Bendiciones, amado pueblo del Señor Jesucristo. Aquí estamos reunidos nuevamente en el Espíritu, en este 26 de noviembre de 2022. En esta nueva transmisión, el Señor ministrará a su pueblo sobre el cansancio y va a revelar a muchos cuál es el motivo por el cual están tan cansados, por qué se sienten tan abrumados, por qué se sienten tan cargados.
[Isaías 40:29-31, RVR1960] Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Yo estoy viendo en este mismo momento un redil, estoy viendo un rebaño de ovejas, y estoy viendo que sobre los lomos de esas ovejas hay pesas colocadas, hay cargas colocadas, bloques de cemento que pesan sobre las espaldas de muchas de estas ovejas, que en mi visión representan a las ovejas del Señor Jesucristo. Y el Espíritu me está revelando en este momento que muchos de ustedes están tan cansados porque no han aprendido a entregarle esas cargas al Señor.
[Mateo 11:28-30, RVR1960] Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Y el Señor te dice en esta ministración, hijito, hijita, no me has entregado aquellas cosas que te están haciendo sentir cargado, aquellas cosas que sientes que te están aplastando, aquellas cosas que sientes, a veces hasta literalmente en tu cuerpo, en tu físico, que te tiran para abajo, que te pesan, que te hacen caminar fatigado, que te quitan la liviandad, que son como algo que pesa sobre tus espaldas continuamente. Hay mucho pueblo del Señor Jesucristo que se siente cansado porque piensa que esas cargas las tienen que llevar ellos mismos, porque no han entendido que tienen un Dios, que tienen un Salvador, que tienen a un Mesías que vino para llevar sus cargas en sus propios hombros, que cuando Él cargó esa cruz sobre sus hombros, que cuando Él mismo tuvo que cargar con ese madero, también estaba llevando tus cargas.
Pero muchos de ustedes han creído en el Señor Jesucristo, le han entregado su corazón a Él, se han bautizado en las aguas, aun hasta han recibido el Bautismo del Espíritu Santo, están sirviendo al Señor, están escuchando la voz del Espíritu Santo, pero no han entendido que esas cargas que tienen en sus vidas no están para llevarlas ustedes mismos, que el Señor ha dado su vida para llevar esos pesos, para que no te pesen en tu propia espalda, sino que al Señor ya le pesaron en ese momento cuando Él se entregó por nosotros en la Cruz.
Porque te dice el Señor ahora, hijito, aprende a soltar esas cosas que te preocupan, aprende a dármelas en mis manos, porque, aunque Yo ya llevé esas cosas que hoy te están pesando, realmente, por tu decisión, en tu corazón no has decidido dejármelas a Mí, para que Yo las cargue tantas millas como sea necesario. Estás creyendo que eres suficiente, tú mismo, por tu propia fuerza, para llevar esas cosas que tanto te pesan, y mientras sigas en esa decisión de querer llevar esas cosas por ti mismo, mientras sigas creyendo que tú eres suficiente, que tienes la suficiente fuerza propia para cargarlas y no me reconozcas como el cargador de esas cosas pesadas que te están aplastando, como el que llevó tus cargas en esa Cruz (1 Pedro 5:6-7), entonces la liviandad no vendrá a tu vida, entonces nunca te vas a sentir liviano, porque Yo dije: «Mi yugo es liviano y ligera mi carga». Pero esto es para aquellos que quieran tomarlo, para aquellos que quieran entender, para aquellos que quieran reconocerme, dice el Señor, para aquellos que quieran entender que sin Mí no van a poder, para aquellos que reconozcan que no son suficientes, que sus fuerzas no son suficientes para cargar con todas esas cosas con las que el diablo los quiere cargar.
Hijitos, tienen que aprender a pensar distinto, me dice Dios, están pensando de manera equivocada. Sí, creen en Mí, me han reconocido como el Salvador, como el que da la vida eterna, me han reconocido como un Dios Supremo, pero no en esa área, no entendiste que solo Yo puedo cargar con esas cosas que te son pesadas, de una manera que no te afecten, de una manera que no te hagan daño, no lo entendiste todavía.
Pero hijito, por eso hoy mismo te estoy hablando para que entiendas que tienes que cambiar tu manera de pensar y dejar de verte a ti mismo como tu salvador en ciertas áreas de tu vida y reconocerme a Mí, que solo Yo, por la fuerza del Espíritu Santo, tengo esa facilidad de cargar con todas las cargas de todos mis hijos alrededor del mundo al mismo tiempo. Solo Yo, por el poder del Espíritu, tengo la fuerza y la capacidad para cargar con todas esas cosas que te están aplastando. No es suficiente la fuerza humana (Prov 3:5-8).
[Zacarías 4:6, RVR1960] Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos
Es con mi Espíritu, te dice el Señor hoy. No has entendido que muchas de las cosas que estás haciendo, porque Yo no te he mandado a hacerlas, no estás trabajando en la fuerza de mi Espíritu, estás trabajando por tus propias fuerzas. Estás creyendo que podés cumplir con esas asignaciones que quizás te ha dado el hombre muchas veces, pero que no he sido Yo, por tus propias fuerzas. Porque si Yo no te envío, ¿quién te va a respaldar? ¿Los hombres te van a respaldar, tu reputación te va a respaldar? ¿Quién te va a dar la fortaleza para cargar con esas tareas, para cumplir con esos objetivos que te han dado los humanos, cuando Yo no te los he dado? ¿Quién va a tener la fuerza para respaldarte en esas cosas? ¿Quién va a mandar ángeles para librarte cuando te esté oprimiendo el enemigo, si Yo no te envío? ¿Con qué unción vas a ir a cumplir con esos objetivos? (Ex 3:14).
Porque el hombre nada puede ungir, puede venir alguien y derramar aceite sobre tu cabeza, pero si Yo no te he ungido primero, si Yo no he mandado esa orden a mis siervos para que te unjan, solamente será aceite que caiga sobre tu cabeza, pero el Poder del Espíritu Santo no te va a acompañar. Distinto es cuando un hombre venga y te unja con aceite en tu cabeza y Yo lo he enviado a esa tarea. No te dejes engañar, hijito, y pedí discernimiento. Porque yo estoy viendo ahora que mucho pueblo del Señor está haciendo tareas que Dios nunca mandó que hagan, está cumpliendo con objetivos humanos, están levantando, y nuevamente veo esos edificios de hombres, que levantan los hombres, porque piensan que así tiene que construirse la iglesia del Señor Jesucristo, pero no son muchas veces asignaciones celestiales.
Y entonces, algunos hombres están cargando pesos sobre tu espalda que a la larga te van a afectar, no solamente en tu vida espiritual, sino también en tu vida física, en tu vida material, en tu cuerpo, en tu casa, en tu matrimonio, en tu familia, en tu hogar. Porque si Dios te llama, Dios te va a ungir; si Dios te llama, Dios te va a dar las herramientas que necesitás; Dios te va a dar el poder para resistir; Dios va a ir contigo; Dios te va a proteger; su mano estará sobre tu cabeza; en tu espalda vas a sentir ese poder para resistir esa carga.
Pero si Dios no te manda y son los hombres, y si encima los hombres van en contra de la voluntad del Señor para tu vida, entonces esa pesadez la vas a sentir cada vez más cerca, cada vez más fuerte. Va a llegar un momento en que vas a estar tan cansado, tan cansada, que vas a tener ganas de tirar la toalla, y tu cuerpo va a empezar a manifestar ese cansancio de no poder cargar con eso que los hombres te llamaron a hacer. Y entonces, si no hacés algo con eso, va a llegar un punto en tu vida en que tengas ganas de verdaderamente tirar la toalla y nunca más servir al Señor.
