Padre Santo celestial, tu poder es grande y todo es posible en tu nombre. Yo te pido que quites toda obstrucción que el enemigo quiera poner para que el mensaje no llegue a mis hermanos. Que tu Palabra penetre en sus huesos, en sus células, en sus corazones, en sus mentes, cortando lo que no tiene que estar, reemplazando lo que está podrido por pan fresco y limpiando lo que está mugriento. Está escrito que tu Palabra hará lo que tu quieres y no volverá vacía sino que cumplirá tu propósito.
Te pido que pongas ángeles que limpien los oídos de toda mugre espiritual que no les permite escuchar, entender ni recibir estas palabras de exhortación. Pasa hisopo espiritual en todos los oídos de mis hermanos, quitando todo tapón que el enemigo haya puesto. Pasa rastrillo en la tierra de sus corazones para que cuando esta semilla sea plantada, crezca, sea regada por el Espíritu Santo y lleve fruto en sus vidas como en las vidas de aquellos que están a su alrededor. Te amamos y adoramos con todo nuestro corazón, y gracias por la presencia de tu Espíritu Santo.
Gracias por el poder que repartiste sobre nosotros a través del bautismo del Espíritu Santo, y que derramaste sobre nosotros como la lluvia tardía, pues, tu Palabra dice, «y recibirán poder». Glorifícate en este momento y cumple tu propósito en cada vida. Heme aquí Padre, para transmitir tu palabra santa, así que abre las puertas de todo corazón cerrado, ablanda todo corazón endurecido porque tú puedes cambiar un corazón de piedra en un corazón de carne, blandito y enrojecido por el amor a Dios. Toca esos corazones duros cuyas puertas están trabadas con un candado pesado y difícil de remover, pero que tú puedes quitar.
Tú tienes esa llave que nadie cierra cuando abres, y tienes esa llave que nadie puede abrir cuando cierras. Con tu llave celestial abre las puertas del entendendimiento en mis hermanos hambrientos de tu Palabra, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, nuestro Salvador y Redentor. A través de Él venimos a tu presencia, porque rasgó el velo para que podamos acceder al lugar Santísimo. Veo muchas personas que se sienten atadas, como si tuvieran sogas a su alrededor y no se pueden mover. Rompe esas ataduras, desátalos y libértalos para que se cumpla el propósito de tu Palabra, en el nombre de Jesús.
Quita toda esposa espiritual, todo grillete, y toda carga de sus espaldas. Te pido por todos estos hermanos que hoy vienen aquí, como los que iban al estanque de Betesda buscando meterse en las aguas de tu sanidad. Mira cuán atados están, quebrantados, enfermos e ignorantes. Por eso, abre el entendimiento y quita toda cadena mental que les impide entender tu Palabra. Destruye ahora mismo todo huevo de áspid en sus mentes que hacen nacer pensamientos que vienen del reino de las tinieblas y no del reino de la luz. Limpia la tierra del jardín de sus mentes, quitando todo pensamiento que no proviene de tu reino. Arranca de raíz todo yugo mental que es piedra de tropiezo en el entendimiento de lo que voy a hablar.
Danos entendimiento, pues tu Palabra dice que al que pida le será dado y al que golpee se le abrirá. Hoy venimos a esas aguas del estanque buscando tu purificación, claridad, sanidad y luz. Como el ángel que agitaba las auas y quienes entraban en ellas eran sanados, así Señor, mueve y agita el agua del Espíritu Santo y limpia nuestro entendimiento. Corrígenos y exhórtanos cuando estemos equivocados, porque tu Palabra dice que engañoso más que todas las cosas es el corazón, por eso, quita todo engaño y arranca de raíz toda falsa creencia o religión equivocada. Muchos de ustedes están ciegos en el espíritu, pero hoy, el Señor les va a dar el bastón para que encuentren el camino y no se caigan en medio de tanta oscuridad. En el nombre de Jesús. Amén.
Estoy viendo tantos hermanos que asisten a una congregación pero están perdidos y no saben para dónde ir, qué tienen que hacer, cuál es su identidad en Cristo, cuál es el propósito que ha diseñado el Señor para sus vidas, ni cuál es el sendero que tienen que caminar. Comen algún pedacito de pan que encuentran por ahí, pero están como el que pide limosna, rogando al pastor que les dé de comer y anhelando que responda las preguntas del corazón, venga en rescate y ponga luz en el camino. Hay tanta necesidad, tanta enfermedad y tanta maldición dentro del pueblo de Dios.
