Dios te bendiga, amado pueblo del Señor, en este 30 de junio del año 2023. El Señor quiere hablarte hoy, hablarle a todo aquel que está caído, hablarle a todo aquel que siente que no puede más. El Espíritu de Dios quiere moverse entre su pueblo hoy y darte ánimo, pueblo, para que puedas seguir adelante. En el nombre poderoso de Cristo Jesús levantamos el escudo de la fe ahora juntos y venimos contra todo ataque. Contra este vivo en el nombre poderoso de Cristo Jesús levantamos las lanzas, levantamos la espada de la Palabra y declaramos la Palabra de Dios escrita que dice: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Porque no tenemos lucha contra carne ni sangre, dice la Palabra, sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6 capítulo 12.
Venimos ahora contra toda potestad, contra todo hueste, hueste espiritual de maldad, contra todo gobernador de las tinieblas, contra todo principado que ataca este ministerio para no poder hablar de parte de Dios, y en esta hora resisto al enemigo en el nombre de Jesús y abro mi boca para decirte lo que Dios te quiere decir a vos que hace rato que estás como un soldado que está de baja, y el Señor te dice hoy, hijito, hijita, mírame que estoy parado al lado tuyo extendiéndote la mano. Para cuando decidas tomarte de mi mano, cuando tomes esa decisión, te dice el Señor, es cuando vas a poder levantarte.
Pero no por tu propia fuerza, sino por la mía, así como yo, dice Cristo Jesús, cuando sentía que no podía levantarme, ya cuando sentía que no podía mover ni un centímetro más de mi cuerpo en aquel Madero, fue la fuerza del Espíritu del Padre el que me ayudó a resistir. Y aunque mi cuerpo estaba destrozado, dice el Señor, mi Espíritu se fortalecía en el Espíritu de Dios, aleluya. Así puedo fortalecerte a ti, dice el Señor, a ti que te sientes tan cansado, a ti que te duelen las manos por el servicio al Señor, dice Jesús: adelante, hijito, adelante, hijita, sigue, sigue caminando a paso firme, no te detengas.
Muchos de ustedes han sido engañados por el enemigo, me muestra el Señor, y cuando han caído, el enemigo les ha hecho creer que ya no pueden levantarse más. Otros piensan que no tienen que luchar, que ya Jesús lo hizo todo por ellos en esa Cruz. Y entonces se quedan allí caídos en el campo de batalla, esperando que el Señor haga un milagro, que el Señor los venga a buscar, que el Señor los levante milagrosamente. Pero, sin embargo, anteriormente han permitido que los dardos del enemigo ingresen a través de sus armaduras. No se han dado cuenta que hay una lucha, como dice Efesios capítulo 6, que tienen que batallar ellos mismos con la fuerza del Señor. Sí, pero hay una decisión que hay que tomar.
El Señor hoy te llama a tomar una decisión entre seguir como estás o levantarte a pelear. Levántate pueblo, dice el Señor, no te quedes así, caído, porque ¿Qué soldado gana la guerra cuando se queda quieto? ¿Qué guerrero gana la batalla, dice el Señor? ¿Qué guerrero tiene la victoria así no se mueve, si no pelea, dice el Padre?, ¿Qué corredor obtiene el premio, dice el Señor, si se queda quieto? Acaso no sabes, dice el Señor: que, si se queda quieto, ese corredor, ese maratonista, todos los que vienen atrás lo van a pasar y se va a quedar sin el premio, dice el Señor. Mi pueblo, no entiende, mi pueblo perece por falta de conocimiento, dice el Señor.
Muchos no saben que hay una armadura que tienen que colocarse, muchos no saben que hay una armadura que tienen que usar, hay muchos no saben que hay un escudo que tienen que levantar, muchos no toman la Espada del Espíritu y pelean. Muchos no utilizan el yelmo de la salvación en sus mentes dice el Señor, para proteger sus pensamientos y permiten que ingresen cualquier flecha que el diablo envía para hacerlos caer. Están desprotegidos, como un guerrero que no se coloca ningún tipo de armadura y así pretende presentarse en la guerra. Mi pueblo entiende, dice el Señor, entiende que el diablo no descansa, entiende que hay una estructura bien organizada en el reino de las tinieblas, que en el reino de las tinieblas hay distintas potestades, hay distintas jerarquías, hay órdenes, dice el Señor, está todo bien orquestado, está todo bien organizado, dice el Señor, en el reino de las tinieblas.
