes a mí de nuevo, dice el Señor, y me abres de nuevo la puerta, la sanidad no se hará esperar.
Así que todos aquellos que oraron durante tanto tiempo, que pidieron durante tantos años quizás meses, sanidad de sus corazones, de traumas, de dolores emocionales que nunca fueron sanados, de situaciones del pasado que nunca pudieron superar, de lastimaduras profundas que cambiaron sus vidas para siempre, ya no siendo los mismos, todos ustedes que dejaron de orar, arrepiéntanse en este momento pidiéndole perdón al Señor por no haber sido como esa mujer con flujo de sangre que no paró de buscar la sanidad hasta que tuvo fe para tocar ese manto, arrepiéntanse pidiéndole perdón al Señor de creerle al enemigo en vez de a Dios, arrepiéntanse de ser impacientes, arrepiéntanse de creer que porque el Señor no quitó esa enfermedad del alma, ese dolor del corazón, entonces no los amaba, que se había alejado de ustedes, y vuelvan a abrirle la puerta al Señor y retomen esas oraciones para que la sanidad del corazón llegue a sus vidas. Amén. Gracias, Padre celestial. Gracias, Señor Santo Rey. Gracias Señor.
Yo veo ahora que algunos de ustedes que se han arrepentido de dejar de orar, de dejar de pedirle al Señor sanidad y le han pedido perdón ahora, en este momento, literalmente en el Espíritu, le están abriendo la puerta al Señor nuevamente. Aleluya. Y yo veo jarras de aceite que están preparadas en el cielo para bajar a tu casa hoy, para que cuando tomes este remedio celestial ingresando en tu corazón, esos bloqueos emocionales adentro tuyos empiecen a destrabar y destrabándose esas rocas que te frenan en el camino espiritual y en el camino de tu vida sean quitadas. Porque muchos de ustedes, estoy viendo, se sienten bloqueados, se sienten bloqueados por falta de sanidad del corazón, porque están tan heridos.
Y eso no ha sido solucionado, que esa falta de sanidad de esas cosas es como piedras de tropiezo que están colocadas en frente de sus caminos por las cuales no pueden avanzar, son bloqueos emocionales, estoy viendo ahora, son bloqueos que están cerrados, que tienen que abrirse, que tienen que abrirse y desbloquearse para que esa sanidad se empiece a dar en sus vidas. Hay cosas que están tan estancadas desde hace tanto, tanto tiempo, que ya muchos de ustedes no se dan cuenta que están ahí, son traumas de la niñez, traumas tan viejos que ya, perdiendo la esperanza, muchas veces hasta se olvidaron que esas cosas permanecen en su alma y están en un estado, esa falta de sanidad que yo estoy viendo ahora como bloqueos emocionales en ustedes, que son como piedras, están en un estado de petrificación en su alma, está tan duro ese bloqueo, tan cerrado, tan como inamovible que ustedes muchas veces ya ni se acuerdan que eso está ahí.
Sin embargo, si pueden sentir que no pueden avanzar en ciertas áreas de sus vidas y lo que pasa es que ese bloqueo sigue estando ahí y hasta que ustedes no pongan atención en ese área lastimada que nunca fue sanada y que ha provocado como un cayo en sus corazones, como un cayo duro por esa falta de sanidad, se ha endurecido esa parte de sus corazones, entonces eso los bloquea, los bloquea de amar como el Señor quiere que amen, los bloquea de servir a Dios como Él quiere que lo sirvan, los bloquea de avanzar en sus relaciones amorosas, en sus relaciones amistosas, en sus relaciones laborales, en cualquier parte de la vida, amén. Así que Padre Santo, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, en este momento pedimos la revelación de tu Espíritu Santo en todos nosotros para que primeramente Señor, seamos capaces de reconocer ¿Cuáles son esos bloqueos emocionales que nos afligen? ¿En qué parte de nuestra vida Padre?, en el nombre de Jesús, te pido Padre ahora que reveles en la conciencia de todo aquel que recibe esta ministración.
¿Cuál es la piedra que lo está frenando en su camino Señor?, ¿Cuándo se generó ese bloqueo emocional?, ¿Cuál fue la situación Padre, por la cual cualquiera de nosotros pasó provocando un dolor tan profundo y nunca sanado? para que se genere ese congelamiento en esa parte de nuestros corazones Señor, esa petrificación, en el nombre de Jesús Señor, quita todo velo de nuestros ojos aún de las personas que son grandes, que tienen muchos años Padre, que ya ni siquiera se acuerdan de esa situación, pero que igualmente ese bloqueo emocional está ahí, Señor, esa herida en el corazón nunca fue vendada y sigue sangrando y sangrando por años y años y años Padre, te pido que hoy reveles Señor, toda piedra en nuestro corazón que está endurecida, todo rincón de nuestro corazón duro Padre, por falta de sanidad.
