Amados hijos del Dios Altísimo, gracia, misericordia y paz para todos ustedes en el nombre de nuestro amado Señor Jesucristo. Hoy quiero compartir con ustedes un mensaje que recibí por el Espíritu Santo en estos días.
Mensaje recibido
Hijos míos, abran los ojos. No están mirando bien, están mirando por arriba, superficialmente, y no ven lo que realmente está pasando. Están caminando sobre terreno minado. Están caminando entre trampas engañosas y cosas que aparentan ser algo que no son.
Hijitos, hoy los llamo a mirar con atención a su alrededor. Están atrapados por una red y ya no hay forma de salir, porque el engaño ya se ha concretado y no hay libertad. Hijitos, ustedes no teman. Acérquense a mí para que Yo los haga resistentes ante lo que viene.
Hijos míos, no sean ignorantes de lo que maquina el príncipe de este mundo. Abran sus ojos y miren la realidad de las cosas. La vida del hombre está manejada por las organizaciones que de frente se muestran de una manera, pero en lo escondido son de otra. La vida del hombre está plagada de peligros, y las minas que hay en el piso son las que han colocado otros hombres: hombres contra hombres, titiriteros contra títeres.
Los pasos de cada uno de ustedes están vigilados y monitoreados. Ustedes forman parte de un sistema de vigilancia. Es como si estuvieran en una cárcel, pero con apariencia agradable, una cárcel donde están los presos y están los que vigilan a los presos y les ponen límites. Amados míos, no ignoren lo que está pasando. Estén conscientes y entiendan que son presos de los vigilantes de este mundo, pero libres en el espíritu.
Hijitos, ¿por qué les digo esto? Porque no quiero que se lleven sorpresas. Los ojos están en todos lados, y ellos observan y estudian todo lo que ustedes hacen para después manipularlos. Es una red, una red de donde prácticamente nadie puede escapar y serán obligados a cumplir con sus ordenanzas. Crean mis dichos, porque se viene un ajuste de tuercas y ustedes van a sentir que la presión aumenta en sus vidas.
Nada escapa de mi mirada. Nada escapa de mi supremacía. Yo los cuido y los miro y sigo de cerca sus pisadas, pero deben entender que mientras habiten en este mundo, las cosas no serán para nada fáciles, porque la persecución viene contra todo aquel que no quiera respetar las normas impuestas.
Hijitos, no ignoren, no estén tibios. Ajusten sus vidas a estas palabras. Les estoy hablando, pero no reaccionan. Abren sus corazones, pero después los cierran y no quieren escuchar ni saber, porque no quieren actuar. Ustedes son especiales, son distintos a los que están en el mundo. Por eso el mundo los odia.
Recuerden mis palabras y prepárense para lo que viene. Estén atentos y comprendan. Deben estar alerta. Deberán tomar decisiones serias. Deberán acercarse a mí y confiar. No claudiquen. Resistan hasta obtener la corona de la vida.
Fin del mensaje recibido
Este es un llamado de parte del Señor a su pueblo a despertar. Muchos están cómodos y tranquilos, como en los días de Noé, viviendo una vida sin preocupaciones, sin ver que se viene el tsunami. Muchos están poniendo prioridades superficiales en sus vidas, sin discernir el huracán que se aproxima.
La Biblia constantemente llama a todo hijo de Dios a velar. «¡Velen, velen permanentemente!», dice el Señor en su Palabra. Pero hoy muchos están dormidos, sentados en el asiento, disfrutando de los deleites de la vida. Y cuando venga la tormenta —porque la tormenta va a venir para los justos y para los injustos—, no van a poder resistir de pie. Se van a caer por no haber creído la Palabra escrita que el Señor nos dejó, y tampoco las advertencias y los recordatorios que sus siervos, los profetas, están dando al mundo.
Hijitos, ¡despierten en el Espíritu!, dice el Señor. ¡Muévanse! Compartan las buenas nuevas en cada rincón del planeta. Denle la posibilidad a los que están en tinieblas de que conozcan la luz antes de que se cierre la puerta. Porque llegado el momento, dice el Señor, les voy a preguntar: «¿Por qué no abriste la boca? ¿Por qué no compartiste la vida que te di?».
Hijitos míos, ¡no duerman, no duerman, no duerman! ¡Despierten! Viene el ladrón para robarles lo que ganaron, para destruir lo que construyeron. Mientras ustedes se preocupan por hacer montañas de dinero, el ladrón ya tiene preparado el plan para quitarles todo eso. Porque allí donde está su corazón —en las cosas superficiales de este mundo, si ustedes piensan, anhelan y gastan demasiado tiempo, esfuerzo y estrategias para reservar dinero y cosas materiales—, allí está su corazón, dice el Señor.
El Espíritu Santo me trae a la mente aquella historia en la Biblia donde el Señor menciona al rico que juntaba riquezas y decía: «¿Dónde voy a guardar todo lo que estoy juntando, todas mis riquezas?», y el Señor dijo: «¡Necio! Hoy vienen a tomar tu alma».
