Traducciónes: inglés
[1 Corintios 11:18-19] Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.
Yo soy Dios. Yo y solo Yo soy Dios. No hay otro antes de mí. No hay otro después de mí. Yo hago y Yo deshago. Yo fundo y Yo destruyo. Yo levanto y Yo bajo. Yo corono y Yo destrono. Yo soy el que, con mi mano extendida, da las órdenes a mis huestes celestiales para que armen o desarmen.
¿Qué es el hombre para reclamarme lo que Yo hago o dejo de hacer? Nada, solo creación de mis manos, que vive por mi aliento de vida y que, si Yo quisiera y dejara de respirar en sus narices, ya no tendría vida. Pero el hombre se impacienta y hasta intenta convencerme de lo que Yo tengo que hacer.
Ignorante es el hombre de mi poder, ciego de lo que no puede ver, astuto para el mal, lento para el bien, renegado de lo que Yo hago; terco, obstinado y rebelde. Él es tierra que Yo formé con mis manos y que moldeé a mi parecer. Es diseño que provino de mi inteligencia, con corazón que late por mi palabra.
No hay pensamiento que escape de mi saber. No hay intención que se pueda esconder de mi vista. TODO está en mi presencia, porque todo está en mí.
Luchan y combaten con su propia fuerza para ver quién tiene la razón. Se quitan las coronas unos a otros para quedarse con la gloria del hermano. Hastiado estoy de estos comportamientos. Secos están mis ojos de mirar tanta necedad.
He aquí que Yo me levanto de mi trono a provocar contiendas entre los que dicen ser míos, para que se manifieste quién es quién. Estoy dividiendo las aguas, porque el agua no se mezcla con el aceite. Estoy haciendo que lo que está sucio se ensucie más y que lo que brilla reluzca aún más.
Ustedes no entienden mis caminos. Dichoso el hombre que conoce quién es Dios, pero son pocos los que me buscan hasta el cansancio. Son pocos los que de verdad me quieren conocer. Pocos son los que esperan respuesta de mí mismo, y muchos los que tienen sus oídos puestos en los hombres.
Muchos son los que andan pescando la gloria de los hombres en vez de buscar mi gloria. Estos caminan en la carne y se alejan de lo espiritual. Estos buscan cumplir su propia agenda en vez de ser una pieza de mi rompecabezas que, una vez colocada en su lugar, completa mi plan.
Lejano está el día donde el hombre conquistó la tierra sin pecado. Yo lo había puesto a mi hombre en el huerto del Edén para que lo labre, lo multiplique y lo haga crecer. Yo le había dado todo lo creado en sus manos para que lo cuide y lo administre. Yo lo había puesto como señor de las estrellas y del cielo de los humanos. Todo estaba en sus manos, todo lo que él podía ver.
Sin embargo, a mi hombre, que Yo creé, no le bastó tenerlo todo a su disposición. Se enalteció por el poder que le di, se envaneció, y su corazón comenzó a codiciar más poderío. Allí fue cuando abrió la puerta al mal. Allí fue cuando cayó de lo alto donde estaba.
Luego de eso no hubo más simiente santa, sino que sus manos se ensuciaron y empezó a codiciar, a robar, a mentir, a asesinar, a fornicar, a adulterar y a conocer todo tipo de pecados.
En eso estamos ahora: los hombres aún tienen ese pecado en el corazón, esa avaricia, esa codicia, esa necedad. El hombre aún se pregunta si Yo hago las cosas bien, y el hombre aún me juzga para mal. El hombre no entiende que no es más que hojarasca que se lleva el viento una vez cumplido su tiempo para la redención.
¡Insensatos! Si Yo digo que voy a mover mi mano, la voy a mover, dice el Señor glorioso que habita en alturas inaccesibles.
Yo me glorifico en las debilidades de los hombres. Yo soy Dios. Yo Soy El Que Soy, y ¿quién como Yo?
Necio es el hombre que piensa que Yo pienso como hombre y no como Dios. Ciegos están aquellos que limitan mi poder sacando cuentas terrenales, tercos que se plantan en un pensamiento y de ahí no se mueven hasta que se estrellan cuando ven mi mano moverse sobre las aguas.
Yo voy a obrar. Yo voy a hacer lo que YO quiera, como siempre lo hice y como siempre lo haré. ¿Por qué? Porque YO soy el único Dios y al lado mío no hay nadie más.
Yo muevo las estrellas a mi antojo y las acomodo a mi parecer. Me basta con pensar para provocar cambios en todas las cosas. Si el hombre tuviera conocimiento de quién soy Yo, viviría postrado en el piso, reconociendo mi poder.
Pero estos pequeños son insolentes, como niños rebeldes que hacen renegar a sus padres, niños que creen saberlo todo, cuando aún ni han alcanzado la altura debida de un adulto, dice el Señor. Así mismo son mis hijos: niños que creen saber qué es lo mejor que Yo tengo que hacer, cuando aún no han alcanzado la estatura de mi Hijo Jesucristo.
Arrepiéntanse de esta ignorancia, de acusarme de tomar decisiones equivocadas, porque Yo tengo toda la dignidad necesaria para elegir perfectamente a quién Yo quiera elegir. ¿No moldeé al hombre Yo mismo con mis propios dedos como barro en mis manos? ¿Acaso no soy Yo el que le traje a una mujer por esposa? ¿Acaso no fui Yo el que creé la familia?
Ciertamente Yo Soy. Ciertamente estoy aquí, acomodando todas las cosas de acuerdo a mi profunda sabiduría, como piezas de un gran y extenso rompecabezas que solo Yo puedo mover.
