Padre, en el nombre de Jesucristo, te pedimos, Padre, que nos ayudes en esta noche, Señor, para poder levantar clamor en tu nombre. Ayúdanos, Señor, con los artefactos eléctricos, ayúdanos con la conexión, coloca tu santa mano en esta transmisión y ayúdame a llegar a todos los hermanos que están necesitando esta oración. Padre Santo, en el nombre de Jesús, gracias por la posibilidad de poder conectarnos, de estar juntos en compañía.
La gloria, el imperio, la honra sean para el precioso Señor Jesucristo, para nuestro Único Salvador, para nuestro Único Redentor, para el Único que merece la gloria. Todo lo que hago es para Él y por Él. En el nombre de Jesús, Señor, te doy las gracias por poder conectarme hoy con mis hermanos.
Realmente siento en estos días que necesitan un poco más de compañía, que necesitan más aliento. Sabemos que estamos en cuarentena en la mayoría de los países, o muchos, y al estar todo el tiempo en nuestras casas, el internet está saturado, ¿verdad? Pero todo es posible con el poder del Espíritu Santo de Dios. Así que estamos orando para que se pueda realizar. ¿Amén?
Les decía que siento en estos días que están necesitando de compañía, que están necesitando de aliento, que están necesitando de motivación, y aquí estoy. Estábamos intercediendo por todos los santos y el Espíritu Santo me guió a orar por provisión divina, me guió a orar para que el pan no nos falte a todos los santos en este tiempo de cuarentena, en este tiempo complicado donde estamos.
Sé que muchos de ustedes están complicados en lo económico, y el Espíritu Santo me ponía a orar a que intercedamos por este tema. Por eso hoy vamos a interceder por nuestras economías, por nuestras arcas, por nuestros graneros.
[Filipenses 4:19, RVR1960] Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Vamos a orar juntos en el nombre de Jesús y vamos a dejar que el Espíritu nos guíe en esta oración:
Dios Padre, en el nombre de Jesús, venimos ante tu trono juntos a agradecerte por todo lo que nos das, Padre Santo, a darte gracias por tu provisión, porque no hay nada bueno que tengamos que no venga de ti, Señor amado.
Padre Celestial, gracias por colocar el pan en nuestra mesa. Gracias, Señor, por darnos la ropa para vestir cada día. Gracias, Señor, por tener un techo adonde vivir, Padre de la gloria, Padre de las luces. Señor, gracias por los autos que nos das para poder movilizarnos y hacer tu obra. Señor, te damos gracias por colocar alimento en nuestras heladeras. Padre Santo, te damos gracias por los artefactos eléctricos que tenemos para estar en comunión y para poder servirte.
Te damos gracias por todo lo que nos provees, por el trabajo. Te damos gracias, Señor, por el trabajo; mientras otros que están en el mundo, Señor, le rezan a los santos para que les den de comer, no sabiendo que están orando a demonios.
Nosotros clamamos a ti, Señor, al proveedor verdadero, al único que alimenta a todo ser vivo. En el nombre de Jesús, en esta hora primeramente queremos reconocer todo lo que nos das, Padre amado, todo lo que tenemos, Señor. Gracias y te pedimos perdón por a veces querer más y más, cuando realmente no lo necesitamos.
Perdónanos, Señor, en esta hora nos arrepentimos de toda avaricia, nos arrepentimos de toda codicia del corazón, nos arrepentimos de cualquier mal manejo del dinero que hagamos consciente o inconscientemente.
Padre amado, perdónanos cuando tenemos dinero en nuestra mano y no sabemos cómo manejarlo. Señor, perdónanos por derrochar a veces dinero, por tener para dar y no dar. Perdónanos cuando tenemos y tu Santo Espíritu nos empuja, nos invita amablemente a dar al que no tiene y no lo hacemos por miedo. Perdón, Señor, te pedimos perdón cuando somos egoístas y tenemos de sobra, Señor, y no queremos dar. Dice tu Palabra que la viuda en el templo no dio de lo que le sobraba, dio lo único que tenía, las únicas moneditas que tenía, lo último que le quedaba, eso lo dio. ¿Cuánto más tenemos que dar nosotros, Señor, que tenemos para nosotros y que tenemos también para repartir a otros?
En el nombre de Jesús, te pedimos perdón porque hasta a veces tenemos ropa, Señor, para dar al que lo necesita y no le damos. Preferimos tener el placard lleno, en vez de compartirlo con el que no tiene para vestir, con el que tiene frío en la calle y necesita medias, y no somos capaces de llevarle esas medias. Te pedimos perdón, Señor, porque cuando nos muestras que debemos ayudar a alguien, a veces cerramos nuestra billetera, nos hacemos los ciegos, nos hacemos los sordos, no te hacemos caso, Padre, no queremos escucharte, nos tapamos los oídos. Son todas las cosas que el Espíritu Santo me trae en esta hora que algunos de nosotros tenemos que arrepentirnos.
Amado Padre, perdónanos por nuestra ignorancia. Perdónanos, Señor, porque a veces estamos tan acostumbrados a ser egoístas, en esta sociedad consumista que tenemos, que no nos damos cuenta de que estamos permanentemente pidiéndote cosas, en vez de primeramente agradecer por lo que ya nos diste. La mayoría de nosotros tenemos abundancia, tenemos para comer, tenemos para vestir, tenemos para vivir, tenemos un techo, Señor, tenemos un celular, tenemos un auto, y estamos pidiendo más y más y nunca nos conformamos. No hay nada de malo en tener cosas materiales, en tanto nuestro corazón no esté atado al dinero, porque dice la Palabra que del amor al dinero nace todo mal.
Señor, ayúdanos a ser balanceados, a ser buenos administradores de lo que nos das. Ayúdanos a repartir, a no pedir acorde a nuestras concupiscencias para gastar en nuestros deleites, como dice tu Santa Palabra, sino para dar al que no tiene, para administrarlo para tu reino.
Señor amado, Padre de la Gloria, tu Palabra dice que tuya es la plata, que tuyo es el oro.
[Hageo 2:8, RVR1960] Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
Padre Santo, todo lo que hay en el cielo y en la tierra te pertenece. Tu Palabra dice que las riquezas y la gloria proceden de ti, Señor.
[Mateo 6:26, RVR1960] Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Eso somos nosotros, reconocemos nuestro valor en esta hora ante tus ojos, reconocemos que nosotros valemos mucho más que todo lo que nos ofrece el mundo, que todas las cosas materiales. Nosotros somos tus piedras preciosas, Señor, y proclamamos esta Palabra hoy y la creemos en el nombre de Jesús.
[Mateo 7:8, RVR1960] Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Por lo tanto, Señor, tú ya sabes de lo que tenemos necesidad, antes de que lo pidamos. Pero tu Palabra también dice que todo aquel que pide recibe, que todo aquel que busca halla, y al que llama se le abre.
En esta hora, Padre celestial, clamamos por tu provisión. Clamamos, Señor amado, porque si tú alimentas a las aves, y ni siquiera siembran ni trabajan, y tú igualmente las alimentas a ellas, y a todos los animales, y a toda la creación, porque tú eres el que provee, ¿cuánto más vas a alimentar a tus hijos, Padre?
Y aquí estamos, Señor, estamos juntos, delante de tu trono para interceder por nuestras vidas, por nuestras casas, por nuestros trabajos, por nuestras familias, por las congregaciones, para que en el nombre de Jesús sea tu mano de provisión sobre nosotros.