Y algunos se preguntan ¿Cómo puede ser que en mi casa ocurran tantos accidentes, si yo me siento y escucho al pastor cada vez que hay que ir a la iglesia los domingos? ¿Cómo puede ser que entre la enfermedad a mi casa si estoy cumpliendo con el diezmo? ¿Cómo puede ser que mi esposo me abandone y esté buscando otra mujer? ¿Por qué mis hijos no están en el Señor y se alejan? Cuántas cosas más se preguntan en sus corazones, como ovejas que caminan sin saber dónde van y que se quedan dormidas mientras escuchan al pastor.
El Señor no ignora lo que está pasando dentro de su pueblo. No da vuelta la cara ni hace la vista gorda, sino que ve los corazones sangrando, sedientos de compañía, de sanidad, liberación y conocimiento. Cada vez que ministro en persona o a través de este ministerio público, me asombro del estado en el que están las ovejas del Señor. En mi corazón lloraba por esto y le preguntaba al Señor ¿Cómo puede ser que tu pueblo esté tan atado? ¿Cómo puede ser que no tengan libertad? ¿Cómo puede ser que la maldición esté sobre su cabeza? ¿Que tengan tantas enfermedades? ¿Cómo puede ser que sufran tantas cosas? ¿Cómo puede ser que caminen igual o parecido a uno que está en el mundo?
Y la respuesta del Señor fue ¿Sabes por qué mi pueblo sufre tanto? Porque no me han entendido, porque no me han preguntado, porque no se han acercado a mí, porque no han sabido aplicar lo que les he enseñado, porque no se han amado unos a otros. Porque buscando no han encontrado, pues lo que buscan no es lo que quiero darles. Porque no saben manejar las herramientas que les he dado, porque han confiado más en el hombre que en mí, porque han buscado su propia gloria en vez de darme la gloria a mí. Porque pecando abren la entrada al enemigo que trae destrucción, enfermedades y muerte. Porque son perezosos, porque no cuidan lo que les doy, no son celosos de lo mío. Porque no me permiten que los sane y prefieren vivir atados, pues le tienen miedo a la libertad. Hija, hay tantas razones por las que mi pueblo está atado, triste y frustrado. Pero yo siempre les hablo, los guío, los redarguyo y acompaño. Yo estoy con los míos hoy, mañana y siempre, dice el Señor.
[Oseas 4:6, RVR1960] Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Esta Palabra aún está vigente hoy, porque al pueblo del Señor le falta conocimiento de las cosas espirituales. ¿Quieres saber por qué el pueblo de Dios está tan enfermo, no solamente en el cuerpo sino tambiñen en el alma? ¿Quieres saber por qué te persigue la maldición y nunca puedes encontrar un trabajo estable? ¿Quieres saber por qué hay accidentes que se repiten en tu familia una y otra vez? ¿Quieres saber por qué los suicidios persiguen tu casa? ¿Quieres saber por qué no puedes salir de la tristeza, de la depresión, de la angustia o de la soledad? Estás siendo destruido por la falta de conocimiento, pues no basta con bautizarte. No obstante los hijos de Dios hayan renacido como simiente santa, siguen sufriendo estas cosas, aun cuando se hayan bautizado en el agua y en el fuego del Espíritu.
No entendiste que tenías que buscar al Señor y leer la Palabra para conocerlo. No entendiste que tenías que hacer tu parte y utilizar la autoridad que el Señor te dio como hijo o hija de Dios, para refutar las obras del diablo en tu vida. Pensaste que yendo a la iglesia tu vida se iba a arreglar, y que sentándote a escuchar al pastor todos los domingos, todo iba a cambiar. Pero hay un mundo espiritual gigantesco que no conoces, y que se mueve detrás de lo que puedes ver, por eso hay tantas personas cristianas que siguen estando cautivas, aun habiendo recibido dones y bautismo.
[Isaías 5:13, RVR1960] Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.
El cristiano que no tiene conocimiento y no bebe sabiduría de lo alto, no tiene las herramientas para liberarse de las ataduras espirituales. Muchos de mi pueblo son vagos, dice el Señor. Solo quieren que les sirvan el pan en bandeja, pero no quieren ir a buscarlo por ellos mismos. No quieren sentarse a leer la Palabra sino que alguien se las lea y enseñe. Somos un cuerpo en Cristo, y ciertamente, Ël tiene pastores y maestros que ha comisionado para enseñar, dar claridad y dar de comer la Palabra al pueblo de Dios. Pero ¿Qué pasa si el maestro se equivoca? ¿Qué pasa si el pastor te está dando pan podrido? ¿Cómo vas a discernir lo que te están enseñando si no lees por ti mismo la Palabra?
¿Sabes a cuántas personas ministro regularmente, llenas de problemas, atados por todos lados, enfermos y cautivos? Y cuando les pregunto si leen la Palabra, me dicen que no. Solamente escuchan prédicas y se congregan. Si no tienes la espada de la Palabra afilada ¿Cómo piensas que vas a defenderte cuando te hablen mentiras? ¿No dice la Palabra de Dios que en los postreros tiempos vendrían lobos disfrazados de oveja, falsos maestros y falsos profetas que iban a enseñar doctrinas de demonios al pueblo de Dios? Si nunca comes por ti mismo el pan verdadero que es la Palabra ¿Cómo vas a discernir si lo que está saliendo de la boca de un ministro es verdad o mentira?
[2 Timoteo 3:16-17, BTX3] Toda la Escritura es inspirada por Dios, y es útil para la enseñanza, para la refutación del error, para la corrección, para la instrucción en la justicia, a fin de que el hombre de Dios esté completamente calificado, equipado para toda buena obra.
¿Nunca has leído este versículo? Si no estás comiendo la Palabra viva diariamente, entonces no te quejes cuando engañado sigas enseñanzas erróneas y caigas en un pozo. La Escritura es inspirada por Dios, por eso nos equipa y califica completamente para toda buena obra. ¿Cómo puede ser que el pueblo del Señor no lea las Escrituras? Y a algunos de ustedes les va a parecer exagerado, pero me impresiona. Ministro a personas continuamente y una de las cosas más graves que está sucediendo dentro del pueblo del Señor Jesucristo, es que las ovejas no comen por ellas mismas sino que esperan a que les den el pasto servido en la boca. ¿Cuándo vas a dejar de ser un bebé esperando que te den todo servido? Los cristianos se ocupan en edificar su espíritu leyendo, meditando y estudiando por si mismos la Biblia, pidiendo revelación al Señor.
[Juan 14:26, BTX3] Pero el Paracleto, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os dije.
[1 Juan 2:27, BTX3] Aunque en cuanto a vosotros, la unción que de Él habéis recibido, permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe, sino que así como su unción os enseña todas las cosas, y es verdad y no es mentira, así como ella os enseñó, permaneced en Él.
¿Le estás preguntando al Espíritu Santo el significado de un versículo en vez de preguntarle a alguien más? ¿Quieres saltar esa parte porque eres perezoso y te gusta tener todo fácil y servido? Vengo advirtiendo hace años por el Espíritu Santo, que el Señor va a sacudir aún más todas las cosas. Hemos visto que el sacudón ya empezó, y mientras entramos en los dolores de parto, más engaño se esparcerá sobre la tierra. Los que no estén empapados en las Escrituras, metiendo las palabras de vida adentro de su ser, van a caer en todo engaño que ande rondando alrededor, comiendo de cualquier pan envenenado que estos lobos disfrazados de oveja van a repartir.
Lamentablemente, la mayoría de los cristianos no tienen una relación personal con Jesús, de lo contrario, conocerían lo que Él dijo. Si el pueblo realmente quisiera conocer a su Creador, leería la Palabra todos los días sin caminar en hipocresía. Y no solo la leería, sino que oraría para pedir revelación, sabiduría y que sea quitado todo estorbo que no permite entender la Palabra. Si el cristiano verdaderamente tuviera una relación personal con Jesús, como tanto se predica, desayunaría la Palabra de Dios por si mismo sin esperar que otra persona se lo prepare. Dejemos de ser como niños en el conocimiento de Dios y empecemos a caminar como personas maduras en el Espíritu.