Yo estoy sintiendo ahora, estoy sabiendo, se me está siendo revelado ahora lo que se siente estar en el cielo: es una liviandad. Allí las cosas no son pesadas, como pesa la materia en este plano material. Allí, donde habita el Padre, cuando uno está en ese ambiente celestial, se siente una liviandad que yo no puedo transmitir, no tengo palabras para contarles lo que estoy sintiendo ahora, lo que el Señor me está revelando, lo que se siente estar allí. Es como si cuando uno está en ese ambiente celestial se fusionara con el Espíritu del Padre, como si uno se fusionara con el ambiente celestial a donde habita el Padre, a donde habitan los ángeles, a donde habitan las criaturas celestiales. Allí, cuando uno está en ese plano del tercer cielo, cuando uno está habitando en ese ambiente celestial, se siente completamente liviano, como flotando, pero a la vez parado sobre los pies. No es una falta de gravedad, como cuando supuestamente uno sale de la atmósfera terrenal y se eleva hacia arriba, y allí no hay gravedad. No es lo mismo, no es ese tipo de liviandad.
Es estar absolutamente libre de toda carga, de toda pesadez. Uno siente su cuerpo celestial, porque eso estoy sintiendo ahora en esta revelación, en esta experiencia espiritual que estoy teniendo ahora mismo. Uno sabe que tiene brazos y piernas y miembros del cuerpo, y sabe que uno tiene un cuerpo celestial, pero es un cuerpo que es liviano, no es pesado como nuestro cuerpo físico en este plano material, y uno está completamente libre, uno está completamente liviano, y al mismo tiempo siente como si la respiración del Padre fluyera a través de uno cuando está en ese plano celestial (1 Cor 15:40-44).
Y Él dice: Yo he dado a los míos, a los que nacen de nuevo, dice el Señor, a los que aún están caminando sobre la tierra, Yo he dado un adelanto de lo que se siente, de lo que se van a sentir al caminar junto a Mí. Cuando ustedes caminan por el Espíritu, si realmente caminan por el Espíritu, no hay pesadez en sus vidas. Ese es otro de los motivos por los cuales el pueblo del Señor muchas veces se siente pesado, se siente abrumado, se siente afligido, se siente cansado, se siente derrotado. Es porque muchos, muchos no están caminando por el Espíritu Santo, no saben seguir la guía del Espíritu Santo a través de escuchar la voz de Él.
[Juan 10:27, RVR1960] Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
Aquellos que escuchan mi voz, dice el Señor, a través del Espíritu Santo, son como el viento, así de livianos. No están pesados, no están continuamente como un bloque de cemento, no se sienten como un bloque de cemento con patas caminando. Son livianos, son livianos. Dice Juan, en el capítulo 3, que aquellos que nacen por agua y por Espíritu son como el viento, que no sabes de dónde viene ni a dónde va; solamente oyes su sonido. Así son los que caminan por el Espíritu Santo (Juan 3:8).
[Juan 3:5-8, RVR1960] Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Son livianos, son como una hoja, que han aprendido a llevarse por ese viento del Espíritu de Dios. Sin embargo, sus pies están pisando el terreno; no es aún que han partido, no es aún que forman parte de este ambiente celestial, a donde habita el Padre, pero el Padre nos permite tener los pies sobre la tierra y poder experimentar unas gotitas de esa agua de liviandad, de esa agua de caminar en el Espíritu, pero aún habitar en este cuerpo terrenal.
Sin embargo, esto que estoy compartiendo con tanta pasión, hay mucho pueblo de Dios que no lo experimenta. Se levanta cada día y les cuesta levantarse. Dicen: hoy otra vez tengo que trabajar, otra vez tengo que cocinar, otra vez tengo que limpiar, otra vez tengo que estudiar, otra vez tengo que ir a mi congregación y tengo que servir, ¡cómo me pesa! Son pensamientos que está teniendo el pueblo del Señor en este tiempo. Y ¿saben por qué pasa eso? Porque están cumpliendo con mandamientos de hombres muchas veces, porque el Señor Jesús nunca los ha llamado a hacer lo que están haciendo muchas veces, no siempre, y porque no están caminando en el Poder del Espíritu Santo, no se sienten livianos.
Porque no es que se levantan y, apenas abren sus ojos o apenas pisan el piso para levantarse de la cama, le dicen: Espíritu Santo, heme aquí, ¿qué queréis que haga hoy? Y, disponiéndose a escuchar la Voz del Espíritu Santo, decirle: heme aquí al Señor, voy a hacer aquello que me parece que me estás pidiendo que haga. Si hicieras eso todos los días, si dedicaras tu día al Señor, si comprendieras que tienes que aprender a caminar por el Espíritu de Dios y no por lo que tu carne te dicta, y no por los deseos de tu corazón, y no por lo que te dice un Pastor que quizás no siempre, cuidado, pero que quizás no está alineado con el Espíritu Santo, entonces podrías saborear lo que se siente vivir en las fuerzas del Espíritu Santo y no las tuyas, y todas esas cargas que están sobre tu espalda serían quitadas.
Amigos míos, dice el Señor, tómense de mi Mano en este momento y déjenme a Mí cargar con eso que tanto les duele, que tanto les cuesta, porque si no lo sueltan, el cansancio no se irá de sus vidas. Yo (Noelia) estoy viendo ahora cansancio por problemas emocionales, y esa es otra de las razones por que el pueblo del Señor, debiendo caminar en el Espíritu de Dios, debiendo sentirse como una pila que se recarga constantemente, debiendo sentirse como una hoja en el viento, debiendo sentirse como un bebé que está en los brazos de sus padres, sin carga, sin preocupaciones, sin afán, esa es otra de las razones por que el pueblo del Señor se siente con un yugo sobre sus espaldas (Mat 6:25).
Hay cargas emocionales que te están quitando el descanso. No estás descansando porque estás triste, no estás descansando porque estás enojado, no estás descansando porque no tenés dominio sobre tus emociones. Y entonces el enemigo aprovecha para entrar por tu mente y, a través de esos pensamientos de tristeza, de depresión, de enojo, de ira, de miedo, provocar que te concentres en esos pensamientos todo el día. Para que, llegada la noche, caído el sol, no puedas más, no des más, lo único que quieras es dormir hasta el otro día, hasta las 5 de la tarde.
No están entendiendo que hay cosas que tienen que aprender a soltar, hay cosas que tienen que dejar ir, como cuando uno abre una jaulita donde tiene enjaulado un pájaro y lo deja que se vaya volando. Hay cosas que no estás queriendo soltar. No es que yo no quiera darte descanso, porque para eso cargué con esa cruz, te dice Jesús. Lo que está pasando, hijita mía, es que no estás queriendo dejar ir, no estás queriendo soltar esa carga emocional que tanto te oprime, no estás queriendo dejar ir a esos seres queridos que hace tanto tiempo que no están cerca tuyo. No los estás queriendo dejar ir, porque ellos son como ese pájaro enjaulado que el Señor me está mostrando ahora. ¿Por qué los querés tener en una jaula? ¿Por qué los querés tener al lado tuyo, amarrados, sujetos, como si te pertenecieran? ¿Acaso no son míos?
No estás entendiendo, te dice Jesús, con tanta dulzura, con tanto amor, con tanta ocupación por tu vida. No estás entendiendo que, si los soltaras, si decidieras abrir la puerta de esa jaula donde los tenés en tu corazón encerrados, al dejar que vuelen, sentirías una liviandad (Ez 18:4). ¿Por qué te estás ocupando de gente que yo nunca te pedí que te ocupes? Te estás ocupando de esa familia que en realidad no quiere que te ocupes de ella, te estás ocupando de esos hijos que ya están grandes, que ya son adultos. Los querés retener, no querés dejarme a mí que yo me ocupe de ellos, no creés que soy suficiente, no creés que soy digno.