Padre, seguimos arrepintiéndonos, seguimos quitando toda piedra de tropiezo entre tu bendición y nosotros. Nos arrepentimos de todo pecado, Señor, que haya cometido nuestra familia, nuestros antepasados. Nos arrepentimos en el nombre de Jesús de todo robo que haya cometido nuestra familia, nuestros antepasados, provocando que caigan maldiciones generacionales sobre nuestra sangre.
Te pedimos perdón, Señor, en el nombre de nuestra línea de sangre, por todo robo. Te pedimos perdón en esta hora por no haber pagado a los obreros el salario que les corresponde, ya sea por nosotros mismos o por nuestra línea de sangre, por nuestros antepasados, por nuestros padres, por nuestros abuelos, bisabuelos y más atrás, en nuestra línea de sangre.
Señor, perdónanos. Te pedimos perdón por no haber sido justos o porque nuestras familias no han sido justas en el pago de los salarios. Y en el nombre de Jesús, hoy nosotros nos colocamos en la brecha, Señor, para interceder, para limpiar nuestras generaciones. Te pedimos perdón por cualquier estafa en nuestras generaciones pasadas, te pedimos perdón aun si nosotros mismos estafamos antes de convertirnos, y tal vez aún no nos arrepentimos de ese pecado.
Señor, en el nombre de Jesús, hoy traemos estas ofensas que hemos cometido nosotros o nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, que hayan provocado, Señor, que se cierren los cielos sobre nuestras cabezas.
Padre Santo, te pedimos perdón por cualquier estafa en nuestras familias. Te presentamos, Señor, este caso hoy, para que seas tú perdonando. Nosotros, como integrantes de esta línea de sangre, te pedimos perdón por cualquier estafa, por cualquier negocio sucio.
En el nombre de Jesús, ustedes hagan lo mismo si sienten que el Espíritu Santo les da convicción de lo que yo voy orando. Lo que yo voy orando, lo voy orando porque el Espíritu Santo me lo va mostrando, que en ustedes hay estas situaciones. Así que, si el Espíritu Santo les hace sentir que esa convicción es para ustedes, los invito a que se arrepientan y a que pidan perdón en el nombre de sus familiares para cortar esas maldiciones generacionales que se formaron por causa de estos pecados.
Padre celestial, te traemos ahora a todas las familias que han tenido negocios, que han sido o son comerciantes, pero han hecho negocios sucios. Cualquiera de nosotros que en nuestro pasado, cuando estábamos en el mundo, hemos cometido esta ofensa, Señor, nos arrepentimos en esta hora. Te pedimos perdón profundamente desde nuestro corazón y, asimismo, te presentamos nuestra familia, a aquellos que han hecho negocios sucios, aquellos que han hecho mal manejo del dinero, de la abundancia que tú les diste, en nuestra línea de sangre. Perdónanos, Señor, perdónalos, Señor. El Espíritu Santo ahora me está mostrando que algunos de ustedes han visto injusticias laborales que tienen que ver con el trabajo, y no han hecho nada, no han hablado, no han intercedido por el indefenso, me dice el Espíritu Santo. Gracias, Señor, gloria al Señor.
El Señor me dice que los que sientan que esa palabra es para ellos, que se arrepientan en esta hora de no haber hecho nada cuando vieron injusticias laborales, de no haber abierto la boca para defender a sus compañeros de trabajo o a personas que trabajaron o que trabajan con ustedes, y no han dicho nada cuando el Espíritu Santo los ha redargüido para que hablen. Amén.
Ahí están apareciendo algunos hermanos que están diciendo: yo vi, me quedé callada. Arrepiéntanse en esta hora si lo sienten, me dice el Espíritu Santo de Dios, por toda injusticia laboral de la cual ustedes no hayan querido hacerse cargo, no se hayan querido meter, por miedo. Ahí tenemos otra hermana que dice: sí, yo fui. Perdónanos, Señor, perdónanos por a veces dejarnos manejar por el miedo, Padre, en vez de vestirnos de tu justicia y levantar la mano, abrir la boca por aquellos que no pudieron defenderse.
¿Saben qué me está mostrando el Espíritu de Dios en esta hora? Que algunos de ustedes han tenido mujeres que limpiaban sus casas, me dice el Espíritu Santo de Dios, y no las han tratado bien, y otros no les han pagado el salario que merecían. A los que les llegue esta Palabra, que el Espíritu Santo de Dios hoy me está mostrando, los invito a arrepentirse, a pedirle perdón al Señor por este pecado. No tiene que ser de ahora, esto puede ser algo que el Espíritu Santo esté mostrando que pasó en el pasado, pero ustedes nunca pidieron perdón por eso, y tal vez se han generado consecuencias, maldiciones por este comportamiento porque es un pecado. Primero, maltratar a las personas; segundo, abusarse de la autoridad, me dice el Espíritu Santo; y tercero, no pagar lo que les correspondía. Y veo algunas señoras que trabajan en la limpieza, que han trabajado en algunas de las casas de ustedes, que me están mirando, que lloraban en su casa. El Espíritu me las muestra llorando en su casa por haber sufrido este abuso de autoridad y porque el dinero no les alcanzaba y no era lo que les correspondía, me dice el Espíritu Santo.
A los que les llegue esta palabra, a los que sientan que esta palabra es para ustedes, arrepiéntanse, pídanle perdón al Señor en el nombre de Jesús, y el Señor es rápido y es fiel para perdonar al que se arrepiente. ¿Amén?
También me dice el Espíritu Santo de Dios que algunos de ustedes son comerciantes o tienen negocios o están en un puesto donde tienen gente debajo de ustedes y donde también los han tratado con frialdad. Y el Espíritu Santo me habla todas estas cosas para que nuestra vida espiritual, que tiene que ver con el trabajo, con el dinero, sea limpiada en esta hora a través de las aguas del arrepentimiento.
El Espíritu me muestra jefas y jefes que no han tratado justamente a sus empleados, que no les han pagado lo que tenían que pagarles. Pero más que nada me habla de la palabra frialdad. Si esta palabra te llega, esta es tu hora de tomar conciencia de este pecado y arrepentirte, porque el obrero clama por su salario, dice la Palabra del Señor, y no queremos encontrarnos con el Señor y que nos pregunte: ¿Por qué no trataste bien a mis siervos, a mis siervas? ¿Amén?
Señor, nos arrepentimos de todos estos pecados que tienen que ver con lo laboral, el dinero, los negocios, lo financiero, lo económico. Señor, perdónanos. Padre, perdónanos. Señor, te pedimos perdón de corazón. El Espíritu Santo de Dios me sigue hablando y me muestra que algunos de ustedes tienen que arrepentirse porque están muy bien económicamente y se han hecho ver, se dice en Argentina, ante los que no tienen mucho, como que se han lucido delante de los pobres. Y veo un pavo real, y el Espíritu Santo me lo compara con un pavo real cuando abre su cola para hacerse ver, para llamar la atención.
Y el Espíritu me dice que los que quieren hacer ver su abundancia frente a los pobres para que los admiren y los idolatren se asemejan a un pavo real que abre su cola para hacer ver su hermosura, pero estos son ojos altivos. Me dice el Espíritu Santo: ¡No me agrada! Y me trae los versículos de la Palabra del Señor donde dice que todo ojo altivo será destruido, que todo mentón alto será bajado, y no queremos encontrarnos con esa situación, no queremos ser parte de ese grupo, ¿verdad?