Cuando se tiene un corazón de servicio, duele escuchar que las ovejas del Señor no leen ni oran, pensando que Dios no los escucha ya que sus vidas no cambian. El Espíritu Santo también enseña a través de la predicación de otra persona, pues nos afilamos unos con otros. Pero antes de escuchar al predicador leamos primero la Biblia, porque es el perfecto aguzador de la espada espiritual. Hierro con hierro se aguza, dice la Palabra del Señor. ¿Sabes por qué muchos cristianos no pueden defenderse de las guerras espirituales y el diablo los ataca como quiere? Una de las razones es porque su espada está desafilada. No pueden cortar las mentiras ni los ataques del enemigo porque tienen las espadas oxidadas, guardadas en el cajón de su corazón. De vez en cuando leen algún versículo, pero eso es como almorzar caramelos dulces que no nutren tu cuerpo, o como un bocadito de vez en cuando que no sacia tu hambre.
¿Cómo puede ser que tu Biblia esté sin uso teniendo la tapa impecable y las hojas intactas? Cuando entre algún invitado a tu casa y la vea, sabrá que eres cristiano, pero ni siquiera podrás evangelizarlo porque no tienes la palabra fresca para darle. Tu Biblia debería estar como la de alguien que está desesperado por comer ese pan de vida que el Señor te dejó. Si tu Biblia está de adorno y no la abres, vas a caer como lo hace una casa hecha de paja cuando el viento sopla, pues tu fundamento no está puesto sobre la Palabra de Dios.
¿Sabes por qué muchos cristianos están débiles, flacos y desnutridos espiritualmente? ¿Sabes por qué cualquier viento que sopla los quiebra y se caen? Porque no proclaman la Palabra del Señor diciendo «Escrito está». ¿Sabías que este coronavirus es solamente un pequeño soplido que Dios le permitió al enemigo soplar sobre la tierra? ¿Qué vas a hacer cuando Dios le permita al diablo soplar fuertemente sobre tu vida para ver si tu casa está fundada sobre la roca? La Palabra nos enseña que aunque seamos cristianos, el viento, la lluvia y la tempestad nos van a afectar de igual manera. Y vamos a ser probados, porque mediante esa prueba la fe va a ser refinada como el oro.
Si estás desnutrido espiritualmente por no leer la Palabra de Dios ¿Qué vas a hacer cuando el diablo verdaderamente sople sobre tu vida? ¿Le vas a echar la culpa al pastor porque no te leyó y no te enseñó lo que significba algún versículo? ¿Le vas a echar la culpa a la falta de tiempo por tener que trabajar? No pongas excusas ni te engañes más, porque Dios te dio el tiempo para que lo administres bien y para que cumplas con los propósitos que Él preparó desde antes de la fundación del mundo, para que camines en ellos. El tiempo lo creó Dios para redimir al hombre y para que tenga un tiempo determinado para tomar una decisión. Dentro del tiempo que el Señor te dio hay propósitos en los cuales deberías estar caminando, así que hoy te digo, basta de pereza, agarra esa Biblia vieja que tienes y comienza a alimentarte.
Acuérdate cómo te sorprendiste cuando empezó este virus, porque pensabas que todavía no era tiempo para que sucedieran estas cosas. Acuérdate que no creíste cuando se te profetizaba que en los postreros tiempos vendría muerte, destrucción y pestes. ¿Qué pensaste cuando te diste cuenta de que era cierto? Tal vez dijiste, ahora volveré a leer, orar y evangelizar porque hace tiempo que ya no oro ni leo como antes. Y ¿Cuánto te duró ese entusiasmo? ¿Otra vez te confiaste y dejaste la Biblia guardada en el cajón? La Palabra del Señor nos enseña que tenemos que estar velando en todo tiempo, y eso incluye el leer la Biblia por si mismo.
Parte del pueblo de Dios está encadenado y tiene vendas en los ojos, no pudiendo ver la verdad. Por eso, cae en engaño facilmente, creyéndole a cualquiera que bien vestido parezca importante, y que peinadito y perfumado, predique hablando como si cantara al oído. Por falta de conocimiento de la verdad, cree todas las maravillas que ese predicador o profeta dice. Pero después, las cosas no se cumplen sino que van de mal en peor. Entra la tragedia y las cosas dejan de funcionar, provocando distancia de Dios. La profecía se prueba y examina con la Palabra de Dios, por lo tanto, el conocimiento de la Palabra es fundamental.
[2 Timoteo 3:16, BTX3] Toda la Escritura es inspirada por Dios, y es útil para la enseñanza, para la refutación del error, para la corrección, para la instrucción en la justicia.
