Amado pueblo del Señor Jesucristo, nuestro amado Señor quiere hablar contigo hoy, en este 18 de noviembre del año 2022, y el Espíritu de Dios te dice así:
Pueblo mío, ¿qué estás haciendo? ¿Con qué te estás distrayendo? Abre tus oídos para escuchar lo que te quiero decir hoy, porque quiero hablarte profundamente, dice el Señor, y que mi palabra penetre en tus huesos, en tus músculos, en tus células, en tu corazón, y vaya hasta donde están guardados los secretos más profundos que se encuentran ahí y que estás queriendo esconderme, dice el Padre.
Pueblo mío, quiero que abras tus oídos para escuchar y obedecer mi voz. Te estoy mirando, dice el Señor. ¿Por qué estás corriendo detrás de los baales? ¿Por qué mi pueblo huye de mí en vez de acercarse más a mí?, dice el Padre hoy.
Pueblo mío, no dejo de llamarte, no dejo de buscarte, dice el Señor, pero tú me das la espalda. Una y otra vez te toco la espalda para llamar tu atención y que quizás te des cuenta y me mires a los ojos. ¿Por qué te distraes? ¿Por qué buscas las cosas que te hacen daño en vez de buscarme a mí, que soy tu hacedor, el que te hizo, el que conoce cada movimiento de tu sangre en tu cuerpo?
Pueblo mío, quiero que seas mío, dice el Señor. Te hablo, te grito y te llamo. Ven, ven a mí, que te quiero limpiar. Ven a mí, que te quiero preparar. Pero no me estás escuchando, pueblo mío. Apercíbete. Entra en tus aposentos y cierra la puerta.
[Mateo 6:6, RVR1960] Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Arrepiéntete delante de mi presencia, buscando mi rostro, mostrándome tus manos sucias para que, quizás, arrepintiéndote, pueda limpiarlas. No las escondas de mi vista. No es hora de correr lejos de mi redil, dice el Padre a su pueblo descarriado, distraído, hipnotizado por cosas que le interesan más que servir a su Dios.
Amado mío, mi alma te anhela, te dice el Señor a ti, que estás distraído, a ti, que pones tu corazón en las cosas del mundo.
Me estás reclamando: ¿Por qué no hago tal cosa? ¿Por qué no dejo de hacer tal otra? ¿Por qué no hablo de tal manera o de otra? Que no te gusta esto, que no te gusta aquello, dice el Señor. Me estás reclamando por cómo va tu vida.
[Números 21:5, RVR1960] Y el pueblo habló contra Dios y Moisés: ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio este pan tan liviano.
Estás pensando solamente en ti y en tus cosas. Estás poniendo la mira en las cosas terrenales y no en las celestiales, no en las que a mí me interesan, dice el Señor. Están ciegos. No conocen a su Dios.
Los que sirven a otros dioses sí los conocen. Ellos conocen las profundidades de Satanás y las aman y las buscan día y noche. No duermen. Ayunan. Los servidores de las tinieblas son dedicados. Se arrodillan a los pies de sus amos. Se cubren el cuerpo completo cuando están en la presencia de su señor.
Pero los míos son descarados, atrevidos, contumaces. No tienen vergüenza. No se arrepienten, aun cuando los estoy llamando a limpiarse. Aun cuando les estoy mostrando que sus caminos son errados, siguen adelante y hacen como si nunca les hubiera hablado, como si nunca les hubiera llamado la atención.
Los míos son duros; tienen la cerviz como acero. No hay forma de ablandarles el corazón, a menos que verdaderamente sean sacudidos para que reaccionen y entiendan que sin mí no van a poder resistir los golpes que vienen.
[Hechos 7:50-51, RVR1960] ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
Pueblo, ¡despierta! Estás durmiendo, dice el Padre. Estoy sonando la alarma, pero no quieres escucharla. La apagas, como cuando alguien apaga ese reloj y sigue durmiendo, dice el Señor, y dejas las cosas para después. Postergas, dice el Espíritu. Dices: «Después me voy a encargar de tal asunto. Total, tengo tiempo, porque el Señor todavía no viene, porque el Señor todavía no viene a buscarme», y no te preparas, y no velas, y no intercedes, y no me buscas, sino que buscas tus propias cosas, y hasta a veces estás sirviendo a otro amo sin darte cuenta, porque me desobedeces, dice el Señor. Simplemente te atraen las cosas ocultas. Te atrae lo que está mal.