Entonces, Señor, te pedimos perdón cuando hemos estado bien económicamente y nos hemos hecho ver delante de los que no tenían la misma posibilidad. Nos arrepentimos de hacernos lucir, de pasearnos como un pavo real. Señor, perdónanos. Perdónanos cuando tenemos un buen celular y queremos que nos vean, tal vez algunos de nosotros, que vean lo que tenemos; cuando tenemos un auto de una marca importante y lo lucimos, me dice el Espíritu Santo, tal vez algunos hombres. ¿Qué tal con la ropa? ¿Qué tal algunos de ustedes que tienen buena ropa, que tienen ropa cara, que tienen ropa de marca y se hacen lucir? Porque no veo, no me está diciendo el Señor que hay un problema con tener alguna ropa que sea buena.
El problema está en el corazón. El problema, me dice el Espíritu Santo, es que ustedes se pasean como ricos en medio de los pobres, no para darles sino para lucirse, para vanagloriarse, para que los idolatren, para obtener reconocimiento delante de los que no tienen lo que ustedes tienen.
Señor, nos arrepentimos. Perdónanos, Señor. ¡Cuántas cosas pueden haber en nuestros corazones, que a veces no nos damos cuenta, para humillar al humilde!
El Espíritu me dice: Yo quiero corazones humildes, no quiero que sean presumidos. Todo lo que tienen Yo se los doy para repartir. Porque todo es pasajero, y todo lo terrenal va a perecer; pero lo inamovible, lo que no se puede mover, las riquezas espirituales, los tesoros en el cielo que están haciendo y que van a hacer, ahí tienen que poner su vista. ¿Amén? Gloria al Señor.
Te pedimos perdón, Señor, por toda altivez, por toda vanidad, por toda vanagloria, por todo orgullo de riquezas, por todo orgullo del dinero. Te pedimos perdón por haber hecho bullying, quizás algunos de nosotros en algún momento, con los que no tenían lo que nosotros teníamos. Eso es lo que me atrae el Espíritu. Lo próximo de lo que algunos de nosotros tenemos que arrepentirnos es de haber hecho bullying en algún momento, muy probablemente cuando éramos jóvenes, más que nada, con la gente que no tenía lo que nosotros teníamos cuando fuimos a la escuela.
Veo una imagen de una escuela y chicos burlándose de los que no tienen, de los que tienen poco. Señor, cualquiera de nosotros que hayamos cometido este pecado nos arrepentimos profundamente en esta hora, en el nombre de Jesús. Perdón, Señor, por haber humillado al humilde, por creernos más, siendo que quizás estábamos desnudos en el Espíritu, creyendo que éramos ricos. Perdón, Padre, perdón, Señor, por el bullying, perdónanos por los pensamientos altivos, porque el Espíritu Santo me muestra que a veces algunos de nosotros no nos damos cuenta, pero miramos a alguien y lo estamos analizando con nuestra mirada para ver cómo se viste, cómo no se viste, qué tiene, qué no tiene.
El Señor escucha los pensamientos en nuestro corazón, ve cuando nuestros ojos miran de arriba a abajo a esas personas, comparándolas con nosotros, y que a veces este pecado está tan metido, es tan común en la sociedad y en nosotros, que no nos damos cuenta. Pero Él quiere que hoy estemos conscientes de que tenemos que cambiar esa mirada por una mirada de amor, por una mirada generosa, y en vez de compararnos con esas personas, pensar cómo podemos ayudarlas, me dice el Espíritu Santo, ponernos en su lugar, pedir a Dios que nos dé empatía.
El Espíritu Santo me está hablando ahora de que algunos de nosotros, cuando éramos chicos, robamos algunas cosas. ¡Cuántos de ustedes, quién no lo hizo en realidad? ¿Quién no robó un caramelo? ¿Quién no robó quizás algún billete de papá, de mamá, en algún momento, de alguna hermana, de algún hermano? ¿Quién no hizo esa travesura cuando éramos chicos? ¿Quién no fue a un kiosco y quiso hacerse el vivo delante de un amiguito y robó un chocolate, un juguetito o algo así? ¿Quién no lo hizo cuando éramos chiquitos?
¿Cuántos han robado algo un poquito más valioso, quizás, cuando ya eran un poquito más grandes? ¿Quién no robó limones del limonero de la casa de al lado, por ejemplo? ¿Quién no le robó una flor al jardín del vecino? ¿Quién no se llevó un juguete prestado de la casa de algún amiguito?
Todas esas cosas me está trayendo el Espíritu Santo, diciéndome que debemos arrepentirnos de todo eso. Algunos de nosotros robamos ya siendo grandes. Señor, en esta hora te pedimos perdón y te damos gracias por esta revelación. Te pedimos perdón por cualquier tipo de robo, Padre. Perdónanos, Señor. Lava nuestras manos, te presentamos nuestras manos en esta hora. El Espíritu Santo me dice que presenten sus manos de esta manera para que sean lavadas de todos estos pecados, porque si pecamos con las manos, las manos quedan sucias en el Espíritu. Y en esta hora el Espíritu Santo de Dios quiere lavar y quiere ungir sus manos.
Señor, en esta hora presentamos nuestras manos delante de ti, totalmente arrepentidos de haber cometido estos pecados, todos los que nombramos. Padre, perdónanos, lava nuestras manos en el nombre de Jesús. Toda oscuridad que se haya quedado a vivir en nuestras manos, por causa de estos pecados del pasado, te pedimos en el poderoso nombre de Cristo Jesús, en esta hora, que la quites y que la reemplaces por luz, en el nombre de Jesús de Nazaret.
Padre, restaura estas manos, lávalas, unge las manos de mis hermanos con aceite del Espíritu Santo, sánalas de cualquier enfermedad, tanto de los cuales ya nos arrepentimos y te pedimos perdón. Te pedimos por favor, Papá, que las quites de nuestras manos, cualquier enfermedad, articulaciones, artritis, artrosis que está en nuestras manos, es lo que el Espíritu está mostrando ahora por causa de pecados, que tienen que ver con el manejo del dinero, con el trabajo, con la injusticia financiera y económica.
Padre, te pido que cortes todas esas maldiciones y restaures estas manos, y sanes todo reumatismo, toda artrosis, toda artritis, Señor, toda enfermedad de los ligamentos en las manos, de las articulaciones, de los huesos, de los músculos que haya entrado en nuestras vidas, por causa de este tipo de pecados que hemos hecho nosotros o nuestros antepasados con las manos. Te pedimos, Señor, que nos sanes en esta hora, en el nombre de Jesús. Sana, Señor, en esta hora, pasa agua lavadora en tu Santo Espíritu, Padre Santo, sanando todas esas manos en esta hora, en el nombre de Jesús.
Señor, sana todas estas enfermedades, ministra en esta hora, Espíritu Santo de Dios, a todas esas manos que me estás mostrando. Padre, préndelas con fuego del Espíritu Santo de Dios, para que a partir de ahora todo bloqueo que estaba en las manos de mis hermanos sea erradicado, y el fuego del Espíritu Santo y la unción puedan fluir con poder sin ninguna represa espiritual, en el nombre poderoso de Jesús. Gracias, Señor, por esta revelación.
También otra cosa que me está mostrando el Espíritu de Dios ahora es que algunos de ustedes no quieren poner sus manos a la obra del Reino, no quieren trabajar para el Señor, cuando el Espíritu ya los ha llamado.