¿Te fijaste si lo que decía ese predicador atractivo estaba acorde a lo que Dios escribió? ¿Le preguntaste al Señor si lo que te dijeron era cierto? No seamos niños en nuestra manera de pensar y reconozcamos que hemos dejado entrar la pereza, pues estamos acostumbrados a que nos den el pancito en la boca. Parémonos de la silla, seamos diligentes, y armémonos con toda la armadura espiritual. Primeramente, afilando la espada del Espíritu para defendernos y cortar toda mentira, ya que el engaño se está cerniendo sobre la tierra. Una nube de oscuridad está bajando, oscureciendo el entendimiento del hombre, quien será engañado si no está firme en la verdad de Jesús. El Señor permite que esto suceda porque lamentablemente el hombre no recibe el amor de la verdad para ser salvo, sino que se complace en la injusticia.
Las falsas doctrinas van a abundar más aún, pero conocer las Escrituras nos permite reconocer la verdad de la mentira. El que anda en búsqueda de cualquier tipo de pan, va a comer lo primero que le ofrezcan, por lo tanto, cuidado con lo que comas. Porque hay muchos tipos de pan que se están ofreciendo en las congregaciones y en las redes, a través de personas que hablan bonito y aparentan estar ungidas, pero son panes con levadura. Son panes que tienen moho y las personas los comen porque no tienen ganas de discernir si ese pan está apto para comer o no. En internet buscan un video, audio o predica, creyendo y diciendo amén a cualquier cosa que ahí se les enseña. Por eso el mal entra en la vida de algunos, pero la culpa es ellos y no de Dios.
Mi pueblo perece por falta de conocimiento, dice el Señor. Mi pueblo está atado, cautivo y enfermo. Mi pueblo es perezoso, no quiere mover sus manos. Es como el perezoso que quiere comer, pero no quiere mover la mano para llevarse el bocado a la boca. ¿Sabes por qué mi pueblo está tan mal, tan lejos de mí, tan quebrantado y tan perdido? Porque piensan que tienen que depender del hombre en vez de mí. Dice Dios.
[Jeremías 17:5, BTX3] Así dice YHVH: ¡Maldito quien confía en el hombre y se apoya en un brazo de carne apartando su corazón de YHVH!
Hermano querido, con mucho amor te pregunto, ¿En quién estás confiando? ¿Te estás apoyando en un brazo de carne? ¿Te estás apoyando más en tu pastor que en Dios? ¿Obedeces a tu líder aunque esté equivocado, no obstante la Escritura te muestra otra cosa? ¿Estás confiando más en el hombre que fue creado, que en Dios que lo creó? Ciertamente el Señor nos habla a través del hombre y ha puesto pastores que nos ayudan a crecer en el camino espiritual, de lo contrario, yo tampoco estaría ahora hablándote a ti. Pero muchas personas están perdidas porque prefieren escuchar la voz del hombre que la de Dios. Algunos están enseñados a que tienen que obedecer todo lo que el hombre les diga sin cuestionar nada, y eso no es lo que dicen las Escrituras.
[1 Tesalonicenses 5:19-22, RVR1960] No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal.
Examinen todo, rechacen toda clase de mal, no coman lo que es malo, no lo acepten ni lo dejen entrar en sus vidas. Cuando alguien nos dé un consejo, primero preguntemos al Espíritu Santo si este consejo viene de parte del Señor. Busquemos en la Palabra si ese consejo es escritural o no y busca al Señor en intimidad para conocerlo. Mi pueblo, dice el Señor, no solo perece porque le falta conocimiento del mundo espiritual, tanto del reino de la luz como del reino de las tinieblas, ignorando ante quién se enfrenta. No solamente mi pueblo perece porque camina como un ciego que no sabe por dónde anda y sin luz que alumbre sus pies, pues no lee las Escrituras.
Mi pueblo perece porque no me conoce a mí. Perece, no porque yo quiero que perezca, sino porque no quiere acercarse a mí. No quieren buscarme en la soledad, no quieren que les revele quien soy. Y si quieren, entonces que sea fácil y rápido. No quieren sufrir por mi nombre, no quieren ser atribulados por mi causa, no quieren pasar por el fuego de la refinación ni ser probados, sino que quieren todo rápido como el fast food. Quieren soluciones milagrosas, al igual que los escribas, los fariseos, y los saduceos, gente que busca señales y quiere maravillas pero sin entrega ni esfuerzo. Mi pueblo me pide todo lo que quiere y necesita, pero tapándose los ojos para no verme de cerca, como una persona que habla de espaldas a alguien, sin mirarlo a la cara. Así me habla mi pueblo, no quieren conocerme, dice el Señor.
