Bendiciones, amada iglesia del Señor Jesucristo. Soy Noelia, en mi canal «Noelia ama a Jesús,» y hoy vengo a entregarte un mensaje profético que recibimos el 8 de abril de 2020, la hermana Vanessa Calderón y quien les habla. Luego, compartiré algunos sueños proféticos que tuvo la hermana Raysa Morán, relacionados con la palabra que recibimos las tres unidas en oración. Antes de ir al mensaje, quiero leerte algunos versículos:
[Apocalipsis 6:1-8, RVR1960] Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
Esperamos que escudriñes las Escrituras acerca de lo que te vamos a compartir y que lo lleves en oración, pidiendo discernimiento, entendimiento y confirmación para que puedas ser un entendido de los tiempos en los que vivimos. Además, que, Dios mediante, puedas prepararte para lo que se viene al mundo. Asimismo, te pido que, por favor, tengas paciencia con el audio de las profecías, ya que fue grabado por conversación telefónica y, naturalmente, tiene interferencias porque recibimos la palabra espontáneamente según la voluntad del Señor en ese momento.
Palabra recibida por la hermana Noelia Fernández
Veo los cuatro jinetes del Apocalipsis que vienen, todos traen un arma diferente, me muestra el Señor y dice también: Voy a cortar la tierra, ¡la voy a cortar! Y veo una espada que se clava en la tierra y la corta. Los virus van a rondar en el aire mucho más que ahora, dice el Padre. ¡Oh, hijitas!, ustedes no se imaginan lo que viene. ¡Este sacudón fue una simple brisita, un simple soplido en comparación con el viento que va a venir!
Muchos árboles van a caer por no estar arraigados en mí. ¡Incrédulos!, cuando estén recién en el piso, agonizando a punto de morir, ahí se van a dar cuenta de que era yo el que hablaba. ¿Cuándo me van a escuchar? ¡Si hasta las piedras escuchan! ¿Cuándo me van a escuchar ustedes? Tienen los oídos tapados, llenos de mugre espiritual, no quieren sacarse los tapones espirituales, no quieren escuchar la verdad, dice el Señor. ¡Pero yo vengo fuerte, fuerte, fuerte!
Noelia: «Y veo los cuatro caballos del Apocalipsis».
Y dice el Señor: ¡Vienen los jinetes!, ¡los jinetes están viniendo! Los jinetes están rondando sobre la tierra y el hombre no está preparado para lo que va a pasar. ¡Oh, cuánta muerte!, cuánta muerte, dice el Señor.
Noelia: «Y veo el caballo negro».
¡Va a provocar desastres! dice el Señor. Va a saquear los bolsillos de la gente, ¡va a saquear los bolsillos de la gente! Va a vaciar los graneros de las casas; escasez, escasez. Oh, hijitos, prepáren sus arcas, llenen sus almacenes porque viene el jinete, viene el jinete, dice el Señor, y las vasijas van a estar vacías. Entiendan que estarán igual que la viuda cuando no tenía para comer; a ella ya no le quedaba harina, ya no le quedaba aceite (La viuda de Sarepta, 1 Reyes 17).
Entiendan que viene la escasez, viene la escasez a la tierra; sequedad, sequedad; sequía, sequía. Oh, amados míos, deberán ajustarse los cinturones porque van a venir turbulencias. Van a venir ciertamente. Esto fue solo un movimiento leve del avión, pero ahora viene la turbulencia. Los voy a sacudir, los voy a sacudir tanto, dice el Señor, que van a caer los frutos podridos de los árboles que no me generan fruto bueno, ¡van a caer! Van a caer esos frutos podridos que mi alma ya detesta, ¡no los quiero ver! Ya estoy cansado de ver esos frutos podridos, ¡voy a sacudir todos los árboles! Todos los árboles van a ser sacudidos para que caigan aquellos frutos que no me sirven y, cuando caigan esos frutos de los árboles, van a ser como una manzana podrida que se explota al caer al piso. Así, voy a exponer los frutos podridos de muchos árboles que son líderes, que me sirven; serán expuestos y tan sacudidos que todos los demás van a ver cómo caen sus frutos podridos.