Por lo tanto, el enemigo sabe muy bien cómo atacarte, el enemigo sabe cuáles son sus soldados, los que tiene que enviarte específicamente a ti, dice el Señor, para ver si te puede hacer caer. El enemigo te ha estudiado, dice el Señor, y sabe cuáles son tus debilidades. El enemigo va directo al blanco, dice el Señor, el enemigo sabe bien cuál es el botón que tiene que presionar para hacerte temblar. Pero muchas veces estás como si no existiera un enemigo, dice el Señor, como si el mal no fuera real, como si este ejército de las tinieblas fuera solo imaginación.
El Señor te exhorta hoy a entender, a entender que hay una realidad de las tinieblas, así como hay una realidad de la luz. Hay un ejército oponente, pueblo, te dice el Señor, hay un ejército invisible, dice el Señor, que, aunque no lo puedas ver, igualmente está ahí. Pueblo, te dice el Señor, no sigas caminando como si el enemigo no existiera, no ignores las asechanzas del enemigo. Dice la Palabra del Señor que no ignoremos las maquinaciones del enemigo, pero muchos de ustedes se mantienen ignorantes de las cosas del mal. Y cuando el enemigo manifiesta algún ataque en sus vidas, ustedes no se dan cuenta de lo que está pasando, no saben por qué les está pasando lo que les está pasando, no saben discernir cuál es la fuente de esas cosas.
Pueblo, abre tus ojos, dice el Señor. Abre tus ojos, no todas las cosas que te pasan vienen del Reino de Dios. Abre los ojos a las trampas que el diablo coloca en tus pies, dice el Señor, porque ese es su trabajo, dice el Padre. Ese es el trabajo del diablo hacerte caer, tentarte, dice el Señor, tocar a donde más te duele. No te das cuenta de la fuerza que está ganando en tu vida, dice el Padre, y no estás haciendo nada, quedándote quieto, no lo vas a resolver, porque el que se queda quieto, dice el Señor, y no resiste, y mucho menos le da pelea, dice el Señor, a un ataque, es como un enfermo que se rinde, en vez de darle batalla a esa enfermedad, mi pueblo está enfermo, dice el Señor.
Enfermo de superficialidad, enfermo de entretenimiento, enfermo de distracción. Hay un cáncer que está creciendo en mi pueblo, dice el Señor, es un cáncer, es el cáncer de la incredulidad, mi pueblo no cree en las cosas espirituales, dice el Señor, mi pueblo solo cree en lo que ve, mi pueblo que está destinado a ver, no ven, dice el señor, es mi pueblo el que tiene las cortinas de sus ojos cerradas. Pueblo, abre los ojos, quítate el velo, dice el Señor, que no te permite ver que hay todo un mundo espiritual detrás de lo visible, porque llega un tiempo, dice el Señor, que aquellos de mis hijos que no sepan, que no tengan conocimiento de las cosas espirituales, tanto de las que vienen de Dios como de las que vienen del diablo, esos hijos, dice el Señor, no van a ser aptos de pasar las pruebas, no van a ser capaces de resistir al enemigo, no van a saber cómo manejar su autoridad, cómo aplicar el poder, que les he dado dice el Señor, si no abren los ojos, porque viene un tiempo supernatural, dice el señor, viene un tiempo donde el poder de las dos fuerzas que se mueven sobre la Tierra se van a ver manifestadas de una manera despampanante, y el pueblo que no entienda lo que está pasando detrás del telón de lo que se puede ver no va a entender, dice el Señor, y no entendiendo no va a saber qué hacer, no vas a ver cómo reaccionar, no vas a ver cómo resistir, mucho menos cómo atacar, dice el Señor.
¡Despierta pueblo, despierta, porque las cosas sobrenaturales se van a ver cada vez más seguidas sobre la Tierra, cada vez con más fuerza! La manifestación de los poderes, dice el Señor, tanto de los que vienen de arriba como de los que vienen de abajo, dice el Señor, se van a empezar a elevar como una olla cuya agua cada vez hierve más y los hijos que no entiendan lo que está pasando, dice el Señor, se van a acobardar y van a retroceder y se van a meter, dice el Señor, adentro de un caparazón como una tortuga que se esconde porque tiene miedo. Sin embargo, dice el Padre, yo voy a levantar un ejército fuerte, Yo estoy llamando a todo el que está en la cueva a que salga a la luz, Yo estoy llamando a todos los que se meten en los caparazones a que muestren sus cabezas, Yo estoy llamando a todos los que retrocedían hasta hoy aquí, a que avancen, dice el Señor, y peleen contra las fuerzas del mal ¿qué están esperando?, dice el Padre.