Si Yo te digo «A», tú quieres «B», dice el Señor. Si Yo te digo «blanco», tú quieres el negro. Eres como alguien al cual le gusta escuchar que le profeticen, inclusive si es para llamarle la atención, pero después no haces caso de esas palabras.
[Jeremías 6:10, LBLA] ¿A quiénes hablaré y advertiré, para que oigan? He aquí, sus oídos están cerrados, y no pueden escuchar. He aquí, la palabra del Señor les es oprobio; no se deleitan en ella.
Pueblo mío, no me estás entendiendo, dice el Padre, no me estás creyendo, ni siquiera me estás leyendo. Te vas a distraerte con tus amigos, a escuchar música mundana, mientras la tierra está a punto de sacudirse debajo de tus pies.
¿Qué estás esperando? ¿Que sea tarde para clamarme? ¿Que ya se acaben las oportunidades? ¿Qué estás esperando para tomar una decisión? ¿Por qué eres tibio y no decides calentarte por mis cosas, tener pasión por mí, que soy la luz que brilla en medio de esta oscuridad?
[Juan 8:12, RVR1960] Otra vez, Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
¿Por qué no te intereso? dice Jesús. Porque no soy una foto, no soy una imagen, ¿no estoy ahí? Mi Espíritu se mueve en todos lados. Pueblo mío, ¿por qué crees en una imagen tallada?
Yo (Noelia) veo ahora una imagen tallada de un supuesto Jesús, de su supuesta imagen.
[Isaías 44:9, RVC] Todos los que se dedican a hacer imágenes talladas no valen nada. Aun lo más valioso de ellos no sirve para nada. Y para confusión suya, ellos mismos son testigos de que esos ídolos no ven ni entienden.
A veces dedicas más tiempo a adorar esa idea de lo que Yo soy que a buscarme en Espíritu y en verdad, dice el Señor.
¡Despierta!, dice el Señor. Estoy sonando las trompetas cuando estás despierto. Las estoy sonando cuando estás durmiendo. Te estoy queriendo llamar la atención a través de diferentes medios, y tú no comprendes, no reaccionas, no me respondes y te haces el sordo, el distraído, el ocupado. Pero cuando se cierren las puertas y no puedas entrar, no vas a entender cómo te quedaste afuera. Porque, así mismo como en los días de Noé, dice el Señor, lo mismo va a ser y lo mismo está siendo en este tiempo.
No me están escuchando, no están recibiendo, no me están creyendo, no me están entendiendo, y mucho menos me están obedeciendo. Obstinados de corazón, frente dura con la que me resisten como un toro, corazones de piedra.
[Lucas 18:8, LBLA] Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?
¿Qué más tengo que hacer para que reacciones, para que entiendas que quiero salvarte, que quiero ser tu Dios, que quiero ser el primero y el último, el Alfa y la Omega de tu corazón? ¡Reacciona! Despierta y entrégate a mí, dice el Señor. ¿Hasta cuándo tengo que esperarte a que respondas mi llamado? Porque no he sido Yo el que te ha ignorado, dice Jesús, sino que has sido tú el que te has alejado de mí, el que me ha dejado, el que me ha cambiado por otros dioses, el que te has entregado a la fornicación, a la inmundicia, al fraude, a la mentira. Has sido tú el que te has ido a otras religiones falsas, donde no estoy, donde no está mi presencia.
Pueblo, estoy sonando fuerte las trompetas, dice el Señor. No pueden decir que no les he avisado. No pueden decir que no los he sacudido. No pueden decir que no he dado señales. No pueden decir que no he sido Yo el que los he buscado.
Amados de mi alma, si supieran lo que ustedes son para mí, que quisiera tenerlos en mi mano como cuando uno guarda un tesoro muy celosamente y no quiere que nadie se lo arrebate. Pero son ustedes los que me rechazan, porque no quieren estar al lado de mi santidad, porque se avergüenzan, dice el Señor. Son como sal que no sala. Son como fuego artificial que no calienta. Son como nieve de tecnopor, dice el Señor, una ilusión.
[Mateo 5:13, LBLA] Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
Tienen el nombre de cristianos, tienen el nombre de distintas denominaciones, se hacen llamar de distintas maneras para verse más santos en frente de la sociedad, pero sus corazones están sucios. Y otra vez, así como en la antigüedad eran los escribas y los fariseos, que no me amaban, que no creyeron en mí, que me entregaron hasta la muerte, así también hoy, dice el Señor, ustedes se comportan como si fueran míos, como si vivieran al lado de mi presencia.
[Mateo 23:27, RVR1960] ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que, por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos muertos y de toda inmundicia.
Pero son como sepulcros blanqueados: bonitos, ordenados, con sus casas llenas de cuadros cristianos, de Biblias por todos lados. Se cubren con ropa larga, están bañados, ordenados, hablan correctamente, utilizan lenguaje bíblico. Pero después se emborrachan; están adulterando en sus corazones. Me están engañando, creyendo en teorías de otras religiones. Se acuestan y fornican detrás de otras creencias, dice el Señor. Se acuestan con demonios cuando hacen acuerdos con lo que ellos les enseñan. Fornican, dice el Señor, fornican con entidades espirituales cuando toman, reciben y concuerdan con ellos en falsas creencias, en ocultismo, en brujería.
[Oseas 1:2, TLA] Ve y cásate con una prostituta, y ten hijos con ella, porque los israelitas me abandonaron, y se comportaron como las prostitutas.
Me engañan, dice el Señor, y lo toman con liviandad, diciendo: «Dios no me ve. ¿Qué tiene de malo esto que estoy haciendo? La vida es para vivir. Tengo que disfrutar, porque me queda poco tiempo». Y no se dan cuenta de que se están entregando al enemigo en bandeja servida.
Hijitos, ¡reaccionen, límpiense! Pero límpiense de verdad, dice el Señor. Dedíquense. Aprendan lo que significa la palabra «consagración». Porque muchos de ustedes se quieren entregar a medias a mí. Pero Yo no me entregué a medias por ti. Yo no entregué medio cuerpo mío en la cruz, dice Jesús. Cada hueso sufrió por ti. No escatimé el dolor que sentí para salvarte, dice el Señor. No fue un porcentaje de mí el que quedó clavado ahí, sino cien por ciento, apasionadamente y hasta la muerte, dice Jesús. Estuve ahí colgado, avergonzado en frente de todo el mundo, escupido, desnudado, maltratado, injuriado, para que tus pecados fueran perdonados.
Por lo tanto, Yo espero todo de mis hijos. Yo no quiero una parte de tu vida; Yo quiero todo de ti. Yo no quiero que te dediques un ratito de tu tiempo a mí; Yo quiero que me pertenezcas por completo, dice Jesús. O tú, cuando te casas, ¿esperas que tu esposa sea mitad tuya y mitad del mundo, mitad tuya y mitad de otros hombres? ¿Acaso no te casas esperando en ese matrimonio que tu pareja se entregue completamente a ti? dice el Señor. ¡Cuánto más Yo te quiero por completo! Pero no eres mío en realidad. Lo dices con tu boca, pero no es lo que estás caminando.
Yo no escucho lo que habla mi pueblo, dice el Señor. Yo estoy evaluando lo que ellos hacen —en el sentido de que el Señor está poniendo en la balanza tus acciones y respondiendo de acuerdo a eso, y no a lo que estás diciendo que vas a hacer por Él—, pero muchos de ustedes ni siquiera están en un pacto conmigo. No entraron en un pacto conmigo, dice el Señor. Lo dijeron con sus bocas, pero nunca se concretó en sus corazones. Confesaron frases vacías, pero su corazón estaba lejos de mí.
¡Traidores, hipócritas!, dice el Señor a aquellos que le han mentido en la cara, a aquellos que se han bautizado en el agua en frente de la congregación, de otros hermanos, haciendo creer al mundo que se entregaban al Santo de Israel. Pero, en realidad, cuando salieron de ese evento, cuando se fueron a la calle, empezaron a fornicar y volvieron a su mugre, igual que antes. Se revolcaron en el mismo vómito que habían vomitado antes de bautizarse.
[2 Pedro 2:22, NTV] Demuestran qué tan cierto es el proverbio que dice: «Un perro vuelve a su vómito». Y otro que dice: «Un cerdo recién lavado vuelve a revolcarse en el lodo».
¿Cómo creen que voy a tomar estas cosas?, dice el Señor. ¿Cuál creen que va a ser mi justicia con aquellos que han pasado por el agua, tomando mi sacrificio en vano, y que después volvieron a fumar, y que después volvieron a adulterar, y que después cantaban en sus congregaciones, supuestamente porque me amaban, pero estando llenos de inmundicia, de idolatría, traicionándome?
¡Reaccionen y arrepiéntanse!, dice el Señor, porque Yo vengo por los perfectos. Vengo por los santos y no por los que dicen que son santos. Vengo por los que se han dejado refinar. Vengo por los que se han dejado limpiar. Vengo por los que han tenido sus lámparas llenas de aceite. Vengo por los que se han preparado. Vengo por los que han renunciado a sus vidas para obtener la vida que Yo tengo para darles.
Vengo por los que han sabido cargar su cruz. Vengo por los que han entendido que sin vituperios no me honran. Vengo por los que se han quebrantado, por los que han tenido misericordia con el prójimo. Vengo por los que han caminado en mi Palabra, no por los que solamente la han hablado, pero sin hacerla. Vengo por los que han predicado sin tener vergüenza de mí. Vengo por los que han apostado todo para obtener la vida eterna.
Vengo por los que no se han guardado nada en el bolsillo, por los que no han querido esconderse para que Yo no vea que están mal. Vengo por aquellos que han deseado mi venida, por aquellos que la han esperado, por aquellos que han comprendido que las pruebas son necesarias para los míos, para que su fe sea refinada como el oro.
No vengo por todos; vengo por el pueblo escogido. Porque muchos dicen que creen en Jesús, pero los demonios también creen y tiemblan a mi nombre, y tiemblan aún más que muchos que dicen que me aman, porque hasta los demonios tienen respeto de mi nombre, dice el Señor, pero muchos de aquellos que dicen que son mis hijos son desfachatados y me dejan mal, presentando una imagen errónea de quién soy Yo.
Están equivocados, están errados, como cuando los fariseos pensaban que ellos tenían la razón solamente porque conocían la Palabra. Pero conocer la Palabra no te asegura que vas a entrar en el Reino de los Cielos, dice el Señor, sino hacerla.
Hijitos, sean celosos de mis cosas. Límpiense para que pueda usarlos aún más, dice el Señor. Porque muchos de ustedes me dicen: «Señor, Señor, yo no puedo profetizar en tu nombre. Señor, Señor, los demonios no me hacen caso, no se van de la gente. Señor, no hay enfermos que se sanan si hago imposición de manos. Señor, ¿a mí por qué no me hablas? ¿Por qué no me das sueños? ¿Por qué no me das visiones? ¿Por qué lo que está escrito en la Biblia no puedo vivirlo?», cuando están caminando como un mundano más.
Son uno más del mundo. No me buscan en oración. A veces, cuando están en oración, están distraídos. Están arrodillados, supuestamente para estar en contacto conmigo, pero su mente está pensando en las facturas que tienen que pagar mañana, pensando en tareas cotidianas, en lo que tienen que hacer para poder vivir cómodamente. No saben dedicarse a mí, no saben lo que es sudar cuando me claman.
Y me viene la imagen de cuando el Señor Jesús estaba en el monte, orando, y sudaba gotas de sangre.
[Lucas 22:44, RVR1960] Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Aun cuando oran, muchos de ustedes son superficiales, dice el Señor. No saben entregarse a la oración. Vienen a mí con palabras sin fuerza. Vienen diciendo que me buscan y contando los minutos que están en frente de mi presencia. Pero es como un peso en sus espaldas, porque no disfrutan de estar con su Dios; no tienen esa fe real de saber que Yo estoy ahí escuchando lo que tienen para decirme.
Estoy cansado de estas cosas y voy a sacudir a mi pueblo tanto, dice el Señor, que no les quede otra puerta por donde entrar que la puerta que los lleve a buscarme de verdad. No les va a quedar otra, porque no hay otra manera en la que el hombre reaccione. Siempre ha sido igual.
Son pocos los que, cuando oran, su corazón está verdaderamente con el mío. Son pocos aquellos que de verdad quieren entender de qué se tratan las cosas espirituales, que quieren meterse en las profundidades del océano de mi Espíritu. Son pocos los que sueñan en su corazón con mirarme a los ojos y conocerme de verdad.
Son pocos los que me hacen preguntas como: «Señor, ¿qué esperas de mí? ¿Cómo quieres que te sirva? ¿Cómo puedo complacerte? ¿Cómo puedo hacerte feliz a través de lo que yo sea, de lo que yo haga para ti?». Están más preocupados por complacer a su pareja, a sus hijos, a sus amigos, a su pastor, a sus líderes, que a mí.
¿De qué sirve todo eso si, cuando nos encontremos, Yo te voy a hacer muchas preguntas? Te voy a preguntar: «¿Por qué no me pusiste primero? ¿Por qué no te dedicaste a mí? ¿Por qué perdiste tanto tiempo? ¿Por qué no respondiste a mi llamado? ¿Por qué creíste en lo que no tenías que creer? ¿Por qué tomaste lo que no tenías que tomar? ¿Por qué te mezclaste con las cosas del mundo? ¿Por qué caminaste en tinieblas cuando Yo te llamaba a la luz? ¿Por qué complaciste a los incrédulos antes que a tu Dios? ¿Por qué te vendiste al pecado diciendo que eras mío?».
Yo te voy a reclamar si guardaste tus talentos debajo de la tierra, si dijiste una cosa, pero hiciste otra. Tengo todo anotado, tengo todo escrito. A menos que te arrepientas y empieces a tomar en serio mis cosas. Porque tu trabajo te importa más que el trabajo para mi reino. Tu carrera profesional está en el primer puesto y Yo en el segundo, dice el Señor. Los deseos de tu corazón van adelante en la carrera.
Escudríñate, dice el Señor, porque no es cierto que te comprometiste conmigo. Solamente estás concurriendo a un templo, pensando que con eso alcanza. Pero Yo quiero que me adores dentro tuyo primero y que no te importe adorarme en frente de los demás.
Yo (Noelia) veo a mucho pueblo adorando supuestamente al Señor en una congregación, cuando están en conjuntos con los otros, pero cuando están solos, ni por casualidad se les cruza por la cabeza adorar al Señor y alabarlo.
Hijitos, dice el Señor, mi alma está triste por lo que viene, porque muchos no van a ser capaces de resistir. Se creen que están firmes, pero se van a caer. Como dice la Palabra:
[1 Corintios 10:12, RVR1960] Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Esa es la palabra para este tiempo.
Muchos se agarran, se apoyan en cosas materiales, en doctrinas, en palabras de hombres, en estructuras levantadas por los hombres, y dicen: «Si cumplo con esto, voy a obtener aquello. Si hago todo lo que mi pastor me dice, tengo el cielo ganado. Si voy los domingos a la iglesia, ya tengo la corona servida».
Pero Yo voy a separar a los de la derecha y a los de la izquierda, dice el Señor, y les voy a preguntar las mismas preguntas que dejé escritas en la Biblia: «¿A quién sirvieron? ¿Cuánto sirvieron? ¿Cuánto me amaron? ¿Cuánto amaron a sus prójimos?». Les voy a preguntar si fueron como aquel samaritano que fue el único que ayudó al que estaba desvalido.
[Mateo 25:31, RVR1960] Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Voy a sacar a mucha gente de los templos de piedra y voy a revivir, a través de mi Espíritu, una iglesia en las casas. Voy a restaurar lo que es la cena, la comunión con los hermanos y la lectura de las Escrituras. Voy a restaurar la fe de muchos, una fe que muchos pastores han pisoteado. Voy a renovar todas las cosas, y lo voy a hacer con aquellos que sean apasionados por mí, con aquellos que no solo digan que se entregan con la boca, sino que lo acompañen con sus hechos, con sus actos, con sus obras.
