[Lucas 21:36, RVR1960] Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Hijitos, este no es tiempo para dormir, pero muchos duermen. No es tiempo para estar distraídos, pero muchos lo están. No es momento de ser tibios, pero muchos eligen quedarse en un punto donde no hay compromiso conmigo. Hijitos, el estado actual de la iglesia es letal. Si el enemigo apunta y dispara, mata, porque muchos están descuidados, frágiles, caídos, débiles. No escuchan las alertas, no abren sus oídos, no creen lo que les digo.
¡Hijitos, reaccionen, despierten! Muchas bajas se están dando porque mi pueblo se descuida y no presta atención a los movimientos del enemigo. Están abriendo puertas para que entre el mal en sus hogares, están enfriándose, están entreteniéndose con actividades del mundo. Y así, sin casi percibirlo, se alejan del redil y del Pastor y caen en manos de los lobos. Hijos míos, escúchenme. ¿No ven lo que sucede a su alrededor? El mundo está agitado. Las aguas se mueven de aquí para allá. Las naciones no tienen descanso. El mundo está en estado de alerta, pero ustedes no.
¿Cómo piensan que van a resistir lo que viene si sus rodillas flaquean? ¿Cómo creen que se van a mantener de pie si no pelean? El enemigo es fuerte, es desafiante y avanza sin vacilar y sin perder tiempo, porque sabe que le queda poco tiempo, pero mis hijos actúan como si el tiempo no pasara, como si todo estuviera calmo, como si no hubiese un enemigo que no descansa. Y así van cayendo uno tras otro. Muchos son cortados antes de tiempo porque se descuidan, y otros sufren por demás por haber dejado entrar al adversario.
Hijitos, esto es innecesario. No debe suceder. Hoy los llamo a levantarse, hoy los llamo a buscarme, los llamo a dejar de distraerse y a dedicarse a encontrarme. Vengan, hijos, vengan cerca de su Padre y encuentren refugio, contención y protección. Refúgiense bajo mis alas, hijos, como los pollitos bajo las alas de la gallina. Entiendan que solos no van a poder protegerse del mal que viene sobre toda la tierra. Necesitan a un Salvador y aquí estoy esperando que se acerquen a mi Trono sin dudar. Quiero que los que se alejaron vuelvan, que los que se enfriaron se vuelvan a calentar, que los dudosos se decidan. No quiero que ninguno se pierda. Vengan a mí, hijos, vengan. Hoy los llamo a que vengan más cerca, a que me conozcan más, porque el que no esté conmigo estará con el asesino de las almas. Reaccionen y vuelvan sus rostros hacia mí, mírenme otra vez, recuerden el amor que una vez sintieron por mis cosas. Ustedes son los que tienen que echar leña a ese fuego y luego yo soplaré el viento de mi Espíritu. No permitan que se apague. Busquen, hijos de mí, que quiero ser encontrado. Golpeen, que no los voy a ignorar. Llamen y les contestaré. Aquí estoy, no los he dejado, no me he olvidado de ustedes. Los amo, hijitos, ámenme también ustedes a mí, porque lo que viene al mundo es insoportable y si no permanecen en mí, no lo resistirán. Vengan, hijos, vengan, y yo los prepararé para vencer toda batalla, por más cruda que sea. Pero si se alejan, se irán cada vez más lejos de la luz y más cerca de la oscuridad, volviéndose un blanco fácil de bajar. Hijos, recuerden que estos no son tiempos de descanso, sino de preparación; estos no son tiempos para dormir, sino para velar. Ármense, edifíquense, fortalézcanse, crezcan, ganen entendimiento sobre las cosas espirituales. La alarma está sonando, y ustedes siguen durmiendo. Se pasa el tren, hijos, se pasa, y ustedes no han subido. ¿Qué manera de esperarme es esta? ¿Creen que cuando yo venga quiero encontrarlos así? Si mi venida fuera hoy, pocos serían levantados. Por eso les doy tiempo para que todos los que me fueron entregados en mi mano se salven y no pierda yo a ninguno. Por eso, amados míos, deben despertarse, levantarse y prepararse, salir de la comodidad y jugarse todo por mí. Solo así tendrán la victoria, hijitos. Vengan a mi presencia, donde los problemas se olvidan y se puedan sentir seguros. Tengo paz para darles; en el mundo no hallarán descanso, pero sí en mí y en mis palabras de aliento y de amor. Yo soy el Creador de las almas, el único Dios que no fue creado, el que los sostiene, el que los alimenta, el que les responde. No hay otro como yo, ni lo hubo, ni lo habrá.