Yo veo que el Señor derrama poco a poco estas jarras de aceite, veo aceite del color de aceite de oliva en jarras celestiales y el Señor derrama de estas jarras en los corazones que están heridos y el Espíritu Santo al mismo tiempo me hace saber que el aceite de oliva real, el aceite de oliva en lo físico, funciona como un remedio en la carne, en nuestro cuerpo, en el físico literalmente hablando y que así también hay aceite espiritual, sanidad que viene de Dios, que cuando él derrama de este aceite Espiritual en nuestros corazones, también pueden ser sanados. Gloria a Dios, derrama de este aceite Padre, ahora en el nombre de Jesús, sana Señor.
El Espíritu Santo me está mostrando ahora que muchos de ustedes no reciben sanidad de heridas del corazón porque cuando pasaron por situaciones difíciles, dolorosas, no lloraron lo que tenían que llorar en ese momento, esas emociones que sintieron en esas situaciones difíciles nunca salieron afuera de ustedes y entonces quedándose adentro de ustedes esas lágrimas estancadas se empezaron a petrificar, se empezaron a endurecer, empezaron a crear este bloqueo emocional del cual estoy hablando.
Por eso es importante. Cuando alguien pasa por una situación difícil y dolorosa que tenga cierto tiempo de expresar lo que siente emocionalmente, mientras sea balanceada la expresión de esa emoción de tristeza, de dolor, de sufrimiento, es decir, no estoy hablando de darle lugar a la depresión, ni a una tristeza ilícita prolongada en el tiempo que nunca cese, sino que cuando una persona pasa por una situación difícil y dolorosa es importante que pueda expresar esas emociones de dolor durante el tiempo que sea necesario, hasta que esas lágrimas terminen de salir de adentro de esa persona, que estoy viendo que es como un vaso. Cuando ese vaso se vacía de esas lágrimas por causa del dolor sentido, entonces ahí, una vez vaciado de esas lágrimas, ese mismo vaso puede ser lleno de este aceite de sanidad, pero primero es necesario que esas lágrimas salgan de adentro debes ese vaso, de adentro hacia afuera, para que después ese vacío, el señor lo pueda llenar con ese aceite de sanidad, amén.
Y entonces, cuando una persona no pasa por este proceso de expresar, de exteriorizar. Lo que siente, de decir cómo se siente, de una manera santa y no pecaminosa, de largar esas lágrimas hacia afuera si es necesario, todas esas emociones quedan contenidas adentro del corazón de la persona, y empiezan a generar como este callo espiritual que estoy viviendo, amén.
[Lucas 10:34, RVR1960] Y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Aleluya, este versículo confirma lo que estaba hablando antes acerca de que el aceite en la vida real sana heridas del cuerpo físico y así también hay un aceite Espiritual que sana nuestras heridas del cuerpo celestial. Gracias, Señor Santo, eres Padre. Así que este consejo Santo que hoy nos da el Señor es que lleves en oración lo que te estoy diciendo ahora, por el Espíritu Santo y le preguntes al Señor ¿Cuál es la situación por la que he pasado que me ha generado heridas del corazón? Y que cuando pasé por esas situaciones no fui capaz de expresar lo que sentía. Quizás te cerraron la boca, quizás no te dieron lugar a hablar. Quizás te tomaron por menos. Quizás te menospreciaron. Quizás fue tu propia decisión guardarte esas cosas para vos misma o mismo. Quizás por causa de tu orgullo no quisiste mostrar lo que sentías.
Entonces, en oración, el Señor te va a revelar ¿Por qué causa en los momentos donde pasaste por esta situación es no pudiste sacar afuera esas emociones de tristeza y de dolor y ese cuchillo quedó clavado en tu corazón en vez de quitártelo de adentro?, Amén. Gracias Padre Santo, Gracias. Y en oración, en intimidad con el Espíritu Santo, me dice el Señor que Él te va a revelar ¿Cuál fue la situación? y Él va a abrir esa compuerta que se cerró en ese momento para que tus lágrimas salgan hacia afuera por más que hayan pasado muchísimos años de una situación dolorosa.
Por más que haya sido hoy, ayer, hace 20, 30, 40, 50 años o los que sean, no importa cuánto tiempo sea, para el Señor es lo mismo tratar una situación que pasaste hoy como una situación que pasaste hace muchísimos años, lo que importa es que te dispongas para que Él te dé la llave para que pueda ser sano de esas cosas, Amén. Y en esa intimidad me dice el Señor, a solas, esas lágrimas que no sos capaz quizás de sacar afuera en público, las vas a sacar afuera en privado, pero es importante como volver metafóricamente, a ese punto, a ese momento y expresar lo que no expresaste antes, hablarlo con el Señor a solas, si utilizas la boca mejor, no solo pensarlo en tu corazón, sino hablarlo literalmente a solas con el Señor; Señor, aquel día, hace 20 años, por ejemplo, esa persona con la que me iba a casar me abandonó, me dejó sola con todo preparado para casarme, por ejemplo, me viene ese ejemplo por el Espíritu Santo, y nunca pude expresar verdaderamente lo que sentí en ese momento, todo ese dolor de esa experiencia traumática que viví, quedó ahí adentro mío y nunca pude expresarme, nunca lloré, nunca me mostré como realmente estaba.