Voy a pesar en la balanza a cada uno de ustedes para ver quién se lo merece, quién verdaderamente está dispuesto a mirar adelante y ya no mirar atrás, ni al costado. Voy a evaluar, dice el Señor, y los estoy probando ahora. Los estoy probando ahora porque este es el tiempo de la prueba, para que, más adelante, a aquellos que hayan sabido demostrar que ponen sus manos en el fuego por mí les revele los secretos del Reino.
Les voy a abrir los ojos de par en par y ya nadie va a poder engañarlos, porque mi Espíritu se va a mover tan fuerte, dice el Señor, con sanidades, con milagros, con palabras proféticas, con éxtasis y experiencias espirituales, con las mismas cosas que están escritas en el Libro de los Hechos. Mi gloria se va a manifestar grandemente, dice el Padre, pero en aquellos que me digan: «Heme aquí. Aquí estoy. Estas son mis manos para ponerle a la obra. Padre, muéstrame el camino, porque ahí voy y dejo mis valijas atrás, y no me importa lo que tenga que pagar para poder decirte que sí, para poder serte útil».
Yo (Noelia) estoy viendo un reloj ahora.
¡Se acaba el tiempo! Se acaba el tiempo y mi pueblo no reacciona. Las agujas del reloj están llegando a las doce, y mi pueblo no me contesta. El teléfono suena y suena, y se hacen los sordos y los distraídos. Pero aquellos que respondan, aquellos que tengan sus orejas abiertas para escuchar mi voz, ellos van a ser mis instrumentos a través de los cuales voy a hacer maravillas. Los voy a maravillar. Los voy a asombrar.
Hijitos, estoy sonando la trompeta. ¿Hasta cuándo no van a querer escuchar? Porque todo tiene un tiempo y para todo hay un plazo, dice el Señor. Te he dado un tiempo para responder, y aun cuando me dijiste que no, muchas veces he vuelto a llamarte, he vuelto a contristarte, para que sepas que estabas errado, para que sepas que te habías alejado de mí, para que sepas que te habías descarriado. Te soné la trompeta para decirte: «¡Cuidado! Vuelve, que te estás perdiendo».
Vuelve ahora. Quebrántate delante de mí. Dobla tus rodillas ante un Dios magnífico, que no se puede medir. Estoy separando a los de la izquierda y a los de la derecha, dice el Señor. Estoy separando a los verdaderos de los falsos. Estoy separando lo que es cierto de lo que es mentira. Estoy separando a los que dicen que hacen de los que realmente hacen. Estoy separando a los dedicados de los distraídos.
Y con aquellos que están encendidos por mi Espíritu voy a levantar todas las cosas, y se va a generar una guerra entre los que dicen ser el pueblo de Dios. Porque la guerra se va a dar en el mismo pueblo de Dios. El juicio va a empezar por mi casa, dice el Padre, y los falsos se van a levantar contra los verdaderos, y los que sigan guardando doctrinas de hombres, que Yo nunca enseñé ni establecí, van a matar a aquellos que caminen por el Espíritu de Dios. El hermano se va a levantar contra el hermano.
Hijitos, créanme, porque estas cosas no están lejos. El tiempo se está acelerando y todo está aconteciendo rápidamente. Cuando quieran acordar, van a parpadear y no van a tener tiempo de reaccionar si no se han preparado para esa fecha.
Pónganse a cuentas conmigo, dice el Señor, y si sus vestiduras estuvieran manchadas del rojo del pecado, si vinieran a mí y fueran sinceros conmigo, verdaderos y reales, hablándome cara a cara y dejando de hacer lo malo, Yo los limpiaría, para que, santificándose, pueda verter de mi unción en ustedes, para que caminen en un poder celestial, para que transformen todas las cosas.
Porque eso es lo que estoy a punto de hacer: transformar todas las cosas a mi modelo y no al modelo de los hombres. Y van a ver cómo empiezo a arrancar mentiras de las congregaciones. Van a ver cómo empiezo a cortar la cabeza de esa serpiente de engaño que se está moviendo en muchos templos.
