En este 30 de septiembre del 2022, año peligroso de los últimos tiempos, donde el pecado abunda en sobremanera, y aún aumentará, incluyendo en aquellos que se hacen llamar hijos de Dios, te pedimos que sea tu Espíritu Santo ministrando los corazones, hablándonos, trayendo revelación, claridad y respuestas sobre este tema: la fornicación. Hay tanto de este pecado en las congregaciones hoy en día, y se toma muy liviano, tanto que es necesario que traigas ministración acerca de este tema, y en el nombre poderoso de Jesús te pido que todo aquel que necesite escuchar esta palabra que enviarás hoy lo conectes a este video. Que sean tus mensajeros tocando y llamando a todo hijo tuyo que debe escucharlo. Que los caminos sean abiertos para todo aquel que necesite esta palabra, por causa de su limpieza espiritual; que a través de esos mensajeros llames y toques a esos corazones.
Santo eres tú, Señor, y nada inmundo entrará a las puertas del cielo. Enséñanos, muéstranos, redargúyenos, instrúyenos; danos armas y conocimientos de las cosas espirituales y físicas para que podamos defendernos y atacar. No hay ni una manchita en tu vestidura ni en ninguno de los que habitan cerca de ti. Ayúdanos a mantener la santidad, sin la cual nadie podrá verte, para que, llegado el momento, podamos presentarnos delante de ti sin manchas, sin pecado, sin culpa, irreprensibles en cuerpo, alma y espíritu. Gracias por lo que hoy harás a través de tu Espíritu; por lo que hablarás, lo que ministrarás; por las cosas que aclararás y la confusión que quitarás de tus hijos. Porque responderás muchas preguntas de este tema, que tienen esos corazones que me muestras. La gloria sea siempre para ti, por los siglos de los siglos.
Yo escucho la voz del Señor que dice a sus hijos: «Hijitos, estén blancos, permanezcan blancos, no se manchen ni ensucien sus vestiduras; no cedan a la tentación, porque veo a muchos de ustedes que son solteros, y el enemigo les presenta la tentación en una bandeja de plata, les invita a probar de ese fruto prohibido y habla a sus oídos diciéndoles que no pasa nada, que solo será un momento y después Dios los va a perdonar. Pero la Palabra dice que con la prueba también tendremos la salida, no seremos tentados más de lo que podamos resistir. Y el Espíritu de Dios me trae estos versículos a la memoria para que ustedes los recuerden cuando sean tentados y no caigan en este pecado. Veo mucha gente que participa en las congregaciones, muchos hombres y mujeres que van los domingos a la iglesia, que oran con los hermanos, hacen obras de caridad; inclusive que están en grupos de alabanzas, gente que participa en la danza de adoración, nacida de nuevo, con dones espirituales y que está ministrando a otros hermanos con esos dones que el Señor les ha otorgado. Sin embargo, cada tanto, algunos de ellos incurren en el pecado de fornicación, y creen que pueden esconder este pecado debajo de la mesa; esconderlo debajo de la cama, como cuando alguien tiene un maletín y lo esconde bajo la cama para que nadie lo encuentre; creen que no hay ojos viendo, que no pasa nada, que fue un momento pasajero haber cometido este pecado; y después van y muestran una cara cuando en realidad tienen otra. Hipócritas, dice el Señor, límpiense y entiendan que mis ojos están en todos lados, que veo cada paso que dan, que mis ángeles ministradores están anotando en el libro lo que están haciendo y dejando de hacer. Creen que pueden engañarme; ¿acaso mi Espíritu no lo abarca todo? David decía: ‘¿En dónde voy a esconderme de tu Espíritu? Si voy arriba a los cielos, allí estás tú, y si voy debajo de la tierra, allí estás tú.’ El Espíritu de Dios ve todo y todas las cosas que suceden sobre la tierra.»
Amados míos, no se confundan, deben permanecer limpios, deben consagrarse a Mí, al Rey de Santidad. Deben entender que, si no se limpian, no podrán ingresar a mis atrios. En este tiempo, donde la mayoría de las cosas están corrompidas, ustedes tienen que hacer la diferencia. Sin embargo, muchos están mancillando sus cuerpos, templo del Espíritu Santo; se contaminan. Yo estoy viendo ahora una visión de dos personas que están teniendo relaciones ilícitas y se están contaminando, inclusive en lo físico, a través de lo que se intercambia en ese contacto. Dice el Señor que es como contaminar la tierra, como pisotear lo valioso, como escupir en algo puro. Muchos de ustedes que están incurriendo en este pecado en lo físico no están entendiendo la gravedad de hacer estas cosas, y yo estoy viendo que a veces muchas de las mujeres que pecan con fornicación lo hacen porque no se valoran a sí mismas, porque sienten que son un trapo de inmundicia para los demás, y como eso es lo que creen de ellas mismas, entonces se regalan a los otros para ser usadas como esos trapos inmundos, y el enemigo toma provecho de esta desvalorización personal e inseguridades. Otras también cometen este pecado porque necesitan ser valoradas, y creen que, si se entregan a las otras personas de una manera ilícita, en fornicación, ellos las van a valorar y se van a sentir importantes. Algunas hasta creen que son amadas, cuando en realidad la mayoría de las veces están siendo usadas. Es un vicio pasajero, como el cigarrillo, que se disfruta por un momento, pero después ese humo desaparece. Sin embargo, quedan manchas muy difíciles de borrar y consecuencias que a veces son muy difíciles de afrontar.
Hijitos, dice el Señor, tengan cuidado, no pongan sus manos en el fuego, porque se van a quemar. Y yo estoy viendo ahora hombres que son tentados permanentemente, hombres que, a veces, el Espíritu de Dios les deja sentir alerta, cuidado de parte de Dios: no te metas en eso, no incurras ahí. Veo un hombre queriendo poner las manos en el fuego, pero sabe que se va a quemar. Hay una línea que no se debe cruzar cuando el enemigo los tienta, pero hay una línea que los hijos de Dios saben que no tienen que cruzar. Es la línea del pecado, es la línea de accionar lo que están deseando. Cuidado, dice el Señor, cuídense, les dice a todos, pero en este momento especialmente a los hombres; elijan los ambientes donde estar. ¿Por qué se meten en lugares oscuros si saben que los espíritus de sensualidad y seducción están ahí? ¿Por qué mejor no se separan de esas tinieblas? Porque si ustedes se meten en esos ambientes donde este pecado abunda, será muy difícil resistir; sentirán como un imán que los atrae, que es muy difícil separarse de él y caminar al lado contrario de ese imán. Entiendan que, si se sienten tentados en algún área, entonces deben mantenerse distantes de eso que aún no pueden dominar. Si sus espíritus son débiles todavía para resistir la tentación, ¿por qué se meten en la boca del lobo? ¿Por qué se exponen de esa manera, en vez de separarse de esas cosas, de esos lugares, de esos ambientes pecaminosos?
Hijitos, sean astutos e inteligentes, cuiden sus ojos, porque yo estoy viendo que algunos hombres directamente casi no pueden tener control sobre ellos. Los tienen tan llenos de fornicación y lujuria que, cuando ven pasar a una mujer atractiva, no se dan cuenta de que los ojos van solos siguiéndola. Ya están en un punto avanzado con esta lujuria, están acostumbrados y no pueden discernir que estos espíritus están habitando en su sentido, al dominio de ese volante, metafóricamente. Cuando pasa una mujer bonita delante de ellos, no se dan cuenta de que ese volante está manejado por espíritus y no por ellos mismos. Pero dice el Señor: retomen el control, fortalezcan su voluntad a través de los ayunos. Si sus espíritus están débiles, va a dominar la carne, pero al tener dominio sobre la carne, el espíritu tiene que ganar. La carne no debe tener el volante de ese auto que son ustedes, sino el espíritu. Mas si nunca están orando, si nunca leen la Biblia, ni están ayunando, sin santificarse cada vez más, y moverse a lugares que les ayuden a estar fuertes espiritualmente, ¿cómo van a resistir si están caminando más en la carne que en el espíritu? ¿Cómo dejarán de ser carnales? Entiendan que la carne es contraria al espíritu, y que el espíritu es contrario a la carne. ¿A cuál de los dos le darán el volante del auto? Porque, en última instancia, la decisión la tienen ustedes. Pero yo estoy sabiendo ahora que este pecado es tan común, está tan familiarizado, tan normalizado, que cuando uno va al trabajo, se encuentra con gente del mundo que está hablando de estas cosas, y a veces, hasta en las iglesias. Y veo grupos de hombres que alimentan a estos espíritus entre sí, porque cuando están en manada, si alguno de ellos no está fuerte espiritualmente, se deja llevar por los demás. Sin embargo, la palabra del Señor dice en el libro de Jeremías: «Conviértanse ellos a ti y no tú a ellos». Y también el Espíritu me revela que algunos de ustedes han logrado mantenerse limpios en la carne, mas no en el corazón. Pero Jesús dijo, en la palabra, que quien mira a una mujer para codiciarla, estando casado, ya cometió adulterio con ella, porque el pecado nace y es concebido en el corazón. Sin embargo, muchos hermanos piensan que, al no estar incurriendo en este pecado en forma carnal, con eso alcanza. Pero el Señor les está pidiendo que vayan un paso más profundo, no a la carne, sino a las cosas del espíritu; no solo a lo que se puede ver, sino también a lo que no podés, pero Él sí puede ver. Santifícate, escudriña tu corazón para saber si hay aguas sucias habitando dentro de él, porque Él no mira las apariencias, sino los corazones. No es solo guardarse de contaminar el cuerpo, sino también el alma y el espíritu.
Hijitos, cuando yo venga, quiero encontrarlos irreprensibles en cuerpo, alma y espíritu, y muchos habrán santificado partes de esas cosas, pero voy a encontrar que algunos no han guardado sus corazones, porque ¿de dónde nacen las contiendas?, ¿de dónde nacen las envidias, los adulterios y las fornicaciones, si no es del corazón? Esto es lo que contamina al hombre, y ustedes se están contaminando, dejando fluir estas inmundicias dentro de sí. Si ustedes dejan esto fluir libremente, como si fueran caballos salvajes que nadie puede domar, se ensucian ustedes mismos y abren la puerta del enemigo, porque el pecado está siendo concebido en el corazón; le están diciendo sí, aceptando estas concupiscencias; dejando a sus ojos hacer lo que quieran, cuando en realidad deberían estar haciendo un pacto para no mirar aquello que es hermoso y que ustedes desean tocar y poseer. Trabajen en sus deseos, hombres, mujeres, jóvenes, adultos, ancianos; revisen sus corazones, aunque no incurran en este pecado físicamente, tal vez están dando rienda suelta dentro de ellos. Porque ahora veo gente de edad un poco avanzada, que ha estado casada muchos años; sin embargo, cuando pasa alguna jovencita atractiva delante de ellos, de buen parecer, frente a las esposas tal vez no se levantan y salen corriendo detrás de ellas, pero sus corazones se derraman por tener eso que ven. Esto es inmundicia, dice el Señor, y me ofende; luego se presentan ante mí como si estuvieran limpios y no hubieran cometido pecado. ¿Acaso no saben que yo veo todas las cosas?, ¿acaso no saben que mis oídos pueden escuchar lo que ustedes piensan en sus corazones, y sé lo que ustedes van a decir, inclusive, antes de hacerlo? Y yo, Noelia, ahora estoy escuchando corazones hablar y decir cosas que no puedo repetir, personas que dejan correr este pecado en su corazón al ver a alguien que les gusta, que les atrae. Así de grave es; sin embargo, si uno los mira por fuera, son como sepulcros blanqueados, tranquilos como un estanque que no se mueve, y muchos no pueden imaginar o discernir lo que piensan estas personas de la gente que les atrae. Reconozcan estos pensamientos; muchos de ustedes tienen imaginaciones de las personas que miran y que les atraen, imaginaciones que el enemigo les ha dado, pero que ustedes han abrazado; imaginaciones de desnudez, de escenas sexuales, imaginaciones asquerosas, porque así lo ve el Señor. Sin embargo, piensan que, porque están adentro de ustedes, no pasa nada, que no ofende a nadie ni le hace mal; sin embargo, el Señor ve esas imaginaciones que vos tenés en tu cabeza, como si fuera un cine donde se proyectan, las juzga y pesa a través de su palabra.
Yo veo al Señor Jesús cuando caminaba en esta tierra. Tenía una santidad, y puedo sentirla, puedo casi olerla, porque se huele ese olor a pureza, ese perfume a inmaculado. Es como los bebés, que tienen un olor particular a inocencia; el perfume del Señor Jesús es de santidad extrema, inigualable, perfecta. Sin embargo, muchos de los que dicen ser sus hijos no huelen así, huelen a pecado, a fornicación, a masturbación. Porque también muchos de ustedes, cuando están en privado, hacen otras cosas que no cuentan como pecado; sin embargo, están mancillando sus cuerpos en cierta manera, como teniendo relaciones sexuales con ustedes mismos. Eso es una alteración del orden de Dios, de su creación; muchos solteros, y a veces hasta los que están casados (lo cual es peor), como no están en contacto con personas externas en el acto de la fornicación, descargan esos deseos carnales contra ellos mismos. No se guardan, no se retienen, no hacen nada para resistir ningún tipo de tentación. Yo veo esos caballos salvajes corriendo por el campo; sus instintos son indomables, y así los tienen este tipo de personas: se tocan a ellos mismos, pensando que Dios no tiene problema con estas cosas, y huelen a eso que están haciendo. Pero el Señor Jesús pasa al lado, huele esa inmoralidad y se aleja, porque la persona que está en esos pecados no es digna de tener el perfume de su santidad cerca. Arrepiéntanse, dice el Señor, arrepiéntanse, porque ustedes muchas veces se dejan tentar, y no solamente es que el enemigo los tienta a través de muchas formas, fuentes y personas, sino que a ustedes les gusta ser tentados. En realidad, en sus corazones no quieren decir: «No, no me muestres ese video, no me muestres esa foto, no quiero mirar a esa persona de esa forma». En realidad, ustedes están disfrutando de estas cosas. Pero dice el Señor que se vienen tiempos muy difíciles para la iglesia, mucho más difíciles de lo que estamos pasando. Ahora, en realidad, es como un momento de calma en comparación con lo que se viene: de las pruebas, del refinamiento, de la persecución, del maltrato, de la separación de los cristianos del mundo, porque a los verdaderos hijos de Dios nos van a relegar. Y quien no se haya ocupado de su cuerpo, su alma y su espíritu no va a poder resistir lo que vendrá. Y cuando pase el hacha, van a ser cortados juntamente con los demás, porque van a contar como un pecador más.
Algunos están cometiendo este tipo de pecado en ignorancia, pero otros saben lo que hacen, jugando y tentando a Dios con eso, porque lo están haciendo en conciencia, hasta creyendo y diciéndose a sí mismos que no va a pasar nada, que Dios no hará nada, que a Él no le importa o que no va a reaccionar. Pero mis ángeles están anotando cada paso que das, y quiero verte limpio, sano, libre; quiero desatar esas ataduras que hace tanto tiempo te han oprimido, atado, esclavizado, inmovilizado. Dice el Padre: hijito, hijita, no quiero verte así, quiero que puedas resistir la tentación; mirarte y que me agrades. Quiero estar al lado tuyo y acompañarte, ir y limpiar tus manchas, como cuando una oveja está sucia y el pastor va y la lava. Quiero ocuparme de tus manchas, que estés sano y libre; que puedas caminar en un nivel mayor de santidad. Pero es que todavía no te decidís, no te esforzás ni hacés lo que tenés que hacer para que esas cadenas caigan. Le estás abriendo la puerta al enemigo también por otros lados, y al hacerlo, no podrás resistir, porque estás reforzando a la carne y no al espíritu, porque les das de comer a esos espíritus de lujuria cuando dejás que tus ojos miren lo que ellos quieren. ¿Cuándo tomarás el volante? ¿Cuándo tomarás el control de tus ojos y les dirás lo que tienen que mirar o dejar de mirar? Los que no pueden tener control de sus propios ojos, ¿cómo tendrán el control de sus lenguas? ¿Cómo podrán tener el control en sus vidas y de las cosas que hacen si su voluntad es débil y se dejan llevar? Si pasa una muchacha delante de ellos que les gusta o les atrae, se van corriendo detrás de ella. Las mujeres se dejan hipnotizar por hombres carnales, que solo quieren acostarse con ellas, divertirse por un momento; les hablan mentiras al oído para que se entreguen en esa bandeja de plata que yo veía al principio. Porque tener al Señor no les es suficiente, buscan su valor en algo más, no han alimentado su relación con el que vive para siempre. Entonces buscan ser contenidas ilusoriamente por brazos de hombres, y muchas terminan peor que antes, más lastimadas, abandonadas, heridas; hasta pagando consecuencias aún mayores por causa de decidir pecar en fornicación. Dice Dios: hijitas, santifíquense para mí.
Yo estoy viendo parejas ahora en unión libre, gente que cree en el Señor Jesús y, como dije antes, algunos hasta se congregan. Algunos hablan la palabra del Señor, evangelizan a otros, enseñan, alaban a Dios enfrente de los demás, es decir, llevan una vida como si realmente fueran hijos de Dios, pero están oscuros y muertos en el espíritu porque están en fornicación, viviendo inclusive como concubinos, sin haberse casado, teniendo relaciones sexuales y haciéndose llamar hermanos en la fe. Y Dios dice: hijitos, no se engañen, porque viene el adversario, ingresa a través de esta entrada que ustedes le han abierto, para traer enfermedades, maldecirlos, provocar accidentes y, si es posible, aún la muerte, porque dice la palabra del Señor que la paga del pecado es la muerte. Pero a veces no es tan solo la muerte espiritual, sino que si la persona, diciendo que adora a Dios, está en esta situación, a la larga el enemigo intentará quitarle la vida.
Tengan cuidado, no se contaminen con las cosas del mundo, cuiden lo que sus ojos ven; no permitan que cualquier persona toque sus cuerpos, que son míos o deberían serlo. ¿Por qué más bien no se entregan a mí? ¿Por qué no se casan conmigo primero? ¿Por qué siempre primero están los hombres para ti, antes que yo? ¿Por qué buscas aguas que te calman la sed tan solo por un momento y después estás igual o peor que antes, en vez de beber de mis estanques de agua de vida eterna para que nunca más tengas sed? ¿Acaso Yo no te alcanzo? ¿No soy suficiente para ti? ¿No lleno tus vacíos? ¿Acaso no soy capaz de acompañarte en tus soledades? ¿Por qué no me creés que Yo puedo estar con vos? ¿Por qué decís que creés en mí, pero no te entregás a mí? Entonces algo más tiene que llenar ese agujero que hay en tu vida, pensando que así vas a ser feliz. A todos los que están en fornicación, yo veo que el Padre desde su trono los tiene lejos, apartados de Él. No les permite acercarse más. Los mira de lejos y observa lo que están haciendo, esperando en su amor, en su misericordia y en su perdón que tal vez algún día despierten, se arrepientan y vayan a arrodillarse a los pies del Rey.
Hijitos, mi alma anhela que me deseen. Quiero encontrarlos dignos de que me pueda acercar a ustedes, pero mis manos no tocan lo que está inmundo; mi corazón no solo no desea lo que está contaminado, sino que lo detesta. Aborrezco la fornicación. Me indigna cuando alguien dice que me está alabando, incluso en frente de la congregación, cantando canciones que supuestamente están escritas y diseñadas para subir a mi trono; es una ofensa ante mis ojos que usen sus bocas para supuestamente alabarme con cánticos y adoración, cuando en realidad están completamente sucias por haber besado una carne prohibida. ¿Ustedes piensan que yo recibo esa adoración? ¿Ustedes piensan que no tengo dignidad? Porque mis narices huelen esta mugre desde lejos y la rechazan. Entiendan cuál es el nivel de mi santidad. Entiendan que no voy a recibir ni una sola palabra si no se arrepienten de estas cosas que están haciendo en mi contra, dejándome mal en frente de los demás; mancillando mi nombre, diciendo que me pertenecen, cuando los incrédulos ven lo que están haciendo, saben que están incurriendo en estos pecados. No lo voy a permitir, dice el Padre; no voy a permitir que ninguna cosa inmunda, contaminada, asquerosa, ningún tipo de muerte, putrefacción, contaminación, suciedad, ninguna agua sucia va a estar cerca de mi trono. Ninguna de estas cosas puede acercarse a mí. No se engañen ni crean las mentiras de Satanás, porque mis oídos están cerrados a los que intentan llamarme, a los que intentan hablar conmigo, pero no se han arrepentido de sus fornicaciones. Levantan sus manos diciendo que me alaban y están sucias, manchadas en el espíritu.
Yo veo que Dios mira las cosas en el espíritu, pero los espíritus de las personas que están en fornicación y no se han arrepentido están manchados. Las manos son como si, en el cuerpo real, las metieran en el barro, quedando llenas de eso; así están las manos de los que tocan otros cuerpos ilícitamente. Y Dios lo mira desde su trono y no recibe estas alabanzas. No solo eso, sino que es una ofensa para Él querer presentarse delante de su santa presencia con esas manos manchadas por el pecado. «Resistan», dice el Señor, «¿por qué no me piden la fuerza a mí? ¿Por qué no confían en que los puedo sacar de esas piletas de aguas sucias en las que están nadando?». El Espíritu Santo me hace entender en este momento que el ayuno es el arma más fuerte para poder resistir la tentación de la fornicación. Es la llave; el ayuno y la oración son la clave, porque dice la palabra del Señor que hay géneros que no salen sino con oración y ayuno. Y muchos de ustedes le piden ayuda al Señor, pero cuando Dios les dice lo que tienen que hacer, no responden.
[Mateo 17:21, RVR1960] Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
Hay ciertos géneros de espíritus inmundos que habitan en las personas, y especialmente de pecados sexuales, que no saldrán si no es con oración y ayuno. A menos, por supuesto, que el Señor decida tomar otro camino, dependerá de cómo Él juzgue la situación, pero normalmente algunos espíritus no saldrán. Así que no se engañen, porque una parte la deben hacer ustedes; tienen que insistir en la presencia de Dios hasta que el Rey les abra la puerta, golpear hasta que Él les responda. Porque a todo aquel que busca ayuda, me dice el Señor, no se la voy a negar. Pero si yo veo que su corazón no está arrepentido, o su boca dice una cosa, pero su corazón desea otra… Porque así es; muchas veces los que dicen ser mis hijos me quieren engañar, piensan que, si dicen una cosa, pero en realidad sus corazones desean otra, yo igual voy a obrar. Tus palabras tienen que estar acompañadas por tu voluntad; tus palabras tienen que ser sinceras y genuinas; tu oración tiene que ser un clamor que llegue a los cielos, insistente, duradera. Hay una batalla que ganar contra estas cosas, pero si no sabés al menos cómo defenderte, ni mucho menos cómo atacar en el Espíritu, ¿cómo pensás que vas a ganar sin saber cómo luchar? Porque dice la palabra del Señor que no tenemos guerra contra sangre ni carne; la lucha no es contra sangre ni carne, es contra potestades, principados, contra gobernadores de este siglo, contra huestes de las tinieblas. Pero muchos de mis hijos quieren todo servido, son cómodos, y hasta piden ayuda a otras personas ungidas para orar por los demás, por liberación, por sanidad y por estas cosas. Pero Dios no responde porque Él espera que quien incurre en este tipo de pecado haga lo que tiene que hacer, se levante como hombre o como mujer y haga frente a estas cosas. Y cuando hayas resistido lo suficiente, el Señor te va a liberar.
[Santiago 4:7, RVR1960] Obedeced a Dios y resistid al diablo, y él huirá de vosotros.
Pero muchos de ustedes no obedecen a Dios y no resisten al diablo, y pretenden que él huya de ustedes, cuando en realidad están invitando al diablo a que se siente a sus mesas y que utilice sus cuerpos como instrumentos de pecado.
[Hebreos 12:4, RVR1960] Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.
Ciertamente, el Señor utiliza muchos vasos para liberación, y tiene poder para romper estas cadenas. Hace falta solamente que Él envíe su palabra para liberar a los cautivos, pero Él liberta a aquellos que realmente quieren ser libres, a los que han clamado, a los que tienen un corazón quebrantado y no quieren ser más esclavos del pecado, a los que han resistido, si fuera necesario, hasta la muerte con tal de no pecar; porque es mejor que tus ojos te falten y que entres a la vida eterna sin ellos, a que los guardes y mantengas, pero sigas en ese pecado de lujuria. Es mejor entrar a la vida eterna sin tus manos, a que andes en pecado y estén manchadas y contaminadas, inclusive todo tu cuerpo, por haber fornicado y no haberte arrepentido ni luchado contra estas cosas.
[Mateo 5:29, RVR1960] Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Pero algunos no creen que existe un infierno; están engañados creyendo que tan solo por creer en el Hijo de Dios y confesar su nombre ya están salvados, inclusive cuando están en fornicación. Dice el Señor: grande y demoníaco es este engaño, y con esta galletita el diablo hace que pequen muchos que creen estar salvos tan solo por creer. Pero los demonios también creen y tiemblan; sin embargo, habitan en la oscuridad, apartados del gozo del cielo, nunca más pudiendo ver la luz ni teniendo la oportunidad de beber de ese río de aguas cristalinas que procede del trono de Dios, nunca más teniendo oportunidad de arrepentirse. No lleguen a este punto, crean en la palabra de Dios, porque cualquier otro pecado que está fuera del cuerpo es digno de muerte, pero la fornicación genera consecuencias en todos los aspectos de la vida del hombre y afecta a la moral, y si la persona no se arrepiente, va cauterizando la conciencia de a poco, hasta ya no darse cuenta de lo que está haciendo. Entonces, el diablo te toma y pasás a ser su hijo y ya no de Dios. Pero, en ocasiones, las personas que están en fornicación y cometen este pecado de vez en cuando, cada tantos meses, piensan que siguen teniendo el dominio de la situación, que se están sanando, que por hacerlo una vez cada tantos meses tienen el control de este volante del que hablábamos al principio. No se dan cuenta de que el enemigo los va cocinando de a poco, que sus espíritus se van debilitando de a poco, que van perdiendo fuerza, que todo lo que edifican en un par de meses se derrumba completamente por cometer este pecado una sola vez; que todo lo que avanzan en ese tiempo de santidad no solo lo retroceden, sino que están peor que antes, y a veces siete veces peor. Así, la conciencia va cambiando, y el enemigo te va ensuciando tanto que esas aguas que se oscurecen van ocupando el terreno de tu alma, y cada vez vas resistiendo menos, vas siendo más débil y creyendo que tenés el control de este pecado. Pero la abstinencia tiene que ser total, no parcial, porque cuando alguien deja de beber alcohol, tiene que ser por completo, no de forma parcial; no se puede estar borracho un día y tres meses no, o un día y cuatro meses no.
Al pecado hay que erradicarlo, arrancarlo como si fuera una planta en tu jardín que quiere crecer y abarcarlo todo. Hay que cortar no solo las hojas y el tallo, sino sacarlo de raíz. Si ustedes no encaran este problema y no lidian al 100% con él, con todas sus fuerzas, con toda su voluntad y con toda su intención, tratándolo con todas las armas espirituales que yo les puedo dar, no van a tener la victoria, porque es como enfrentarse con un gigante sin haberse preparado antes. El gigante sabe todas las estrategias para hacerlos caer desde hace muchísimo tiempo, porque Satanás ya sabe todas las formas de tentarlos, en variedades, colores, tiempos, estaciones; y a veces viene y se va, los tienta, y cuando ve que ustedes no ceden, se aparta por un tiempo, pero después vuelve para probar otra vez si los puede hacer caer. Y así son como círculos que se abren y se cierran constantemente, pero ustedes piensan que ya han logrado el control de esto, que han superado y han tenido la victoria sobre estas cosas, cuando la raíz de esta planta inmunda todavía permanece en sus corazones, y el enemigo sabe que está ahí, que ustedes todavía no están completamente limpios, y vuelve otra vez después de un tiempo para ver si caen, si pisan el palito, si caen en la trampa; sabiendo que, mientras trabajaban en el proceso de su santificación, no se edificaron, no oraban, no leían la Biblia, no ayunaban, no clamaban a Dios para que los mantuviera fuertes, limpios y santos. Dice la Biblia: el que piense que está limpio, que no caiga; el que piense que esté fuerte, mire que no caiga. A veces resistís por un tiempo, pero después te descuidaste otra vez, no estuviste alerta, velando. Dice Dios que los soldados nunca duermen; en realidad, hasta cuando están durmiendo, tienen la espada al lado de ellos, por si el enemigo se quiere acercar. Así deben ser mis hijos, siempre alertas, siempre despiertos para poder reaccionar cuando el oponente vaya a atacar.