Padre, dame la oportunidad de abrir mi corazón nuevamente para que todas esas emociones que quedaron clavadas adentro mío, enfermando mi alma y con el tiempo, posiblemente, mi cuerpo, puedan salir de ahí y yo puedo hacer sana, Amén. Pero también el Espíritu Santo me revela que algunos de ustedes no quieren que esto suceda, porque tienen miedo de volver atrás, porque tienen miedo de recordar lo que sintieron en esas ocasiones cuando fueron lastimados, pero dice el Señor que a los gigantes hay que enfrentarlos, aleluya, es más, muchos de ustedes están soñando que los persiguen gigantes, están soñando que se pelean con gigantes y son estas cosas, son estas faltas de sanidad por heridas del corazón que no están enfrentando. Entonces el Señor te dice hoy, otro consejo por el Espíritu Santo que es clave para la sanidad de tu corazón, es que no te escapes de las cosas que sufriste y que las enfrentes, que ya no le des la espalda a esas cosas que te hicieron mal, sino que aprendas a enfrentar a esos enemigos, metafóricamente hablando, que son esas situaciones que ya no querés mirar, porque huyendo de esas cosas no vas a mejorar nada, al contrario, las cosas van a empeorar, Aleluya.
Porque aquí hay hermanos que confirman lo que el Espíritu Santo está hablando. Es decir, las cosas que no solucionaste en su momento te van a seguir persiguiendo y persiguiendo hasta que decidas confrontarlas, por eso sí muchas veces te ves huyendo en los sueños, puede querer decir, ¿De qué te estás escapando?, ¿Cuáles son las cosas que no querés enfrentar?, ¿Cuáles son las cosas de las cuales querés huir? y no dejar de correr y mirarlas y enfrentarlas, porque dice el Señor que si te decidieras a enfrentar esas cosas.
Si te decidieras a dejar de correr y a mirar a los ojos a ese gigante que te persigue. Entonces, el Señor te ayudaría, así como ayudó a David a vencer a ese gigante, porque no fue David, fue el Señor a través de David, no fue la fuerza de David, fue la fuerza del Señor, no fue el brazo de David el que venció al gigante, sino el brazo de Dios. Si te decidieras a enfrentar esas cosas que te duelen, dice el Señor, yo te ayudaría. Aleluya.
Para eso tenemos el Espíritu Santo, dice Dios, al consolador, a quien he enviado al mundo para que mis hijos tengan consuelo, para que mis hijos tan confortados, para que mis hijos tengan la valentía y la fuerza de enfrentarse con cualquier fuerza del enemigo, para que mis hijos tengan la victoria y les he dado las armas, dice el Señor, que necesitan para vencer a esas cosas que los persiguen mentalmente, que oprimen sus corazones, porque yo veo que muchas veces estos traumas no solucionados, estas heridas en sus corazones, están apretando el corazón.
Y a medida que el tiempo pasa, esa opresión que ustedes van sintiendo va empeorando. Si estas cosas no son solucionadas, sino son enfrentadas, es decir, el Espíritu me revela ahora que hay muchos de ustedes que sienten opresión en sus vidas, y esto muchas veces se siente en el pecho, en el medio del pecho. Estoy viendo que muchos de ustedes, así como dice acá hermana la Natalia, algunos de ustedes sienten puntadas, pero otros sienten literalmente como si les apretaran el pecho, como una presión en el medio del pecho. Me está revelando el Espíritu Santo ahora, y esto es muchas veces porque están estas heridas del corazón que no están solucionadas, que no han sido sanadas, y que el enemigo, por ende, tiene el derecho de apretar tu corazón para que te sientas oprimido. Gracias, Señor Santo. Eres Padre eterno, Dios de la Gloria y majestad.
Bendito Dios, estás rozando poderoso, grandioso, Dios mío. Gracias Padre. Es importante que sepas, me dice el Señor, que tenés que tomar una decisión, que no es que el Señor no quiera sanarte, sino que no has decidido abrir tu corazón para que Él te toque. Amén, si durmiendo también, dice el Señor nuevamente. Si decidieras abrirme tu corazón, yo podría operarte, dice el Señor, pero si le das lugar al miedo, si le das lugar a la duda, si le das lugar a la incredulidad, a la indecisión, si le das lugar a la cobardía, si no quieres entregarte a mí, dice Jesús, no puedo poner mis manos santas en ese corazón dañado. Yo quiero sanarte, dice el Señor, porque para eso vine, para eso me he entregado, para eso yo sufrí primero, dice el Señor, y me viene a la memoria.
[Isaías 61:1, RVR1960] El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel.
Yo quiero vendar a los quebrantados de corazón, dice Jesús, yo quiero sanar tus heridas, ciertamente, dice Jesús, quiero poner mis manos sanadoras en tu pecho, para que dejes de sentir esa opresión, para que puedas sentir el gozo del Espíritu Santo de nuevo, para que te sientas libre, dice el Señor, para coser toda rajadura en esa carne, ciertamente quiero vendarte, dice el Señor, ciertamente quiero poner aceite, para que ya no te duela eso que ahora sentís que te está matando, pero tenés que entregarte a mí, dice el Señor, abrirte y dejar de tenerme miedo para que yo pueda operarte con tranquilidad, hijito, te dice el Señor.