Muchos en el pueblo del Señor están en esta condición: preocupados por lo que van a vestir, preocupados por lo que van a comer en los tiempos de hambruna que se vienen a la tierra, preocupados por llenar sus bolsillos, preocupados por multiplicar sus riquezas o las reservas en sus cuentas bancarias, y no se dan cuenta de que están poniendo su corazón en esas cosas de una manera ilícita.
¡Despierten, despierten!, dice el Señor. Porque mientras ustedes están apostando por esas cosas y dedicando la mayor parte del tiempo a eso, sin confiar en que Yo los voy a sostener y los voy a alimentar, el tornado está a un metro de sus casas. No se dan cuenta de que todo lo que están juntando lo pueden perder en tan solo un momento. No se dan cuenta de que deben invertir en las cosas celestiales más que en las materiales.
Oh, mi pueblo está dormido, dice el Padre. ¡Cuánto me duele, cuánto me duele que muchos no me miran, no me buscan, no abrazan mi Palabra, no reaccionan, no accionan! Son como muñecos a los cuales se les da cuerda y caminan, sin darse cuenta de la red que se les ha tirado encima.
Hijitos, ustedes no están libres. Ustedes son parte de un sistema dirigido por los líderes mundiales. Pero no teman al hombre, porque nada les pueden hacer. No teman al que puede destruir el cuerpo, sino témanme a mí, dice el Señor. Busquen alcanzar la vida eterna. Busquen retener sus coronas. Busquen estar sueltos completamente de las cosas que son pasajeras para adueñarse de las eternas.
Hijitos, no se puede comparar una morada terrenal con una eterna. ¿Por qué se preocupan tanto por levantar ladrillo tras ladrillo? ¿Por qué se preocupan más por construir cosas que en un parpadeo desaparecen? Porque todo lo que ven no dura para siempre. Más bien, dice el Señor, trabajen en construir las cosas que nunca se pueden destruir, las que permanecen para siempre, aquellas que el fuego no puede destruir, aquellas que no se pueden ensuciar, que no se pueden corromper.
Hijitos, están poniendo la mirada equivocadamente en cosas que no aprovechan, años y años y años preparándose para levantar casas, para construir empresas, dedicándose años y años y años a tener una vida cómoda en lo material, porque proyectan al futuro del tiempo del mundo en vez de poner su mirada en las cosas celestiales.
¿Cuándo van a despertar?, dice el Señor. ¿Cuándo se van a interesar por mí? ¿Cuándo se van a interesar por aquellas cosas que a mí me interesan, hijos míos? Sin embargo, Yo no me canso de llamar y llamar a mi pueblo y de sacudirlo de distintas maneras para ver si reaccionan, para ver si responden, para ver si se dan cuenta de las puertas que pongo delante de ellos constantemente, una vez tras otra, para que entren allí, donde quiero mostrarles un mundo nuevo.
Ustedes ponen en la balanza las cosas del mundo y las celestiales y ven como si fuera oro puro las cosas del mundo y como si fuera hojarasca las cosas celestiales. De este modo, las cosas del mundo para ustedes tienen mucho más peso que las celestiales. Ese es el trabajo que ha hecho Satanás en sus mentes, llenándolos de ideas equivocadas. En un segundo, viene el diablo y sopla sobre esa hojarasca y desaparece; no queda nada. En un segundo, viene el enemigo y les roba lo que tanto están reservando, y quita de esa balanza ese oro que ustedes tanto atesoran.
Hijitos, no entienden, no entienden el tiempo donde están viviendo, no entienden lo que se avecina sobre la tierra. No están entendiendo las señales que estoy desparramando en el mundo. No saben leer los tiempos. ¿Hasta cuándo tengo que ver sufrir a los míos por ignorancia, por distracción, por enfriamiento?
¿Cuándo se van a calentar por mí? ¿Cuándo me van a mirar? ¿Cuándo me van a escuchar? ¿Cuándo me van a prestar atención con todo su corazón? Son tan fáciles de distraer, dice el Padre, tan fáciles de comprar, tan fáciles de tentar, tan fáciles de caer en el hoyo que está debajo de sus pies. ¿Y saben por qué? Porque van caminando mirando derecho. No miran para abajo. No miran las minas que hay en el piso. No miran las trampas que coloca el enemigo. ¿O qué piensan, que él no trabaja en su contra?
Amigos míos, dice el Señor, estoy sonando la trompeta de muchas maneras. No van a tener excusas. Yo les advierto que las cosas no van a ser fáciles. Nunca fueron fáciles para los que son míos. Pero muchos leen las Escrituras y piensan que las dificultades que tuvieron los discípulos —los discípulos de Jesús, sus seguidores, los que deberían ser semejantes a Él, porque el alumno debe ser semejante al maestro— son sólo palabras vanas, pero que hoy un hijo de Dios tiene que tener la vida fácil, cómoda y resuelta. No se confundan.
Ustedes piensan que tienen, pero están tan controlados por estas organizaciones mundiales que, aún lo que piensan tener, no lo tienen de verdad, porque sólo les basta a ellos con apretar un botón para quitarles sus pertenencias, dice el Señor.