El Señor llama una vez más a sus hijos a despertarse. Yo podía ver muchos hermanos sentados en la silla perdiendo el tiempo, dejándose aplastar por una aplanadora que representaba al enemigo de las almas, y el Señor me decía: «Llama, hija, llama a la iglesia a levantarse de esas sillas. Llama a los míos, porque este mensaje profético no es para los incrédulos; es para los hijos de Dios, los que se están quedando dormidos, los que no quieren velar, los que se duermen en los laureles, los que piensan que porque creen en el Hijo de Dios ya tienen la batalla ganada». A aquellos el Espíritu de Dios les habla hoy para agitar sus espíritus y que entiendan que tienen que despertarse, y que tienen que velar, y que este es un tiempo de preparación. El Padre me decía: este año, el año 2022, es un año de preparación donde mis hijos, los que estaban tibios, van a tener que aprender a estar en un estado de encendido continuamente en el amor de Dios, siendo y caminando como una llama que quema todo a su alrededor, que transforma todas las cosas, porque el poder de Dios reside en ellos. Otros leen la Palabra, pero no caminan en el poder del Espíritu Santo de Dios; por lo tanto, no son como un ente que transforma todas las cosas a través de ese poder glorioso del Señor. Quietos van a tener que tomar todas las armas espirituales de la luz, me dice el Señor, y hacerle frente a la oposición que el enemigo va a colocar en sus vidas. Van a ser maltratados, van a ser burlados, su fe va a ser probada, y así los voy a refinar, porque ustedes son oro preciado ante mis ojos, y tengo que quitar lo impuro de ustedes. Entiendan que este es un tiempo de refinamiento para la iglesia de Dios, donde los hijos del Dios altísimo tienen que elevarse en las cosas espirituales, tienen que crecer, tienen que avanzar, y el que se quede no va a poder resistir todo lo que está preparado para venir al mundo. Pero siguen durmiendo, se duermen, se duermen como aquellos que no velan, y entra el ladrón, y ni siquiera se dieron cuenta de que el ladrón entró en las casas, y para cuando se despertaron, ya muchas cosas el ladrón sí había llevado. Abran grandes los ojos, miren lo que sucede a su alrededor, ¿no pueden ver que el mar de las gentes se está agitando? ¿No pueden ver que las naciones se están levantando unas con otras? ¿No pueden ver que los corazones se están agitando? ¿No pueden ver la ambición que hay en los magnates de la tierra, en aquellas cabezas que están colocadas sobre los países, de las naciones? ¿No pueden ver el hambre que se viene sobre el mundo? ¿Cómo piensan que van a resistir si ni siquiera están observando lo que sucede a su alrededor? Búsquenme, aférrense a mí, porque el que no esté tomado de mi manto no va a recibir el poder que necesita para resistir de pie a todos los sacudones que se vienen al mundo.
Y veo que muchos hijos de Dios miran las noticias, ven lo que sucede, pero siguen como si nada hubiera pasado. No reaccionan, piensan que a ellos nunca les va a tocar nada de estas cosas que se ven a acontecer alrededor del mundo. Lo ven como si fuera un sueño lejano, una visión que a ellos nunca les va a llegar. No entienden que los hijos de Dios tienen que ser refinados a través de todas estas cosas que se están levantando sobre el mundo entero, y después, cuando el agua se viene sobre ellos, se asombran como si nunca fueran avisados. Despierten, hijitos, me repite el Espíritu Santo una y otra vez. Vengan al secreto, búsquenme en la oscuridad de sus habitaciones, en la oscuridad de los aposentos, a donde nada interfiera entre nosotros, a donde podamos amarnos y comunicarnos de una manera pura y directa. Entiendan cuál es mi voluntad para sus vidas. Muchos de ustedes tienen las espadas del Espíritu inactivas, espadas del Espíritu que se llenan de polvo por falta de uso, que pierden el filo y que ya no atacan, no son usadas para atacar.
¿Cómo piensan que van a vencer todas las batallas espirituales que se vienen, dice el Señor, si dejan sus espadas abandonadas, las cuales representan la palabra de Dios? Se están perdiendo muchos, y ustedes están viendo cómo se pierden muchos y no hacen nada. No les dan de beber el agua eterna que sacia la sed, no alumbran a sus ojos entumecidos, adormecidos, enceguecidos. No dan luz a esos ojos que no pueden ver la verdad, no les quitan el velo a los que están velados, no llaman al arrepentimiento. No predican la verdad, mi pueblo está tibio, es blando, es quebrantable, fácilmente de doblar, fácilmente de caer en la tentación porque no se ejercitan en las cosas espirituales, porque se dejan robar la fe, porque no se defienden con las armas que les he dado, porque cuando les hablo hacen como si yo nunca hubiera hablado. Están adormecidos, pero es así como quieren estar, eso es lo peor; lo peor no es que estén adormecidos porque yo los puedo despertar, lo peor es que es así como muchos quieren estar y permanecer. Oh, amados míos, reaccionen, se vienen tiempos difíciles, inclusive para el pueblo del Señor. ¿Piensan que ustedes no van a pasar por el fuego refinador? La tormenta viene para las dos casas, para la que está fundada sobre la arena y para la que está fundada sobre la Roca, ambas casas van a ser sacudidas. Pero muchos piensan que están exentos de todas las pruebas, de las pruebas que vienen sobre el mundo entero. Y entonces se cruzan de brazos y piernas y se quedan sentados en esa silla sin hacer nada mientras el agua viene, viene ese tsunami espiritual y no se preparan, están distraídos.
Piensan en cómo obtener cosas materiales. Piensan en cómo hacerse más conocidos. Piensan en cómo escapar de todas las cosas que vienen, pero sin prepararse como un soldado que sabe que se viene la guerra y entonces entrena para estar listo para enfrentar al enemigo. Amados míos, reaccionen, abran sus ojos, dice Dios, entiendan que estos son tiempos delicados; van a ser probados y no están fuertes. Las bombas van a caer sobre esas torres, porque veo torres que representan a los hijos de Dios y veo bombas que golpean a esas torres y muchas no van a quedar en pie. Y no va a ser porque no fueron avisados, no va a ser porque no hubo atalaya que les avisara lo que venía, sino por negligencia, por testarudez, por incredulidad. Prepárense, edifiquen sus casas, edifíquense a ustedes mismos, estén firmes en la fe, cimentados en la fe del Señor Jesucristo, orando en todo tiempo, velando, esperando que vengan esas cosas que he avisado que iban a venir, tomándome fuerte de la mano, estando despiertos y no dormidos, teniendo sus lámparas llenas de aceite, abundando en la unción, predicando la palabra del Señor, reuniéndose en las casas, avivando el fuego del Espíritu en ustedes, compartiendo lo que tienen, exhortándose unos a otros.
¡Despierten, hijitos, no se duerman!, porque viene el lobo y se están yendo de mi redil. ¡Reaccionen! Están en peligro, dice el Señor. Aquellos que no me buscan, aquellos que no se acercan, aquellos que se entibian están en peligro. Y en este tiempo van a ver cómo caen cabezas, van a ver cómo árboles siguen siendo talados, van a ver cómo el enemigo avanza, incluyendo sobre la iglesia del Señor Jesucristo, no porque a Dios así le plazca, sino porque son los mismos hijos de Dios los que le cierran la puerta al Señor, pero les abren la puerta a Satanás.