No temas, porque para eso me entregué, dice el Señor. Yo sé lo que es sufrir, Yo sé lo que es el dolor en el corazón y en el cuerpo, dice el Señor. Yo sé lo que es tener el alma afligida, Yo sé lo que es recibir golpes y heridas, Yo sé lo que se siente. Cómo pincha una traición, Yo sé, dice el Señor, yo sé cuánto te duele, pero necesito que abras esos brazos que ahora tenés cruzados para que no te toque, dice el Señor. Necesito que los abras para que yo pueda colocar en mi mano en tu pecho y hablar sanidad a tu vida. Por qué tan solo una palabra bastará para que seas sano, dice el Señor. No desconfíes más de mí, te dice Jesús. Estoy esperando que te dispongas a mí para que pueda mostrarte mi poder, mi misericordia y mi perdón.
Oh, hijitos, vengan a mí, dice Jesús, todos los afligidos, los cansados, los lastimados, los quebrantados de corazón, porque yo soy el buen pastor y el buen Pastor venda a las quebrantadas, hijitos, vengan para que yo venda sus heridas, vengan a mí, pero vengan mansos, dice Jesús. No vengan a mí cuestionándome tantas cosas. No vengan a mí preguntándome ¿cómo lo voy a hacer?, si va a doler, ¿cuánto tiempo va a tardar?, simplemente entréguense, dice el Señor, como las ovejas que no entienden, que se quedan quietas, dice el Señor, cuando el pastor las sana, cuando el pastor las venda, hijitos confíen, dice el Señor, que no hay nadie más que sepa hacer lo mejor que Yo, no hay nadie, dice el Señor, que sepa exactamente lo que cada uno de ustedes ha pasado y lo que necesita para estar bien, que Yo, Yo soy el único, dice el Señor, que lo sabe todo. Yo soy el único que quiere lo mejor para ustedes, siempre.
Yo soy el único que no cambia la intención, que no vacila, que no se equivoca. Yo puedo hablar, dice el Señor, aliento de vida a tu alma, tan solo con una palabra, ordenarle a tu alma que reviva. Oh, estoy viendo muchos abatidos, muchos, muchos abatidos en el pueblo de Dios, y me viene ese versículo que dice: por qué te abates, Oh alma mía, espera en Jehová. Oh, hijitos, no se desesperen, dice el Señor, esperen en mí, pero esperen entregados, dice el Señor, esperen abiertos a recibir mi tratamiento celestial, esperen humildes, sin decirme cómo lo tengo que hacer, sin ordenarme lo que tengo que hacer, o acaso ¿el alumno está para enseñar al maestro?, hijitos, porque muchas veces mi pueblo me pide ayuda, pero después me quiere decir cómo tengo que ayudarlos, no entendiendo que tengo la supremacía de la sabiduría universal, no hay ningún libro que no esté adentro mío, dice el Señor, libros de sabiduría, de conocimiento, de medicina, de remedio, ay, hijitos, ¿piensan que me falta algo?, dice Jesús, porque si es así, no me han conocido, si es así, no me han experimentado, si es así, no han entendido las profundidades de mi ser.
Hijitos, ábranse ahora, dice el Señor, porque ciertamente, quiero entrar al lugar más íntimo de sus corazones, a ese lugar santísimo, a ese lugar sagrado por el cual siento muchísimo respeto, dice el Señor, y jamás haría algo para dañarlo. Quiero entrar, dice el Señor, a ese lugar de la intimidad más profunda y oscura de tu corazón, a donde nadie más tiene acceso, dice el Señor, para acomodar lo que está desacomodado, para levantar lo que está caído, para iluminar lo que está entenebrecido, quiero echar afuera de esa habitación de tu corazón, dice el Señor, todo lo que no te está permitiendo avanzar, todo lo que te aflige, todo lo que te entristece, todo lo que te opaca, dice el Señor, pero abríme la puerta, hijito, abríme la puerta, dice el Señor, porque soy amable, y entraré como un silbo apacible, y muchas veces lo estoy haciendo sin darte cuenta, porque soy suave, dice el Señor, y sé cómo acomodar esas cosas que están desacomodadas, muchas veces, sin que las percibas, aleluya, para que no sea tan doloroso, dice el Señor, como te imaginas, pero es que muchos de ustedes me cierran la puerta, dice Jesús, y no me deja nombrar, y no me dejan trabajar en sus vidas.