No solamente estoy viendo que el reino de las tinieblas, sus ejércitos, están perfectamente organizados, con distintos rangos de autoridades, con distintos rangos de poderes, con distintas asignaciones, con distintas tareas específicamente entregadas por su amo, detalladas, concretas, como flechas que tienen que dar en el blanco, el enemigo no da vueltas para hablarle a sus soldados, les da órdenes específicas, no hay peros de parte de los soldados para su amo el diablo, simplemente él les ordena y ellos tienen que hacer y más vale que lo hagan, así se maneja el reino del diablo, pero no solamente que existe ese orden en el reino de las tinieblas en sus ejércitos que el diablo utiliza contra los hijos de Dios específicamente, sino que también hay distintas armas de la oscuridad precisas, específicas que el enemigo utiliza para derribarte.
Las cosas espirituales son reales, no significa que porque no las puedas ver con tus ojos carnales que no estén ahí, dice el Señor, no significa que porque no creas que existan que no son igualmente de efectivas, creas o no creas, dice el Señor, esas armas están ahí igual y el enemigo las va a utilizar igual contra vos, contra tu casa, contra tu congregación, contra todo lo que te rodea, para ver si puede hacerte caer en algún aspecto, porque el enemigo va probando cuál es tu virtud, debilidad, y entonces él envía primero un ataque específico contra algún área específica de tu vida, y cuando él ve que vos podés resistir en ese área, que no caíste o que te caíste pero que te levantaste, entonces el enemigo va por otra cosa, y así va probando hasta que encuentra el punto débil y sin misericordia. Allí es donde clava la flecha, allí es donde manda la lanza, ahí es donde te clava la daga, donde más te duele, para ver si puede hacerte caer permanentemente, para que no te levantes más del piso, y cuando estés en el piso, pisotearte hasta que ya no tengas respiración, el enemigo no pierde tiempo, el enemigo no tiene misericordia, entendedlo.
Existe un reino de las tinieblas bien organizado, dice el Señor, con un ejército que trabaja en conjunto, con un ejército que no pierde tiempo, con un ejército que responde al instante, con un ejército que le tiene miedo a su general, con un ejército que tiene distintas armas, con un ejército que tiene miles de años de experiencia, con un ejército que no se cansa, y mi pueblo, dice el Señor, en gran parte, sigue encaminando como si todo eso no fuera real, como si todo eso no existiera, como si todo eso no afectara nada, como si no hubiera que mantenerse alerta, como dice la Palabra, como si no hubiera que defenderse de estas potestades y de sus ataques.
Pero hay un remanente, me dice el Padre, hay un remanente que estoy preparando, es un remanente de guerreros espirituales a los cuales les estoy abriendo los ojos, dice el Señor, y les estoy revelando cómo operan las fuerzas del mal, cómo se organizan, cómo atacan y cuáles son sus debilidades, dice el Padre, estoy preparando y levantando estos guerreros para que una vez instruidos, instruyan a mi pueblo, mi pueblo, dice el Señor, no va a tener excusa el día que vengan los ataques, porque no fue que yo no intenté abrirles los ojos, dice el Padre, no fue que no mandé emisarios de mi parte para que despierten a mi pueblo, no fue que no preparé guerreros específicos, especializados en el área de la guerra, en el área de la defensa y en el área del ataque, para que instruyan a mi pueblo, sino que muchas veces mi pueblo es negligente, dice el Señor, y no quiere creer que existe algo más de lo que ven, y no quieren levantarse a resistir al mal.
El Señor está explicando todo esto, porque gran parte de la razón por la que hoy estás caído, dice el Señor, es porque no entendiste que el enemigo te mandó un ataque por el cual caíste, y caíste porque no estuviste alerta, caíste porque no discerniste que el diablo te estaba atacando, caíste porque tal vez cuando sí discerniste que el diablo te estaba atacando, no supiste cómo defenderte, caíste porque pensaste o creíste que vos no tenías que contraatacar justo, hay un momento para ser suaves, amables y apacibles, dice el Señor, y hay otro momento para levantarse. Hay momentos, dice el señor, donde no es necesaria aplicar la fuerza, pero hay otros momentos donde no queda otra que aplicar la fuerza, dice el Señor, y gran parte de mi pueblo, dice el señor, se concentra únicamente en el amor de Dios, y con esa excusa de que Dios es amor, piensan que ellos no tienen que atacar al adversario.