Y ustedes, ¡prepárense! Quiero más consagración, quiero más santidad, quiero más renuncia a las cosas del mundo. Saquen los ojos, saquen los ojos de las cosas del mundo, ¿cuándo me van a mirar?
Noelia: «Y miro hacia el cielo y está la cruz del Señor Jesucristo; el Señor me muestra la crucifixión».
El Señor dice: ¿Cuándo van a mirar el sacrificio de mi cruz? ¿Cuándo van a entender que di mi vida por ustedes? Oh, hijitos amados…
Noelia: «Me vuelve a mostrar los bolsillos vacíos de la gente, por la escasez que viene, por la falta de comida, por la recesión mundial».
¡Prepárense! Como Noé preparó el arca para salvarse él y los suyos, ¡preparen sus arcas!, dice Dios. No confíen en lo que dicen los noticieros, no se confíen por lo que dice el hombre; les están mintiendo, hijitos, les están mintiendo. Abran los ojos, búsquenme a mí, dice Jesús. Tómense fuerte de mi mano porque todo se va a sacudir. Voy a sacudir todas las cosas. Y vuelvo a repetir: aquellos árboles que no están arraigados en mí no se van a resistir, se van a caer como cuando viene una tormenta, un huracán, y tienen las raíces superficiales y no resisten el viento y se caen. ¡Escuchen mi voz, abran sus oídos, trabajen para mí! porque en el mundo nada van a cosechar.
Noelia: «Amén, gloria a Jesús, y me vuelve a mostrar los cuatro jinetes del Apocalipsis que están galopando en el aire, en el cielo».
Los jinetes ya fueron soltados, me dice el Señor, pero vamos a sentir muy fuertemente las consecuencias de la apertura del tercer sello, del jinete negro.
Noelia: «Y veo a una persona con una mochila en su espalda, y la está llenando con objetos de supervivencia».
El Señor me vuelve a repetir que nos preparemos. Dice el Señor: Materialmente también se deben preparar, les estoy avisando, los estoy alertando, estoy atalayando que muchos tienen las mochilas vacías. No quieren obedecerme, quieren seguir mirando la televisión, haciendo oídos sordos a mi llamado de que se preparen. Así les va a venir la escasez, así va a venir la sequía; la falta de dinero, falta de alimentos, falta de insumos.
Pero el que esté arraigado en mí, ese va a saber sobrevivir, porque no va a ser él el que se sostenga, ¡voy a ser yo! Aquellos que hayan escuchado mi voz, esos van a tener para vivir y aún para repartir a los demás, porque aún viene más soledad, no es solamente esta cuarentena, viene más soledad, viene más apartamiento, viene más separación entre los unos y los otros. El hombre va a tener miedo de tocarse, miedo de juntarse, miedo de estar unos con otros.
El enemigo es el que está haciendo esto, poniéndoles miedo a estar en contacto, miedo de utilizar sus manos, hasta miedo de imponer las manos en los enfermos; ¡es obra del enemigo! Hijitos, despierten y reconozcan mi poder, reconozcan mi poder en sus manos; reconozcan que soy yo el que los está llamando a que se muevan, a que oren por los enfermos, a que no tengan temor, sino que brillen con más luz en medio de esta oscuridad que se avecina a la tierra.
Palabra recibida por la hermana Vanessa Calderón
¡Ay! prepárense, viene mi furor; llorarán, muchos tendrán que llorar. Hambre, hambre, hambre viene a la tierra tal como le he mostrado a mi sierva. Oh, yo miro, yo miro, yo miro cómo todavía se burlan, cómo todavía no entienden, no entienden que comenzó mi juicio, ¡no entienden! ¿Cómo tengo que decirlo para que se preparen? Prepárense en mí porque los dolores se van a poner más y más fuertes, más fuertes, van a sentirlo. Hambre, peste, pestilencias, más peste. ¡Ay, se viene, se viene fuerte, ay viene fuerte!