Otros prefieren la ayuda de los hombres y no del Señor, van primero a la fuente de la carne y no a la fuente del que creó la carne, van primero, dice el Señor, a recursos mundanos, por ejemplo, a los psicólogos, recurren primero, dice el Señor, a científicos humanos, y no a mí, pero si tan solo insistiera en tu intimidad, dice el Señor, en tu habitación, así como la mujer con flujo de sangre se dio cuenta que ningún médico pudo ayudarla y que tan solo era necesario creer que yo podía sanarla, así recibió su sanidad, así sería la tuya, dice el Señor, si me creyeras, si fuera yo tu primera opción, y no la última, dices el Señor, si quitaras tus manos del asunto para dejarme a mí hacer lo que tengo que hacer.
Ábrete, dice el Señor, y déjame trabajar, porque cuando te sientas caído, yo te voy a levantar, cuando te sientas solo en el proceso, yo te voy a acompañar, cuando te falte el remedio, yo te lo voy a dar, dice Jesús. Pero ven, hijito, ven, ven a mí. Ábreme las puertas. Y escucho la palabra milagro. Muchos de ustedes están pensando que tiene que suceder un milagro para que sean sanos de las heridas de los corazones, pero los milagros no solamente suceden en lo físico, en lo natural, los milagros también suceden en las sanidades del corazón, porque en tan solo un abrir y cerrar de ojos el Señor puede sanarte de eso que pensás que es tan grande y que nunca se va a sanar.
El Señor te dice hoy, si creyeras, así como el grano de mostaza, así dice el Señor, en un abrir y cerrar de ojos ese milagro sucedería; hay cosas que llevan más tiempo, pero hay cosas que tan solo en un segundo del tiempo serían sanas. Lo importante es creer y confiar en el Señor, amén. Gracias Padre celestial, infunde Señor ahora fe, llena estos vasos señor de fe para recibir toda sanidad del corazón, Padre concede. Perdón Padre de la gloria, porque el Espíritu Santo me está revelando ahora que muchos de ustedes no son sanos de heridas del corazón, porque no han perdonado lo que les han hecho, porque tienen rencor en sus corazones, porque tienen falta de perdón en sus vidas, y este pecado funciona como una pared entre la sanidad que el Señor quiere darte.
Y vos, muchos de ustedes. Cuando fueron abusados, cuando fueron maltratados, cuando fueron desechados, cuando fueron traicionados, cuando fueron insultados, cuando fueron menospreciados y muchas cosas más. No perdonaron esas ofensas y al no perdonar esas ofensas, esa situación quedó estancada en el tiempo y nunca se solucionó, fue como una deuda que nunca se pagó, porque por más que la otra persona pecó contra vos, vos pecaste, porque nunca quisiste perdonarla.
Y entonces, por este pecado de la falta de perdón, una deuda se abrió en tu vida, porque vos querés que el Señor perdone tus deudas. Pero vos no querés perdonarle la deuda al que te ofendió. Entonces, esta deuda, así como cuando uno genera una deuda real en lo financiero, si nunca la salda, esa deuda queda abierta y uno siempre es deudor hasta que no pague esa deuda.
Lo mismo sucede en el mundo espiritual, hay deudas espirituales que dejaste abiertas por tu parte y que tenés que saldar y es tan simple como perdonar ahora, lo que pasa con la otra persona lo tiene que ver la otra persona con Dios, pero vos tenés que ocuparte de tus deudas, no de las deudas de los demás, si querés ser sano, tenés que perdonar al que te ofendió, gracias Señor, pero hay que salir de ser deudor. Gracias Padre santo eterno, sin embargo, yo veo que hay muchos hermanos nacidos de nuevo, conociendo al Señor, la Palabra de Dios escrita, habiendo experimentado el poder de Dios y su amor y su perdón, aún no han perdonado y no quieren perdonar y piensan en su corazón, porque el Espíritu Santo me lo está mostrando.
Ahora sí, todo lo que quieras, pero a tal persona no puedo perdonarla, no la voy a perdonar, porque la ofensa que me hizo es tan grande, el dolor que me causó es tan grande que no puedo perdonarla, no hay forma de perdonarla y así se están, se han convertido en deudores por años, abriéndole la puerta al enemigo a través de este rencor, no estoy diciendo que no te hayan dañado, estoy diciendo que hagas tu parte, que te corresponde y que pagues lo que debes, que es el perdón, amén.
Y una vez, una vez que te arrepientas de ese pecado de no haber perdonado a esa persona, de haberla acusado durante todo este tiempo delante de Dios y delante de las personas, una vez que te arrepientas de haberte colocado como el juez de las almas, una vez que te arrepientas de haberle deseado que le pase lo mismo a él o a ella, una vez que te arrepientas de desearle la muerte, de desearle que le vaya mal, de desearle que lo abandonen, como a vos te abandonó y tantas cosas más, y pedir perdón a Dios, y dejar ir a ese alma en tu corazón, y soltar a esas personas que nunca pudiste olvidar por causa de la ofensa que cometieron contra ti, una vez que hagas estas cosas y decidas perdonar.