Agita, Señor, esos espíritus adormecidos, Padre. Golpea la puerta de aquellos que se han alejado de ti, vuelve a llamarlos, te pido en este momento por todos aquellos que se han dejado entibiar, que han permitido que esas pequeñas zorras den un paso hasta llenarlo todo. Oh Padre Santo, dales las llaves, dales las llaves para tener la victoria en este tiempo. Te pido por aquellos que están débiles, porque veo a muchos, a muchos hijos de Dios que están débiles en este tiempo, que no se pueden defender, que no quieren levantarse y entrenar, que se han dado por vencidos, y me dice el Señor: yo dije que estaría con vosotros hasta el fin del mundo, hasta el fin. No he sido yo el que me he alejado de ustedes, han sido ustedes los que lentamente dejaron de darme la mano, y no se dieron cuenta de que iban retrocediendo cada vez más, paso tras paso, yéndose para atrás. Vuelvan, porque los estoy esperando. No los abandono, no los dejo solos. Búsquenme de madrugada, hagan un esfuerzo, no se duerman.
(Noelia) y me viene la imagen de cuando el Señor Jesucristo estaba orando en el Monte de los Olivos y les pedía a los discípulos, a los apóstoles, que no se duerman, que velen. Pero ellos cabeceaban del cansancio que tenían y se quedaban dormidos y no podían esperar ni siquiera un poco de tiempo. Dice el Señor: asimismo, no cabeceen, no se duerman, no se cansen, no se cansen de batallar, estoy con ustedes, acérquense, no se alejen de la Fuente de la Vida, no se dejen apagar como un foco que es apagado para que ya no alumbre más, no dejen enfriar sus corazones, porque veo que muchos están perdiendo el sabor en ellos mismos, se están volviendo desabridos como cuando la sal deja de salar y ya no sirve más para nada, dice la Palabra. No pierdan el sabor, no dejen de sentir, no se vuelvan insensibles, quiero que sean corazones blandos, sensitivos, misericordiosos, que tengan capacidad de ponerse en el lugar del otro en estos tiempos adonde la maldad crece y crece y los corazones ya se van enfriando cada vez más y se van volviendo corazones de roca. Con ustedes tiene que suceder lo contrario, dejen que mi amor entre en ustedes y los transforme por completo, no tengan miedo de mí. Hijitos, los estoy llamando a que se preparen para este último tiempo. Hago sonar la trompeta una y otra vez, el shofar suena y suena y suena, y algunos lo escuchan, pero se tapan los oídos y siguen durmiendo. No tendremos excusa porque Dios nos va a haber llamado en muchas oportunidades, no sean negligentes, hagan lo que tengan que hacer, caminen, levántense y empiecen a caminar.
Y a muchos veo que están renegados, esa es la palabra, están renegados contra Dios; no quieren saber nada de las cosas del Señor, están enojados con el Señor. Sin embargo, veo también que el Señor los llama y no los deja solos, y vuelve a intentar, porque Él deja las 99 para ir a buscar a la número 100. Él busca a los perdidos, Él llama a los descarrilados, Él se acuerda de los que se alejaron, Él es misericordioso. Arrepiéntanse y vengan, acérquense al Señor para que encuentren refrigerio para sus almas, para que tengan paz, porque ese enojo contra el Señor les quita la paz, les perturba el corazón. El Señor está dispuesto a mirarlos, a mostrar su rostro frente a ustedes si ustedes desean reconocer que Él es Dios, el que gobierna sobre todo terrestre, el dueño del mundo y de todo lo que hay en él, el que creó todas las cosas, incluyendo cada hueso de tu cuerpo, el que hace latir tu corazón, el que por la palabra de vida hace que circule la sangre por tus venas, la que lleva la vida. Ese es el Señor nuestro Dios y quiere que estés cerca de Él, y quiere ser hallado, y quiere ser buscado, y quiere ser encontrado. El Señor te está llamando en este tiempo a que te despiertes.
Yo veo que hay gente que está llorando ahora porque se siente quebrantada por esta palabra del Señor, porque sabe que el Señor le está hablando a esa persona, y el Señor dice: Yo quiero limpiarte las lágrimas de tu rostro. Yo quiero consolar tu corazón. Yo he enviado a mi Santo Espíritu para traer paz a tu corazón, no estás solo, estoy contigo, pero tienes que moverte, tienes que entender que si no te mueves y te quedas quieto en este tiempo, eres una presa fácil para el depredador.
¿O acaso cuando un animal caza a una presa, la presa se queda quieta esperando ser cazada? ¿No será que tiene que moverse para escapar, tiene que correr, esconderse, y a veces hasta tiene que luchar? Si la presa se queda quieta, es presa fácil para el enemigo. Así mismo, todos mis hijos, los que se queden quietos, son presa fácil para el depredador de las almas, para el ladrón que viene a matar, a robar y a destruir, y muchos de mis hijos no quieren hacer su parte para poder resistir a los sacudones que el Señor viene anunciando, y todo se está cumpliendo de la A hasta la Z y aún falta mucho más, mucho más. Así que, quieto, quieto te van a derribar, muévete, muévete hijito, muévete hijita, levántate de esa quietud peligrosa donde te sumergiste.
Y todo lo que te atrasaste, no te preocupes, porque veo gente que dice: «Pero yo me alejé del Señor, y me atrasé en las cosas espirituales, y me atrasé con lo que el Señor me había mandado a hacer. ¿Y ahora cómo voy a ponerme al día?» Pero no te preocupes, porque dice Dios que busques primeramente su reino y su justicia, y él se va a encargar de todas las otras cosas, eso es secundario, y hasta eso usa el enemigo hablándote al oído para que no vuelvas a mí. Pero dice el Señor que primero lo busques, que primero te arrepientas, que primero te entregues a él, que renuncies a esos miedos que te apartan de Dios y que te hacen creer que él nunca te va a perdonar, que nunca vas a estar igual como estabas antes, que no sabes, que no vas a resistir. ¿A dónde más vas a ir? Si no es al único Escudo viviente que es nuestro Dios, no hay lugar a donde escapar, no hay otro lugar a donde estar seguro, tenés que meterte bajo las alas del Altísimo, tenés que habitar bajo la sombra del Omnipotente, únicamente ahí vas a poder resistir lo que se acerca al mundo, incluyendo a la iglesia, a la iglesia del Señor Jesucristo, amén, y el que no lo crea lo va a tener que aprender por experiencia.
Pero es mejor prepararse ahora que reaccionar al último momento; es mejor que cuando entre el enemigo, cuando venga el enemigo, nosotros ya nos encontremos armados. Así que, si aún estás vivo, tenés tiempo para pedirle perdón a Dios, para arrepentirte de renegarte de Dios, de enojarte con él, porque ¿quién es el hombre para decirle a Dios lo que tiene o tiene que dejar de hacer? Creación de su mano que ni siquiera puede cambiar el color de sus cabellos, ni hacerse un centímetro más alto, más bajo, arrepiéntete, busca al Señor y él te va a dar la mano y te va a levantar de ese adormecimiento a donde estás. Busca la ayuda del Omnipotente, ponte a cuentas con él hoy, ahora en este día, y el Señor no te va a dar la espalda.
Te pido, Señor, que le des la clave a la iglesia de cómo debe prepararse para todo lo que va a seguir viniendo; danos la llave para abrir esa puerta, para ingresar en este nuevo nivel de estos últimos días, a donde todas las cosas van a ser sacudidas, y no va a quedar nada sin sacudir. La estabilidad va a desaparecer de la Tierra, todo lo que parecía estable va a empezar a caer, todas las cosas van a ser quitadas de su cetro, inclusive esas naciones que parecían intocables van a caer. Yo veo flechas que son lanzadas de una nación hacia otra, atacándose entre ellas; venganza viene a las naciones, venganza de unas con otras, traición, pleitos, contiendas, complots. Van a ver muchas cosas que eran impensadas para el hombre en este tiempo, cosas que el hombre pensaba que estaban superadas y que ya no iban a darse sobre el territorio del mundo; esas cosas se van a dar, y hasta los hijos de Dios se van a sorprender, porque no van a haber escuchado en su mayoría, me atrevo a decir, las alertas del Señor. Porque muchos hasta ni siquiera creen lo que dice la palabra del Señor, cuando dijo que: «guerra y rumores de guerra, hambres, pestilencias, terremotos, que las estrellas caerían del cielo, y demás». Mucha gran parte de la iglesia del Señor no cree que estas cosas son literales, y no creen que son para este tiempo, y no creen que la iglesia del Señor Jesucristo va a pasar por ese tormento, que para los incrédulos será tormento, pero para los hijos de Dios será prueba y refinación. Pero Dios estará con nosotros. Pero muchos no lo creen, y por eso el Señor habla y habla, y vuelve a hablar, y vuelve a llamar, y vuelve a alertar. Amados hermanos, tomen sus Biblias y fíjense por ustedes mismos si lo que estoy diciendo es verdad o no. Abran los ojos, pregúntenle al Señor, pídanle revelación al Espíritu Santo de Dios para que sea Él mismo trayéndoles claridad sobre estas advertencias que estamos dando, los atalayas de Dios. Lo que se viene no es fácil, no está siendo fácil, pero va a ser mucho peor. Tenemos que estar listos, con los ojos abiertos, con los oídos abiertos, escuchando la voz de Dios, preguntándole al Espíritu Santo cómo tenemos que seguir, qué tenemos que hacer para redimir el tiempo, hablándole a los inconversos, dándoles esperanza, trayendo esas almas al reino de Dios, que no conocen la luz, que no saben que hay un Salvador que necesitan, porque de lo contrario, el infierno de fuego les espera.
Oh, gracias Padre Santo, gracias Señor, por esta palabra que diste hoy para tu pueblo. Señor, yo te pido sabiduría para saber, Señor, reaccionar ante esta palabra, y que ahora mismo despiertes a todos los que están durmiendo. Señor, veo que muchos de ustedes van a escuchar literalmente una trompeta sonando, lo van a escuchar con sus oídos, y cuando tengan esa señal acuérdense de este mensaje donde el Señor les advirtió que les iba a dar una señal para despertar, que va a ser escuchar una trompeta literalmente en sus oídos. Cuando escuchen esa señal ya tienen la interpretación, y va a ser el Señor que los va a estar llamando para que se despierten.
Otros van a estar escuchando golpes en su puerta, pero no va a haber nadie detrás de la puerta, nadie que ustedes puedan ver físicamente. Sin embargo, el Señor va a ser el que va a estar golpeando a sus puertas para que reaccionen. Recuerden, porque esta es otra de las señales que el Señor va a hacer en este tiempo. Otros van a escuchar que los llaman por su nombre, recuerden esta tercera señal que Dios me está revelando hoy, porque va a ser otra que el Señor va a utilizar para llamar a los que se están adormeciendo para que se despierten y reaccionen, y se pongan a trabajar para el Señor, sea en lo poco o sea en lo mucho, pero lo que el Señor les haya dado, aleluya. Otros van a tener sueños donde el Señor los va a llamar, y así el Señor va a utilizar de comunicación distintas formas, distintas operaciones a través de su Espíritu para despertar a sus hijitos, a los que están dormidos. Otros van a recibir un sacudón fuerte, como cuando una madre, un padre despierta a su hijo para que vaya a la escuela, y el hijo no reacciona y lo llama tantas veces y el hijo no reacciona, hasta que lo tiene que tomar y sacudir con sus manos para que el hijo abra los ojos y se dé cuenta de que lo estaban llamando y se dé cuenta de que se tenía que levantar porque se hacía tarde. Así muchos de ustedes van a ser sacudidos si no reaccionan a los primeros llamados, pero no porque Dios no los quiera, sino justamente lo contrario, porque el Señor se va a asegurar de que su iglesia se despierte y esté preparada en este último tiempo.