Esta es una falsa doctrina que circula en el pueblo del Señor, por la cual muchos están cayendo y no pueden levantarse. Pueblo ármate, te dice el Padre, ármate, si no lees la Palabra, si no comes, dice el Señor, de ese pan, si no tienes esa espada afilada, y mucho menos la usas, dice el Señor, ¿cómo te vas a defender de las mentiras que el enemigo te habló?, si no tienes fe, dice el Señor, esos dardos van a entrar, porque no hay ningún escudo que te defienda, porque la fe es el escudo invisible, dice el Padre, tu única defensa real, más les he dado armas espirituales, dice el Padre, armas espirituales que tienen que utilizar, pero mucho pueblo ni siquiera sabe que existen las armas espirituales, no saben cómo usarlas, no saben cuáles son, no creen que existan armas literalmente hablando en el Espíritu.
Que esto es lo que quiere el diablo, dice el Señor, que seas ignorante de las cosas que no se ven, que seas incrédulo, porque si creerías, porque si las usarías, dice el Señor, serías invencible en el poder de mi fuerza. ¡Aleluya! por eso yo veo ahora, yo veo muchos de ustedes que están espiritualmente hablando, sus espíritus están caídos, están en el piso, otros están en las camas espirituales, literal, dicen ya no puedo más, no puedo seguir, no puedo levantarme, no tengo fuerza.
Otros intentan levantarse de esa caída, pero sus rodillas no lo sostienen, muchos otros se sienten sin aliento, muchos otros sienten de verdad que en cualquier momento se les apaga la vida, porque ya no tienen fuerzas, aún no estás derrotado, te dice el Señor, ¡Lávate la cara, dice el Señor, y levántate, tan solo estoy esperando tu decisión! Te dice el Padre: decide qué quieres levantarte, y cuando decidas que quieres levantarte, dice el Señor: ahí te voy a ayudar. Pero si te rindes, estás utilizando el poder de tu decisión para crear tu destino. Porque Jesús no te va a obligar a levantarte de esa cama.
Jesús no va a venir contra tu voluntad y te va a levantar del piso. Cuando vos le estés diciendo «no quiero levantarme», Él no lo va a hacer en esa manera, Él va a ofrecerte su ayuda. Él va a hacerte saber que está ahí, Él va a esperarte, Él va a hablarte por el Espíritu de Dios, Él va a mandar ángeles que te hagan saber que la ayuda del Señor está disponible. Él te va a alimentar en el Espíritu, como cuando le dijo a Elías levántate y come, que largo camino te resta, Él lo va a hacer, Él va a estar ahí hasta el último momento. Pero no va a presionarte para que te levantes, no va a instigarte para que te levantes. Él va a hablarte a tu oído, diciéndote: hijito, levántate, acá estoy, quiero ayudarte. Él va a mandarte mensajeros que te den soluciones santas a tus problemas. Siempre esperando a que decidas, siempre esperándote a que tomes una decisión de querer salir de ese pozo a donde estás, pero tienes que elegir la vida, dice el Señor, porque yo veo una decisión entre la vida y la muerte.
Yo veo que algunos de ustedes se rindieron, y cuando se rindieron y tiraron la toalla en el espíritu, eso es equivalente a elegir el camino de la muerte, porque están pecando y están rechazando la vida. Pero, aún así aún a través de esa decisión por la cual le diste la espalda a Cristo Jesús, porque estoy viendo que cuando tomaste esa decisión de rendirte en el Espíritu, te diste la espalda y le diste la espalda al Señor, aun así, el Señor toca tu hombro hoy y te dice: hijito, hijita, aún estoy acá esperando a que cambies de parecer. Date la vuelta, dice el Señor, y mírame, y voy a impartirte fuerza a través de mi mirada. Y te vas a sentir como un águila que estaba sin fuerzas, pero que nuevamente se levanta, pero tienes que tomar una decisión. Nueva hoy, dice el Señor, y dejar de creerle al enemigo, y dejar de ponerte de acuerdo con lo que él te habla. ¿Por qué estás eligiendo creerle más a él que a mí?, dice el Señor, estás tomando lo que él te habla, pero no lo que yo te hablo. Sé inteligente, dice el Señor, se astuto para mis cosas.