Entonces ahí tu corazón va a estar listo para recibir sanidad, pero un corazón que está lleno de rencor no puede ser sano, me dice el Señor, porque es esa misma falta de perdón la que lo enferma, hay que quitar ese cuchillo de juicio de tu corazón, hay que quitar esa daga de condenación contra esa persona que tenés en tu corazón listo para clavarlo en cualquier momento, porque así estoy viendo estos corazones rencorosos con un cuchillo adentro de ellos que está listo para ser clavado a la persona que los lastimó en cualquier momento, baja las armas, te dice el Señor y perdona a los que te lastimaron.
Si quieres ser sano, porque es el mismo rencor el que te está oprimiendo, es la misma falta de perdón la que te está atando, no vas a poder avanzar, no vas a poder crecer, porque estás en pecado, deja ir, dice el Señor, ya para acusar está el diablo, ¿cuánto tiempo más tengo que escucharte reclamándome que haga justicia por lo que te hicieron?, baja las armas, dice el Señor y el dedo acusador y entonces voy a escuchar tus oraciones, gracias Señor.
Porque Jesús fue maltratado, Jesús fue lastimado, fue traicionado, a Jesús le mintieron, Jesús lo abandonaron, lo traicionaron, lo lastimaron, se rieron de él, todas esas cosas él las vivió. Pero él fue a la cruz, cerrada la boca sin decir una palabra contra ellos, al contrario, les dijo Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Jesús, estando ahí, sufriendo en ese calvario por vos, fue como oveja que no abrió su boca, dice la Biblia, como oveja que va al matadero y no abrió su boca. Y en vez de condenar a las personas que lo estaban lastimando, en vez de señalarlas con el dedo acusador, como estás haciendo vos, en vez de acusarlas delante de su Padre, le pidió que los perdone, ¿cuánto más no tenemos que perdonar nosotros?
Por más que nos hayan, nos hayan hecho el peor, la peor de las heridas. Por más que nos hayan lastimado tan profundamente. Perdona, dice el Señor, para que seas libre, aleluya, Gloria a Dios, Santo eres. De hecho, muchos de ustedes tampoco no sanan las heridas del corazón, porque no solamente tienen falta de perdón, sino que tienen odio, y el odio en el corazón empieza a crecer como un cáncer que va llenándolo todo, hasta que el corazón se vuelve amargo, oscuro, contencioso, y no es capaz de sentir el gozo de Dios.
Estamos hablando de personas que creen en Jesús, que han sido bautizadas, y hasta que a veces han experimentado el poder del Espíritu Santo en sus vidas, y sin embargo, nunca renunciaron al odio en sus corazones, nunca se arrepintieron de odiar al que los lastimó, y después le preguntan al Señor por qué están como están, ¿Por qué les va mal en muchas cosas?, ¿porque sus vidas no cambian?, ¿por qué no experimentan la gloria del Señor en su camino?, ¿porque no crecen espiritualmente?, ¿porque les va mal en tantas áreas?, es por el odio que dejaste entrar en tu corazón y que nunca lo echaste afuera de tu casa. Ese odio te está carcomiendo, me dice el Señor, y después esa enfermedad espiritual empieza a manifestarse en el físico muchas veces, no siempre es la razón, pero muchas veces se manifiesta en un cáncer físico por causa de este cáncer espiritual que crece primero en tu corazón por causa del odio que sentís por los demás.
Arrepiéntete y vuelve a la santidad, arrepiéntete y comienza a amar, te dice el Señor, a tus enemigos, arrepiéntete y comienza a amar al que te hizo mal, esto se trata de una situación del corazón, no estoy diciendo que tenés que estar en contacto con estas personas, eso tenés que verlo con el Señor, estoy diciendo que la situación de tu corazón tiene que ser de perdón, de misericordia y de salvación para ese alma que te lastimó, así como es el corazón del Señor, que no quiere que ningún hombre se pierda, así tiene que ser nuestro corazón para con los que nos ofendieron y nos lastimaron, más allá de que estemos en contacto con ellos o no, nuestro corazón tiene que estar libre de falta de perdón, libre de odio, libre de rencor, amén, y dejarle la justicia al Señor y llegar al punto de poder bendecir a esas personas, así como lo hizo el Señor, aleluya.
Gracias Padre amado, gracias Señor, gracias Señor por revelar estas cosas, gracias Padre Santo eres, Dios mío, un consejo que me da el Señor, ahora por el Espíritu Santo, es que escriban lo que les pasa, las cosas que les provocan dolor que, si no sienten de hablarlas, no pueden expresarlas oralmente, que otra solución, otro recurso es escribir esas cosas como si estuvieras orando, pero en vez de hablar con tu boca, escribirlo en un papel. Porque de la misma manera, toda esa mugre que está dentro tuyo estaría saliendo hacia afuera en vez de en forma de palabras habladas, en forma de escritura, pero ya quedarían plasmadas esas palabras en un papel y ya no estarían adentro tuyo envenenándote, amén.