Yo (Noelia) estoy viendo ahora que muchos de ustedes sueñan que en sus congregaciones se mueven serpientes. Y eso es lo que simbolizan muchas veces: engaños, mentiras, falsas doctrinas que establecieron los hombres.
¿Saben para qué?, dice el Señor. Para controlarlos, para manipularlos, para exprimirlos, para usarlos, para obtener ganancia deshonesta. Voy a cortar las cabezas de estas serpientes y voy a establecer lo verdadero, lo nuevo. Voy a iluminar congregaciones que están oscuras, en tinieblas, donde no está la paloma del Espíritu Santo. Pero no pierdan tiempo, hijitos, no pierdan tiempo. Pídanme que les dé entendimiento, pídanme que les dé revelación, porque van a pasar cosas que no van a entender así nomás si no están inmersos en mi Palabra.
[Proverbios 2:6, RVR1960] Porque el Señor da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia.
Hijitos, si ustedes no están muy, muy cerca de mí, tomados de mi mano fuertemente, no van a entender lo que voy a hacer y van a pensar que es el enemigo, cuando en realidad vengo Yo con mi mano fuerte a destruir estructuras de hombres que los tienen presos, que no les permiten caminar en mi gloria, dice el Señor.
¡Reaccionen! Respondan a mi llamado. Ajústense los cinturones. Cálcense las sandalias del evangelio de la paz. Colóquense el yelmo de la salvación y la coraza de la justicia. Tomen la espada del Espíritu y empiecen a cortar maldiciones con las que los están maldiciendo los falsos hermanos, los falsos pastores, los falsos maestros, los falsos profetas. ¡Defiéndanse! ¿Por qué esperan sentados que Yo haga todo? ¡Reaccionen! ¡Actívense! ¿Por qué esperan recibir todo servido, todo fácil?
Amados, levántense a batallar hasta el final, porque se viene una apostasía nunca antes vista, y muchos van a tomar el engaño. Lo van a creer, lo van a comer, lo van a defender hasta la muerte si es necesario. Pídanme discernimiento, porque se viene la oscuridad. Se viene no solamente sobre la tierra, sino sobre las congregaciones, para que se manifiesten los que son míos de verdad. Se viene el terremoto espiritual a los templos, para que se manifieste quién es quién y quién resiste hasta el final.
¿Dónde están ustedes parados? dice el Señor. ¿Están parados sobre la roca o están parados sobre cartón? ¿Están parados sobre estructuras de hombres? ¿Están parados sobre arena movediza? Muchos están metidos en un pozo, y aún cómodos ahí, sin querer salir.
Pregúntense si están bien, dice el Señor, si están a cuentas delante de mis ojos, si cuando Yo los miro puedo ver vestiduras blancas, sin manchas de pecado. Pregúntenme, dice el Señor, para que por mi Espíritu les responda si tienen que limpiarse aún más. Pregúntenme cuál es el camino por el que deben caminar. Pregúntenme cómo deben prepararse, cómo pueden resistir. Pregúntenme que les revele qué hora es en los tiempos proféticos. Porque Yo soy un Dios que responde, dice el Señor, pero responde al que cree que Yo existo, responde al que pide con fe, responde al que pregunta y después se espera verdaderamente recibir la respuesta.
No me hablen palabras vacías. No quiero escuchar más mentiras. No quiero que me digan que me aman cuando están enojados conmigo. No quiero que me digan: «Señor, quiero entenderte», cuando después están investigando cosas ocultas para entender a mi enemigo. Destruyan todos los altares a Satanás en el espíritu que tengan levantados: idolatría, vanidad, deseo de tener títulos, deseos de ser llamados profetas, pastores, maestros, apóstoles. Porque viene juicio a todos los que se hacen llamar «apóstoles» y no lo son. Viene juicio a las congregaciones, martillo de piedra.
Voy a mandar a muchos profetas a hablar de mi parte, a sonarles la trompeta antes de que caiga la piedra sobre ellos. Porque hay muchos que están utilizando títulos que Yo no les he dado, dice el Señor. Hay muchos pastores que no lo son, hay muchos profetas que no profetizan, y así se presentan delante de los hombres como si fueran algo que Yo no he hecho. Porque nada puede recibir el hombre si no le fuera dado de mi parte, dice el Señor.
[Juan 3:27, RVR1960] Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada si no le fuere dado del cielo.
Así que cuidado, dice el Padre, porque ya no voy a dejar pasar a los que toman mis cosas livianamente, y voy a pedir cuentas si no se arrepienten de cada injusticia.
¿Por qué algunos tienen sus bocas cerradas? ¿Por qué no hablan de mis cosas con los que no me conocen? ¿Por qué no avisan de lo que se viene a la tierra? ¿Por qué no predican el Evangelio del Reino? ¿Por qué no buscan caminar en poder? Porque algunos están apagados. Ni siquiera tienen el bautismo del Espíritu Santo, del cual dijo el Señor que, cuando lo recibiéramos, recibiríamos poder. Porque les alcanza con poco, se conforman con poco, cuando Yo di mucho.
Correspóndanme, dice Jesús, correspondan a mi amor. Quiero ser correspondido, quiero ser amado, quiero ser entendido, quiero ser escuchado, quiero que me presten atención, para después enviarlos.
Amados míos, me estoy ocupando de ustedes, pero no me tomen como alguien que usa una cosa cuando le sirve y después la descarta. No soy un instrumento para ti. Tú debes ser un instrumento para mí, dice el Señor. Cambia la forma en la que piensas en mis cosas y renueva tu forma de pensar a como Yo pienso. Porque muchas veces estás equivocado, queriendo usarme y exigiéndome que haga las cosas a tu manera, cuando tú no me hiciste a mí, sino que Yo te hice a ti.
Arrepiéntanse de ser tibios, dice el Señor, porque viene tempestad y tormenta repentina. Vela, intercede, ayuna. Congrégate con mi Espíritu. Camina en las cosas espirituales. Deshaz los planes de las tinieblas. Sé un agente transformador en el mundo donde estás parado. Sé activo y no pasivo. Aprende a serme útil, a llevar mucho fruto y no ser como una higuera estéril, para que, cuando pase el hacha a talar los árboles, no encuentre que te has secado, que estás petrificado, que estás muerto en el Espíritu, sin poder, con palabras muertas que, cuando las hablas, caen al piso.
[Lucas 13:6-7, RVR1960] Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña. Y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo: córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?
Hijito, vive por mi Espíritu, dice el Señor. Levántate, contagia a los que tienen sed de conocerme. Transmite esa paz que Yo te doy. No duermas. Dame tu corazón, dame tu vida, dame tus pensamientos. Clama a mí, y Yo te voy a responder, dice el Señor. Pero estoy esperando que clames de verdad, que clame tu espíritu antes que tu boca. Estoy esperando que llegues a ese punto en el que no puedas más sin encontrarme cara a cara.
Voy a calentar a mucho pueblo, dice el Señor. Los voy a despertar de su sueño, pero para muchos ese despertar no va a ser suave. No va a ser como cuando una madre va a la habitación de su hijo para despertarlo porque tiene que ir a la escuela y lo despierta con amor, suavemente. Los voy a sacudir, porque algunos se han vuelto tan perezosos que solo gritándoles al oído reaccionan, que solo si saben que están en alerta responden, que solo si saben que están en peligro reaccionan.
Voy a utilizar el medio que tenga que usar para que mi iglesia se prepare para mí, y ese medio no siempre va a ser amigable, porque hay corazones que tienen que ser golpeados para que caiga esa piedra que los recubre y finalmente aparezca el corazón de carne que está guardado dentro de eso.
Una vez que despiertes, sacude a los demás para que también despierten contigo. Agita todas las cosas, porque el que se mueve por mi Espíritu es como un arroyo que nada puede frenar y que, cuando va pasando, se lleva todo por delante.
Yo (Noelia) veo un sobre que viaja por los aires, llegando a muchas casas. Comparte este mensaje con aquel que pienses que necesita escuchar estas palabras de parte del Señor, por amor al que está perdido.