Doy un descanso como la mujer en cinta, dice el Señor, como la mujer en cinta doy un descanso, pero viene fuerte; ay, cayendo, cayendo, cayendo está. Sigo llamando, sigo llamando, sigo llamando, sigo llamando. Arrepentimiento, arrepentimiento, arrepentimiento. Ay, los caballos ya comenzaron a cabalgar, y cabalgan, y cabalgan en el mundo entero. Hambre, pestilencia, muerte, mortandad.
Ay, cuánto dolor siento, cuánto dolor siento, cuánto dolor, no saben. He llamado y he llamado, los quiero cubrir bajo mis alas, los quiero abrazar, los quiero cubrir para que nada les pase, pero se salen de mis manos, ¡se salen! Llamándolos estoy, llamándolos estoy. Todavía hay tiempo, entren a mi arca, entren a mi arca, dice el Señor. Todavía hay tiempo, todavía hay tiempo, dice el Señor.
Sueños recibidos por la hermana Raysa Morán
Dios los bendiga a todos, hermanos y amigos. Estoy aquí para relatar dos pequeñas revelaciones que tuve en sueños. Mi nombre es Raysa Morán y, estando en oración con mi hermana Noelia y mi hermana Vanessa, al Señor le plació, aleluya, en su gran misericordia y amor, hablar a través de ellas. Traje a memoria las revelaciones que el Señor me había dado anteriormente y fue confirmación de su palabra, ¡aleluya!
Y una de las revelaciones ―son bien cortas las dos―. En una de las revelaciones vi que algo muy grande había pasado sobre la tierra. Vi que faltaban árboles, eran escasos; pude ver que las cosas eran diferentes, no estaban iguales a como yo las conocía. Las montañas se habían desmoronado, donde había montañas ya no había; vi que la tierra se había abierto en partes, en diferentes lados. Todo lo que se podía ver alrededor estaba destruido, era como un caos. Me pude ver en una montaña, la única que vi fue esa, me vi encima, en la cima de la montaña y cuando yo estaba en la cima de la montaña, desde ahí se podía ver todo alrededor; yo podía observar desde ahí, vi que había otras personas conmigo y pude ver que todo era destrucción y caos donde quiera que miraba. Todo había desaparecido, nada era lo mismo aunque mirara en todas direcciones, todo era destrucción en todos lados. Sabía que algo grande había pasado.
Pude ver, estando ahí parada, que se abrió como una ventanita en el aire; al fijar mis ojos y mirar dentro, pude ver unos caballos negros, pero eran muchos, muchos jinetes. Vi la muerte con su azadón encima de esos jinetes, de esos caballos; ella los montaba, la muerte era quien los montaba, pero eran muchísimos, eran negros y había oscuridad.
Les decía a los demás que vinieran para que miraran, pero vi que nadie fue a ver, no hacían caso de lo que yo les estaba diciendo y estaba asombrada por lo que veía, porque la muerte era quien cabalgaba los caballos, ella tenía como un azadón en sus manos. Podía ver que los caballos iban cabalgando, ellos estaban preparados, ya caminando, pero en el sueño los veía en un sentido espiritual, en el ámbito espiritual, y estaban cabalgando. Cuando desperté de la revelación, me desperté bien agitada, bien asustada por lo que había visto, toda esa oscuridad y todos esos jinetes con la muerte no se veían nada agradables, ¡aleluya! Y ahí desperté.
En el siguiente sueño que tuve, me vi a gran altura, como por las nubes, y vi que las mismas nubes eran una nube oscura y parecían formar jinetes, también muchos jinetes. Vi que la muerte estaba encima de esos caballos negros y vi que eran bastantes, porque estaban preparados, pero estaban en las nubes. Lo cual resultó ser una revelación más rápida; por lo tanto, me desperté al instante. Para mí fue la confirmación del primer sueño, ¡aleluya! Debemos estar percibidos y preparados porque ya esos jinetes, como el Señor lo acaba de decir a través de sus siervas, cabalgan aquí en la tierra. Esta manifestación no es solo algo espiritual, sino que se manifiesta en lo físico con todo lo que está sucediendo y lo que se aproxima, así que estemos listos y preparados. Amén.