Así que los que sientan que esta palabra es para ustedes, los que sientan el redargüir del Espíritu Santo de Dios, los invito a que se arrepientan y que entreguen sus manos al Señor, porque algunos de ustedes están escondiendo sus manos atrás de la espalda, me dice el Señor, para no servir a Dios. Arrepiéntanse en esta hora, por no querer poner las manos en la viña de Dios, por no querer poner las manos en la mies.
Dice el Espíritu Santo de Dios: ustedes quieren bendición, ustedes quieren trabajo, ustedes quieren que se abran las puertas, pero no quieren trabajar para mí, dice el Señor, no quieren poner sus manos en mi mies. Tienen miedo a quemarse las manos trabajando para mí, me dice el Espíritu Santo. Tienen miedo de sufrir, no quieren llevar su cruz trabajando para mí. Y con mucho amor, con mucho amor siento el llamado del Señor hacia ustedes, hacia esas personas que no quieren poner las manos en la obra de Dios o tienen miedo de quemarse, a que se arrepientan.
Los estoy llamando a que se arrepientan de no querer servirme, de no querer poner sus manos y preguntarme: ¿Qué quiero Yo que ustedes hagan? dice Dios. Arrepiéntanse, hijitos, de toda vagancia, me dice el Espíritu Santo, de toda pereza, de todo miedo. Hay mucho miedo a servir al Señor. Muchos de ustedes saben lo que tienen que hacer, tienen con qué hacerlo, pero tienen miedo.
No estoy hablando de los que no saben cómo servirlo, no estoy hablando de los que el Señor quizás no llamó a que hagan algo para la obra del reino todavía. Estoy hablando de los que saben que el Señor ya los ha llamado a servirlo, y le han dicho que no, o son vagos, o son perezosos, o tienen miedo a que los maltraten si empiezan a servir a Dios. Yo sé que hay muchos. ¿Amén?
En esta hora, nos arrepentimos, Señor, de todo miedo a servirte, porque todo esto que estoy orando está inspirado por el Espíritu Santo de Dios, y es lo que el Espíritu me está hablando en esta hora para ustedes, para que se abran las puertas que estaban cerradas. Son todas las cosas que funcionan de trabas, de bloqueos espirituales que provocan maldiciones, que provocan que se cierren las puertas a las bendiciones de Dios, a los trabajos y demás, y que se abran las puertas al enemigo en sus vidas con todo lo que tiene que ver con servir, con trabajar, con mover las manos, con recibir bendiciones, con tener bienes materiales, con manejar dinero, con todas esas cosas.
El Señor me lo está revelando para que ustedes sepan dónde tienen que cerrarle la puerta al enemigo, cómo quitarle los derechos legales en esta hora, en el nombre poderoso de Jesucristo. Cómo ponerse al día con el Señor, con todos los pecados que tienen que ver con lo financiero y con lo material, cómo arreglarse con Dios, cómo encaminarse en Dios en estas cosas para que Él pueda obrar libremente.
Estábamos diciendo que todos los que tienen miedo de servir a Dios, porque las manos tienen que ver con el trabajo, ¿verdad? Entonces, si ustedes no quieren poner las manos a la obra, tienen que entender que eso tiene una consecuencia espiritual y también material, ¿se entiende? No es un negocio. No estoy diciendo que si ustedes sirven a Dios, van a tener esto y aquello. No se confundan, porque el Reino de los Cielos no funciona como un negocio que nosotros podemos hacer con Dios; es Dios el que hace todas las cosas, pero no tenemos que ser ignorantes de las asechanzas del diablo, de los derechos legales que le podemos estar dando a él, para que se abran puertas del enemigo en nuestra vida.
Entonces, estas son cosas que el Espíritu de Dios está revelando en estos últimos tiempos a su iglesia, a través de sus profetas y de otras personas, porque ya están preparados para recibirlas y entenderlas. Son misterios del Reino de los Cielos, avalados por las Escrituras.
Señor, ayúdanos a colocar nuestras manos a la obra, ayúdanos a servirte. Renunciamos en esta hora a todo miedo a colocar nuestras manos en la obra. Renunciamos al miedo a quemarnos nuestras manos, metafóricamente, cuando las pongamos a tu servicio, Señor. Renunciamos al miedo a equivocarnos si empezamos a servirte, renunciamos al miedo a no saber cómo hacerlo, porque vas a ser Tú, Espíritu Santo de Dios, el que nos guíe. No vamos a ser nosotros, vas a ser Tú, Señor Jesucristo, a través de nosotros, utilizándonos como vaso y como instrumento. No va a ser por nuestra fuerza, no va a ser por nuestra sabiduría, va a ser por el Santo Espíritu de Dios.
Veo cargas en las espaldas de muchos de ustedes, cargas generacionales que no deben estar ahí. Siempre estamos hablando de cosas que tienen que ver con el trabajo, con el dinero, con las cosas materiales, con la provisión. Hay muchos de ustedes que han sido cargados, que traen cargas generacionales que no les corresponden a ustedes. Por ejemplo, hijos que heredan negocios de los padres, pero que ellos quieren hacer otra cosa; son cargas que heredan de la familia. No estoy diciendo que eso no esté bien, no es eso lo que estoy diciendo. Lo que el Espíritu me está diciendo es que hay como tareas, cargas que a veces les han pasado a algunos de ustedes, de generación en generación, que en realidad no son sus propias cargas.
El Espíritu Santo les dice en este momento: si ustedes quieren, pueden renunciar a esas cargas generacionales que no les corresponden, que les pesan. Es más, algunos de ustedes tienen problemas en la columna por causa de estas cargas espirituales, pero en esta hora, quebramos esas cargas y esos yugos que no tienen que estar ahí, en el nombre de Jesús. Señor, te pido en esta hora, Espíritu Santo de Dios, que reemplaces esas cargas, esas mochilas de cemento, esas herencias que en vez de ser de bendiciones están provocando un peso, están siendo piedra de tropiezo para que ellos no puedan hacer lo que Tú realmente los llamaste a hacer, Señor, y no lo que les impusieron.
En el nombre de Jesús, te pido que quites esas cargas, que quiebres esos yugos generacionales en esta hora, Padre. Veo ángeles que en esta hora están quitando esas mochilas de cemento de las espaldas en el Espíritu, en el nombre de Jesús. Gracias, Señor. Te pido que reemplaces esas cargas, Señor, por alas en el Espíritu, por liviandad, por nuevas ideas propias en el Espíritu Santo de Dios, por un nuevo llamado de trabajo, por más creatividad.
Te pido, Señor, que esas personas que estaban cumpliendo un propósito que no era el de ellos, que a partir de hoy, por fe, y en el Nombre que es sobre todo nombre, que es el nombre de Jesús, les muestres cuál es su propio propósito, Señor, con respecto a todo lo que tiene que ver con lo laboral, económico y financiero, en el nombre de Jesús.
Hay muchos de ustedes, me muestra el Espíritu de Dios, que tienen ideas de negocios, ideas laborales que se están gestando. Veo semillitas. En esta hora, oramos juntos para que esas semillas, las que están acorde a la voluntad del Padre, las que vayan a ser de bendición, no solo para ustedes, sino para muchas personas, las regamos en el Espíritu, en el nombre de Jesús.
Te pido, Padre, que esas semillas, esas ideas laborales creativas que vienen de tu parte, Señor, y no de parte del enemigo, que caigan en tierra fértil, en el nombre de Jesucristo, que las riegues con lluvia del Espíritu Santo y que las prosperes, las hagas crecer, Señor. Gracias, Dios mío, por esta revelación, en el nombre de Jesús.
Tu Palabra dice, Señor, que Tú abres tu mano y sacias el deseo de todo ser viviente.