Y vístete de la armadura, para defenderte, para atacar, aprende sobre las cosas espirituales, dice el Padre, ya no estés más ignorante. Yo estoy viendo ahora que otros de ustedes están caídos, porque sienten que están enfermos, espiritualmente hablando. Los veo en el piso, y veo que se sienten enfermos, es como que sí quieren levantarse, si quieren estar bien, si quieren seguir adelante, pero sienten como si una enfermedad espiritual no les permitiera estar en pie. Pídeme que te dé la medicina, dice el Señor, pídeme que te ayude, dice el Padre, pero pídeme con fe, no dudando que te quiero ayudar y yo voy a enviar, dice el Señor, la solución santa para tu problema.
Pero el Señor me vuelve a repetir que hay un cáncer en la iglesia del señor Jesucristo en estos días, y es la incredulidad, el cáncer de la incredulidad que va creciendo, es una semilla de esa enfermedad que el enemigo coloca en vos, es una semilla de incredulidad que en algún momento el enemigo coloca en vos, y si te pones de acuerdo con esa incredulidad, esa semilla es como una enfermedad que empieza a crecer adentro tuyo, es como un cáncer que empieza a carcomerte de poco a poco, es una plaga de estos días, dice el Padre, porque mi pueblo no me cree, mi pueblo no me confía, mi pueblo no me espera.
Mi pueblo se comporta como la gente del mundo en estos tiempos, que quiere todo ahora, todo ya, todo para ayer, mi pueblo no sabe esperar en mí, mi pueblo no es paciente. Y entonces, cuando le da lugar a esa ansiedad, cuando le da lugar a esa tristeza, cuando le da lugar a esa depresión, a esa desesperanza que el enemigo habla. Entonces la incredulidad empieza a crecer y es como ese cáncer que empieza a carcomerlo todo, hasta que viene la muerte espiritual, porque sin fe es imposible agradar a Dios, pero yo tengo el remedio, dice el Señor, para ese cáncer, yo tengo el remedio, dice el Señor, que necesitas, yo tengo la medicina exacta, dice el Señor, para detener el crecimiento de esa enfermedad espiritual en vos.
Arrepiéntete ahora, dice el Señor, arrepiéntete de ser incrédulo, arrepiéntete de no haberme creído, arrepiéntete de haber dejado que el diablo te hable, y te hable, arrepiéntete de haberlo querido escuchar cuando te mentía, diciéndote que ya es tarde, cuando te mentías, diciéndote que no sos nada para Dios, cuando te mentía, diciéndote que tu servicio al Señor no vale, no sirve de nada, que lo que estás haciendo, no sirve, que las almas no se salvan, que las almas no mejoran, que las almas no están siendo refinadas a través de tu mano.
Estoy hablando a un pastor ahora, ese demonio de desánimo que te habla, dice el Señor, hasta cuándo lo vas a escuchar, ese trabajo que estás haciendo, te dice el Señor, no es para ellos, es para mí, pero no crees, dice el Señor, que lo estoy recibiendo con agrado, adelante de pie, dice el Señor, cree dice el Señor, que te quiero ayudar, cree que te quiero dar la mano, cree que te quiero levantar, y ciérrale la puerta a las voces del mal.
La medicina de la Palabra, la medicina de la oración, la medicina de la alabanza, la medicina de la comunión con el Espíritu Santo, la medicina del hablar en lenguas, la medicina del servicio, la medicina de proclamar la Palabra de Dios, la medicina del quebranto y de la humillación, estas van a ser tus remedios, dice el Señor, estas van a ser tus pastillas espirituales, que cuando comiences de nuevo a tomarlas, dice el Señor, así como cuando un enfermo en el hospital empieza a beber su medicina diariamente, comienza a darse una recuperación progresiva, así mismo, dice el Señor, si empezás a pelear contra esas cosas que te taladran la cabeza, que te llenan de información negativa, esas palabras que te hablan la serpiente, dice el Señor, mintiéndote, engañándote, y haciéndote creer en cosas que no son verdaderas, en falsedades del enemigo, en cosas que vienen de abajo y no de arriba.