Así que escribir lo que te pasa es una buena opción para quitar afuera esa contaminación. Y esa mugre de esos pensamientos que están rondando, en tu mente continuamente y que te empiezan a ensuciar, amén, es importante poder escribir, así como hablar, lo que a uno le pasa, lo que uno siente. Así que el Señor nos ha dado varias herramientas hoy para recibir sanidad del corazón: expresar lo que uno sintió o lo que uno siente, hablarlo o escribirlo, tal vez hablar con alguien que tenga oído para escuchar, sacarlo afuera, llorar lo que no se lloró en ese momento, sacar esas lágrimas de adentro hacia afuera, perdonar a los que te lastimaron, arrepentirse de haberle dado lugar al rencor, al odio, arrepentirse si uno maldijo a esas personas también, porque a veces uno maldice a las personas que nos han lastimado.
Y el Espíritu me muestra ahora que esas maldiciones son como un boomerang que vuelven a nosotros mismos lastimándonos y generando conflictos emocionales en nosotros, arrepentirse de haber maldecido, de haber hablado mal, de haber murmurado contra las personas que nos lastimaron, pedir perdón si nosotros mismos hemos lastimado, también trae sanidad, porque también es como un boomerang que, cuanto más nosotros nos humillamos delante de los que ofendimos, esa sanidad que estamos dando la posibilidad al otro de que reciba, vuelve a nosotros y provoca sanidad en nosotros mismos, amén.
Dejar ir a esas personas en nuestros corazones, porque yo veo que muchos de ustedes se quedaron estancados en ciertas situaciones que vivieron y al hacer eso es como si se hubieran quedado ligados a esas personas que los lastimaron, entonces tienen que dejar ir en sus corazones a esas personas, soltarlas, decir Señor, te entrego a tal persona que me lastimó Señor, tal persona es tuya. Haz con ella lo que bien te parezca. Y yo me encargo de lo mío, me desligo de esa persona, me desconecto, corto toda ligadura con esa persona que no viene de ti Señor, amén, aleluya, pedirle al Señor que limpien nuestros corazones de todo pensamiento malo, trae sanidad a nuestro propio corazón, aleluya, gracias Señor.
Ayudar a otros, me dice el Señor, abre las puertas para que nosotros seamos ayudados, ayudar a los que están quebrantados, a los que están lastimados, provoca que el Señor obre en nuestro favor en mayor medida, porque el Señor está pronto para atender a los que atienden, me dice Él, gloria a Dios, no le niegues la ayuda a quien lo necesite, dice el Señor, así como yo no te la niego a ti. Y si quieres ser ayudado, tienes que ayudar, y si quieres recibir, tienes que dar, amén, gloria al Señor.
Padre, yo te pido en el nombre de Jesús que sea tu Espíritu Santo ministrando a cada persona que escuchó estas palabras, aún después de este vídeo Señor, haciéndoles recordar cuáles son las situaciones que quedaron sin solucionar, situaciones dramáticas y traumáticas Señor, para traerlas y ponerlas sobre la mesa Señor, para tratar con ellas, porque hay cosas que están debajo de la mesa, me dice Dios, que tienen que salir a la luz para ser tratadas, no escondas tus problemas emocionales debajo de la alfombra, te dice el Señor, trae todo problema delante de mí para que expuesto en la luz pueda enviarte la solución, amén.
Así que recuerden no escapar de la falta de sanidad que tienen, no huir de las heridas emocionales que tienen que ser tratadas, encarar esas cosas en oración, en ayunos, en perseverancia, en clamor, en súplica delante de Dios, hasta que Él les conceda la sanidad, gloria a Dios, gracias Padre, gracias Señor, y a veces el Espíritu Santo en esa oración te va a dar cuál es la solución que necesitas específicamente, para esa herida en el corazón, quizás a vos te diga que tenés que hacer cierto, ciertas cosas, pero a otra persona le dé otras soluciones, depende del problema de cada uno, amén. Padre, te pido ahora que unjas todos los corazones Señor, y que todos los que quedaron libres de falta de perdón y de rencor y de odio, de condenación y de todas estas cosas Padre, que los llenes con tu sanidad, que trates a estos hermanos fuertemente Padre, que los operes para que queden sanos a partir de hoy Señor. Y que, vaciando esos corazones de esa mugre espiritual, los llenes del aceite de tu sanidad Padre, en el nombre de Jesús.
Y el Señor me dice que no le crean al enemigo, porque los pensamientos que dejan ingresar en sus mentes también provocan heridas emocionales de cosas que a veces ni siquiera existen, no son reales, pero como las están imaginando en sus mentes y creyendo que son así, eso mismo provoca lastimaduras en sus corazones, a veces el diablo utiliza la imaginación de las personas para hacerles creer cosas que ni siquiera son ciertas, que no existen, prueben todas las cosas, inclusive lo que piensan, dice el Señor, para ver de dónde es la fuente y lo que no viene de mí, descártenlo, dice el Señor, santifiquen sus pensamientos y lávense con el agua del arrepentimiento, amén, gracias Señor por este regalo, santo eres Dios.
Yo quito ahora toda espina en todo corazón que mira este video, quito todo puñal, perdonamos las traiciones, ahora en el nombre de Jesús, dejamos atrás esa situación que tanto nos dañó, dejamos ir, soltamos a esa persona que tanto nos lastimó, en el nombre de Jesús, porque nadie puede servir en el campo del Señor si todavía está mirando atrás, si tiene su mirada en el pasado, deja de mirar atrás, dice el Señor, avanza, supera lo que te sucedió, dice el Señor, y avanza. Pero si te sigues mirando atrás, si sigues mirando hacia atrás a eso que te sucedió en el pasado, entonces no vas a poder trabajar para mí, y no vas a poder avanzar, avanza, dice el Señor.
En este momento decidimos dejar de mirar atrás y nos enfocamos en la mies del Señor, nos enfocamos en el presente, nos enfocamos en poner nuestras manos en los campos de la mies del Señor, gloria a Dios. Padre, sana ahora toda mente, todo corazón contaminado Señor, destraba todo nudo Señor, que estaba completamente cerrado hasta el día de hoy Padre, comienza un proceso de sanidad en esas cosas que hace tanto tiempo que están congeladas Señor, en esas cosas que hace tanto tiempo que están petrificadas, avanza con el fuego de tu Espíritu ahora, derritiendo todo hielo en los corazones que quedó por heridas emocionales no sanadas en el tiempo que deberían ser sanadas, oh Señor, ayúdanos a reaccionar en el tiempo exacto y no tardes Señor.
Cuando ya se hace un problema grande, oh Santo Rey de gloria, ayúdanos y enséñanos a gestionar las heridas emocionales rápidamente Padre, para poder seguir adelante libres de cargas, porque muchos de ustedes llevan muchas cargas, me dice el Espíritu Santo, porque no saben gestionar las cosas a tiempo, aprendan a estar alertas a lo que les está pasando, y a perdonarlo en el momento, a gestionarlo en el momento, a soltar en el momento, a llorar en el momento, si hace falta hablar con la persona en el momento, si hace falta, y a solucionar, y a seguir adelante, aleluya.
Unge Señor, con aceite ahora, todo cuerpo físico, toda alma Señor lastimada, une Señor, a una, toda alma que estaba fragmentada por heridas del corazón, en el nombre de Jesús, sean hechas a una todas las almas que estaban fragmentadas por heridas del corazón, en el nombre de Jesús. Padre, lava con el agua del arrepentimiento a todos aquellos que se han arrepentido en esta ministración, oh Padre Santo de la gloria, porque si nuestros pecados fueran rojos como la grana, si nos pusiéramos a cuentas contigo Señor, serán blancos como la nieve nuestras vestiduras, oh Señor, emblanquece, emblandece nuestras vestiduras, porque hoy hemos perdonado, hoy hemos dejado ir, hoy hemos decidido superar, hoy hemos decidido encarar esas cosas que nos lastimaban durante tanto tiempo, dejamos ir y soltamos ese puñal, bajamos, ese dedo acusador, para ser sanos nosotros mismos, y bendecimos a todos aquellos que nos lastimaron, cualquiera sea la ofensa que hayan cometido contra nosotros.
Padre, por tu Espíritu Santo, ahora muévete como torbellino de fuego en toda casa en toda persona, en todo hogar Señor, que necesite sanidad de las heridas del corazón, en el nombre de Jesús. Muchos de ustedes están lastimados porque sus pastores los han lastimado, porque hermanos de las congregaciones los han ofendido gravemente, pero el Señor vuelve a repetir que tienen que perdonar a esas personas, más allá de lo que esas personas hagan o hayan hecho contra ustedes. Ustedes tienen que ocuparse de gestionar lo que les corresponde a ustedes, su parte, y el Señor se va a encargar del resto. Pero bajen el dedo acusador. Déjense de murmurar contra esa gente y el Señor va a obrar a su favor, sanándolos.
Dejen ir a esas personas, no se aferren a esas situaciones, aprendan, dice el Señor, a pasar por encima de esas vallas y a seguir adelante en la carrera de la fe. Aprendan a quitar todas esas piedras de tropiezo de sus caminos y a seguir escalando la montaña de la sanidad en el Señor. Dejen atrás esas cosas y miren hacia adelante, porque no van a salir del estancamiento a donde están, si no superan esas situaciones en esas iglesias que tuvieron con pastores, con líderes, con hermanos, o tal vez con la misma familia que los ha lastimado, quien sea que les haya clavado un cuchillo, quítense ese cuchillo.
Perdonen, bendigan a esa persona y sigan adelante, y el Señor los va a levantar. Tantas veces como sea necesario, amén. Amén, gracias Señor. Gloria a Dios. Sigue orando. Esta noche me dice el Señor, sigue buscando, sigue preguntando, y el Espíritu te va a revelar, pero tienes que poner de tu parte, porque los médicos no van a los pacientes, sino que los pacientes buscan a los médicos para recibir sanidad. Golpea la puerta y se te va a abrir, pide un vaso de agua y se te va a dar de beber, dice el Señor. Amén y amén, bendiciones desde Argentina, sigan orando, y el Señor va a responder, sigan sirviendo y el Señor los va a ayudar, amén. Gracias por las oraciones, abrazo.