Pero Yo sí quiero ser conocido por mis hijos. Mi corazón los anhela celosamente y quiero que estén nada más que conmigo, pues mi corazón es total hacia ustedes. No quiero ser un padre lejano para ustedes sino que quiero ser un padre conocido por sus hijos. Ustedes tienen más intimidad con sus mascotas que conmigo, por eso quiero que me conozcan más a mí, que entiendan mis caminos y que sepan de mi justicia. Quiero que conozcan mi balanza, que soy un juez justo, que no me equivoco, que tengo más misericordia de lo que se imaginan, que mi amor por ustedes no varía, aunque el de ustedes sí varía por mí. Quiero ser conocido íntimamente y que mi pueblo deje de perecer por no conocer mis caminos, por no conocer cómo hago las cosas, por no entender por qué tomo ciertas decisiones. Quiero que mi pueblo deje de perecer.
Hijitos, quiero repartir el conocimiento de los últimos días entre mi pueblo, y ciertamente ya lo estoy haciendo, pero son tan pocos los que se disponen como sacrificio para mí, para que Yo les dé de comer. Mi pueblo conoce las cuatro paredes de su congregación, conoce a sus pastores de carne, conoce sus templos. Saben dónde está el baño, la cocina, y el púlpito. Saben dónde se enseña la Palabra y dónde se toca la alabanza, ¡pero no saben dónde estoy Yo!. Mi pueblo no sabe cómo venir al trono. No me buscan porque son cómodos y quieren las cosas faciles. Diligencia, entrega y sacrificio es lo que falta en mi pueblo, pero ven la palabra sacrificio como algo malo o un tabú que ni se puede nombrar.
Mi pueblo me pide libertad, pero cuando quiero hacerlos libres, no se dejan libertar porque para ser libres hay que soltar aquello que ata. Entrega significa renuncia y mi pueblo no quiere renunciar a lo que está agarrado. Mi pueblo me pide sanidad pero no quiere dejar de pecar y no quiere ser refinado hasta lo más profundo. No quieren que Yo meta mi dedo en sus corazones, revuelva hasta exponer a la luz lo que está escondido y quite lo que está siendo piedra de tropiezo en sus caminos. Hay otros, que rapidito y de pasada les dan de comer un pan que no alimenta. Con eso los conforman teniéndolos quietos, sentaditos y dando platita.
Los conforman con un pancito que no nutre acompañado de mucha música, y con eso los tienen ataditos a la silla para luego irse a sus casas peor de lo que estaban. Pero la culpa no la tiene solamente aquel que reparte comida rápida y pan que no alimenta, sino que la culpa también es del que la quiere comer, dice el Señor. ¿Qué vas a hacer a partir de ahora? ¿Vas a seguir esperando todo de balde o finalmente vas a mover tus piernas y caminar los kilómetros que sean necesarios para ir a buscar el agua al estanque verdadero donde estoy Yo?
El pueblo del Señor muere literalmente en el cuerpo, porque no sabe defenderse, porque come pan que no alimenta y porque se envenena con doctrinas de demonios. El diablo hace y deshace con muchos que se hacen llamar cristianos y se aprovecha de la ignorancia que reina en ellos. Así como los jóvenes de la generación actual, así también es la generación de los hijos de Dios en estos últimos días. No quieren trabajar y se quedan en la casa de sus padres hasta que tienen treinta, cuarenta o cincuenta años. No tienen vocación ni motivación, no quieren ir a la universidad, no quieren mover un dedo sino solamente para sacar el celular. Es más importante estar conectados con cualquier otra cosa o con el resto del mundo pero menos conmigo. No quieren conectarse conmigo ni buscarme íntimamente porque les asusta el silencio, dice el Señor.
Si vinieran a mi secreto, yo les revelaría y les explicaría por qué hay tantas cadenas alrededor de ustedes. Si me buscaran, me hallarían. Si me preguntaran, yo les respondería. Yo estoy atrás de la puerta esperando que golpeen para abrirles. Pero no me creen, no confían en mí y no piensan que soy así, sino que piensan que soy un Dios que rechaza al que le busca. Yo no rechazo a nadie que se quiere acercar a mí. Las puertas están abiertas para aquel que quiera entrar y la sabiduría está disponible para aquel que la quiere recibir. No falta disposición de mi parte sino que yo soy el que es rechazado por los míos, porque es como si yo fuese un comodín que buscan cuando falta algo. Como si yo fuese un cofre lleno de tesoros donde alguien va y busca alguna cosa cuando la necesita, pero después se da la vuelta y se va, olvidandose que el cofre sigue ahí, dice el Señor.