El hombre solo puede ver algunas piezas aisladas, pero Yo soy el primero y Yo soy el último. Yo soy el único que puede ver todo de principio a fin. Yo veo los principios, y Yo veo los finales.
Por lo tanto, todas las piezas del rompecabezas del tiempo están en mis manos y en las de nadie más. Por ende, solo Yo soy el artífice de las realidades de una nación. Solo Yo sé cuál es la pieza que hay que colocar en un país para que se arme el rompecabezas que se tenga que armar.
Necios, todos aquellos que están dudando de lo que Yo voy a hacer, gente que camina por vista y no por fe. Incrédulos, tardos para oír y lentos para entender. ¿Acaso son ustedes los que pesan los corazones? ¿Acaso ustedes fundaron los cimientos de la tierra?
Nada de esto han hecho, solo existir. Y si Yo les quitara mi aliento, ustedes ciertamente dejarían de respirar. Pero Yo soy el que les da el soplo de vida. Yo soy el que regula los latidos de sus corazones. ¿No lo ven? ¿No ven que Yo estoy en TODAS las cosas y que nada se escapa a mi entender?
Yo ya tengo un plan, y ¿quién lo podrá desbaratar? ¿Quién podrá interponerse en mis caminos? Nadie, porque nadie puede aplacar mi justicia. Nadie puede pedirme cuentas a mí, porque no hay nadie que esté a mi nivel ni superior a mí. Yo soy la cima. No hay nadie que pueda alcanzarme en estatura ni en poder ni en majestad. Por eso Yo soy el Rey de reyes, porque no hay autoridad más alta que Yo.
Por eso ahora les digo: dejen de mentir y escuchen mi voz, porque Yo ciertamente estoy hablando a los míos, a muchos que han sido llamados y preparados para tal función. Y el que no escuche ni acepte mis palabras no lo está rechazando a ellos sino a mí, y al rechazarme a mí rechaza la verdad, y el que rechaza la verdad habita en la oscuridad, porque Yo soy la verdad.
De cierto, de cierto les digo que, llegado el tiempo del juicio, preguntaré a muchos de ustedes si han creído a lo que Yo he hablado. Y muchos de ustedes me dirán temblando: «No estuvimos de acuerdo», y entonces la balanza no se inclinará a su favor.
En ese día muchos caerán al lago de fuego preparado para el diablo y sus hijos, porque Yo envío mi palabra para que esta haga lo que Yo quiera, y cuando regresa a mí no vuelve vacía, sino que me acerca los frutos recaudados.
Yo sé bien lo que hago y Yo sé bien lo que digo y nunca dejó de hacer, por más que vivo reposando.
Los que son carnales no lo pueden entender, pero los que son espirituales entienden lo que estoy diciendo y se gozan y celebran mis dichos, porque me conocen y saben cómo soy y cómo obro: que me gusta glorificarme y sorprender al hombre en su peor momento; que cuando el hombre menos lo imagina, allí está mi Espíritu, levantando lo que estaba caído; que me gusta ganar las batallas más difíciles; que me apasiona obtener la victoria cuando mi oponente cree que ya ganó.
¡Gloria al Santo de Israel!
Mi Israel tiene un historial de batallas ganadas por mi Espíritu cuando todos los pueblos alrededor se creían invencibles. Pero el único invencible soy Yo. Muchas veces el hombre cree que va a tener la victoria por propio mérito, cuando en realidad no tiene idea de que en lo invisible Yo estoy moviendo mis hilos, Yo estoy generando conexiones divinas, Yo estoy enviando legiones de ángeles santos a pelear la batalla y a ganarla.
Ninguno puede ver lo que Yo estoy haciendo si no soy Yo quien se lo quiere mostrar. Ninguno puede idear tal plan perfecto como lo tengo ideado Yo.
Oh, si ustedes supieran QUIÉN soy Yo… Mi corazón es grande, mi alma es eterna, mis manos laboriosas, mi balanza justa. Mis ojos son limpios como cristal transparente y pueden ver lo que nadie más puede observar, porque Yo miro en medio de la oscuridad. Yo sé sin que nadie me diga. Yo escucho sin que nadie me hable.
Yo soy DIOS y no hombre. Yo no tengo un cuerpo de carne y huesos. Yo soy celestial y en mí habita toda la deidad. Mi ser es inexorable y mis caminos impensados para la humanidad. Mi puño es fuertísimo, innumerables veces más fuerte que el puño de Sansón.
Ese soy Yo: un Dios sin mancha, un Dios sin falla, un Dios amoroso pero sumamente poderoso. ¿Quién como Yo? ¿Quién más tiene la supremacía de pasearse montado en un querubín?
¿Acaso tú que estás escuchándome puedes colapsar a una los montes con solo hablar? Ciertamente, creación de mis tesoros de la sabiduría eres, y si tienes algún tipo de poder, es porque de mí ha salido y a mí volverá.
Niégate a ti mismo y reconoce que tienes un Dios mucho mayor que cualquier hombre que hayas conocido o que conocerás, porque criatura mía son todos los que caminan en la tierra, que se mueven por la gracia que Yo les otorgué por un tiempo y hasta que cumplan el propósito para lo cual fueron creados.
Todo lo creado tiene un propósito, una razón de existir. Nada falta y nada sobra. Todo es perfecto así como es. Y cuando el tiempo llegue a su final, todos los propósitos se habrán cumplido y el plan de redención de las almas se habrá completado.
Entonces vendrá el fin para los moradores de la tierra, y todos sabrán QUIÉN FUI, QUIÉN SOY Y QUIÉN SERÉ YO, VUESTRO DIOS. Amén.
[Lucas 12:51] ¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión.