Búscame, hijito, dice el Señor, búscame en la intimidad. Cierra las puertas de tu habitación. Si hace falta, apaga la luz para encontrarme en la quietud, para entender lo que quiero decirte, para escuchar lo que quiero hablarte en el silencio de la noche.
Apaga las voces externas que te distraen, hijito. Cierra las persianas del mundo y concéntrate en mí, dice el Señor, porque vienen tiempos duros para la iglesia del Señor Jesucristo.
Los voy a procesar, dice el Señor. Los estoy limpiando, los estoy refinando como se refina la plata, los estoy haciendo brillar como el oro más puro, pero para eso estoy sacudiendo el mundo. Estoy quitando todo lo que no tiene que estar, para traer cosas nuevas.
Muchos de ustedes se están preguntando en sus corazones: «¿Para dónde va el mundo?» Sienten incertidumbre, tienen miedo de lo que va a venir y dicen: «Si esta pandemia nos sacudió tanto, ¿qué va a ser cuando venga lo que sigue?»
Calma, hijitos, calma, dice el Señor. Aprendan a estar en la barca en paz, porque Yo estoy ahí con ustedes, calmando la tempestad. Y cuando sientan que todo se sacude a su alrededor, ustedes, los que están firmes, parados sobre la roca, van a saber resistir, porque van a estar tomados de mi mano.
Noelia: El Espíritu Santo me muestra que hay muchos corazones que están llorando. Hay muchos corazones que necesitan que sus lágrimas sean secadas, lágrimas que corren por las mejillas porque han sufrido pérdidas de seres queridos, corazones partidos al medio por causa de las traiciones y de los dolores.
Aquí estoy, dice el Señor. Yo prometí que estaría con ustedes hasta el fin de los días, hasta el fin del mundo, y aquí estoy, porque soy fiel a mi Palabra.
Noelia: ¿Cuántos necesitan esa sanidad del Señor? ¿Cuántos necesitan que el Señor seque sus lágrimas? ¿Cuántos necesitan que el Señor les dé una caricia en la mejilla? ¿Cuántos necesitan una palmadita de aliento en la espalda, diciéndoles que sigan adelante, que Él está con ustedes? Entonces reciban con fe y levanten sus manos santas, alabando al Señor.
Veo mujeres sufriendo y llorando por causa de sus hijos, porque están en el mundo, porque están enfermos, porque están atados, porque están ciegos.
No son tus hijos, dice el Señor. Son míos. Entrégalos desde tu corazón. Entrégamelos a mí, porque nada puedes hacer, pero para mí no hay nada imposible. Yo estoy ahí, tratando con ellos, y estoy secando tus lágrimas.
Entrégame a tus hijos a mí en tu corazón para que Yo pueda tratarlos. No tengas miedo de entregármelos a mí, porque Yo soy bueno, soy perdonador, soy rescatador de las almas perdidas. Yo cuido de tus hijos mejor de lo que los cuidas tú. Yo estoy al tanto de lo que pasa en sus corazones más de lo que lo estás tú.
Hija mía, ¿por qué tienes miedo de lo que va a pasar con ellos? Cada alma tiene que tomar su decisión, dice el Señor. Poné tu foco en lo mío, y Yo me voy a ocupar de lo tuyo.
Noelia: El Señor me muestra que hay hombres que están preocupados por el trabajo, por el dinero, por el sostén del hogar.
¿Por qué tienen miedo de no tener para comer?, dice el Señor. ¿Por qué tienen miedo de no tener para vestir? ¿Por qué tienen miedo? ¿Acaso no sustento a las aves que no trabajan, que no siembran? ¿Cuánto más no los voy a sostener a ustedes?
Renuncien a ese miedo, dice el Señor, porque cuando tienen miedo de no poder sostener sus casas, es porque están confiando en ustedes mismos en vez de confiar en mí, que Yo voy a sustentar sus necesidades, que Yo sé de lo que tienen falta.
Hombres, dice el Señor, ese pan que estás necesitando, pedílo en la intimidad de tu habitación, de rodillas. Pero primero quiero tu corazón, dice el Señor. Dame tu corazón y Yo voy a alimentar a los tuyos. Poné tu foco en mí, en mis cosas, en mi reino, en mi justicia, y Yo me voy a encargar de lo tuyo.
Mis hijos están desconcentrados, dice el Señor, están preocupados, tienen miedos. No confían en mí, no confían en mi sustento, no confían en mi poder, no confían en mi paternidad, no confían en que Yo soy Dios. Más bien confían en ellos mismos, confían en sus fuerzas, confían en su inteligencia, confían en su esfuerzo, pero no en mí. No entienden que lo único que tienen que hacer es confiar en mí y poner su mirada en las cosas celestiales.
[Mateo 6:33] Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Están trabajando al revés, dice el Señor. Buscan primero todas las otras cosas en vez de mi reino y mi justicia. Miran hacia atrás en vez de poner sus manos en la mies, sin entender que Yo alimento a mis obreros, sin entender que Yo cuido de mis soldados, que Yo los arropo, que Yo los abrigo, que Yo los visto, que Yo les doy la armadura que necesitan.
Cambien la manera de pensar, porque se están preocupando por lo último en vez de lo primero.
Mis hijos están distraídos, dice el Señor. Hay distintos tipos de distracciones. Algunos tienen sus ojos en el trabajo. Están cegados por el trabajo y pensando todo el día en él. Otros tienen sus ojos en los hijos. Algunos están distraídos y obsesionados buscando una pareja. Otros están preocupados por los quehaceres diarios, como Marta.
Hay jóvenes preocupados y afanados por sus estudios, pensando en su futuro, sin enfocar su mirada en el reino de Dios primeramente y sin darse cuenta de que están desenfocados para cuando venga el próximo sacudón.
Noelia: Este 2 de febrero el Señor me habló una palabra corta que titulé «Dejen atrás las distracciones y dedíquense a la obra del reino» y que dice así:
Hijitos míos, entiendan que este no es un tiempo para distraerse. El enemigo de las almas no se distrae, sino que apunta a su blanco y dispara con una concentración extrema. ¿Saben qué es lo que tienen que hacer? ¿Están dispuestos a hacerlo? Estoy llamando a muchos a servirme, pero no todos tienen su mirada en mí, sino en los placeres del mundo. Dejen atrás las distracciones y las pérdidas de tiempo, y dedíquense fervientemente a la obra del reino.
Los míos deben ser como las abejas, que velan por lo suyo y no dejan de trabajar en su labor. Entiendan que el tiempo es reducido. Pronto se desencadenarán los acontecimientos profetizados para este tiempo y muchos se quedarán con la boca abierta, asombrados, porque no se lo esperaban, y lo que viene les vendrá como un tsunami que no da tiempo a escapar. Aunque estuvieron avisados, no se prepararon, ni velaron, ni cumplieron con lo que les llamé a hacer.
Despierten, hijitos. Quiten la mirada de las cosas que el mundo les ofrece y pongan sus manos en la mies. Yo, su Padre eterno, me encargaré del resto.
Después de compartir esa palabra, el Espíritu Santo seguía hablándome sobre las distracciones y sobre cómo su pueblo no está preparado. Vienen más cosas al mundo y el pueblo del Señor no está concentrado. Tenemos la mirada en las cosas del mundo. Cualquier cosa que pasa por delante de nuestros ojos nos distrae.
El Espíritu Santo me insistía todos estos días en que hable sobre esto y que exhorte al pueblo del Señor sobre lo que está sucediendo en la iglesia de Dios.
La pandemia del COVID-19 tomó a muchos por sorpresa, aun habiendo leído la Palabra, donde el Señor ya nos dijo que en estos tiempos vendrían pestes, terremotos, guerras, calamidades y desastres por todo el mundo; aun habiendo escuchado a varios profetas alrededor del mundo que el Señor colocó estratégicamente para seguir advirtiendo al pueblo de Dios para que reaccione.
Aun así, muchos no escucharon y no se prepararon. Y aún después de esta pandemia, muchos no reaccionan, y cuando baja un poco la presión, vuelven a poner su mirada en las distracciones del mundo.
Hijos, no se distraigan, dice el Señor. Vienen más desastres, vienen más calamidades, vienen más pestes, y serán superiores a esta peste que está sobre el mundo ahora.
Noelia: Esto es apenas una pequeña contracción de los dolores de parto que vamos a sufrir los que vayamos quedando sobre la tierra, y la iglesia sigue con los ojos cerrados. Aun viendo morir a sus familiares, aun viendo cómo las enfermedades se multiplican y se agravan, la iglesia no reacciona y sigue distraída con cualquier cosa que le llame la atención.
Una y otra vez escucho al Espíritu Santo diciendo: «No se distraigan. Concéntrense en mí. No pongan su foco en los problemas y no se concentren en las tragedias; concéntrense en mí.»
Porque el Padre celestial es bueno, misericordioso, bondadoso y se preocupa por sus hijos, nos sigue advirtiendo una y otra vez que vienen más cosas.
Amado pueblo del Señor Jesucristo, reaccionen. No estoy diciendo que dejemos de trabajar. No estoy diciendo que dejemos de hacer las cosas que necesitamos hacer cada día para vivir en este mundo. Sin embargo, vivimos en este mundo, pero no somos de este mundo. Estamos en este mundo, pero no pertenecemos a este mundo.
El Espíritu Santo me repite una y otra vez: «No se distraigan. No se distraigan. Concéntrense. Concéntrense. Tómense fuerte del asiento, porque voy a sacudir el avión.»
Pero los hijos de Dios siguen distraídos con cualquier cosa, afanados con los quehaceres de la vida, preocupados por sus carreras y familias, preocupados por su futuro más que por las almas del Señor Jesucristo, sin entender que quizás el futuro no va a ser como pensamos, sin entender que tenemos que rendir nuestro futuro al Señor Jesús, como Él se rindió por nosotros en la cruz.
Si el Señor Jesús no hizo lo que Él quería, sino lo que el Señor le mandó a hacer para salvarnos, ¿cuánto más nosotros debemos renunciar a nuestros sueños para cumplir los suyos?
Hay algunos de ustedes que están enfocados en buscar pareja, pensando todo el tiempo en cómo pueden casarse, dónde estará la persona que el Señor tiene preparada para ustedes, cuando el Señor nos está llamando primero a concentrarnos en su reino y en su justicia, y todo lo demás Él lo va a agregar en su tiempo perfecto.
El Espíritu Santo de Dios nos llama a enfocarnos. La Biblia dice:
[2 Timoteo 2:4-6] Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.
¿Cuántos de ustedes prefieren agradar al que los alistó como soldados en vez de enredarse en los negocios de la vida? ¿Cuántos de ustedes quieren concentrarse para terminar esta carrera?
El que corre la carrera no puede ir corriendo y mirando para todos lados, porque se desconcentra de la meta final. Así también nosotros no podemos ir en busca de nuestro premio distrayéndonos con cualquier cosa que aparece en el camino. Debemos mantener la mirada al frente.
Jesús dijo: «¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?» Pero muchos de los hijos de Dios en este tiempo no están en los negocios del Padre; están en los negocios del diablo y en los negocios del mundo. No solo están distraídos, sino que están en los negocios del enemigo.
Por eso hoy el Espíritu Santo alerta al pueblo de Dios, para que volvamos a enfocarnos en Él y en lo que Él espera de nosotros. ¿Cuántos de ustedes saben cuál es el propósito de sus vidas?
Por eso decía el Señor en la corta palabra que me entregó el 2 de febrero: «¿Saben qué es lo que tienen que hacer? ¿Están dispuestos a hacerlo? Estoy llamando a muchos a servirme, pero no todos tienen su mirada en mí, sino en los placeres del mundo.»
Pero muchos de ustedes todavía pasan gran parte del día mirando la televisión y después dicen que no tienen tiempo para orar, para hablar con Dios y para estudiar su Palabra, y sus espadas están desafiladas. Se enfrían, se descuidan, pierden la guía y se les hace difícil entender lo que el Espíritu Santo les quiere hablar. Pero aun así siguen mirando la TV todo el día.
En este tiempo, todos aquellos que no se concentren en el reino de Dios y que no cumplan con su justicia van a caer, porque el mundo va a ser sacudido cada vez más, y el que no esté firme parado sobre la roca y velando no va a poder resistir las contracciones que van a venir al mundo.
Esto no lo digo porque me complazca lo que estoy diciendo, sino porque el Espíritu Santo me está alertando para que lo diga, para que todos estén avisados y nadie pueda decir: «El Señor no me avisó. El Señor no me dijo que esto iba a pasar. ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué no puedo resistir? ¿Por qué no tengo fuerzas? ¿Por qué mi casa se cae?» Es porque está fundada en la arena.
Así como un conductor que va manejando un auto corre el peligro de chocar y hasta de perder la vida si se distrae, de la misma manera, todos los que conducen sus vidas deben mantener la vista fija al frente, hacia donde quieren ir, sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha.
Deberán afinar su concentración. Deberán enfocar su mirada mucho más que antes. Deberán rechazar toda distracción que el enemigo quiera poner en sus vidas. Deberán pararse firmes y decir que no a todo lo que les quite el enfoque de las cosas del reino de Dios, porque el que no esté firme y velando no va a poder resistir el sacudón que ha de venir.
En este primer sacudón que representa la pandemia, ya muchos cayeron. Muchos pensaban que estaban bien espiritualmente y que estaban firmes, pero la situación sacó a la luz el verdadero estado espiritual de ellos y de sus casas.
Algunos aprovecharon esta situación como una oportunidad. Fueron astutos y se pusieron al día con el Señor. Se dieron cuenta de que no era suficiente lo bien que creían estar antes, y comenzaron a fortalecer sus espíritus, a defenderse, a velar y a vivir una vida cristiana encendida, no tibia ni fría para Dios.
Pero otros cayeron, echándome la culpa a mí por su tibieza espiritual, dice el Señor, y no supieron aprovechar la oportunidad que les di de ver el estado en el que estaban antes de que venga esta peste con todas sus consecuencias en la vida diaria del hombre.
Asimismo, ahora, hijitos, ¿saben por qué los estoy llamando a que se concentren el doble de lo que estaban concentrados antes? Porque lo que viene será peor, y muchos van a quedar con la boca abierta porque no se lo esperan.
La magnitud de las cosas que vienen a la tierra es mucho más grande de lo que el hombre se imagina, incluso mis hijos, dice el Señor. Por eso hoy les hablo: para alertarlos, para advertirles que se preparen, para advertirles que muchos dicen estar en mí, pero no lo están como deberían. Tienen que entender que aún queda un poquito de tiempo para que se calienten más en mí.
Aumenten el fuego de la olla, porque el enemigo va a intentar enfriarlos a toda costa con un frío que hiela, con un frío que petrifica hasta el corazón más tierno, dice el Señor. El enemigo está lanzando un frío especial sobre todo el mundo, y su objetivo principal es la iglesia.
Y muchos que se llaman cristianos, cuando vengan estas cosas y quieran reaccionar, ya va a ser tarde, porque no se habrán preparado. Van a estar descolocados, como cuando alguien está durmiendo y de repente se despierta sobresaltado por algo que pasó y no sabe cómo reaccionar, no sabe para dónde correr y ni siquiera entiende lo que está pasando.
Así es alguien que es despertado de golpe cuando estaba dormido profundamente.
Lamentablemente, así va a suceder con muchos de los que dicen ser míos pero están en la superficie de las aguas y no en las profundidades de mi Espíritu, dice el Señor. A muchos los estoy llamando a orar de madrugada y no se levantan, porque prefieren dormir antes que responder a mi llamado. Prefieren soñar con lo que les gustaría tener en vez de hacer sacrificios por mí.
Los estoy alertando una y otra vez, dice el Señor. Tengo que repetir hasta que mis hijos escuchen lo que estoy diciendo: que se concentren en mí. Eliminen toda distracción de sus vidas y pónganme primero. Levanten ese altar para el Rey primero.
Noelia: Hay muchos en el pueblo del Señor que se distraen con las amistades, con las reuniones familiares, con los paseos. Hay mujeres a las que les gusta salir de compras y quedarse horas recorriendo y mirando lo que hay en la calle. Hay hombres que pasan horas charlando con otros sobre temas mundanos y vacíos. Hay madres y padres desconcentrados, sin prestar atención a lo que sucede con sus hijos en casa, sin velar por los suyos. Hay madres que no interceden por su familia, preocupadas y ocupadas en otras cosas, menos en las cosas de Dios.
El príncipe de este mundo está poniendo todo tipo de distracciones en los míos, dice el Señor, y ellos no se dan cuenta de que van siguiendo el pedacito de carne como un perro que es llevado por donde una persona quiere mostrándole un pedacito de carne.
Así los está llevando el enemigo, dice Dios, mostrándoles lo que cada uno de ustedes quiere, y así los lleva para donde él quiere que vayan, no para donde Yo quiero que vayan. Y ustedes no se dan cuenta de que están siendo tentados y que, paso a paso, se adentran cada vez más en las distracciones, perdiendo el tiempo en cosas que no dan fruto, sin prepararse, sin edificarse, sin tener la espada afilada.
No hay contacto con el Espíritu Santo. No hay alabanza a Dios. Hay hombres que están perdiendo horas mirando modelos de autos, para ver qué tienen y qué no, horas que podrían dedicar al reino de Dios.
Hijitos, entiéndanme, dice el Señor. Entiendan que muchos van a ser despertados como esa persona que es despertada de su sueño de repente y no sabe cómo reaccionar porque todavía está dormida, como cuando alguien descansa apaciblemente en su cama y de repente viene un terremoto: esa persona salta de la cama sobresaltada, pero sigue aturdida, sin saber cómo reaccionar, para dónde ir, ni qué hacer.
Muchos van a ser despertados así por las cosas que van a venir al mundo, dice el Señor, porque van a estar durmiendo en vez de velar en mí. No van a tener sus lámparas llenas de aceite. Van a estar vacíos y no tendrán con qué encender el fuego. Y cuando quieran acordar, ya no tendrán tiempo para prepararse. Los va a tomar de sorpresa. Entiendan y reciban esta palabra que les digo.
Noelia: Dios también me dice que está llamando a muchos a trabajar para Él, pero están tan distraídos que ni siquiera entienden a qué los está llamando Dios, cuál es su propósito, cuál es la tarea que Él quiere que hagan.
[Mateo 9:37] Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
En este tiempo, gran parte del pueblo del Señor ni siquiera sabe qué tiene que hacer para el reino de Dios.
Muchos tienen comunión con los hermanos o se congregan en algún lugar, pero no evangelizan a nadie. No comparten la gracia del Señor con nadie. No esparcen la semilla. Solo se dedican a sus asuntos personales o a las cosas de su congregación, sin mirar que los campos necesitan ser sembrados y sin entender que este tiempo de sacudón es uno de los momentos en los que más se puede aprovechar para sembrar la semilla del reino de Dios, para esparcir la Palabra, para hablarle al necesitado, al cautivo, al quebrantado, al solitario, al que tiene sed de las aguas eternas.
La iglesia del Señor no solo está distraída, sino que también es egoísta, y Dios está llamando a sus hijos a servirle y a poner sus manos en la mies.
Estoy viendo por revelación que esta palabra finalmente está entrando en las mentes de algunos de ustedes. Algunos se están dando cuenta de que sí estaban distraídos con cosas sin sentido, perdiendo el tiempo.
La Palabra del Señor dice: «Redimir el tiempo, porque los días son malos», pero muchos se quedan tranquilos o se duermen, porque dicen: «¿Cuándo va a venir el Señor? El Señor no viene. El Señor dice que viene, pero no viene», y se confían, sin entender que primero la iglesia va a pasar por un proceso de refinamiento. Primero vamos a ser sacudidos y despertados, y vamos a ser limpiados. El Señor va a revolver nuestras entrañas para que nos demos cuenta de la mugre que hay adentro nuestro y que ya no tiene que estar ahí.
Escucho la palabra «comodidad». Muchos son cómodos. No quieren pasar por el proceso de ser refinados. No quieren que el dedo del Señor toque su corazón y saque a la luz lo que no debe estar ahí. No quieren trabajar para Dios. Prefieren seguir cómodos, ocupados en sus asuntos personales.
¡Arrepiéntanse! Vuélvanse al Señor.
El mundo va a ser sacudido. Las cosas ya no van a ser iguales. El mundo va a cambiar. Y en todo ese proceso, en todo ese trayecto, los que no quieran ir 100% en pos del reino de Dios van a ir quedando como un tendedero tirado en el piso.
Es triste, pero es real, y lo vimos durante esta pandemia. A medida que las cosas se intensifican y se agudizan, esto se va a notar aún más, y todo aquel que no quiera entrenar para la carrera se va a quedar atrás. Todo aquel que no quiera entender que tiene que velar, el ladrón va a entrar, va a hurtar, va a destruir y va a matar. Tenemos que decidir concentrarnos en la meta y terminar esta carrera.
No dejen que el enemigo les robe sus coronas, dice el Señor. Estén atentos, porque el ladrón va por las coronas.
Noelia: El Señor me revela que muchos tenían esposas espirituales, pero en este momento son cortadas en el nombre de Jesús. Algunos de ustedes están afanados por cosas que les han hecho, por ofensas que otras personas han cometido contra ustedes.
Entrégame a esa persona a mí, dice el Señor, que Yo me voy a ocupar de eso, y concéntrate en mi reino. No creás que no estoy al tanto de la iniquidad que están cometiendo los inicuos. No creás que no estoy al tanto y que no puedo ver las flechas que ese enemigo te está enviando. Pero dejámelo a mí, que Yo me voy a ocupar, y tú ocupate de lo mío, dice el Señor.
Noelia: En esos casos, el enemigo se aferra a esas cosas que hay en nuestros corazones para distraernos y lograr que nos preocupemos más por lo que nos hizo esa persona, pensando todo el día en esa situación en vez de concentrarnos en lo que tenemos que hacer para Dios. Esta es otra de las tácticas del enemigo en este tiempo para distraer a los hijos de Dios.
Así que, todo aquel que está en esa situación, dejándose distraer, arrepiéntanse de haberse dejado distraer por ese tema o por cualquier otro, y redirijan su mirada al Señor, a sus cosas y a su justicia, y Él se va a ocupar de todo. El Señor sabe lo que hay en nuestros corazones y se preocupa por eso.
El Espíritu Santo me revela que hay mamás que tienen bebés chiquitos y están preocupadas por ellos, por causa de lo que viene al mundo, y piensan: «¿Cómo voy a hacer con mi bebé cuando vengan todas estas cosas tan graves al mundo? ¿Qué va a pasar con mi bebé? No lo voy a poder cuidar. No lo voy a proteger».
Entrégame a ese bebé a mí, dice Dios. Todas las almas son mías, me pertenecen, y Yo sé lo que tengo que hacer con ellas. Simplemente cumple con tus deberes como madre de la mejor forma que puedas, no según a ti te parezca, sino según las Escrituras, y Yo me voy a ocupar de tus hijos.
Noelia: Ya hay un diseño establecido por Dios. Tus hijos son parte de ese diseño y Él sabe muy bien lo que tiene que hacer con ellos. Él sabe perfectamente qué propósito tiene cada ser viviente que camina sobre la tierra, y tu hijo no es menos.
Amados hermanos, los invito a revisar sus vidas a partir de ahora y a empezar a dejar de lado aquellas cosas que los están distrayendo y desenfocando del reino de Dios y de su justicia, y a servir al Señor de la manera que Él espera de ustedes.
Cada uno debe preguntarle al Espíritu Santo cuáles son las cosas que hay que empezar a descartar de sus vidas, cuáles son las cosas que hay que empezar a hacer para que ese fuego que quiere apagarse vuelva a encenderse, cuáles son las cosas que hay que hacer para permanecer velando, cuáles son las cosas que los ayudarán a enfocarse más en Jesucristo.
Algunos de ustedes se distraen por personas que están a su alrededor, y saben que esas personas son una distracción en sus vidas, pero no hacen nada al respecto. Esta es una palabra para que reaccionen y tomen decisiones.
Hay sacrificios que tenemos que hacer para agradar a Dios, para concentrarnos en Él y para prepararnos para lo que ha de venir. Vamos a tener que tomar decisiones firmes, decisiones que transformen el rumbo de nuestras vidas, para enfocarnos al 100% en el reino de Dios y poder resistir todo lo que viene.
¿Ustedes piensan que todo va a volver a la normalidad después de la pandemia? Entonces tienen que volver a leer la Palabra de Dios. Tienen que volver a leer Mateo 24, Lucas 21, Marcos 13 y Apocalipsis para entender que los principios de dolores recién comienzan.
Prepárense. No sean necios, no se hagan los sordos, no estén tibios, y entiendan que esto es solo un pequeño respiro antes de lo que viene después. Este tiempo es un tiempo donde Dios nos permite prepararnos para lo que se avecina, porque cuando llegue lo que ha de venir, va a ser mucho más difícil prepararse que ahora, cuando tenemos la oportunidad y los recursos para preparar no solo la parte espiritual, sino también la material.
Seamos inteligentes y trabajadores como las abejas. No perdamos tiempo y mantengamos nuestra mirada puesta en Él.