¿Qué va a pasar si el día de mañana entras a tu cuenta bancaria y descubres que no hay nada, y no hay nadie a quien reclamar? Se van a llevar tu corazón junto con eso, porque ahí lo pusiste. Eso es lo que te importaba. En cambio, si pones tus ojos en mí, nadie va a poder arrebatarte la vida eterna, nadie va a poder quitarte de mi lado, y serás fructífero, no como un árbol que se está secando.
Oh, hijitos, reaccionen a mi llamado. No esperen, no esperen a sufrir estos golpes. Van a venir golpes en todos los aspectos de la vida del hombre. Van a ser golpeados. Van a ser zarandeados. Voy a probarlos y voy a ver quién realmente estaba parado firme en la Roca. Voy a ver quién realmente tenía puesto su corazón en las cosas celestiales y no en las materiales.
Hijitos, escuchen. Abran sus oídos y entiendan que se viene un tiempo como nunca se vio en la tierra, porque una de las armas más grandes que tiene el príncipe de este mundo en este tiempo es la tecnología, las redes, la conexión. Antes, en los tiempos antiguos, les era más difícil a los líderes de Satanás ponerse de acuerdo para gobernar la tierra, porque tardaban en comunicarse. Pero hoy, en un santiamén, ellos, tomando decisiones guiadas e inspiradas por el reino de las tinieblas, forman una fuerza y ejecutan con mucha más rapidez lo que planean, porque los hijos de las tinieblas son sagaces e inteligentes para hacer el mal.
Pero los de la luz se quedan atrás. No todos están velando, no todos están despiertos, y lo peor de todo es que no a todos les importa. No les importa. Se viene el turbión, se viene el aluvión, y muchos no quieren saber, no quieren oír, no quieren despertar, no quieren crecer, no quieren trabajar. El diablo los hipnotiza con las cosas mundanas.
Hombres y mujeres perdidos en la vanidad de este tiempo, preocupados por su cuerpo, preocupados por el qué dirán, preocupados por cumplir reglas eclesiásticas, en vez de preocuparse por servir al Rey, en vez de ocuparse de sus espíritus, en vez de prepararse.
Hijitos, ¡vean, vean! Abran los ojos. Miren bien. Ellos ya tienen todos sus datos. Saben a dónde ustedes van, cuándo entran y cuándo salen. Ellos tienen números, tienen bancos de datos de cada uno de ustedes, desde el momento en que nacen y les colocan el número en sus identificaciones personales. A través de ese número ellos controlan toda su vida y están recogiendo todos esos datos para tener más herramientas y concretar el plan de control mundial.
Es un plan maestro. Es una red. Es una telaraña de donde no se puede salir. Hijitos, entiendan que van a tener que ser fuertes y resistir hasta el final, porque el que persevere hasta el final, dice la Biblia en Mateo 24, ese será salvo.
¿Por qué se distraen con cosas pasajeras?, dice el Señor. ¿Por qué comen cualquier carnada que se les tira? Yo (Noelia) veo cañas de pescar y cómo los peces enseguida pican. ¿Por qué más bien no dedican tiempo a edificarse? ¿Por qué más bien no dedican tiempo a fortalecer sus espíritus, para que cuando vengan las pruebas más fuertes puedan resistir y estar firmes en la fe? Porque se los va a colocar entre la espada y la pared para que tomen decisiones que generen consecuencias importantes en sus vidas y en las de sus familias.
Reconozcan, entiendan y estudien los tiempos donde están caminando, porque estoy avisando antes de que acontezca cada evento que se viene, para que sepan cómo reaccionar y para que caminen en la luz de mi Palabra y no en la oscuridad. Ustedes no tienen que ser como los del mundo, que no saben lo que se viene, que no conocen los tiempos y la era en la que están.
Mis hijos están llamados a caminar en la luz, a tener conocimiento y sabiduría celestial, pero la mayoría está distraída, no me busca ni me contempla. Simplemente responden como cualquier ciudadano más. Actúan como uno más, como si nadie alumbrara su camino. Y así van como ovejas al matadero. El tiempo de oscuridad los va a tomar distraídos, sin estar preparados.
Hijitos, ámenme con un corazón completo. Ámenme por completo, dice el Señor, y Yo les voy a indicar lo que tienen que hacer, lo que tienen que hablar, lo que tienen que responder. Por mi Espíritu los voy a guiar, porque todos aquellos que son hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios, como dice la Biblia.
En vez de permitir que el miedo maneje sus vidas, ¿por qué más bien no se conectan con el Espíritu del Señor? Esa no es la reacción que está esperando el Señor. El miedo, la desesperación, la angustia no son para un hijo de Dios, para el que está en la luz, porque para eso el Padre mandó su Espíritu. Él va a hablarles, va a guiarlos y les va a indicar las decisiones que tienen que tomar. El Padre está en todas las cosas, y el Hijo no nos ha dejado solos.
Hijitos, reaccionen y prepárense. Ármense con las armas de la luz y resistan, dice el Señor.
Gracias, Padre celestial. Bendito sea tu nombre, Padre eterno.