Limpien sus casas de toda imagen que pueda ser de tentación; algunos miran la televisión y llenan sus ojos de inmundicias, con imágenes de mujeres y hombres desnudos, de sensualidad. Luego, los espíritus de seducción que actúan a través de estas personas en la televisión o en otras cosas, trabajan en las noches mientras duermen; los siguen tentando, se siguen moviendo en sus imaginaciones, en sus mentes, en sus cabezas, para seguir avivando el fuego del pecado que ustedes trataron de apagar. Y dice el Señor: No le den lugar al diablo, porque a veces ustedes dicen: ¿por qué vuelvo a caer en esto?, si yo no estoy haciendo nada, no estoy pecando, ni buscando caer en este pecado o ser atraído. No estoy en ambientes que faciliten el sentirme tentado o tentada; sin embargo, en sus propias casas les abren la puerta a estas cosas. Dice Dios: no toquen el anatema, ni siquiera se acerquen a todo lo que sea inmundo, que no sea santo, que no sea puro, que invite a comer el fruto prohibido. No hablen de estas cosas; cuando alguien les quiere hablar sobre inmoralidad sexual, corten con tijera este tipo de conversaciones, porque las palabras ingresan en sus corazones, aún más si no son tan fuertes para poder vomitarlas en el espíritu, y comienzan a trabajar y a crecer estas raíces de fornicación adentro de ustedes.
Yo vengo por una iglesia limpia, sin manchas en sus vestiduras, y voy a levantar a los que han sabido resistir, a los que no se dejan ensuciar. Vendré a buscar a aquellos que han sabido separarse del mundo y mantener no solo sus almas y sus espíritus, sino sus cuerpos en santidad, dedicados a mí, para que el Espíritu Santo habite en ellos, y se sienta cómodo en esa casa limpia y ordenada. Pero el Espíritu Santo se contrista cuando tiene que habitar en un templo que se contamina; no puede manifestarse de la manera que al Padre le gustaría que se hiciera, porque hay personas que han recibido el bautismo del Espíritu Santo, y después de haberlo recibido, aún se atreven a cometer este pecado. Inclusive, he conocido yo, Noelia, gente que ha nacido de nuevo por agua y por Espíritu y peca en fornicación, y he visto las consecuencias. Luego le preguntan a Dios por qué no sienten su presencia en sus vidas, por qué no caminan en el poder del Espíritu Santo, por qué se sienten culpables, perseguidos y por qué sienten presencias extrañas alrededor de ellos, por qué se sienten perturbados, oprimidos, molestados durante la noche cuando duermen; por qué Dios no los escucha, no les responde, no los acompaña, cuando han incurrido en semejante pecado y no se han arrepentido. Inclusive, habiendo en un tiempo operado en algunos dones espirituales, ahora están apagados, y es porque el Espíritu Santo retrocede.
Tengan conciencia de que esta manzana prohibida se está comiendo, incluso dentro de las iglesias que dicen llevar mi nombre. Y hasta hay gente dando palabras proféticas incurriendo en esto, y de esta manera comienzan a moverse espíritus de error que les hablan a estas personas por estar en este pecado y no se arrepienten. Vasos sucios que comenzaron siendo míos, pero después se contaminaron y entraron en fornicación, están en adulterio o en cualquier otro tipo de inmoralidad sexual. Y los termina utilizando el diablo para sus propósitos, manchando a los que son ministrados por ellos. Yo veo líderes de las congregaciones que, después de haber fornicado, ministran a la iglesia con esa aura de iniquidad, con ese olor a oscuridad; van y tocan a los míos, a los que no tienen discernimiento de lo que está pasando, a los que tienen temor del hombre y permiten que cualquiera les ponga las manos en sus cabezas. Tengan cuidado, dice Dios, porque ciertamente estas cosas están sucediendo: vasos que una vez fueron míos terminan como Balaam, sirviendo a otros dioses, en fornicación espiritual; vasos codiciosos, avaros, impuros, que nunca se santificaron para mí, y que, una vez que conocieron el poder, se fueron tras los baales para servirlos a ellos.
Cuidado, hijitos, pidan discernimiento, y cuando lo tengan, no se contaminen, manténganse alerta; retrocedan al ver que alguna de estas cosas se está moviendo en las personas que están ministrando, porque abunda la fornicación. Inclusive en las reuniones hay una mezcla entre los hijos de Dios y los que dicen serlo, pero que no lo son; entre los que están en santidad y los que no lo están. Yo veo grupos de gente que se reúnen a orar; es un mismo grupo, pero dentro de ellos, algunos están limpios, santificados, arrepentidos, perdonados y lavados, pero otros no.
Cuidado con permitir estas cosas en sus casas, o en los templos, ni en los grupos, dice el Señor. También veo a algunos de ustedes que han luchado contra estas cosas, han tratado de resistir, de no caer en este pecado, de no cometerlo, porque no se cae en el pecado, sino que se comete y se acepta la invitación, se decide avanzar a esa tentación. Pero han dicho en algún momento: Bueno, voy a dejar de intentar porque no puedo, no tengo fuerzas; piensan o creen: Dios no me ayuda. Y lo que pasa es que probaron de algunas maneras, pero no de otras; intentaron liberarse a ustedes mismos, no entendiendo que ustedes no van a poder solos, sino que solo hay Uno que liberta. No han resistido lo suficiente, han abandonado antes de tiempo la carrera de resistir la tentación hasta ganarla; les falta conocimiento de las cosas espirituales, conocimiento de la palabra de Dios; no tienen fe, incluso muchos no creen que Dios los puede ayudar. Pero dice el Señor: Vengan a mí arrepentidos primero, para que yo pueda lavarlos, limpiarlos, ayudarles a resistir y concederles una libertad genuina y duradera; créanme, porque algunos piden mas no creen, entonces no reciben. Vengan, porque yo los quiero lavar.
Ahora veo manos que son presentadas delante de Dios. Padre, te pido que laves esas manos de aquellos que se están arrepintiendo de estos pecados, que laves los cuerpos, las áreas contaminadas, de los que se arrepienten hoy de estas cosas, pues tú no desechas al que te busca ni desprecias a alguien que se arrepiente genuinamente. Yo veo al Señor ahora limpiando con sus aguas de perdón a algunos que se están presentando delante de Él, confesando sus pecados y arrepintiéndose, tomando conciencia de la gravedad de la fornicación.
[1 Juan 1:9, RVR1960] Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Arrepentite y presentáte humillado delante de Él, y Él no te va a rechazar. Comprométete, conságrate con el Señor. Tomá las cosas en serio, con disciplina, y cuando Él vea que realmente ponés de tu parte, te va a ayudar, porque no desprecia un corazón contrito y humillado, dice la palabra de Dios.
Oh amado Padre celestial, yo te pido que en este momento concedas armas espirituales, ideas celestiales a todos aquellos que no quieren volver a meter las manos en el fuego del pecado. Yo veo parejas que se preguntan qué tienen que hacer si están en uniones libres, que en realidad es fornicación, no hay otra palabra. Estoy entendiendo ahora que los cuerpos de ellos no le pertenecen al otro; entonces, no tienen derecho de tocarse entre sí porque nunca entraron en un pacto, ni se entregaron el uno al otro delante de Dios para pertenecerse por siempre. Así que arrepiéntanse de estar en esta situación y ordénense ante el Padre, santificándose, arrepintiéndose primero de haber estado en esta posición, de haberle ofendido a través de esto; inclusive de presentarse delante de los demás hermanos diciendo que están santos y limpios, cuando son culpables. Pidan consejo pastoral, consejo ministerial, para que les puedan indicar los pasos a seguir para ordenar sus vidas espiritualmente y quitarle al enemigo de sus manos ese papel, ese derecho legal que utiliza hoy en su contra. Padre celestial, te pido que pongas el espíritu de temor de Dios a todo aquel que piensa que fornicar es liviano. Redarguye los corazones, trabaja, Señor, para la salvación de estas almas, a través del arrepentimiento. Llámalos, revélales el estado espiritual en el cual están, a los que no quieren entender o creer. Y también Dios me dice que algunos de ustedes están viendo a otros que se hacen llamar hermanos estar en este pecado. No sean cobardes, es lo que entiendo, lo que recibo por el Espíritu; que sean valientes, hablen, exhorten y amonesten si es necesario, porque el que salva almas, dice la Biblia, es sabio. Salven a estas personas que van camino hacia el barranco, que el enemigo las tiene aprisionadas en sus manos. Tengan compasión de ellos, tratando de salvarlos en misericordia. No se queden callados, no acepten estas cosas a su alrededor, porque el que sabe hacer el bien y no lo hace se le cuenta como pecado, dice la Biblia. Y si ustedes saben que estas cosas están mal y no llaman la atención al hermano, el Señor les preguntará: ¿Por qué no intentaron abrirles los ojos?, aun con el riesgo de ser rechazados. Que no les importe más quedar bien que salvar al que está en condenación.
El Señor los guiará si verdaderamente lo buscan. Confíen; encamínense en la senda recta, no se desvíen ni a derecha ni a izquierda, tomen la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, y comiencen a batallar contra esos pensamientos inmundos que el enemigo les coloca. Resístanse a comer un fruto que aparenta ser bueno, pero lleva muerte por dentro, gusanos escondidos. Decídanse por mí, porque el gozo de la vida eterna, que durará para siempre y por siempre, no se compara con un estado de felicidad pasajero. No coman fruto de muerte, no coman esa manzana podrida creyendo que son cosas buenas, no se contaminen en cuerpo, alma ni espíritu; cuiden sus pensamientos, lo que dejan entrar a sus cuerpos, a sus ojos, a sus bocas, a sus casas, a todo lo que los rodea. Y echen a la serpiente de sus casas, porque muchas veces viene y les habla como hizo con Eva, haciéndoles creer que no pasa nada si prueban una vez; pero al ser contaminados será muy difícil salir de ahí. Porque una vez que la serpiente entra en ustedes, es difícil sacarla; es decir, al ceder a la tentación, es difícil resistirla, porque ha hecho peso dentro de nosotros. Sean inteligentes y disciernan que lo que ven no es lo que aparenta ser, sino que es fruto de muerte, por más lindo que se presente ante ustedes. Aprendan a decir no sin miedo, y disfrutarán de las bendiciones. Como dice la Biblia: «He puesto delante de ti camino de vida y camino de muerte; tus decisiones resultarán en maldición o en bendición. Elige, pero hazlo bien; elijan para vida, y no para muerte».