Mi pueblo me dice ¿Por qué no me hablas, Señor? ¿Por qué no me contestas? ¿Por qué le contestas a todos menos a mí? ¿Por qué todos reciben una palabra menos yo? ¿Por qué me abandonas? ¿Por qué me rechazas? ¿Por qué estás tan lejos de mí? Y Yo, habiéndoles mostrado el camino más de una vez y habiéndoles hablado a través de las Escrituras que les dejé, igualmente no les es suficiente y no las valoran. No se disponen a estudiar para tener las Escrituras grabadas en su corazón, escritas en su cabeza y en su mente. No se lavan, no renuevan su forma de pensar, no cambian sus hábitos a través de estas Escrituras, porque eso es demasiado trabajoso. Y así, perecen por falta de conocimiento.
[Romanos 12:11-12, BTX3] En cuanto a diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; regocijándoos en la esperanza, sufridos en la tribulación, perseverando en la oración;
Como dice la Palabra, hay que perseverar en la oración hasta que se rompan muros y se quite toda barrera, hasta que las luchas o las guerras espirituales sean ganadas y llegue la respuesta. Hay que perseverar en la oración buscando a Dios con diligencia, sin ser perezosos, hasta que sea hallado. ¿Dónde está tu diligencia? ¿Está en lograr un nombre en tu carrera? ¿En hacer más dinero? Seamos diligentes, fervientes en el espíritu, perseverando en la oración, buscando a Dios, pues por no hacer estas cosas el pueblo del Señor está maldito y sufre más de lo debido. Sabemos que quienes seguimos a Jesús somos refinados a través de pruebas, tribulaciones y sufrimientos, pero eso es muy diferente a estar en un estado permanente de maldición o ataque del reino de las tinieblas.
No es normal que haya una inestable situación laboral y financiera en tu vida. No es normal que tu abuela, tú, tu hija y tu nieta tuvieran abortos espontáneos o involuntarios. No es normal que la cadena de divorcios en tu línea de sangre se repita y nadie en tu familia tenga éxito en el matrimonio. No es normal que la diabetes se repita una y otra vez por tantas generaciones. No es normal que desde hace veinte o treinta años que estás en los caminos de Dios y no sepas cuál es tu lugar en el cuerpo de Cristo. La razón por la cual hay problemas en tu vida es porque no conoces las cosas espirituales como deberías. No has leído la Palabra con el entendimiento que da el Señor cuando lo buscas.
Es fácil preguntar el por qué de algún problema, pero hay que insistir y buscar a Dios hasta que te responda, así como está escrito en la parábola de la viuda cuando le pidió al juez que le hiciera justicia. Así como ella, insiste y dile al Señor: revélame y hazme entender qué está pasando. Dame las llaves para abrir la puerta que está cerrada porque esto que me está pasando no es normal. ¿Dime, Señor, por qué todas las noches y por tantos años he estado bajo ataque espiritual?. No es normal que vayas de mal en peor permanentemente. No estoy hablando de una tribulación pasajera ni de una prueba que dura cierto tiempo para cumplir un propósito. Estoy hablando de una situación anormal que no se acaba, de enfermedades que aparecen una detrás de la otra y nunca paran, de desgracias que dañan tu casa una y otra vez.
Pídele conocimiento al Señor y escudriña las Escrituras para entender las cosas espirituales. Sé diligente en el estudio de la Palabra porque hay tanta revelación en ella, y tantas llaves para encontrar respuestas por ti mismo sin tener que depender de nadie para entender. Si la leyeras, sabrías cuál podría ser la solución a tu vida. Y repite el Señor: Mi pueblo sufre porque le falta conocimiento. Hay muchas cosas que no se enseñan en las congregaciones y también hay muchos que vienen a nuestras ministraciones diciendo que no saben porque nadie les enseña.