[Job 38:41, RVR1960] ¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes por falta de comida?
[Salmos 104:27, RVR1960] Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.
[Salmos 68:5, RVR1960] Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada.
[Salmos 107:9, RVR1960] Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.
[Salmos 140:12, RVR1960] Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, y el derecho de los necesitados.
En esta hora, Señor, intercedo por todos mis hermanos que están mirando este vivo y los que lo van a ver después. Señor, por aquellos que han perdido el trabajo. Tu Palabra dice, Señor, que Tú sostendrás la causa del afligido. En esta hora, Padre, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, intercedemos juntos, Señor, por estos hermanos para que seas Tú abriendo puertas de bendición, para que seas Tú quitando toda piedra de tropiezo que puso el enemigo, el diablo, la serpiente antigua, para que pierdan sus trabajos y no puedan encontrar otros. En esta hora, cortamos toda la ligadura entre mis hermanos y sus exjefes que no están permitiendo que tengan un nuevo trabajo. Gracias, Señor, por esa revelación, cortamos todas esas ligaduras en el nombre de Jesús.
A vos que estás afligido, a vos que perdiste el trabajo, a vos que sentís que el pan no te alcanza, hoy intercedemos juntos por vos en el nombre poderoso de Jesús. Padre Santo, te pido que abras el Mar Rojo para estos hermanos que están sintiendo que no llegan, Señor, a fin de mes, que no pueden pagar el alquiler, que perdieron los trabajos. Señor amado, clamamos juntos. Tu Palabra dice que Tú sacias el deseo de todo ser viviente. Padre, abre tu mano sobre nosotros. Te pido, Señor, que les des pan, que pongas el pan sobre la mesa, amado Padre celestial, Rey de la Gloria.
En esta hora, por causa de que ya nos arrepentimos, rompo toda maldición de escasez sobre mis hermanos, en el nombre de Jesús. En esta hora, hay algunos de ustedes, me muestra el Espíritu Santo, que suelen tener trabajo, pero les dura poco tiempo. Al poco tiempo lo pierden, justo cuando pensaban que se estaban levantando a volar, se rompe, me dice el Espíritu Santo, se cae en el piso de nuevo y vuelven a cero, ¿verdad? ¿Quiénes son? El Espíritu Santo me está revelando ahora, son maldiciones para que no prosperen, que en esta hora cortamos en el nombre de Jesús.
En esta hora, para todos los que crean, para todos los que reciban esta oración con fe, corto toda maldición de escasez, con toda maldición de pobreza, en el nombre de Jesús. Veo como hilo que se cortan, con los trabajos, consiguen un trabajo, empiezan a estar mejor, empiezan a prosperar, de repente es como que el hilo se corta, me dice el Espíritu Santo, son maldiciones que en esta hora quedan cortadas en el poderoso nombre de Jesús.
A partir de ahora, todas esas personas que estaban bajo esa maldición, que encontraban un trabajo y empezaban a estar bien, pero de repente se les cortaba el hilo, a partir de ahora, proclamamos y declaramos en el nombre de Jesús que esos hilos no se van a cortar más.
A partir de ahora, declaro prosperidad económica divina en el nombre de Jesús, no para gastar en nuestros deleites, sino para sustentar nuestras casas, nuestras vidas, a nuestros hijos, a nuestros nietos. Y no solo eso, sino para bendecir a otros y para repartir a los demás.
Señor, amplía nuestra arca. Veo un arca en el Espíritu ahora, Señor, amplía esa arca, en el nombre de Jesús. Así, Señor, como el Arca de Noé, que no solamente entró él, eran ocho personas, toda su familia entró en esa arca, Señor, y él tenía alimento guardado para todos durante ese tiempo. Tú le dijiste que guardara. Tú, por medio de tu sabiduría, le indicaste todo lo que debía de hacer, cómo hacerlo, Señor, y él te obedecía. En esta hora, Señor, te pedimos juntos que nos enseñes cómo llenar nuestras arcas, en el nombre de Jesucristo.
Te pedimos, Señor, que amplíes nuestra arca y que todas las personas que están pensadas para entrar en esa arca, en nuestras arcas, Padre, que las traigas, en el nombre de Jesucristo. Te pido, Señor amado, en esta hora, por causa de que ya nos arrepentimos, que quiebres todas esas maldiciones que me estabas mostrando, que desates esposas en las manos, en todos mis hermanos, en el nombre de Jesucristo, las corto, las quiebro y las tiro en el piso en este momento. Amén, en el nombre de Jesús.
Esposas espirituales para que no puedan trabajar, las cortamos en este momento en el nombre de Jesús y rompo toda maldición, abro todo cielo de bronce sobre la casa de mis hermanos y sobre sus cabezas, en el nombre de Jesucristo.
Padre, te pido que abras los cielos sobre nosotros y hagas llover de tus lluvias de bendición. Esas moneditas que me estás mostrando, esa lluvia de monedas que cae del cielo, ayúdanos, Señor, a mis hermanos y a mí a darnos cuenta de las oportunidades.
El Padre me está diciendo que algunos de ustedes están viendo pasar oportunidades de trabajo, oportunidades de mejorar la posición económica, de bienestar económico, de abundancia material. Son moneditas que caen del cielo metafóricamente, me muestra el Espíritu, pero no todos tienen la inteligencia, no están alerta, no están prestando atención, y no están obedeciendo al Espíritu Santo cuando les está diciendo que las tomen del aire y que se las adueñen. ¿Se entiende lo que estoy diciendo? ¡Aleluya! Gracias, Señor, gloria a ti, Padre.
Es decir, no es que el Señor no les esté dando oportunidades. Muchos de ustedes tienen oportunidades, o no sé si muchos, pero algunos que no están aprovechando. Y veo una persona que está sentada en una silla, mirando cómo llueven las oportunidades, pero sin hacer nada. ¿A quién le llega esta palabra?
El Espíritu Santo me está diciendo que Dios quiere que seamos buenos administradores de lo que Él nos da, que estemos con los ojos abiertos, que no nos durmamos, porque les está dando oportunidades aún en este tiempo, y van a venir tiempos de escasez mucho más grandes a la tierra por causa de las cosas que van a pasar. Pero el Espíritu Santo me está diciendo que nos va a sorprender, que Él va a dar una salida en medio del turbión. ¡Amén, gloria a Dios, aleluya! Pero que nosotros tenemos que estar alertas, despiertos, atentos, y no desaprovechar las oportunidades que nos da el Señor. Levantarnos de esa silla espiritual y apropiarnos de esas oportunidades, y trabajar en eso. ¿Amén?
Padre celestial, en esta hora, siento también de orar por las congregaciones, los pastores. ¿Hay algún pastor que está mirando este vivo? Oramos por ti, en el nombre de Jesús, por los líderes, por los ministros de Dios, que en esta hora el Espíritu Santo me está mostrando. Vamos a orar por todos los que están mirando este vivo y por aquellos que ustedes tengan en sus corazones, tal vez por sus propios pastores.