Suéltalos, suéltalos de tu corazón, porque esta es una forma de amar. Déjalos ir, déjalos ir, porque los pájaros alguna vez tienen que volar del nido, alguna vez tienen que aprender a volar. ¿O será que sos un poquito egoísta y aún querés tenerlos bajo tus alas, como una gallina que no quiere soltar a sus pollitos? Pero cuando el fruto ya está maduro, hay que quitarlo del árbol, te dice el Señor.
Hijita, aprendé a reconocer los tiempos, porque hay frutos de ese árbol de tu generación que ya regaste lo suficiente, que ya cuidaste lo suficiente, que ya podaste lo suficiente. Hay frutos que ya ayudaste hasta que maduraron, ya hiciste lo que tenías que hacer, ahora viene el tiempo de quitarlos de ese árbol. Ya no pertenecen más, ya no necesitan que los estés alimentando continuamente (2 Cor 9:10).
Amados míos, les habla el Señor, hoy, a esas madres, a esos padres que no están entendiendo que hay un ciclo para todo, que hay un tiempo para todo, que hay un tiempo para mantener los pollos en el nido, en el nido de la gallina, hasta que ya están listos. Hay un tiempo para darles ese calor de madre, hay un tiempo para sostenerlos económicamente, hay un tiempo para abrirles las puertas de sus hogares. Pero cuando estos pollitos que estoy viendo ya están listos para vivir su propia vida, de ir y formar su propia familia, su propio nido, entonces es el deber de los padres dejar a esas crías libres, abrirles las puertas, y si no lo haces, entonces esta carga será sobre tu cuello, esta carga será sobre tus hombros, esta carga será sobre tus espaldas (Sant 3:18).
Y además de eso, vas a estar sosteniendo a gente que ya tiene que aprender a caminar por su propia fuerza, que quizás hasta a veces tiene que aprender a golpearse para saber cómo levantarse; tiene que vivir la vida en sus propios pies y no en los tuyos, ¿entendés? Te dice el Señor, especialmente a las mujeres que son más propensas a cometer este error. Déjalos ir, primeramente, en tu corazón. Y esto no significa que no los sigas amando, que no sigas intercediendo por ellos, que no sigas aconsejándolos cuando ellos te buscan para consejo, pero sé sabia. Porque muchas veces me estás diciendo: Padre, yo quiero servirte, heme aquí, no sé cuál es mi llamado, no siento que me quieras usar para algo específico, pero ¿cómo puedo llamarte?, ¿cómo puedo usarte?, ¿cómo puedo contar contigo si no estás libre de lo básico? Si en vez de mirarme a Mí, a lo que te estoy hablando, a lo que te estoy pidiendo, a lo que te estoy guiando, estás pendiente de tus hijos que ya son adultos y que quieren y deben hacer su propia vida en Mí (Col 3:1-2). Despójate de las cosas que no te tocan, hacete libre primero para que Yo pueda ver que realmente estás disponible para Mí.
Y yo estoy viendo ahora personas dentro del pueblo del Señor que se sienten tan cansadas porque traen en sus espaldas cargas generacionales que no les corresponden. Veo hombres y mujeres, pero especialmente hombres, con mochilas generacionales en sus espaldas, que oro ahora para que sean quitadas en el Nombre de Jesús. Rompemos ahora toda maldición generacional, tareas generacionales que ha entregado el diablo para que cumplan de generación en generación, que no han venido de parte de Dios y que a la larga generan enfermedades, problemas, distracción y todo tipo de consecuencias demoníacas. En el Nombre de Jesús, rompemos con estas maldiciones, quito estas mochilas generacionales de las espaldas de mis hermanos y hermanas, ahora, por el Poder del Espíritu Santo.
Corto con todas las ligaduras generacionales en tu alma, que provocan que estés ligado o ligada a antepasados, y por causa de esas ligaduras que yo estoy viendo, ligaduras del alma, porque estoy viendo ahora gente que está ligada en el alma a tíos, gente que está ligada en el alma a primos, hermanos, a padres, a madres, abuelos, bisabuelos, a familiares de todo tipo. Ligaduras en el alma que, cuando no son cortadas, cuando las personas no están libres de estas ligaduras, provocan que tú lleves o que cumplas tareas que se le han dado a esa persona, y por causa de esa ligadura, tú sientes como si lo mismo te pasara a ti. Así que ahora yo corto con toda ligadura del alma demoníaca, insana, en el Nombre de Jesús. Paso tijera espiritual ahora, ministrando a toda hermana, a todo hermano que crea por fe esta palabra. Ya no más vas a tener que ser abogado si no querías serlo, ya no más vas a tener que ser médico cuando eso no era lo que el Señor te reveló que era tu vocación, el talento que Él te dio en el Nombre de Jesús.
Porque hay gente que camina como zombies, cumpliendo la voluntad de sus antepasados, muchas veces, ¿saben por qué? Por causa de estas ligaduras del alma que yo estoy viendo ahora, por causa de estas mochilas espirituales que pasan las generaciones a las futuras generaciones, pero que en realidad nunca los mandó a hacer esas cosas. Gente que desearon ser abogados y que entonces les pasan estas mochilas generacionales a sus hijos, y sus hijos a sus nietos, y los nietos a los bisnietos, pero cuando en realidad el Señor había creado esas almas para que se dediquen a otra profesión (Isa 52:2).
Y no estoy diciendo que siempre está mal que haya generaciones de abogados, generaciones de médicos, generaciones de contadores y todo tipo de profesiones, no es así, porque a veces esto también viene de parte de Dios, y gloria a Dios por eso. Pero yo estoy hablando ahora de cadenas generacionales que atan al pueblo de Dios para cumplir con tareas, con funciones, con profesiones, inclusive a veces hasta con ministerios, que piensan que sus hijos y sus nietos deben tener, pero que Dios nunca estableció. Estoy viendo ahora ataduras demoníacas en las familias de Dios. Así que, si sientes que esta palabra te está llegando ahora en tu corazón, el Espíritu Santo te está diciendo: ¿Es eso lo que te está pasando? Tienes que cortar con esto que no viene de Mí, para que seas libre, para que puedas caminar en lo que Yo creé para ti, en ese camino que Yo hice.
Entonces, ahora, en este momento, di: decido renunciar, en el Nombre de Jesús, a toda carga generacional que se me haya impuesto, aun desde antes de nacer. Yo corto ahora, renuncio y dejo caer toda mochila generacional que me ha estado oprimiendo, aplastando, pesando, que me ha estado costando hacer. En el Nombre de Jesús, me hago libre, Señor, para que Tú me muestres el camino que has trazado para mi vida. Y yo oro ahora para ungir todas esas espaldas que se han hecho libres, oro ahora para sanar, ungir y cambiar toda pesadez por liviandad.
[Salmos 124:7, RVR1960] Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; se rompió el lazo y escapamos nosotros.
Hoy se rompen los lazos que te ataban. Hay muchos de ustedes que estaban haciendo cosas que ni siquiera sabían por qué lo estaban haciendo. Y ¿saben qué? Eso provoca cansancio, porque el Señor no te está acompañando, porque no es el propósito del Señor lo que estás haciendo para tu vida. Es algo que te impusieron que tenés que hacer, y entonces obedeciste. Pero, en realidad, estás haciendo algo como si fueras un robot que lo hace automáticamente porque le dan una orden. Pero en el fondo de tu corazón quizás sentís que ese no es el camino que el Señor trazó para vos. Sentís que tenés otros dones y talentos para desarrollar, sentís que podés ponerte al servicio de la humanidad con lo que Dios te dio, en otro aspecto, en otra forma, bajo otro servicio. ¿Verdad? Y esto es lo que te estaba pasando.
¡Despiértate ahora! Busca al Señor en la intimidad, y el Señor te va a revelar para qué te ha hecho, el Señor te va a revelar para qué te ha llamado. No pierdas tiempo haciendo o dedicándote a algo si no estás seguro de que viene de parte de Dios. Pedí confirmación al Señor, pedí señales al Señor, pedí al Señor que te muestre por sueños si vas por buen camino. La paz —me dice el Espíritu Santo ahora— muchas veces es la señal que te dejo para que sepas que estás caminando en Mi voluntad.
[Mateo 16:14-17, RVR1960] Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y si el Señor le reveló a Simón que Jesús era el Hijo de Dios, a ti también te puede revelar el Señor cuál es tu identidad en Cristo Jesús.
Porque yo estoy viendo ahora, escucho la palabra «espíritu de pesadez», espíritu de pesadez. Hay mucho pueblo cansado que se siente aplastado, y no es por estas razones que nombré anteriormente, sino porque el enemigo ha mandado sobre tu vida, sobre tu casa, pero especialmente sobre muchas congregaciones un espíritu de pesadez. Es algo que se siente como cuando alguien entra en un lugar y se aplasta, le cuesta sentirse vivo, le cuesta tener ganas de hacer cosas. Es como que entrás en ese lugar y te apagás, te cuesta moverte. Es como ir contra la corriente cuando se mueve ese espíritu de pesadez en los aires.
Si el espíritu de un hijo de Dios no está fortalecido en oración, en ayuno, en lectura, en la presencia, en la intimidad del Señor, en alabanza, si no está encendido en el fuego del Espíritu Santo, entonces este espíritu no tiene efectividad sobre estas personas, por más que sean hijos de Dios. Y uno empieza a sentirse aplastado, uno empieza a sentirse cansado, y en vez de salir mejor de lo que entró en esa congregación, en esa casa, en ese lugar, sale peor de lo que estaba. Estás más cansado que antes, es como si tuvieran puesto un ladrillo sobre tus espaldas. Pedí discernimiento de espíritus, me dice el Espíritu Santo, para aprender a reconocer cuando entres en un ambiente y ese cansancio, esa pesadez se manifieste. Aprendé a discernir dónde se mueve este espíritu, para poder batallarlo, para poder reprenderlo, para poder quitarlo de ese lugar en el nombre de Jesús.
Es como nube, es como neblina. Es como neblina pesada que aplasta a las personas que están en ese ambiente, y entonces comienzan a sentirse cansados, empiezan a bostezar. Es el mismo espíritu —me revela ahora el Señor— que opera cuando un cristiano quiere leer la Biblia y se duerme. Espíritu de pesadez.
Estoy viendo ahora muchas personas que dicen: «Yo quiero leer la Biblia. Yo abro la Palabra, me siento, pero es automático, abro las páginas y me empieza a dar sueño, empiezo a bostezar, me empiezo a dormir, me empiezo a aburrir, me empiezo a sentir pesado». Y yo estoy viendo ahora que los espíritus de pesadez son los que operan, los que tienen este objetivo, esta misión de hacerte sentir pesado, cansado, dormido, aplastado, para que digas al final: «Quiero leer la Palabra y me siento peor que antes. Al final, en vez de sentirme más vivo, más lleno de vida, más lleno de poder y de la Palabra de Dios, me siento peor de lo que estaba antes». Es el espíritu de pesadez que tenés que empezar a batallar en el Nombre de Jesús: «Te reprendo, espíritu de pesadez, y te vas ahora de mi vida, de mi casa» (Isa 61:3). Aquí el Señor les ha dado la Espada del Espíritu para aprender a luchar contra estas cosas.
Así que no estén ignorantes, hermanos míos, porque hay ciertos espíritus muy específicos que están trabajando en tu vida, con misiones muy específicas, y una de esas misiones es cuando vas a leer la Palabra del Señor. Porque el diablo sabe que, si te llenás de la palabra de Dios, vas a ser como un edificio que se levanta, vas a ser como una torre fuerte, tu espíritu va a ser resistente, tu espíritu va a resistir, tu espíritu va a aguantar, tu espíritu va a estar vivificado, vas a ser como un fuego que no se apaga. Él lo sabe, y tiene que lograr que no leás la Biblia todos los días, que no la escuchés, que le tengás rechazo, que pensés que por su culpa te estás sintiendo cansado y pesado, pero no es la Palabra del Señor. Abrí tus ojos, pueblo del Señor. Aprendé a discernir, porque el diablo manda a sus secuaces y mandan nubes espirituales sobre tu cabeza para que, aplastándote, renunciés a leer la Palabra del Señor.
Pero estas cosas hay que pelearlas, estas cosas hay que ayunarlas, estas cosas no hay que creerlas, no hay que tomarlas, hay que batallarlas, hay que reprender el poder de las tinieblas y hay que resistir en la lectura de la Palabra de Dios para que el diablo se vaya de tu vida.
[Santiago 4:7, RVR1960] Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Pero si vos no obedecés y no orás igual, si vos no resistís al diablo y a la primera que él te ataca, a los primeros tres bostezos, cerrás tu Biblia, entonces él no huirá de vos, sino que te va a ganar. No seas débil, no seas débil, y aprendé a pelear contra estas cosas.
Yo veo gente que a veces se siente tan cansada, tan cansada, realmente piensa y cree que no puede más. Estoy viendo a Moisés, cuando la batalla arreciaba, pero cuando él levantaba las manos, ellos ganaban la batalla, y cuando él bajaba las manos, ellos perdían la batalla. Entonces la solución para esto fue que sus dos hermanos, que estaban a su lado, levantaran sus manos para que nunca las bajara. Y entonces ellos ganaron la batalla porque Moisés nunca bajó las manos, pero nunca bajó las manos porque recibió ayuda. Vos estás bajando las manos muchas veces porque querés hacer las cosas vos solo, me dice el Señor, porque por orgullo no te estás permitiendo pedir ayuda.
Tienes que entender que a veces la única forma de resistir las batallas es en la comunidad, es en la comunión, así como Moisés y los suyos ganaron esta batalla levantando las manos, ayudándole cuando se cansaba a no bajarlas. Así mismo, hay hermanos que tienen que ayudarte cuando sentís que no podés solo. Pedí ayuda, me dice el Señor, no seas orgulloso, no pienses que lo vas a poder hacer todo vos solo, vos mismo. Acá alguien comenta: Hur y Aarón eran los que ayudaron a Moisés cuando él bajaba las manos. A veces necesitás un Aarón, a veces necesitás un Hur que te ayuden, que te ayuden a tener esa fuerza para levantar las manos y nunca bajarlas.
Pero hay mucho pueblo de Dios, me dice el Espíritu, que quiere resistir solo, que piensan que van a poder tener las manos levantadas todo el tiempo sin recibir la ayuda de los hermanos, y muchas veces hasta los hermanos te ven cómo estás de cansado, hasta los hermanos están reconociendo que no podés más, que estás necesitando ayuda. Hasta hay hermanos que el Señor está enviando a tu vida para ayudarte a resistir, hay un Hur, hay un Aarón que el Señor está enviando para sostener tus manos de un lado y del otro, para que haya firmeza en tus manos hasta que se ponga el sol. Pero sos vos el que no lo está queriendo aceptar, a esa ayuda, sos vos el que por orgullo no está queriendo recibir esta solución. El Señor te está enviando la ayuda que necesitás, el Señor está colocando hermanos para sostener tus manos en este tiempo donde te sentís tan cansado, pero la estás rechazando. Hay batallas que se ganan solos y hay batallas que se ganan en comunión.