El Señor se va a asegurar, y por eso todos estos juicios tienen que caer sobre la tierra. Por eso la iglesia va a ser probada junto con los incrédulos, y solo los que retengan la Palabra de su paciencia van a ser los que van a resistir hasta el final, y los que van a ser salvos. El que persevere hasta el fin, y solo hasta el fin, esos serán los que obtengan la corona de la vida. Te pido, Señor, que des este pan de hoy a todo espíritu hambriento, que nutra los espíritus de todos los hermanos que lo comieron, despertando cada parte de su ser. Te pido que sacudas, Señor, que sacudas a todo aquel que no quiere reaccionar. Te pido, Dios mío, una señal para todo aquel que la necesite, de que eres Tú el que está hablando; despierta a todo aquel que esté hechizado. En el nombre de Jesús, corta todo hechizo, toda brujería de congelamiento, de adormecimiento, de letargo, de procrastinación o cualquier otra cosa, sobre todo aquel que está escuchando esta palabra. Oh amado Señor Santo, llama, Señor, con lazos de amor a todo aquel que se va alejando del camino, llama a volver a ti. Danos una nueva oportunidad de seguirte, Señor, hasta el fin. Danos la fuerza, Padre, la fortaleza, Señor, para vencer, para levantarnos y continuar, no importa cuántas veces nos sintamos derrotados, Padre, o nos caigamos. En el nombre de Jesús te pido ahora, Padre, que derrames de tu Espíritu Santo sobre todo ser que escucha esta palabra, reavivando los corazones, despertándolos, revistiendo a cada uno de tus hijos con poder y con gloria, para ser aptos para resistir todo ataque del enemigo, y para tener la paciencia y la resistencia para poder resistir todas las pruebas que se están viniendo sobre el mundo.
Por último, siento compartirles un consejo por el Espíritu Santo que estoy recibiendo ahora, porque hay muchos de ustedes que se sienten abatidos, que se sienten derrotados, que el enemigo les hizo creer que ya no van a poder levantarse. Además de todas las cosas que dije en esta palabra, que debemos hacer para despertarnos, para levantarnos y que el Señor dijo también, siento aconsejarles por el Espíritu que se junten y que se congreguen con gente que esté encendida en el Espíritu y no con otros hermanos que tiran esa fe para abajo, que los provoquen a retroceder, sino que elijan sus amistades. Eso es lo que siento de decirles ahora, que elijan con quién se reúnen, con quién comparten la palabra, de quién se están alimentando, que se junten con gente, con hermanos y hermanas que estén encendidos en la fe y que sean motivadores para que los ayuden a levantarse y no a permanecer sentados o a caerse. Amén, porque esto es muy importante, estar en un ambiente espiritual a donde ese ambiente, esas aguas espirituales sientan que les ayudan a seguir adelante y no a retroceder o a quedarse como están. Amén, gracias Señor por este consejo.
Muy bien, hermanos, los dejo, los bendigo y estaré, Dios mediante, comunicando cualquier palabra que el Señor quiera darle a la iglesia del Señor Jesucristo. Amén. Gracias a Dios, le doy la gloria al Señor, la honra y la alabanza, el Rey, porque de Él fluye la vida, de Él fluyen las palabras de vida y no de mí. En el nombre poderoso de Cristo Jesús, amén.