Señor, en esta hora siento de pedirte por las congregaciones. El Espíritu Santo me está diciendo que hay muchos pastores que están desesperados porque, en esta situación, muchas ovejas no tienen la posibilidad o tienen miedo de ofrendar y de apoyar a sus congregaciones económicamente. Me está revelando el Espíritu, o tal vez no tienen con qué hacerlo, no pueden hacerlo en este tiempo difícil económicamente que estamos transitando en esta cuarentena por el coronavirus. Y hoy, cuando estaba intercediendo con otras hermanas, veía muchos pastores diciendo: ¿Cómo voy a hacer, Señor? No voy a poder seguir pagando el alquiler donde nos congregamos, no tengo cómo seguir sosteniendo el comedor que tenemos. Hay muchos que tienen obras de caridad y no están recibiendo ayuda económica, o no de la manera que la recibían. Entonces, hay proyectos que se están cayendo abajo, o al menos eso es lo que el Espíritu me decía que están sintiendo estos pastores, estos ministros, estos líderes que alimentan espiritualmente a muchos de nosotros, a muchas ovejas. El Espíritu me decía que intercedamos por ellos también en esta oración.
[1 Crónicas 29:16, RVR1960] Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.
Y me parecía oportuno este versículo para interceder por estos casos. Oramos juntos en el nombre poderoso de Jesús, Señor. Oramos, Señor, para que seas Tú porque de tu mano es, dice Crónicas, Señor, y todo es tuyo. Y también dice Hageo, Señor, que la plata y el oro te pertenecen, Padre. Señor, intercedemos juntos por Pablo, que está en esta hora con nosotros como pastor, por todos los pastores que nos están mirando ahora, que están mirando este video. Por todos los ministros, Señor, que están haciéndose cargo, guiando, alimentando, buscando a las ovejas que se pierden, y todo eso, queramos o no, requiere de recursos materiales.
En el nombre poderoso de Jesús, intercedemos por ellos, Señor. Ustedes oren por sus pastores, por sus líderes, por sus ministros. En el nombre de Jesús, abre los cielos sobre ellos, Padre, manda lluvia de bendición. Señor, abre el granero de los cielos para que llueva de tu trigo sobrenaturalmente en este tiempo. Te pedimos por un milagro, Señor, queremos ver milagros en estos días. Padre Santo, llévales el pan a sus casas, no solamente para ellos y sus familias, Señor, sino para estas obras de caridad que están haciendo.
Padre, te pido por nuestros hermanos y por nosotros mismos, los que estamos ayudando a otros, Señor, en lo que podemos, en lo que tenemos, en lo que nos das, que aún nos des más abundancia para poder repartir abundantemente. En el nombre de Jesús, Padre, te pido por aquellas congregaciones que no saben cómo pagar los alquileres, en el nombre de Jesús. Oh Padre, considera, Señor, que tu obra tiene que realizarse, dales los recursos materiales, te pedimos ese dinero, Señor, para pagar el alquiler, para pagar la luz, el gas, el internet, todos los gastos materiales que lamentablemente son necesarios para poder hacer tu obra.
Te pedimos que proveas, en el nombre de Jesús, y no sólo eso, Señor, también te pedimos provisión para que se puedan seguir realizando conexiones virtuales, hasta que nos podamos volver a congregar, Señor, y aún después de congregarnos, porque pienso que esto ya nunca más va a volver a ser igual. Pienso que muchos de nosotros vamos a seguir congregándonos, mucho más que antes, virtualmente, Señor.
Por eso te pido por fe, en el nombre de Jesús, que proveas lo que es necesario, Señor, para poder realizar esas conexiones virtuales en grupo, que proveas material tecnológico, computadoras, pantallas, teléfonos, lo que sea que haga falta, Padre, que sea tu Espíritu Santo repartiendo como a ti te parece, estos bienes materiales en aquellos ministros que de corazón laborioso, Señor, se entregan, entregan sus vidas y hasta abren las puertas de su casa con hospitalidad para hacer tu obra con tus ovejas, Padre. Bendice a estos pastores, Señor, bendice sus manos, en el nombre de Jesús, úngelos con aceite de provisión en el nombre de Jesucristo.
Señor, coloca en el corazón de tus hijos quiénes de nosotros somos los que tenemos que ayudar económicamente a estos ministros, porque el Espíritu Santo me está mostrando que algunos de ustedes quieren bendecir económicamente a estas personas, pero en esta época dura económicamente, tienen miedo de quedarse sin provisión; y el Espíritu Santo me trae como respuesta: Tú haz mi obra. Tú obedéceme con lo que yo te pido. Tú encárgate de lo mío, y yo me encargaré de lo tuyo. Gloria al Señor. ¡Aleluya! Gracias, Señor, por esa Palabra.
Señor, te pedimos que coloques piedras preciosas en las manos de estos ministros en el nombre de Jesús, y que nos des sabiduría y gracia para repartir a tus ovejas, que en estos días siento que están muy necesitadas espiritual y materialmente también, Señor, en el nombre de Jesús.
Te pido, Señor, por aquellos que tienen comedores, por aquellos que alimentan a los niños, Señor, en estos días, por aquellos que visten a los pobres, por aquellos que hacen merenderos y ese tipo de trabajo que Tú amas tanto. Te pido, Señor, que les des provisión sobrenatural, que los sorprendas como nunca antes lo hiciste, Padre, en el nombre de Jesús, que en esta hora de oscuridad, Padre, que está sobre toda la tierra, que tu luz brille más que nunca sobre ellos, que inspiren a los ricos a ofrendar a estos merenderos, a estas congregaciones, a estas obras de caridad, en el nombre poderoso de Cristo Jesús.
Que sea tu luz resplandeciendo más que nunca, Señor, en el nombre de Jesús. Que los incrédulos vean lo que pasa y se pregunten: ¿Cómo puede ser que cuando nadie tiene trabajo, los cristianos tienen, que cuando nadie está bien económicamente, los cristianos se compran cosas para ayudar a los otros? Cuando un merendero no llegaba a alimentar a todas las bocas a fin de mes, ahora tienen más que antes. ¿Cuántos creen que el Señor puede hacerlo?
Tú eres el sustentador, Señor, las riquezas son tuyas. Nada podemos hacer si tu mano no se mueve. Padre, te doy gracias por todo lo que hablaste hoy. Te doy gracias por tu inspiración, por el Espíritu Santo de Dios. Te doy gracias por la fe que nos diste hoy para orar juntos, por la limpieza, Señor, que nos diste en nuestras familias, en nuestra línea de sangre, en nuestras manos. Te pedimos, aquellas que somos mujeres que Tú nos llamaste a no tener un trabajo en el mundo, Señor, te pedimos por nuestros esposos, que son los que proveen, en el nombre de Jesús. ¿Cuántas de ustedes tienen en sus corazones el pedir por sus esposos en esta hora, que son los que proveen?
Te pedimos por ellos, Señor, te pedimos que les des más fe para entender que realmente es a través de ellos, pero no son ellos los que abren las puertas, Señor. No son ellos los que traen oportunidades, sí son los que la tienen que tomar, sí son los que la tienen que aprovechar, sí los que tienen que trabajar, Señor, para hacer que esa rueda siga girando. Pero eres Tú en realidad, Señor, el proveedor. Tú eres nuestro Padre. Tú eres el que nos alimenta. Tú eres el que nos sacias, Señor, el que nos sostiene, el que nos vistes. Todo viene de ti y te damos gracias por nuestros esposos, en el nombre de Cristo Jesús. Coloca tu mano sobre ellos en esta hora y úngelos con aceite de descanso en el nombre de Jesucristo.
Muchos están preocupados, y algunas de sus esposas, en vez de consolarlos, en vez de apoyarlos, los están presionando, me dice el Espíritu Santo de Dios. Y el Padre Celestial espera que nosotras, como esposas, los acompañemos en esta hora, los apoyemos, les demos consuelo cuando llegan a casa y están preocupados, y les ayudemos a encontrar paz.
Cuando una esposa cuida al esposo, en realidad es el amor de Dios que se está manifestando a través de ella, y cuando un esposo ama a su esposa, en realidad es el amor de Dios que se está manifestando a través de ese esposo, y eso es lo que me está mostrando el Espíritu ahora. Así que el Señor quiere que las mujeres, las esposas, se levanten como intercesoras de su casa, mientras los esposos salen a trabajar. Estoy hablando del caso donde los esposos son los que trabajan y las mujeres no. ¿Amén?
Señor, te damos gracias por sus vidas, intercedemos por ellos y te pedimos que los ayudes, Señor amado, a llevar esa carga, Padre Santo, y a ser sabios en administrar bien todo lo que les diste. También te pedimos juntos por las madres solteras, Señor, que ahora no pueden salir a trabajar, que tal vez tenían un emprendimiento y ahora no encuentran la forma de hacerlo volar. Intercedo por ellas. Corta la mano del enemigo en sus vidas en el nombre de Jesucristo. Te pedimos por ellas, Señor, encarecidamente, para que les abras una puerta en sus vidas, una puerta económica grande, en el nombre de Jesús. Padre, Tú eres el Padre de los huérfanos. Tú eres el defensor de las viudas. Tú miras, Señor, al menesteroso. Tú estás con los pobres, con los que necesitan.
Padre, te pedimos en esta hora que bendigas en el nombre de Jesús a toda mujer, madre soltera, que está mirando este vivo, que va a mirarlo, y a las que están orando, mis hermanos, mis hermanas, en esta hora, en el nombre de Jesús. Cortamos toda maldición de soltería sobre ellas en el nombre de Jesucristo. Señor, te pedimos por las mujeres trabajadoras también, en el nombre de Jesús, por aquellas que no están pudiendo trabajar, ayudando en el sustento de sus casas, mujeres proveedoras, de la mujer de Proverbios 31 que sale de su casa y trae el pan de lejos.
Señor, intercedemos por ellas, en el nombre de Jesús, para que seas Tú bendiciendo sus manos, Padre Santo, en el nombre de Jesús, para que toda cuerda que el enemigo haya cortado para que no puedan trabajar durante esta cuarentena, Señor, que la restaures en el nombre de Jesús, para que toda atadura en ellas quede desatada en esta hora, en el nombre de Jesucristo.
Te pido, Señor amado, por las emprendedoras que me estás mostrando, por las mujeres emprendedoras, en el nombre de Jesús, para que reavives su creatividad en el nombre de Jesús, y en estos tiempos donde algunos negocios no funcionan como siempre, Señor, que les des nuevas ideas, para aplicar esa creatividad financiera y administrativa que les diste, para traer más pan a su casa, como la mujer de Proverbios 31.
Señor amado, Padre Celestial, te pedimos por los jubilados también en el nombre de Jesús. Intercedemos por ellos, Padre. Intercedemos, Señor, para que seas Tú proveyéndoles sobrenaturalmente, Señor, de todo lo que necesiten, desde comida, ropa, medicamentos, que puedan tener compañía también, Señor; más aún los que están enfermos y viven solos. Padre, intercedemos por ellos en el nombre de Jesucristo.
Señor, te pedimos sabiduría para los presidentes de nuestros países, para que sepan cómo manejar las cosas en estos tiempos de cuarentena, Señor, económicamente, especialmente con los jubilados, Señor, en el nombre de Jesús. Padre Santo, sé Tú, Señor, colocándoles ese billete sobre la mesa, ese pan sobre la mesa, ese medicamento que necesitan, en el nombre poderoso de Jesucristo.
Señor amado, gracias. Te damos gracias porque lo creemos por fe, que estás escuchando y respondiendo esta oración que hacemos juntos, todos los que estamos congregados espiritualmente en esta reunión hoy. Gracias, Señor amado, gracias te damos, Señor. Bendecimos tu nombre. Toda la gloria, todo el imperio, toda la honra sea para Ti, Señor.
Y el Espíritu Santo dice: Hijitos míos, confíen en mi mano de provisión. Yo los estoy probando en estos días. Yo estoy viendo realmente a través de esta situación hasta dónde va su fe. Yo estoy viendo si cuando quito el billete de sus mesas, me dice el Espíritu, ustedes igualmente lo pueden ver ahí con los ojos del Espíritu, porque la fe es la sustancia de lo que no se ve.
¿Cuántos de ustedes deciden hoy caminar por fe?, dice el Espíritu Santo de Dios, y no por vista. ¿Cuántos de ustedes están dispuestos a servirme aun cuando tienen problemas económicos o solamente quieren servirme cuando están bien?
Hijitos míos, en este tiempo Yo estoy abriendo las compuertas de los cielos y los voy a sorprender a muchos de ustedes, dice el Señor, y vuelvo a ver esas moneditas que caían del cielo, que son como oportunidades que nosotros debemos tomar. Y el Espíritu Santo me dice: ¡Estén alertas, estén atentos!, porque para algunos de ustedes, cuando ustedes pensaban que estaban realmente a punto de fundirse en el piso sin nada, totalmente desahuciados, va a aparecer la luz, y les voy a iluminar aquello que no podían ver, oportunidades que ya estaban ahí, pero que ustedes no las veían, porque no las buscaban, porque no las creían. Cambien de actitud.
Y el Espíritu Santo de Dios me trae nuevamente Filipenses capítulo 4. Ese es nuestro libro de hoy. Los invito a leer después de esta ministración.
[Filipenses 4:12, RVR1960] Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
¿Cuántos de ustedes saben vivir humildemente? Porque vivir en abundancia es fácil. ¿Cuántos quieren que el Señor los entrene para todo tipo de situación? ¿Cuántos de ustedes están enseñados en todo, a través de las situaciones que el Señor ha permitido en sus vidas? ¿Cuántos de ustedes están enseñados, así como a estar saciados, como para tener hambre? ¿Cuántos? ¿Cuántos de ustedes están enseñados, así como para tener abundancia, como para padecer necesidad? Fíjense qué interesante. Pablo, el autor de la carta a los Filipenses, dice que está enseñado en todo y por todo.
Entonces, tenemos que entender que a veces, cuando pasamos por situaciones difíciles, lo que está haciendo el Señor es permitirlo para enseñarnos en todo. Nosotros somos soldados de Jesucristo. Los soldados van a la batalla, no importa con lo que se van a encontrar, y sus generales, capitanes o como se llamen, los entrenan en todo. Cuando uno va a la guerra, tiene que estar preparado para tener para comer o para tener hambre, para tener frío, para estar calientito, para tener un techo, como para estar a la intemperie. ¿Cuántos de ustedes se reconocen como soldados del Reino del Señor Jesucristo?
Entonces, tienen que entender que todo tiene un propósito. La Palabra dice: «Todas las cosas ayudan a bien para los que aman a Dios». En vez de ver la parte oscura de las tribulaciones por donde pasamos, tienen que entender qué espera Dios de nosotros con esta situación. Como dije en el último vivo que hice en mi Facebook hace unos días, ustedes tienen que ver desde la perspectiva de Dios, y no de la carne. ¿Amén?
Entonces, el Espíritu Santo de Dios decía: «Entiendan, hijitos, que los estoy entrenando para lo que viene al mundo, que esto solamente es una migaja chiquitita del pan que va a venir. Entiendan, hijitos, que esto solamente es una pequeña brisa, en comparación con el huracán que se acerca a la tierra. ¿Cómo van a resistir con lo que viene, si no son capaces de sostenerse en pie, sobre la roca, cuando no tienen la abundancia que tenían antes?»
¿Cómo van a hacer cuando se avecinen los tiempos de persecución? Tiempos duros que se avecinan sobre mi iglesia, sobre los míos, a donde los voy a refinar, como se refina el fuego. Si apenas no tienen el bienestar económico que tenían, empiezan a temblar, y les viene y los invade un espíritu de cobardía, me dice el Espíritu, el miedo, el terror entra con las puertas abiertas, como si nada, en sus casas, con la menor tribulación económica. ¿Acaso no confían en mí? ¿No saben que todas las cosas, espirituales y materiales, están en mi mano derecha?
¡Oh, hijitos! Yo quiero poner abundancia en sus corazones, generosidad, fe, confianza. Estas son las cosas que planto hoy en sus corazones. Amén, aleluya, gracias Señor. Lo tomamos, Señor, abrimos nuestros corazones para recibirlo, Padre. Te creemos, gracias Señor.
¡Hijitas, hijitas! No lloren, dice el Señor, porque veo muchas esposas llorando. Yo voy a secar tus lágrimas, dice el Señor Jesús, cuando pase la tormenta. Y veo una nube negra que pasa por arriba de algunas casas. Ustedes van a ver la luz del sol. Veo algunas madres alimentando a sus hijos con leche, y me dice el Espíritu Santo: así como las madres se preocupan primeramente por alimentar a sus hijitos antes que a ellas con la leche que tienen, así me preocupo Yo por mi iglesia, así me preocupo de darles el alimento verdadero, primeramente, en lo espiritual y también en lo físico. Pero a algunos de ustedes los estoy refinando, me dice el Señor. Entiendan que hay ciertas cadenas que Yo quiero cortar, que hay ciertas raíces en sus corazones de las cuales los quiero liberar.
Y me muestra algunas plantas que estaban creciendo en los corazones de algunos de ustedes, plantitas de codicia, de comodidad, de avaricia. Algunos de ustedes no querían gastar, querían tener el banco lleno de dinero y que la plata quede ahí estancada, querían ganar más y más y más. Vuelvo a repetir, no está mal tener bienes materiales, pero el Espíritu me está revelando cosas en los corazones que no estaban correctas, y el Espíritu me dice que a algunos de ustedes les está permitiendo pasar por este proceso, de no tener la misma soltura económica que la que tenían antes, porque los está transformando en el corazón, porque después de esto no van a volver a ser los mismos.
Yo los estoy refinando porque ustedes son la plata, dice el Señor. Ustedes son como la plata que hay que refinar; siete veces los estoy refinando. Renuncien a todo en sus corazones, suéltense de los bienes materiales que tienen sostenidos en sus corazones, eso me muestra el Señor, para que Yo pueda llenar sus corazones de sabiduría financiera, de fe económica, porque veo que algunos de sus corazones, no todos, pero algunos, estaban criando malos hábitos económicos, estaban malcriando a sus hijos también, me dice el Espíritu, comprando cosas que no aprovechan, que no necesitan, y que son lujos que no hacen falta, cuando el Espíritu ya les había dicho que no compren esas cosas. No sé qué serán, pero son cosas que algunos de ustedes saben a quién le habla el Señor.
Y el Señor dice: les estoy enseñando a que, así como Yo nunca desperdicié los panes y los peces que sobraban, a que ustedes también le den valor a las cosas, a que no desperdicien el pan cuando les sobra, a que no tiren la comida a los perros cuando se la pueden dar a alguien que está menesteroso. Les estoy enseñando a valorar, dice el Señor, porque si ustedes son fieles en lo poco, también lo van a ser en lo mucho.
Así que, como que el Espíritu me repetía que aprendamos a ver las cosas de otra manera distinta, no solo no centrarnos en lo oscuro, lo negativo, por más que duele. Es innegable que hay procesos que duelen, y eso no se puede cambiar, y está bien llorar, y está bien aceptar la realidad, pero la forma de ver las cosas. ¿Qué espera Dios de mí? ¿De qué quiere liberarme? ¿Qué hábitos estaba yo haciendo mal, que no me sirven para mi crecimiento con el Señor, de lo cual Él me quería liberar a través de esta situación? ¿Amén? Gracias Señor, bendito sea tu nombre, Señor. Te damos gracias, te agradecemos por esta ministración del Espíritu Santo de Dios en tus hijos hoy.
Te pido, Señor, que el Espíritu Santo de Dios siga trabajando en ellos durante esta noche, aun mostrándoles en los sueños si hay algo que ellos tienen que cambiar con respecto al manejo del dinero, al trabajo, a las finanzas, a la generosidad, Señor, y a todo lo que tiene que ver con las cosas materiales, Padre. Te pido que aún sigas trabajando, redarguyéndolos de pecados de los que tienen que arrepentirse, de hábitos que tienen que dejar de hacer, de cosas que tienen que cambiar.
Algunos de ustedes, me dice el Espíritu Santo, que Él los ha llamado a dar a alguien, y ustedes no lo han hecho. También los invito a pensarlo después, a orarlo con el Señor, arrepentirse y a dar eso que el Espíritu les estaba llamando a dar. Te pido, Señor, por último que bendigas a todos mis hermanos, en el nombre de Jesús, que están mirando y que van a mirar esto, a sus familias, que bañes todas nuestras casas con la sangre poderosa de Cristo Jesús, que unjas nuestras manos para trabajar en tu obra, más que nunca, Señor, en medio de estas tribulaciones, porque aquí es donde se muestra la fe y la paciencia de los santos.
Te pido, Dios, que coloques ese pan, tanto espiritual como material, en nuestras mesas, en el nombre de Jesús. Te pido que ayudes a todos mis hermanos a los que se les están rompiendo cosas materiales, artefactos eléctricos que veo, heladeras, lavarropas, celulares y ese tipo de cosas. Te pido, Padre, que los ayudes a que ese arreglo se pueda realizar. Señor, te pido que les des trabajo a todos los que están sin trabajo, que mejores el trabajo a todos los que tienen un trabajo donde no les alcanza el dinero. Te pido que nos ayudes a estar alegres y alabarte en todo tiempo, así como los discípulos de la Biblia lo hacían cuando estaban en medio de las tribulaciones, en el nombre poderoso de Cristo Jesús. ¿Amén?
Oramos por todos, por todos los que están mirando, por nuestros hijos, por los maestros, para que les proveas de recursos materiales para poder dar las clases virtuales, y por las embarazadas que tienen que comprar y preparar las cositas para sus hijos, en el nombre de Jesús. Te pedimos juntos que proveas de todo lo que necesitan, Señor, desde la ropita, los pañales, la camita, todo, Señor, que proveas todo eso para todas las embarazadas. Amén, en el nombre de Jesús. Señor, y aunque nos falte o nos sobre, igualmente te amamos, Señor, igualmente vamos a seguir confiando, igualmente vamos a tener fe.
Te pido, Señor, que a los que les bajaron el sueldo, algunos hasta el cincuenta por ciento, más, Padre, que les des recursos, sea por esa fuente o por otra fuente, en el nombre de Jesús. Te pido, Padre, que dupliques los ingresos de mis hermanos que están mirando este video, en el nombre de Jesucristo. A aquellos que tengan un corazón dispuesto a dar, Señor, un corazón libre de codicia y avaricia, en el nombre de Jesús. Gracias, Padre Santo, por tu abundancia divina, te amamos y te creemos, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén y amén!