Si le cerrás la puerta, dice el Señor, si le tapas la boca, si cerrás tus oídos a la voz de la serpiente, y los abrís a mi voz, dice el Señor, y tomas estas medicinas espirituales. Entonces, tu recuperación no va a tardar, y te vas a levantar de esa cama, dice el Señor, y te vas a levantar de ese piso a donde ahora estás caído, y tu recuperación será día a día, dice el Señor, a medida que pongas de tu parte, pero tienes que pelear, pelea, te dice el Señor, levántate y pelea. Yo estoy viendo que la tierra está entre medio del cielo y del infierno, las dos fuerzas, las fuerzas del cielo y las fuerzas del infierno, se manifiestan en el medio, que es la tierra donde vive el hombre, mientras camina su vida y mientras el hombre camina en la tierra, mientras está vivo, las dos fuerzas pelean por ganar su alma.
Las dos fuerzas trabajan para ganar esa alma, para que se vaya para arriba o para que se vaya para abajo. Desde el primer día que esa semilla es implantada en el vientre de la mujer, las dos fuerzas trabajan en pro o en contra de esa alma, mientras esa semilla va creciendo y se va gestando ese bebé. Las dos fuerzas siguen trabajando activamente, en favor o en contra de esa vida, aún en el momento del parto, la fuerzas de abajo y las fuerzas de arriba están activas, en favor de ese parto o en contra de ese parto.
En favor de la vida o en favor de la muerte y cuando esa ese bebé nace y ya se transforma en un niño, durante toda la niñez, las fuerzas de arriba y las fuerzas de abajo. Siguen trabajando activamente día a día. Hora, ahora, minuto a minuto, segundo a segundo, las cosas que pasan en el ambiente espiritual, en lo que no se ve mientras una persona transita su vida, ni se lo imagina. Mientras ese niño sigue creciendo. Y viene la adolescencia, las fuerzas de arriba y las fuerzas de abajo, las dos se contraponen y siguen trabajando activamente día y noche. El enemigo para hacerte caer y el Señor para que te levantes. El Señor te va ayudando, pero el diablo te va poniendo trampas para que te caigas constantemente, las dos fuerzas espirituales siguen activas durante toda la vida de la persona, aún desde antes de nacer hasta el último día de su muerte, hasta el último día de la muerte de una persona, el reino de la luz y el reino de la oscuridad siguen activos.
Porque nada está dicho, hasta el último día de la vida de una persona, hasta el último minuto que es decisivo, para ver si esa alma se va para arriba o se va para abajo. Todo el tiempo, desde la concepción de esa alma hasta la muerte de esa vida de esa persona, hay todo un mundo espiritual que se mueve alrededor de ella. Y Dios manda a sus ángeles a ministrar a esa vida continuamente, desde el día a al día z, el diablo también manda a sus demonios y a sus brujos y hechiceros, a sus potestades de las tinieblas y trata de inspirar a esa persona cada día, para ver si lo puede hacer caer, para ver si lo puede lastimar, para ver si lo puede enfermar, para ver si lo puede frustrar, para ver si le puede meter miedos, para ver si le puede dar una pareja que no sea enviada por el Señor para destruirlo, para ver si puede lastimarlo a través de esas personas y entonces, que la persona no pueda más ya seguir adelante.
Hay tantas estrategias que el enemigo utiliza desde antes de que nazcas, para que ya te sientas derrotado o te mueras, hay todo, hay todo una movida espiritual que sucede detrás del velo, de lo que no se puede ver, te dice el Señor y muchas veces los ángeles de Dios te están defendiendo de los demonios de Satanás, ni cuenta te das cuando estas cosas están pasando y el problema no es que el Señor no esté activo en tus defensa, el problema no es que el Señor no mueva todas las armas que Él tiene para ayudarte, el problema no es que el Señor no te siga de cerca, el problema, son tus decisiones, dice el Señor.
Porque a través de lo que decidís cada día, dice el Señor, le das lugar a que las estrategias del enemigo tengan la victoria o no, y cuando vos decidís, dice el Señor, quedarte en ese piso y no levantarte y no pelear, entonces. Los Ángeles tienen que respetar esa decisión, entonces la cobertura del Señor. Ya no te protege, porque sos vos el que decidís la muerte y no la vida, dice el Señor. Sos vos el que le das lugar al diablo, dice el Señor.
Pero hoy, hoy te doy una nueva oportunidad, dice el Padre, hoy tenéis una oportunidad y hoy, al escuchar estas Palabras, tenéis más conocimientos que antes, hoy, dice el Señor, tus ojos se abren, dice el Señor, y empezás a entender que hay cosas que se mueven detrás del velo, de lo que no se ve, que están trabajando activamente día y noche, para derribarte, contra las cuales tenéis que decidir batallar, levántate, dice el Señor, decídelo ahora, arrepiéntete de haberte dejado caer, arrepiéntete de elegir la muerte, arrepiéntete de darte por vencida, levántate, dice el Señor, y pelea, porque cuando levantes la mano, voy a colocar la espada, dice el Señor, cuando prepares el arco, voy a colocar la flecha, dice el Padre, cuando abras tu boca, te voy a dar las Palabras precisas para vencer al enemigo, aleluya.
Levántate, pueblo mío, te quiero ver activo, dice el Padre, ataca, ataca, porque dice la Palabra que Jesús vino para destruir las obras de las tinieblas, lo mismo ustedes como el Señor le dijo a Josué, levántate, porque te has postrado rostro en tierra, ¿por qué tú mismo te has derrotado?, dice el Señor, ¿por qué te rendiste, porque has desertado?, te dice el Padre, hoy, no sabes lo que pasa, dice el Señor, con los soldados que son desertores, que hasta lo pueden exiliar de sus naciones por desertar, lo mismo sucede con los ciudadanos del reino, cuando desertan, dice el Señor, cuando se rinden, pero no es porque yo los quiera echar, dice el Señor, sino porque le dan lugar al diablo, para que los destruya, no regales tu alma en bandeja de plata al enemigo, dice el Señor.
Entiende el valor que tienes, porque eso es lo que él quiere, dice el Padre, que te rindas y te regales a él como un esclavo, que es llevado atado el cuello con una soga, que nada puede hacer, porque su amo lo domina, cuando tú te rindes, dice el Señor, te conviertes en esclavo del enemigo. Y a partir del momento, dice el Señor, que bajaste la bandera, a partir del momento que declaraste la retirada. A partir de ese momento que decidiste rendirte y no pelear más, te convertiste en esclavo del enemigo, por eso te sientes como te sientes, dice el Señor, porque has tomado una mala decisión, porque has tomado una decisión equivocada. Pero por eso estoy aquí, hijitos, hoy, para hacerle saber lo que está pasando, para que se arrepientan, dice el Señor, y tomen una nueva decisión, para que decidan pelear, para que decidan, dice el Señor, otra cosa que lo que decidieron antes, para que, si antes te rendiste, hoy, digas me levanto, para que dejes esas palabras que proclamaste con tu boca sin efecto, en este momento, en el nombre de Jesús, aleluya.
Dile al Señor, ahora me arrepiento Señor, de haberme dejado caer, me arrepiento Señor, de haberme auto derrotado, me arrepiento de no haberte creído Padre, me arrepiento de no haber entendido que siempre estuviste conmigo, tratando de ayudarme, me arrepiento de no haberte querido escuchar cuando me hablabas de aliento, de esperanza, me arrepiento de haber firmado el papel del enemigo donde le di mi alma al rendirme a sus pies. Porque eso hiciste cuando te rendiste, eso hiciste cuando tiraste la toalla, fue igual que firmarle un papel al enemigo, a donde le dabas servida en bandeja tu alma. Por eso hay que quitar ese papel, hay que romperlo.
Hasta hay que dejar sin efecto, lo que hablaste antes, lo que pensaste antes, hoy es el momento de quitarle ese derecho de seguir dañándote, hoy es el momento de quitarle ese derecho para que se canse de incredulidad, te siga matando, decide, hoy por mí, dice el Señor, decide levantarte, decide mover tus pies, decide, tan solo decide, dice el Señor, y cuando pongas de tu parte, yo voy a poner de la mía, habla, dice el Señor, lo contrario de lo que hablaste antes, y si antes dijiste, me quiero morir, ahora di, quiero vivir, y si antes dijiste, ya no quiero más, ahora di, ya estoy listo para más, y si antes dijiste, ya no puedo más, ahora di, todo lo puedo en ti Señor. Pero tienes que creer, dice el Padre, creer, dice el Señor, cree y decide, en el nombre de Jesús. Amén, aleluya, gracias Señor Santo, Santo, Santo, yo veo agua limpiando a varios de ustedes ahora, a los que se están arrepintiendo, a los que están tomando una nueva decisión.
Yo veo papeles que el enemigo tenía en contra de ustedes, contratos que ustedes firmaron sin darse cuenta al enemigo para que los destruya, papeles que se están rompiendo ahora, que se están quemando en el Espíritu. ¡Aleluya! Yo veo armas espirituales que están siendo repartidas ahora al pueblo que decide levantarse y pelear. Acuérdate de David mi siervo, dice el Señor. Acuérdate de mí guerrero, ¿cómo le hacía frente dice el Señor, como enfrentaba a osos y gigantes?, dice el Señor, porque él tenía la confianza puesta en mí, porque él sabía que yo era su bandera, porque él sabía que yo era su estandarte, porque yo era su roca fuerte, dice el Señor.
Por eso, nadie lo podía derribar. ¿Cómo pudo un hombre insignificante como él?, dice el Señor, comparado con el poder de mi brazo, vencer a semejantes ejércitos. ¿Cómo podía ir a hablarle al enemigo?, dice el Señor, con semejante valentía siendo tan solo un humano, porque él tenía fe, dice el Señor, que no iba solo, sino que cuando él batallaba, había un ejército celestial a su favor. Él estaba consciente de las cosas espirituales, dice el Señor, y sabía que no era él, el que se auto enviaba, sino que era Yo, dice el Señor, el que lo enviaba a ganar esas batallas.
Por eso cree, dice el Señor, tan solo pon tu esperanza en mí, pon tu fe en mí, dice el Señor, abre los ojos a las cosas espirituales, porque desde ahora en adelante, si decides creer, si decides levantarte, ya no vas a ir solo, sino que vas a ir con mis ejércitos, dice el Señor, y vas a tener la victoria, dice el Señor, porque no serás tú el que venza, sino que seré yo adentro tuyo. Gloria al Señor, gloria al Señor, imparte Señor fuerza ahora en todos los hermanos, en el nombre de Jesús de nuevo, y valentía.
Abre la boca en tu favor, dice el Señor, no en tu contra, toma conciencia de que cuando hablas te estás favoreciendo o te estás desfavoreciendo, dice el Señor, toma conciencia, dice el Señor, que lanzas flechas cuando hablas, ¿a dónde las quieres enviar?, porque a veces te las auto-envías, dice el Señor, cuando hablas en tu propia contra. Cuando dices no puedo, no valgo, no sirvo y todas estas iniquidades, no permitas que estas palabras, dice el Señor, fluyan a través de tu lengua impártete aliento a ti mismo, dice el Señor, levántate y como un guerrero confía, dice el Señor, confía que puedes vencer si vas conmigo, amén, amén.
Pero no es solo levantarse, sino mantenerse de pie. A partir de ahora, todos los que hoy se levantan. Entiendan que como dijo el Señor, hay una batalla invisible por cada uno de nosotros, que nunca cesa que, aunque no se vea, siempre el enemigo va a intentar atacarte, porque ese es su trabajo, porque quiere destruirte y ganarte, por eso estar alerta debe ser constante. No solamente tenemos que levantarnos, sino defender nuestra posición, mantenernos en esa trinchera, siempre alertas y listos para atacar si hiciera falta a cualquier enemigo que se quiera acercar a nosotros, activos en la oración, atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, atentos a las manifestaciones de Dios y también a las del enemigo, para derribar todo lo que él levante en nuestra contra.
Amén, activos en la intercesión, aleluya, fortalecidos espiritualmente en los ayunos, dejándonos de distraernos, dice el Señor, porque la distracción produce debilidad en nosotros, y cuando viene el enemigo y estamos distraídos, nos da el golpe y nos tira en un solo intento, siempre, dice el Señor, como soldados preparados, siempre dispuestos a darle batalla a lo que sea. Amén.
Gracias Padre Santo, gracias Señor, Santo eres Dios mío, Santo eres Señor, imparto fe y Esperanza ahora, fuerzas del Espíritu con la que me has llenado hoy Padre, te damos las gracias Señor, te damos la gloria Padre, que esta palabra, este mensaje, esté sobre Señor, viaje y llegue a los confines de la tierra, levantando a todo el caído Padre, y provocando sus Espíritus a que se muevan para tomar una nueva decisión en ti. Y ser aptos de resistir hasta el final. Como dice la Palabra, en el nombre de Jesús, amén.
Bendiciones hermanos. Saludos desde Argentina, mi esposo al lado mío, acompañando con los versículos bíblicos que van acorde con lo que el Espíritu de Dios va hablando. Amén, bendiciones.