[Éxodo 17:12, RVR1960] Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
Otro de los motivos por los cuales el pueblo de Dios se está sintiendo tan cansado es porque, literalmente, no están descansando, no están teniendo tiempos de no trabajar en todo sentido. Son como el motor de un auto que está siendo usado continuamente y nunca se le pone un freno; son como un cerebro que piensa y nunca frena, nunca para. Nunca duermen estas personas o duermen muy poco, y entonces, aun cuando están teniendo un tiempo supuestamente para descansar, siguen pensando, pensando, pensando, como el motor de este auto que nunca frena.
Y entonces, en algún momento tu cuerpo te va a pasar la factura, porque estás deshonrando el descanso. Nuevamente estás creyendo que vas a poder resistir trabajando sin parar. Nuevamente pensáis que vas a poder resistir operando sin descanso. Hay mucha gente que tiene ministerios que realmente están enviados por Dios, gente que está ungida por Dios. Pero, ¿saben por qué están tan enfermos muchas veces? ¿Por qué siguen apareciendo más enfermedades? ¿Por qué, a pesar de estar haciendo lo que realmente Dios les mandó a hacer, sienten que ya no pueden más? Porque no descansan nunca, porque no tienen balanza en su descanso, porque piensan que, porque Dios los ha llamado a hacer lo que están haciendo, no tienen que parar. Pero todo motor, llegado a un punto, si no frena, se funde. Todo motor, llegado a un punto, si no frena, se desgasta.
Entonces, el Señor te está diciendo ahora, a vos, que tenés un ministerio en tu congregación, a vos que sos cabeza de intercesión, a vos que tenés un llamado pastoral, cualquier tipo de ministerio que el Señor te haya entregado en tus manos, te está diciendo el Señor que Él valora tu disposición en el servicio. Que día y noche le estás diciendo al Señor: «Heme aquí para lo que quieras que haga» (Isa 6:8).
Pero al mismo tiempo, el Señor te dice hoy: hijita, poné un balance en tus horarios, permítete descansar un poco más, permítete poner tu cabeza en mis manos y descansar sin pensar en el trabajo que estás haciendo para mí, por un momento, para que yo pueda renovar tus fuerzas. Porque es cierto que el Señor quiere renovar tus fuerzas, es cierto que Él no puede hacer que Él levanta a los cansados, que los refuerza y que se levantan como las águilas; pero a veces esas águilas no quieren parar, esas águilas no quieren frenar, esas águilas están pecando contra sus propios cuerpos, quebrantando el descanso.
Yo estoy viendo una balanza ahora, y el Señor te dice: la solución es balancear tu vida, la solución es balancear tu tiempo, la solución es preguntarle al Espíritu Santo cuántas horas tenés que descansar y cuántas horas tenés que estar activo. ¿Cuántas horas tenés que estar en la iglesia sirviendo? Y, ¿cuántas horas tenés que estar en tu casa, viviendo las otras cosas de tu vida, dedicándote a otras tareas que también son importantes, o quizás tan solo reposando en ese sillón que tanto te gusta, en esa silla mecedora que estoy viendo ahora, en ese rincón en donde encontrarás ese alivio, ese descanso? No es pecado, mientras me obedezcas.
Balance espiritual, te dice el Señor, y te pide hoy, pueblo del Señor Jesucristo. Porque Yo no quiero que se den de baja tantos soldados que están participando de Mi ejército, pero el enemigo sabe que, si los puede cargar y cargar y cargar, para que cada vez se sientan más cansados, entonces van a abandonar. Pueblo, sé inteligente, sé astuto para organizarte.
Y yo estoy viendo un reloj ahora, y dice el Señor: de las 24 horas que te doy durante el día, descansa las que sean necesarias, para que cuando se levante el sol, ya estés listo para decirme: «Heme aquí, Señor, envíame a mí». Pueblo, sé inteligente, te dice el Señor. No te dejes desmayar, porque muchos errores se pueden cometer cuando estás cansado (Sal 62:1). Y yo veo ahora a Esaú, el hermano de Jacob.
[Génesis 25:29-34, RVR1960] Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.
Esaú volvió cansado, y el enemigo aprovechó para que, estando en esa debilidad, en ese cansancio, él despreciara su primogenitura, y despreciando su primogenitura, despreció al Señor. No seas así, te dice el Señor, porque en el cansancio se pueden cometer muchos errores. Por el cansancio y la tristeza, los discípulos no pudieron velar junto con Jesús antes de que fuera entregado, porque los ojos de los discípulos que estaban acompañando al Señor Jesús en la última noche se les caían de cansancio. Y el Señor les dijo: estén atentos y velen. Sin embargo, ellos estaban tan cansados, y estaban tristes también, y esta combinación no les permitió permanecer velando con nuestro Señor Jesucristo.
No permitas que el enemigo te lleve a ese punto de sentirte tan cansado por motivos que no vienen de Dios, por no descansar, y todas estas cosas que estamos mencionando, hasta el punto de utilizar ese cansancio. Porque saben que esta es una de las estrategias del Diablo contra la vida de todo cristiano: provocar y hacerte sentir tan cargado y cansado, si puede, especialmente si no sabes manejar tus tiempos de trabajo y de descanso, de tareas y de descanso. Que cuando estés tan cansado, aproveche esa debilidad para tentarte, para que renuncies, para que abandones la carrera, para que abandones la batalla, para que lo traiciones, como hizo Esaú, para que lo abandones y no veles juntamente con Jesús (Sal 4:8).
El cansancio es una de las estrategias que muchas veces no se charla tanto en el pueblo del Señor, no se toma tan en cuenta, pero es una fuerte estrategia que está utilizando el enemigo en este tiempo contra el pueblo del Señor. Por eso, la palabra del Señor dice: el que persevere hasta el fin, ese será salvo. Pero si estás tan cansado que no podés más, y lo único que querés hacer es dormir, renunciar, descansar, claudicar, y todas estas cosas, entonces no vas a poder terminar esa carrera, porque el que se cansa tanto en el medio de la carrera no puede llegar a la final.
Si quieres obtener ese premio, tienes que eliminar las estrategias del enemigo para cansarte por demás, porque en el cansancio se cometen muchos errores, así como Sísara se acostó a dormir, cargado de sueño y cansado, dice la Biblia. Jael aprovechó, y así murió.
[Jueces 4:17-22, RVR1960] Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo. Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta. Y él le dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir. Y él le dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no. Pero Jael mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió. Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.
No mueras en el cansancio, no te descuides en el cansancio, no te confíes en el cansancio, aprendé a velar aun cuando estás cansado, porque hay veces que el Señor te va a probar cuando estás cansado. Y tu cuerpo puede estar cansado, y tu espíritu puede estar cansado, pero aun así tu corazón tiene la capacidad de mantenerse velando. Y si tu corazón se mantiene velando continuamente, estés cansado o no estés cansado, sea el Señor quien te pruebe, o sea el diablo quien te tiente, vas a tener la capacidad de pasar esa prueba o de resistir esa tentación. Pero si no, vas a ser como Sísara, y te vas a morir en el cansancio.
Cuando uno está en batalla, me dice el Espíritu Santo, tiene que aprender a resistir, así como los soldados de Gedeón, que estaban cansados, 300 hombres, dice en Jueces.
[Jueces 8:4, RVR1960] Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo.
A veces tu cansancio no se debe a que no estás descansando lo suficiente. A veces tu cansancio no se debe a que tenés cargas, preocupaciones, afanes. A veces estás cansado porque estás en un periodo de batalla espiritual.
A veces estás cansado porque la guerra arrecia en tu vida. A veces estás cansado porque el Señor te mandó a perseguir a los filisteos, a un ejército opositor, o a cualquier enemigo que el Señor te haya mandado a derribar. A veces el cansancio se debe a que estás en medio del campo de batalla, y a veces el Señor te va a entrenar para que aprendas a resistir, aun cuando estás cansado, como estos 300 hombres que quedaron en la batalla de Gedeón, con los cuales Gedeón venció a miles y miles del ejército oponente, como 32.000.
Yo oro ahora en el Nombre de Jesús para que tu pueblo no se canse de hacer el bien, porque me dice el Señor, hay muchos de ustedes que están cansados de remar en contra de la corriente del mundo, hay muchos de ustedes que están cansados de hacer lo correcto, hay muchos de ustedes que están cansados de levantar la voz para hacerle justicia al que están maltratando, hay muchos de ustedes que me están diciendo: «Señor, ¿cuánto falta? Ya no aguanto más». Pero, sin embargo, hay pensamientos que no vienen de Mí, dice el Señor. Es el Diablo quien te está haciendo creer que no podés más, pero te he dado una capacidad para renovarte cada día en mi Espíritu. Te he dado la capacidad, por mi Espíritu, de levantarte cada vez que te caés. Te he dado la capacidad de ser como el ave Fénix, que se levanta de sus cenizas.
Yo, dice el Señor, si permanecés en Mí, te voy a levantar. No escuches esas voces del enemigo que te dicen que no podés más. No dejes que esas emociones de sentirte en el límite de tu resistencia te hagan creer que eso es verdad, porque Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida, y el que viene a Mí y permanece en Mí, participando de la Cena del Señor regularmente en esta comunión conmigo, se va a levantar cada vez que sea tirado.
Y yo estoy sabiendo ahora, por revelación, que cuando un Hijo de Dios participa de la comunión de la Cena del Señor regularmente con otros hermanos, sus fuerzas se renuevan. Porque ese pan y ese vino literalmente entran en tu espíritu y es como si en el espíritu verdaderamente estuvieras comiendo del cuerpo espiritual del Señor a través de este ritual (Is 41:10). No dejes de hacerlo si estás a cuentas con el Señor, no dejes de participar en la comunión con los otros hermanos, porque esto renueva tus fuerzas continuamente. Y cuando participás en la Cena del Señor estando a cuentas con Dios, tomando dignamente de ese vino, comiendo dignamente de ese pan, entonces tus fuerzas nunca te van a faltar, porque estás participando del cuerpo y de la sangre de Cristo Jesús.
Y yo sé que esta palabra el Espíritu me la está dando, porque algunos de ustedes toman por insignificante esta actividad, no le dan la importancia que tiene, no creen que sea tan importante, no creen que sea necesario, y muchos piensan que era para el tiempo de los Apóstoles, para el tiempo de los primeros cristianos. Muchos de ustedes van a la iglesia y participan, pero como si se tomaran un café; muchos de ustedes lo hacen, pero para cumplir con lo que sus pastores les mandan; muchos de ustedes no le dan la honra y el respeto que este ritual simbólico se merece, porque realmente en el Espíritu algo está sucediendo. No entienden lo que pasa, no entienden lo que significa, no entienden la importancia de participar de la Cena del Señor.
Pueblo mío, dignifíquenme, dice el Señor, hónrenme, honren mi Cuerpo y mi Sangre, no escupan sobre mi Cruz. Yo veo mucha gente que lo hace sin respeto, que beben de esa copa, de ese vaso y comen de ese pan, pero como si masticaran un chicle. Porque esto es pecado, es un pecado, y dice también la Biblia que los que participan indignamente de la Cena del Señor, que algunos por esa causa están enfermos y hasta han muerto. Es un pecado grave participar indignamente en la Cena del Señor.
[Lucas 22:19, RVR1960] Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
[1 Corintios 11:27-32, RVR1960] De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. ¿Saben por qué? Por participar de la Cena del Señor indignamente. Así que, si esta Palabra te redarguye, arrepiéntete ahora y pide perdón al Señor para que Él pueda limpiarte de esta mancha en tus vestiduras, para que pueda ser quitado todo derecho legal que le diste al enemigo para que opere en contra de tu vida, de tu cuerpo y de tu sangre; porque cuando estás deshonrando al Señor, cuando estás deshonrando su Cuerpo y su Sangre, abrís la puerta para que el enemigo deshonre tu cuerpo y tu sangre. Pero cuando participas dignamente, y tienes que hacerlo porque la Palabra así nos manda y el Señor así lo dijo, entonces tus fuerzas son renovadas (Isa. 40:28).
Muchos de ustedes también se sienten cansados porque sufren por el dolor en sus almas, porque sufren las ofensas, porque sufren el abandono, porque sufren el rechazo, porque sufren los vituperios, porque sufren los maltratos, porque sufren, porque la vida suya no es como quisieran, porque sufren por muchas distintas cosas. Y entonces se sienten cansados, se sienten como si fueran viajando en su vida en una carreta y no en un auto cero kilómetros de carrera; se sienten como que todo les cuesta y fueran en contra del flujo de los autos, en contramano.
Y es que, si seguís pegado a tu pasado, te dice el Señor, no vas a sentirte liviano, no vas a sentirte fuerte, te vas a sentir cansado. Y a medida que pase el tiempo y no enfrentes esas cosas que te están persiguiendo y no enfrentes esas cosas del pasado en las que aún todavía no estás sano, entonces ese cansancio no solamente no se va a ir, sino que va a empeorar y te vas a sentir cada vez peor, hasta que no puedas más que entregarle tu pasado al Señor, perdonar lo que te hicieron y seguir adelante mirando hacia adelante en la mies.
Porque el que pone sus manos en el arado, pero mira atrás, no es digno del Señor. Y entonces tu pasado te provoca, o tu pasado no resuelto, tu pasado que no está sano, tu pasado que te persigue como el faraón cuando los hebreos salían de Egipto, tu pasado que te duele, que aún sufrís como si estuvieras allá, aunque estás acá hoy; esa decisión tuya de permanecer en ese estado, como si nunca hubiera pasado tu vida y te hubieras quedado en ese momento donde sufriste, esa decisión tuya está provocando que no puedas avanzar y que sientas pesadez en tu vida, que te sientas cansado, que te sientas recargado, como si te pusieran cada vez más piedras en una bolsa que estás llevando.
Pero para servir al Señor, Él envió a sus discípulos sin nada y les dijo: no lleven nada, váyanse livianos, Yo les voy a proveer en el camino. Y esto simboliza, en parte, no solamente que Él nos va a proveer lo que necesitamos a medida que lo servimos, sino que no podemos ir a los campos, salir a las calles, predicar el Evangelio del Reino con esas valijas que estás llevando. Tienes que dejar todo atrás, tienes que perdonar y seguir adelante. ¿Hasta cuándo vas a tener atadas a esas personas en tu corazón?
[Lucas 9:3, RVR1960] Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.
Pero vos estás llevando 20 mudas de ropa, estás llevando una bolsa con todos los recuerdos de tus traumas del pasado, estás llevando el bastón que representa tus propias fuerzas y no quieres largar y caminar por el Espíritu. Estás preocupándote por las cosas que te hacen falta para servir a Dios, estás lleno de preocupaciones, de afanes, de falta de perdón. No solucionaste esas cosas, no quieres enfrentarlas para seguir adelante y entonces nunca te vas a sentir liviano, nunca vas a sentir que tienes energía, nunca te vas a sentir sano y saludable. Tienes que dejar las cosas atrás y avanzar, tienes que darte vuelta y solucionarlas con la ayuda de Dios para dejar ir esos procesos que te están cansando, porque tu mente, tu foco, tu corazón están ahí continuamente y no en el hoy.
Dios dijo: Yo Soy. Dios nunca dijo: Yo seré, Yo he sido. Dios dijo: Yo Soy el que Soy. Y para vos ser hoy el que eres, tienes que estar libre del pasado y libre del futuro. Porque mucha gente está con la atención en el futuro y esto también los hace sentir cansados, ¿saben por qué? Porque ellos quieren llamarse o quieren ser «yo seré» y están planificando sus futuros continuamente.
Cuando los discípulos dejaron casa, terrenos, hermanos, padres, mujeres, esposas, esposos para seguir al Señor, para que les indique día a día lo que tenían que hacer, sus discípulos no planificaron su futuro, estaban continuamente en un hoy. Y entonces ellos también se convertían en un «yo soy», no en un «yo quiero ser», no en un «yo voy a hacer», no en lo que yo fui antes. Muchos de ustedes están concentrados, posicionados en las cosas que se movieron antes, en las cosas que se hicieron antes, pero el Señor ya te dio otra tarea para este tiempo. Sin embargo, vos quieres ser eso que fuiste y que ahora no eres más. ¿Cuándo lo vas a aceptar para dejar ir esas ilusiones falsas, esos ideales que te están atando a algo que no eres? Quizás lo fuiste, pero ya no lo eres más (Prov. 19:21).
El Señor quiere que seas hoy lo que Él te llama a hacer hoy y que mañana seas lo que te llama a hacer en ese día, pero muchos de ustedes tienen todo un plano, como de arquitecto, en sus cabezas. Han diseñado todas sus vidas de antemano de acuerdo a lo que piensan que tenían que diseñar y no a lo que el Señor ha diseñado desde antes de nacer para sus vidas, y eso te provoca cansancio, porque estás trabajando, estás trabajando para cumplir esos sueños que quizás Dios nunca puso en tu corazón. Y eso te hace cansar porque tenés que trabajar mucho, tenés que trabajar de más; estás cansado porque no estás libre para seguir lo que el Espíritu pide, sino para conseguir y realizar ese plano que hiciste en tu mente, que creaste, que diseñaste vos mismo.
Otra de las razones por las que mucho pueblo se siente cansado es porque están en yugo desigual. Lo había visto hace un rato atrás y ahora lo vuelvo a recordar, que el Espíritu me mostraba yugos en la espalda de mucho pueblo. Cuando vos te ponés bajo el yugo de otra persona o de otras personas que no están alineadas con tu yugo espiritual, entonces vos llevás las cargas de la otra persona, y llevar las cargas de la otra persona te hace sentir cansado. Si vos no armás un equipo en tu vida espiritual para trabajar por el Espíritu Santo, para cumplir los objetivos que Dios les da, sino que cada persona en ese mismo equipo tiene una visión distinta de algo, ya sea por la fe, por cualquier cosa en la que te pongas de acuerdo con otras personas, entonces, sin querer, vas a estar cargando con parte del yugo de esas otras personas y no te vas a sentir libre, no te vas a sentir liviano, sino que esto te va a afectar cada vez más.
Por eso dice la Palabra: ¿qué comunión tiene la luz con las tinieblas? Y por eso dice la Palabra que no nos unamos en yugo desigual, pero yo entiendo e interpreto que cuando este versículo está escrito no solamente se refiere a los que se casan, se refiere a tus amigos, se refiere a las personas de tu congregación, a los hermanos, se refiere a formar algún tipo de sociedad, se refiere a muchas áreas de tu vida, en donde este principio te puede afectar. No lleves yugos que no tienes que llevar, yugos que no te pertenecen. Hacete libre para el Señor, porque cuando algo viene de Dios, su paz te acompaña. A veces te vas a sentir cansado cuando vienen estas batallas, como decía antes, te vas a sentir cansado porque vas a estar trabajando, pero va a ser un cansancio saludable, no va a ser un cansancio que te va destruyendo de a poco. Así que no te cargues colocándote debajo del yugo de personas que Dios no ha enviado a tu vida, de personas que el diablo sí ha enviado a tu vida. Debes discernir todas las cosas y cuidado con quién te ponés de acuerdo, porque si te ponés de acuerdo con personas que tienen un yugo pesado, un yugo diabólico, un yugo demoníaco, eso es lo que vas a llevar, ese es el poder del acuerdo.
Hijitos, dice el Señor, Yo quiero que mi pueblo camine en liviandad, Yo quiero que mi pueblo aprenda a dejarse llevar, Yo quiero que mi pueblo aprenda a oír ese viento que los quiere dirigir, que es el Espíritu Santo. Hijitos, no se carguen con cosas que no les he dado, no se dejen aplastar, no se dejen exprimir, no se dejen oprimir; escuchen mi voz, que Yo los voy a guiar por caminos a donde los voy a mantener en el Poder del Espíritu, para que cada vez que se cansen, sientan sus fuerzas renovadas. Hijitos míos, el enemigo está colocando mucha carga sobre muchos de ustedes, y ustedes no saben qué hacer con esas cargas. Entréguenmelas a Mí, dice Jesús, no las acepten, no las guarden para ustedes, no las abracen, no las reciban. Rechacen estas cargas, estas cosas, esta pesadez; peleen, den batalla a estos espíritus que los hacen sentir cansados y pesados, denle batalla a estas cosas. Es por mi Espíritu, pero si ustedes piden por mi Espíritu, Yo mando a un ejército a batallar por ustedes, para que no se cansen.
Hijitos, va a llegar un momento, cuando estén en mi presencia, dice Dios, donde el cansancio no va a existir más, donde sus espaldas van a estar siempre derechas, porque no va a haber nada que las aplaste, que las tuerza, que las enferme, porque yo (Noelia) veo muchas columnas enfermas, torcidas y con problemas, justamente por estas cosas que he nombrado y por otros motivos que provocan cansancio en sus vidas. Hijitos, dice el Señor, reúnanse en comunión con gente que les transmita paz y liviandad en el Espíritu, congréguense entre ustedes, donde haya ambientes de liviandad y no de pesadez. Aprendan a meterse en piletas de aguas cristalinas que no les pesen y no en piletas de lodo cenagoso, de donde apenas se pueden mover de tan pesado que es.
Hijitos, háganse libres para Mí, porque quiero llevarlos, como cuando un pájaro vuela, dice el Señor, por los aires y abre sus alas y se deja llevar por el viento, se detiene de mover las alas y planea, con las alas abiertas, y disfruta de este momento. Y el Señor me muestra que muchos de ustedes están deseando esto, pero al mismo tiempo no son como los pájaros que abren las alas y confían en que Dios los está sosteniendo en el aire y que el viento de su Espíritu los está llevando. Confíen en Mí, porque cuando no confían, es otro de los motivos por los cuales se sienten tan cansados; cuando no confían, viene el cansancio, porque en vez de caminar en el Espíritu, caminan en la carne. ¿Qué prefieren, sentirse aplastados, sentir que sus piernas son como dos bloques de cemento que no las pueden mover, sentir que necesitan permanecer sentados por causa del cansancio? ¿Prefieren confiar en ustedes mismos, confiar en que ustedes mismos se van a proveer? Porque haciendo esto se transforman en esclavos de ustedes mismos.
Pero si ustedes confían en Mí, y confían que Yo les voy a proveer lo que necesitan, así como lo hago con las aves del cielo, si ustedes confían que Yo los voy a llevar a arroyos de aguas cristalinas, si ustedes confían que Yo estoy enviando a mis ejércitos a pelear por sus causas, si ustedes confían que Yo estoy obrando, que hay cosas que están sucediendo en el espíritu, que quizás ustedes no las pueden saber y no las pueden ver, si ustedes confían y caminan por fe, entonces esa nube de cansancio va a ser levantada de sobre sus cabezas, esos pesos de sus espaldas van a ser quitados, porque ustedes mismos los van a renunciar, ustedes mismos los van a rechazar, los van a reprender y hasta los van a denunciar, porque las obras de las tinieblas hay que denunciarlas.
Hijitos, cuando alguien confía y camina por fe y no por vista, se deja llevar. Es como un niño que va por el camino sabiendo que el Padre lo está guiando (Sal 118:8). Confíen en Mí, renuncien ahora, todos los cansados, a esas cargas y vengan a beber de mis Aguas que tengo para darles, para renovar sus fuerzas. Reciban ahora, en el Nombre de Jesús, nuevas fuerzas por el Espíritu de Dios. Reciban ahora poder y fuego del Espíritu Santo, para levantarse, todos aquellos que estaban con las rodillas dobladas, pero no por oración, sino por cansancio. Reciban ahora paz del Espíritu en sus mentes, porque muchos de ustedes se sienten cansados porque no paran de pensar. Tienen cansancio mental que después se refleja en el cuerpo, en el alma y en el espíritu. Frenen ese motor. Reciban ahora paz del Espíritu en sus mentes, Unción de lo alto en el Nombre de Jesús.
Muchos de ustedes están utilizando herramientas humanas en vez de herramientas que Dios les quiere dar para trabajar. No hagan las cosas a su manera porque ahí van a sentir más cansancio, sino a la manera del Señor. Fuego de Dios, ahora sobre el pueblo del Señor, que rompe los yugos, que destruye paredes de frustración. Fuego de Dios, ahora que cae y destruye altares a Satanás. Fuego de Dios, ahora que cae trayendo sanidad sobre los cuerpos estresados y cansados. Fuego de Dios, ahora que enciende los corazones para que sientan un reavivamiento. Fuego de Dios sobre tu mente, tu cabeza, tus manos, tus miembros. Fuego de Dios, ahora sobre ti, y bendición de lo alto. Yo abro los cielos sobre todo el pueblo que escucha esta Palabra.
Unjo a todo el pueblo de Dios, cansado, entristecido, enlutado, con este aceite, con esta unción de alegría, de alabanza. Y me dice el Espíritu Santo que la alabanza es una de las formas de contrarrestar el cansancio. Pero si trabajas y trabajas también para Dios, haces tus cosas, lees, oras, ayunas, pero nunca alabas al Señor, ese cansancio nunca termina de irse de vos. La alabanza es clave porque tu espíritu se vivifica (Sal 119:30) cuando vos alabas a Dios con cánticos, con danza y con todo tipo de adoración. Gracias, Padre, por esta palabra de sabiduría para tu pueblo santo.
Así como David danzaba, David danzaba y sus fuerzas eran renovadas a través de esa danza, así también danza tú, dice el Señor, para que yo renueve tus fuerzas en esos movimientos (2 Sam 6:14). Y también me indica el Señor que nos ocupemos de los cansados, que atendamos a los que ya no tienen más fuerzas, que impartamos la fuerza que Dios nos da por su Espíritu a los débiles, a los que quieren renunciar, a los que quieren claudicar, a los que quieren desertar. Impartan, dice el Señor, la fuerza de mi Espíritu a través de sus manos.
¿Y sabías que servir a Dios renueva tus fuerzas? Si Dios te ha mandado hacer algo, si tienes en tu corazón servir a Dios de alguna manera, cuando estés en el servicio, eso mismo te va a hacer sentir muchas veces reforzado, lleno de ganas, de unción, de alegría y de fuerzas para seguir. Servir a otros, ayudar al prójimo, renueva tus fuerzas, porque eso que das es lo que recibís, es un principio espiritual. Así que, si quieres sentirte con fuerzas, impártelas al que no las tiene, y vas a ver cómo tu vaso se llena.
Las palabras que hablas renuevan las fuerzas a los cansados. Muchos de ustedes también se sienten cansados, ¿saben por qué? Porque hablan mal, porque utilizan el poder de su boca para hablar de pesimismo, para tirar las cosas abajo, para quejarse, para ir en contra de lo que Dios quiere hacer, para desilusionar a la gente, para decir «no vas a poder» o «no voy a poder», para enfocarse en la oscuridad en vez de en la luz, en vez de ser positivos, agradecidos en lo que Dios hace, lo que Dios les da, en tener fe en que Dios va a cumplir lo que dice.
Hay gente que es tan pesimista, negativa, que tira todo abajo, y esto, como ellos se ponen de acuerdo con los espíritus de pesadez, les da derechos legales para que vayan a ese ambiente y opaquen la vida de las otras personas o el lugar a donde están. El pesimismo atrae espíritus de pesimismo y de pesadez y de tinieblas. Pero una persona optimista, que cree en Dios, que tiene fe, que camina en la fuerza del Espíritu, que es positiva, que es alegre, que es agradecida, que no se queja continuamente de todo, que tiene esperanza, las personas que están llenas de estas cosas las hablan, y entonces bendicen a las personas que tratan con ellas y a los lugares a donde están y llenan esos ambientes de luz. Así que, cuidado cómo usas tu boca, porque de acuerdo con tu boca puede ser el cansancio que tengas o no tengas.
Así que alabanza, palabras de esperanza, palabras de alegría, agradecimiento, compartir con otros, impartir a otros, ayudar a otros, son cosas que te van a ayudar a sentirte cada vez más vivo y cada vez menos cansado. Cada vez que te sientas cansado, ya sabes a quién tienes que recurrir, ya sabes a qué Trono tienes que ir para pedir lo que te falta, y hacer batalla espiritual contra todo lo que se opone en tu vida (1 Tes 5:16-18). Pero tienes que ser activo también y defender tu paz, defender tu alegría, defender las ganas de vivir, defender la vida que Dios pone en ti, defender la luz, defender tu corazón y protegerlo de estas cosas.
Muy bien, hermanos, apliquen las cosas que el Señor ha mostrado hoy, investiguen en su Palabra, muévanse, sean activos, no esperen todo servido, sean astutos, inteligentes para lo bueno. Sean rápidos para batallar contra lo que los ataca, y también coman bien, porque la alimentación provoca cansancio en el cuerpo y esto los cansa también en su alma. La alimentación también tiene que ver; beban mucha agua para que sus cuerpos se limpien continuamente, para que estén livianos de toxinas. Estoy viendo ahora que el agua, al limpiar nuestro cuerpo y al alimentarnos mejor, no comiendo tanta comida chatarra, cosas pesadas que adentro contienen pequeñas partículas que son muy pesadas en la sangre, esto también les ayuda para combatir el cansancio. Pero bueno, si ustedes, habiendo escuchado todas estas cosas que dijo el Señor, no las aplican, ya no depende de Dios que no reciban fuerzas en su espíritu, en sus almas y en sus cuerpos. Amén.
Citas bíblicas:
[1 Pedro 5:6-7, RVR1960] Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
[Proverbios 3:5-8, RVR1960] Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.
[Zacarías 4:6, RVR1960] Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.
[Éxodo 3:14, RVR1960] Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
[1 Corintios 15:40-44, RVR1960] Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
[Juan 10:27, RVR1960] Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
[Juan 3:8, RVR1960] El viento (espíritu) sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
[Mateo 6:25, RVR1960] Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
[Ezequiel 18:4, RVR1960] He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.
[2 Corintios 9:10, RVR1960] Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia.
[Santiago 3:18, RVR1960] Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.
[Colosenses 3:1-2, RVR1960] Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
[Isaías 52:2, RVR1960] Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
[Isaías 61:3, RVR1960] a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
[Éxodo 17:12, RVR1960] Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
[Isaías 6:8, RVR1960] Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
[Salmos 62:1, RVR1960] En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación.
[Salmos 4:8, RVR1960] En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.
[Isaías 41:10, RVR1960] No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
[Isaías 40:28, RVR1960] ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
[Proverbios 19:21, RVR1960] Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá.
[Salmos 118:8, RVR1960] Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre.
[Salmos 119:30, RVR1960] Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.
[2 Samuel 6:14, RVR1960] YY David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová.
[1 Tesalonicenses 5:16-18, RVR1960] Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.