Si tal vez nadie te enseñó sobre algo en particular, entonces te pregunto, ¿Seguiste golpeando la puerta hasta que se te abriese? ¿Le preguntaste a Dios insistentemente hasta que te respondiese? ¿Escudriñaste las Escrituras o buscaste alguna fuente enviada por Dios, para que te pudiese instruir en las cosas que no te han enseñado? Hay una parte que te corresponde hacer a ti y nadie te va a dar las llaves si tu no la buscas primero. Nadie te va a abrir si no vas a golpear la puerta, por lo tanto, nadie te va a instruir si no quieres aprender, y nadie va a poder cambiar tu vida si no estás dispuesto a arreglar las cosas. Cada uno tendrá que rendir cuentas al Señor.
Padre, te damos gracias por esta palabra. Te pido en el poderoso nombre de Cristo Jesús, que a partir de hoy sigas trabajando en nuestro entendimiento y pongas en todos nosotros el querer leer y entender la Biblia, el querer buscarte hasta hallarte, el querer permanecer en oración y fervientes en el espíritu, para buscar tu sabiduría que viene de lo alto y confiar en ti antes que en los hombres. Señor, dale revelación y discernimiento a tu pueblo, abriendo tanto los oídos cerrados, como los ojos ciegos. Respecto a cualquier mentira que se les esté predicando, ayúdalos a escupir toda inmundicia que hayan tragado, a vomitar todo veneno y todo pan podrido que estén comiendo. Bendito seas Padre Santo de la Gloria.
¿A quién iremos Señor, si no es a ti? Tu eres la fuente de la verdad, de todas las cosas buenas y de las aguas vivas. Danos de beber del agua que viene de ti y remueve todo bloqueo espiritual que impida que mis hermanos puedan entender la Palabra, así como toda piedra que esté bloqueando la entrada del entendimiento en sus mentes. Padre, te pido que envíes respuestas a todo aquel que te busca, y que abras la puerta a quien golpee pidiéndote soluciones. Unánimes te pedimos que levantes obreros en la mies, para que instruyan a tu pueblo y se les enseñe cómo defenderse del poder de las tinieblas. Muéstrales de dónde viene la enfermedad que los está aquejando, por qué ha entrado y por qué hay maldiciones que aún están activas en sus vidas, repitiéndose en sus familias y en sus casas, incluso cuando son tus hijos y te pertenecen.
Padre, muéstrales el pasaje bíblico que sea clave para que entiendan lo que les está pasando. Inspíralos a buscar información bíblica basada en las Escrituras, donde ellos puedan entender qué es lo que tienen que cambiar, y entonces, el conocimiento verdadero les traiga la libertad de toda dependencia. Dale pan nuevo a todo aquel que quiera comer e indícale cuál versión de la Biblia tiene que leer según el estado espiritual de cada quien. Ayúdanos a aplicar los principios bíblicos en nuestras vidas para encontrar libertad, para tener conocimiento que rompa las cadenas y saque a los presos de las cárceles, quitándole los derechos legales al enemigo. Danos herramientas para batallar contra el mal. Enséñanos sobre la autoridad que nos diste como hijos de Dios, cómo ser luz y cómo impartirla. Ilumina nuestro entendimiento con la luz de Cristo, para que a su vez, podamos ser luz a quienes están en oscuridad. Todo canal por el cual tus hijos reciben revelación de tu Palabra, que sea de llave para sus vidas, para abrir lo que está cerrado y cortar aquello que les está afectando. Gracias por esta exhortación. Alabado y bendito seas, en el nombre de Jesús. Amén.
Espero que pongan por obra esta exhortación, preguntando primeramente a Dios la respuesta ante cualquier duda o necesidad. En todo aquello que no entiendan recurran también a la Palabra escrita para encontrar respuestas y soluciones, para encontrar guía a sus vidas y para tener discernimiento entre lo que es verdad de lo que es mentira. La profecía es para edificación, para exhortación y para consolación. A veces se consuela y a veces se edifica. Pero otras veces, como ha sido en este caso, también se exhorta, porque el Señor se preocupa por ustedes y por eso habla de esta manera, aunque cueste y duela escuchar. Sigamos adelante en esta carrera con la espada en la mano, en oración constante y espíritu ferviente, y espero que esta palabra traiga buen fruto y sirva para despertar, como con balde de agua fría, al que estaba dormido, al que estaba perezoso y al que estaba apagado, ya que es mejor una palabra dura pero verdadera, que una palabra dulce pero mentirosa.
[Proverbios 29:18, RVR1960] Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado.